El Viaje (8)

- Otra vez estamos con lo mismo, CARLA. – dijo furioso - No lo puedo evitar, nací chico, pienso como chico y seguiré siendo un chico. – contesté airado. - Todo se andará, de momento ya tienes nombre de chica y algo más. –dijo irónicamente.

EL VIAJE - VIII

Ya empezaba a abrir los ojos, y me senté en la cama para despejarme y dar paso a un nuevo capitulo de mi vida entre esas paredes. Ya no seria lo mismo que antes de mi ingreso en la clínica, volví a mirarme al espejo y no cabía duda que el amo se había propuesto, hacer de mí un joven afeminado.

De cuello para abajo mi cuerpo parecía al de una linda jovencita en los inicios de la pubertad, pechos en sus comienzos y una cintura estrecha a la que tenia que añadir mi hermoso culito, y encima mi nuevo nombre "Carla", y todo esto se había transformado en un periodo de tiempo de mes y medio aproximadamente.

Se habría la puerta, era el amo que se interesaba por mi estado y si había pasado una buena noche, asentí con la cabeza sin ánimos de mostrar mi agradecimiento.

¿Qué te ocurre, pareces enfadada? – dijo

No estoy enfadada, como usted pregunta, ¡estoy enfadado! – contesté un poco airado.

Otra vez estamos con lo mismo, CARLA. – dijo furioso

No lo puedo evitar, nací chico, pienso como chico y seguiré siendo un chico. – contesté airado.

Todo se andará, de momento ya tienes nombre de chica y algo más. –dijo irónicamente.

Miré el espejo, tenia toda la razón además del nombre había algo más, pero yo debía resistirme en todo lo posible a dejar que cambiasen mas mi cuerpo y sobre todo mi forma de pensar.

Bueno Carla, te diré porqué he venido, dentro de media hora te visitará un cliente mió y debes agasajarlo en todo lo que te pida, no me vayas a dejar mal o lo lamentarás. – dicho esto se marchó.

Que me sometiera él, lo aceptaba con resignación pero ser usado como un objeto sexual, me indignaba sobre manera y lo peor era que tenía que obedecer sin rechistar. Me dirigí a la ducha y me tome con tanta calma el baño, que no me di cuenta que el cliente había llegado y estaba observándome mientras me duchaba.

Hola Carla, soy un amigo de Odin, me alegro de conocerte. – dijo en un tono de lo mas educado que había oído en los últimos días.

Hola…. – contesté un poco apurado

Me gusta mucho lo que estoy viendo, tienes un bonito cuerpo. – dijo halagándome

Gracias, eres muy amable. – contesté mientras salía de la ducha y procedía a secarme.

Te ayudo a secarte. – dijo mientras me abrazaba con la toalla

Sus movimientos eran suaves y se entretenían en mis zonas erógenas que ahora eran mucho más sensibles, sobre todo la zona del pecho que ya empezaban a notar una sensación algo especial. Los movimientos de sus manos ayudadas por la suavidad de la toalla, empezaron a hacer el efecto deseado, a eso habia que añadir las dos semanas que llevaba sin tener un orgasmo y al final mi pene mostró la ereccion que suponia el deseo de un polvo.

Mi pareja que fisicamente mostraba un cuerpo atletico, a pesar de que sus canas y alguna arruga en su rostro, evidenciaban que estaba en plena madurez, me cogió entre sus brazos y me depositó sobre la cama como buen amante.

Una vez desnudo, descubrí su increíble cuerpazo y a destacar las medidas de su polla que aun estando en un estado de semiflacidez alcanzaba unas medidas prodigiosas. Se colocó sobre mi cuerpo y comenzó por mezclar su lengua con la mía, era mucha la pasion que habia en sus besos y lo hacia como verdadero maestro, succionaba mi lengua con tal fuerza que pensé en perderla en su garganta. Pegó su cuerpo sobre el mió y comenzó a moverse con mucha pasión y a la vez con gran delicadeza, que no pude por menos que dejarme llevar y disfrutar de todo cuanto hacia conmigo.

