El video
Adrián ha comenzado a salir con Ariel, una de las chicas más guapas del curso. Pero en lugar de sentirse afortunado, se siente apático tras conocer su fetiche.
Viernes por la tarde, las clases en la universidad estaban por terminar y eso debería ser una buena señal para todos los alumnos, pero no para Adrián. El muchacho de veinte años miraba desganado por la ventana porque ya se había comprometido a una completa estupidez.
Miró hacia el frente de la clase, donde una muchacha pelirroja tomaba notas. Esa muchacha era Ariel, quien con su exótico cabello rojo, cara llena de pecas, grandes tetas, nalgas bien formadas y agradable personalidad, sin problema se había colocado como una de las muchachas más cotizadas del curso… y Adrián estaba saliendo con ella.
Aunque “salir” era una forma de decirlo. No eran novios, no tenían salidas románticas ni nada por el estilo. Para Ariel, él y ella eran amigos con un interés común, o eso creía ella.
Pasó hacía un par de semanas. Adrián estaba comiendo en el salón viendo memes en su teléfono, cuando le llegó un mensaje de un grupo de WhatsApp en el que estaba con unos amigos y estos por lo general se dedicaban a compartir imágenes pornográficas. El mensaje contenía la imagen de una chica de piel blanca y cabello rubio oscuro, acostada en un diván de piel negro, desnuda, con las piernas abiertas y masturbándose… aunque estaba con los ojos cerrados.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Adrián mientras disfrutaba de la vista de aquel cuerpo desnudo, pero su alegría no duró mucho.
—¡¿Esa es Emily de Hypno Trick?! —preguntó una voz femenina detrás de él.
El corazón casi se le detuvo al sentirse descubierto viendo pornografía por una chica, pero el impacto fue el doble al ver que esa chica había sido Ariel.
La muchacha notó que había sorprendido a Adrián y se apuró a explicarse:
—Pe-perdón, es que no había conocido a otra persona en la vida real que tuviera fetiche por la hipnosis así como yo.
Adrián miró a la muchacha y vio que tenía ruborizada la cara. ¿Estaba excitada? De ahí, Adrián pensó que podría agarrarse para ligarse a una de las chicas más deseadas de la escuela, por lo que le siguió la corriente a la muchacha… pero pensó mal. Sí, comenzó a pasar más tiempo con Ariel… pero no era ni siquiera algo que le pudiera acercar a una relación con ella. Ariel sólo quería hablar de películas, videos, animaciones o dibujos que tuvieran que ver con la hipnosis y aunque la hipnosis que le gustaba por la idea de ser cogida mientras estaba en trance, su fetiche era tan fuerte que parecía que la única forma en que ella se dejaría ser cogida por Adrián era si este lograba hipnotizarla durante una de sus sesiones de “rol”, cosa que nunca funcionaba porque según lo que había investigado Adrian para tratar de comprender más las locuras de Ariel, la hipnosis no funcionaba así.
Y justo esa mañana había salido otra de las locuras de Ariel. La muchacha se le acercó durante el receso a hablar de algo que había conseguido. Según ella, una amiga de internet le había personalizado un video hipnótico para ponerlos en trance a ambos y dado que sus padres no estarían en casa el fin de semana, Ariel pensó que podrían aprovechar para verlo ahí y si bien estar a solas en casa con una muchacha tan sexy como Ariel era el sueño de cualquier hombre… Adrián ya sabía que no habría sexo. No obstante, aceptó sólo por seguir quedando bien con ella y tal vez ir cimentando la oportunidad de que a futuro se diera algo.
Finalmente sonó la campana que marcaba el fin de las clases por ese día y el profesor dio por concluida la clase. Ariel guardó a toda velocidad sus cosas en la mochila y salió disparada hacia el lugar de Adrián.
—Entonces, ¿nos vamos ya? —le preguntó emocionada.
