El vestido de bodas-II

Empieza sin tapujos mi noche de fantasía lésbica. Mi despedida de soltera se dá por todo lo alto, perdida entre los cuerpos sensuales de mis amantes de turno, llego a los primeros orgasmos de muchos que vendrán esta noche descarada.

Mi noche llegó. Mientras Karla y Jimena se alistaban en el baño de la habitación, yo las esperaba trémula sentada sobre el lecho, que en unos exiguos instantes, se transformaría en un campo de batalla lésbico…la despedida de soltera que siempre soñé. En una esquina de la habitación, sobre un perchero solitario, mi vestido de bodas, con sus cristales y brillantes, esperaba…quizás me observaba haciéndome sentir un poco culpable…solo un poco, pues la culpa no era lo suficiente como para hacerme desistir de esta noche de fantasía.

Me miré al espejo detenidamente por unos instantes…me sentí una mujer sensual. Había escogido mi mejor lencería negra. Un sostén de seda semitransparente y súper bajito que escasamente alcanzaba a cubrir mis pezones y una tanguita brasilera ínfima, también semitransparente que se perdía descaradamente entre mis nalgas. Toda mi piel quería ser probada. Mi pelo negro y lacio caía libre sobre mis hombros contrastando con mi piel lunar y mis ojos miel esperaban bien abiertos, ver la transfiguración del deseo que pronto saldría del baño. Mis labios rosados estaban húmedos de la excitación y mi corazón latía con premura.

Finalmente por lo que había pagado…por lo que había orado, salió del baño…quedé estupefacta.

Un par de diosas del sueño se exhibieron para mí. Mi respiración se cortó y mi concha se humedeció intempestivamente. Me mordí el labio inferior y suspiré muy suavemente.

  • ¿Te gusta lo que ves? –preguntó Karla con un suave susurro de tiempo.

  • Están divinas…ambas – fue lo único que atiné a decir, mientras mis pupilas dilatadas las devoraban con un morbo casi espectral.

  • Que rico que te gustamos…ya verás lo bien que la vamos a pasar – contestó Jimena mientras tomaba a Karla de la mano para muy lentamente acercarse a la cama. Estaban a tres pasos de distancia. Yo estaba a tres pasos de distancia del cielo lésbico.

Karla es una trigueña de infarto, piel caoba perfectamente bronceada que revela su esencia latina. Cabello negro cayendo en ríos de noche, resaltando sus preciosos ojos verdes y sus labios gruesos. Jimena en contraste es una rubia de sol. Piel láctea, ojos miel y labios delicados de color rosa pálido. Contrastan como el yin y el yang…eso me gustó de su anuncio en la web. Pero ambas coinciden en algo, convergen en sus cuerpos de lujuria. Ambas tienen unas tetas enormes de ensueño, firmes y tersas como unos deliciosos melones del paraíso, y ambas poseen una cinturita de avispa que desemboca en unos culos divinos, carnosos, jugosos, de nalgas exuberantes…no saben todas las veces que me he masturbado pensando en esas carnes de fuego, en esos senos turgentes y en esas nalgas obscenas…están buenísimas y eso fue finalmente lo que motivo mi decisión de tomarlas por una noche. Me obsesionan los cuerpos voluptuosos.

Ambas tenían el mismo juego de lencería. Un top de seda semitransparente envolviendo sus senos turgentes y perfectos, una tanguita diminuta y un liguero de encajes sosteniendo unas medias licradas  que descansaban en sus muslos. La única diferencia…el color, escogido pensando en el contraste con su piel. El de Karla un rosa salmón y el de Jimena un azul oscuro…dos diosas del sexo, solo para mí.

Se sentaron junto a mí. Jimena a mi diestra y Karla a mi siniestra. Ángel y demonio…o dos ángeles…o dos demonios…que sea lo que sea desde que me hagan venir como loca. Sensualmente me miran a los ojos, como un viento de ladera. Me empiezan a acariciar los brazos. Trago saliva. Trato de sonreír.