Aaaaaaggggg, suspiré sin poder contenerme, su boca se habia parado sobre mis pezones y entre lo sensibles que estaban y su delicada lengua, me llevaban al cielo. Jamás habia tenido semejante placer, esto era totalmente nuevo para mi, adiviné que todo era a consecuencia del cambio en mi cuerpo y en especial mis pechos. Era un placer nuevo para mí, impulsos eléctricos recorrían todo mi cuerpo al movimiento de su lengua, deseaba que no terminara nunca, pero él se percató que me iba a correr y los dejo libres de sus caricias.

Veo por tus quejidos que te ha gustado. – dijo mi amante

Desde luego que me ha gustado, jamás habia sentido esa sensación, todavía estoy temblando. – contesté

Me alegra saber que gozas con las caricias en tu pecho, eso es muy buena señal y que todo marcha bien. – dijo dejandome pensativo

Dejo de hablar y su boca busco mi pene que ya lucia una enorme erección, desapareciendo en su garganta. Los movimientos que proporcionaba con su lengua, hacían que mi polla se retorcía y movía con rapidez, delataban ser un verdadero experto. Engullía y sacaba mi pene con una maestría bestial, sin dejar de mamar mi polla con un movimiento de su cuerpo me colocó la suya en la mía, no podía defraudar a tan buen amante y me presté a darle todo el placer que se merecía y que yó en las ultimas semanas de mi vida habia conseguido aprender.

Estaba disfrutando tanto de su mamada como de la que yo estaba dando, varios minutos pasaron y los dos parecíamos hambrientos de carne por el interés que poníamos. Asi estábamos cuando sin mediar palabra dejo mi polla y dándome la vuelta se empleó en lubricar mi culo con su lengua, seguidamente escupió un par de veces sobre su mano y masajeando su pene lo preparó para la penetración.

Ten cuidado por favor, hace tiempo que no lo hago. – dije avisándole

Tranquila, solo deseo el disfrute de los dos. – contestó a la par que procedía a colocar su glande en la entrada de mi culo.

Su pene era grande y le costaba entrar, pero él parecía no tener prisa y todo era más placentero. Introducía la cabeza de su polla y asi estaba varios segundos y la volvía a sacar, asi varios intentos hasta que mi esfínter parecía ceder a los envites de mi amante. Casi la tenia toda enterrada, cuando de nuevo volvía a dejar mi culo libre durante unos instantes, y como me dijo un día Miguel, cuando has gozado con la sodomía ya no puedes abandonar el club.

Tenía tal deseo de ser follado, que mis manos buscaron su cintura para atraer hacia mí su polla y volver a tenerla en mi interior, mi amante se resistía a volver a empalarme y no tuve más remedio que suplicar.

Por favor follame, no puedo más, estoy deseándolo. – dije ansioso.

¡Llegó ese día!, por fin has pedido tu misma que te empalen, pero con eso no basta, me dejo claro Odin, que lo debías pedir como una autentica putita, como una mujer se lo pediría a su hombre. – respondió a mis suplicas.

De acuerdo, follame, empálame, como a una puta, como a una perra, pero hazlo. – dije con lujuria.

Di que eres CARLA, una puta y que estas para dar placer a los hombres. – respondió

Soy CARLA, una puta que solo desea dar placer a los hombres. – contesté con lagrimas en los ojos.

En ese preciso instante su polla desapareció en mis entrañas y un vaivén dentro/fuera comenzó para mi culo. Los movimientos eran fuertes pero no violentos, sabía lo que se tenía entre manos, me estaba demostrando que era una eminencia en las artes amatorias. Las lágrimas del inicio dieron paso a jadeos y suspiros, ya que la falta de sexo durante tantos días y la habilidad de mi pareja, hacían olvidar los problemas y las penas.

