El viaje a la playa 2

Mi cuñada se había puesto cómoda, se había quitado los zapatos, se había girado casi completamente hacia mí para poder hablar y cruzada de piernas, el vestido se le había ido subiendo hasta que cuando miraba hacia ella podía verle perfectamente las bragas.

El viaje a la playa 2

Me había convencido. Empecé a marcar el número de mi mujer por el teléfono del coche con la polla dentro de la boca de mi cuñada y mi mano acariciándole el culo, mientras volví a recordar cómo habíamos llegado a esta situación desde que empezamos el viaje.

El viaje empezó muy bien porque no encontramos tráfico en la salida de Bilbao y enseguida llegamos a la autopista. A mi cuñada le gustaba la música que iba poniendo en el coche tranquila para el viaje y me iba preguntado por grupos y estilos musicales. Yo la miraba de vez en cuando y realmente estaba preciosa. El vestido amarillo realzaba el moreno de sus piernas que además al sentarse se habían descubierto al subirse un poco el vestido por el asiento. Miraba de vez en cuando sus pechos marcados dentro del vestido y lo sensual de sus hombros descubiertos y me empecé a poner caliente sólo con imaginarla desnuda.

Después de un rato, la conversación derivó en nuestros respectivos cónyuges:

–      “¿Sabes cuñado? No creas que tengo muchas ganas de vacaciones. La verdad es que estas semanas que he estado sola en Bilbao sin mi marido y las niñas he estado en la gloria. Algunas dicen que acaban por echar de menos a su marido, pero yo todo lo contrario. He podido hacer los planes que he querido, he trabajado, he salido con amigas, he dormido, he hecho de todo”.

–      “¿De todo? No habrás sido mala cuñadita. Que a veces tu hermana me ha contado cada historia…”

–      “Hija de puta, ¿qué historias te ha contado esa mojigata?”

–      “No te enfades mujer, una vez me contó lo que pasó cuando salisteis juntas hace un par de años todos los primos de vuestra familia juntos”.

–      “¿Cuándo? ¿Aquellas navidades? Sí me acuerdo. Aprovechamos que había venido toda la familia por primera vez en mucho tiempo y decidimos salir todos los primos juntos como cuando hacíamos de pequeños. ¿Y qué te contó?”.

–      “Me acuerdo que tu hermana llegó a casa sobre las 4 de la mañana un poco bebida pero sobretodo muy muy caliente. Yo estaba dormido, pero me despertó digamos…. chupándome el instrumento…”. Mi cuñada me cortó:

–      “¿La polla? Puedes decir que te chupaba la polla cuñado que no somos niños hombre!”.

–      “Síiii, tienes razón, me despertó chupándome la polla y cuando vio que me despertaba y que estaba completamente empalmado, sin quitarse el vestido ni las bragas que llevaba, se sentó encima de mí y empezó a darme una increíble….”

–      “¿Folllada?”

–      “Sí cuñada, me dio una follada impresionante. Una de las noches en las que más caliente le he visto. Me susurraba al oído que me había echado mucho de menos, que había visto de todo aquella noche y que necesitaba follar y correrse bien a gusto”.

–      “¿En serio? ¿Mi hermana la mojigata?”

–      “De verdad, y no es tan tímida como te crees. Cuando se pone a follar se transforma aunque sólo sea durante ese rato. Cuando se corrió al poco tiempo con la calentura que llevaba y yo me vacié dentro de ella, se tumbó y me contó lo que había pasado esa noche.”

–      “Ya, me imagino que te contó lo que pasó con Marcos, ¿no?. ¿Y qué te contó?”

–      “Me contó que fuisteis a cenar todos juntos, que se sentó al lado tuyo y tú a la lado de tu primo Marcos y que además de pasarlo bien todos durante de la cena empezó a notar cosas raras entre tu primo y tú. Según me dijo, siempre había sabido que de pequeños os habíais besado y manoseado pero que pensó que de mayores se habría acabado. Pero que pronto se dio cuenta de que tú tenías la mano en su entrepierna por debajo del mantel y él de la tuya”

–      “Ya, ¿y qué más vio mi hermanita?”

