El viaje que me cambió la vida (Parte 15).
Parte quince de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.
La fémina estaba entregada y rota cuándo al entrar en la siguiente estación Miyu y su amiga se despidieron dándose dos besos en la mejilla. La amiga, sin volver la cabeza, se despidió de Himeko con la mano y se bajó del tren mientras Miyu, al darse la vuelta, se encontró a Himeko con las tetas al aire y en cuclillas, chupando el pene a uno de los varones más jóvenes. La muchacha no dispuso de tiempo para reaccionar puesto que dos viajeros maduros, dispuestos a colaborar, la agarraron con fuerza de los brazos y la hicieron colocarse junto a Himeko que, manteniendo los ojos cerrados, evidenciaba estar recibiendo en su boca la leche del hombre al que le efectuaba la felación que, mientras se la daba y la obligaba a tragársela, la insultó repetidamente. Mientras Miyu veía con pena como vejaban a Himeko, los dos varones maduros que la habían retenido comenzaron a introducirla sus manos por debajo de la falda y de la braga con intención de sobarla la seta y el culo para irla “poniendo a tono”.
En cuanto acabó de tragar la lefa, sus agresores obligaron a Himeko a tumbarse boca arriba en el suelo y tras abrirla bruscamente las piernas, uno de los jóvenes se tumbó encima de ella, la “clavó” la picha por su cada vez más abierta almeja y se la folló entre continuos insultos dándola unos buenos envites mientras un hombre de mediana edad se aproximaba a Miyu y colocándose delante de ella, intentó por dos veces besarla en la boca. La joven, volviendo la cabeza, evitó que pudiera hacerlo lo que motivó que se enfadara y que la rompiera la ropa hasta dejarla en bolas. Después y mientras contaba con la colaboración de otros dos varones para inmovilizarla, la mamó las tetas y la tocó repetidamente el chocho sin dejar de insultarla y de incitarla a mojarse con rapidez. Un poco más tarde se encontró con un dedo en su boca y un montón de manos magreándola por todos los lados antes de que, sin pretenderlo y sin apenas sentir que la venía, llegara al clímax soltando, de golpe, una buena cantidad de “baba” vaginal que la empapó y la puso muy jugosa toda la entrepierna. Aún la salía flujo cuándo la hicieron arrodillarse y abrirse de piernas para que, mientras unos la seguían sobando prestando una atención muy especial a su húmedo chumino, fuera chupando la pilila a los cuatro ó cinco viajeros dispuestos a disfrutar sexualmente de la joven a la que, en cuanto vieron que tenía muy poca experiencia, cogieron con fuerza de la cabeza para obligarla a mantener la “salchicha” dentro de su boca.
El hombre que se estaba tirando a Himeko, al sentir que iba a eyacular, la extrajo la pirula de su caldoso y cada vez más jugoso coño y obligándola a ponerse a cuatro patas, procedió a “clavársela” de golpe y hasta el fondo por el orificio anal para, enseguida, “explotar” en su interior. En cuanto acabó de echarla la leche, la sacó con muy poca delicadeza el pito que la pasó repetidamente por la raja del culo mientras impregnaba dos de sus dedos en la “baba” vaginal de la hembra que, bien empapados, la metió por el ojete para efectuarla unos enérgicos hurgamientos anales con movimientos circulares que fueron suficientes para que, sin necesidad de ponerla ningún enema, se viera obligada a defecar en público. Después de observar como sufría una impresionante descarga de caca líquida que expulsó en tromba, permitió que otro varón ocupara su lugar para que pudiera trajinarse a aquella preciosidad mientras él se acercaba a Miyu, que acababa de recibir la segunda lechada consecutiva en su boca, a la que procedió a magrear sin dejar de observar a otro hombre que, tras haberse meneado la polla delante de ella, la estaba echando su abundante lefa en la cara, el cabello y el cuello.
Sacándolos de uno de sus bolsos otro hombre entregó varios enemas vaginales al agresor que se estaba dedicando a sobar la seta a Miyu que, después de obligarla a colocarse bien ofrecida a cuatro patas, la puso el primero para, acto seguido, mantenerla bien cerrada la almeja ejerciendo una fuerte presión con sus dedos en los labios vaginales mientras la lamía el orificio anal y el hombre de más edad la insultaba y la excitaba a través del clítoris hasta que, tirándola del pelo para obligarla a mirarle y en un tono amenazante, la dijo que quería verla mear con tal intensidad que, al finalizar, la escociera la vejiga urinaria. Aunque se la salió un poco de pis, la joven, después de haber llegado a verse ahogar realizando una felación tras otra y recibiendo lechadas en su boca y en su cara, sintió que la vejiga se la iba a reventar de lo llena que estaba y de las inmensas ganas que tenía de mear antes de que, cuándo procedieron a ponerla el segundo enema, no pudiera aguantar más y para general regocijo del grupo de varones que se encontraba en torno a ella, “explotara” echando dos impresionantes y largas meadas consecutivas al más puro estilo fuente y saliéndola el pis con tanta fuerza que llegó a depositarse a los pies de algunos viajeros que, tanto de pie como sentados, se encontraban a varios metros de ella. Aunque lo que pretendían era hacerla un vaciado total de la vejiga, después de una tercera micción bastante más concentrada pero menos copiosa que las dos anteriores, aún debió de quedarla algo de orina ya que no dejaba de gotearla pis y cuándo la hicieron tumbarse boca arriba y abierta de piernas en el suelo y la empezaron a joder por vía vaginal, con algunos de los envites que la dieron soltó gotas y pequeños chorros de micción.
