El viaje a la playa y 4
"Claro que sí hermana. Lo necesitabas y ahora lo que tienes que hacer es dejar a tu marido y disfrutar. Pero eso no quita que seas un auténtico putón por follarte a mi marido en mis narices y ni siquiera decírmelo."
El viaje a la playa y 4
Durante la primera semana de vacaciones que estuvimos en Almería y mi cuñada y yo no dejamos de follar ni un solo día.
Si estábamos por la mañana en la playa aprovechábamos para follar en el baño. A los dos nos ponía como locos follar allí dentro con nuestros cuerpos casi desnudos, sudorosos y con la sal del mar todavía resbalando por la piel.
Nos metíamos mano sin parar en cuanto nos quedábamos solos. Si estábamos en mi casa y coincidíamos en la cocina para buscar algo, ella aprovechaba para meterme la lengua y yo para acariciarle el coño por dentro de sus bragas en cuestión de segundos y después volvíamos. Si comíamos juntos, y siempre nos sentábamos al lado, en cualquier momento aprovechábamos para meternos mano sin que nadie se diera cuenta. Alguna vez cuando bajamos en ascensor juntos, parábamos un par de pisos antes de bajar y allí en el rellano se la metía en la boca o en el coño sin apenas desvestirnos y moverle sólo sus bragas hasta que llegaba el momento en que teníamos que dejarlo porque había pasado demasiado tiempo como para que alguien sospechara.
Una tarde en la que ambas familias dormíamos la siesta cada una en nuestros respectivos apartamentos recibí un mensaje de ella en el móvil con un par de dedos dentro de su coño. Como mi mujer dormía en la habitación, me saqué la polla ya dura por el mensaje, hice una foto y se la envié. Su única respuesta al móvil fue: “Dónde?”. Mi mensaje fue: “Garaje.” Esperé un par de minutos, salí y me dirigí al garaje que compartíamos ambos pisos. Cuando llegué al garaje estaba todo bastante oscuro sin haber dado la luz, pero vi la figura de mi cuñada fumando mientras se apoyaba en la puerta de mi coche. Me acerqué y comprobé que vestía únicamente un vestido ligero de verano y en cuanto metí la mano debajo sentí que no se había puesto ni bragas.
Quería que siguiera disfrutando del cigarro, así es le abrí las piernas, me agaché y metiendo mi cabeza por debajo de su corto vestido saboreé el sabor de su coño y le regalé una comida de coño como pocas veces le habrán hecho. Ella mientras sujetaba el cigarro con una mano y se lo fumaba, con la otra me acariciaba el pelo y de vez en cuando me apretaba contra ella cuando sentía oleada de placer.
– “Así, cómetelo cuñado, que estoy loca por ti. No consigo que el gilipollas de mi marido me folle como dios manda y estoy harta de él. Ahhhhh, qué bien cabronazo, cómeme el coño que después te vas a follar a esta putita.” Yo seguía a lo mío pero ella continuaba provocándome.
– “¿Sabes quién me ha llamado hoy puta cuñado?” Pero no dejó que la contestara y presionó mi cabeza contra su coño para que la siguiente chupando. Chorreaba como una puta. Al cabo de casi más de un par de minutos decidió seguir diciendo: “Tu mujercita”.
No me extrañó. Por la mañana en la playa, después de follarme de nuevo a mi cuñada, había notado cómo se habían pasado mi mujer y ella todo el tiempo hablando mientras tomaban el sol hasta la hora de comer. Casi ni se movieron en toda la mañana de las hamacas hasta que nos fuimos. Paré de chupar ese delicioso y suave coñito y me levanté. Me saqué la polla, la levanté y senté encima del coche, puse mi polla en la entrada de su coño y “Plaf”, comencé a follarla:
– “Siiiiiii cariño, fóllame” Plaf, volví a empujar suavemente. “Síiii” Éramos dos máquinas perfectas de follar. Y la fui bombeando mientras me gemía y me contaba.
– “Tu mujercita, me dijo esta mañana que era una puta. Cuando le pregunté por qué me lo decía así, me dijo que mirara entre mis piernas justo en el borde del bikini. Me abrí ligeramente de piernas y allí estaba, un gran chorro de semen que resbalaba desde dentro de mi coño hasta mis piernas. Le dije que era de mi marido y sin miramientos me dijo que No, que no era del gilipollas de mi marido porque llevaba años sin follarme bien y que notaba en mi cara desde que llegué de Bilbao que estaba bien y requetebién follada”
Yo seguí follándola hasta lo más profundo que podía pero muy suavemente. Sentía una mezcla de sensaciones entre sorpresa, preocupación, enfado y enorme excitación por la follada y las confesiones entre mi cuñada y mujer.