–      “Al parecer la curiosidad le pudo y se agachó disimuladamente a por la servilleta debajo de la mesa y alucinó al ver su polla fuera mientras tú se la masturbabas lentamente y cómo el te metía mano entre el tanga que llevabas ahí debajo…”

–      “Cuñado, pero cómo eres, puedes decir coño hombre, que no pasa nada!”

–      “Pues eso, que te estaba tocando el coño bien a gusto. Ella actúo como si nada pero ya no te quitó ojo de encima en toda la noche. Después de la cena, me dijo que os fuisteis a tomar unas copas a una discoteca y bailar, pero que observó cómo vosotros os quedabais siempre cerca de la barra hablando. Mosqueda fue a hablar con vosotros y observó cómo el perdía su mano por debajo de tu espalda entre el barullo y te sobaba el culo a placer.”

–      “Sí, me acuerdo perfectamente, cómo me ponía aquel cabrón. Desde pequeños empezamos a descubrir sensaciones juntos pero es que aquel día me puso tan caliente que no me importó estar a su merced. Deja que te cuente para que no te pienses que soy tan zorra. Nada más llegar a la cena Marcos se sentó al lado mío y de hecho muy pegado a mí porque el sitio no era demasiado amplio y éramos muchos. Me empezó a contar en bajo que seguía soltero, sin tapujos me dijo que se follaba todo lo que quería cuando quería, pero que nunca había podido dejar de pensar en mi olor y en cuánto le gustaría volver a sentirme, tocarme el coñito sus palabras textuales y poder follarme puesto que nunca lo habíamos hecho antes. A mí me puso tan cachonda que al principio pensé en mi marido pero en seguida me olvidé de todo cuando cogió mi mano, la dirigió debajo del mantel y la puso en su polla que estaba ya fuera. Y no dudé en acariciarla, abrí ligeramente mis piernas y al poco él ya me estaba metiendo mano. Lo que pasó después era inevitable. ¿Qué más vio mi hermana?”

–      “Joder cuñadita, y yo que pensaba que eras una fiel esposa”

–      “Lo soy más o menos, pero sólo a veces he perdido un poco el control cuando me ponen demasiado caliente. Quiero a mi marido y no me considero ninguna puta, pero él no es digamos un superdotado en la cama, y a veces, muy pocas veces desde que me casé le he puesto los cuernos. ¿Tú nunca has puesto los cuernos?

–      “Uff, ¿a mi cuñada contarle eso? Primero te cuento lo que vio tu hermana. Según me dijo, os estuvisteis magreando casi toda la noche hasta que en un momento en que notó que faltabais de la discoteca fue a buscarte al baño, no te encontró, te buscó en la barra y tampoco, y decidió salir fuera a ver si os veía allí. Al principio no vio nada, pero luego distinguió entre la oscuridad de la noche en el parking unas siluetas. Decidió acercarse sigilosamente sin notarais nada y cuando llegó os vio apoyados en el coche. Ella se escondió detrás del coche de al lado y os miró por la espalda sin que pudierais verla. Alucinó con la paisaje. Me empezó a describir cómo estabas de pie con tu cintura doblada y apoyada el cuerpo contra el maletero, con el vestido subido hasta la cintura y las bragas por los tobillos, mientras Marcos te follada desde atrás como un poseso. Me contó cómo con tus brazos le cogías el culo para que te follara más fuerte, cómo le decías que te follara bien que lo habías deseado todos estos años y cómo sentías su polla caliente partiéndola. Tu hermana la mojigata no se resistió más y allí mismo se masturbó toda salida hasta correrse mientras él seguía hasta que se corrió dentro de ti tras tú rogárselo. Cuando terminó decidió que necesitaba follar cómo fuera, entró, se despidió de todos y se vino a casa a terminar lo que había empezado”.