—Eh… sí —fue todo lo que pudo contestar Adrián tomando también sus cosas y saliendo del salón junto con Ariel al tiempo que escuchaba las burlas de sus compañeros por irse con tamaña beldad.
La casa de Ariel no estaba muy lejos de la escuela, así que no les tomó mucho llegar ahí caminando. Entraron a la casa y de inmediato llegaron a la sala del lugar.
Adrián se sentó en el sofá mientras Ariel prendía la tele y buscaba algo en su mochila: una caja de DVD de dónde sacó un disco que procedió a poner en el reproductor.
—Y esta amiga tuya, ¿de dónde la conoces? —preguntó Adrián mientras la muchacha terminaba de preparar todo.
—De un foro —respondió Ariel terminando de alistar todo y acercándose al sillón para sentarse junto a Adrián—. Me dijeron que ella hacía buenos videos hipnóticos y le pedí que hiciera uno para ti y para mí.
—Oh… fue todo lo que dijo Adrián.
—¡Espero que este funcione! —chilló Ariel emocionada.
—Esperemos —dijo Adrián no muy esperanzado.
Ariel le dio play al reproductor y pronto el espectáculo comenzó. Al principio la pantalla estuvo negra por un rato, pero por los altavoces comenzaron a escuchar una especie de ruido blanco que se metía muy profundo en sus oídos. Después en la pantalla al fin algo pasó: comenzó a aparecer una espiral de color blanco y violeta que cambiaba a diversas formas y tamaños mientras que a Adrián le pareció que varias letras flasheaban muy rápido en la pantalla, tan rápido que le era muy difícil leerlas.
—Bienvenidos amigos —dijo una voz femenina en los altavoces sobre por ese ruido blanco—. Soy Lady Shia y voy a llevarlos por un viaje por el mundo de la hipnosis. Para que todo salga a la perfección, voy a requerirles un par de cosas: miren fijamente a la pantalla, sólo escuchen mi voz y más importante, vacíen sus mentes.
Los ojos de Adrián rodaron. Se venía un largo rato de pendejadas, ojalá le hubiera preguntando a Ariel cuánto iba a durar eso. Pero de todas formas decidió hacerle caso a la tal Lady Shia, con algo de suerte caería dormido (más no en trance) y eso haría más llevadero su suplicio.
Tal y como Shia pidió, Adrián entonces dejó su mente en blanco y enfocó toda su concentración en la espiral y en la voz de la hipnotista. La sesión comenzó con cosas que Adrián ya había visto en otros videos de hipnotismo en youtube: ejercicios de respiración, con las manos, imaginarse bajando escaleras… todo según el manual.
Luego de un rato, Ariel y Adrián continuaban mirando la pantalla sin mover ni un musculo, sólo sus pechos subiendo y bajando a cada respiración los separaban de unos maniquíes.
—Muy bien mis niños —decía la voz de Lady Shia—. Pronto voy a contar del tres al uno y cuando alcance el uno, ustedes caerán en un profundo sueño, ¿entendido?
—Sí… —dijeron al unísono y de forma monótona Ariel y Adrián.
—Muy bien —dijo encantada la voz de Shia—. Tres… dos… uno… duerman.
Y acto seguido, los dos muchachos cerraron los ojos y cayeron en un profundo sueño, pero no era fingido ni se habían dormido por aburrimiento como esperaba Adrian. Con sus mentes apagadas por las instrucciones de Shia y los mensajes subliminales tanto en la pantalla como en el sonido que salía de los altavoces, los dos chicos no podían adivinar que en efecto habían sido hipnotizados.
—Muy bien mis niños —dijo Shia con un tono encantador—. ¿Están dormidos?
—Sí… —dijeron los dos muchachos.
—No, ustedes están en trance, están completamente hipnotizados y están bajo mi control. Ustedes dos son mis juguetes y yo soy su ama. ¿Entienden?
—Sí… ama… —respondieron los dos muchachos.
—Muy bien —dijo encantada Shia—. Bien, ahora, quiero que abran sus ojos, pero continúen en trance, y que se pongan de pie.
