El viaje a las Islas Negras (01)
La ambición mueve montañas... y hechiceras también.
"El viaje a las Islas Negras"
La noche había caído sobre los grandes bosque de la provincia de Astar-keton. Muy al norte del país de Jilwer. Ahí, oculta para todos, estaba la guarida de los llamados "demonios del bosque negro". Ladrones y asesinos perseguidos por los soldados del rey Skillon, quien no se cansaba de ofrecer recompensas por aquellos malvados, a sabiendas de que nadie podría cobrarlas, ya que los bosques negros eran casi insondables. Además la guarida de los ladrones era un gran castillo tallado directamente sobre las rocas de un acantilado, lo cual lo hacía invisible a los ojos curiosos. Esa noche, los ladrones celebraban su más reciente hazaña, el secuestro de una de las princesas del reino vecino por la cual esperaban recibir un fuerte rescate.
Motivo por el cual todos se hallaban reunidos en el salón principal del castillo negro. El lugar, tallado en la misma roca, era singularmente oscuro, con una bóveda muy elevada y cubierta de hollín provocado por las grandes hogueras que ardían para dar luz y calor al recinto. Donde hombres de todas partes del mundo, miembros de la banda, se divertían sin freno, bebiendo vino y cerveza, comiendo ternera y cerdo en cantidades obscenas. Unos estaba sentados en rusticas mesas y sillas de madera, arrancando pedazos de carne con sus afilados cuchillos, otros luchaban como niños para demostrar quien era el más poderos. Algunos más se entretenían magueando a alguna de las pocas mujeres que integraban la servidumbre del castillo.
Pero aunque todos los presentes eran hombres poderosos, de grandes músculos y espadas de acero bien templado, ninguno se atrevía a molestar a su jefe. Trelong, un coloso de ébano de más de dos metros, cuya hacha de doble filo había partido a más de un guerrero por la mitad. Terlong era originario de las costas de un reino lejano, bandido desde niño, había logrado organizar a los ladrones de toda la comarca en un solo clan que mantenía el control sobre todos los bosques. El permanecía casi inmóvil, paseando la vista de un lado a otro de su corte de bárbaros, su cuerpo nervudo estaba pintado con extraños símbolos de color azul, sobre su cabeza y hombros descansaba una gran piel de oso negro cuyo cráneo usaba como corona. A la distancia parecía la estatua de un dios o demonio de tiempos remotos, solo el impaciente movimiento de sus dedos daba muestras de vida
En ese momento la gran puerta del salón se abrió y los dos corpulentos ladrones entraron arrastrando una pesada caja de enormes dimensiones, colocada sobre dos ruedas de madera. Al momento fueron recibidos por una ola de gritos y silbidos de protesta por parte de sus compañeros.
-¡Ya era hora!.-les gritaban.
Los dos llagaron al fin hasta el centro del salón y ahí abrieron uno de los lados de la caja.
-¡Ho poderoso!.-dijo el calvo Jetus dirigiéndose al negro rey de los ladrones.-Te hemos traído a las más hermosas bailarinas de todas las comarcas.-todos los presentes aplaudieron de gusto ante la promesa de compañía femenina. Terlong no respondió al saludo, pero con un suave ademán indico a los músicos que se encontraban cerca de su trono que tocaran algo. Estos comenzaron a tocar una melodía cadenciosa con sus largas flautas y tambores, en ese momento una bien torneada pierna emergió de la caja y juguetonamente dejo que todos la apreciarán.
Luego aparecieron en escena varias mujeres, todas hermosas y sensuales, que bailaban al ritmo de la música. De entre ellas destaca una en particular, de voluptuosa figura, alta y esbelta, de piel blanca y larga cabellera negra azabache. Sus piernas eran largas y bien formadas, sus pechos eran grandes y generosos, firmes como piezas de mármol. Sus brazos se movían graciosamente al ritmo de la música. Su única vestimenta era un delicado conjunto de velos rojos que parecían flotar alrededor de su cuerpo, solo el que cubría su cara estaba fijo é inamovible. La chica comenzó a bailar cada vez más rápido al ritmo de la música, superando en gracia y belleza a las demás; su cuerpo se contoneaba sensualmente. Los velos se abrían y cerraban dejando a los ladrones ver sus grandes senos blancos coronados por negros pezones, o bien dejando al descubierto sus nalgas firmes y carnosas. Los bandidos comenzaron a golpear las rusticas mesas con la empuñadura de sus dagas, siguiendo el ritmo de la danza, mientras la chica saltaba de una mesa a otra, dejando un velo en cada una.
Finalmente la chica quedo desnuda frente al trono negro de Terlong, arrodillada y con la cabeza baja, este la miro indiferente.
-¡No esta mal.-dijo mirando a al chica desnuda.-Acércate a mí.-ordeno el rey de los ladrones del bosque, la chica se levanto orgullosa, sin intentar cubrir sus encantos, y con pasos cadenciosos avanzo hacia él. Mientras los demás se apropiaban del resto de las chicas. Sin embargo, antes de que Terlong pusiera una mano sobre la sensual bailarina una voz resonó por todo el salón.
