El viaje en moto

Lo que nos pasó a mi mujer y a mi en un viaje en moto hacia la playa. Un viaje bien morboso.

Hola a todo este es mi primer escrito y espero que les guste.

Mi nombre es Ricardo, tengo 34 años y mi mujer Belén tiene 33. Somos una pareja alegre, bien posicionada (gracias a Dios, y por el trabajo que ambos hacemos en la empresa) Ambos trabajamos en una empresa de Promoción y venta de pisos, con lo que el boom urbanístico nos ha cogido en plena vorágine de trabajo y así hemos podido comprar caprichos para los dos.

Uno de esto capricho fue mi moto. Una Ducatti 900. Roja Ferrari, una pasada.

Siempre habíamos sido una pareja que os gustaba mucho el aire libre, ya que vivimos muy cerca de los Pirineos Aragoneses, y aprovechábamos cualquier fiesta para montar en la reluciente moto y circular como posesos por las carreteras de montaña.

En unas de estas salidas en las que teníamos 3 días de asueto, decidimos ir a la playa, en vez de a la montaña.

Circulando a casi todo lo que daba la moto, y jugándome los puntos y retirada de carnet, partimos un viernes a la 16:00, después de cerrar la empresa, y hacer cierres y cosas por el estilo que hacemos todos los finde.

Yo cuando monto en la moto, lo hago como si corriese un Gran Premio. Es decir mi mono acolchado de cuero negro y protecciones totales.

Belén también usa mono. Pero a ella le queda divino. Mide 174 centimetros tiene una 110 de pecho 65 de cintura y 90 de caderas. ¡Si hacéis del dibujo sale como un cañón de tía! Y la verdad, que no es por que sea mi mujer pero esta como un queso. Cuando lleva el mono negro. Sus tetas parecen querer romper el cuero. Las tiene grandes y duras gracias al ejercicio que hace. Un pezón oscuro y grande, que cuando se excita se le ponen punteros y súper salidos. El culo es, para mí perfecto, buenos cachetes y duros de trabajar en el gimnasio.

Circulábamos dirección tarragona por la autopista Zaragoza-Lérida. Circulando por el carril izquierdo a toda velocidad.

Paramos en una estación de servicio a repostar y tomar un café. En cuanto entramos la gente que había en el establecimiento, se volvió. Y todo se fijaron en Belén, ya que se había quitado el casco y lucia su media melena rubia, sus ojos verdes llenos de pestañas, y su boca sensual roja, aparte de que se bajo la cremallera del mono un poco para apaliar el calor, con lo que dejaba ver el canalillo y parte de sus tetas.

Nada más entrar me pude fijar en dos tipos que parecían extranjeros de esos que mueven grandes camiones por Europa. Uno debía ser alemán o del este, porqué era grande (yo mido 185) y me pasaba algo, pero los brazos pecho y espalda eran el doble que los míos, y uno más bajo moreno muy moreno algún moro.

En cuanto la vieron casi se les cae la consumación. No apartaron la vista de su escote y de su pedazo de culo. Yo me di cuenta y Belén también.

Tomamos algo rápido y seguimos hacia nuestro destino. A los 40 kilómetros más o menos, la moto dijo Basta. Aun tuvimos suerte porque pudimos alcanzar esas áreas de servicio que hay en las autopistas.

Mire el motor, mire todo lo que podía, pero al cabo de 2 horas no había nada que hacer, estaba atardeciendo, casi de noche, y ya nos habíamos preparado a pasar la noche allí con nuestra tienda de campaña. Aun me acerque a la carretera para mirar si pasaba otro motero para ayudarme pero no pasaban y los coches no paraban.

Al final, casi media hora después con la noche ya entrada, vi. Unos faros que se acercaban y no dude en pedirles ayuda.

-¡PAREN, PAREN!-grité.

Los faros se habían convertido en un camión de gran tonelaje.

¿Qué problema hay? –pregunto un rubio que luego caí que era el de la Estación-

La moto se ha parado.

A ver, yo sé mecánica.

Ahí la tienes.

