El Viejito y Yo (2)

Continuación del relato El Viejito y Yo (1)

-pásele la lenguita… siiiii…. Uuuyyyy qué hermosa….- me decía. Estaba loco de placer. Yo le apretaba el tronco y el cuerito se lo subía y se lo bajaba, mientras le pasaba mi lengua por la cabeza. Era realmente grande así que empecé a succionarlo por partes. Aunque hubiese querido hacerlo entero, como lo hacen las mujeres en las películas, no habría podido, pues no me  habría cabido en la boca. Delicadamente me pasaba sus manos por mi cabeza.

-Mi niña, trate de abrir su boquita-

-no puedo, es demasiado grande. No me cabe-

-trate-

Hice mi mejor esfuerzo en abrir la boca lo más grande que pude y me lo puse adentro. Trataba de mover y chupar, pero no podía. Ocupaba toda mi cavidad bucal.

-mueva su lenguita. Chupe, como si fuera un helado, un dulce…, mi bebé- me decía con una voz profunda, llena de deseo.

No podía hacer lo que me pedía. Lamentablemente mi boca era muy pequeña.

-no puedo- me quejé y lo miré hacia arriba. Se habían asomado algunas lágrimas, pero eran porque también me había atorado un poco. Estaba sentada en el borde de la cama, desnuda igual que él. Se agacho y me beso. Su boca ya no me parecía desagradable. Me sentía tan bien con él que no quería defraudarlo.

-lagueteelo entero. Chupe, chupe, chupe, bebita- me decía. Hacia lo que podía. A ratos podía metérmelo a la boca, pero ya me dolía hasta dolía la comisura. No alcanzaba a estar más de 2 segundos y lo tenía que sacar. Creo que lo pasaba a llevar con mis dientes, pero él no me reclamaba. Pienso que aceptaba que eso sucediese debido al tamaño. Y por otro lado, me atoraba porque no me permitía tragar mi saliva. Sin duda que era más fácil que le pasara la lengua y se la chupeteara por partes.

Me agarró la mano y me la apretó en su tronco moviéndola más rápido y firme.

-eeeso… así…. Hágame una pajita. Me gusta rapidito y apretado. ¿Ve que puede darme placer, bebé?- me dijo y me besó. Yo seguía en mi labor y estaba contenta porque por fin podía satisfacerlo con algo que a él le gustaba.

Me metió tres dedos a la boca para que se los chupara mientras le hacía su paja. Pensé que eso lo excitaría más, pero era para que yo me estimulara. Sentada abría más mis piernas y él se inclinó y me empezó a tocar de nuevo el chorito, que ya estaba mojado, otra vez.

-venga, póngase en la cama de nuevo, pero a cuatro patitas- me dijo

-¿como los perritos?- pregunté

-sí, como una perrita

Me puse de rodillas en la cama y me apoyé con las dos manos.

-no bebé… se tiene que agachar. La carita pegada a la almohada y usted se toma de ella con los brazos estirados y el culito paradito hacia mí, con las piernas un poquito abiertas- me explicó, lo hice y no me gustó. Me sentí como expuesta. Denigrada.

-¡No!-

-¿pero por qué no, bebé? así como está se ve tan linda-

-es que me siento incómoda. Me gusta más de espaldas y abrirle las piernas-

-Bebé no pasa nada. Tranquila-

-¿Qué me va hacer?-

-le voy a chupar el chorito como hace un rato, y también la pasaré la lengua por el culito-

-Es que no quiero- insistí, aún estando en la posición que me dejó.

Me dio dos fuertes palmadas en las nalgas.

-¡Ayyy!-

-¡Ya basta, Laurita!. ¿Por qué es egoísta conmigo y no me deja disfrutar de usted?

Me enderecé y lo miré con mi cara con lágrimas.

-Perdóneme. Es que así me siento como puta no como su niña-

-Usted no es puta mi amor, es una niñita que está aprendiendo muchas cosas lindas- me habló cariñoso otra vez y se acercó, recostándose al lado mío. Me tocó un pecho.

-mis tetitas son grandes para mi edad- le dije después de un momento. Me gustaba que me acariciara.

