El vestuario
Como pasar un verano en la ciudad...
El dia de piscina llegaba a su fin. hacia ya dos horas que la marea de gente que invadia diariamente las piscinas municipales, habia empezado a migrar ordenandamente hacia sus casas. Faltaban escasos minutos para los ocho de la tarde y era mi momento favorito. El sol ya no freia la piel, solo la acariciaba, e incluso una suave brisilla se comenzaba a levantar. Era en esos momentos cuando se me olvidaba que este había sido el cuarto verano consecutivo que me quedaba en la ciudad, sin vacaciones. Solía buscar siempre el lugar más apartado del cesped, evitando aproximarme demasiado a nadie. En esos momentos mi propósito estaba más que conseguido. Tan sólo dos abuelas de carnes abundantes y flácidas a unos metros a mi derecha y una jóven mamá con su hijo de unos cinco años a mi izquierda. La madre en cuestión debía de estar tan colgada como yo, porque la veía todos los dias con el niño a cuestas, y siempre se iba despues de mi. Era bastante normalilla de cara, aunque maquillada debia de parecer hasta atractiva. El cuerpo tenia mejor pinta. A pesar de haber sido mamá no hacía mucho tenía la carnes firmes y unas impresionantes tetas que iban embutidas en un mini biquini color rojo a juego con un minúsculo tanga, que habian recibido varias miradas y comentarios de reproche por parte de las abuelas de mi derecha en más de una ocasión. Las nalgas, perfectamente bronceadas, estaban divididas por un mínimo triángulo de tela rojo que se sumergía hasta desaparecer entre ambas. Para acabar de rematar la faena, el susodicho tanga se volvia increíblemente revelador al entrar en contacto con el agua, lo que permitía a un ojeador avispado, intuir casi perfectamente los dos labios de un coño totalmente rasurado. Esa imagen había sido protagonista de más de una sesión de consolación en la ducha del vestuario. Sabía que era una guarrada, pero me quedaba de lo más relajado. Dispuesto a acabar bien el día, me dirigí al vestuario masculino. Estaba compuesto por una sala cuadrada con bancos adosados y en una de las paredes habia seis duchas individuales con puertas de madera. Yo siempre me duchaba en la misma. Era la última de la izquierda, y la había elegido por dos razones. Una, que alguien había dibujado una impresionante tia tamaño natural con unas tetas de la 120, que me ayudaban en mis sesiones de relax bajo el agua, y dos, porque habían hecho dos ajugeros aprovechando los ojos de la mujer, y asi podía vigilar mis cosas sin tener la puerta abierta. Agarré el jabón, guardé todo en la bolsa y la coloqué debajo del banco, de manera que hubiese que agacharse para ver que estaba allí, y me encerré en la ducha. Nada más cerrar la puerta escuché por una de las ventanas del vestuario, cómo las dos abuelas estaban poniendo a parir a alguién por meterse en el vestuario femenino con un niño. Que si era ya mayor, que fíjate tú, que mala educación. . . . Supuse que sería la mamá cachondona y su chaval. Sonriendo al pensar en las tetas de la mamá, me di una pasada con agua templada y empecé a enjabonarme. En estas estaba, cuando oí que alguien entraba en el vestuario. Miré por los ojos de mi querido dibujo y me sorprendí al descubrir a la madre con su hijo de la mano y la bolsa de piscina al hombro. Llevaba un top blanco que apenas le cubría las tetas, y el tanga revelador que apenas le cubría nada. Se quedó mirando a ver si veía algo o a alguien, y comenzó a desvestir al niño. Lo secó entero con una toalla y lo vistió de nuevo. Despué lo sentó en el banco y le dijo que se estuviera allí quieto un momento. - si viene alguien avisame, ¿vale?