-¡ESPERO QUE HALLAN DISFRUTADO LA FIESTA!. ¡PUES PARA USTEDES HA SIDO LA ÚLTIMA! -todos se pusieron de pie y sacaron sus espadas. Mirando hacia todas direcciones, para tratar de descubrí de donde provenía aquella voz.
-¡QUIEN OSA DESAFIAR A TERLONG!.-grito el gigante negro tomando en su mano su hacha asesina.
-¡YO TE DESAFIÓ!.-entonces los ladrones pudieron ver a una chica, de unos 16 años, de cuerpo menudo y larga cabellera pelirroja. Vestida con un curioso atuendo guerrero. Botas de piel y pantalones de cuero, sujetos por un grueso cinturón del cual colgaba una fina espada; una camisa ajustada provista de dos pesadas hombreras de las cuales colgaba una larga capa negra. Llevaba puestos unos gruesos guantes de piel, uno de ellos adornado con un redondo rubí, por un momento nadie pudo ver su rostro hasta que ella se planto ante los ladrones. Era chica linda, de facciones semi infantiles y grandes ojos verdes, su rostro denotaba una gran confianza en su victoria.
Los ladrones la miraron de arriba abajo y poco a poco comenzaron a reír, después de todo que podía hacer esa chica menuda y de estatura baja contra ellos.
-¡Tu carne alimentara a los lobos!.-grito uno al tiempo de lanzarse contra la pelirroja. Esta lo miro de soslayo y con un ademán hizo brotar de su mano una llamarada que envolvió al ladrón dejándolo tendido a sus plantas.
-¡ES UNA BRUJA!.-los ladrones retrocedieron asustados por el desplante mágico que acababan de presenciar. Pero Terlong se mantuvo firme en su trono.
-¡NO ME IMPORTA SI ERES EL DEMONIO NIÑA!.-grito al tiempo que saltaba contra la chica.-¡TU CABEZA ADORNARA LA ENTRADA DE MI PALACIO ESTA NOCHE!-la joven hechicera desenvainó su espada, pero no espero a que el gigante llegara hasta ella, y salto para dejarlo seguir de frente. El corpulento sujeto fue a estrellarse contra las mesas derribándolas y haciéndolas añicos. Al incorporarse su rostro era una mascara de furia asesina.-¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁN ESPERANDO?!.-grito a sus hombres que permanecían inmóviles.-¡MUERTE A LA BRUJA!.-todos respondieron al llamado de su jefe y se lanzaron con sus espadas por delante contra la chica pelirroja.
En medio de aquella confusión, nadie noto que la bailarina desnuda emprendía una veloz carrera, abandonando el salón y lanzándose por los oscuros pasillos del castillo negro, hasta llegar a los sótanos. Ahí se encontró con un corpulento verdugo, sentado en una pesada silla, que vigilaba atentamente una de las pesadas puertas de los calabozos. El ruido del combate, a esa distancia, era confundido por él con el sonido de una fiesta salvaje, y mentalmente maldecía su suerte por tener que estar lejos de la diversión. En ese momento descubrió a la chica, desnuda y atrevida, acercándose a le con movimientos pausados y cargados de deseo carnal.
-¿Qué haces aquí?.-interrogó el verdugo poniéndose de pie.
-Tus amigos están muy borrachos.-dijo con voz pausada y sensual.-Por eso salí a buscar a alguien que pueda apagar mi fuego.-mientras hablaba la chica acariciaba sus grandes pechos blancos, oprimiéndolos y masajeándolos con lujuria, luego tomo uno en su mano y trato de levárselo a la boca, mientras su otra mano descendía hasta su coño cubierto de rizos negros. El verdugo sintió que su miembro se ponía como piedra y sin pensarlo se acerco a la misteriosa chica.
-Si lo que buscas es un macho. Encontraste al mejor.-gruño dejándose caer de rodillas para lamer los cálidos labios de la vulva. Instante que ella aprovecho para pronunciar unas extrañas palabras en voz baja. De pronto una delicada nube de color azul broto de su sexo. Tomado por sorpresa el hombre respiro aquella nube, de inmediato se llevo ambas manso al cuello sintiendo que se ahogaba para luego caer como un fardo a los pies de su seductora. Esta lo miro indiferente y, tomando las llaves que tenía el hombre en su cinto, abrió la puerta del calabozo. En su interior, como suponía, estaba una joven de cabellos dorados, de figura elegante y juvenil que la miro extrañada, sobre todo por su desnudes.
-¿Quién es usted?.-
-Tú libertadora.-dijo sonriendo.
Mientras tanto, en el salón, la batalla estaba llegando a un punto critico para la hechicera de palo rojo, pues aún con sus hechizos y habilidad con la espada el número de sus enemigos comenzaba a abrumarla.-Date prisa demonios.-pensó mientras lanzaba una tanda de mandobles contra sus enemigos. En eso Terlong llego hasta ella y con un golpe de su bestial hacha le arranco la espada de las manos. La chica retrocedió hasta topar con pared, sintiendo el brazo entumido por la fuerza del golpe.
-¡ES TU FIN!.-grito el gigante negro levantando su hacha por encima de su cabeza. Pero justo en ese momento la chica pelirroja escucho una voz resonando en su mente.