Se oía el ruido de succión de mi culo al compás de sus movimientos, la sacaba toda y de renglón seguido volvía la penetración, un compás maravilloso por como me estaba poniendo. Asi minuto a minuto, hasta no se cuantos, pero fueron muchos los que estuve empalado sobre su mástil, parecía no acabar nunca hasta que se acercó a mi oído y me susurro:

Empieza a masturbarte que pronto llegará el final y quiero que los dos lo hagamos al unísono. – dijo

No perdí el tiempo, mi mano abrazó mi polla y comencé el ritual del movimiento para gozar de una corrida, tanto tiempo deseada. Sus envites se aceleraron y los jadeos y el sudor delataban que pronto llenarían mi culo con leche, yo aceleré el ritmo de mi mano y mi cuerpo comenzaba a contraerse ante la llegada del orgasmo.

Aaaaaaggggggg que placer. – dijo mientras su esperma me inundaba.

Yo tardé unos segundos, pero - aaaaaaaaaagggggggggg dios mío, que polvo más maravilloso. – balbuceé mientras mi mano y la cama se llenaban de semen.

Con la polla de mi pareja todavía dentro me derrumbé sobre mi leche.

Por favor, no la saques déjala dentro más tiempo. – le dije en plan suplica.

De acuerdo, si es eso lo que quieres, serás complacida. – respondió

En dicha posición nos mantuvimos largo rato hasta que su polla volvía a tener un aspecto lánguido y se salió del interior. Se dirigió a la ducha y yo le acompañé, le ayudé a enjabonarse y el hizo lo propio conmigo, terminado la ducha y vestido para su marcha, me acerqué a sus labios los besé y dije.

Gracias, por hacerme disfrutar tanto, eres muy buen amante. –

Yo también he gozado, espero volver a verte de nuevo Carla. – dicho esto, me beso y se marchó.

Todavía tenia escalofríos recordando el polvazo que habia echado con ese extraño, del que ni siquiera sabía su nombre, sin embargo él conocía mi nueva identidad. Asi fue como empezó el día, sin haber desayunado me habían echado un polvo maravilloso, a mí a un etéreo convencido que jamás pensó en disfrutar de este tipo de relaciones. El que solo gozaba con el sexo de su novia, había sucumbido y cedido a los placeres ocultos de la carne hasta el punto, de pedir por favor que me follaran y hacerlo como una verdadera puta, esto pasaba por mi cabeza cuando apareció Miguel por la puerta.

Hola…Carla, buenos días. – nombró mi nuevo nombre con recelo.

Buenos días Lito, no te preocupes por llamarme así. – contesté para que supiera que yo también debería llamarlo tal y como el amo quería.

Tomaté estas pastillas y vamonos a desayunar. – dijo

Tragué mis medicamentos y nos dirigimos al comedor, de nuevo tenia preparada mi silla especial para colocarme sobre ella. Hoy no hizo falta lubricarla, mi culo venia todavía con la flacidez de haber sido recientemente follado. Desayuné con todos los presentes y a continuación el amo, me llevó con él a su habitación, era la primera vez que entraba en aquel lugar. Se parecía mucho a la que yo ocupaba, con algunas excepciones, como los techos de cristal y varios monitores de televisión en el frontal de la cama.

Me ha comunicado mi cliente que has estado muy bien y que en unos días volverá para verte de nuevo. – dijo en tono agradable.

Yo no contesté, hice el gesto con la cabeza de que me daba por enterado y esperé que siguiera hablando.

Bueno Carla, ya vas teniendo la figura que deseo para ti, y por ahora solo nos queda esperar un tiempo, pero mientras quiero hacerte unos cambios temporales para hacerme a la idea de cómo quiero verte. – dijo con una sonrisa en sus labios.

Dicho esto, pulsó un botón y al instante apareció uno de los sirvientes.

¿Desea algo de mí el amo? – preguntó

Por supuesto, llévate a Carla y me la preparas como hablamos antes, cuando este lista vuelves a traerla. – le ordenó

Acompañé al sirviente a una habitación, donde me indicó que me sentara en un sillón al frente de un espejo, y se dispuso a sacar objetos de varios cajones y colocarlos sobre la encimera que precedía al espejo.