Bajaron los dos, y efectivamente eran los del bar ya que cuando vieron a Belén pase a un segundo plano.

Belén se empezó a encontrar incomoda ante las insolentes miradas de los dos camioneros y comenzó a plantar nuestra tienda en unos pinos que había en el área de servicio. En cuanto termino volvió al grupo que mirábamos la moto intentando arreglarla.

tengo frió

Si quieres puedes ir a nuestra cabina hasta que terminemos- dijo el rubio-

Gracias.

Y Belén se subió al camión mientras nosotros seguíamos con la moto.

Al rato el moro se fue a mear o eso dijo, ya que según luego me dijo Belén, no fue a mear.

Hola soy Belén y ahora escribo yo lo que pasó.

Después de sentir frió, cosa que le dije a Ricardo, me encamine, como el rubio me había dicho, a la cabina del camión. Mi sorpresa fue mayúscula pues dentro de la cabina había una temperatura muy buena que enseguida me quito los escalofríos.

Yo observaba a los tres hombres intentar poner en marcha la Ducatti cuando me dí cuenta que detrás de los asientos había una confortable cama. Sin más aproveche para relajarme, tanto que quede dormida.

Al rato note que unos dedos hábiles me empezaban a tocar la entrepierna. Como llevaba el traje de cuero tenia que hacer fuerza para notar algo. Pensaba, -joder con Ricardito- pero esos dedos masajeaban mi panocha hasta que me empecé a calentar. Rápidamente esos dedos me bajaron la cremallera del pantalón y empezaron a sobarme de lo lindo. Yo empecé a respirar más agitadamente por la excitación que me producía el contacto de esos dedos con mi clítoris y sus intentos de meterse en coño. Yo ya estaba excitada y muy húmeda, cuando coloque el cuerpo para que me pudiese meter mano mejor. Cuando noto que Ricardo ha subido y cerrado la puerta del camión abro los ojos y me encuentro dos ojos negros muy grandes con una boca que babeaba, mientras ya me había introducido dos dedos y masajeaba febrilmente mi clírotis.

Mi sorpresa fue mayúscula. Con una mano me tapaba la boca y con la otra me estaba haciendo llegar orgasmo.

¡Te voy a follar blanquita! Me dijo el moro

Baja que nos van a ver-

No mira como tengo la polla desde que te vi. en el bar.

Mire esa polla y era la mas grande y gruesa que había visto

Veinte centímetros por siete ¿te gusta?

Cuando la mire me empezaron a llegar las oleadas de placer que el moro me estaba dando con la mano.

Te voy a follar ahora.

Ya no dije nada. Con sus musculosos brazos me levantó como una muñeca y me deshizo de los ajustados pantalones y las bragas. Mientras se subía a la cama me abrió la cazadora del todo y me remando la camiseta de tirantes hasta dejar al aire mis preciosas tetas. Rápidamente se apodero de una mientras me chupaba vorazmente la otra. Yo alargue el brazo y le cogí el pene. Era enorme, Ricardo tiene buna polla pero esta era espectacular.

Se puso encima de mí y con una maniobra enloquecedora, me paso su pija por la raja de arriba abajo a una velocidad increíble. Yo notaba como me venia otro orgasmo, le suplique al moro que me la metiera ya. Y lo hizo de un empentón. Un grito ahogado quiso salir de mi garganta pero me encontré con su ruda mano. Notaba como sus pelotas golpeaban mi duro culo. Yo a esas alturas ya le había pasado las piernas por la espalda y ayudaba al moro a que me diera todo lo fuerte que quisiera. Mientras el me agarraba los pechos, los lamía, los succionaba. ¡ME CORRO, CABRON ME CORRO! El seguía martilleándome sin piedad, pero a cada embestida llegaba a otro cielo.

Luego el moro se tenso, saco la polla, si se corrió en mis braguitas que acababa de estrenar. Luego las doblo si se las guardo en el bolsillo trasero.

Esto es para mí-me dijo con una sonrisa burlona-

Corrió una cortinilla y se bajo del camión. Yo a la vez que súper cachonda con dos orgasmos en el cuerpo y con miedo, Ricardo afuera y me había regalado esa mañana las braguitas.

