El viaje

Despues de aquella primera experiencia esta de más decir que los viajes se me hicieron aventuras sexuales y alimento diario para mis fantasías.

Hola a todos amigos y amigas, esta es la segunda vez que escribo y espero más comentarios

en mi mail, trataré de contestar a todos y desde ya agradezco las críticas recibidas.

Para los que leen por primera vez pueden ver mi primer relato El inicio para saber como empezó todo; espero que les guste.

Después de aquella primera experiencia, esta por demás decir que los viajes se me hicieron aventuras sexuales y alimento diario para mis fantasías que más tarde convertía en largas sesiones masturbatorias para descargar la calentura que me provocaban los roces y está claro que me convertí en un adorador de las colas femeninas que me provocaban tanto placer.

En un principio me subía a los transportes llenos al azar por la hora pico tratando de ubicar alguna señorita dispuesta a dejarme disfrutar de la dureza de sus glúteos pero pronto comprobé que muchas veces no encontraba ninguna en el transporte así que opte por buscar la mejor de entre los que hacían la fila y esperar a subirme con ella ya que yo no quería ir a ningún destino fijo y mi viaje era solo en busca de placer; así es que mientras la mayoría de mis compañeros de clase se estimulaban con revistas y la imaginación, yo esperaba ansioso la salida del colegio para tomar mi transporte al gozo para contarles después a ellos las sensaciones que había cosechado.

La salida del colegio era un momento ideal ya que era hora de colectivos llenos y salida también de los colegios de señoritas aledaños y siempre se podía elegir entre muchas de las que consideraba en ese momento mis favoritas; las había de escuela privada con sus uniformes de pollera gris a tablas y camisa blanca, con medias tres cuartos o de escuela pública que usaban polleras o pantalones de jeans con su guardapolvo blanco que tenia una abertura en la parte de atrás que permitía ver y meter la mano directamente en el pantalón o la pollera para recorrer las deliciosas curvas que se empezaban a formar en estas señoritas ; pero eso sí las más buscadas eran las que vestían uniforme de gimnasia porque nada se comparaba a la finura de esos pantalones y si era verano muchas hasta viajaban en shorts por el calor con lo que el placer al tacto y al roce aumentaba considerablemente.

Fue entonces que viví innumerables experiencias en aquellas tardes de las que recuerdo con agrado muchas que todavía hoy me arrancan feroces erecciones.

Había elegido por aquel entonces tomar con frecuencia el colectivo 126 que paraba en la esquina de mi escuela, por lo lleno que venía y por la cantidad de escolares femeninas que transportaba por lo que si fallaba con la elección antes de subirme siempre podía encontrar alguna compañera de viaje accesible y sobre todo que la mayoría de las veces el viaje era largo porque en ese momento no había tantas escuelas especializadas y acceder a alguna de ellas implicaba trasladarse hasta a veces una hora en colectivo desde la casa por lo que la relación casual se prolongaba y así también el calor, la excitación y los "permisos" de las chicas para hacerles cosas .

Como todos los días salí de la escuela y me dirigí a la esquina donde paraba el colectivo para esperar y elegir a la chica en cuestión; había varias y ya me estaba tocando con la mano en el bolsillo, el miembro que liberaba de los bóxer para que solo el pantalón me cubriera y se notara aun más mi bulto, práctica que muchas veces me dio buenos resultados.

En esas estaba cuando note que una chica me miraba de reojo mientras me masajeaba con la mano en el bolsillo, mi erección era notable pero a la chica no le había prestado atención ya que mi elegida era de pollera sobre la rodilla, un poco más grande que yo en edad porque la altura de la pollera te dejaba deducir si estaba en los primeros años o los últimos como así también si estaban maquilladas; esta nena era un magnifico ejemplar su pollera se levantaba levemente en la parte posterior lo que me hacía imaginar una cola hermosa y bien parada, se había soltado el cabello de color castaño y le caía en los hombros, su boca era carnosa y bien roja lo que contrastaba con su tez blanca y sus ojos oscuros, sus rasgos eran un poco duros pero no inocentes. Estaba apoyada con uno de sus hombros contra la parada del bus, inclinando la cadera en exceso hacia un costado y detrás de su camisa entreabierta en los últimos botones se notaban por la transparencia de la tela sus pechos pequeños pero tentadores dentro de un sujetador color carne.

La chica que me miraba, por el contrario llevaba un guardapolvo que no me dejaba ver mucho y pantalones de Jean que aunque ajustados no invitaban mucho lo único que llamaba la atención en esta muchacha era su forma de mirar; con los ojos entrecerrados y la boca abierta a medias por la que en ocasiones pasaba su lengua suavemente llenándola de humedad.

Habiendo ya elegido a mi compañera de viaje esperé a que se decidiera a subir al colectivo que venía llegando atestado de gente, primero subió al que me miraba, luego ella y atrás yo repegando mi pecho en su cola en la escalinata de ascenso para comprobar si lo que mis ojos habían visto era verdad, yo llevaba una camisa sola encima del cuerpo así que sentí su firmeza y también la tibieza de sus nalgas y lo sorprendente fue que no se retiro del asedio, solo volteo de reojo y comprobó que me venían empujando para subir así que ascendio un escalón más cuando pudo quedando ya para sacar el pasaje y yo detrás de ella esperando mi turno, apoye lentamente mi pelvis en medio de su cola que en esos segundos me dio una exquisita sensación, la chica se acomodo tomándose del pasamanos pegado al techo y yo igual , cerca de ella esperando mi oportunidad para pasarme atrás y volver a gozar de sus encantos, lo importante en estos casos es tener paciencia y no apresurar el contacto para ser mejor aceptado.