Bueno, no te preocupes por nada, lo que voy a hacerte no es nada doloroso, más bien es placentero, ya me dirás al final de la sesión que tal te ha parecido. – dijo

De acuerdo, has lo que debas y espero que sea como dices. – contesté

Dicho esto, un cojió unas pinzas y se dedicó a depilarme las cejas, y pasar a continuación a colocar en mi rostro una crema blanca y proceder a extenderla de forma suave por toda la cara, finalizado este proceso mi cara parecía al de una muñeca de porcelana. Luego se dedicó a maquillarme los ojos y seguir con las pestañas, terminado con los ojos me retiró la crema de la cara y observé el brillo en mi rostro, eso dio paso a finalizar el maquillaje en mi cara.

Abrió un cajón y extrajo una peluca de color negro y se dispuso a colocármela, tras varios minutos para adecuarla y posteriormente peinarla terminó su trabajo colocándome unos pendientes de clic sobre el lóbulo de mis orejas.

Listo, ya puedes mirarte y contemplar tu nuevo rostro, espero que te guste. – dijo esbozando una sonrisa de satisfacción.

Dios santo, no me reconozco. – dije incrédulo

No te gusta. – contestó apenado.

Bueno, tanto como gustarme, no se que decirte. Me veo extraño, incluso me cuesta reconocerme, por lo demás considero que has hecho de mi rostro una belleza femenina. – contesté

Uf, dijo consolándose y quitándose un gran peso de encima, estaba claro que de haberlo hecho mal, las cosas se le habrían complicado con el amo.

Gracias, me quedo más tranquilo sabiendo que estas contenta. – contestó con alivio.

Me incorporé del sillón, y pase a observarme con más detenimiento. Observaba atentamente cada rincón de mi cuerpo y esta sesión de estética había servido para casi completar lo que ya se venia anunciando, ¡mi transformación femenina! No quería reconocerlo pero sino fuera por mis genitales, nadie diría que yo era un chico, mas bien una chica y bastante atractiva.

Tenemos que volver con el amo Carla. – dijo

Vale, vamos y a ver que nueva sorpresa me prepara ahora. – contesté

Llegamos a la habitación, y solo de ver la cara del amo dedujimos los dos que el trabajo sobre mí, estaba bien hecho.

Perfecto, te han dejado guapísima, ahora me toca a mí terminar la faena. – dijo satisfecho.

Mi maquillador se retiró y el amo y yo nos quedamos solos, el se acercó a un armario y extrajo de él ropas de mujer, abrió un cajón y cojió unos tacones y lencería femenina.

Toma, coje todo esto y te vas a tu habitación, ya ira alguien a ayudarte a colocártelo, esta tarde/noche tenemos una fiesta de disfraces y quiero que luzcas como una princesa. – dijo eufórico.

Sin decir palabra alguna, recogí todas las cosas y marché a mi habitación, dentro de ella pase a ver la ropa que debía llevar a la fiesta, no estaría demasiado cómodo con toda esa parafernalia puesta sobre mi cuerpo, pero ya estaba acostumbrándome a obedecer sin quejarme.

Al cabo de un par de horas un joven esclavo entró en mi habitación, era el ayudante para vestirme.

Hola Carla, vengo para vestirte para la fiesta. – dijo amablemente

De acuerdo, vamos a ello. – contesté

Lo primero que me puso fueron unas medias, llegaban hasta el muslo y fue una agradable sensación sentir el tacto suave de la seda en mis piernas. Continuó con un corsé, esto ya no era tan agradable sobre todo cuando comenzó a estirar de los cordones traseros para realzar mi figura, como dijo el esclavo. Me agarró las medias al liguero del corsé y pasamos a los pies, intentaba calzarme unos tacones, ¡preciosos por cierto! con un prominente tacón o al menos a mi me lo parecía.

Miré al espejo y aunque me dolía reconocerlo, me estaba gustando lo que veían mis ojos, parecía más una chica con polla que lo contrario.

Ayúdame con el vestido. – dijo el esclavo

Metí mis piernas dentro del mismo, y lo subimos hasta mis hombros. Unos toques maestros de mi ayudante y ya lucia como una autentica princesa para el baile de pedida.

Guapísima, estas preciosa Carla. – dijo recreándose con la vista.

Reconozco que estoy guapa, es un vestido precioso. – contesté ruborizándome.

