El viaje a solas de mi novia (parte 1 de 2)

Mi novia se va de viaje sola, en principio… Pero tiene mi permiso para follarse a quien quiera.

Lo que os voy a contar ocurrió después de lo que conté en un relato anterior (Prestando a mi novia a un amigo) del que dejo el enlace abajo. De todos modos, también os dejo un resumen por si preferís leer este sin leer el anterior.

Enlace al relato anterior:

https://www.todorelatos.com/relato/170899/

Resumen:

Mi novia y mi amigo Pedro llevaban unos meses coqueteando. Un día cuando vienen amigos a dormir a casa, acabamos Pedro y yo follándonos por turnos a mi novia María a escondidas.

Siguiendo con lo que ocurrió: La vida tiene esas cosas, y Pedro tuvo que marcharse por trabajo a otra ciudad, así que dejamos de vernos. Se mantenía algún contacto por móvil e internet, pero poca cosa. Además, Pedro ahora tenía novia, así que dejó de coquetear con mi novia María.

Por otro lado, ocurrió que mi novia tenía que irse por trabajo a otra ciudad durante unas semanas, junto con otra gente de su empresa.

-          Llévate la caja de condones – le dije yo mientras hacía el equipaje.

-          ¿Tan claro lo tienes? – rió María.

-          Mujer, va Carlos – contesté yo, sorprendido ante su respuesta - ¿No me dijiste que te echaba indirectas?

-          Sí, pero… ¡Yo qué sé! – sonrió ella, poniéndose colorada.

Le puse la caja de condones en la maleta.

-          Bueno, yo te los pongo por si acaso, que no me fío de ese Carlos – insistí yo.

-          ¿Por? – preguntó ella.

-          Tiene pinta de ligón, a saber dónde la habrá metido… Ese es de los de condón obligatorio – le dije mirándola.

-          Ah, ya, sí, en ese sentido sí, no te preocupes. Tampoco tengo claro que haga nada con él – rió María.

-          Ya lo veremos, que estos viajes trastornan a la gente, ya lo sabes… - concluí yo.

María se fue de viaje. Los primeros días pasaron sin novedad, trabajando, poco tiempo libre, hablábamos por teléfono y nos mandábamos mensajes, nada extraño. Cuando llegó el sábado por la noche recibí un mensaje al móvil de María:

María: ¿Cómo estás? ¿Estás ocupado?

Yo: No, cuenta, dime.

María: Que hemos salido a cenar, hemos estado bebiendo luego… Algunos han seguido de fiesta pero yo me sentía algo mareada y he vuelto… Y ahora sido algo mareada pero muy cachonda, estoy toda húmeda yo sola aquí…

Yo: La pena es que me pillas un poco lejos, unos cientos de kilómetros… ¿Cómo te puedo ayudar?

María: Estoy muy excitada y muy mareada, todo…

Yo: Si quieres tócate y mientras hablamos.

María: Quiero polla.

María: Quiero follar.

Sonreí, recordando la conversación haciendo la maleta. Es que no era la primera vez que ocurría algo así, cuando se combinaba alcohol y altas horas de la noche, María podía ponerse realmente excitada. Le escribí otro mensaje:

Yo: Pues… ¿No tienes a nadie a mano?

María: Ahora mismo no.

Yo: ¿Y si le escribes a alguien? ¿No está Carlos por ahí?

María: No sé dónde está Carlos, se iba de fiesta también, creo.

Yo: ¿Y algún otro?

María: No hay buenos candidatos.

Yo: Bueno, pues escríbele a Carlos. No hay otra.

Hubo una larga pausa. Temí que se hubiera dormido o que hubiese hecho alguna locura. Al rato finalmente me llegó un mensaje suyo:

María: No sé qué decirle a Carlos.

Yo: Pues… Ahí ya depende de lo directa que quieras ser, tú eres quien lo conoce, tú sabrás.

María: Ayúdame.

Yo: ¿Que te diga qué decirle para que venga a follarte?

María: Sí, porfa.