  • Mira que bizcochito nos tocó esta noche – Le dijo Karla a Jimena, mientras su sonrisa pícara me atravesaba el aura como un dardo mortífero.

  • Sí…está divina, noches como esta me confirman que este es el mejor trabajo del mundo –le contestó Jimena mientras me comía con su mirada de panal de abejas. No supe que contestar…bajé la mirada.

  • Tranquila, todo va a estar muy rico…solo relájate – Dijo Karla mientras que sin insinuaciones, su lengua grácil empezó a juguetear con el lóbulo de mi oreja y mientras su mano, delicadamente, subía por mi muslo derecho hasta llegar a mi sexo. Al mismo tiempo, Jimena besaba mi cuello, con sus labios deliciosamente tibios. Jugaba con mi cabello. Torturando el espíritu. Jamás me sentí tan sensual…nunca con ningún hombre.

  • Hueles deli – susurró Jime mientras su lengua de sol me turbaba la piel – Ese coñito tuyo debe saber a fresas…ya quiero comérmelo todito.

Las palabras de Jimena, encendieron algo en mí, así que la tomé delicadamente por su barbilla y sin pensarlo dos veces, mis labios se juntaron a los suyos y mi lengua entro en su boca, sintiendo una explosión de canela en mi paladar. Karla era ahora quien besaba mi cuello y mis hombros mientras su mano experta, apretaba mis muslos muy cerca de mi sexo.

Liberé a Jimena, giré mi rostro y me encontré con los ojos de manantial de Karla, extendí mi lengua y ella la atrapó con su boca. Un beso profundo e intenso me crispó los nervios, su lengua larguísima la sentía acariciándome la campanilla y su saliva me humedeció la concha, que para entonces, ya estaba anegada de jugos. Nos fundimos en un beso lésbico de peli porno.

Mientras me besaba con Karla, Jimena delicadamente desapunto mi sostén y con firmeza apretó mis senos, buscó mis pezones y los pellizco con lujuria. Yo extendí mi mano y guiada por mi intuición tomé un seno de mi diosa rubia, traté de devolverle con creses las dádivas que estaba recibiendo. Intempestivamente me desprendí de Karla y giré hacia Jimena…ya estaba poseída por la lujuria.

  • Muéstrame las tetas…¡quiero chupártelas! – le espeté sin miramientos a Jimena, algo en mi interior quería que esa noche me comportara como una bestia, como una mujerzuela.

Jimena no respondió, simplemente se quitó su top exhibiéndome los senos más hermosos que jamás creí ver. Unos pomos enormes, turgentes de piel de melón, con unos sublimes pezones rosa, que erectos apuntaban al cielo. Tomé sus tetas con firmeza y completamente alienada por la belleza de esos pomos perfectos, introduje su pezón derecho a mi boca y empecé a mamar como niñita recién nacida. La miré fijamente a los ojos, mientras mi lengua relamía en una sinfonía infinita la areola perfecta de mi pálida princesa. Karla era ahora quien jugaba con mis senos, tomándolos con firmeza, acariciando mis pezones con frenesí. Todas empezamos a gemir muy lenemente. Yo estaba en éxtasis.

  • Muérdele los pezones a esa zorrita…eso le encanta –Me susurró Karla, mientras sus manos expertas acariciaban mi sexo sin tapujos. Tenía las bragas empapadas.

Seguí el consejo de Karla y delicadamente mordí el pezón derecho de Jimena y lo jalé con sutileza. Un sollozo de placer se escapó de su boca. Sentía los senos de Karla contra mi espalda.

  • ¡Siiiii mi amor!, pero que rico que me comes las tetas…no puedo creer que no hubieras estado con otras mujeres….

  • Valió la pena esperar…tienes unas tetas hermosas – y mientras de alguna forma pronunciaba esas palabras, continuaba con mi lengua relamiendo y con mi boca succionando esos pezones de ensueño que me estaban llevando a la gloria. Con mi mano extendida hacia atrás tomé un seno de Karla.