-Estamos fuera.-al instante una brillante esfera de luz apareció en su mano.-¡POR LOS DIOSES NEGROS! ¿QUE HACES?.-esas fueron las últimas palabras de Terlong antes de que la esfera de luz se expandiera como un sol, envolviéndolo y haciéndolo mil pedazos, el resto de los ladrones intento escapar, pero la ola de luz era demasiado rápida para escapar. Todo el castillo negro se estremeció, rayos de luz cegadora se abrieron paso en la roca sólida y finalmente toda la construcción se vino abajo con un estruendo que sacudió todo el bosque.
-¡¿Qué fue eso?!.-pregunto la asustada princesa quien, junto con las bailarinas y la chica desnuda, contemplaba la escena a la distancia.
-Fue mi amiga Lina.-respondió la chica desnuda.-Demoler cosas es su especialidad. ¡Ohohohohohoho!.-todas miraron consternadas a aquella beldad cuya risa era más escandalosa que el derrumbe del castillo. Horas más tarde, la princesa y las dos hechiceras salían del bosque para reunirse con los soldados del rey Skillon, quienes las esperaban en las afueras del bosque negro.
-¡Tío!.-exclamó la princesa lanzándose a los brazos del viejo rey, lo cual es un decir pues el rey era aún un hombre joven de trentaitantos años, de cuerpo fuerte y salud envidiable. Este recibió a su sobrina con los brazos abiertos y miro agradecido a las dos hechiceras, que no eran otras más que la siempre inquieta Lina Inverse y su amiga Naga, la cual para ese momento ya se había puesto su habitual indumentaria. Una diminuto traje, casi hecho con tiras de cuero que apenas ocultaba su sexo y sus grandes pechos de las miradas de los soldados, calzaba un par de rusticas botas de cuero y sobre los hombros llevaba unas pesadas hombreras adornadas con afilados picos, en al cuello llevaba un collar de plateadas esferas del cual colgaba un cráneo de plata que descansaba justo encima de sus senos. De hecho lo único que realmente la cubría era su larga y ostentosa capa negra.
-Oh mis amigas no se como pagarles lo que han hecho.-dijo el rey acercándose a las jóvenes magas. Estas lo miraron indiferentes, y luego Lina hablo con cierta insolencia.
-Espero que eso no signifique que ha olvidado nuestro acuerdo mi lord.-dijo mientras frotaba ambiciosamente sus dedos, como lo hace quien espera su paga. El rey la miro un poco molesto por su descarada ambición, pero ellas habían cumplido y ahora era su turno.
-¡Paje!.-grito. De inmediato un hombrecillo vestido con un atuendo similar al de un monje se puso a su lado.
-Diga su majestad.-
-Ordena a mis tesoreros que entreguen a estas dos la recompensa que ofrecí a quien rescatara a mi sobrina y la que corresponde a la captura de "los demonios del bosque".-el paje tomo nota y se marcho.
-Bueno.-dijo Naga burlona.-En realidad los aplastamos más que atraparlos. OHOHOHOHOHO.-Lina y el rey miraron con pena a Naga, que horrible era su risa.
Días más tarde en un balneario del reino de Yin. Las dos jóvenes disfrutaban de su recompensa, comiendo y divirtiéndose de lo lindo en el lujoso hotel del balneario, gastando el dinero a manos llenas. Esa mañana estaban desayunando, de todo un poco, pasteles, huevos con todo lo que se les podía poner, carne y pescado etc. Ambas devoraban los alimentos con un apetito incomparable, y malos modales. Sobre todo Lina que se llenaba la boca como si la comida fuera a salir huyendo de ella. Naga tampoco era muy educada, pero al menos comía más despacio y se daba su tiempo para saborear una copa de vino.
De pronto Naga dejo de comer y miro de reojo a su alrededor, para luego quedar inmóvil. Lina tardo un poco en notar aquella conducta, cuando lo hizo ella también miro discretamente a su alrededor. Al hacerlo pudo ver que varios hombres, cubiertos con capas negras provistas de capucha las tenían rodeadas. Lina no le dio mucha importancia y siguió comiendo.
-¿Ustedes son Lina Inverse y Naga?.-pregunto uno de los encapuchados.
-Quién lo pregunta.-dijo Lina con la boca llena y sin mirar a su visitante. El encapuchado descubrió su rostro, era un hombre maduro, de larga cabellera azulada, ojos del mismo tono y facciones varoniles. Su belleza varonil consiguió atraer un poco la atención de las hechiceras, sobre todo de Lina quien siempre había deseado un novio así de guapo.
-Yo soy el capitán Voltar. Y estoy al servicio del rey Kuher.-
-¿Kuher?-repitió Lina interesada.-¿Te refieres al rey de la región más rica del suroeste?-
-El mismo.-ratifico el apuesto capitán.
-¿Y que puede querer el rey Kuher de nosotras?.-intervino Naga.
-Yo se los diré.-dijo otro de los encapuchados, mas bajo de estatura de Voltar y también más viejo, acercándose a la mesa de las hechiceras.-Antes que nada sepan que yo soy Morrigur.-por un momento se hizo un silencio absoluto, mientras Lina miraba fijamente el rostro de aquel hombre mayor.
