El viaje - Octava y Novena Parte

> Cuando hubimos terminado, pedí champán y levanté la copa para brindar. Chocamos los vasos y se lo solté casi al instante.

8.Dani

Los días pasaron y mi libido aumentó. Y sobra decir que no me dejó correrme ni una vez. Cuando se cansó de escucharme insistir me dijo que los “machos” podíamos aguantar con una vez a la semana o menos. Me llamó la atención el uso de esa palabra.

Y así fue, casi todos los días hacía la misma rutina. Me levantaba antes que ella, me duchaba y preparaba el desayuno. A continuación la despertaba y comíamos juntos. Después de fregar los platos y a toda prisa marchaba al trabajo y echaba mis cuatro horas sin muchos resultados. En la oficina me notaron más nervioso, especialmente una de las chicas más atractivas que notaba como me ponía cada vez que se acercaba. Pero seguro que ni se imaginaba el secreto que guardaba entre mis piernas. Hacía algo de bulto, pero como el pantalón del traje era ancho, no se notaba. Lo que sí que llamaba un poco la atención era que tenía que sentarme en la taza del váter para orinar. Era un poco incómodo llevar aquel trastito: rozaduras, problemas para dormir...pero todo valía la pena por contentar a Ángela. Ya me había tirado a la piscina.

Y por no hablar de los tirones que me daba el trasto. No es sólo que me quedara embobado en la calle mirando unos zapatos de tacón, un escote o una falda corta. Es que Ángela se había vuelto muy juguetona y cada dos por tres me enviaba mensajes subidos de tono que me desconcentraban y me hacían hervir de excitación. No podía parar de pensar en ella...

  • Ayer lo hiciste muy bien cabrón...menuda lengua que tienes...vamos a tener que practicar mucho je, je.

  • ¿Sabes que te ves muy sexy sólo con delantal por casa? ¿Por qué no haces asi las tareas? Mmmm

  • Cuando llegue a casa me vas a tener que atender ufff hoy estoy caliente y te necesito entre mis piernas...

¡Qué barbaridad! Podría jurar que nunca había sido tan traviesa. Pero me gustaba, vaya si me gustaba, a pesar de no ser más que un eunuco. Comenzaba a contemplar el sexo como sexo oral y sólo para ella.

Pues bueno, volvía del trabajo, y como era demasiado pronto para comer me iba al gimnasio y me daba caña, para aclararme las ideas. Aunque no voy a negar que el aparatito se hacía notar. Puede que allí alguna chica también lo notara porque aunque usé pantalones largos alguna listilla se quedaba mirando, en fin.

Sobre las tres de la tarde comía algo sencillo y me preparaba para hacer las tareas del hogar. Poco a poco le había cogido el tranquillo y la verdad es que no se me daba mal.

Hoy hacía calor, y ateniéndome a lo que me había dicho Ángela en uno de sus mensajes me desnudé y me quedé sólo con el delantal, quería darle una sorpresa y me puse a trabajar duro y dejar reluciente la bañera. La recibiría y le daría un buen baño relajante, y un masaje de pies. >> La pobre estará cansada con esos taconazos. << pensaba.

En aquellos momentos no me daba cuenta de lo que había cambiado mi forma de pensar respecto a Ángela, antes apenas me hubiera fijado en que se ponía ese tipo de zapatos.

Ese día me había retrasado un poco con la limpieza y me pilló terminando de hacer la cena. Al abrirse la puerta la escuché entrar resoplando y poner el maletín encima de la mesa.

  • No te puedes ni imaginar el día que he tenido hoy, cariño – dijo soltándose el pelo de la coleta y sentándose en una silla.

Yo apagué la vitrocerámica y me acerqué a ella.

  • Veo que has seguido mis consejos je, je – dijo dándome una cachetada en el desnudo culo – Así estás más guapo, ¿sabes?

  • Pues si quieres me visto así todos los días.

  • No estaría mal... - dijo sonriendo – A ver que te vea tu cosita, levántate el delantal. Uy, lo tienes un poco irritado, ¿no?

  • Sí, pero no es nada. - dije haciéndome el fuerte

  • Bueno, lo estás haciendo muy bien. Si te portas bien este fin de semana te libero y jugamos... - No pude reprimir una sonrisa

  • ¿Vienes? Te he preparado un baño y te voy a dar un masaje de pies.

Me miró sorprendida y con una sonrisa se levantó quitándose los zapatos y acompañándome al baño. Allí la desvestí y mientras ella disfrutaba del agua con los ojos cerrados le di un masaje en los pies.

  • Me parece a mi que esto lo vamos a hacer más a menudo ji, ji.

Y así se instituyó que todos los miércoles y sábados sería su día del baño y masaje. Y yo más contento que unas pascuas porque pensaba en el fin de semana...

9.Ángela

Me encontraba eufórica, no podía negarlo. Por fin tantos días de duro trabajo, de quedarme hasta altas horas en la oficina, de llevarme el portátil a casa y de visitar fábricas en el quinto pino habían dado sus frutos. Me habían ascendido. Y yo preocupada cuando el gerente me llamó a su despacho...por fin era jefa de proyectos.