Había dicho ¡guapa! femenino, era demasiado para mi, no podía estar controlando siempre mi mente a los acontecimientos. Deje de martirizarme y volví mi vista al espejo, realmente era un vestido precioso, mas de una mujer me envidiaría de poder estar con el puesto. El vestido era de talle estrecho en la cintura y una falda amplia de muaré en color vainilla, abierto en el pecho dejaba ver el bonito corsé que ayudaba a realzar el inminente pecho que ya lucia. Sobre los hombros dos enormes hombreras en forma de pompon.

Reconócelo Carlos, te han transformado en una bella mujer, dije para mis adentros al contemplarme y no poder distinguir al soldado que semanas atrás se dirigía a su casa a pasar unos días. ¿Que diría mi novia al ver a su amante hecha toda una belleza?, ¿y mis amigos?, ¿que dirían mis padres?

No podía hacer nada, debía resignarme y sobrellevar toda esta historia que por momentos me superaba con creces. Y ahora llegaba la parte complicada del proceso, caminar con todo puesto con los tacones. Me agarré a mi ayudante y comencé a dar unos pasos por la habitación, mal, realmente lo llevaba mal. Al menor intento de soltarme, doblaba el tobillo y mi cuerpo se tambaleaba como muñeca de cuerda.

Paso a paso, la cosa mejoraba pero nada que destacar, era difícil andar sobre esa altura y a eso había que añadir el vestido que no ayudaba. Los minutos pasaban y a trancas y barrancas me estaba acostumbrando, al menos ya no doblaba los pies, aunque quedaba mucho por aprender sobre como caminar en las alturas.

Con mis paseos por la habitación de un lado a otro estaba cuando apareció el amo. Llevaba un disfraz de Napoleón, estaba muy bien caracterizado, solo la altura de su cuerpo lo delataba.

Guapísima, realmente estas deslumbrante. – dijo satisfecho

Yo no contesté, me ruboricé al verme de esa guisa delante de él. El se percató de ello y me consoló.

No te avergüences, puedes estar orgullosa de lo hermosa que estas, causaras sensación en la fiesta. – dijo

Me ofreció su brazo y salimos de la habitación como una autentica pareja de la época, yo procuraba apoyarme sobre él para andar lo mas elegante posible. La fiesta tenia lugar en el salón donde días atrás había perdido mi virginidad a manos, o mejor dicho a la polla del amo. Todos los presentes que esperaban nuestra llegada, mostraron su asombro al presenciar nuestros disfraces, y por descontado las miradas más sorprendentes se dirigían hacia mí.

Era placentero, saber que eras observado con lujuria y a su vez con admiración, todos tenían muy diversos y bonitos disfraces, pero el amo y yo, resplandecíamos sobre el resto. Nos acercamos a una mesa donde no faltaba ningún manjar y me dediqué a disfrutarlos al igual que con la música que estaba sonando. Algunos dejaban la mesa para bailar, cosa complicada por el mero hecho de que la única pareja femenina, era yo, y estaba acaparada por el amo. Pero eso no impedía que se hicieran parejas y bailasen juntos el bolero que en ese instante sonaba.

Se incorporó el amo y ofreciéndome su brazo me pedía bailar, lo acompañé hacia el centro de la sala y comenzamos el baile. Cuando vine a darme cuenta nos habían dejado toda la pista para nosotros, me dejaba llevar en lo que podía, pues en esas situaciones era yo quien llevaba a mi novia, pero ahora la novia era yo. Y así uno tras otro fueron pasando los bailes hasta llegar al final.

La música cesó y la luz cambió de intensidad, unos esclavos vestidos de soldados se dispusieron a colocar la inmensa cama sobre la que me penetró el amo, en el centro de la sala. El amo, me cojio la mano y me llevo con el hasta donde estaba dicha cama, una vez allí se dirigió a los presentes:

¡Atended todos! Como ya sabéis, este es mi esclavo preferido y desde hoy debéis dirigiros a él por su nuevo nombre, CARLA, y para celebrar su bautismo además de organizar esta fiesta, vamos a hacerla disfrutar todo lo posible. – dijo exultante.

