El viaje que me cambió la vida (Parte 14).
Parte catorce de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.
Cuándo terminó su historia las dos jóvenes se miraron, se sonrieron y comenzaron a hablar de sus cosas mientras Himeko las escuchaba y de vez en cuando, las sonreía. En una de las siguientes estaciones subieron al vagón tres hombres, dos de ellos jóvenes y el tercero de edad intermedia, que se situaron de pie delante de mí y se pusieron a comentar lo bien que se habían abierto de piernas las últimas mujeres a las que se habían tirado y lo satisfactorias que les habían resultado aquellas relaciones. El hombre de más edad les indicó que a él lo que más le había gustado era llegar a desfondarse con la “gordita”, que debía de ser una joven que lucía “bombo” y que le había secado los huevos a base de sacarle leche. Un poco después uno de los jóvenes hizo señas con su mirada a los otros dos para que se fijaran en las tres féminas que estaban situadas a su espalda. En cuanto los ojos de sus compañeros se centraron en Himeko, Miyu y su amiga, a las que miraron con detenimiento, les indicó que estaban muy buenas y que, si se lo proponían, podían llegar a obtener una gran satisfacción sexual de aquellas apetitosas golfas. El más maduro les indicó que antes de cepillarse a las dos jóvenes tenían que follarse a la de más edad puesto que, además de tener más experiencia y rodaje sexual, estaba, en palabras textuales, “como para parar aquel tren”.
Inmediatamente, uno de los jóvenes se colocó detrás de Himeko y comenzó a frotarse con ella mientras la hembra, sin dejar de sonreír a Miyu y a su amiga, intentaba librarse sin éxito de su acoso. El segundo joven se colocó un poco después a su lado y asimismo, comenzó a frotarse en sus muslos mientras observaba que su compañero intentaba una y otra vez subirla la ceñida y corta falda a lo que la mujer se resistía por lo que decidió colocarla una de sus manos sobre la teta derecha y apretársela a través de la ropa. Mientras la fémina intentaba librarse de él, el otro varón logró su propósito dejándola al descubierto la braga que, como no se lo puso demasiado fácil para que pudiera quitársela, la desgarró antes de usar su fuerza para, con malos modos, obligarla a abrirse de piernas con intención de comenzar a sobarla y a introducirla sus dedos, uno de los hombres por vía anal y el otro vaginal mientras el tercero, el de más edad, se encargaba de abrirla la blusa y tras bajarla de golpe el sujetador, la dejó las tetas al aire.
Mientras las manos del hombre de más edad la sobaban la “delantera” y los dedos de los más jóvenes la hurgaban en la almeja y el ojete, Himeko se echó hacía atrás con intención de separarse de Miyu y de su amiga para que no se dieran cuenta de la humillación que estaba sufriendo con tan mala suerte que tropezó con uno de sus agresores y para evitar caer al suelo puso sus manos en la puerta situada enfrente de la que estaban las dos muchachas para quedar situada con la mirada al exterior y dando la espalda al resto de los viajeros. El varón más maduro se colocó detrás de ella y sin pensárselo, se abrió el pantalón, sacó el cipote y los huevos al exterior, obligó a sus dos acompañantes a extraerla los dedos de la cueva vaginal y del orificio anal para que la inmovilizaran y tras subirla la falda y obligarla a permanecer doblada con las piernas abiertas, se la “clavó” hasta el fondo por el ojete y se la trajinó mientras, echándose sobre su espalda, la sobaba las tetas y la obligaba a moverse convenientemente para que le excitara más. Unos minutos más tarde se la extrajo de golpe y la hizo darse la vuelta con intención de hacerla abrir bien sus piernas y proceder a metérsela por el chocho. Mientras la daba unos envites impresionantes, a cuenta de los que se la salieron los zapatos de los pies y llegó a perder el contacto con el suelo, uno de los jóvenes procedió a meterla un par de dedos bien profundos en el ojete con los que la realizó distintos hurgamientos anales mientras el hombre que se la estaba tirando le animaba a extraerla la mierda. Himeko comenzó a venirse abajo al sentir que el varón que se la había cepillado estaba descargando y en cantidad, dentro de su coño. Me imagino que el hombre no pretendía eyacular en su interior pero, excitado por la cada vez menor resistencia de la hembra y el gusto que estaba sintiendo al joderla, intentó apurar al máximo y al final, no pudo aguantarse, se le salió la leche y la soltó dos ó tres chorros dentro de la seta antes de que reaccionara y la sacara el miembro viril para depositarla el resto en el exterior de su raja vaginal, el “bosque” pélvico y la parte superior interna de sus piernas.
Después de haberla mojado tanto interior como exteriormente con su masiva eyaculación, el hombre se limpió la punta de la minga en la parte superior de la pierna derecha de Himeko y se la volvió a introducir por la almeja obligándola a moverse hasta que el otro varón se cansó de hurgarla el orificio anal y la sacó de golpe los dedos con lo que Himeko, al sentirse liberada, no pudo evitar soltar unas olorosas y sonoras ventosidades tras las cuales el hombre maduro decidió extraerla el nabo para obligarla a volver a colocarse dándole la espalda y bien ofrecida con intención de, mientras la llamaba cerda, golfa y ramera, darla unos buenos cachetes en la masa glútea que, enseguida, comenzó a adquirir un color rojizo.
Con el culo como un tomate y sin permitirla variar su posición, el varón que la había hurgado en el ojete procedió a realizarla una masturbación tan exhaustiva que, a pesar de que Himeko hizo todo lo posible por evitarlo, no tardó en sentir que se encontraba al borde del orgasmo. Para intentar evitar que tanto Miyu y su amiga, que seguían manteniendo una animada conversación, como sus agresores se percataran de que llegaba al clímax se tapó la boca con las manos. Unos segundos más tarde y mientras el varón que la estaba masturbando la dedicaba un completo surtido de improperios y de insultos, “rompió” para disfrutar de un espectacular orgasmo entre ahogados gemidos y acto seguido, deleitó a sus agresores con una copiosa y larga meada al más puro estilo fuente. Su pis, además de empaparla las piernas, formó un buen charco en el suelo.
Sus vejadores, además de llamarla guarra, se rieron de ella a cuenta de su rápida incontinencia urinaria y en cuanto terminó de expulsar la orina y la agradable “fragancia” de su cueva vaginal comenzaba a llegar hasta mi posición, el hombre la dejó de motivar y extrayéndola los dedos del chocho bien impregnados en su jugo se los colocó delante de los ojos y los fue abriendo y cerrando despacio para que pudiera apreciar su “baba” vaginal depositada entre ellos mientras, con la otra mano, la acariciaba la masa glútea y la decía que lo siguiente que la iba a sacar era su caca. Uno de los varones recogió del suelo la desgarrada braga de Himeko y se la pasó repetidamente por la caldosa cueva vaginal antes de depositarla en un plástico transparente que guardó en un bolso de su pantalón. Después los dos jóvenes usaron sus pequeños estimuladores a pilas que la pasaron reiteradamente por los labios, las tetas, los pezones, el coño y el ojete mientras el de más edad no se cansaba de excitarla a través del clítoris y la mujer parecía querer “agradecérselo” echando unos cortos chorros de orina y moviendo su trasero hacía adelante y hacía atrás con lo que, en pocos minutos, se encontraba tan salida que volvió a “romper” alcanzando dos orgasmos prácticamente consecutivos mientras se volvía a tapar la boca para que Miyu y su amiga no la oyeran jadear y se mantuvieran al margen de lo que la estaba sucediendo.
C o n t i n u a r á