El Vestido Rojo
Murió sin comprarle el vestido rojo a su hija fallecida...
Lo considero una historia triste, de esas pequeñas cosas que se quedan dentro para siempre y se mueren contigo, historias que pellizcan el corazón, a través de esa historia jamás volví a ver a mi abuelo sonreír con la misma intensidad, siempre tenía esas ojeras, los ojos tristes, las cejas caídas. Triste.
La historia la contaba una y otra vez, cada cierto tiempo salía su pesar, se le agudizó mucho en su vejez cuando íbamos a visitarlo regularmente porque ya apenas podía andar y no podía salir de casa, lo contaba una y otra vez...
Iba un otoño de hace muchos años paseando una tarde con su hija pequeña por el casco antiguo de Murcia, la niña vió en un escaparate un vestido rojo, pego su nariz al cristal y le pidió a su padre que por favor se lo comprase, pese a que mi abuelo tenía por aquel entonces mucho dinero debido a varios negocios, no quiso, nunca quiso, puesto que cada vez que pasaban por el mismo escaparate mi tía, su hija pegaba la nariz al cristal de la tienda y lo pedía una y otra vez...
Al poco tiempo a mi tía le detectaron un cáncer en el coxis, en cuestión de dos semanas falleció, todo fue muy rápido, demasiado, no hubo tiempo de nada...
Antes de enterrarla mi abuelo quiso comprarle aquel vestido rojo, se acerco a aquella tienda, pero ya no lo tenían puesto en el maniquí del escaparate, entró dentro y lamentablemente lo habían vendido...
La enterraron de blanco pese a los sollozos de mi abuelo, pasaron los años, se arruinó... y cuando a mi abuelo lo ingresaron en el hospital, solo repetía una y otra vez, el vestido rojo, el vestido rojo, no sabía decir otra cosa, fue perdiendo el habla y aquella frase se redujo a rojo, rojo mientras lloraba amargamente sin poder decir otra cosa...
Falleció sin comprarle aquel vestido rojo a su hija, falleció en Otoño.