Tal como se les había ordenado, los dos muchachos abrieron los ojos, revelando una mirada apagada, y luego se pusieron de pie, manteniendo una posición de firmes que no se sentía para nada natural.
—Bien, bien —dijo la voz de Shia—. Ahora, me gusta jugar con mis juguetes al desnudo, así que el siguiente paso, es que se quiten toda la ropa.
—Sí ama… —respondieron los dos muchachos y al acto comenzaron a quitarse toda la ropa que llevaban con ellos. Volaron las camisas, los jeans, la ropa interior y las calcetas, al final sólo quedaron dos cuerpos desnudos en la sala de esa casa, que si Adrián todavía tuviera algo de libre albedrío, sería testigo de un espectáculo por el cual prácticamente todos los chicos de la universidad matarían por ver: el cuerpo desnudo de Ariel, como su leonesca cabellera roja caía sobre sus blancos hombros, lo encantador de esos pechos blancos como la nieve y esos pezones rosas, grandes y duros como fresas, su abdomen plano, sus anchas caderas, su pubis cubierto por una mata de cabello rojizo y por sobre todo, sus largas y seductoras piernas.
Pero no, Adrian estaba ocupado, en su propia desnudez mirando la pantalla frente a él como si no hubiera nada más importante en el mundo.
—Pero que buenos muñecos tengo aquí —dijo divertida la voz de Shia—. Hora de comenzar a jugar. Podría ordenarles que se pusieran calientes, ¿pero en dónde estaría la diversión en eso? Ariel, querida, quiero que mires al pene de Adrián.
Si Adrián no tuviera su mente sumida en un trance, habría notado que lo que le había dicho Ariel había sido verdad: ese video había sido hecho en especial para ellos dos.
Mientras tanto, tal y como se le había ordenado, Ariel sin ningún pudor se giró hacia el pene de Adrian quien así como su compañera, tampoco sintió ningún pudor al ser mirado en esa zona.
—¿Cómo está el pene de tu amiguito? —preguntó Shia.
—Chiquito —respondió Ariel. Era una suerte Adrian estuviera en trance, o ese comentario podría haberle golpeado muy duramente el ego de hombre.
Shia mientras tanto rió y dijo:
—Claro que está así, pues aún no le he ordenado que se excite. Esa va a ser tu tarea: Ariel, usando tu boca y tus manos, quiero que le provoques una erección a Adrián.
—Sí ama… —respondió Ariel con su voz monótona.
Acto seguido, la pelirroja se movió de su lugar, poniéndose enfrente de Adrián. Se hincó ante él quedando con el pene de este enfrente de su cara. Se quedó así un momento aspirando el aroma de este y luego, con una mano tomó los testículos del muchacho y con la otra su pene, comenzó a masajear las bolas y luego a masturbarle.
Aun en su inconsciencia Adrián pudo sentir el servicio que se le estaba proporcionando, soltó un gemido de placer y su pene se erectó un poco, lo que Ariel aprovechó para llevarse el pene del muchacho a la boca y comenzar a chuparlo.
Si Adrián continuara despierto, de seguro se preguntaría si Ariel ya había hecho orales antes, porque la forma en la que la chica lo hacía era de antología, ya que las chupadas y la forma en la que esa lengua se pasaban por el tronco de su pene, no podían ser de una amateur. El placer era tanto, que en poco tiempo dentro de la boca de Ariel el pene de Adrián alcanzó toda su longitud y grosor.
—Dime Ariel —dijo la voz de Shia por los altavoces—, ¿cómo está ya el pene del pequeño Adrián?
Ariel dejó de chupar el pene de Adrián, lo sacó de su boca y lo miró.
—Está erecto, ama… —respondió Ariel sin dejar de ver ese pene grueso y carnoso que hace poco había estado dentro de su boca y luego se animó a decir— Es el más grande que he visto.
