El viaje - Primera Parte
Dos Mujeres con perfiles muy diferentes en la Dominación Femenina, una Ama profesional, la otra, una incipiente Ama amateur se conocen en un chat.Este será el primer paso de un viaje que terminará con el total sometimiento de Daniel.
1.
Angie - Hola
Ama Lilith – Hola, ¿qué tal?
Ángela se mostraba un poco nerviosa ante la pantalla de su portátil, al fin y al cabo era la primera vez que contactaba con alguien del “mundillo” y encima en secreto. El chat seguía bajando pero ella se concentró en su conversación privada.
- Muy bien, ¿y tú?
- Recibí tu mensaje en mi web. No suelo quedar con nadie por Internet pero me pareció interesante tu caso. Me recuerda un poco mis comienzos.
- ¿Eres Ama profesional, no?
- Sí, se podría llamar así. Pero no me malinterpretes, no lo hago sólo por dinero…
Ángela se hizo un caracol con su pelo castaño largo…no sabía como empezar.
- Verás, necesitaría tu ayuda. Como te dije, aún somos nuevos en esto y creo que no estoy haciendo lo correcto.
- Cuéntame, ahora tengo tiempo. – Contestó su interlocutora.
Ángela era una chica de 33 años, de estatura media-alta (178 cm), atractiva, pelo castaño, ojos verdes, y una talla de pecho muy apetecible, 95 C. Su forma de vestir era bastante sexy, normalmente de traje, pero sin pasarse. Respecto a su vida profesional, era ingeniera química y trabajaba en una empresa en la que esperaba ascender en breve tiempo. A pesar de que en la empresa se mostraba impasible y dominante, a primera vista se la veía tranquila y dulce, incluso un poco sumisa. Su voz destilaba un tono muy suave y femenino. Ángela vivía con su novio, Dani, desde hacía un par de años.
Daniel tenía 30 años y mostraba ciertas aptitudes sumisas. Era de estatura media, casi como Ángela, lo que le dejaba empequeñecido diariamente gracias a los taconazos de ella. Eso sí, intentaba suplir su altura acudiendo a un gimnasio local y se daba caña casi todos los días. Quería ser atractivo para su chica y lo conseguía, llegaba a tener lo que llaman el físico fibrado, sin ninguna estridencia. Él era moreno, de piel y pelo. Sobre su vida profesional, estaba claro que no era el cerebro de la pareja. No había estudiado en la universidad y se había puesto a trabajar directamente como vendedor de seguros. Durante muchos años habían ido bien las cosas, pero con la crisis, Daniel se las veía cada vez peor para conseguir su cuota mensual por lo que ahora sólo podía trabajar media jornada, y era Ángela la que traía un sueldo fijo a casa.
Una de las cosas que atraían a Ángela era la edad de Daniel, le gustaba ser la mayor, la que llevara las riendas de la relación. Pero no nos engañemos, como a la mayoría de las mujeres, a Ángela la atraían los hombres masculinos. La situación económica de Daniel le ofrecía muchas dudas, no era el esquema que había aprendido desde pequeña, la mujer en casa y el hombre trabajando. Más de una vez se había planteado dejar la relación por diversas causas, pero seguía sintiendo algo muy fuerte por él. Era como si sintiera que Dani aún tenía algo que darle. Vivían juntos en un piso a las afueras de la ciudad, un piso cuya hipoteca había pasado a pagar ella casi por entero.
Ángela le comentó a su recién conocida amiga qué tipo de relación mantenían.
- Entiendo, ¿quién comenzó el tema de la Dominación Femenina?
- Yo sabía desde hacía tiempo que le excitaba este mundo. Él era evidentemente sumiso y desde que nos fuimos a vivir juntos no pudo seguir escondiéndolo mucho más. Me enseñó webs, blogs, pdfs, fotos, vídeos…ufff en fin. A mi en principio no me atraía mucho el tema. Desde siempre he sido liberal. He tenido relaciones con muchos chicos, siempre de este tipo: swingers o intercambio de parejas. Es lo que más encaja conmigo.
- ¿Le planteaste este punto?
- Pues sí, pero me llevé una sorpresa cuando vi su cara horrorizada. Parece que no era tan abierto para algunas cosas…
- No parece muy buen sumiso.
- No sé si realmente nuestra relación puede llamarse de Dominación Femenina. Yo he tomado el rol de Ama. Desde hace tiempo he leído por mi cuenta muchas cosas sobre el FemDom, pero no creía que fuera así. Confieso que algunas cosas me atraen, pero por ahora, lo único que hacemos es jugar un poco en la cama, alguna reprimenda, etc.
- Ja, ja, ja
Ángela frunció el ceño, pareció molestarse pero unos segundos después entendió que quizás su risa no estaba fuera de lugar.
- Mira Angie, te voy a dar un consejo. Este es el momento de que elijas qué camino quieres seguir: una vida vainilla con un par de juegos calenturientos o una relación en la que tú mandes y él obedezca.
- Pero, si elijo lo segundo, ¿cómo conseguiría que él me siguiera el rollo? La verdad es que le he cogido el gusto pero me gustaría que fuera más real. Estoy segura de que él, en su interior, ama también este estilo de vida.
Tragó saliva, era la primera vez que había revelado su secreto a una tercera persona.
- Has dado en el clavo, estilo de vida. Como te he comentado, soy Ama profesional, es decir que tengo un número fijo de sumisos con los que sesiono y cobro tributos por ello. Sin embargo, te sorprenderá saber que estoy felizmente casada.
- ¿En serio? ¿Y qué opina tu marido?
- Ja, ja, él tiene poco que opinar, es mi esclavo. Incluso lo llamo gusano para humillarlo. Él vive para servirme, me hace de criado y me mima. Y créeme, funciona. Pero no todas valen para mandar y todos para servir. Hay que descubrirlo.
Ángela se quedó dubitativa. La excitó la idea y pareció ilusionarse pero lo veía todo demasiado raro y complicado.
- No te preocupes por las dificultades, lo importante es que tomes la decisión. Si decides hacerlo, yo te ayudaré en el proceso.
- Mmm ¿y cómo lo haremos? ¿Con sesiones? ¿Cuánto costará?
- Ja, ja, no nena, no. Te ocuparás tu sola de todo. Por lo que me has contado tenéis buenas perspectivas. Yo me ocuparé de asesorarte. A cambio, no te pediré dinero, sino que me ayudes a cumplir uno de mis deseos con mi sumiso. Pero eso por ahora, lo dejaremos para más adelante.
Al acabar la conversación, Ángela ya había tomado una decisión, se reuniría en persona con Ama Lilith y daría el paso. Era hora de dar un giro de 180 grados a sus vidas.