Mientras pensaba apareció Ricardo.

Cariño, baja. La moto esta rota. Tendremos que pasar la noche aquí.

¿aquí, solos? Pregunte.

No –contesto el rubio- nosotros pararemos igual aquí esta noche para que estéis más seguros, la noche en esta autopista es mala.

Vale deacuerdo.

Ricardo y yo nos fuimos hacia el pinar que había en el área de descanso a montar allí la tienda. No nos costo mucho tiempo porque es de iglú. Cenamos algo y ya nos deponíamos a ir al sobre. Cuando recordé que no llevaba bragas. Esto lo pude solucionar diciendo a Ricardo que tenia frió.

No hicimos el amor tampoco, ya que aduje que los camioneros nos podían ver. Y nos dispusimos a dormir. Al rato, miro a ver si esta dormido Ricardo y a tientas busco una braga para ponérmela. La encuentro, cojo una linterna, y salgo de la tienda para ponérmela. Me separo unos metros de ella unos 15 no quería que la luz despertase a Ricardo. Estoy bajándome los pantalones ya la tenia en los tobillos cuando oigo un ruido. Alumbro asustada hacia donde venia. Y me encuentro al rubio, como Adonis, desnudo, solo con las botas, con un pene largo pero mucho más fino que el moro.

Me lo ha contado todo mi compañero. Voy a follarte yo ahora.

Sin tiempo para reaccionar, me metió la polla en la boca mientras me tocaba las tetas como solo Ricardo sabia hacerlo. A los tres segundos ya estaba rendida. En cuclillas chapándole la polla a un holandés, rubio guapo, y el tocándome las tetas de una manera que me llevaba a la luna.

Me saco la polla, me alzó, me dio la vuelta y se me puso a comer el chocho como un poseso. Yo volví a meterme la polla que chupaba con gran ansia ya que el rubio sabia comer, ¡y de que manera! Un coño.

Lugo me tumbo, me rasgo la camiseta y dejo mis melones al aire. Se lanzo a por ellos como si fuera el fin del mundo. Me los chupaba, mordía, besaba mientras ya había acomodado su polla en mí. Luego cambiamos de posición. Me puse a cuatro patas y me follo con tal fuerza que tenia que morderme los labios para no despertar a Ricardo. Estaba ya en el orgasmo cuando al levantar la cabeza para tomar aire me encuentro la polla del moro, aun babeando, a escasos centimetros de mi cara. La cojo y me la pongo a chupar. El holandés prefirió cambiar de agujero. Y sin dilación me la clavo hasta la empuñadura, cosa que hizo que gritase y dejara de chapársela al moro. De pronto el holandés se tumbo bocarriba y yo ensartada en su pene por el culo. El moro con una mirada de lujuria se acerco. Y se me puso a chupar el coño. Estaba en la gloria. El holandés me trajinaba el culo, y el moro me comía el chocho. Los orgasmos iban ya encadenándose. Cuando noto que el moro se tumba encima mío y me penetra con furia. Mis alaridos se tenían que oír a 10 kilómetros. Ya no me importaba nada. Solo recibir y dar placer a esos dos fornidos desconocidos.

De repente una luz nos enfoco. Allí estábamos tres personas posesas de sexo. Por un momento paramos ya que nos deslumbraba. A los segundos salios del resplandor Ricardo, que con su polla como una estaca se acercaba hasta nosotros

¡MIRA QUE ERES PUTA, VICIOSA!

Cuando iba a contestar me metió su polla en la boca, cosa que hizo que los dos extranjeros siguieran cojiendo ritmo.

El Rubio con un bufido y unos movimientos eléctricos se corrió en mi culo llenándome las entrañas. El moro, casi al mismo tiempo, se saco la polla y termino una buena corrida sobre mi cuerpo. Y Ricardo se corrió como nunca antes se había corrido, ya que no me daba abasto a tragarme su leche.

Y esto es lo que nos pasó espero que le haya gustado.