Una carcajada salió de los altavoces.
—¡Muy bien Ariel! —respondió Shia y si Adrián hubiera estado consciente, habría notado que había algo raro en la situación aparte de que ambos, en efecto, estaban hipnotizados: ¿a caso parecía que el video les estaba respondiendo en tiempo real?
Sin embargo, eso no importaba para Adrián, para él en ese momento sólo importaba seguir las instrucciones de su ama, y pronto estaba por llegar una para él.
—Dime Adrián, ¿cómo te sientes? —preguntó Shia.
Luego de aquella mamada de antología, sólo había una respuesta posible:
—Me siento excitado ama —respondió Adrián conteniendo un gemido—. Necesito masturbarme.
En respuesta, Shia rió.
—¿Masturbarte? —preguntó con burla—. Cariño, tengo cosas mejores en mente. Mira debajo de ti.
Adrián obedeció y frente a él vio a Ariel, desnuda y de rodillas a pocos centímetros de su pene. Aún con su mente dormida, la visión hizo que su erección se hiciera más dura.
—¿Qué ves? —preguntó Shia.
—A Ariel —respondió Adrián—, desnuda y de rodillas ante mí.
—¿Es sexy? —preguntó Shia.
—Sí ama… —respondió Adrian entre gemidos— Es… la mujer más sexy que he visto en mi vida.
Siguió una carcajada de la hipnotista.
—A puesto que quiere tirártela, ¿no es así querido?
—¡Sí! —gimió Adrián—. ¡Todas las noches me masturbo pensando en cogérmela como la perra desgraciada que es!
Ariel no reaccionó ante esa confesión, pues toda su atención continuaba en ese pene sobre su nariz. Sin embargo, Shia sí lo hizo.
—Niño travieso —dijo Shia tras soltar una sonora carcajada—. ¿Escuchaste eso Ariel?
—Sí ama… —respondió Ariel.
—¿Y qué opinas?
—Quiero… quiero… —comenzó Ariel, sintiendo su cara enrojecer y como sus fluidos vaginales comenzaban a escurrir por su coño—. ¡Quiero que esa magnífica verga me coja como la puta obediente que soy!
Ariel estaba bastante excitada, quería lanzarse sobre esa verga y ponerla dentro sí cuanto antes, pero no podía, no podía hacer nada hasta que su ama se lo ordenara, pero aún así, una parte de ella luchaba contra la programación y eso se reflejaba en su lengua, que salió de su boca para estirarse a ese pene y tratar de tocarlo, logrando sólo acariciarlo con la punta, lo que le provocó unas cosquillas a Adrián que le recorrieron todo el cuerpo.
Shia una vez más rió, esta vez por la declaración de la muchacha y dijo:
—Ariel, no es a mí a quien debes rogarle, es a ese hombre frente a ti.
—¡Sí ama! —respondió Ariel y acto seguido se tiró de espaldas, levantó sus piernas hasta que estas tocaron sus tetas y con sus manos se abrió la vagina y se comenzó a masturbar para luego decir—. ¡Amo! ¡Por favor cójase a esta perra sumisa! ¡Nada me haría más feliz que tener la verga de mi amo en mi sucio coño!
Aun con su mente dormida, Adrián fue capaz de procesar toda esa escena, lo que hacía su erección más insoportable, sus manos comenzaron a temblarle, deseosos de estrujar su pene y masturbarse como nunca lo había hecho en su vida… pero no podía moverse, no sin el permiso de su ama.
—Entonces Adrián —dijo con un tono burlón Shia desde los altavoces—. ¿Qué quieres hacer?
La mandíbula de Adrián tembló antes de responder:
—Quiero… ¡Quiero cogerme a esta esclava hipnotizada ama! ¡Por favor! ¡Deme la orden y me la cogeré como nunca nadie se la ha cogido!
Siguió una carcajada de Shia y esta dijo:
—Adelante mi juguete, date gusto.