Se acercó y me la empezó a chupar. Mamaba como loco. Me pasaba la lengua y me succionaba el pezón. Éste ya se había levantado, mucho más que antes. Con el pulgar y con el índice me lo apretaba y pareciera que más se levantaba.

-así me gusta que tenga las tetitas, bebé. Grandes, con su pezoncito crecido, listo para chuparlo- me dijo y siguió mamando. Yo empecé a gemir y el siguió tocándome el chorito, mucho rato. No sé cuánto tiempo estuvo haciéndome eso. Solo mamaba de mi tetita y me tocaba el chorito. Pareciera que se daba cuenta cuando yo estaba apunto de acabar porque bajaba el ritmo y me acariciaba las piernas.

-no haga eso viejito, por favor- le dije entre gemidos

-¿qué cosa bebé?-

-eso, que me hace. Es que cuando estoy a punto de tener mi orgasmo usted ya no me estimula más. Déjeme tenerlo, por favor- le pedí entre gemidos

-no, será cuando yo se lo quiera dar- me dijo con su voz ronca, chupando aún más fuerte mi pezón. Yo ya estaba a punto de explotar de placer, pero él no me dejaba.

-por favor- le pedí

-no, bebé-

-por favor, por favor…- le dije y empecé a llorar solo de placer. Jamás pensé que  me podría dar tanta (in)satisfacción

-póngase en cuatro para mí y la dejaré acabar-

Viejo miserable. Lo estaba empezando a conocer y me había estado manipulando todo este rato. Mi deseo de acabar era mayor, así que no lo dudé y me puse como me lo pidió. Hundí mi cara en la almohada y me aferré a ella con mis manos y brazos estirados, parando nuevamente mi culo hacia él. Me seguí sintiendo como una puta, pero ahora tuve que ignorar ese sentimiento.

-uuuuyy mi guagüita. De verdad que se ve hermosa así- me dijo y sentí sus manos acariciándome las nalgas, la cintura y hasta mis pechos. No dejaba de hacer eso hasta que me empezó nuevamente a chupar el chorito. Lo lamió de abajo hacia arriba hasta llegar a mi culito. A veces se quedaba pegado solo chupando el hoyito y a ratos bajaba y succionaba mi clítoris. Me daba grandes chupetazos y luego volvía con los languetazos. Me escupió el culo unas tres veces y con un dedo empezó a masajearlo muy despacio.

-ay, no- reaccioné

-tranquila, mi amor. Lo haré muy suave. Solo pasaré mi dedito por aquí… siiii… se lo meteré muy despaaacio…- me decía

Si yo era virgen del chorito, mucho más lo era del culo. Yo creo que a estas alturas él ya lo sabía de sobra. Pareciera que toda su vida había acumulado experiencia sexual. No podía negar que era todo muy morboso y que él era un pervertido de mierda. Sólo, en ese instante, entendí que a él le gustaba estar conmigo porque le agradaba darme placer, pero que él se deleitaba aún más haciéndome todas esas cosas, que yo a ratos encontraba que eran cochinadas. Sin embargo, se podría decir que era muy afortunada de estar con él y de aprender de un hombre con experiencia.

Masajeaba el hoyito del culo suave y despacio mientras seguía con sus languetazos por mi chorito. Mis gemidos aumentaron más fuertes esta vez y eso le causó risa de placer.

-bebé, hunda la cara para gemir- me dijo- grite todo lo que quiera, pero con la carita en la almohada-

Así lo hice. Mis gemidos eran cada vez más fuertes. Me aferraba a la almohada con las dos manos. Aprovechó uno de mis gritos y me metió un dedo mientras succionaba el hoyito de mi chorito.

-¡ayyy! Me dolió- le dije

-no se preocupe mi amor, aguante un poquito. Ya se le pasará- me dijo con su voz profunda. Y así fue. Él metía y sacaba su dedo por mi culito muy suavemente. Lo sentía hueco y apretado en la entrada, pero ya sin dolor. Empezó a moverlo más rápido a la misma velocidad que chupaba mi chorito. Gemí, grité y me estremecí de placer, cuando tuve la explosión del orgasmo.