Me quedé parado mirando la pantalla del móvil por lo surrealista de la situación. Entre el “sí”, y el “porfa”…

Yo: Pregúntale dónde está, eso lo primero, y así descartamos si no.

María: Vale.

María: Me ha contestado, que está en un pub.

Yo: Venga, es tuyo, dile.

María: Ayúdame.

Yo: ¿En serio?

María: Sí.

María: A la vuelta te lo compensaré, prometido.

Yo: No te preocupes, a ver, te digo… Déjame pensar, que yo tampoco conozco a Carlos, solo lo conozco por lo que me cuentas de él.

Yo: Dile que estás en el hotel y que estás algo mareada, que aun no te apetece ir a dormir pero que te gustaría compañía.

Yo: ¿Así bien?

María: Vale, se lo digo.

Pasaron unos minutos, en los que seguimos charlando de cosas calenturientas, hasta que llegó una respuesta:

María: Dice que viene, que tardará un poco pero que ya viene de camino.

Yo: Ahí lo tienes, pásalo bien jajaja

María: ¿No te sabe mal?

Yo: Estoy bien, no te preocupes, tú pásalo bien. Luego me cuentas qué tal.

María: Gracias por todo. Te quiero.

Yo: Te quiero, deja de preocuparte y enséñale lo que es bueno a ese Carlos.

Otro rato pasó hasta que recibí un mensaje, esta vez con una foto: María estaba frente al espejo, vestida con su pijama de verano, que era un pantaloncito corto y una camiseta de tirantes escotada. Se notaba que no llevaba sujetador debajo. Había texto bajo la foto:

María: Lo voy a recibir así… ¿bien?

Yo: Estás para comerte.

Un par de minutos después volvió a escribirme:

María: Le he enviado la foto también a Pedro, y le he dicho que estaba en la ciudad, solita, pero que desearía que alguien me follase.

Yo: Sí que vas fuerte tú hoy jajajaja

Después de intercambiar esos mensajes, no me dijo nada más hasta un rato después. Para que podáis saberlo bien, os cuento lo que me contó ella más tarde.

María esperaba a Carlos tumbada en la cama, tocándose con la mano metida en los pantalones. Cuando por fin llamaron a la puerta, se levantó a abrir.

- Hola Carlos – saludó María.

Él se quedó parado por momentos, mirándola de arriba a abajo, antes de entrar en la habitación. Después los dos se quedaron en el pasillo, en un momento de tensión. Carlos se acercó, pero María se deslizó, esquivándole y yendo hacia la cama.

- Estoy muy mareada como para dar vueltas por ahí, mejor tumbada – le advirtió María.

Carlos no protestó y la siguió, sentándose en el borde a los pies de la cama, con María tumbada en medio.

- Ven, siéntate cómodo aquí, con la almohada – ofreció María, poniendo la almohada pegada a la pared, en la cabecera de la cama.

Él le hizo caso, y ella al momento cogió el mando de la tele, encendiéndola.

- Vamos a ver qué hacen – dijo María.

La cara de Carlos era de desconcierto y contrariedad. Antes de que pudiera quejarse o preguntar, María se tumbó más cerca de él, apoyando la cabeza en su torso, permitiendo que la rodease con el brazo por la cintura.

- Gracias por venir – susurró María, sin mirarle, somnolienta.

- De nada – suspiró Carlos.

Unos segundos después, María volvió a hablar:

- Me sabe mal que hayas venido a hacerme compañía… - dijo María.

Carlos no contestó.

- ¿Sabes? – empezó a decirle María – quizás deberías tener una compensación…

Junto con sus palabras, María deslizó su mano por el torso de Carlos, llegando a sus pantalones, palpando su entrepierna. Carlos deslizó una mano por debajo de la camiseta de ella, llegando hasta tocarle uno de sus pechos. Sintiendo que él ya tenía el pene bien duro, María le bajó los pantalones, liberando el miembro, empezando a pajearle. Ella se giró, mirándole, acercando su boca al pene:

- ¿Te gusta esta compensación? – preguntó María, dándole un beso en el glande.

