El verano pasado
Por no quedarse sola en casa en pleno agosto, acude con unos amigos de vacaciones, y será una grata experiencia.
El verano pasado, mi marido salió de viaje una semana, por cuestiones de trabajo. Tenemos unos amigos muy allegados, otro matrimonio como nosotros que tienen un bonito y acogedor chalet en una zona costera, dónde pasan los veranos y fines de semana; sabiendo que yo me quedaba sola una semana me invitaron a pasarla con ellos y yo acepté encantada, solo pensar que me tenía que quedar sola en casa, en el centro de la ciudad en pleno mes de agosto...así que decidí irme con ellos.
Preparé mi maleta dónde metí algo de ropa de arreglar, por si salíamos por la noche, y mayormente metí ropa fresca, bikinis y pareos, con el calor que hacía no apetecía llevar mucho más puesto.
El viernes por la mañana pasaron a recogerme por casa, y cogimos carretera hacia la costa. Hacía muchísima calor, aunque en el coche se estaba a gusto con el aire acondicionado. En dos horas ya estábamos allí.
Me mostraron cual sería mi habitación, estaba al lado de la de ellos y si quería podía compartir baño, pero preferí acomodar mis cosas en el aseo, me resultaba más cómodo tener un par de estanterías para poder poner todos mis cosméticos.
Pasamos un día de lo más relajado, paseamos por la playa, tomamos el sol, comimos una paella fantástica, nos bañamos en su piscina, en fin, una jornada muy agradable. Al anochecer Ana, que así se llama mi amiga, decidió que podíamos cenar en casa y ya quedarnos allí para descansar, a mí me pareció bien, hacía pocos días que había cogido las vacaciones y aun estaba un poco estresada.
Después de una cena ligera y un rato de conversación, me fui a mi habitación para descansar, saqué del cajón mi camisón, muy cortito de satén, muy suave y cómodo, me desnudé y me lo puse. Enseguida escuché como ellos también se iban a la habitación, oía como hablaban, aunque no se entendía la conversación, tampoco me importaba demasiado. Se empezaron a oír risas, Ana se reía, lo intentaba hacer en silencio para que yo no lo escuchara, pero había tanto silencio en la casa que se percibía todo perfectamente.
En pocos minutos se podían escuchar gemidos, respiraciones subidas de tono y el crujir del somier, con un movimiento regular.
Paré mi respiración para poder oír aquel sonido, me empezaba a excitar, imaginaba como Iván estaba encima de ella , le chupaba las tetas y se la follaba, empecé a acariciar mis pechos por encima de la tela suave, mis pezones estaban erectos, bajaba mis manos por el resto del cuerpo, como si de un sensual masaje se tratara, me llevé las manos a mi raja que también acariciaba por encima de la tela, notaba mis labios y como el clítoris se había hinchado, y el suave tacto del satén rozando con él. Me levanté el camisón hasta la cintura, y me acariciaba por encima del pubis, chupé uno de mis dedos y lo volví a bajar hasta mi coño, lo abrí y empecé a frotarlo enérgicamente, me metía un dedo y luego dos, estaba muy caliente y aquellos dos seguían follando como conejos, el ritmo del sonido del somier había aumentado y los gemidos se hacían cada vez más profundos. Creo que me corrí a la par de ellos, me sonreía a mi misma pensando que había hecho un trío mental, me quedé dormida con el olor a sexo en mis dedos.
Al día siguiente nos despertamos no demasiado tarde, desayunamos algo y nos fuimos a la playa, Ana simplemente llevaba la braguita del bikini y una camiseta de tirantes, yo me puse las dos partes del bikini y un pareo atado a la cintura, Iván un bañador y nada más.
Llegamos a la playa y nos acomodamos, Ana se quitó la camiseta para poder lucir sus preciosas tetas, tiesas y redonda como las de una adolescente, yo solo me quité el pareo, no estaba muy acostumbrada a hacer top-less ya que poseo dos grandes cántaros y recibo demasiadas miradas indiscretas, eso me crea un poco de malestar. No obstante Iván me preguntó que si no me destetaba como Ana, le contesté con lo mismo, no me sentía muy cómoda, sonrió sin darle más importancia.
Iván le ponía crema solar a Ana, repartido por todo el cuerpo, por la espalda, el culo, el abdomen, las tetas, etc discretamente a través de las gafas de sol le observaba, y pensaba que gusto que la sobaran así con crema, empezaron a venirme a la cabeza pensamientos impuros, y mis pezones se habían endurecido como anoche, me levanté y me fui al agua, para evadir aquella imagen.
Después de un par de horas de playa, recogimos los bártulos y nos fuimos a dar un chapuzón a la piscina, para acabar de hacer boca antes de comer.
