El viejo banquero me estaba subiendo el colesterol

Cumpliendo su promesa, este viejo vecino jubilado me estaba haciendo subir el colesterol con tanta donación de rica leche, sumando la de mi esposo algo mas desnatada.

Siendo fiel a sus palabras nuestro viejo vecino, Valentín, el jubilado banquero  para que ustedes lo reconozcan, había cumplido con creces sus visitas a mi casa, y con una asiduidad de varios días por semana, me estaba complaciendo de lo lindo.

Había bajado algunas mañanas, y estas aunque algo mas escaso de tiempo por su parte, había hecho de las visitas unos  polvos geniales, pues aunque él era de comienzos con besos y caricias delicadas,, la confianza tomada le había hecho tomarme, en cualquier sitio de la casa, y lo cierto es que había dado cuenta de mi, en el pasillo, sobre el sofá, sobre la encimera de la cocina, en una silla, sobre la alfombra, en el baño e incluso apoyado sobre la puerta de la entrada, donde allí tuvo que hacer callar mi boca con su mano para no alertar a los demás vecinos del rellano de tremenda cogida que me dio esa mañana.

Pero la que le voy a contar es la de una tarde que bajo y en la que  aun no había llegado Paco, tomamos café y yo con mi habitual deseo, me apresure a que pusiera el la crema, y con un juego  erótico, comencé a calentarlo diciendo que necesitaba su leche en mi café, pues esa tarde estaba con sed. Con su habitual calma se desvistió mostrándome todo su arsenal sentado en el sofá, pidiéndome que acercara la taza y  le tomara unas gotitas, pero solo unas pocas, pues esperaba esta tarde derramarla en otro sitio.

Le abrí la camisa para acariciar su pectoral peludo, que era mi pasión, y así comenzar a calentarlo, tome la cámara de fotos y saque  alguna instantánea del tremendo falo, que aquella tarde lucia duro como una roca, mientras mi lengua ya recorría toda la  cabeza de aquella tranca inmensa.  Le hacia pegar algunos respingos con mi sabia comida y mis masajes a aquellas gordas y peludas pelotas que ardían de pasión, llenas de aquel jugoso liquido que yo ansiaba.

Me dejo el momentáneamente tomar la iniciativa, aunque sus manos eso si, jugaban con mis pezones y cuando tenían cerca mi conejo, también con su interior, donde sus sabios dedos me hacían cerrar los ojos cuando se retorcían dentro de mi.

Conseguí  calentarlo y ponerlo como un semental en celo, y aunque me pidió que me sentara sobre el, yo desistí  y le dije que quería primero su nata en la taza, comenzando mas fuerte mi comida para que no tardara en soltar  aquella leche que yo adoraba.

MI mano bajaba y subía por aquella columna , mas propia de un templo romano por tan tremendo grosor, mientras mi boca succionaba como podía su enorme glande, haciéndole que se recostara hacia atrás por el placer que recibía… me aviso que no tardaría mucho si seguía con esa sabia comida, y por ello acelere mi acoso, comenzando aquella  maquina lechera a soltar su rica nata con una fuerza que casi me atraganta, retirando rápidamente mi boca tras recibir la primera descarga para derramar dentro de la taza las segunda remesa de ráfagas,

A penas  podía dirigir aquel monstruo desbocado lanzando fuego por la boca, pero logre que en la minúscula taza, pues esta parecía de juguete al lado de aquel falo, cayeran varios chorros, adornando mi café con su rica nata cremosa, que después de calmar aquel semental, me tomaría.

Fue una corrida tremenda, pues la cantidad me dejo asustada, pero aquel macho ibérico, era así de espectacular siempre en sus corridas, y a mi me encantaba.

Me tome el café viendo como el me miraba riéndose mientras se recuperaba, pero èl  ando rápidamente a jugar con mi conejito que estaba como una flor abierto del calor que tenia.

Era un experto el también en el arte de comer, y doy fe de ello con una corrida tremenda que me hizo tener en cinco minutos, mientras sus dedos pellizcaban mis duros pezones y su lengua no cesaba de jugar con mi clítoris y los labios de mi  mojado sexo, bajo igualmente a mi ano, que abría con los dedos e introducía igualmente su sabio miembro bucal, haciéndome levantar las caderas del placer que me daba.

No nos dimos cuenta de la presencia de Paco, pues este había entrado y estaba mirándonos desde la entrada del salón, diciendo ! ya empezaron sin mi!!, sigan que yo me uno enseguida.

Lo miramos como se quitaba los pantalones y vi que mi esposo tenía el rabo como un toro, pues seguramente estaba viéndonos ya un rato, lo movía como amenazando  una penetración, y se acercó a nuestro lado.  Valentín le dijo, llegas un poco tarde pero esto acaba de comenzar, ya tu mujer tomo una ración de jugosa leche, y creo que quiere más, así que dale un poco mientras sigo comiendo su precioso conejito que pide a gritos lo devoren.

Paco sorprendentemente le dijo, espera sigue que quiero yo un poco de barra de esa que tienes tu, que vengo  deseosos de comer un poco de rabo, y tras agacharse se puso a comerle el morcillón pollon que colgaba junto a los enormes huevos, tras la suelta de su primera corrida.

