El viejo invidente la sabe meter por todos los...
Alternaba mis dos agujeros con una sabiduría y ritmo que me hacía estar gustosamente sometida ante las expertas artes de aquel viejo ciego.
Regresaba a casa de vuelta de buscar trapitos en tiendas de ropa, cuando al pasar un paso de peatones una bicicleta golpeo a un invidente que cruzaba justo delante, cayendo ambos al suelo, aunque resultaron ilesos, quedando todo en un susto, si bien el bastón del invidente quedo dañado y no podía hacer su función, por lo que amablemente me ofrecí para acompañarlo si vivía cerca, pues el pobre abuelo quedo un poco aturdido.
Cuando ya le acompañaba me fije que para la edad que tenía aquel abuelo invidente, era muy atractivo, y aunque seguramente rondaba por el color de su pelo los sesenta y cinco años o alguno más, me quede anonadada de la fuerza de sus brazos y manos cuando se me sujetaba en mi cuerpo, si bien una es pequeña y delgada la fuerza que aparentaba aquel abuelo me dejo un poco impresionada.
Insistió en que podía llegar solo si bien persistí en acompañarle pues el susto lo había dejado algo desorientado.
Ya en casa insistió en invitarme a un café para darme las gracias , presentándose como Rodrigo, diciendo que vivía solo aunque recibía varios días a la semana la ayuda de un familiar y una asistenta que le arreglaban la casa.
Me pregunto por mi edad y mi aspecto , pidiéndome si podía tocarme mi cara para saber lo guapa que era, sintiendo una electrificante sensación de placer cuando sus fuertes manos recorrían mi pequeña cara, dulcemente palpando cada centímetro de ella para saber mis facciones.
Me transmitía una sensación de placidez aquel abuelo que me dejo un poco noqueada, pues cuando le miraba su porte y planta masculina, me hacía sentir un cosquilleo que me agradaba mucho.
Se desenvolvía bien en su casa y ya tomando el café y tras charlar un buen rato donde nos contamos rápidamente un poco de nuestras vidas, pidió disculpas para ir un momento al baño que estaba frente al salón, a desaguar el canario como él llamaba cómicamente.
Me había fijado bien pues no me sentía observada cuando miraba su grueso paquete que aquel abuelo portaba de buen armamento, y me recorrió una morbosa idea rápidamente por la cabeza de mirarlo cuando entro en el aseo, pues no cerro la puerta.
Me levante haciendo que llevaba las tazas a la cocina mientras el entraba al baño, quedándome disimuladamente en la puerta a la espera de poder ver aquel canario cuando hacia pis, quedando anonadada cuando bajo la cremallera del pantalón y metiendo la mano saco aquella tremenda morcilla, descubriendo su cabezón de la piel que la recubría para orinar más cómodo.
Me sentí sucia por estar espiándolo, pero a la vez mi chochito hacia aguas pensando si aquello entrara por allí, y más cuando veía salir el enorme chorro de pis por la boca de aquel trabuco, que aunque dormido tenía un tamaño envidiable.
Me había quedado atónita mirándolo, y más cuando sacudió con unos leves movimientos de mano aquel coloso, para eliminar las últimas gotas de aquella enorme cabeza.
Cogió papel del baño y limpio con cuidado las últimas gotas antes de guardar el arsenal y tras lavarse las manos, salió a mi encuentro en la cocina.
Choco contra mí, aunque una fue la que provoco dicho tropezón, pues me había dejado ardiendo la visión anterior y deseaba rozar su cuerpo.
Me pidió disculpas y me dijo que parecía tenía un cuerpo muy delicado y fino, que además acompaña a mi belleza de cara, como el la llamo, pues decía que aunque no me veía sabia era muy guapa tras haber palpado mi cara.
Le agradecí el cumplido diciendo que él se conservaba muy bien y que también tenía un aspecto muy masculino y atractivo, pidiéndome si no me sentía violentada si podía palpar un poco mi cuerpo para poder hacerse una idea total de cómo era.
Le dije que no me importaba y cogiendo sus manos para ponerlas sobre mis pequeños hombros le deje tocar el lateral de mi cuerpo, pues recorría cada centímetro con tacto y suavidad, llegando a las caderas para pararse, pasando acto seguido por parte de la espalda, quedándose cortésmente en las inmediaciones de mi trasero, si bien le dije, puede tocarlo y así se hace una idea más global.
