El viaje de María (segunda parte)

Maria regresa de las vacaciones. ¿olvidara a Marc?

Septiembre trajo el fin de las vacaciones y la monotonía. Carlos empezó a viajar por su trabajo, y yo repartía mi tiempo entre el trabajo en la oficina y la casa. Algún fin de semana que no estaba Carlos, salía con mis amigas. Pero no disfrutaba. Echaba de menos a Marc, a pesar de que fui yo quien cortó la relación. Le dije que no podía ser, que quería a mi marido y que no podía hacerle daño. Marc, insistió, pero volví a Madrid, sin ni siquiera darle un beso de despedida. No quería hacerle más daño ni hacérmelo a mi misma.

Cuando estaba sola, recordaba los días que pasé junto a el. Unos días maravillosos:

-Que te parece, terminar las vacaciones juntos en mi casa?,- me preguntó Marc.

Le miré, y asentí. Me apetecía muchísimo. Les dije a Juana y Paco, que dejaba el hotel, que tenía que regresar a Madrid. Me despedí de ellos y me subí en mi coche. Me dirigí a casa de Marc. Allí estaba, tan sexy como siempre, esperándome. Nos fuimos a Huesca, donde tenía un pequeño apartamento. Durante el viaje, me contó aspectos de su vida que no conocía. Su edad, 56 años, diez más que yo aunque aparentaba menos. Dueño de una empresa de productos ecológicos que exportaba a Oriente medio y Asia. Una relación estable de  quince años que acabó porque ella no quería hijos. Me gustaba escucharle, esa voz tan sensual que me excitaba con oírla.

-Ya hemos llegado,-me dijo mientras me besaba en los labios.

Era una urbanización nueva a las afueras de Huesca, el apartamento donde vivía Marc, era moderno, una cocina americana, una habitación y un baño en el que había una bañera-jacuzzi.

-¿Quieres probarlo?,- me preguntó mientras miraba el jacuzzi.

-Por supuesto que sí, y ahora mismo si se puede. – le dije con una mirada llena de  lujuria.

Se acercó a mí, y fue quitándome la ropa, al tiempo que me acariciaba, desde mi cuello, bajando por mis pechos, mi vientre, sus dedos se deslizaron hasta mi pubis, me abrió las piernas y empezó a jugar con mi clítoris, acariciándole, golpeándolo con suavidad. Como si yo fuera un bebé, me sumergió en la bañera, con sus manos empezó a rozar mi piel, enjabonándome despacio.

-Marc, hazme tuya, -le dije.

-Shhhhh, sin prisa, quiero que goces, -me contestó.

Tras unos minutos, me puso de pie en la bañera y me sacó de ella. En sus brazos me llevó hasta la cama y me tumbó. Empezó a secarme con un pañuelo de seda, que solo con rozarme, me erizaba la piel. Las zonas que secaba las lamia después. Al llegar al pubis, introdujo dos dedos en mi vagina y uno en mi ano, y empezó a moverlos con movimientos primero lentos y después aumentando la frecuencia. Estaba excitadísima, quería que me penetrara.

-Follame, por favor, necesito sentirte,- le suplique.

El me sonrió, le vi excitado, la imagen de su pene erecto me excito aun más. Se  tumbó sobre mí, y me penetró. Juntos nos movíamos al mismo ritmo, queríamos saciarnos, parecíamos lobos hambrientos, uno del otro. Llegamos al clímax juntos. Nos quedamos abrazados sin hablar, solo sintiendo nuestra piel.

Fueron cinco días maravillosos, no quería que acabara, pero no todos los cuentos tienen final feliz, y  mi historia con Marc, tampoco lo tuvo.

-Maria, quedaté conmigo, me dijo después de hacer el amor.

-Marc, no puedo y lo sabes,-le respondí.

Vi tristeza en su mirada. No lo volvió a plantear. Llegó el dia de mi partida. Bajó conmigo al coche, y me ayudo a meter el equipaje en el maletero. Antes de subir al coche, nos miramos a los ojos. Sin decir nada, solo mirándonos.

-Maria….,-dijo.

-Adios Marc, y arranqué sin mirar atrás.

El tiempo ayuda, y me fue ayudando a tolerar mejor el recuerdo de Marc, hasta que un dia en la oficina,Susi, una compañera forofa de la revista Ecos de Sociedad, dijo:

-Ay que ver, que glamur tiene esta gente. Y algunos de estos ricos que buenorros están.

Me reí con su comentario, y seguí trabajando. A la hora del café cogi la revista y la eche un vistazo. Fui pasando las páginas, sin ningún interés, hasta que una foto me acelero el pulso.

Marc, ahí estaba, con un esmoquin que le sentaba de maravilla. Le habían concedido un premio al mejor empresario del año. Con una sonrisa radiante, y del brazo de una rubia despampanante. Sentí un sentimiento que no supe identificar, ¿ celos?.

-No seas estúpida,- me dijo raci, que de nuevo aparecía.

-Y por que no ,- contesto visce.

Entones me pregunte a mí misma, ¿estás enamorada?, o solo estas colgada de un tío que te da lo que necesitas en el sexo. Un torbellino de sensaciones me invadió. Estaba echa un lio. Y si Marc, tenía una nueva pareja, si me había olvidado ya, que era lo más probable.

Tome las riendas, y obligue a visce y raci, que enmudecieran, y tal como dijo Escarlata en Lo que el viento se llevo, me dije:

-Mañana lo pensare, mañana será un nuevo día.