El viejo invidente ilumino mi sexo con su antorcha
Baje buscando su relajado miembro que teste con mis manos, para pasar a usar seguidamente mis labios y comenzar a saborear aquel dormido pero no muerto miembro, que agradecía aquellas sabrosas caricias bucales.
Llevaba varios días pensando en el encuentro con Rodrigo, el viejo invidente, y solo recordar aquellos momentos me hacía sentirme mojada, decidiéndome a volver a visitarlo pues anhelaba rememorar otro gozoso encuentro, aunque también roía en mi interior un gusanillo que me tenía preocupada, pues un sentimiento de difícil descripción afloraba cuando pensaba en él.
Le llame con la excusa de que pasaba cerca de su casa para hacerle una visita y ver si le hacía falta algo , agradeciendo el, el encuentro, pues también deseaba volver a sentirme, pensando ya, que una lo había olvidado.
Me abrió la puerta y tras palpar mi cara nuevamente como un saludo, le di un enorme beso antes que me alagara con cumplidos más propios de una persona que ve, aunque su sinceridad me hizo casi doblar las rodillas, sintiéndome un poco traidora y fulana cuando mi vista se dirigió como un resorte a su paquete, así como el resto del cuerpo que tanto me excitaba.
Me acompaño al salón agasajándome con nuevos cumplidos y tras una agradable charla con el consiguiente café, la conversación fue cambiando de tono y más cuando mis manos tras soltarse de las suyas, pasaron a acariciar sus robustas piernas con delicadeza, aunque para ser sincera, hubiera estrujado su grueso paquete con ansias de devorarlo…
Su cara cambio de semblante, al ver mi decisión, dándole pie y rienda suelta a sus expertas manos que envolvían mi cuerpo con carias difíciles de describir, pues transmitían sensualidad y sexualidad al mismo porcentaje, haciendo que mi sexo casi mojara el sillón donde estaba sentada.
Me dijo tras buscar mi cara y volver a besarme, que si me parecía estaríamos mejor en su alcoba, pasando a su cama tras dejar que me desnudara con una tranquilidad que me hacía sentirme como una reina a punto ser agasajada con el mayor regalo que una mujer anhela.
Sus manos bajaron desde mis hombros hasta mi humedecido conejito, recreándose con esmero por cada centímetro de este, mientras suspiraba con deseo y pasión sentir pronto en mi interior aquel enorme musculo que se liberó, tras bajar sus slip ,colgando morcillón y con la cabeza semidescubierta por aquella atractiva fina piel.
Observe con ojos de loba hambrienta el balanceo sensual de aquel musculo así como sus enormes y velludas pelotas.
Estaba sorprendida de mi pasión hacia aquel viejo invidente que tanto me atraía, pues su estampa en ese momento era la de un macho que anhelan y sueñan muchas mujeres tener en su cama, y una era afortunada de tenerlo en ese momento ante mi ardiente cuerpo.
Se tomaba cada paso con una tranquilidad que me hacía casi explotar en deseo, y más cuando me susurraba al oído con un tono cálido y envolvente a la vez que besaba mi cuello y nuca, rozando su grueso miembro por mis supurante conejito y posaderas.
Me dijo me tenida una sorpresa y esperaba la aceptara, pues iba a sentir algo diferente al hacer el amor aquel día,… intrigada por la propuesta le dije que si, deseando conocer de qué se trataba.
Abrí un pequeño paquete que me indico era para mí y había sobre la mesita, encontrándome una fina y elegante gargantilla así como un pequeño antifaz que tapaba por completo los ojos, similar a los que se utilizan en algunos aviones de trayectos largos para no ver nada de luz.
Se acercó tanteando mis manos y tras recoger la gargantilla me la puso en mi cuello para posteriormente indicarme me pusiera aquella especie de venda en los ojos, ocultando seguidamente estos de toda visión.-
Quede un poco atolondrada al dejar de ver como una está acostumbrada, diciéndome el al instante, que me relajara y dejara fluir ahora otros sentidos como el tacto y verias como notaba otras sensaciones que antes no percibía.
Me sentí extraña al momento y más ahora estando a su altura en limitaciones, palpando con algo de torpeza su cuerpo, si bien me fue guiando y calmando para que lo hiciera más despacio.
