El viaje a la playa 3

Nada más poner el freno de mano, mi cuñada me quitó el cinturón y me bajó la ropa hasta los pies y pasó una pierna por encima de mí. Se colocó la polla en la entrada de su coño y sin más comenzó a follarme de forma salvaje.

El viaje a la playa y 3

Me encantaba el sabor de los pechos de mi cuñada. Le besaba con toda mi boca sus tetas alternando de una a otra y se volvía loca cuando le pellizcaba con mis labios sus perfectos pezones. Ella botaba encima de mi polla sin pudor, follándome con fuerza mientras atraía mi cabeza a sus tetas y me decía al oído:

–      “Cómetelas guarro que sé que te vuelven loco. Cómeme los pezones mientras te follo cariño.”

Yo tenía las manos en su culo, tocándoselo a placer y guiándola de arriba abajo mientras me follaba. Nuestros cuerpos se acoplaban perfectamente debido a los flujos que brotaban de ella y al sudor que desprendían nuestros dos cuerpos por el calor. Hacía mucho calor. Mi única ropa, el bañador de playa lo tenía en los tobillos mientras estaba sentado en el váter en un estrechísimo servicio baño de unos de los chiringuitos de nuestra playa de Almería. La braguita de su bikini estaba tirada en el suelo y su sujetador todavía colgaba abrochado sólo con un hilo debajo de sus tetas después de haberse desabrochado el hilo del cuello para que pudiera magrearle las tetas a placer. Vaya follada que me estaba dando mi cuñada mientras seguía diciéndome:

–      “¿Te gusta follarte a tu cuñada mientras tu mujer y mi marido están ahí al lado eh cabrón? Síiiiiii, sé que disfrutas más de mi coñito sabiendo que el cornudo de mi marido está ahí fuera sin saber nada y pensando que sólo es para su polla de mierda…...”

Seguíamos follando allí dentro, con nuestros cuerpos ya totalmente sudados por la follada y el calor sofocante del baño. Empecé a jugar con mi dedo en su culo, acariciándoselo primero por fuera y poco a poco acercándome hacia su agujero y metiendo el dedo cada vez más. Me apetecía follarle el culo allí dentro.

–      “Siiiiii.” Fue su reacción cuando mi dedo entero acabó entrando dentro de su culo. “¿Me vas a follar el culito cariño? Siiiiiii. Estaba deseándolo cabrón. Siiii. Ahhh me corrooooooooooooo” Aceleró el ritmo de sus movimientos, pegó su cuerpo al mío aún más y se corrió patas abajo intentando callar sus gemidos.

Cuando acabó de correrse a gusto y se repuso moviéndose lentamente con mi polla todavía dentro y sin parar de comerme la boca, la pegué una palmada fuerte en el culo, se sorprendió pero obediente se levantó, se puso de espaldas mí y todavía de pie, apoyó sus manos en la puerta, se arqueó levemente poniendo su culo en popa para que se lo viera en detalle. Dios, la visión de ese culo perfecto, con su coño reluciente recién follado y todos sus flujos corriendo por sus delgadas piernas era maravillosa.

Todavía sentado y con mi polla a reventar acerqué mi cara a su culo, saqué mi lengua y disfruté del sabor de aquel coñito empapado. Le chupaba el coño y poco a poco iba subiendo mi lengua hasta su culo para preparárselo. Le escupía bien el culo y acabé con media lengua dentro de él. Me encantaba el sabor de la zorra de mi cuñada. Ella apretaba cada vez más su culo contra mí y decía:

–      “Así cuñadito, así, cómeme bien el culito que me lo vas a follar ahora mismo”.

Me levanté y le coloqué la punta de mi polla en su culo. Aún no había entrado casi nada cuando ella movió su culo contra mí para metérsela y entró entera. Ella ahogó un grito de dolor y se detuvo con mi polla completamente dentro de ella. Sabía lo que quería y no dudé en empezar a follarla lentamente mientras ella sumisa esperaba mis embestidas.

