El viaje - Sexta y Séptima Parte

>> Click

6. Ángela

Al llegar al telefonillo del portal paré en seco el dedo antes de presionar el botón del timbre. Parece mentira, pero no podía remediar estar un poco nerviosa. Al fin y al cabo podía ser peligroso ir a una casa extraña.

  • Sube

Cogí el ascensor hasta la quinta planta. Me observé en espejo, estaba algo pálida pero presentable con mi traje azul marino y unos de mis zapatos favoritos. Me recogí el pelo en una coleta.

Al abrirse la puerta me quedé totalmente petrificada. No me esperaba para nada ese recibimiento. Incluso me sentí algo avergonzada.

Ante mi aparecía un hombre alto, fornido y de piel morena. De su desnudez podía observar que no tenía ni un gramo de grasa. Sus ropas eran exiguas, una máscara de cuero le tapaba toda la cabeza excepto los ojos y la nariz. La boca estaba cerrada con una especie de cremallera. En el cuello, un lustroso collar de cuero negro, del cual colgaba una chapita donde claramente ponía: Propiedad de Lilith. Al fijarme en su paquete descubrí un pequeño aparato de plástico transparente del que colgaba un candadito. No pude quitar la vista de allí y así me pilló mi amiga cuando acudió detrás del sumiso.

  • Vamos, ¿qué haces? Déjala pasar.

El extraño ser que me había abierto la puerta hizo una reverencia y me sostuvo la puerta mientras le daba dos besos a Lilith y entraba.

  • Este es...

  • Sí, es gusano, mi esclavo y marido je, je. No se lo tengas en cuenta si no te ha recibido como mereces, aunque está bien entrenado le ha pillado de improviso tu visita.

  • Ah, ya veo. Eso que lleva es un cinturón de castidad, ¿no? - dije inocentemente

  • Así es – dijo Lilith sacándose una llave con una cadenita de sus pechos. - Con esto se domina a un hombre. Piensan con su polla y si tú la controlas, te haces con él, como una mascota, de tu propiedad.

Ufff todo aquello me excitaba cada vez más. El sumiso se había arrodillado ante nosotras y cabizbajo parecía esperar instrucciones.

  • Venga vete a la cocina y traenos unos unos cafés y unas galletas de esas tan buenas que haces, querido.

El esclavo no tardó ni un instante en dirigirse a la cocina de un respingo. En unos minutos nos hallábamos sentadas en el espacioso comedor, en una mesa redonda. La verdad es que era una casa muy agradable y grande. Tanto los muebles como la decoración en general era de tonos pálidos, apacibles, parecía que reinaba la armonía. Y por supuesto, ni una mota de polvo o suciedad.

Mi anfitriona vestía cómodamente con unos pantalones vaqueros y una camisa a cuadros. Le miré las manos y me maravillé de lo bien cuidadas que las tenía. En aquel momento pensé que había pasado por manicura en una peluquería.

  • Como puedes ver, esto de la dominación femenina, es un estilo de vida natural, no es todo cuero, látigo y dolor, je, je. Es el orden de las cosas, yo mando y el obedece. Le ha costado pero ha aceptado que yo, como mujer, soy superior, y que él es un mero objeto de mis caprichos.

  • Qué envidia, lo tienes superbien entrenado... - dije escapándoseme

  • No te preocupes, si lo haces bien, pronto lo tendrás comiendo de tu mano.

Con un movimiento, dejó la taza de café en la mesa y agachándose puso un neceser negro encima de la mesa. Con delicadeza, abrió la funda y comenzó a juguetear con una funda en forma de pene, de aspecto suave y color blanco translúcido.

  • Esto es clave en su proceso de educación. Tienes que controlar realmente sus orgasmos. Hazte un calendario o decídelo a tu capricho cada día, pero que seas tú la que controle su polla.

Hice ademán de cogerlo y ella me lo acercó. Pesaba poco, no se parecía en nada a la imagen medieval que tenía en mi cabeza.

  • ¿Y no le hará daño?

  • Pequeñas molestias como mucho. También se rozará los primeros días. Que se ponga crema hidratante.

  • Entonces, ¿no se lo tiene que quitar ni para mear ni para ducharse ni nada?

  • Para eso tiene estos agujeritos...

  • Mmm y ¿dónde se pone el candado?

  • Ja, ja, aquí dijo Lilith

  • Tiene un par de piezas. No sé si sabré ponerlo. - dije dubitativa

  • No te preocupes que te hago una clase práctica ¡gusano!

En un instante apareció corriendo el esclavo, que se quedó de rodillas ante ella. Miraba hacia el suelo, las manos tras la espalda, y sus piernas abiertas, tan cerca de su Ama, que ella comenzó a juguetear dándole pequeñas pataditas en su miembro enjaulado.

  • Levántate, que nos vas a servir para algo, ¡piernas separadas!

En ese instante, Lilith volvió a sacar las llaves de su canalillo y abrió con un click el cinturón de castidad del sumiso. Me pareció escuchar un leve gemido de placer mientras ella lo manipulaba y dejaba su miembro al aire. En un momento y una vez libre, su miembro creció hasta alcanzar un tamaño descomunal que me sorprendió, tendría más de 18 cm. A pesar de mi sorpresa y vergüenza me quedé atontada mirándolo.

  • ¿Te gusta? Está bien dotado, ¿eh?

  • Pues sí... - dije haciéndome la tonta

  • Como puedes ver, en cuanto le quito el CB se pone más tieso que un mástil. Este en concreto lleva varios meses sin eyacular, pero al tuyo le pasará lo mismo.