-me pareció oirle decir. Y acto seguido se deshizo del top liberando esas dos hermosas tetas que rebotaron ágilmente unos instantes para después colgar majestuosas mientras se agachaba al quitarse el tanga. Efectivamente tenía todo el coño rasurado. Aquella visión provocó en mí una de las mas salvajes erecciones que recuerdo. Mi corazón estaba a punto de abandonar mi cuerpo tratando de traspasar el pecho. Y casi lo hace cuando me dí cuenta que se dirigía, toalla y jabón en mano, hacia la ducha en la que estaba yo. . . Me pegué contra la pared y a punto estuve de ser desvirgado por el mando del agua caliente. Contuve la respiración y rezé para que no eligiese esa ducha. . . pero fue en vano. Abrió la puerta de repente y se plantó en mitad de la ducha. No sé quien se asustó más, si ella o yo. Ella reprimió un grito y yo no pude dejar de mirarle las tetas. A pesar del susto, mi excitación no había menguado un ápice, y ahora le apuntaba directamente entre los senos. Supongo que sería las pintas que llevaba, todo enjabonado y con un misil apuntando desde debajo del ombligo. O quizás el fruto de haber sufrido todo el invierno en el gimnasio. . O ambas cosas. Pero el caso es que cerró la puerta tras de si y, sonriendo, se me acercó. -Enseguida salgo cariño- le gritó a su hijo, mientras me obligaba a darme la vuelta y abría el agua de la ducha. Me agarró la polla con su mano derecha y, pegandome las tetas a la espalda, me mordió en la oreja y me dijo-¿te conformas con una paja?-. Acto seguido empezó a menearmela con suavidad pero a un ritmo frenético. Yo lo más que puede hacer fue emitir un gritito gutural y apoyarme firmemente sobre las baldosas de la ducha. Siguió masajeandome el miembro con la mano derecha, mientras me metía un dedo de la otra en el culo y refrotaba sus tetas arriba y abajo contra mi espalda, ayudada por la corriente de agua templada de la ducha. Al notar el dedo reaccioné y llevé mi mano hacia su coño. Ni qué decir de lo húmedo que estaba, separé los labios con mi índice y anular, y con el corazón comenzé a frotar su clítoris trazando suaves y pequeños círculos. Ella dió un respingo de placer y aumentó la presión y frecuencia sobre mi polla. Seguimos así un rato maravilloso hasta que ella se arrodilló y haciendome girar sin soltar mi polla de su mano, se la introdujo entera en la boca. Me agarró los huevos con las manos y empezó a magrearlos mientras hacía aparecer y desaparecer mi polla en su Boca. Estaba a punto de reventar. Me moría de gusto y era incapaz de pensar en otra cosa que en el culo que estaba viendo en perspectiva desde arriba. Asi pues, me doblé mientras ella seguía chupandome la polla y, separandole las nalgas, introduje mis dos dedos índice en su culo. Eso hizo que se convulsionara y comenzó a chuparmela con más violencia. Animado por esa reacción, empezé a meter y sacar los dedos en el culo léntamente. Noté como se arqueaba y comenzaba a temblar brevemente, dejando por un instante de moverse.
De inmediato se puso de pie, y mirandome con los ojos desorbitados por la lujuria, se dió la vuelta, se apoyó con una mano en la pared de la duha y con la otra dirigió mi polla a la entrada de su culo. La enculé sin miramientos, empecé a follarla con tal fuerza que que la levantaba del suelo, mientras le agarraba esas enormes tetas por detrás y las estrujaba con fuerza. Seguí follandola hasta que estallé, mis ojos se nublaron durante un instante, y sentí el mayor placer que recuerdo hasta hoy. Fui incapaz de soltar sus tetas hasta que ella suave pero firmemente me apoyó sobre una pared, y comenzó a enjabonarse sin mirarme. Se quitó el jabon, y colocando la toalla alrededor de su cuerpo, se volvió hacia mí y me guiñó un ojo llevandose ell dedo índice a la boca.
Acto seguido salió de la ducha y cerró la puerta. -Ya estoy cariño-¿a que no he tardado mucho?-No mami-. Mami, hay una bolsa debajo del asiento-. -Se la habrá dejado algún señor despistado...