-¡aaaaahhh!- grité. Él sacó su dedo y se enderezó.

No podía creer que tal satisfacción se llegara a sentir en la vida. Sin duda mi viejito sabía lo que hacía y se sentía pleno al verme disfrutar y que estuviera satisfecha. Me di vuelta para verlo. Su cara era de enorme satisfacción. Se recostó de nuevo a mi lado y me empezó hacer cariño. Yo lo abracé, como señal de que era feliz con él. Sacó del velador unos chocolates y los empezamos a comer.

-están buenos- le dije comiendo

-usted esta buena-

-ay no- le dije con un poco de vergüenza.

-¿sabía que cuando usted acaba le sale un chorrito de jugos por el choro?-

-¿qué?-

-eso, pues bebé-

-pensé que solamente los hombres eyaculaban-

-algunas mujeres también pueden- me dijo acariciándome de nuevo el chorito, pero esta vez lo hacia con la palma completa de su mano, no con los dedos.

-no sabía que yo podía-

-eso es cuando el orgasmo es muy potente-

Le agarré su verga y le empecé hacer lo mismo que él me hacía a mí. A la misma velocidad que me había enseñado hace un rato. Se puso cómodo de espaldas y cruzó sus manos por detrás de la cabeza, comenzando a resoplar.

Era impresionante la forma de su verga. Ya no me parecía tan fea. Por el contrario disfrutaba viéndola gruesa y dura. Yo pensé que a los viejos como a él no se les paraba, pero aquí estaba mi viejito, con su polla bien dura y gruesa toda dispuesta y entregada al placer; sus huevos con pelos blancos y caídos, aunque algo firmes por la erección. Su cuerpo ya no estaba hediondo como cuando lo saludé en la calle o tal vez ya me había acostumbrado a su olor. Me acerqué y se la empecé a chupar como hace un rato, por partes y langueteándolo completo. Su respiración cambió nuevamente y ahora era más agitada, señal que disfrutaba más. Le amasé los huevos y se los lamí. A veces rápido. A veces lento. Estos sí que me cabían en la boca. En un movimiento se agarró ambas piernas y se las levantó sujetándoselas.

-¡chúpeme el culito!- me dijo. Vi su cara y estaba como loco. Su ojos entre abiertos, se le caía un poco de baba por la boca y resoplaba de nuevo, como caballo. Sin duda el que yo hiciera eso, era cumplir una fantasía de él. ¿cómo me iba a negar después de que él había sido extraordinario conmigo? Me daba hasta rabia conmigo misma por haber sido un poco egoísta en haberle negado hace un rato una posición de placer.

Sí, encontraba asqueroso lamerle el culo. Seguramente no se limpiaba bien, pero ya que por mi boca pequeña no le podía chupar bien la verga, al menos tenía que esforzarme en lamerle bien el hoyo.

Con mis dos manos le abrí las nalgas de pelos blancos y empecé. Sí la tenía hedionda y me dio asco, incluso tuve algunas arcadas. Se enderezó un poco y me empujo fuertemente la cabeza hacia su culo. Con su mano grande me hundió la cabeza.

-aaaagh que ricooooo!!- gritaba. Se movía como loco. Al mismo tiempo que le pasaba la lengua. No debí haber estado más de 3 minutos así, cuando lo veo corriéndose la paja frenéticamente, como cuando me agarró el chorito hace un rato.

-¡venga bebé, venga!- me volvió a gritar. Su cara estaba roja- ¡le quiero tirar la paja en su carita!

Mientras él se la corría le chupé un poco la cabeza. Ésta estaba un roja y más hinchada que antes.

-¡chupa, puta, chuupaaa!- Me agarró por la nuca, firme y me volvió a meter tres dedos en la boca hasta la garganta, haciéndome arcadas. Tosí y escupí. Era un momento muy desquiciado.

-¡abre la boca, bebé-

Abrí lo más que pude y me metí la cabeza completa a la boca, quedando nuevamente atorada sin poder chupar, ni mover la lengua, ni tragar. Inmediatamente me volví atorar. Me empujó la cabeza hacia abajo y yo reclamé. Ya me habían asomado lágrimas otra vez. Me hundía la cabeza en su verga hacia arriba y hacia abajo. Su gruesa cabeza me llegaba hasta el fondo de la garganta.