-No te conozco.-dijo tranquilamente Lina volviendo a comer. Todos los soldados cayeron de espaldas junto con el viejo Morrigur quien había creído que su fama le presidiría.
-Te refieres al Morrigur que curo la fiebre del Dragón y detuvo la peste turquesa hace casi cien años.-intervino de nuevo Naga, Lina la miro sorprendida de que alguien como ella supiera algo así.
-El mismo.-dijo jactándose el viejo mago.-Y ahora necesito su ayuda para curar al rey Kuher.-dijo bajando el tono de la voz.
-Lo siento.-dijo Lina.-Mi hechizos de sanación solo sirven para heridas de guerra.-
-También los míos.-apoyo Naga.
-¡No necesitamos sus hechizos! ¡Sino sus espadas!.-dijo Voltar acercándose junto al Morrigur.-Lo que queremos es que nos acompañen en un viaje muy peligroso.-
-¿A dónde?- interrogo Lina con su natural desconfianza.
-No les incumbe.-dijo el viejo Morrigur.
-¿A buscar qué?.-pregunto Naga.
-Tampoco les incumbe.-dijo Voltar.
-Veamos. ¿Quieren que dejemos este paraíso para ir con ustedes quien sabe a donde, a buscar los dioses saben que...?.-dijo Lina mirándolos de frente. Por toda respuesta Voltar metió una mano en su capa y extrajo una pesada bolsa misma que arrojo sobre la mesa. Al golpear la superficie la boca de la bolsa se abrió y parte de su contenido quedo a la vista, se trataba de monedas de oro, grandes y suntuosas monedas que brillaban ante los ojos codiciosos de Lina.
-¿Saben? Creó que este lugar empieza a aburrirme.-dijo la joven hechicera tomando la bolsa en sus manos.
-Habrá diez bolsas más esperándote cuando regresemos.-dijo Morrigur.-¿Vendrán?-
Lina miro a Naga de reojo, esta se encogió de hombros y sonrió levemente.
-Iremos.-dijo la joven hechicera.
-Entonces nos veremos al amanecer, en le camino que lleva hacia la costa.-dijo Voltar emprendiendo la retirada seguido por sus hombres y el viejo mago. Más tarde, mientras se preparaba para el viaje Naga escucho los toquidos de alguien en la puerta de su habitación.
-¿Quien es?-pregunto, aunque sabía la respuesta.
-Soy yo. Lina.-
-Pasa.-la joven hechicera entro a la lujosa habitación de su compañera, portando ya su característico traje de batalla y de viaje en vez de las cómodas y elegantes batas del hotel. En contraste Naga aun llevaba una vaporoso bata bajo la cual se adivinaban perfectamente sus encantos más poderosos.-¿Qué se te ofrece?.-dijo Naga mientras tomaba asiento en una silla para peinar su larga cabellera negra.
-Quiero que me hables sobre ese tal Morrigur. ¿En verdad lo conoces?.-interrogo Lina
-¡OOHOHOHOHOHOHOHOH.-rió Naga antes de responder.-Mí pequeña Lina. En verdad necesitas pasar más tiempo con la gente que combatiendo demonios.-Lina frunció el ceño pero no respondió a las palabras de su compañera. Esta continuó.-Morrigur es un poderoso alquimista que descubrió la cura para muchas de las viejas plagas, la peste escarlata, la fiebre de Dragón etc. Se dice que no hay rey que no quisiera tenerlo permanentemente en su corte.-
-¿Entonces para que necesita de nosotras?.-
-He oído rumores sobre la salud del rey Kuher.-dijo Naga adoptando un aire de misterio.-Se especulaba que sus consejeros habían mandado llamar a un poderoso curandero para atenderlo de algún mal secreto. También se dice que hay dos poderosas familias nobles que están listas para disputarse el trono si el rey muere de repente. Lo cual sería un desastre. Así que supongo que Morrigur y sus acompañantes necesitan hechiceros que los escolten...por si acaso.-Lina medito un momento. En verdad odiaba las situaciones en que sus enemigos actuaban ocultos en la oscuridad. Pero ya había aceptado el dinero y, además, confiaba en salir adelante.
-Es todo lo que quería saber.-dijo estirándose perezosamente antes de levantarse para ir a su cuarto.-Nos vemos mañana.-dijo antes de salir.
-Hasta mañana.-le respondió Naga. Mientras tanto, lejos de hay, una figura solitaria se internaba en la oscuridad de los bosques, mirando detenidamente a su alrededor para asegurarse de que nadie lo había seguido. Luego saco de entre sus ropas una brillante esfera en color rojo y con voz queda murmuro un conjuro mágico. La roja esfera resplandeció por un momento y entonces la efigie de una mujer apareció en ella.
-Habla mi fiel esclavo. ¿Qué noticias me tienes?.-dijo la aparición.
-Mi señora. Morrigur y el capitán Voltar han contratado a dos hechiceras para que los acompañen en el viaje.-
-¡¿Quiénes son esas hechiceras?!-
-Lina Inverse y una tal Naga.-la mujer misteriosa medito un momento.
-He oído hablar de ellas.-dijo pensativa.-Son poderosas y astutas. ¡Pero ni cien hechiceras me impedirán llegar al trono!.-una onda de luz envolvió a la imagen denotando su poder y la furia que la consumía.