  • Chúpame las tetas a mí también princesa, yo también quiero gozar – dijo mi diosa canela, susurrándome esas palabras llenas de noche a mi oído. Seguí sus instrucciones como una gatita obediente.

Delicadamente me separé de los pomos de Jime, giré mi torso y entre sonrisas nerviosas, le quité el top a Karla. Suspiré…sus tetas también eran espectaculares, un poco más grandes que las de Jimena pero igual de firmes y tersas. Unos pezones caoba, delicados y puntuditos señalaban mi cuerpo. Sin rechistar tomé a dos manos el seno derecho de mi diosa canela y me engullí entero su pezón perfecto. Succioné y succioné hasta que logré hacer gemir a Karla. Jimena se aproximó grácilmente y con su larga lengua empezó a lamer el pezón izquierdo de Karla. Dos mujeres desesperadas, amparadas por el amor entre hembras, disfrutábamos como posesas los senos majestuosos de aquella trigueña espectral. Yo lamía y Jime chupaba, o yo chupaba y Jimena lamía. Nos mirábamos a los ojos por un instante hipnotizadas, para seguir lamiendo o chupando esos deliciosos pomos canela.

Jimena se alejó un poco del pezón de Karla y lo escupió un par de veces…eso me excitó aún más, así que hice lo mismo, escupí el pezón derecho de Karla y delicadamente con mis dedos esparcí la saliva por su areola. Aprisioné su magnífica teta entre mis dientes.

  • ¡Que rico!...me encanta que me escupan las tetas…las tetas, el coño, el culo…adoro la saliva – y mientras Karla decía esto, dejaba escurrir un hilo cristalino de saliva desde su boca hasta su pezón, hilo que yo recibí ansiosa con mi boca abierta, antes de seguir mamando embelesada los senos de mi chica morena.

Delicadamente Karla me desprendió de su seno y tomándome por mi barbilla me invitó a besarla. Nuestras lenguas extendidas, se enroscaban la una sobre la otra en una danza frenética. La lengua de Jimena no demoró en unirse al juego de lenguas y las tres nos devorábamos oralmente en un beso lujurioso en donde nuestras tres lenguas se refundían en un ósculo húmedo…muy húmedo.

Karla se apoderó de mi seno derecho y Jimena del izquierdo, sus lenguas lamían mis pezones en un repique frenético acompasado. Agarraban mis tetas con firmeza, las escupían para volver a lamer. Chupaban con decisión, succionaban con lujuria. Me sentía morir. Tenía a dos diosas perfectas mamándome las tetas con pasión…mis gemidos rompían el silencio de la noche.

  • ¡Que téticas tan ricas tiene esta perra! – Se liberó diciendo Jimena.

  • No llames así a este bizcochito – espetó Karla.

  • Lo siento…es que estoy tan caliente…las tetas de Laura están deliciosas.

  • No te preocupes…llámame como quieras…esta noche me quiero comportar como una puta – llevada por la pasión le dije a mi rubia perfecta.

  • Te vamos a culear todita – susurró Jimena con mi pezón entre sus labios.

  • ¡Siiii, fóllenme entera, lo deseo! – Grité invadida por el placer – muérdanme las tetas, chúpenme el coño, fóllenme el culo, esta noche me quiero venir como nunca.

Continué recibiendo dadivas de pasión en mis senos por unos minutos más, hasta que delicadamente Karla me recostó sobre una barricada de almohadas, al mismo tiempo que suavemente, me alzaba las piernas y me quitaba la tanguita dejándome totalmente desnuda. En sincronía perfecta, ambas mujeres se desprendieron de mis tetas y con besos y lamidas de ensueño, fueron descendiendo por mis costillas, mi vientre y mi ombligo hasta llegar a mi pubis. Con firmeza me separaron las piernas y ambas se hicieron a milímetros de mi coñito, que totalmente húmedo esperaba por ellas, por sus lenguas, por sus labios. Respiraba con agitación.