-¡ahora, mi amor! Trágueselo todo- me dijo

-¡¡¡Aaaaagh!!!- gritó.

Una gran cantidad de leche y moco sentí que salió de su verga entrando directamente en mi garganta. Hice un intento de sacármelo de la boca, pero él me la hundió más aún.

-siiii….. que ricooooo….. que putita…. Bebé, que putaaaaa-

no sé como no le dio un infarto. Respiraba agitadamente mientras yo seguía tragándome ese líquido caliente. Me soltó la cabeza y vi que se calmó un poco, cerrando los ojos. Impresionantemente sentí como iba disminuyendo de tamaño esa enorme verga dentro de mi boca. Ya no me costó tanto sacármela. Ahora estaba flácida con una imagen muy distinta a como lo sentí y vi desde que llegué acá.

No niego que dio mucho asco tragarme su leche, pues me había dicho que me lo tiraría a la cara. Seguramente fue más placentero para él que me lo tragara en ese minuto.

Me recosté a su lado, haciéndole cariño en su verguita ya muerta. Nos tapé con las sábanas y nos quedamos dormidos.

Desperté con su mano en mi chorito y mirándome.

-nos quedamos dormido. ¿qué hora es?- le pregunté

-las 6, guagüita-

-¡qué tarde! me tengo que ir- le dije, enderezándome en la cama. Con su otra mano me agarró un pecho y empezó a masajearlo.

  • pero si usted llegó aquí a las 2 y sus papás no llegarán hasta el domingo en la tarde- me contestó.

-sí , pero no me puedo quedar todo el tiempo acá-

-la quiero invitar a que se quede conmigo, mi bebé hermosa. Quédese, por favor- me dijo mi viejito. Me acerqué y le di un beso, que él también me contestó. Casi sin pensarlo le dije:

-sólo hasta mañana- le advertí

-la quiero bañar y después podíamos preparar algo para la merienda-

-esta bien, luego. Es que está rico, eso que me hace ahora-

Me pasaba toda la palma de la mano por encima del chorito, como ahora yo estaba con la espalda apoyada en el respaldo de la cama podía ver con claridad lo que me hacía. Era un sobajeo muy suave y muy morboso.

-tóquese las tetitas- me ordenó. A estas alturas casi todo me parecía natural y permitido con él. Empecé a gemir. Se me acercó y me langueteó una oreja y el cuello. Ya no babeaba como hace un rato ni jadeaba. Pareciera que su descarga lo había calmado.

-no me gustó que me llamara puta- le solté

-pero si eso es lo de menos, bebé. Son cosas que se me vienen a la mente de pura emoción que me da de estar con usted, aquí. Es hermoso para mí, ¿sabe?-

-además… me hundió la cara en su verga e hizo que me atorara ¿porqué?- le pregunté algo molesta, mientras veía como subía y bajaba la mano por mi pubis.

-mi amor, estaba disfrutando, gracias a todo lo que usted me hacía. Eso fue maravilloso. No le tiré mis mocos en la carita, porque me pareció más delicioso que se lo tragara. De todos modos su carita es tan bella que se vería más hermosa con mis moquitos- me explicó.

-es que no sé… hay cosas que me parecen como cochinas y denigrantes- le dije insegura.

-pero si el sexo es un poco así bebé, lo importante es que usted y yo disfrutemos. O ¿acaso usted no se siente satisfecha con las cositas que le hago? Mírese ahora, está disfrutando de mis caricias, o ¿no?- me dijo. Giró mi cabeza y me dio un beso.

-y hace un rato –siguió- yo le languetié el chorito y le estimulé su culito. ¿lo disfrutó?

-sí, pero es que… bueno…-

-Laurita, déjeme enseñarle cositas, ¿ya? ¿qué le cuesta?. Haga feliz a este viejito- me dijo como por favor.

-está bien- le contesté y ví que en su cara había una gran felicidad.