-¿Qué he de hacer señora?.-pregunto el sirviente. Ansioso de cumplir con las ordenes de su ama.
-¡Mátalas antes de partan hacia las islas negras y asegúrate de ese mago de crepito muera con ellas!.-la imagen fue perdiendo luminiscencia y haciéndose cada vez más pequeña hasta que termino por desaparecer. El sirviente la tomo la esfera y emprendió el camino de regreso a su campamento. Enfrentar a las hechiceras era una inesperada diversión.
Al día siguiente, según lo acordado, Lina y Naga abandonaron el balneario y tomaron la ruta que las llevaría hacia la costa. No tardaron mucho en encontrarse con el grupo de Morrigur, quien les proporciono un caballo a cada una, y así emprendieron el camino.
-Tomaremos un barco para ir a las islas negras del norte.-les dijo Voltar mientras cabalgaban.-Espero que Morrigur encuentre lo que buscamos hay.-
-¿Y que es lo que "buscamos"?.-dijo Lina como al descuido, esperando sacarle alguna información al apuesto soldado. Pero este no mordió el anzuelo y se limito a sonreír.
-Buen intento hechicera.-
-Me llamo Lina.-
-Buen intento Lina. Pero no te diré nada hasta que llegamos a las islas.-Horas más tarde el grupo llego hasta el puerto de Rio-man, y se instalaron en la posada del "Lobo de Mar". Hay, mientras Voltar contrataba un barco para su viaje, Lina y los demás comían a placer antes de retirarse a sus habitaciones y dormir a pierna suelta. Todos excepto Morrigur quien permanecía en su cuarto estudiando viejos mapas y libros amarillentos por el paso del tiempo. Así las cosas nadie escucho la llegada del enviado. Este se deslizo en silencio por la azotea del hotel. Su forma era como una nube oscura por la cual se deslizaba una corriente de rayos rojos. Aquella cosa miro con su único ojos a través del techo y se relamió los belfos al ver a sus victimas saboreando su última cena, Morrigur no le era tan apetitoso, pero igual moriría esa misma noche. Pacientemente espero a todos terminaran de comer y se relamió los labios de gusto al verlos marchar a sus habitaciones.
-Las islas negras.-pensaba Lina avanzaba hacia su habitación.-¿Qué cosa espera encontrar en ese lugar?. Ahí solo hay monstruos y tormentas, las islas en sí son más bien rocas de granito en medio del océano.-con son eso en mente entro en su habitación y se cambio de ropa para recostarse, aunque aún pasaría un rato intentando descifrar aquel enigma. En otra habitación Naga, muy despreocupadamente, dormía a pierna suelta lo mismo que los guardias del rey, excepto Voltar quien al igual que Lina meditaba sobre su misión.
En las afueras de la posada del "Lobo de mar" una sombra caminaba ligera en dirección a las caballerizas, al verlo entrar los animales de encabritaron y empezaron a golpear el suelo con sus cascos.
-¡A CALLAR MISERABLES O JURO QUE ME LOS COMERE A TODOS!.-aquella amenaza surtió efecto y los animales guardaron silencio. Entonces el desconocido empezó a entonar un canto, lánguido y monótono, mientras dibujaba un complejo pentagrama sobre el suelo del establo. El aire se arremolinaba a su alrededor mientras los signos de poder brillaban como si estuvieran dibujados con hierro liquido.
-¡VEN A MI DEMONIO DE FANTASIA!.-proclamo con voz potente, de inmediato un fuerte resplandor apareció ante él, era como un grieta en el mismo aire, y por ella salió un ser negro de forma cambiante que por momentos era un hombre, luego una bestia, luego una mujer y así infinitamente.-Ahora veremos si esa tal Lina es tan fuerte como dicen.-pensó mientras señalaba hacia la posada.-¡BUSCA Y DESTRÚYELOS!.-el demonio lanzo un gruñido se encamino hacia l apresa que su amo le había encomendado.
En la posada Naga empezó a sudar a causa de una inexplicable onda de calor que se apodero de su cuarto. La bella y curvilínea hechicera abrió los ojos y miro las sombras en su habitación. Había magia en el ambiente, pero antes de que pudiera tomar alguna acción un fuerte dolor la paralizó.
-¡Aaaaagggggg!.-grito sintiendo que mil agujas se clavaban en su hermoso cuerpo, sobre todo en sus pechos como en su vulva. Aquel dolor se fue transformando en calor y poco a poco en placer. Naga tenía los ojos en blanco, sus manos acariciaban sus grandes pechos mientras deseaba con todas sus fuerzas se apropiara de su adolorido cuerpo. En ese momento una silueta tomo forma en la oscuridad y sin decir nada se tendió junto a ella en su lecho. La hechicera de negra cabellera sintió entonces unas manos pequeñas deslizarse sobre su cuerpo y una boca de finos labios cerrarse sobre sus pezón.
-¡Aaaaaaaggggg!...-gimió sintiendo que su excitación aumentaba aún más. Su pelvis giraba sin control anhelante que aquellas manos acudieran en su ayuda.