  • Ábrenos bien esas piernas princesa que te vamos hacer  gozar – a manera de remolino de viento me dijo Jimena mientras me miraba con lujuria. Por supuesto, yo obedecí. Suavemente ambas me empezaron a acariciar el coño jugando con mis labios y rosándome el clítoris con una sutiliza exasperante…iba a explotar.

  • Mira que cuquita tan rica la que nos vamos a comer, completamente rasurada y mojadita…como nos gusta – dijo Karla mientras mi clítoris empezaba a pulsar como una estrella distante en el cielo…estaba a punto de correrme por primera vez.

  • ¡Ñami!...empecemos ya que no me aguanto – con una voz húmeda contestó Jimena.

Y así fue, mientras mis dos nenas me mantenían bien abierta de piernas, sus hábiles lenguas completamente extendidas en un movimiento sincrónico de ballet erótico, empezaron a rozar mi clítoris una y otra vez a la velocidad del rayo. Acompasadamente sentía una lengua en mi botón de placer y luego otra o ambas al tiempo hasta tal punto que ese juego de lengua frenético me trasportó al clímax en un par de minutos. Mientras pellizcaba mis pezones, gemía sin restricción, mientras que con el rabillo del ojo observaba mi vestido de bodas que observaba silente mi fiesta sexual que me despedía de la soltería, de alguna manera ese pensamiento me éxito aún más hasta que ya no pude contener mi primer orgasmo y al compás de las lenguas expertas que turbaban mi concha y mi espíritu, un pequeño chorro de jugos de pasión se escapó de mi sexo para intempestivamente mojar el rostro de mis dos amantes, quienes transportadas por la lujuria continuaron lamiéndome el clítoris, intensificando mi orgasmo haciéndome eyacular copiosamente. Sus bocas y caras se llenaron de mis jugos más íntimos, mientras yo gritaba como una loca recién salida del psiquiátrico.

  • ¡Ahhhhhh, Siiiiiiiii!, me vine como una puta, mi chocho goza – Mientras retorcía las sábanas dije olvidando el último aliento de pudor que me quedaba…

Mis amantes no dijeron nada, simplemente se miraron con lujuria y se fundieron en un beso vulgar en que sus lenguas buscaban los estertores de mi orgasmo en el rostro de la otra. Sus lenguas se entrecruzaban y con pericia buscaban en las mejillas o en el cuello de la otra, gotas de mi orgasmo explosivo. Yo miraba estupefacta.

  • ¡Qué rico, esta putita nos estalló en la cara!...me encanta verte así…toda eyaculada

  • Y a mí saborear tu piel llena de jugos de otra…sabe a gloria…

Y mientras mis amantes disfrutaban de un momento íntimo, sutilmente empecé a acariciarme el coño, pues quería seguir caliente, presta para la acción.

  • Princesa, ¿quieres chupar cuquita?- me preguntó Jimena mientras se desprendía de Kili.

  • ¡Sí, lo deseo!- contesté sin tapujos, entre jadeos, como una loba en celo.

Entonces Jimena como por arte de magia desapuntó su tanguita quedando totalmente desnuda, y con decisión empujó mi cabeza sobre la almohada, abriéndose de piernas, sentándose sobre mí y colocando su delicioso coño totalmente rasurado, limpio como las nieves de una montaña de cristal a milímetros de mi cara…a milímetros de mi boca. Lo contemplé extasiada por un momento, observé su botón diminuto ya erecto y sus labios carnosos un poco húmedos, inhale su olor embrujador y sin más preámbulo, con mis manos separé sus labios menores, corrí el capuchón de su clítoris y con mi lengua tensa como mi espíritu, empecé a relamer el clítoris perfecto de Jimena, quien al sentir el contacto de mi lengua con su concha, jimio con un halo de luz, atrapando sus tetazas perfectas entre sus manos. Al mismo tiempo sentí, como dos dedos expertos se introdujeron en mi vagina y una boca experta se prendió como ventosa a mi clítoris, era Karla quien me daba placer, mientras yo al mismo tiempo, también daba placer…que juego de lenguas…que vicio.

Continuará.