Después decidieron poner juntas a las dos mujeres a las que obligaron a colocarse ofrecidas a cuatro patas. Mientras cada una de las damas se encargaba de chupar la “salchicha” a un varón tras otro recibiendo su leche en la boca, en la cara ó en las tetas, otros esperaban su turno para “clavársela” vaginalmente a Miyu a la que se cepillaban hasta que, cuándo estaban a punto de eyacular, se la sacaban y penetraban analmente a Himeko, que para entonces sufría los efectos de una acusada incontinencia urinaria, con el propósito de descargar dentro de su culo. A medida que pasaba el tiempo las dos féminas comenzaron a sentirse escocidas, doloridas y revueltas mientras se las continuaban follando por vía vaginal y anal, recibían “lastre” en su boca, en sus tetas y en su culo y no dejaban de insultarlas ni de ponerlas enemas con los que, al haberlas vaciado, lo único que expulsaban y sintiendo un montón de molestias, era el líquido laxante que las salía a chorros. A pesar de que estaban exhaustas, en ciertos momentos el dolor y los orgasmos secos las hacían reaccionar y las obligaban a gritar pero nadie hizo nada por ayudarlas y lo único que consiguieron fue que sus agresores y los viajeros que estaban disfrutando de sus encantos se enfadaran con ellas y decidieran azotarlas la masa glútea y depilarlas a tirones el “felpudo” pélvico antes de que tres viajeros de edad intermedia que hasta entonces habían permanecido al margen decidieran aprovecharse de la coyuntura para tirarse a Miyu y descargar con total libertad en el interior de su chocho mientras Himeko, con sus fuerzas mermadas y sin poder hacer nada por evitarlo, les pedía una y otra vez que, aunque se la “clavaran” y se la cepillaran por vía vaginal, no la desgraciaran “explotando” dentro de su coño puesto que podían fecundarla. A pesar de los constantes ruegos, que con lágrimas en los ojos, les hizo la hembra, que llegó a ofrecerles su abierta seta para que eyacularan en su interior, la chavala recibió tres polvazos consecutivos dentro de su almeja mientras el resto de los viajeros pasaba olímpicamente, limitándose a observar en silencio lo que iba sucediendo disfrutando del espectáculo con una sonrisa en sus labios.
Aunque no fueron muchos los que, al final, decidieron tomar parte activa en aquel acto sexual, el que varios viajeros se animaran a unirse a los tres agresores iniciales con intención de follarse a Himeko y a Miyu ocasionó que acabara convirtiéndose en una autentica orgía sobre ruedas con las dos mujeres como protagonistas hasta que, después de poseerlas repetidamente por todos sus agujeros, recibir un montón de polvos dentro y fuera de su cuerpo, vaciarlas vaginal y analmente y excitarlas a través del clítoris mientras las terminaban de depilar el “bosque” pélvico y los pelos del ojete, se cansaron de ellas y las abandonaron en el suelo totalmente despatarradas, reventadas, sin fuerzas y cubiertas de leche y de pis.
Una atractiva viajera que había permanecido sentada enfrente de mi se levantó unos minutos después, se aproximó a Miyu y tras mirarla con detenimiento, se quitó el zapato derecho y colocándola el pie en una de sus tetas se la presionó durante unos instantes. Después se agachó y al llevar una falda abierta por los lados, lució un buen “muslamen” mientras se mantuvo en esa posición lo que me hizo pensar que era una de las asiáticas que usaba habitualmente tanga. La fémina, acercándose al oído de la joven, la habló en un tono de voz sugerente pero imperceptible antes de ponerla en la mano un papel con lo que me supuse sería un nombre ó una dirección. Después y luciendo íntegra su preciosa pierna izquierda y la parte lateral externa del glúteo, se levantó y al hacerlo pensé que quizás no usara ropa interior y que llevaría el chocho y el culo al aire. Mientras miraba fijamente a Miyu, entregada y exhausta, la dijo que quería que Himeko y ella la visitaran lo antes posible ya que quería ofrecerlas la oportunidad de dar regularmente placer a cierto clientes suyos a cambio de recibir una importante compensación económica. Después la bella joven sacó varias fotografías con su móvil a las dos hembras y se fue alejando de ellas sin dejar de mirarlas hasta que, no sé si intencionadamente, se sentó encima de mí. Aunque se levantó inmediatamente, me pidió disculpas y volvió a ocupar su asiento, pude llegar a sentir que estaba dotada de un culo estrecho, prieto y suave.
Antes de bajarme del tren aquella escultural viajera montó un nuevo espectáculo al tumbarse boca abajo entre las abiertas piernas de Himeko, en medio de un gran charco de pis, para intentar motivarla usando un excitador y lamiéndola la cueva vaginal y el clítoris mientras la decía que, si aún la quedaba jugo, se lo tenía que dar en la boca para poder saborearlo.
C o n t i n u a r á