El video porno de mi novia

Un video de mi novia, follando con unos desconocidos, me proporciona la mejor paja de mi vida.

Salí de la cama a las once de la mañana. Era día festivo en el pueblo donde está la empresa en la que trabajo, y me había dado el gustazo de no madrugar. Mi novia estaría fuera hasta las ocho de la tarde, porque trabaja en Barcelona y allí no era fiesta, así que excepto el tiempo que tardase en desayunar, ir al baño y comer, tenía casi todo el día para poder desvelar, por fin, una curiosidad que me había estado intrigando desde que Sonia se mudó a mi piso, hacía ya más de año y medio.

Mientras desayunaba recordé el día que ella se instaló conmigo; aquel montón de cajas, bolsas y maletas que trajo, y como me iba enseñando todo a medida que lo colocaba en su sitio. Incluso de sus muchísimos pares de zapatos tenía alguna historia que contar, aunque la verdad es que de la mitad de lo que me explicaba no me enteraba, absorto como estaba en mirarla mientras deshacía su equipaje, con aquella camiseta de tirantes que se alzaba hasta la mitad de sus tremendas tetas cada vez que ella dejaba algo en lo alto del armario, y aquellos shorts blancos de lycra que le dibujaban perfectamente la redondez de su culito e incluso, cuando se agachaba, su vulva abultada, carnosa, y que yo sabía totalmente depilada.

Tras el desayuno, me fui al baño con una erección casi dolorosa, a base de recordar que aquella tarde también habíamos estrenado todos los rincones del piso donde fuese posible follar como descosidos, y tentado estuve de hacerme una buena paja… pero había otra cosa que me interesaba y urgía aún más. En su traslado, Sonia me había contado detalles de todas las cosas que traía, excepto de una pequeña caja que no abrió, y que acabó por guardar la última y cuando yo no estaba delante.

En su momento eso ya me intrigó pero no dije nada al respecto y, en poco tiempo, llegué incluso a olvidarlo; pero un día en que buscaba no recuerdo muy bien qué, acabé por encontrarla accidentalmente. No la moví de sitio pero miré su interior, viendo que sólo contenía tres cintas de cámara de video. Luego dejé todo como estaba, y esperé pacientemente a tener la oportunidad de ver aquellas cintas con total tranquilidad.

Y ese día, por fin, había llegado.

Salí del lavabo, casi corriendo, para conectar a la tele la cámara de video que me había prestado el día anterior un compañero del trabajo, al que hube de recompensar invitándole a comer pese a que su charla me resultase aburridísima, y ligero como el viento fui a por aquella fascinante y misteriosa cajita cuyo contenido, finalmente, se me iba a desvelar.

Ya arrellanado en el sofá, y con tantos nervios como excitación, introduje la primera de las cintas –estaban numeradas- en la cámara, y me dispuse a ver qué secretos escondía mi novia, que eran tan delicados como para no hablar de ellos, y tan importantes como para no haberse deshecho de las cintas.

Comenzó la reproducción, y la imagen mostraba una fiesta en casa de alguien, en la que la gente iba tan borracha como para no entenderse ni una palabra de las conversaciones, además de ser eso casi imposible por el elevadísimo volumen de la música. Progresivo o algo así le llaman.

Le di unos segundos a la reproducción rápida, pero la cosa no mejoró en absoluto: planos y secuencias de gente que yo no conocía, en un piso desconocido, y sin ningún interés. Empezaba a pensar que era el momento de cambiar de cinta, cuando la cámara comenzó a desplazarse por un pasillo, hasta llegar a una habitación en la que ví a mi novia en un sofá, acompañada por tres tíos que yo no conocía, dos de ellos sin camiseta y mostrando una musculatura envidiable, y el tercero un mulato enorme que la abrazaba por la cintura y que la tenía sentada sobre él mientras compartían un porro. -Aquí si que comienza a interesarme- pensé yo, aunque también empecé a notar algo muy parecido a los celos.