Paso sus manos por mis posaderas con una suavidad que me hacía mojarme, pues realmente quería me apretujara y me hiciera suya, provocándome aquella situación una excitación que me tenía loca.
Ummm dijo eres muy muy atractiva, afortunado el hombre que sienta tu compañía, pues tienes un cuerpo de diva.
Una intenta cuidarse le respondí, retirando el seguidamente las manos de mi trasero y llevándolas hacia mis caderas y barriguita, para seguir palpando, parando justo ahí como con miedo a seguir hacia arriba.
No se preocupe puede seguir le dije mientras guie sus manos cogiéndolas por sus fuertes muñecas hacia mis pechos.
Rosa, eres preciosa, hacía tiempo no tenía entre mis manos semejantes pechos, madre mía esto levanta a un muerto.
Pues déjelo se levante, le respondí descaradamente, pues vi sus manos se recreaban con sutileza por mis pezones haciéndome ablandar mi tono de voz y escapándoseme un leve suspiro.
Ahí dijo, tu eres una belleza y yo un pobre viejo ciego, ojala algún día pudiera tener una mujer así.
Me quede muda un momento tras sus palabras, pero al final decidí dar un paso más acariciando sus fuertes brazos y besarlo ante su sorpresa.
Quedo un poco aturdido, pero correspondió con un beso tan dulce que me hizo casi doblar mis rodillas y hacerme sentir un poco ligera por haber sido tan lanzada y probablemente darle una idea de una mujer fácil.
¿Estas segura de esto tesoro? Mira que soy un viejo ciego y tu una belleza que tendrá los hombres que quieras con toda seguridad.
Si esto más que segura, me hace tilín su presencia y más cuando me acaricia de una forma que hacía tiempo no sentía y quiero hoy me haga suya.
Ummmmm intentare complacer y agasajar esta belleza que aunque no veo, sí que se es especial.
Volvió a besar y sus manos ahora no solo recorrían nuevamente mi cuerpo, sino que lo desnudaban con una tranquilidad que me hacía estremecer de placer, mordisqueando mi cuello con delicadeza mientras me dejaba totalmente desnuda.
Palpo mi sexo sin brusquedades con una sutiliza que me hacía estar mojada de una forma tan descarada que casi me daba vergüenza, en los pechos se recreaba con una naturalidad que mis pezones parecían pitones a punto salir disparados, haciéndome gemir como una loba en celo, mientras, también lo iba desnudando, intentando no hacerlo rápidamente como mi mente caliente me pedía.
Al abrir la camisa y ver su pectoral masculino, me encontré con una franja espesa y velluda de pelo blanco tapando parte de sus masculinos pezones, bajando un hilito de fino pelo hacia su ombligo, frenado estos por el cinturón que ya rápidamente desabrochaba y dejaba caer junto a los pantalones al suelo.
Quedaron unos slips de pata blancos que apenas podían contener lo que allí se protegía, pues no era de piedra él y ya empujaba duro hacia el exterior lo que estos escondían.
Espero estar a tu altura, me dijo mientras mi mano entraba por el slip y palpaba aquel duro y gordo rabo que antes había visto morcillón en el aseo.
Estuve a punto de perder la compostura y decirle lo que había cambiado, pero habría descubierto lo indiscreta que había sido en el aseo, mordiéndome los labios y conteniendo mis palabras, aunque no tarde nada en agacharme y comenzar a besarle la cabeza mientras lo descapullaba.
Suspiro, y casi también se le doblan las rodillas cuando su cabezón ya libre y suave entraba en mi boca para ser chupado con pasión, mientras mis manos sobaban y masajeaban aquel par de hermosas pelotas forradas por un espeso y rizado pelo canoso que hacia gotear mi sexo.
Eres una maestra en el arte de dar placer tesoro, me dijo con voz entrecortada, hacía tiempo no sentía este placer y menos ver lo dura que se me puso en tan poco tiempo…
Me recree varios minutos, haciendo supurara por su enorme cabezón liquido trasparente y blanquecino que denotaba su enorme excitación, aunque una no tenía dudas viendo como palpitaba aquel enorme tronco sujeto por una de mis finas manos, que parecían de juguete junto aquel colosal rabo.
Me hizo levantarme cogiéndome dulcemente por los hombros y tomándome en sus brazos, me llevo a su cama, si bien me sentí algo temerosa por su chocábamos con algún mueble dado su ceguera, pero con una tranquilidad y seguridad, me deposito en ella.
Se acomodó a mi lado, y buscando con su mano mi sexo para orientarse, guio su cabeza para comenzar a besarlo y comerlo con dulzura y maestría.