Yo fui a tomar el rabo de Paco con la mano para que este mientras recibiera alguna caricia, pero fue Valentín el que con su gran mano lo agarro y comenzó a pajearlo, mientras seguía comiendo mi conejo.

Estábamos en un trio digno de ver, yo de espectadora de lujo viendo como mi marido le comía el rabo a mi viejo vecino, y él mientras  lo pajeaba con dulzura con sus dedos y mano, esto me hizo llegar sin darme cuenta a otro tremendo orgasmo que casi ahogo a ese devorador de conejos, pues le aprisione  la cara contra mi al llegar a mi punto de climas máximo.

Cuando se libero, miro a Paco y le dijo, dale caña a tu esposa que esta ardiendo ya, pasando a colocarme sobre el rabo de Paco que me introduje con facilidad dejándome caer sobre su pecho a la vez que lo besaba, degustando sus labios con sabor a rabo que acababa de comer.

MI trasero quedo peligrosamente en pompa, ofreciendo mi puerta trasera a este semental  ibérico, que rápidamente me tomo, no dejando lugar a que yo me arrepintiera de haber caído en aquella inocente postura, y con su sabia lengua nuevamente y sus gruesos dedos, comenzó a dilatarlo mientras yo con suave monta cabalgaba sobre la dura estaca de Paco.

Paco me estaba haciendo gozar como una loba, y no menos Valentín por detrás,  pasando a un estado casi de medio trance, por tanto gozo y placer que recibía.

Pero este estado se vio repentinamente turbado, cuando sin apenas aviso, recibí una estocada de las que dejan marcas con el final de la espada,  pues viendo la dilatación que tenia mi ano, Valentín me introdujo de golpe su enorme rabo.

Grite pero fue amortiguado rápidamente por la boca de Paco que veía venir lo que me esperaba, y sujetando fuerte mi cabeza me beso, mientras el viejo me estaba cabalgando con energía ahora, sentía como chocaban sus huevos contra mi y el rabo de mi esposos, que apenas se movía, aunque no hacia falta pues la fuerza de los impulsos de la monta del viejo, hacia que su polla entrara y saliera dentro de mi como un resorte.

El dolor de esos primeros envites, fue tremendo, pues el grosor de aquello me hacia abrirme en dos, pero pronto paso a goce y este a mas placer y mas placer , haciéndome tener el orgasmo de la tarde, pues fue como si me corriera doblemente por dos sitios, era como un orgasmos duplicado  que me hizo llorar de placer.

Valentín seguía montándome por detrás con su cuerpo apoyado al mio, frotaba su pecho peludo por mi espalda, sus manos apoyadas al sofá, le hacían aguantar su peso y le permitían seguir golpeando fuerte, cuando mi esposo aviso que no aguantaba mas y se corría.

Comenzó Paco a llenarme mi conejo de sus caliente jugos, mientras al oído, el viejo banquero me susurraba palabras calientes que yo apenas entendía, pues  mi estado era de tal trance que apenas podía atender otros sentidos.

Pero tras la tremenda corrida de mi esposo, este alentado por nuestros gemidos, acelero su ritmo y con dos golpes secos que casi me hacen doblar la cabeza, comenzó a vomitar leche caliente por aquel misil, dentro de mi puerto trasero, golpeaba y golpeaba a la vez que  seguía sacando nata, y tras un medio minuto glorioso, ceso, bajando el ritmo y apoyándose sombre mi espalda, con su agitada respiración.

Note el sudor de su pecho sobre mi espalda, y sus gemidos eran de haber tenido un placer inmenso, yo fui a reprocharle que no me había avisado por aquella penetración trasera, pero lo pensé mejor, y mas viendo lo que había disfrutado, lo deje ir, esperando que aquel coloso saliera de dentro de mi, para poder relajarme.

La saco y retirándose permitió que paco se liberará también de mi, cayendo yo hacia un lado del sofá, supurando caldo blanco y caliente por mis dos agujeros, que rebosaban por la cantidad acumulada.

No hablamos nada en unos minutos mientras nos recuperamos,  pasando a lavarnos y vestirnos tras aquel polvo apoteósico.

Les prepare algo de merienda, no sin pasar algún apuro andando, pues aun me sentía sin fuerzas y dolorida pero con gusto por aquella tarde de locos.

Hablamos distendidamente un rato, quedando para otro día para retomar la fiesta, aunque les pedí, paciencia pues últimamente me tenían rendida los dos, pues cuando no era el viejo por la mañana, era mi esposo por la tarde y otras veces los dos como aquella, por lo que les rogué en una semana me dejaran recuperar algo el aliento, pues tenia que ir a revisión del ginecólogo e iba a ir con todo irritado y dilatado, y pensaría que me dedicaba a la noche…

Por favor comenten si les gusto nuestra experiencia, para seguir contándoles mas, pues me vuelven loca sus comentarios y son de un gran placer recibirlos, me calientan y me encienden mucho, leyéndolos luego mi esposo y yo, pues muchas veces nos sirven de preámbulo de fiesta.