El mulato debía contarle algo muy gracioso, porque mi novia no paraba de reír, mientras los otros dos tíos hablaban entre ellos de vete a saber qué. El de la cámara debía ir tan borracho como los demás, porque no se estaba un segundo quieto, y los minutos iban pasando sin que sucediese nada que mereciera la pena. Nuevo avance a cámara rápida, hasta que la cosa mejora: el mulato se harta de hablar, y se empieza a morrear con mi chica, quien con una cara de vicio impresionante se deja sobar las tetazas por debajo del top de tirantes, y uno de los tíos sin camiseta los mira y le acaricia el pelo, del color rubio platino que llevaba cuando la conocí. En el fondo me duele ver a mi novia montándoselo con otro, pero la curiosidad y la excitación me pueden.

El mulato saca las enormes tetas de Sonia de su prisión textil, dejándole el top por bufanda, y se las va lamiendo pausadamente. Ella echa la cabeza hacia atrás mientras le mordisquea los pezones, y uno de los tíos sin camiseta la sujeta por la barbilla y la besa metiéndole toda la lengua en la boca. Mi novia parece totalmente ida y se deja hacer, respirando agitadamente y frotando con su manita la tremenda erección que deforma el pantalón del mulato. Mi corazón se desboca, viendo aquello y temiendo lo que vendrá a continuación, cuando el cámara se da media vuelta y se dirige hacia la puerta. En el fondo que casi lo agradezco, pero uno de los tíos descamisados, que luce el brazo derecho tatuado por completo, le grita con voz gangosa al cámara que no se vaya, que la fiesta va a empezar. Los nervios ya me poseen por completo cuando veo que la imagen enfoca la mano del cámara cerrando la puerta de la habitación, y al girarse me muestra un plano general con mi novia arrodillada frente al mulato, se supone por los movimientos de su cabeza que chupándole la polla, mientras el tatuado y el otro -un rubio con la cabeza rapada- se están quitando los pantalones, los boxers, y dejando al aire dos pollas de tamaño considerable y tremendamente endurecidas. Al cerrarse la puerta el escándalo de la música infernal se atenúa mucho, y comienzan a oirse con claridad los jadeos del mulato.

La cámara se acerca y se ladea, permitiendo ver como mi novia engulle todo lo que puede del tremendo pollón del mulato, que si bien es muy largo aún es todavía más grueso, y en ese momento doy al pause y me levanto para ir al baño, a refrescarme la cara, fumar un cigarrillo, y considerar si de verdad quiero seguir viendo aquellas cintas. Por una parte, ver a mi novia comiéndose aquel pollón casi me ha herido, pero por otra tengo el rabo más duro que nunca, y deseo continuar viendo la única peli porno que he visto en la que me he tirado a la actriz principal.

Al final el morbo puede a los sentimientos, y me vuelvo a sentar en el sofá, aunque esta vez coloco una camiseta de las que estaban para lavar a mi lado, en previsión de la paja que finalmente sé que me voy a hacer.

Reanudo la peli, y veo a mi novia tragando cada vez más trozo de polla casi negra, mientras el mulato le estruja los tetones y el tatuado no pierde un minuto, y ya le ha dejado la minifalda por cinturón y le lame a conciencia el coño desde atrás, habiéndole bajado el tanga hasta medio muslo. El rubio rapado le manosea el culo con una mano, metiendo y sacando con lentitud un par de dedos en su ano, y se pajea con la otra, y yo también he empezado a menármela. Además de suspiros y jadeos, se les oye comentar lo buena que está mi novia, que es la reina chupando pollas, y lo mucho que la van a follar.