Rompí en pocos segundos mi compostura, con un orgasmos que lo dejo aturdido pues no esperaba explotara tan pronto y más ver mis manos como presionaba su cabeza para aguantar aquella dulce comida.
Afloje este pues había presionada casi con exceso y pensé lo dejaba sin respirar, cuando resoplo como un macho al ver su éxito conseguido y con tan poco tiempo…
No cambio su posición y continuo como un experto gurú en el arte de dar placer a las mujeres, comiendo y degustando con sutileza y delicadeza todos los rincones de mi mojado conejito que apenas podía sujetar con los impulsos eléctricos de mis caderas.
Le pedí entre sollozos de placer y suspiros que se girara y me diera a comer nuevamente su enorme y duro apéndice, pero parecía lo quería reservar para la sesión que pronto me iba a dar… pues entre aquel juego con su boca y lengua, quede sorprendida cuando una mano bajo hacia mi agujero trasero y comenzó a jugar con el también, dilatándolo con un tacto que me dejo medio anestesiada de placer.
Mi segundo orgasmo no tardó en llegar ante la tesitura y expertas artes sexuales de aquel viejo invidente que mitigaba su incapacidad con una maestría soberbia, aprovechando el para levantarse y ponerse de rodillas entre mis piernas frente a mis supurantes agujeritos.
Levanto mis piernas posicionándolas en una postura medio forzada sobre sus hombros y agarrando su enorme y gordo rabo, lo restregó por todos los labios exteriores de mi conejito para empaparlo en sus jugos, introduciendo levemente la cabeza para volver a sacarla y llevarla a la puerta de mi otro agujerito.
Le costó meter está un poco debido a su tamaño por él, pero con un leve empujoncito me vi ensartada por aquella gruesa y gorda punta, mientras uno de sus dedos gordos entraba y acariciaba mi clítoris, hiéndeme gritar como una posesa.
La fue metiendo hasta su base y mis ojos creo imitaron a los suyos reflejando aquella mirada perdida, pues sentí se me nublaba la vista, y más cuando tras varias suaves estocadas, la volvió a sacar para meter ahora por mi húmedo chochito.
Mis manos casi arrancan parte del matorral de su pecho pues el placer que sentía me hacía perder la compostura, convirtiéndome en una fiera excitada que anhelaba aquel macho con pasión desbordada.
Alternaba mis dos agujeros con una sabiduría y ritmo que me hacía estar gustosamente sometida ante las expertas artes de aquel viejo ciego.
Entraba por ambos con ritmo más acelerado ya, alternando tras varia estocadas por cada uno, pues había dilatado los dos con sabiduría, haciendo mi cuerpo convulsionara nuevamente ante aquel enorme y explosivo orgasmo que acababa de tener, dándole pie ahora a mantener la penetración por mi conejito que ahora castigaba con estocadas más intensas, marcando en la puerta de este sus enormes pelotas que parecían se habían contraído antes del mana que me iba a regalar.
Tenso su cuerpo con espasmos y gruñidos de placer que me hizo temblar de gusto el verme ensartada por aquel macho mientras soltaba y afloraba a ráfagas su pastosa y cremosas nata que anhelaba también para mi boca, aunque ahora era este el que gratamente recibía aquel manantial.
Parecía haber estado tiempo sin haber practicado sexo, pues aquellos depósitos hicieron una descarga que me dejaron atónita, quedándose un minuto reposando su cuerpo sobre el mío con aquel rico arsenal aun medio palpitando en su interior.
Al final tras recobrar un poco el aliento se dejó caer a un lado de la cama para liberar mi pequeño cuerpo del peso del suyo, desclavando para mi desesperación aquel grueso apéndice que tanto placer acababa de darme.
Varios minutos en silencio, manifestaba el buen polvo que acaba de darme aquel viejo ciego, quedándome ahora observándolo con dulzura todo su cuerpo así como su mirada perdida hacia el techo de la habitación.
No sé porque pero me puse a llorar, sin poder contener aquel sentimiento, haciéndole sentir pena, pues me dijo no sabía que me había causado aquello o si había hecho algo que no me gustaba.
Le dije que no que todo lo contrario, que había sido un momento único y su presencia me trasmitía una paz y un sentimiento que me había hecho llorar como una magdalena, además para mi sorpresa era un gran amante y experto en la cama.