Dicho estas palabras procedió a desnudarse y a continuación hizo lo mismo con mi vestido, me dejó puesto el corsé, las medias y los tacones. Se sentó sobre la cama y con un gesto de su mano me indicó que me arrodillara para pasar sin preámbulos a mamarle su enorme polla. El carmín de mis labios se iba depositando sobre su glande, y de paso yo también saboreaba ese nuevo sabor. La erección de su polla era total, mi boca sufría para colocar en su interior la cabeza del mástil. El amo se incorporó y me ayudo a subir a la cama, colocó mis piernas sobre sus hombros y untando de lubricante su polla y mi delicado culo procedió a penetrarme.

Por fin voy a follarme a una buena hembra en esta cama. – decía mientras me colocaba su glande a la entrada de mi culo

Tenga cuidado amo, por favor. – dije en plan suplica

Tranquila Carla, que gozaras como la primera vez. – contestó

Su polla, se hundía en mi interior con gran esfuerzo, pero no por ello cejaba en su empeño, un dolor conocido inundó todo mi cuerpo y mi respiración se volvía rápida y convulsa. Intenté relajarme al igual que la primera vez, pero ahora el amo no era tan delicado, con un fuerte envite me perforó mi esfínter y colocó su mástil en mi interior.

Aaaaaaagggggggg grite de dolor, al tiempo que mis lágrimas salían de mis ojos.

Pare por favor, se lo suplico aaaaaaagggggggggggg. – grite de nuevo

¡Calla puta! Y dedícate a gozar y darme placer, como una verdadera mujer. – gritó enfurecido

Sácamela, me duele mucho, no puedo soportarlo. – dije sollozando

¡He dicho que a callar! – dijo al tiempo que agarraba mis caderas para darme una nueva embestida con su polla hasta enterrarla toda.

No volví a pronunciar palabra, cerré mis ojos y esperé el tiempo que necesitaba el amo para correrse en mi interior. Sus sacudidas aumentaban en velocidad y fuerza, no quería darme placer, estaba claro que lo único que le importaba en ese momento era solamente su satisfacción personal. Mi cuerpo era un juguete en sus manos su fuerza hacia que yo pareciese un peluche al que intentaba romper en dos.

Notaba el fuego en mi interior a consecuencia del empuje y tamaño de su pene, el dolor iba en aumento y no tenia miras de remitir, entonces, llegó mi salvación, advertí que su cuerpo se retorcía y arqueaba, al igual que también mi culo notó como aumentaba su dilatación. Era el inminente orgasmo que le venia al amo, me atrajo con sus poderosas manos hacia él, y manteniéndome pegado a sus muslos, me descargó un inmenso chorro de semen en mi interior, a este le siguieron varios más que hicieron salir de mi culo hilos de leche por motivos de cabida.

Aaaaaggggg que placer me has dado, puta. – grito al tiempo que vaciaba sus depósitos.

Cuando sacio su apetito, las ultimas descargas las dirigió a mi rostro y a al corsé. Hice el intento de quitarme la leche de mi cara, pero su mano me lo impidió.

No te quites nada, porque aun te queda alguna que otra descarga y no te merece la pena limpiarte aun. – dijo en tono lujurioso

¡Señores, acabo de follarme a mi putita!, ahora concedo el honor de todo aquel que lo desee, se la folle sin ningún problema. – dijo al tiempo que yo no podía articular palabra ante las pronunciadas por él.

En segundos, mi cama se rodeó de pretendientes deseosos de recibir mis favores. No se lo pensaron mucho, el primero se armó de valor y colocándose saliva sobre su polla, me la encastró de un certero envite hasta el final, un rápido mete saca volvía a tener mi culo. Pero como todos no querían esperar tanto, aprovecharon que mi boca estaba libre, y asi de una tacada me estaban follando a la vez que me comía dos lindas pollas.

Cuando mis amantes notaron que se corrían, sacaron sus pollas de mis orificios y de nuevo chorros de leche llenaban mi cara y mis ropajes. Tres nuevos vástagos volvían a llenar el vació de mis agujeros, ya no necesitaban lubricante alguno, el semen del anterior servia para deslizar tanto en mi culo como en mi boca sus enormes pollas.