–      “Qué cabrona! Así es que estuvo allí mirando todo el tiempo. Por eso me dijo al día siguiente que qué tal la noche y que perdonara que se tuvo que ir sin despedirse porque no me encontró. Pues me alegro, porque vio una de las mejores folladas que me han pegado nunca. Después de eso, nos metimos en la discoteca, me bebí un par de copas y me fui a casa. No he vuelto a saber nada de Marcos porque la verdad es que no me interesa”

–      “Ya pues tu hermana sí que se acuerda porque de vez en cuando me recuerda lo zorra que puedes llegar a ser cuando os cabreáis por cualquier chorrada.”

–      “Joder, pues que no se pase que todos alguna vez hemos perdido la cabeza. ¿Tú qué cuñadito? ¿No has tenido nunca ningún desliz? ¿No vas a contarme nada después saber todo eso de mí? Te prometo que no se lo contaré a mi hermana que no me gusta hacerle daño….

–      “Yo nunca cuñada, la verdad es que siempre me he portado muy bien, y si lo hubiera hecho no te lo contaría a ti venga!”

–      “¿Seguro que nunca? ¿Seguro? ¿Ni si quiera con aquella compañera que te vi una vez que estaba tan buena?”

–      “¿Quién? ¿Cristina? Porque nos vieras comiendo juntos con unos clientes aquel día en Bilbao no quiere decir que tuviera nada con ella. Trabajamos medio año juntos en un proyecto y después no he tenido más contacto.”

–      “Ya, seguro. Seguro que no pensaste nunca en echarle un polvo. Recuerdo que era un tía espectacular, que estabais sentados juntos, que os compenetrabais perfectamente y que cuando os saludé se puso muy nerviosa al saber que era tu cuñada. Sinceramente, pensé que te la habías follado pero no dije nada a mi hermana porque como te he dicho nunca se lo contaría para que no sufriera en vano”

Y así hablando y hablando habíamos hecho ya una buena parte del viaje cuando llegamos a Madrid y allí sí que nos encontramos una retención increíble. Como estábamos casi parados y nos quedaban así por lo menos un par de horas hasta volver a coger la autopista al sur, mi cuñada se había puesto cómoda, se había quitado los zapatos, se había girado casi completamente hacia mí para poder hablar y cruzada de piernas, el vestido se le había ido subiendo hasta que cuando miraba hacia ella podía verle perfectamente las bragas blancas que se adivinaban de encaje.

Los dos íbamos cómodos porque tengo un Audi todoterreno muy grande, con asientos de cuero, automático, todo lujo de detalles electrónicos y cristales traseros tintados. El calor no nos hacía daño con el aire acondicionado, la música lenta sonaba detrás y la amplitud del coche nos permitía ir cómodos y espaciados. Así es que entre la conversación, la música y el coche a ninguno de los dos se nos hizo pesado en tráfico y nos lo tomamos como una rato más en el que pasar contándonos confidencias. Como el tráfico era muy lento, yo también me giré bastante para mirarla directamente y poder hablar mejor mientras de vez en cuando el coche avanzaba sólo automáticamente entre el tráfico por un sistema que le incorporé.

–      “¿De verdad que no se lo contarías a tu hermana?”

–      “Seguro cuñado!. Nunca traicionaría tu confianza y menos me entrometería en la vida de mi hermana!. Además me lo tomo sólo como curiosidad personal y como curiosidad sobre lo que hacen los hombres fuera de su matrimonio. Además después de saber lo que sabes de mí…..”

–      “Te lo contaré porque me apetece y además te lo has ganado por hacerme el viaje tan ameno y sobretodo por esa visión de tus bragas que me estás dando desde hace un rato y se merecen lo que pidan”

–      “Ahh, perdona, no me había dado cuenta pero es con la posición así sentada y la confianza que tenemos, si quieres me muevo”.