Estas vacaciones estaban siendo una pasada. Esa mañana habíamos ido mi mujer y yo con los niños a la playa después de llegar de viaje el día anterior y allí habíamos coincidido con la familia de mi cuñada: su marido, su suegra y sus dos pequeños. Nada más verla cuando llegué a la playa y me dio dos besos supe que no aguantaríamos mucho sin volver a follar. La atracción sexual entre ambos era demasiado desde nuestro viaje a la playa…

El viaje había sido espectacular. Después de sincerarnos y de habernos metido mano a gusto, ella me retó a que llamar a mi mujer mientras me chupaba la polla en el coche. No lo dudé y estuve casi cuarto de hora hablando con mi mujer que me contaba todos los detalles del día en la playa mientras mojaba mi mano en el coñito de su hermana y ésta me chupaba la fuerza con ganas. De hecho la muy zorra, mientras su hermana hablaba por el manos libres, aprovechaba para acercar sus labios a mi oído y decirme:

–      “Vaya cornuda mi hermana, ni se imagina que su hermanita le va sobando y comiendo la polla a su maridito en el coche. Se lo tiene bien merecido por no haberme dicho nunca la maravillosa polla que tenías. Joder, qué gusto como me tocas cabrón”.

Le dije a mi mujer que tendríamos que parar a dormir en algún sitio de camino porque habíamos tenido un tráfico de infierno y se había demasiado tarde. Cuando escuchó esto mi cuñada aceleró su mamada intentando hacerme correr. Mi mujer me dijo que lo entendía y que le parecía bien así es que se despidió hasta el día siguiente después de mandarme un beso. A la zorra de mi cuñada no se le ocurrió otra cosa que en ese momento pegarme un morreo con una pasión desatada.

Se volvió a quedar a mi lado sin chuparme más pero sí mientras me seguí pajeando muy lentamente. Le dije que pararíamos en el próximo motel de carretera que encontráramos pero me dijo que por favor no esperáramos, que necesitaba que la follara ya. No lo dudé, usé la primera salida que había en la autovía y nada más coger una carretera ya sin luces y poco transitada, dejé el coche en una pequeña entrada en un terreno.

Nada más poner el freno de mano, mi cuñada me quitó el cinturón y me bajó la ropa hasta los pies y pasó una pierna por encima de mí. Se colocó la polla en la entrada de su coño y sin más comenzó a follarme de forma salvaje. Follamos como desatados ya sin decirnos nada, disfrutando el uno de otro mientras más que besarnos nos comíamos la lengua y boca mutuamente. Tardamos muy poco en corrernos los dos por la calentura que llevábamos acumulada y decidí inundarla de leche mientras escuchaba sus gemidos sin importarme que se quedara embarazada.

Nos quedamos en la misma posición descansado y besándonos sin que ella sacara mi polla de dentro y mientras yo disfrutaba de sus tetas y culo. Cuando nos repusimos, ella se volvió a su asiento sin ponerse la ropa y yo comencé de nuevo el viaje sin tampoco vestirme. Cuando volvimos a la autovía y hasta que vimos por fin un motel al cabo de unos kilómetros, yo no solté mi mano de acariciar su coñito todavía húmedo y ella de tocarme la polla a su gusto para continuar la noche.

Pasamos la noche en uno de esos moteles en los que ni te bajas del coche para entrar y aparcas directamente en el garaje de tu habitación. Nada más bajarnos del coche y meternos en nuestra habitación, sin esperar si quisiera a llegar a la cama, nos abrazamos y desnudamos mutuamente, la apoyé contra la pared, la levanté una pierna y me la follé de nuevo mientras gritaba que follara mi cuñadita como quisiera toda la noche.

