El viaje organizado

Conocimos a Marta en un viaje organizado y desde entonces se ha convertido en una compañera inseparable en nuestras vacaciones.

EL VIAJES ORGANIZADO

Aquel circuito que habíamos contratado en la agencia de viajes, tendría una duración de ocho días que los disfrutaríamos en mis vacaciones de Agosto.

Todo iba transcurriendo según lo organizado y ya nos encontrábamos en el quinto día, todo según el programa: que si visitas guiadas a monumentos o museos, visitas a alguna bodega o a cualquiera otra sitio que la organización creyera de interés para el grupo y mereciera la pena que visitáramos.

No era nuestro primer viaje organizado, y como ya nos ocurriera en otras ocasiones terminas por hacer cierta amistad con algunos miembros del grupo,  aunque luego sean personas a las que probablemente no vuelvas a ver más en tu vida.

Los días que dura el viaje acabas compartiendo detalles de vuestras vidas, de donde es cada uno, trabajo etc. etc. Y así es como conocimos a Marta, ella había contratado el viaje sola y tal vez fuera su personalidad o tal vez el verla un poco apartada del grupo aún siendo una persona de mente muy abierta y simpática, que se nos fue uniendo a mi mujer y a mí, nos decía que se encontraba muy a gusto con nosotros, que le parecíamos un matrimonio muy unido y enamorado y llenos de vida, y la verdad a nosotros tampoco nos molestaba su compañía, al contrario la encontrábamos una mujer muy educada y con mucho saber estar.

Poco a poco nos íbamos contando cosas sobre nuestras vidas y así fue como nos enteramos que desde hacia algo más de cuatro años, ella se había quedado viuda, y que su marido falleció tras una larga enfermedad, esto provoco en mi mujer y en mí, que aún quisiéramos dedicar más atención hacia ella, ahora éramos nosotros los que cuando bajábamos al salón a desayunar, almorzar o cenar, o simplemente a pasear en los ratos que nos dejaba libres la organización, la buscáramos y la invitáramos a estar con nosotros.

Marta era una mujer relativamente joven, pues pese a que nos dijo tener 54 años, (no los aparentaba) aún conservaba un físico y un cuerpo que le hacía verse atractiva y deseada por los hombres.

Como dije nos encontrábamos en el quinto día del viaje y para esta noche la organización nos había preparado una cena con fiesta incluida en el interior de unas bodegas muy famosas de la zona. Todo se encontraba perfecto, y nada más llegar lo primero que hicimos fue buscar a Marta y así sentarnos junto a ella. Cuando la vimos aparecer, mi mujer se encaminó rápido hacia ella y cogiéndola del brazo la trajo a la mesa que nos tenían preparado en un lateral del salón.

Iba transcurriendo la noche y ya la gente se iba uniendo en grupos en el centro del salón para bailar, nosotros tres aún permanecíamos en nuestra mesa disfrutando del mucho vino con el que habían acompañado la cena. La conversación entre los tres a cada comentario nuevo, iba subiendo de tono (efecto que produce el vino) y ya no nos daba corte en contar cosas intimas y personales, yo le soltaba a las mujeres cosas pi cantonas y eso en ellas, provocaba un efecto libertino haciéndoles perder el poco pudor que ya les quedaba, y ahí fue cuando Marta comenzó a deleitarnos con las vivencias que tanto la habían hecho  disfrutado junto a su marido.

Marta en su matrimonio siempre había desempeñado el rol de sumisa, motivo por el que siempre se había sentido sometida a los caprichos y deseos de su marido por muy fuertes que estos fueran y que además ella muy complacientemente realizaba. Mi instinto despertó de inmediato un interés por querer saber todo lo que esta mujer en su vida matrimonial había experimentado, me provocaba un morbo increíble oírla y pude ver que en mi mujer Rosa ocurría lo mismo, me dedique a mantener las copas de vino siempre llenas y me dispuse a oírlo todo.