-¿Quieres lamerme el coño?.-le pregunto de pronto una voz muy familiar.
-¿Lina?.-pregunto incrédula mientras se esforzaba por ver el rostro de su extraña compañía. Aunque sus ojos seguían en blanco el bello rostro de la hechicera pelirroja se fue dibujando frente a ella. Lina la miraba con sus grandes ojos verdes llenos de un deseo infinito, sus manos acariciaban las aréolas de los pechos de Naga con una lentitud desesperante.
-¿Quieres lamerme el coño?-le interrogo nuevamente "Lina", mientras se montaba delicadamente sobre su compañera de viaje. Naga pudo sentir contra sus cuerpo los senos pequeños pero firmes de su joven amiga que pinchaban deliciosamente contra sus propios pechos. Podía sentir como "Lina" besaba y mordía sus carnes, mientras los delicados labios de su vulva se restregaban ardientemente contra su vientre.
-Quiero lamerte el coño.-dijo la hechicera con voz quebrada por la emoción.
-Dímelo más fuerte.-pidió maliciosamente la pelirroja, mientras giraba sobre el cuerpo de Naga.-Dentro de poco no podrás pedirlo otra vez.-Naga podía sentir el aroma del sexo de Lima, un aroma a almizcle, perfume y sudor que le enervaba los sentidos y le impedía pensar con claridad. La cabeza de "Lina" no tardo en colocarse entre las esculturales piernas de su presa, sonriendo separo los labios vaginales y empezó a lamer y besar los carnosos labios íntimos de Naga.
-¡Aaaaaaahhhhhh!... ¡Siiiiiiiii!... ¡Siiiiiiiii!... ¡Lina!... ¡Quiero lamer tu coño Lina!.-grito Naga sintiéndose atravesada por una descarga eléctrica. Aquella suplica pronto obtuvo respuesta y la pelirroja pasó su pierna por sobre la cabeza de Naga para permitirle llevar a cabo su deseo. La hechicera de cabello negro quedo sorprendida al ver que el sexo de su amiga estaba totalmente desprovisto de vellosidad, era como una suave boca vertical esperando su beso. Sin pensarlo Naga unió su boca a la vulva de "Lina" y comenzó a lamer, mientras lo hacía sintió que las piernas de la joven bruja se cerraban en torno a su cabeza, haciéndole cada vez más difícil respirar.
Mientras tanto, en la habitación del capitán Voltar, este se había despojado de su armadura y se disponía a acostarse. Más cuando a acerco a su cama la pálida luz de la vela lerevelo algo inesperado. Las sábanas de su cama dibujaban una silueta tendida sobre el lecho, instintivamente desvió la mirada hacia la silla donde había dejado su cinto con su espada. Pero antes de que pudiera ir en su busca, una luz intensa broto de la misma cama dejándole ver a contra luz lo que había sobre ella. Era una hermosa mujer, o al menos lo parecía, sus cuerpo se contorsionaba delicadamente contra las tela de las sábanas. Voltar podía ver sus oscuros pezones moviéndose bajo la tela, sus hermosas piernas frotándose una contra la otra en una silenciosa llamada carnal.
-¡Aaaaaahhhhh!.... ¡Aaahhhhhhh!...-gemía aquel espectro retorciéndose de lujuria sobre la cama de Voltar.
El soldado sintió como su "arma de amor" se agitaba bajo su ropa, ansiosa por acudir al llamado de aquel fantasma nocturno. Sin embargo, Voltar no era ningún chiquillo inexperto, y en una alarde de voluntad se aparto de la cama y corrió en busca de su espada. En cuanto sintió en su mano el frío acero se volvió para enfrentar a su extraña visita. Pero la luz de la vela solo le mostró su cama, perfectamente tendida, sin ningún intruso sobre ella. Cautelosamente se acerco a la cama y con la punta de su espada aparto las sábanas una por una. Nada. Entonces, tras un momento de vacilación, lanzo un fuerte estocada que atravesó el colchón de plumas y el tambor de madera bajo el. Pero nada raro sucedió.
-Tendré que pagar por esto.-pensó mientras miraba el hueco que su arma había hecho en el colchón. Sin embargo, el no contar con una explicación lógica lo hizo girar en redondo para ver que aspecto tenía el resto de la habitación. Todo parecía en orden, los muebles y sus pertenencias seguían en su sitio, y no había ninguna sombra o silueta que no estuviera en armonía con las cosas que llenaban el cuarto.
En ese momento algo salió de debajo de la cama, un par de viscosos tentáculos que se inmediato se enredaron en las piernas del militar para luego tira de ellas con fuerza sobre humana.
-¡¿QUÉ DEMONIOS PASA?!.-alcanzó a gritar antes de desaparecer bajo la cama. Mientras tanto, en la habitación de Lina, la joven hechicera bostezaba perezosamente cobre su cama.
-Me doy por vencida.-se dijo a si misma, renunciando así a adivinar los motivos que tenía el tal Morrigur para llevarlos hacia las "Islas Negras". Así pues se acomodó en la cama y llenando sus pulmones de aire se dispuso a apagar la vela que alumbraba su habitación, cuando alguien llamo a la puerta.