Me tumbo sobre la cama y sin visión alguna empecé a sentir como sus manos y su boca recorrían mis senos y mi supurante conejito con un tacto que me hacían estremecer de pasión, activando mi imaginación rápidamente pues intentaba idealizar esa imagen así como la de su miembro que imaginaba terso y duro dispuesto a penetrarme rápidamente.
Mi cadera le alzaba ante los espasmos involuntarios de mi cuerpo cuando su experta lengua jugaba en el interior de mi conejito mientras ahora sus manos pellizcaban con maestría mis duros pezones, haciéndome llegar mis primeros orgasmos que devoro con anhelo, absorbiendo los jugos que manaban por el placentero efecto de este.
Cuando quede algo más relajada, note que cambiaba de posición, buscando con mis manos saber qué movimiento era el siguiente, pidiéndome me quedara tranquila al mismo tiempo que comencé a sentir en mi sexo el roce de su duro y rígido miembro, restregando su gruesa cabeza por la puerta de este, siendo solo aquella parte del suyo el que rozaba con el mío.
Al no ver lo que sucedía, sin darme cuenta, activaba unas sensaciones que antes parecía no percibir, pues la vista a veces nos ciega más que hacernos ver y sentir, pues imaginaba aquel enorme y grueso falo como rozaba agarrado seguramente por su masculina mano, por la puerta de mi gruta, llevándome a un éxtasis de placer difícil de describir cuando introducía la cabeza y parte de su duro y largo cuerpo en mi interior.
Lo sacaba y sin ver lo que hacía, note como guiándose de sus manos busco mis pechos para rozarlos estos y más en concreto en mis tersos pezones con la punta mojada y empapada de su terso y duro rabo… mi respiración delataba mi pasión, sintiéndome sumisa de mi propio goce mientras aquel viejo invidente me llevaba a un paraíso desconocido hasta ese momento.
Su mano recorría ahora mi cara y tras buscar mi boca con sus suaves dedos, estos dejaron paso a su anhelado miembro que comencé a degustar con calma y contagiada maestría, pues rápidamente escuche sus primeros suspiros de placer.
Mis sentidos de fiera domada se activaron ante mi sorpresa, pues veía en una imagen idealizada lo que a la vez palpaba y degustaba con pasión, sintiendo ahora sus gruesas venas que infladas, marcaban el recorrido desde la base hasta la punta de aquel goloso miembro.
Palpe sus calientes y gordas pelotas a la vez que absorbía el aire, pegando mi pequeña nariz entre la maraña de pelo que la recubrían.
Me sentí envuelta en un olor excitante a macho que casi me hace explotar en otro orgasmo, acelerando mi respiración ante la excitación en la que me encontraba inmersa.
Volví a agarrar aquel musculo, notando como latía y palpitaba, introduciendo nuevamente su húmeda cabeza en mi boca, saboreando esta hasta hacerla gotear con un líquido salado que imaginaba transparente, preludiando su excitación y aviso de que si seguía con aquella pasión, recibiría pronto unas ráfagas de pastosa y jugosa nata que anhelaba como loba en celo.
Contuve mi pasión, y tras hacerle posarse en la cama, active nuevamente mis manos para recorrer su cuerpo y restregar el mío sobre el suyo mientras iba subiendo desde de su miembro hasta su boca, besando y mordisqueando su frondoso pecho, oliendo a su paso el aroma a semental que aquel viejo invidente emanaba.
Estaba loca de excitación y creo que iba a explotar mientras lo besaba con una pasión que me hizo soltar unas lágrimas, si bien quedaron camufladas en aquella venda oscura que tapaba mi visión, sentándome a la vez sobre su enorme y duro rabo que ahora guie con una de mis manos hacia la puerta de mi mojado chochito.
Fue introducírmelo y explotar al instante en otro y colosal orgasmo que me dejo casi sin fuerzas, aunque sacando algunas de mi reservas, comencé a cabalgar suavemente como una experta amazonas que recorre una bella pradera, haciéndole resoplar como un toro bravo que sabe tiene a la hembra sometida en gozo y placer.
Mis manos buscaron el matorral que encubrían sus pectorales y agarrándome en este deje fluir mi mente hasta llegar tras unos largos minutos de monta a otro colosal y rápido orgasmo que hizo que tuviese el que agarrar mis caderas fuertemente para moverme a su antojo ante la pérdida de fuelle en la que una había caído tras aquellos gloriosos momento.