-la quiero ir a bañar ahora, pero antes…-se me acercó a la oreja- le quiero meter un dedito por ahí –me dijo señalando la entrada de mi chorito.

-¡no!-

-¿por qué no?-

-porque soy virgen pues viejito, si usted sabe eso,  y me va a doler- le dije mirando para otro lado-

-pero mi amor, si yo sé eso, pero quiero que pierda su virginidad conmigo, no con otro. Hágalo conmigo, por favor- me pidió – me sentiría el hombre más feliz del mundo-

  • todas mis compañeras dicen que les dolió la primera vez yo no quiero eso. Además su verga es grande y gruesa y ¡más me va a doler!-

  • voy a ser súper suave y cariñoso con usted, y sí, le va a doler un poquito, pero después se le pasará y disfrutará más que en cualquier otro momento-

-¿más que los orgasmos que he sentido hasta ahora?- le pregunté

-por supuesto bebé- me dio unos besitos en los pechos y siguió- además yo la preparo, no se la voy a meter así como así. Yo sé como es mi polla y que la cabeza  es más grande que el palo y le puede hacer daño, pero no se preocupe. Usted debe estar tranquila y relajadita, ¿ya?-

Dudé un poco, no lo niego. Las pocas veces que le había dicho que estaba incomoda o que me dolía, me había convencido de que siguiéramos. El que me metiera su verga era más complejo, pero si no lo hacía con un hombre experimentado, ¿con quien entonces?. No era mi novio. A estas alturas era mi amante y las amantes complacen y obedecen. En algún momento tenía que perder mi virginidad, aunque había soñado que sería con un novio o con alguien de mi edad, pero don Ernesto era lo que tenía ahora y creo que jamás nadie me dará tanto placer como lo ha hecho él. De verdad hasta ahora había sido muy paciente conmigo y muy considerado.

-Está bien viejito- le dije

Me quitó las almohadas y apoyó su espalda en el respaldo.

-venga bebé- me dijo abriendo sus piernas –póngase aquí y apóyese en mí. Flecté las rodillas como estaba hace un rato mirando lo que él hacía. Solo obedecí. Me abrazó y con las dos manos empezó a tocarme los pechos. Era una posición muy ventajosa, porque él me manoseaba las tetitas a su antojo y yo además podía mirar mi chorito y tocármelo. Sentí en mi espalda su verga. No estaba tan dura como hace un rato.

-toquese el chorito, mi guagüita, mientras yo le sobajeo las tetitas-

Así empecé a toquetearme yo. Eso me gustaba porque aparecían todas mis fantasías. Comencé a gemir.

-la tengo que preparar bebé. Lo primero, es que usted esté bien relajadita y dispuesta a que yo le haga cositas. La quiero bien mojadita. Le voy a meter un dedito primero para que se le rompa el himen y no esté tan cerradita, ¿ya?. Asentí.

-Déjeme ahora hacerle yo cariñitos en el chorito, tóquese las tetitas- me dijo. Mis gemidos aumentaron cuando sentí su mano en mi pubis y en mi chorito. Lo hacía con la palma completa, no con los dedos. Era distinto porque los mismo labios vaginales rosaban mi clítoris, pero era más suave. Más delicado. Puso la punta de su dedo medio en la entrada e hizo como si me rascara en esa zona, rosando mi clítoris. Yo ya jadeaba mucho pero mi cuerpo estaba tenso.

-tranquila bebé- me dijo, besando mi oreja y masajeando uno de mis pechos.

Él siguió haciendo eso con el dedo y de apoco fue empujando, muy suavemente. Miré como lo hacía y la situación se tornó más morbosa para mí.

-despacio por favor- le pedí entre gemidos.

-sí, mi amor-

Empujó un poco más y me dolió.

-Ayyy, me duele- le dije y me aferré con ambas manos a la sábana de la cama.

Se quedó quieto con el dedo. Con su otra mano me apretó los labios vaginales y empezó a estrujarlos un poco, rosando mi clítoris para que fuera sintiendo placer y no tanto dolor. Siguió empujando muy despacio hasta que de un solo empujón, suave, pero rápido me metió su dedo hasta el fondo. Sentí que algo se quebró en mí y grité.