–      “No te preocupes, tú ponte cómoda que yo seguiré disfrutando de la visión…” Y me sonrió.

–      “Me follé y bien follada a Cristina cuanto y como quise. La verdad es que todo lo que tenía de pibón lo tenía de zorra y disfruté de todo su cuerpo, su coño, su culo, su boca, sus tetas, todo ella”.

–      “Joder cuñado! Qué fuerte! Cuéntame más”. Me rogó mientras esperábamos dentro del coche en el tráfico y se movía inquietamente encima de su asiento con una visible mancha mojada en sus bragas. Y empecé con los detalles:

–      “Conocí a Cristina hace un par de años cuando trabajamos juntos con un cliente extranjero que quería comprar una empresa del País Vasco. Soy el director de la oficina de Bilbao de despacho de abogados importante a nivel internacional y Cristina era la experta que me enviaron de Londres por conocer el sector en el que teníamos que cerrar la operación para nuestros clientes. Cuando me dijeron que me enviarían a una de las mejores abogadas me esperaba la típica inglesa pero al conocerla lo primero que pensé es: vaya polvo que tiene esta tía”.

–      “Cuñado, cómo sois los hombres. Pero si recuerdo que era espectacular. Morena, alta, con un tipazo y un escote que ya me pareció inapropiado entonces.”

–      “Sí, ella sabía que estaba buena y lo usaba en el trabajo. Y trabajé mucho con ella, nos pasamos los dos primeros meses trabajando 14 horas diarias estudiando la operación y analizando cómo enfocarla y, aunque siempre notaba cierta tensión sexual entre nosotros, entre el trabajo y que yo volvía a casa todas las noches y me desfogaba con tu hermana, nunca surgió nada”.

–      “¿Hasta?”

–      “Hasta cuando fuimos a Madrid a varias reuniones con los clientes y no me quedó más remedio…”

–      “Seguro que no tenías remedio, pobrecito…”

–      “No, en serio. Una noche en Madrid, cenamos con nuestros clientes y después decidimos irnos todos a tomar una copa. El jefazo de nuestros clientes me sugirió que fuéramos a un local digamos con mujeres comerciales”

–      “Con putas.”

–      “Sí, a un local con putas, pero de esos en los que te puedes tomar una copa. Miré a Cristina y cuando se encogió de hombros supuse que no le importaba así es que allí al lado fuimos a un sitio que conocía con putas pero tranquilo”.

–      “¿Qué conocías?”

–      “Sí, he tenido que llevar allí a muchos clientes. Llegamos y el sitio estaba a tope, pero en seguida nos buscaron una mesa y nos tomamos una copa entre mujeres buscando sexo espectaculares. Todos sabíamos que nuestros clientes iban a lo que iban pero yo nunca lo he hecho porque sinceramente no me gusta. Algo que Cristina no sabía y que seguro pensaba acabaría con una puta esa noche también. Así es que cuando uno de nuestros clientes se marchó del brazo con una de ellas al hotel, y el otro estaba pensando a quién se llevaba Cristina me dijo en voz baja para que sólo la oyera yo que si pensaba dejarla allí sola mientras yo también me iba con alguna.”

–      “¿Y qué le dijiste?” Me cortó mi cuñada.

–      “Le dije tras fijarme en la cara de enfadada que tenía que si veía alguna que me gustara a lo mejor. Ella se puso colorada y tras marcharse el otro cliente que faltaba allí, y beberse de un trago lo que le faltaba de copa me dijo mirándome a los ojos que no hacía falta que buscara a ninguna puta para esa noche porque ya la tenía a ella.”

–      “¿Tal cual?”