-¡Pero que inoportunos!.-maldijo la joven poniéndose de pie para ir hacia la entrada de su habitación.-¡¿Quién es?!.-pregunto ansiosa por invocar una bola de fuego contra el atrevido que la molestaba a esas horas.
-Soy yo.-fue la única respuesta. Si Lina no hubiera reconocido la voz del intruso este y media posada hubieran volado por los aires.
-.¿Gaudi?.-dijo Lina abriendo la puerta. En efecto ante sus ojos apareció la gallarda figura del espadachín rubio, ataviado con su característica armadura y llevando al hombro la poderosa espada de la luz.
-Hola Lina.-le saludo con su habitual sonrisa, algo boba según la opinión de la propia Lina, pero franca como pocas que hubiera visto antes o después de conocerlo.
-¿Pero que demonios estas haciendo aquí?-le interrogo la hechicera sin salir de su asombro.-Te hacia en tu reino casado y engordando cada día.-remato burlona. El joven rubio no se inmuto ni un poco y se limito a sonreír.
-En cambio tu estas más hermosa que la última vez que nos vimos.-Lina se sonrojo por el halago y bajo la mirada, solo para darse cuenta de que solo tenia una delgada bata de cama cubriendo su cuerpo.
-¡PERVERTIDO FUERA DE MI CUARTO!.-grito mientras se daba la vuelta para ocultar sus encantos. Gaudi se levanto de la cama pero en vez de salir se coloco detrás de Lina y la abrazo amorosamente.
-¡¿Qué haces?!.-exclamo la pelirroja volviendo la cara hacia su compañero de armas.
-Te amo.-fue lo que él le dijo antes de sellar sus labios con los suyos. Lina se quedo paralizada, tomada por sorpresa, sin saber si corresponder al beso de Gaudi y zafarse para invocar el poder del matadragones. En ese momento las manos de Gaudi se deslizaron por el talle de la joven hechicera hasta posarse sobre sus menudas nalgas y pellizcarlas dulcemente.
-¡Gaudi!.-exclamo sorprendida de semejante audacia, pero no hizo nada por impedirle continuar. Después de todo aquellas caricias la hacían sentir deseada y querida como nunca antes. Ella nunca supo en que momento sus manos empezaron a desajustas las correas de la armadura, pero pronto pudo sentir el contacto de la piel masculina que vibraba bajo su toque presa del placer. De pronto el joven espadachín la levanto entre sus brazos y la condujo hacia la cama donde la deposito suavemente. Lina lo contemplo mientras se despojaba del resto de su armadura y de los pantalones de malla. Finalmente quedo desnudo ante sus ojos y Lina se ruborizó al máximo al distinguir la "otra espada" de su compañero, lista para entrar en acción. Gaudi se echo al lado de la hechicera y empezó a besar los pechos de la pelirroja, aun ocultos bajo la tela de su camisón, chupando y lamiendo cada uno mientras sus mano recorría el vientre plano de Lina, amenazando con llegar hasta su entrepierna.
-¡Aaahhhhhhh!... ¡Gaudi!... ¡Sigue así!.-el joven rubio no se hizo del rogar y lentamente empezó a subir el camisón de Lina hasta dejas sus caderas al descubierto. Lina estaba encantada por el calor que emanaba del cuerpo de su amante, del aroma del sexo que impregnaba toda la habitación. En ese momento una duda asalto a la joven hechicera, en todos los viajes que hizo con Gaudi nunca le vio buscar la compañía de las taberneras o de cualquier otra mujer, ¿cómo entonces había aprendido a comportarse de ese modo?. Sin embargo, ese pensamiento fue efímero, pues los dedos del espadachín no tardaron en hayar el ardiente clítoris de Lina haciendo que la hechicera se estremeciera de placer.
-¡Aaaahhhhh!... ¡Gaudi!...-una sonrisa de triunfo ilumino la cara del espadachín cuando escucho los gemidos de Lina. Lentamente comenzó rodar sobre la cama, dejando a Lina sobre él, para así fuera ella misma quien realizara el paso siguiente. Al comprender las intenciones de su amante, Lina aprovecho el momento para despojarse de su bata, su bella figura apareció en todo su esplendor ante los ojos de joven rubio. Este tomo una de las manso de Lina y la condujo hasta su miembro erguido, la pelirroja es estremeció al contacto de aquella piel caliente y sin soltarlo lo guió hasta la entrada de su templo virgen.
Nuevamente la joven tuvo un momento de duda, pero al fin se dejo caer un poco sobre la punta del falo.
Al principio Lina no sintió nada, salvo por un intenso frío en su entrepierna, pero luego percibió un punzante dolor que la hizo apretar los dientes. Como toda mujer había escuchado hablar del dolor que cada una sufría al perder la virginidad. Si Lina era virgen, y es que después de todo quien intentaría aprovecharse de una hechicera de tan mal carácter.
-¡Maldición!.-pensó Lina sin atreverse a continuar.-¡Esto duele como el demonio!.-no obstante la lujuria en su sangre no había desaparecido y jalando aire se dispuso a dejarse caer limpiamente sobre el falo de su amante. Pero en ese momento la puerta de su habitación voló en mil astillas dando paso a la encorvada figura de Morrigur.