Los gustos del marido de Marta, eran de lo más variado y según ella contaba era un hombre insaciable, su mente siempre estaba buscando la forma de provocar las más variadas formas de mantener relaciones sexuales. En sus vivencias nos conto como era frecuente que su marido la entregara para mantener sexo a la vez con desconocidos uno o varios a la vez y a veces hasta pagaba alguna prostituta para que se follara algún cliente haciéndola participar también a ella. Y como su marido no siempre participaba de ellas, le gustaba disfrutar viendo como se la follaban otros, para una vez terminan masturbarse encima de sus pechos o boca y mezclar su semen con las otras corridas. Mi polla estaba que no cabía dentro del pantalón, mi mujer ni pestañeaba, no dábamos crédito a lo que esta mujer nos estaba contando y que no queríamos que parara.

La noche fue pasando y no dejábamos de escuchar las historias de nuestra nueva amiga, no sé siquiera cuanto bebimos y cuando nos dimos cuenta eran casi las 4,30 de la madrugada, apenas si quedaban personas en el salón, así que decidimos que era la hora de retirarnos a dormir o lo que fuera, pues yo llevaba un calentón de espanto y a mi mujer también la notaba con ganas de juerga. Subimos en el ascensor y cuando nos disponíamos a despedirnos de Marta, mi mujer tiene la brillante idea de que asaltemos el mini bar de nuestra habitación y nos tomemos la penúltima copa. Pasamos a la habitación y lo primero era ponernos cómodos, fuera zapatos, chaqueta, corbata y quedarme solo con un bóxer. Mi mujer más de lo mismo, se quito el vestido y se puso un pijama de verano muy pero que muy provocador, en cuanto a Marta mi mujer le ofreció otro pijama igual que el de ella y se metió en el baño a ponérselo. Cuando la vi salir uffffffffffff al ser un poco más alta que Rosa y tener algo más de talla, las tetas se le salían por encima de los tirantes, estaba a punto de reventar. Nos pusimos unos cubatas y como no sabíamos dónde ponernos, decidimos sentarnos en el filo de la cama. Sin perder tiempo volví a mostrar interés por la vida oculta de esta mujer, ella notó que el interés no era solo curiosidad, miraba mi cintura y notaba como mi polla se abría paso queriendo salir, el comentario de Marta sobre mis bóxer, provocó risas en los tres, ya estábamos completamente fuera de sí y me dio por pedir a Marta que enseñara a mi mujer como hacía ella cuando su marido le pedía que lo complaciera, ella sin pensarlo contesto:

Si a Rosa no le parece mal, dime tu entonces que te gustaría que hiciera tu mujer para complacerte, no lo dude y lo solté sin pensármelo dos veces. Me encantaría ver a mi mujer disfrutar mientras otra mujer le come su coño, Rosa me miraba sin saber si era o no era yo quien hablaba, pero sin atreverse a decir nada al respecto, Marta le cogió el vaso y la empujo hacia atrás y quedara tumbara encima de la cama, comenzó a acariciar por encima del pijama su coño rozándole los dedos por la marca de su vagina en el pijama, notaba como le crecía el tamaño de su coño, cada vez se dejaba hacer más y colaboraba habiendo sus piernas y levantando su pubis, siempre había oído a Rosa decir que a ella no le atraían para nada las otras mujeres, que ella solo disfrutaba con hombres. Le bajo el pantaloncito y ahora pude ver en todo su esplendor su coño, estaba abierto, le salían fluidos vaginales por todos lados, era evidente que Rosa estaba tanto o más cachonda que yo.