Gracias, me dijo, me vas a ruborizar, espero esta amistad y estos momentos no sean efímeros, y podamos repetirlos cuando te guste y desees.
Yo rápidamente casi cortando su frase le dije, que no lo dudara que me iba a tener que echar de la casa más de una vez, pues había creado en mí en tampoco tiempo algo que no sabía explicar y además me atraía físicamente muchísimo.
Puede ser, me dijo, que mi defecto de vista te cree un falso sentimiento que realmente sea lastima o pena, pero no te preocupes estoy acostumbrado a ello.
Le dije que no que todo lo contrario, que había sido la dulzura de su trato y había algo en el que le hacía sentirme eléctrica y no menos cuando siento su roce y algunas cositas más….
Se reía por mi respuesta, y agarrando su morcillón rabo, dijo… a este hoy lo has sacado de punto rápido, madre mía como se me puso, nada más sentir acariciar tu cuerpo e imaginar cómo era.
De rápido nada, que casi me deja fundida y sin aliento, menuda máquina y que maestría por ambos sitios le respondí entre risas, pecando de ser un poco lanzada y calenturrona, ahora solo queda uno para terminar y dejarlo reposar durante todo el día.
Y levantándome, apoye mi pequeño cuerpo sobre el suyo, acerque mi mano y agarrando aquel musculo medio dormido, me lo lleve a la boca para comenzar a degustarlo y saborearlo con paciencia mientras una de mis manos se recreaban jugosamente en sus colgantes apéndices que aun mantenían el calor del rico y jugoso caldo que antes me había inyectado.
No tarde en oír los suspiros en el silencio de la habitación, cuando absorbía y jugaba con su brillante cabeza en mi boca, recorriendo a veces mi lengua todo el tramo de aquel mástil que aunque no duro, si mantenía cierta tensión, bajando hacia sus velludas pelotas que también lamia y saboreaba, para al final bajar por estas hasta jugar con su agujero trasero.
Le hizo dar un respingo, seguramente de gusto y esto me hizo animarme pues vi rápidamente cambiaba de dureza su espigado y gordo instrumento de placer.
Subí nuevamente hacia su punta para ahora dedicarle unos largos y jugosos minutos de lubricación.
Levantaba a veces su cadera y su cuerpo se tensaba ante mi experta comida que le hacía golpear la cama con las palmas de las manos cuando su cabeza era estrujada en mi boca, vociferando gruñidos de placer que me hacían poner más énfasis en aquella rica mamada.
Tras varios minutos más así, vi su respiración se entrecortaba y su cabeza se levantaba a impulsos de la almohada, sintiendo de golpe unos fuertes chufletazos golpear en mi paladar y garganta, inundando esta de una forma que casi me hacen atragantar.
No me podía creer aquella segunda explosión de pastosa y rica nata, fuese tan intensa, y es que paria tener guardado reservas para aquel momento cumbre.
Quede satisfecha como si me hubiese corrido de gusto, viendo aquel semental casi levitando en la cama cuando le extraía las ultimas gotas tras estrujar mi mano el largo de aquel apéndice que tan rica y sabrosamente había degustado.
Quedo varios minutos aturdido y relajado sobre la cama con mi cara sobre su frondoso pecho acariciando levemente su barriga y oyendo como su respiración recobraba su ritmo normal.
Le dije iba a ducharme y cortésmente me dijo si podía acompañarme pues era algo que nunca hacía con una mujer y soñaba con sentir el agua bajo la ducha junto a un cuerpo femenino, aunque ya no tenía fuerzas para más, solo quería sentir mi presencia allí.
Le dije que me encantaba y más ser enjabonada por el con la maestría y delicadeza que mostraba en sus manos.
Cuando le llegue la factura del agua y el gas se va a acordar de aquel momento, pues nos recreamos tanto tiempo con caricias y besos bajo el agua, que al final sus dedos consiguieron hacerme explotar como una loba en celo, pues tacto y recreación de estos allí, hizo no pudiera contener el placer que sentía, a la vez que nuestras bocas se besaban y transmitían sentimientos.
Nos secamos mutuamente sin prisa continuando las caricias y juegos eróticos aunque ya una más calmada y relajada, viendo como colgaba dormido su gordo musculo del placer al que en los próximos días volvería sin lugar a dudas a catar.
Me quede ese día allí invitada a cenar, aunque le dije me dejara preparar la cena a mí, y tras un velada muy romántica, me marche a casa, esperando un nuevo y pronto encuentro con aquel viejo invidente que me había dejado noqueada y anonadada.