-¿QUÉ ESTA HACIENDO AQUÍ?.-grito la hechicera con el rostro enrojecido de rabia y vergüenza. Por toda respuesta el viejo mago levanto ambos brazos y empezó a recitar un extraño hechizo.
-¡Aldonos!... ¡Ibera!... ¡Najetaksormnei!.-al terminar Lina pudo sentir una ola de magia golpeando por todo su cuerpo. Cuando paso miro lo que había sobre su cama.
-¡Aaaaaaayyyyyyy!.-grito bajando de un salto. Sobre su lecho estaba un ser monstruoso, algo parecido a una babosa con toques se insecto, pero lo que más le aterro fue que la bestia tenia un enorme y afilado cuerno justo donde ella había visto un falo. De modo que de haberse dejado caer ella misma se hubiera atravesado como una mariposa. El cuerpo de la joven empezó a brillar intensamente, sus ojos flameaban de furia al tiempo que una brillante esfera se formaba entre sus manos.
-¡BOLA DE FUEGO!.-Morrigur cayo al suelo a causa del estallido que acabo con el demonio y con toda la habitación.-¡Miserables!.-gritaba Lina aún enfurecida.-¡¿Cómo se atreven a atentar contra la inocencia de una chica?!.-
-¡Debemos ayudar a los demás!.-urgió el mago levantándose del piso. Lina no se movió por un momento, luego giro la cabeza y miro al mago con ojos blancos de furia. En ese momento Morrigur comprendió que la chica seguía desnuda frente a sus ojos.
-¡ESPERA!.-
-¡BOLA DE FUEGO!.-otro pedazo de la posada quedo en ruinas. Lina contemplo al viejo medio quemado al otro lado del patio, lo cual la reconforto mucho, lo suficiente como para darse cuenta de que la presencia mágica aún flotaba en el ambiente. Rápidamente se envolvió en una sabana chamuscada y salió corriendo hacia las otras habitaciones. La primera a cual llego fue a la de Naga, sin pensarlo la derribo y, con la ayuda del hechizo que Morrigur le había lanzado, pudo ver a Naga bajo un demonio similar al que ella acababa de destruir. El rostro de su amiga se apreciaba bajo la masa gelatinosa, era evidente que estaba a punto de morir asfixiada.
-¡FLECHA ARDIENTE!.- esta vez Lina fue un poco, solo un poco, más cuidadosa que antes asegurándose de destruir al demonio sin lastimar severamente a Naga. Lo cual no impidió que la pobre hechicera de negra cabellera quedara en calidad de tostada sobre su cama.
-¡¡¿Se puede saber que estas haciendo?!!.-grito Naga libre de la ilusión y con el cuerpo adolorido.
Lina no le respondió y echo a correr hacia la habitación del apuesto capitán Voltar, al entrar se encontró con una escena diferente. El gallardo oficial estaba semioculto bajo su cama mientras sujetaba su espada con una mano. A su alrededor se extendía una gran mancha de sangre verde azulada que despedía un olor por demás ofensivo. Venciendo su repugnancia Lina se acerco a él lentamente y pudo comprobar que aún vivía. Pero también que estaba gravemente herido. Suavemente lo jalo fuera del charco de sangre y lo recostó boca arriba. Por un momento admiro la belleza de aquel soldado, era casi tan hermoso como los elfos de las leyendas. Lina se avergonzó un poco al darse cuenta de que el hombre estaba desnudo, su ropa quedo hecha jirones en la lucha, pero por suerte este estaba totalmente noqueado.
-Es un hombre muy atractivo.-pensó mientras invocaba un hechizo para sanarlo.
Al día siguiente Voltar, aún con algunas heridas, comprobó la muerte de varios de sus hombres, devorados o asfixiados por las visiones de sus sueños eróticos. Pero era un soldado con una misión y, tras mandar un emisario para informar a su rey, dio sepultura a los caídos y se dispuso a continuar con su trabajo.
Mientras tanto en lo que quedaba de la posada Lina y Naga hablaban sobre lo ocurrido la noche anterior.
-Fue un demonio de Fantasía.-declaro Naga con toda seguridad.
-Eso temo.-comento Lina meditabunda.-¿Sabes lo que eso significa?.-
-Significa que durante el resto del viaje no podremos confiar ni en nuestros sueños.-
-¡Hechiceras!.-la gallarda voz del capitán Voltar las saca de sus meditaciones.
-¡Aquí estamos!.-respondió Lina malhumorada. El soldado apareció en el umbral de la puerta, también él lucia muy mal.-Empaquen sus cosas. Zarpamos en una hora.-ordeno sin detenerse a esperar una respuesta. Lina lo miro desaparecer, con la idea de lanzarle una bola de fuego escrita en la cara, pero Naga le puso una mano sobre el hombro y le hizo un movimiento negativo con la cabeza.
-¡Bhaaa!.-dijo Lina mientras se marchaba a lo que quedaba de su habitación.
Mientras tanto, muy lejos de ahí, una mujer ricamente vestida y maquillada miraba hacia el horizonte.
-Ganaron este asalto hechiceras.-pensó mientras sonreía cruelmente.-Pero su viaje apenas comienza.-
Continuara...
Autor: "El Monje".