Eso significaba un aumento sustancioso del sueldo y gestionar un equipo de seis miembros. Estaba que me salía de contenta. Quizás no tuviera que rendir tantas horas como antes en la empresa pero esto también traía nuevas responsabilidades y no sólo en el trabajo.

De camino a casa en el coche le daba vueltas a cómo se lo diría a Dani. Por un lado, íbamos a celebrarlo. No le diría nada y lo invitaría a un buen restaurante como si tal cosa y allí se lo diría. Esperaba que se alegrara por mi, pero ¿qué se podría esperar de un tío? Todavía me acordaba de cómo se había tomado un ex que encontrara un trabajo mejor que él.

Es verdad que Dani estaba hecho de otra pasta. Siempre había aceptado con humildad que yo tuviera más educación y fuera más lista. Por no hablar del dinero que ganaba. Definitivamente me veía por encima de él. Y además últimamente se estaba portando tan bien...

Por fin llegué a casa. Me lo encontré poniendo la mesa de la cena, vestido únicamente con el delantal color borgoña. <> dije para mi misma. La verdad es que en los últimos días me notaba más excitada que nunca, me recordaba a los primeros días de la relación. Es como si toda aquella vorágine de dominación me estuviera consumiendo. Cada vez quería tener más y más poder sobre él.

  • Hola, guapo – dije soltando el maletín – Hoy tengo buenas noticias, te invito a cenar a un sitio chic.

  • Oh, ¿algo que celebrar?

  • Sí, pero no seas ansioso je, je ¡venga, vete a vestirte! No querrás salir así a la calle...

  • Me pondré el traje.

En un santiamén llegamos al lugar. Era mi restaurante italiano favorito. Sé que a Dani no le hacía mucha gracia la comida italiana pero pensé <>, me lo merezco. Además, no dijo ni pio. Estaba atractivo enfundado en su traje de trabajo.

Cuando estuvimos comiendo nos echamos un par de miradas furtivas. Traviesa, miré para los lados asegurándome que nadie nos miraba y por debajo de la mesa comencé a acariciarle la entrepierna con uno de mis pies. Él, de pronto, se dio cuenta y se quedó parado.

  • ¿Te gusta?

  • Me encanta... - dijo totalmente cortado.

<< Parece que los días en castidad han hecho efecto. Ahora se excita a la mínima y eso que sólo le rozo los huevos por encima del pantalón...>> Cuando hubimos terminado, pedí champán y levanté la copa para brindar. Chocamos los vasos y se lo solté casi al instante:

  • Ya puedes darle las felicitaciones a la nueva jefa de proyectos, je, je.

Dani abrió lo ojos como platos y presentó una sonrisa totalmente sincera.

  • ¡Enhorabuena, cariño! No te merecías menos. Sé todo el tiempo que has luchado por ese puesto.

  • ¡Pues sí! Estoy contentísima. Imagínate que he tenido que esperar a que echaran al idiota de Martín.

  • Pues me alegro mucho.

Después de cenar nos fuimos a casa. A pesar de ser viernes, yo andaba algo cansada. Además, me había achispado un poco el champán y no veía el momento de quitarme los taconazos y las medias.

Cuando llegamos, ya entrada la noche, nos fuimos al dormitorio. Yo me desnudé y entré al cuarto de baño para asearme y lavarme los dientes. Me llevé una sorpresa cuando salí y me lo encontré totalmente desnudo, a excepción de su cinturón, tumbado sobre la cama con una sonrisa de oreja a oreja.

  • ¿Eh?

  • Me dijiste que el fin de semana, si me portaba bien, tendría premio. Además hay que celebrarlo, ¿no te apetece?

Me lo pensé dos veces. Estaba cansadísima y la verdad es que en ese momento sólo quería relajarme. Algo excitada si que estaba, aunque no fuera por los motivos que él pensaba. Decidí ser buena y recompensarle por sus esfuerzos. Apoyé mi pierna derecha sobre la cama. Desde hacía días llevaba la llavecita de su CB en la cadena del tobillo, a la vista de todo el mundo.

Poco a poco me la quité, y completamente desnuda, me senté encima de él para quitárselo.

  • Vale, pero tendrá que ser rapidito. Estoy cansada, cariño.

  • Claro, amor.

Veía su cara de excitación mientras metía la llave en el candado y liberaba su miembro después de una semana o más de castidad. No había contado los días. Observé como un condón de envoltorio plateado brillaba encima de la mesa.

En un momento, su miembro se irguió y se plantó firme como un mástil.

  • Primero caliéntame un poco, Dani.

Él se puso a lo suyo y levantándose comenzó a besarme y a acariciar mis pezones. Después paso a lamerlos y recorrió mi espalda a besos. Yo me fijé en su miembro. Decididamente a él no le hacían falta preliminares. Cuando estuve lista se puso el condón. Se apresuró a hacer la típica postura del misionero cuando recordé una de las enseñanzas de Lilith...

  • ¡Así no! Si quieres follar a partir de ahora tendrá que ser bajo mis términos. Ponte abajo.

Automáticamente y sin rechistar, se tumbó boca arriba, dejándome terreno para sentarme a horcajadas sobre su miembro, pero nada me preparaba para lo que vendría a continuación...