Adrián no necesitó escucharlo dos veces se dejó caer de rodillas con la polla en la mano y pronto la apuntó hacia el coño de Ariel. Ni siquiera necesitó de juego previo: ambos ya estaban tan lubricados que sin problemas Adrián entró hasta el fondo de las entrañas de Ariel.
Ambos muchachos se quedaron así por un momento, quietos, con una gran sonrisa en la boca procesando la ola de placer que la pura entrada les había causado.
Los dos esclavos se miraron, sonrieron y se fundieron en un beso tan apasionado donde sus lenguas juguetearon un rato. Se separaron y apoyado sobre sus brazos, Adrián comenzó a bombear su verga dentro del coño de Ariel, mientras esta lo único que podía hacer era gemir mientras por cada embestida sus ojos se iban más atrás de su cabeza y sus tetas comenzaban a rebotar sobre su pecho, lo que excitaba todavía más a Adrián y hacía que este quisiera darle con más fuerza todavía a la muchacha.
Durante su calentura, sus manos ya no pudieron más y Ariel soltó sus propias piernas, pero en lugar de dejarlas caer al piso para que se relajaran, la muchacha las cerró sobre la espalda del muchacho al tiempo que lo mismo pasaba con sus brazos sobre el cuello de este, todo eso para que Adrián se las arreglara para llegar a lo más profundo de ella.
Finalmente el orgasmo comenzó a construirse en ambos jóvenes. Ariel abrió más las piernas para no dificultarle de más el trabajo a su hombre y Adrián comenzó a embestir con más fuerza a la muchacha hasta que ambos, tal vez por la hipnosis, tuvieron un fuerte orgasmo coordinado que llenó toda la casa con el gemido de placer de ambos jóvenes.
Agotados, Ariel liberó a Adrián de sus extremidades mientras que el muchacho cayó sobre su hembra, ambos jadeando y mientras este podía sentir como dentro de la vagina de la pelirroja, su polla comenzaba a embarrarse de su propio semen.
Siguió una carcajada por parte de Shia y luego esto dijo:
—Bueno mis juguetes, fue una sesión divertida. Ahora me toca hacer que se limpien y se preparen para despertar, ¿entendieron mis niños?
Con una sonrisa boba en sus respectivos rostros, ambos muchachos respondieron al unísono.
—Sí ama…
Adrián comenzó a despertar. Abrió los ojos y se encontró en la sala de la casa de Ariel, con la tele frente a él ya apagada. Como esperaba, se había quedado dormido.
A su lado Ariel también comenzaba a despertar, lo miró, sonrió y dijo:
—Nos quedamos dormidos.
—Sí, eso parece —dijo Adrián también riendo.
—Una pena que no haya pasado nada —se lamentó Ariel.
—Bueno, las ganas no nos las quitan nadie —dijo Adrián sin más.
En ese momento, Ariel lo tomó de la mano. Adrián sintió su cara enrojecer y que su corazón se aceleraba.
—Oye Adrián, quería decirte… gracias por compartir mi fetiche conmigo, significa mucho para mí.
Adrian sonrió y dijo:
—No-no es ningún problema.
—Sabes, aunque no hemos sido hipnotizado —dijo la muchacha—, creo que podemos hacer un pequeño rol y aprovechar ahorita que no están mis papás.
Carlos abrió los ojos sorprendido. ¿Ariel estaba insinuando lo que creía que estaba insinuando?
Por toda respuesta, Ariel se acercó a él y lo besó en los labios, luego se separó y dijo:
—Por favor coja a esta esclava hipnotizada… amo.
Afterwords:
Este relato fue publicado originalmente en mi Patreon el 15 de junio pasado. ¿Que no sabías que tengo un Patreon? ¡Pues ahora lo sabes! Y si no te quieres perder noticias de lo que ando haciendo
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Y en una nota final, ¡wow! En el rato que me desaparecí de aquí llevaron el relato de Harem escolar a casi trece mil lecturas, me siento alagado.