-¡¡Aaaaaayyyyyy!! ¡¡¡Me dueeeeeeleeeee!!!-

-Tranquila mi hermosa- me abrazó fuerte con un brazo- Ya está. Ya pasó. ¡Sshhh!, tranquiliiita- me consoló al oído. No pude evitarlo y me puse a llorar, pero esta vez era de dolor porque de verdad que me había dolido demasiado. Me consolaba y era cariñoso conmigo, pero seguía con el dedo en mi chorito, hundido.

Vi que una gran mancha de sangre había quedado en la sábana.

-ese es su himen mi amor, que se lo rompí- me dijo. Aparté la vista de la mancha roja y lo miré hacia atrás.

-¡me duele! … ¡me duele mucho!- sollocé

-si sé mi amor, pero es que estaba cerradita, por eso le dolió tanto… yaaa, ya va a pasar- me consolaba. Con la mano libre me hacia cariño en la cara y en mis pechos.

-no llore más, mi princesa, mi bebé- me decía en ese tono protector que tanto me gustaba.

-todavía tiene su dedo adentro- le dije algo más calmada.

-sí, lo hago para que se le acostumbre el chorito, pero ahora lo voy a empezar a mover, muy suavecito. Si siente dolor, grite todo lo que quiera. No voy a detenerme. Necesito que este dilatado- me advirtió.

  • esta bien- le dije ya un poco agotada por la situación, además ya no estaba tan caliente.

Empezó a sacarlo muy suave y lo metía así, también.

-tóquese las tetas- me dijo con su voz ronca al oído-tóqueselas perrita-

Lo hice, pero el dolor hacia que no disfrutara de eso. El mete y saca del dedo me dolía como nunca y volví a llorar, aunque esta vez en silencio. No fue agradable hasta que al parecer se percató de eso y me dijo:

-yo sé que le duele mamita, pero ya va a pasar. Usted tóquese las tetitas y yo con la otra mano le hago un cariñito abajito para que vaya sintiendo rico.

-sea suave, por favor-

  • no vamos a parar hasta que disfrute y tenga orgasmo-

Y así estuvimos demasiado rato. Él metía y sacaba el dedo y empujaba hasta el fondo de mi chorito, lo meneaba o lo batía; lo volvía a sacar y lo volvía a meter. Era siempre lento y suave. Quise dejar de llorar para que él no se sintiera incómodo, pero me daba igual; aún me dolía y con su mano tocándome el clítoris, me enfoqué en eso y de apoco empecé a disfrutar. No me di cuenta, pero después de mucho rato mis gemidos de dolor se transformaron en placer. Su dedo se empezó a mover más rápido y me metió su mano a la boca para que se la chupara. Siempre me decía que no dejara de tocarme los pechos. La excitación en mí se hizo mayor y en él también, pues su verga ya se había puesto dura otra vez en mi espalda. Me metió un segundo dedo, que también me dolió un poquito, pero menos, pues la palma de su mano rosaba todo mi pubis y mi clítoris y se movía a la misma velocidad que lo hacían sus dedos dentro de mí: rápido y rítmico Mis gemidos aumentaron al igual que mis jadeos y una vez más mi viejito maravilloso, me hizo explotar en un enorme orgasmo.

-¡¡¡aaaaahhhh!!!- grité y moví la cabeza desesperada para todos lados dejando escapar sollozos de placer.

Me tomó el pelo y me tiró la cabeza hacia atrás langueteandome la cara y el cuello. Él también se sentía feliz. Se reía de satisfacción. Aún tenía sus dedos en mi chorito. Yo estaba agotada y me quedé quieta con los ojos cerrados.

-ahora sí que la tengo que ir a bañar mi princesa- me dijo al oído riéndose, después de un momento. Lentamente sacó los dedos del chorito, se los limpió en la sábana y yo, como pude me paré. Estaba adolorida y un poco quebrada por todo lo que hasta ese momento había vivido. Sí, limpiarme me haría bien. Así por lo menos lo sentí.

Él también se paró. Me tomó en brazos y me llevó hasta el baño.