– “Pues no te pienso mentir a ti hermana”. Siguió contando mi cuñada la conversación de por la mañana. “La verdad es que sí, me están follando bien follada. Lo necesitaba después de todos los años que llevo con el tonto de mi marido y tener que aguantar de muchas de mis amigas y sobretodo de ti las folladas que se daban con sus amantes o maridos y consolarme a solas. Me están follando mejor de lo que había soñado y no pienso dejar de hacerlo, me paso el día excitada y eso me da fuerzas para todo lo demás.”
– “Claro que sí hermana” Me contó que decía mi mujer mientras yo seguí follándola. “Lo necesitabas y ahora lo que tienes que hacer es dejar a tu marido y disfrutar. Pero eso no quita que seas un auténtico putón por follarte a mi marido en mis narices y ni siquiera decírmelo”.
Esto último me lo había dicho mi cuñada muy cerca del oído mientras pegaba su cintura contra la mía con toda su fuerza para sentir mi polla dentro. Yo me quedé quieto entre excitado y aliviado y preocupado por el futuro. Como no me movía, fue la zorra de mi cuñada la que empezó a mover sus caderas de atrás adelante para follarme ahora ella también lentamente mientras seguía contándome: “Cuando me soltó eso de repente cuñadito, ahhhh, me encanta tu polla, ahhh, síiii, cuando me dijo eso tu mujercita la miré fijamente a los ojos con sorpresa pero no vi odio o reproche, sólo disfrute por la conversación y me dijo:”
– “Hermana, ¿es que crees que soy idiota? ¿Es que crees que no me he dado cuenta de cómo venís del baño los dos con cara de bien follados? ¿Qué no noté cómo llegaste del viaje de Bilbao con la cara iluminada? ¿Crees que no llevo notando todos estos años cómo te cambia la cara cada vez que te cuento las folladas que me pego con mi marido? ¿En cómo le miras cada vez que estamos juntos y cómo mueves inquieta las piernas como si te quemara el coño? ¿Es que crees que no sabía que tarde o temprano no podrías resistir la tentación y acabarías intentando follar con él?”
– “Deja que te explique hermana lo de tu marido y yo”.
– “Calla zorra, que te estoy hablando y no quiero escuchar más mentiras. ¿Es que creías que no conozco a mi marido y sé que ha follado fuera varias veces? Joder, si es que no me extraña, entre lo interesante que es, lo bueno que está y la polla que esconde debajo no me parece ni mal.”
– “¿No te parece mal?”
– “No. Siempre fue un novio y un marido maravilloso. Siempre me ha tratado como una reina, ha estado siempre disponible para mí y los niños, es encantador, gana un dineral para la casa, sé que me quiere y me hace feliz. Eso sin mencionar cómo folla. Desde el principio aluciné con su polla, pero es que no pasan más de dos o tres días sin que me folle como dios manda y me tenga completamente satisfecha. Me come el coño como nadie lo ha hecho, me encanta chuparle la preciosa polla que tiene, hemos follado dónde hemos querido y cuando hemos querido. Sinceramente, ni me importa que folle fuera cuando le apetezca. Y no me importa que te folle a ti, eres mi hermana y os quiero a los dos”.
Mi cuñada dejó de hablar para concentrarse en el orgasmo que le venía. Empezó a moverse mucho más rápido y a comerme la boca con descaro. Yo la ayudé apretándola fuerte el culo con mis manos para al poco levantarla con los brazos y follarla prácticamente de pie con sus piernas enzarzadas en mi cintura. Éramos únicos follando juntos, nuestros cuerpos se compenetraban a la perfección y nuestros sexos disfrutaban del otro. Se corrió con su cabeza apoyada en mi hombro repitiendo sin parar: “Siiiii, gracias cariño, graciasss, me corro, graciaaaaassss, graciaaaasss.”
Tuve que volver a apoyarla en el coche porque estaba desfallecida pero seguí follándola porque tenía ganas de correrme dentro de su coño y dejarla llena para cuando llegara a casa con su marido. Ella, más tranquila ya y dejándose follar continúo contándome la conversación de por la mañana con su mí mujer:
– “Hermana, no sabía que pensaras así y me demuestras un cariño a mí y amor a tu marido que me sorprende en cierto modo. Sí, me estoy follando a tu marido y si no te importa pienso seguir haciéndolo, estoy enganchada de voz, su olor, su cuerpo, su polla y la forma de follarme. Es más, pienso dejar al gilipollas de mi marido que ya he aguantado demasiado”.
– “Qué puta eres hermana. No me importa que folles con mi marido cuando queráis, pero con una condición, quiero que me lo cuentes todo y siempre. Quiero saber de primera mano qué tal están mi hermana y mi marido. ¿Cómo pasó? Conozco a mi marido y seguro que él no se abalanzó sobre ti. Cuéntamelo todo”.