Algunos ante su impaciencia, no llegaron a esperar su turno de entrada y se masturbaron sobre mi cuerpo, fueron tantos los que asi hicieron que en un momento, riadas de leche llovían del cielo hacia mi cara y las pollas que tenían tragando apenas se veían de la cantidad que sobre ellas caían.

Yo no podía apenas respirar, por la boca me era imposible y mi nariz al intentar entrar aire, lo que conseguía era un torrente de semen. Levantaba mi cabeza y con mis manos conseguí sacar a una de las pollas de mi boca para poder seguir vivo y continuar con la bacanal.

Mi cerebro se descontroló y pasé a disfrutar del momento tan alucinante, que estaba teniendo lugar a mi costa, deje de mamar las pollas y solo me dedicaba a abrir mi boca para recibir la mayor cantidad posible de leche, al mismo tiempo mi cadera ya se movía al compás que mi follador de turno requería.

¡Dadme leche!, dadme toda la leche que podáis. – decía sin control

Toma puta, ahí va una descarga. – decía uno al tiempo que se corría

Deja que ahora me la folle yó, va a saber el sabor de una polla negra. – dijo mi nuevo amante negro

Yo mismo, me enterré el mástil de ébano sin una sola queja hasta el fondo. Este negro follaba fuerte, y mi poco peso hacia que en momentos yo estaba en el aire, para caer nuevamente sobre su carne. Todos sin excepción se corrieron en mi cuerpo, unos fuera y los mas afortunados dentro, pero ninguno dejo de correrse esa noche conmigo. Yo en toda esa vorágine sin tan siquiera tocarme, me había corrido al menos que supiera, un par de veces, pero aun tenia ganas de un nuevo orgasmo. Y como llovido del cielo, encontré quien me lo iba a hacer disfrutar.

¡LITO! ¿Porque no has participado en la orgía? – preguntó el amo a viva voz.

No tenia ganas, amo. – dijo en voz baja

Pues sácalas de donde sea y échale un polvo a tu nueva amiga Carla. – dijo el amo

Lito, no se demoró y subiéndose a la cama, donde todo eran charcos de semen y no había sitio donde colocarse sin mancharse, se colocó frente a mí y al igual que los demás, sin preámbulos previos, me ensartó su polla. Lito daba la sensación de tener asco de la situación, pero al mismo tiempo sus ojos delataban la lujuria y el deseo en su interior. Me follaba como todos lo hicieron antes, embestidas fuertes y rápidas, no me miraba, solo deeaba follarme y correrse como todos, por eso yo también me dedique a masturbarme aprovechando en mi polla la leche de los anteriores para disfrutar de una paja deliciosa.

Yayayayayayaaaaaaaa, me acababa de correr esa noche por tercera vez, el sudor inundó todo mi cuerpo al igual que pequeños temblores.

Aaaaaaggggggggggg, toma leche, que veo que te gusta. – grito Lito

Estaba fuera de sí, jamás había visto esa mirada en el rostro de mi amigo, parecía estar poseído. Se derrumbó sobre mí y me besó apasionadamente, hecho esto se levantó y desapareció entre los demás. El amo se acercó y dándome su mano me saco de la cama, me llevaba a mi habitación, pero yo apenas podía tenerme en pie, mis piernas se doblaban al primer paso que daba, por lo que en un acto de caridad, me tomó en sus brazos y de esa forma nos dirigimos a mi habitación, donde me depositó sobre la cama.

Descansa, que falta te hace, hoy te lo has ganado con creces, buenas noches Carla. – dijo marchándose

Buenas noches. – contesté como pude

Y asi sin poder siquiera levantarme para asearme un poco, me quedé en la cama.Unos instantes después, llegaba la visita de rigor, el medico y sus pastillas. Una vez tomadas me volví del otro lado de la cama y me dispuse a conciliar el sueño, ni siquiera podia pensar. Un día más había tenido lugar sobre esas paredes.

Buenas noches