El viaje que me cambió la vida (Parte 7).
Séptima parte de la última historia que he acabado de escribir y que espero sea del agrado de mis lectores.
Después de mi primera e intensa velada nocturna con Airi e Ichika y tras haberme desplazado por la mañana de un lugar a otro en taxi, hasta avanzada la tarde del día siguiente no pude entrar en contacto con la actividad sexual que se lleva a cabo en sitios públicos y fue como consecuencia de haberme quedado sin batería en mi ordenador portátil lo que me hizo entrar en una biblioteca para poder disponer de una conexión a Internet con la que efectuar una serie de consultas con vistas a las gestiones que tenía que realizar durante el resto de mi estancia. Me acomodé ante el ordenador que me asignaron y me centré en mis consultas después de observar que en aquella sala había un buen número de estudiantes en edad colegial y universitaria. Al acabar de realizarlas y por cierto a una velocidad muy alta, mi mirada se centró en una joven pareja de colegiales que permanecía sentada casi enfrente de mí. Enseguida me percaté de que la chica, manteniendo abiertas sus piernas, estaba permitiendo que el muchacho que se encontraba sentado a su izquierda la metiera su mano derecha por debajo de la corta falda de su uniforme con intención de acariciarla y sobarla la entrepierna. Aquella visión me hizo suponer que, entre ellos, iba a surgir algo por lo que recogí mis cosas y les observé. Su acompañante consiguió convencerla para que se incorporara ligeramente y manteniendo su mano introducida en la braga se la fue bajando, poco a poco, hasta que consiguió que quedara por debajo de las rodillas. Después la subió la parte trasera de la falda y en cuanto la muchacha colocó su desnudo culo en la silla y se volvió a abrir de piernas, la introdujo dos dedos en la almeja y la comenzó a masturbar. La joven se tapó la boca con su mano para evitar que se oyeran sus gemidos y debía de estar tan sumamente salida que llegó al clímax con una rapidez inusual y acto seguido, se meó. Su cara, que intentaba ocultar entre sus manos, reflejaba lo embarazoso que la resultaba aquello mientras su pis, tras mojarla la falda y la braga, caía a chorros al suelo por el medio de sus piernas y desde la silla en la que permanecía sentada. Su pareja, al darse cuenta de ello, la levantó la parte delantera de la falda para poder verla orinar mientras la acariciaba el “felpudo” pélvico y la seguía masturbando. La micción fue impresionante y al terminar, el chocho de la chavala evidenciaba estar muy caldoso y demandar que la dieran caña a través de él pero su pareja, manteniéndola la falda levantada, lo que hizo fue sacarla muy despacio los dedos y pasárselos varias veces por la raja vaginal mientras la decía que era una cerda.
La muchacha se mostraba bastante contrariada por no haber sido capaz de retener su micción y continuó ocultando la cara detrás de sus manos para mirar de reojo al suelo observando el gran charco que había formado con su pis mientras el chico se abría el pantalón y sacaba al exterior su pilila. Mientras se daba un breve “morreo” con la joven usando ambos la lengua, la hizo movérsela con su mano y a buen ritmo por lo que, enseguida, se le puso dura y tiesa. Al separar sus labios, la chavala, muy decidida, se dobló y procedió a chupársela con ganas y mucho entusiasmo manteniéndola totalmente introducida en su boca. Un par de minutos más tarde la vi cerrar los ojos y mantenerlos así, lo que me hizo suponer que su acompañante la estaba dando “biberón”. En cuanto lo acabó de recibir, se sacó la pirula de la boca y se fue incorporando. El chico la ofreció un pañuelo de papel abierto para que depositara en él la leche que aún no había ingerido. Mientras la volvía a acariciar la entrepierna, la joven, con cara de asco y sintiendo algunas arcadas y náuseas, devolvió un poco de lefa tras lo cual el chico la limpió los labios y de nuevo, la besó en la boca al mismo tiempo que, tras introducirla dos dedos por vía vaginal, la volvía a masturbar. La joven no tardó en reaccionar a ese nuevo estímulo levantando continuamente el culo de la silla hasta que el chico, con bastante mala uva, notando que se encontraba próxima al orgasmo la extrajo los dedos de golpe, ocultó su pito a media asta en el calzoncillo y el pantalón y dejándola con las ganas, se levantó, cogió sus libros y se fue.
Como me suponía, no fui el único que les había estado observado puesto que en cuanto el chico abandonó aquella zona de la biblioteca, otro con la cabeza cubierta por un gorro de lana se sentó junto a la joven y sin el menor recato, la metió su mano derecha por debajo de la mojada falda. La chica flipaba en colores y no sabía si levantarse e irse ó dejar que su nuevo acompañante la volviera a sobar. Al final, optó por esta última posibilidad y el muchacho, tras obligarla a mantener levantada su falda, la abrió con sus dedos los labios vaginales y colocando su cabeza entre las piernas de la joven, la examinó la jugosa cueva vaginal por la que la pasó repetidamente la lengua y dos de sus dedos antes de incorporarse y metérselos hasta el fondo para masturbarla manteniendo sus ojos fijos en el pubis de la chavala que no tardó en evidenciar que volvía a estar a punto de alcanzar el clímax y no pudo evitar gemir lo que hizo que varias personas dirigieran su mirada hacia su posición lo que obligó al chico a sacarla los dedos y a bajarla la falda quedándose, de nuevo, la muchacha con las ganas. En cuanto dejaron de mirarles, el varón cogió la mano derecha de la joven y la hizo palparle el “paquete” a través del pantalón durante unos instantes antes de pedir a la chavala que se quitara la mojada braga que mantenía a la altura de sus rodillas y se la diera. En cuanto lo hizo, guardó la prenda íntima en su mochila, se levantaron de sus asientos y se fueron juntos.