¿A mí mujer no le importaba que follara con su hermana? Después de pensarlo un par de segundos no me sorprendió. La relación con mi mujer desde que la conocí ha sido siempre estupenda. Nos hemos llevado bien en todo, casi no hemos tenido problemas, nos hemos divertido mucho juntos y el sexo ha sido… como decirlo: a veces hemos hecho el amor y a veces hemos follado como animales. Siempre tuve a mi mujer por una gran amiga cuando estamos fuera, una maravillosa madre en casa y una puta como dios manda en la cama. Me consta que quería con pasión a su hermana y a mí, así es que en cuanto lo pensé no me sorprendió tampoco. Mi cuñada siguió contándome:
– “Así es que cuñado le fui contando todo lo que nos había pasado, cómo habíamos empezado, cómo te la estaba mamando mientras hablábamos con ella y como hemos estado follando y no pienso dejar que lo sigas haciendo. Lo que no sabes y que sí le conté a ella es que llevo años soñando contigo. Llevo años enamorada de ti y de tu cuerpo, buscando cualquier motivo para estar contigo, incluso espiando a veces cuando te has cambiado en la playa o sales recién duchado en casa para poder mirarte la polla. La conseguí ver hace un par de años y desde entonces he soñado con besarla, manosearla y follarla.”
Mi cuñada me estaba poniendo a cien. Entre el rato que llevaba follándola, la revelación de mi mujer y su confesión de pasión contenida me tenía a punto. Aceleré mis movimientos para correrme por fin y cuando llegó entre súplicas de mi cuñada para que me corriera dentro de ella disfruté de una de los mejores orgasmos de vida. Me vacié en su interior mientras ella seguía diciendo: “Síii, gracias, gracias, síiiiiii”.
Cuando terminé me relajé sobre ella todavía con mi polla dentro pero cuando al cabo de poco mi polla salió ya flácida de su coño encharcado, ella se levantó, me apoyó contra el coche y bajó hasta mi polla para saborear su leche y dejarme limpio. De vez en cuando paraba para confesarme:
– “Cuando me enteré que bajabas sólo a la playa supe que tenía que intentar viajar contigo, tenía que aprovechar esa oportunidad. Estuve toda la semana cachonda esperando al viernes y cuando vi cómo me mirabas cuando bajé al coche supe que por fin sentiría tu leche dentro de mí.”
Al rato terminamos, nos vestimos como pudimos y subimos cada uno a nuestros apartamentos. No me preocupaba volver a ver a mi mujer, es más tenía ganas de estar con ella. Cuando entré en la habitación todavía dormía la siesta, me tumbé al lado de ella y cuando se despertó ligeramente nos besamos con amor y pasión un buen rato. Ambos sabíamos lo que había pasado e iba a pasar y era nuestra forma de decir que ambos estábamos y seríamos felices.
Desde entonces, desde que volvimos de las vacaciones, muchas cosas han cambiado. Mi cuñada ha dejado a su marido sin más dilación. Al parecer él se lo tomó bastante mal, pero después acabó por comprender que no llegaba ni a las suela de los zapatos de ella y que más le valía irse, dedicarse a trabajar y ver a los niños de vez en cuando. Mi cuñada se quedó feliz y seguimos follando siempre que queremos. Mi mujer lo sabe y al final, aunque en dos casas distintas nos hemos convertido en una gran familia. Yo voy cuando quiero a casa mi cuñada, estoy con ella, follo con ella y si nos apetece me quedo a dormir. Llamo yo o ella a mi mujer, le decimos que quedo allí y listo. Y viceversa cuando estoy en mi casa. Lo que nunca vamos a hacer es compartir la misma casa, pero ninguna de las dos tiene inconveniente en compartir marido.
Yo estoy feliz, estoy enamorado de las dos, me encantan los niños y ahora casi tengo dos familias y disfruto de las dos, los niños se llevan fenomenal y cuando estamos juntos disfrutan mucho más que antes, veo a mis dos mujeres muy felices, me sobra dinero para las dos familias, y follo cuando quiero con cada una de los dos, que aunque distintas físicamente y en la cama, las dos son unas auténticas putas follando.
Cuando viajamos de fin de semana y vamos a un hotel o nuestros apartamentos de la playa, cogemos varias habitaciones para todos y los niños, y cada noche duermo con una hermana distinta o follo con cada una cuando encontramos momento o nos apetece. Alguna vez hay comentarios del tipo:
– “¿Hoy con quien duermes cariño?.” o “Joooo, hermana, déjame a mí esta noche”; “No te pases con ella que después te necesito para mí”; “Me ha contado mi hermana lo de ayer cuando fue a verte a la oficina y pienso hacerlo yo también”; “¿A quién te vas a llevar de viaje ese par de días que tienes de trabajo en Madrid cariño? Anda, llévanos a las dos y así salimos de compras después…. Prometemos ser muy buenas contigo.”
O mientras follamos:
– “Fóllame el culito hoy mi amor que quiero que disfrutes del mío tanto como el de mi hermana”; “Cabrón, vaya dos putitas que tienes para ti solo, ehhh!”; “Ahora no follarás más fuera de la familia cuñadito que tienes para ti dos zorras de lujo”; “Huy cómo hueles a coño, seguro que has estado follando con mi hermana, me encanta el sabor de coñito en tu polla”.
Fin.