–      “Tal cual. Además, tendrías que haberle oído cómo lo decía. Marcaba cada una de las palabras como si las sintiera. Yo que intuí el juego en el que entraba le contesté secamente que yo con las putas hacía lo que quería y como quería y en el mismo tono que antes me contestó que ella sabía que era una puta y que no necesitaba gastarme dinero pudiendo tenerla a ella. Para terminar de convencerme me dijo que me follaría como yo quisiera pero que quería ser mi puta aquella noche. Entonces me levanté, la levanté a ella y allí mismo le dí un morreo sin vergüenza de que nos vieran y aproveché para tocarle su culo y tetas y me la llevé al hotel como si de una puta se tratara”.

–      “Qué fuerte. Sí que tenía cara de puta cuando yo la ví. ¿Y qué pasó?”

El tráfico ya había bajado mucho y poco a poco empezamos a coger velocidad para engancharnos a la autopista. Mi cuñada había prestado atención a todo lo que le contaba y cada vez se había ido poniendo más inquieta encima del asiento, tenía ya el vestido casi a la altura de su culo y podía verle perfectamente el tanga. De hecho, y cuando pensaba que no la veía al mirar a la carretera se pasaba la mano por el coño encima de las bragas pensé que intentando aliviar su calentura.

–      “Pasó que la subí a la habitación y nada más cerrar la puerta la giré, la apoyé de espaldas a mí sobre la puerta, la subí la falta, le bajé las bragas hasta los tobillos, me saqué la polla y allí mismo se la metí sin más. La estuve follando hasta que al poco se corrió, nos tumbamos allí mismo en la moqueta y la seguí follando en el suelo tumbados. Me corrí dentro de ella entre sus gemidos. Nos quedamos allí tirados medio a oscuras y cuando nos levantamos encendimos un lámpara, nos desvestimos lentamente uno enfrente del otro disfrutando de la visión de nuestros cuerpos, me senté en una de las sillas, se agachó y me la comió hasta que estuvo otra vez dura. Se levantó, y pegada a mí, fue bajando poco a poco hasta meterse toda mi polla en su coño y me folló como una loca mientras me preguntaba si me gustaba cómo me follaba mi puta”. Miré a mi cuñada y la cara que tenía era de desesperación. Como no me decía nada pero sé que necesitaba que le contara más seguí:

–      “Follamos toda esa noche hasta el amanecer en que nos quedamos dormidos, por poco tiempo puesto que teníamos que trabajar en el despacho. Pero desde aquel día hasta que terminamos follamos todos los días que estuvimos juntos. Cuando estábamos de viaje pasábamos la noche en el hotel juntos, si estábamos en Bilbao nos llevábamos el trabajo a su hotel y follábamos en cuanto nos apetecía. Trabajábamos casi en pelotas y nos poníamos a follar o tocarnos cuando queríamos. Como yo tenía que ir a casa por las noches, casi siempre pasábamos el mediodía en su hotel. De hecho, el día que nos vistes de comida, antes de volver a la oficina pasamos por su hotel y me folló mientras me preguntaba quién era esa cuñada tan guapa que tenía, si habría sospechado que era mi puta y si me gustaría follarte”.

–      “¿Y que le dijiste cuñadito?”

–      “Le dije la verdad, que no había pensado nunca en ti sexualmente pero que sabía que estabas muy buena… y que sólo ella era mi puta”

–      “¿Y qué le dirías ahora después de ver lo cachonda que estoy, con el vestido por la cintura y enseñándote las bragas empapadas con cara de puta?” Ella me habló con cara seria pero yo le devolví una sonrisa.

–      “Le diría que sí que habías sospechado que me la follaba, que sí que eras muy guapa y que sí te follaría porque eres otra puta y tienes un cuerpo increíble…”

En ese momento, observé cómo se colocaba de nuevo en el asiento, no paraba de moverse así que decidí calmarla y le apoyé la mano en su rodilla y la acariciaba el muslo desnudo hasta casi la cintura. La miré y supe que le gustaba:

–      “Sabes cuñado me estás poniendo a cien cabrón”

Y ahí empezó todo.

Continuará.