La imagen se mueve de tal manera que sospecho que el cámara también se la está cascando, cuando un primer plano de su polla me confirma lo que pensaba. El mulato lo mira, se echa a reir, y le dice a mi novia que se encargue de él. Ella se separa del moreno riendo, se arrodilla frente al cámara mirándole la polla y relamiéndose, y tras darle unos cuantos lametones en el capullo, engulle por completo todo el rabo y comienza a mamarlo como si le fuese la vida en ello, dando golpes de nuca y provocando que el cámara jadee como un animal, mientras se oye a los otros vitorear a mi novia, entre frases que destacan lo puta que llega a ser, lo mucho que le gustan las pollas, y que le avisan que se prepare, porque luego se la van a follar bien fuerte por todos los agujeros. El cámara acaba por sujetar a mi chica por la cabeza con una mano, para follarle la boca con todas sus ganas, mientras con la otra registra más o menos cuatro minutos de fenomenal mamada, que concluye entre rebufidos del anónimo muchacho vaciando sus cojones en la boca de mi novia, y cuya corrida no llega ni a insinuarse al tragarse ella todo el lecharazo, riéndose y mirando al objetivo.

El cámara se sienta en el suelo, según se nota muy tembloroso, entre aplausos de los tres muchachos, y mi novia se relame los cuajarones que le han quedado en los labios mirando a la cámara y sonriendo, cuando el mulato la levanta, la tumba en el sofá, y tras escupirse en el tremendo pollón y frotarlo un par de veces por la raja de mi chica, se lo mete por completo en el coño de un solo golpe de riñones, comenzando a follársela con todas sus ganas.

Sonia grita y berrea a cada embestida del enorme rabo aunque eso dura poco, porque el rubio la sujeta del pelo, irguiéndole la cara, y le hace comerle la polla. Aunque sería más exacto decir que le folla la boca, dándole pequeñas bofetadas en la mejilla, justo donde se le deforma con el pollón que se restriega por su interior.

El tatuado se pajea mirando la escena, igual que estaba haciendo yo, aunque no tarda demasiado en decirle al mulato que la siente encima suyo, que quiere romperle el culo a aquella puta, y que ya es hora de rellenarla bien de polla, porque se nota que la muy guarra con un solo rabo no tiene bastante. No sé si mi mano iba más deprisa que mis latidos, cuando ví como mi novia se reía al cambiar de postura, sentándose sobre el mulato hasta tener todo su pollón clavado en el coño hasta los cojones, y jadeando como una perra al notar como, centímetro a centímetro, la polla cuajada de venas del tatuado se iba metiendo por completo en el interior de su culo.

Los alaridos que suelta mi novia, con el culo y el coño totalmente abarrotados por dos pollas que la bombean con todas sus fuerzas, se oyen mezclados con los chasquidos de las pelotas rebotándole en el culo y los bramidos de los dos tíos que se la están follando como si quisieran partirla en dos, hasta que el rubio la agarra con fuerza del pelo y la calla, haciéndole tragar todo su rabo hasta los cojones. Los gemidos y los jadeos aumentan al ritmo en que acelera la follada, palmeándole el tatuado las nalgas mientras se la folla por el culo a toda velocidad, el mulato estrujándole las tetazas y chupándole los pezones, y el rubio sujetándole la cabecita con las dos manos y follándole la boca como si la quisiese ahogar. Las frases como "traga, guarra", "toma, tres pollas para ti sola", "te gusta que te follen bien fuerte, ¿verdad, zorra?" o "me voy a correr en toda tu cara de puta", se oyen muchas veces, casi a chillidos y por encima de todos los demás sonidos.

Ver a Sonia corriéndose entre sonidos guturales, con todos sus agujeros rellenos, fue demasiado para mí, y comencé a soltar unos lecharazos como no sabia que fuese capaz de hacer, rociando no solo la camiseta sucia que había preparado, sino también el suelo y la mesa de café. Fue, y sin dudas, la mejor paja de toda mi vida.

Quedé extenuado, sudoroso, y con un tremendo mareo, mientras en la pantalla continuaba viéndose como aquellos tres desconocidos se follaban a mi novia por todos sus orificios a la vez, entre insultos, manotazos y sin ninguna delicadeza, turnándose en pasar todos por los tres agujeros, hasta que la hicieron arrodillarse y uno a uno, y todos en su cara, le descargaron el semen que les abarrotaba las pelotas, hasta dejarle la carita irreconocible de tantos lecharazos que le pringaban de la frente a la barbilla, desde donde le chorreaban a sus enormes tetas, que brillaban decoradas por regueros que se perdían hasta más allá de donde mostraba la cámara.