El chico salió detrás de la joven y tan pegado que me dio la impresión de que se iba frotando a ella. Al llegar a la puerta hizo girarse a la chavala, la subió la falda y la besó en la boca mientras se restregaba en el desnudo coño de la muchacha que, después de haberse quedado dos veces a las puertas del orgasmo, daba señales bastante inequívocas de encontrarse muy cachonda y con muchas ganas de que la metiera la polla por lo que le llegó a presionar colocándole sus manos en el pantalón para, a través de la masa glútea, mantenerle muy apretado a ella. Cuándo el chico se cansó de frotarse, se separó un poco de la cría, se sacó el rabo y los huevos al exterior y tras pasarla varias veces el erecto miembro viril por la caldosa raja vaginal, con lo que la joven llegó a ansiar que se la “clavara” para poderla sentir en su interior, la obligó a “cascársela” con su mano. Debía de estar tan salido como la cría puesto que, pocos segundos después, soltó una gran cantidad de leche en espesos chorros que, a pesar de que intentó evitarlo, cayeron mayormente en el uniforme escolar de la joven. Aún no había acabado de eyacular cuándo la chavala dejó de menearle la tranca y se la soltó con lo que el chico no dudó en metérsela por vía vaginal y empezó a darla unos buenos envites. Pero en esa posición, con los dos de pie y siendo la joven de estatura baja, no debía de encontrarse demasiado cómodo por lo que, después de abrirla la blusa y bajarla el sujetador para dejarla las tetas al descubierto, la sacó la verga bien impregnada en la “baba” vaginal de la joven y con el miembro viril al aire, tiró de la chica hacía afuera con lo que se cerró la puerta y dejé de verles.
Me apresuré a salir detrás de ellos pero no conseguí localizarlos por el pasillo lo que me hizo suponer que se abrían encerrado en algún cuarto de baño para rematar la faena pero cuándo me disponía a salir de la biblioteca me di cuenta de que, cerca del lugar por el que los dos jóvenes habían abandonado la sala, existía una puerta que daba acceso a un aparcamiento exterior. Decidí salir por ella y desde lo alto de la escalera no tardé en verles en plena acción entre dos coches. La chavala en bolas, estaba dando la espalda al chico y se mantenía doblada con sus manos apoyadas en el capó de un vehículo mientras su pareja la poseía vaginalmente y por el entusiasmo que estaba poniendo me supuse que tenía que estar acercándose a la eyaculación. Un par de minutos más tarde, observé que la sacaba la chorra de la seta y que, tras impregnar los dedos de su mano izquierda en la “baba” vaginal de la chica, procedía a introducírsela de golpe y hasta el fondo por el ojete donde, a pesar de la manifiesta oposición de la joven, descargó casi de inmediato. Después y echándose sobre la espalda de la muchacha, la mantuvo apretadas las tetas, la tiró de los pezones con la mano que había impregnado en el flujo y la hizo girar la cabeza para poder besarla en la boca mientras volvía a mover el cipote dentro de su culo. Un poco más tarde, la joven se meó echando otra impresionante y larga meada al más puro estilo fuente con la que formó un buen charco entre sus muy abiertas piernas.
La posesión anal continuó durante unos minutos más sin que ninguno de los dos se percatara de que les estaba observando y sin perderme ningún detalle, desde mi privilegiada posición hasta que el muchacho se dio cuenta de que era incapaz de echarla más leche y la extrajo la minga del trasero que, antes de que la joven se incorporara y se vistiera con el uniforme escolar mientras le recriminaba que la hubiera poseído por detrás, perdió la erección y se le quedó fofa y lánguida. El chico orinó delante de la joven, mojándola ligeramente las piernas y los pies, antes de ocultar el nabo en el calzoncillo y el pantalón y de levantarla la parte posterior de la falda para darla unos cachetes en la masa glútea y pellizcársela mientras la decía, usando un tono de voz bastante alto, que era una golfa dotada de una jugosa cueva vaginal y de un precioso culo “tragón”. Después se separó de la joven que, un tanto escocida y evidenciando que se encontraba a punto de sufrir una descarga diarreica, se dirigió apresuradamente a una especie de evacuatorio situado debajo de mi posición mientras el chico se encaminaba hacia las escaleras para volver a entrar en la biblioteca lo que me hizo abandonar aquel lugar para salir del edificio por la puerta principal.
C o n t i n u a r á