Rosa se incorporo un poco para quitarse la camiseta y dejar sus tetas al aire mientras Marta le pasaba la lengua arriba y abajo haciéndola gemir sin control, Rosa retorcía y tiraba de sus pezones hacia arriba, como queriendo roncárselos, Yo me quede en pelotas y comencé a tocarme la polla de la cabeza hasta los huevos, no podía correrme esto tenía que prolongarlo todo lo que pudiese. Me coloque detrás de Marta y le apunté la punta de la polla a la entrada de su coño, ella nada más notarme se acomodo ofreciéndome todo su coño lo más a la vista posible, empecé a penetrarla y sin ninguna resistencia mi polla se le coló dentro, su coño era enorme, era evidente que esta mujer se la habían follado a base de bien. Mientras a Rosa le seguía comiendo su coño, solo que ahora le había introducido dos dedos y con otro le acaricia el culo por fuera. Estaba fuera de sí, jamás había visto a mi mujer gozar y chillar tanto, ya le había contado dos orgasmos y aún seguía sin sacarle su boca del coño, entonces Marta me dice: métemela por el culo que estoy a punto de correrme y me gustaría que tu te corras en el. Le pasé la mano por su culo con algo de liquido de su vagina, queriendo lubricárselo un poco, cuando me mira y me dice: quieres empujar esa polla dentro de mi culo o me la voy a tener que meter yo, no me lo pensé apunte y empuje con fuerza, la muy zorra se retorcía, por un lado se llevaba en la boca las corridas de mi mujer y ahora quería que yo le llenara el culo con la mía. Empuje como dos o tres minutos y ya no pude más, comencé a soltar leche y no paraba, joder que culo tenía esta cabrona, la verdad siempre me ha gustado follarme a mi mujer por todos lados, pero ahora estaba disfrutando del culo de una desconocida y eso me producía aún más morbo.

Comenzó a correrse Marta y a cada contracción de su cuerpo yo le respondía con otra embestida en culo y ella a la vez dándole bocaditos en el clítoris a Rosa. Me quedé así hasta que ya no tenía fuerzas, me senté a un lado y me quedé mirando a las chicas, Marta se había subido y le estaba comiendo la boca a Rosa, sus lenguas entraban y salían de sus bocas y mientras Marta no dejaba de introducir los dedos en el coño de mi mujer el espectáculo era increíble, comenzaron a hacer un sesenta y nueve y cada una jugaba con el coño de la otra, perdía la cuenta de los orgasmos de Rosa, pero era evidente que Marta también llevaba ya unos cuantos. Cuando conseguí levantar de nuevo mi polla, me fui detrás de Rosa y mientras Marta le comía el coño, se la introduje y comencé a follarmela en plan salvaje, lo que oía salir de la boca de mi mujer, no lo había oído nunca, me pedía que le partiera el coño, que no parara, que hiciera con ella lo mismo que el marido de Marta había hecho con ella, estaba desconocida para mí. Entonces Marta me coge la polla y la dirige al culo de Rosa pidiéndome que se lo folle, cuando teníamos sexo anal, necesitaba lubricar bien el culo de Rosa, pues solía molestarle algo, Sin tiempo a reaccionar Rosa comienza a empujar su culo contra mi polla, la sentía quejarse por el dolor que le producía, pero era tal su calentura que acabó por metérsela hasta el fondo con solo dos empujones de ella contra mí, comencé otra vez a follar sin control, empujaba como si fuera su coño y de nuevo mis huevos estaban pidiendo a gritos soltar toda su carga, empuje y empuje sin miramientos, hasta que note como mi polla volvía a quedar sin fuerzas y me retiré, del culo de Rosa salían unos hilitos de leche que Marta volvía a meter introduciéndole dos dedos y mientras seguía comiéndole el coño, hasta que noté como se volvían a correr las dos.

Nos quedamos dormidos los tres y ya de mañana cuando nos llamaron de recepción para iniciar una sexta jornada, fue cuando nos dimos cuenta de la noche que habíamos pasado, puedo decir que esta amistad no duro como las demás, a Marta la tenemos como parte fija del grupo de nuestras amistades y cada vez que podemos volvemos a vernos y a corrernos otra juerga como la de aquel verano. Pero eso ya será parte de otra historia que ya os contaré.