Me quedé un buen rato en el sofá, intentando asimilar lo que había visto, lo que había hecho viéndolo, y sobre todo temiendo lo que pudiese haber en las otras cintas, mientras la peli aún seguía, mostrando como el cámara, repuesto de su corrida y con una excitación renovada, le daba a chupar su polla a mi novia quien con una expresión de guarra asombrosa y la cara empapada de semen, se la mamó como si estuviese tomando un biberón, hasta recibir en sus mejillas y sus labios otra ración de esperma que le acabó colgando de la barbilla en un espeso grumo, que ella exhibió a la cámara mirando sonriente y moviendo la cabeza para que el cuajo se balancease. La filmación concluía con un primer plano de la carita de mi novia bañada en esperma y sonriendo, sobre la que los cuatro tios iban poniendo sus pollas hasta casi taparla por completo, mientras se les oía felicitarse entre ellos y dedicarle a Sonia frases como "eres la tia más puta que me he follado nunca", "follarse a esta zorra es un gustazo, habrá que repetirlo", "si, pero para otra vez tendremos que ser más", "eres la reina de las chupapollas" y otras lindezas por el estilo. Mi novia, con la cara cubierta de esperma y pollas, muy sonriente, y frotándose por las tetas el semen que se las empapaba, se despidió y la pantalla se fundió en negro.

Algo menos de tres horas de cinta -y casi que también de paja- en la que se veía a mi novia recibiendo pollas por todos los lados, y el hecho de haberme corrido de forma espectacular y sin haber aún comido, hicieron que al levantarme me marease y me temblasen las piernas. Pero debía recoger todo, ya que la tarde se me había echado encima y además tenía que ordenar un poco el piso para que Sonia creyese que había dedicado el día a hacer cosas de provecho. Mientras me dedicaba a esos menesteres, no dejé ni un momento de recordar a mi novia siendo follada de aquella manera y dejándose grabar, y mi excitación volvió a aparecer en forma de una terrible erección que, esta vez sí, era dolorosa.

Cuando un poco antes de las ocho Sonia llegó a casa, la recibí con la mesa puesta y la cena preparada. Ella se emocionó y me cubrió de besos, aunque aún le aguardaba la sorpresa del baño de sales a la luz de las velas y con su música favorita.

Finalmente la llevé al dormitorio, a lo que ella se ofreció de buen grado, y después de unos pocos preliminares la follé con toda la excitación acumulada que aquella tarde me había dejado, hasta que las ganas que le tenía y los recuerdos de aquella cinta se desbocaron, y cuando noté que me iba a correr salí de su coñito y me pajeé frotándole el capullo por los labios, hasta que densos grumos de leche se le esparcieron por la boca y las mejillas. Nunca me había corrido en su carita, pero después de ver como aquellos cuatro desconocidos lo hacían tenía que probarlo. Ella primero me miró como asombrada, aunque sin decir nada comenzó a mamarme la polla, succionando hasta la última gota, y después la usó para recoger los lecharazos que le regaban la cara y llevarlos hasta su boca. Cuando acabó, se lo había tragado todo y no quedaba una gota a la vista.

Luego nos abrazamos, ella con su cabecita sobre mi pecho, y le fui acariciando la espalda y los hombros hasta que se durmió. Yo estaba pensativo, preguntándome quienes serían aquellos tios, qué habría en las otras cintas y porqué las guardaba, y sobre todo si debía decirle lo que había visto y, aún más dificil de explicar, lo mucho que me había excitado verlo. En voz muy baja, y poco después de apagar la luz, le dije:

-Cariño, eres mi actriz porno favorita. En mi vida me había dado tanto gusto una paja como la que me he hecho viéndote follar.

Ella ni se inmutó, dormida como estaba, y yo comencé a pensar que excusa iba a poner al dia siguiente para faltar al trabajo. Quedaban dos cintas por ver y no tenía ganas de esperar.