  • Hay un problema...aunque Dani la tenga más pequeña, tampoco creo que quepa en este cinturón tan pequeño...

  • Espera y verás. Consíguete esta crema en la farmacia. Se usa como anestésico local y es muy potente. Procura usar guantes porque si no perderás sensibilidad en las manos durante unos minutos. Dijo sacando un tubito del estuche y unos guantes de plástico.

A continuación, y tras colocarse los guantes, comenzó a aplicarle un poco de crema en el miembro con un masaje. Sorprendéntemente, y tras pasar a penas un minuto, el miembro comenzó a empequeñecer hasta volverse en una mínima expresión. >> Joder, tiene la polla en reposo casi tan grande como la de Dani empalmada... << pensé, excitada.

  • Vamos, Ángela, ponle el anillo. Así, primero los testículos, luego el pene.

Así lo hice, me costó un poco, pero lo logré. A continuación, tomé la funda y metí poco a poco el pene en su interior.

  • Así, sin miedo, aprieta.

Una vez colocado, Lilith me pasó un candado con una llave.

  • Y ahora, la guinda del pastel.

Click <<, se escuchó. No pude evitar sonreír, no era tan difícil como parecía. Me moría de ganas de ver a Dani en la misma situación. Lilith me devolvió una sonrisa y comenzó a dar golpecitos al miembro aprisionado, y pellizcar sus testículos.

  • Eah, ya lo tienes ¿cómo te sientes?

  • Poderosa...

  • Pues esto no es más que el comienzo, ja, ja. - dijo soltando una carcajada.

7. Dani

En aquel momento me pareció que había superado unos límites que antes no había soñado. Siempre lo había imaginado como una fantasía pero ahora, mirándome al espejo, veía aquel aparato entre mis piernas ¿De dónde había sacado aquel trasto?

La noche anterior, Ángela, tal y como había anunciado, llegó tarde. Yo de hecho me encontraba en la cama cuando llegó.

  • Hola, nene, ¿has sido bueno hoy? - dijo ella descalzándose

Me quedé embobado mirándola mientras se desnudaba, hoy se había puesto un conjunto de encaje rosa, muy femenino, que le quedaba de infarto. Realzaba sus pechos y me impedía dejar de mirarla.

  • Je, je, he traído tu sorpresa – dijo sacando una especie de neceser

Melosamente me pidió que cerrara los ojos. A continuación me los vendó y me ató al cabecero de la cama. Todo anunciaba que por fin íbamos a tener sexo salvaje y mi pene se irguió, incordiando a Ángela para retirar mis pantaloncillos.

De pronto, escuché un sonido extraño, pero no le hice caso. Noté algo frío en mi pene.

  • Vamos a echarte esta cremita, je, je – dijo Ángela

Pero algo pasó, y comencé a asustarme. Poco a poco fui perdiendo toda la sensibilidad en mis bajos.

  • Pero, ¿qué estás haciendo, Ángela? ¿Qué me has echado?

  • Shhh, déjate hacer.

A pesar de tener poca sensibilidad, notaba como manipulaba mis partes, que entraron en contacto con un material plasticoso.

  • Vale, nene. Ya estás listo.

Cuando me quitó la venda de los ojos ya tenía aquel maldito trasto puesto...

  • Pero, ¿esto qué es?

  • Dani, te presento a tu nuevo amiguito, él te ayudará a que superes tu adicción – dijo sonriente

  • Vamos, Ángela – dije tocándolo e intentando quitarlo. Mi pene comenzó a crecer inesperadamente y sentí cierto molestar

  • Yo también te ayudaré – dijo – vamos a hacer esto entre los dos...

Zalameramente se acercó a mi, con su conjuntito interior rosa hasta que se sentó a horcajadas sobre mi miembro enjaulado. Se inclinó un poco más hasta que sus labios tocaron mi oreja derecha.

  • Pórtate bien, nene, y yo me ocuparé que esto – dijo dándole una palmadita al CB – se dé una alegría de vez en cuando...pero tienes que ser bueno y hacerme caso... - comenzó a morderme la oreja.

  • Por cierto, que quede claro que aunque tú estés encerrado, eso no implica que yo me quedé a pan y agua... - dijo levantándose y acariciando mi pecho mientras se sentaba en una silla.

Con una sonrisa pícara, se sentó en una de las sillas de la habitación y quitándose el sujetador comenzó a acariciarse los pezones. A continuación, se bajó un poco las braguitas y empezó a jugar con su clítoris mientras acercaba ya su vibrador favorito...

  • Tonto, ¿no quieres echar una mano? - dijo dulcemente

Como si de un resorte se tratara, me quité la camiseta. Estaba embobado y excitado a más no poder. No podía pensar con claridad.

Me puse arrodillado entre sus piernas. Con sus dos manos me encamino a sus pezones y empecé a comérselos, mientras oía el zumbido del vibrador y unos pequeños gemidos salían de sus labios. Así estuvimos un rato hasta que se quitó el vibrador y me apartó un momento. Bajando mi cabeza, me puso a cuatro patas y me perdí en su vagina.

Para ella esa noche fue deliciosa, al día siguiente me contó que había tenido tres orgasmos, cosa inaudita. Y yo, qué decir, me quedé con las ganas.

  • Uff, vete acostumbrando – dijo resoplando tras el último orgasmo al escuchar mi queja.

Me conciencié que tenía que aplicarme el cuento y trabajar duro para complacerla. Al fin y al cabo, yo había tenido la culpa de todo.