- Bufff, mucho, lo estaba deseando – respondió él.

María empezó a mamársela sin dejar de mirarle a los ojos, mientras él le subía la camiseta dejando al descubierto sus tetas, tocándoselas, y luego bajándole el pantalón, acariciando su coño ya húmedo. Ante las atenciones ella se aceleró con la boca, haciendo que Carlos gimiese del gusto.

- ¿Sabes? Tendrás que decidir… – habló María, lamiéndole el pene mientras –  o sigo y te corres en mi boca o follamos.

Antes de que Carlos pudiera responder, María se la metió entera en la boca, hasta el final, aguantando ahí unos segundos, moviendo su lengua, hasta que se apartó, pero para de nuevo volver a repetir la maniobra. Cuando se apartó por segunda vez le habló:

- Decide… ¿Te corres en mi boca o follamos? – le dijo, mirándole a los ojos mientras se metía el pene en la boca, dejando que se notase en su mejilla el bulto.

- Follamos – contestó Carlos, mirándola con deseo.

Como respuesta, María volvió a subir y bajar por el pene hasta el final varias veces más, haciendo a Carlos gemir y aferrarse a las sábanas. Había dejado hasta de tocarla a ella, extasiado.

- ¿Seguro? ¿No quieres cambiar? – preguntó María, parando un momento.

- Joder ¿pero cómo la chupas así? – dijo Carlos, sorprendido.

- ¿Así cómo? – preguntó María, antes de volvérsela a meter entera - ¿A que me deje follar la garganta te refieres?

- Ufff… - suspiró Carlos – me tienes a punto de correrme…

María se hizo la sorprendida, alejándose un poco del pene.

- Disculpa, no lo sabía… - rió, luego volviendo a acercarse poco a poco, besándole en el muslo, llegando hasta la base del pene – bueno, y volviendo a mi pregunta, te la hago de otra manera: ¿Quieres follarte mi garganta, mi coño o mi culo? Yo te ofrezco todo, y ya me dices… - dijo, deslizando su lengua por el pene – yo mientras me quedo por aquí, despacito, que no te corras…

- Bufff… Qué gusto… - suspiraba él.

Junto con su lengua, María empezó a acariciar también los huevos de Carlos, mirándole.

- ¿Te decides? ¿Dónde te quieres correr? – le sonrió María, deslizando los labios por el pene.

- ¡Me corro ya! – avisó Carlos.

Un chorro de semen salió disparado contra la mejilla de María, pero enseguida ella rodeó con sus labios el pene, metiéndoselo entero en la boca, recibiendo el resto de la corrida en las profundidades de su boca.

- Joder, joder, joder… - suspiraba Carlos.

María se apartó de él, terminando de tragar, para mirarlo lujuriosa:

- Al final no te has decidido – se rió ella – pero por suerte para ti, hay una segunda oportunidad, si la quieres…

- Bufff…la quiero, la quiero… - contestó Carlos, aun trastornado.

Ella se levantó de la cama, yendo hacia el baño.

- Cuando venga vemos tu segunda oportunidad… - dijo María.

Entró al baño y se limpió la corrida de la cara. También cogió el móvil para contarme que se la había chupado y que iba a follárselo.

Luego salió del baño María, colocándose entre las dos piernas de Carlos, donde estaba su pene medio flácido. Carlos le miró con cierto apuro:

- Enseguida se me vuelve a poner dura, yo puedo seguir – afirmó él, empezando a masturbarse.

- Deja, deja… - contestó ella, apartándole las manos – no tenemos prisa…

María se colocó a su lado, tumbada, lamiéndole el pene y dándole el mando a distancia de la televisión.

- Tú mira la tele, yo me encargo por aquí… - dijo María, chupándosela tranquilamente – y cuando la tengas bien dura, te prometo que te dejo follarme, no seré mala.

Se quedaron así un buen rato, sin prisa. A Carlos, quizás por los nervios, se le terminó bajando entera. Aun así, relajados, viendo la televisión e incluso riendo, el pene de pronto volvió a estar listo para la acción.