Me movía a su antojo con sus fuertes manos, como si fuese una pelele sobre su sorprendente y duro pollon, que entraba a su antojo rozando con pasión las paredes de mi dulce y agradecido conejito.
En la oscuridad en la que me encontraba inmersa, esta, no me impedía imaginar la situación que ahora tras soltarse y voltearme, me esperaba.
Pues apoyando mi cara sobre la almohada hizo levantar mi cadera poniéndome de rodillas sobre la cama, y tras sentir su aliento por atrás, comenzó a rozar la rosada y húmeda cabeza de su duro rabo, por mi puerta trasera.
Esta se abrió con una facilidad pasmosa ante mi sorpresa, mientras cada centímetro de su largo miembro entraba para cobijarse en su interior, comenzando una laboriosa y calmada monta que duro unos gozosos minutos en los que sentía y oía el balanceo de sus masculinas pelotas golpear contra la puerta de mi conejito.
Note su ritmo de respiración acelerarse y tras apoyarse sobre mi pequeño cuerpo y mordisquear mi nuca, comenzó a meter y sacar con más rapidez su duro rabo hasta que este vomito con fuertes ráfagas, el anhelado elixir en mi interior.
Quede desplomada oculta entre su cuerpo y el colchon, y aunque la postura no era muy cómoda, no deseaba se moviera de como estaba, pues el roce de aquel viejo semental y sobre todo sentirme aun clavada por su estilete, me hacía estar en un paraíso difícil de describir.
Pasaron unos minutos y tras desengancharse de mi agasajada puerta trasera, me abrazo buscando mi cara para besarme con pasión.
Note lo que parecían lagrimas por su cara y tras palpar y extenderlas por sus masculinas mejillas, pues aun no me había quitado la venda, le dije que me sentía gratamente agasajada, por aquel cariñoso sentimiento, contagiándome, aunque él no las veía, pues aquel antifaz negro las absorbía si bien no podía disimular mi quebrada voz ante aquella dulce y espontanea reacción.
En silencio apoye mi cabeza sobre su pecho y quede dormida casi dos horas, despertándome ante las caricias de sus dedos mesando mis cabellos.
Abrí los ojos y vi que aún no me había quitado la venda, aunque ahora realmente no me apetecía ver, pues me quería sentir integrada con él, recorriendo y besando con pasión su cuerpo, mientras él continuaba con las caricias en mi melena.
Baje buscando su relajado miembro que teste con mis manos, para pasar a usar seguidamente mis labios y comenzar a saborear aquel dormido pero no muerto miembro, que agradecía aquellas sabrosas caricias bucales.
Tardo un poco en activarse y ponerse como a una le gustaba, pues el desgaste sufrido hacia un par de horas le había hecho mella y parecía a veces aflojarse para volver rápidamente a tomar la dureza cuando mis manos ayudaban con masajes en sus jugosas bolas.
Disfrute mientras lo degustaba ahora con más pasión, ayudándome con una de mis manos a masajear aquel largo y duro tronco, mientras absorbía su cabeza en el interior de mi boca.
Note tras varios minutos que su respiración y jadeos acercaban otro glorioso momento, preparando mi garganta para degustar las fuertes ráfagas de crema que ahora fluían por su gruesa pero secuestrada cabeza, jugando mi lengua con esta mientras soltaba las últimas gotas.
Quedo rendido y espatarrado sobre la cama, agradeciéndome esta inesperada mamada que gratamente le regale y de la que para ser sincera y honrada, disfrute como una primeriza colegiala que se inicia en las artes del sexo.
Libere mi visión, tras este último y glorioso momento y tras asearme y vestirme, prepare un café, mientras él se duchaba y se vestía igualmente.
Tras tomar y charlar un buen rato, me invito a cenar en un restaurante que había frente a su casa, pasando una velada magnifica, ofreciéndome quedarme en su casa esa noche, si bien me dijo entre risas que ya no le quedaban fuerzas para intentar otro asalto... pero deseaba sentir el calor de una mujer en su cama, volviendo a rogarme no me fuera esa noche.
¿Cómo me iba a negar si estaba más deseosa que él, de quedarme entre sus brazos?, y más esperando tener un cálido amanecer que por cierto…. cumplió gratamente con las perspectivas que una imaginaba pues………