La noche la pasamos sin despegarnos. Follamos en la habitación y en el baño, follábamos hasta que no podíamos más, descansábamos y dormíamos hasta que alguno de los dos empezaba a meter mano al otro o a comernos la polla y el coño y volvíamos a follar. Cuando amanecimos, encargamos algo de desayunar todavía completamente desnudos, disfrutamos del desayuno juntos mientras seguíamos contándonos confidencias y volvimos a follar antes de coger de nuevo el coche para llegar a Almería.

De camino hasta nuestras parejas no hizo que falta que nos pusiéramos de acuerdo, pero ninguno de los dos nos pusimos ropa interior y así pudimos ir tocándonos mientras viajábamos. Cuando llegamos al garaje del edificio en el que ambas familias tenemos los apartamentos, no pudimos más y nada más salir del coche y también sin hablar nos abrazamos, la giré y apoyé en el capó del coche, la levanté el vestido y la follé por atrás mientras amasaba sus tetas y me corría en su coño lo que pensaba que sería la última vez. Nos recompusimos y subimos por fin cada uno a nuestro apartamento despidiéndonos con un beso en los labios que duró más de lo que ambos previmos.

Ese mismo día lo pasamos cada uno con nuestras familias y no volvimos a vernos hasta ese momento en la playa por la mañana al día siguiente. Habían cogido unas hamacas para ellos y nos habían reservado otras a nosotros.

Sinceramente no había pensado qué iba a hacer con mi cuñada una vez en la playa, pero cuando nos miramos mutuamente ambos lo tuvimos claro. Estaba tomando el sol con un bikini negro espectacular que realzaba aún más sus tetas y marcaba perfectamente su coñito. Pasamos la mañana las dos familias juntos y cuando nos fuimos a bañar tanto mi cuñada como yo intentamos salir los últimos del agua. Una vez solos todavía dentro del mar se colocó a mi lado lo suficientemente junta como para poder tocarnos bajo el agua pero sin levantar sospechas.

Los dos no perdimos tiempo y nuestras manos ya recorrían nuestros cuerpos todo lo que podían debajo del agua.

–      “¿Qué tal estás cuñado?”. Me preguntó.

–      “Muy bien ahora que por fin te he visto y puedo volver a meterte mano zorrita. ¿Tú qué tal?”

–      “Muy enfadada contigo.” Me dijo sin convencimiento.

–      “Ahh sí, ¿por qué? Que yo sepa siempre he intentado hacer a mi cuñadita completa y feliz…” Le dije con sorna.

–      “Estoy enfadada porque llevo pensando en tu polla desde ayer y seguro que se has estado follando con mi hermana mientras yo tenía que masturbarme anoche al lado del tonto dormido de mi marido. Necesito que me folles cariñoooo.” Me decía mientras acariciaba el tronco de mi polla bajo el agua.

–       “Pues aquí va estar jodido cuñada….” Y le metí casi todo el dedo dentro del coño para hacerla sufrir.

–      “Mira, lo llevo pensando toda la mañana. Cuando salga del agua me voy a ir a secar al sol un rato mientras pienso la follada que te voy a dar. Me levantaré y me iré al baño de mujer de aquel chiringuito de allí. Al cabo de un par de minutos dirás a tu mujer y mi marido que vas a por algo de comer al chiringuito. Pero lo que vas a comer es mi coño nada más entres el baño que te estaré esperando.

Y así hice. Me dirigí al baño, y allí estaba ella ya sin la parte de abajo del bikini, sentada en el váter mientras se acariciaba el coño. Nada más llegar, se agachó al suelo y tras bajarme el bañador me pegó una comida de polla como nunca me habían hecho, se notaba que había estado deseando el momento todo el día. Después me senté y me folló hasta que acabamos con ella de pie apoyada en la puerta mientras la follaba el culo a placer y me pedía más y más para corrernos juntos, calmarnos mientras seguíamos pegados de pie sobre la puerta, recomponernos todo lo que pusimos y despedirnos después con otro beso que también duró más de lo que ambos previmos.

Continuará.