- Bueno… -pronunció María, acariciándole el miembro, terminándole de poner el condón - ¿Cómo me vas a querer follar?

- A cuatro patas – dijo sin dudas Carlos.

María se movió y se colocó en la cama como le había dicho. Carlos no esperó a colocarse detrás de ella, cogiéndole por el pelo con una mano y con la otra por su nalga, penetrándola sin contemplaciones. María estaba totalmente mojada, así que entraba sin problemas. Carlos empezó a follarla con fuerza: La sujetó de los hombros, luego de las tetas, acabando por penetrarla sonoramente sujetándola por las caderas. Los dos gemían sin complejos y sin importarles que pudieran oírles otros compañeros de trabajo.

- ¡Dame fuerte! ¡Córrete en mí! – gritó María, notando las pelotas de Carlos chocando con ella cada vez que se movía.

Carlos se aferró fuerte a sus nalgas, clavando los dedos, empujando con fuerza mientras llegaba al orgasmo en ella, escuchando a María gemir también.

Se tumbaron juntos al acabar.

- Qué polvazo… - suspiró Carlos - Cómo me pones, qué ganas tenía de follarte…

- Ha estado bien – rió María, levantándose y yendo hacia el baño.

Me habló por el móvil:

María: ¿Cómo vas? Por aquí acabamos de follar.

Yo: ¿Y me lo dices así?¿preguntándome antes cómo voy? jajaja ¿Vas un poco borracha?

María: No, ya menos, prometido.

Yo: Ya.

Yo: Bueno ¿qué tal?

María: Aun está en la habitación, ahora lo tiraré… Ha estado bien, me he quitado el antojo de polla jajaja pero no he llegado yo, y él tampoco se ha preocupado de que llegase, así que ahora cuando se vaya me tocaré… ¿Hablaremos mientras?

Yo: Sí, claro. Te espero.

María: Vale, enseguida te aviso.

Mi novia le dijo a Carlos que necesitaba dormir, así que el chico se marchó, a pesar de que protestó un poco para intentar quedarse a pasar la noche.

Un rato después, me llegó un mensaje de mi novia al móvil:

María: Oye, una cosa…

Yo: Dime

María: Pues que me ha contestado Pedro al mensaje que le mandé, el de la foto y aquello que le dije…

Yo: jajajaja

Yo: ¿Y qué tal?

María: Que dice que está justo de congreso estos días, está también por aquí. Su hotel está a la otra punta de la ciudad, pero aquí, a fin de cuentas.

Yo: ¡Oh! ¡Qué buena noticia! Hace un montón que no lo ves… Podríais quedar.

María: La cosa es que ha respondido a lo que le dije.

“Le he enviado la foto también a Pedro, y le he dicho que estaba en la ciudad, solita, pero que desearía que alguien me follase”.

Yo: ¿Y qué te ha dicho?

María: Pues que él nunca deja a una damisela en apuros sufriendo, que tiene su espada lista.

Yo: jajajajajaja

María: ¿Ahora qué hago?

María: Dios, que ya se me ha pasado un poco la borrachera, estoy tonta, que tiene novia Pedro…

Yo: ¿Pero no decías que te había contado que estaban mal y que ella se iba con otros pero que a él no le dejaba nada?

María: Ya, sí… Pero yo qué sé…

Yo: Elijas lo que elijas, no está mal.

María: ¡No sé qué hacerrrrrrrrr!

María: ¿Puedo no contestarle y decidirlo mañana?

Yo: Claro, faltaría más.

María: Se me han pasado las ganas de tocarme y todo.

Yo: ¿Y si hablamos un poco y así te calmas?

María: Vale, hablemos de lo que sea.

Estuvimos un rato charlando. Cuando se relajó, volvimos al plan original de que se masturbara mientras hablábamos por teléfono. Gimió tan alto que seguro que le escucharon en las habitaciones de al lado y ya se quedó tranquila.

Al día siguiente llegaría el momento de que María decidiese lo que iba a hacer con el tema de Pedro, con Carlos acechando en busca de una segunda ronda…