Nos tumbamos en el césped, Ana y yo mientras Iván entró a hacer una sangría fresca. Ana se volvió a quitar la camiseta y el bikini, me miraba como esperando a que yo también lo hiciera, pero no fue así , entonces me dijo:
-No te quitas nada?
-Umm, no por que?
-Aquí no te ve nadie, no hay vecinos.
-Ya, no se...
Y acercándose a mi, me dijo:
-Ven anda, que te quitaré el bikini, así estarás morenita por todas partes.
Me quitó la parte superior y aparecieron mis hermosas tetas, con sus pezones duros y rosados, y exclamó:
-Pero Lara, si tienes unas tetas preciosas, no se por qué las escondes tan celosamente.
Esbocé una sonrisa y contesté:
-Por qué son enormes y me da corte.
-No te preocupes, aquí solo estamos los tres. Me dijo mientras me quitaba la parte de abajo del bikini.
Mi chochito estaba rasurado como el suyo, en eso estábamos igualadas. Me metí en la piscina, estaba fresca, el agua inundaba todos los recodos de mi cuerpo, era una sensación muy agradable, Ana se metió conmigo, estuvimos charlando mientras nos movíamos a través de la piscina con ligeros chapoteos. Le dije:
-Salgo a tomar el sol.
-Te acompaño. Me dijo.
Y nos tumbamos cada una en su toalla, Ana sacó la crema solar y me pidió que le pusiera, yo accedí y se la empecé a aplicar por la espalda, los brazos y las piernas, me dijo que por el culo también. Tenía unas nalgas bien formadas, redondas y firmes, con una sensual marca blanca del bikini. Me gustaba masajear aquel culo, estaba suave, se dio la vuelta e hice la misma función, le apliqué bronceador por el abdomen y las
piernas, entonces me dijo:
-Ponme en las tetas también, que se me van a quemar.
Eché un chorro de crema sobre sus pechos, que parecían dos flanes, morenos y perfectos, empecé a masajeárselos con cuidado, como si no quisiera que advirtiera que me gustaba tocarlos. Cuando acabé se ofreció para ponerme a mi y pensé, por que no?
Repitió lo que había hecho yo anteriormente, sus manos eran suaves, echó crema en mis tetas, las cuales empezó a masajear no tan suave como lo hacía yo, parecía que no le importaba que yo me diera cuenta de que estaba disfrutando, siguió bajando hasta mi abdomen, con las dos manos hacía suave presión hacia abajo, era muy relajante aunque yo no estaba demasiado relajada, más bien empezaba a estar excitada, puso un poco más de crema en su mano y con la otra la frotó para tener las dos impregnada, empezó a aplicármela en el pubis, yo me sobresalté un poco, no me lo esperaba, ella se rió y me dijo:
-También hay que proteger el chochito, si no se te va a quemar.
Con una mano me masajeaba y con la otra me iba abriendo las piernas muy despacio, y poco a poco bajaba para tocar mis labios, yo levanté la cabeza sorprendida y dijo:
-Lara relájate, que estamos de vacaciones.
Se mordía los labios a la vez que seguía tocando, y me abría el coño para poder palpar mi clítoris y moverlo suavemente con movimientos circulares, hacia arriba y abajo, yo estaba muy excitada y me dejaba hacer, mi respiración era agitada y mi espalda se arqueaba a causa del placer. Metió su cabeza y con sus labios agarró mi clítoris, lo apretaba suavemente y con la lengua lo acariciaba y lo presionaba, con el dedo me acariciaba el agujero de mi coño, me estaba dando un gusto aquella zorrita...
En aquel preciso instante apareció Iván, con una jarra de sangría y tres vasos, con una sonrisa en la boca, lo dejó todo sobre una mesita y se sentó en una hamaca a observar el espectáculo que Ana y yo estábamos dando, exclusivamente para él.
Mientras miraba se acariciaba la verga, ya visiblemente dura y tiesa, aunque aún llevaba puesto el bañador, cuando creyó que ya estaba lo suficientemente caliente se acercó a nosotras, se inclinó sobre mi y empezó a chuparme las tetas, con la mano se las sobaba a su mujer, estaba gozando como nunca lo había hecho.
Tiré de su bañador hacia abajo, para sacar su estaca, cuando la tuve ante mis ojos me la acerqué a la boca y empecé a chuparle la punta, a mordisquearla, hasta metérmela en lo más profundo de mi garganta, Ana seguía comiéndome el coño y el ano, mmm estaba muy, muy caliente, tardé segundos en correrme en la boca de mi amiga, la cual saboreó hasta la última gota.
Ana se incorporó y se puso a horcajadas sobre mi, ofreciéndome su coño abierto, el cual yo no rechacé para nada, se lo lamí como se lame un dulce helado, me lo metí todo en la boca saboreando su clítoris, su agujero, todo, mientras le apretaba las tetas y estiraba sus pezones ella gemía como una perra en celo. Iván se colocó ante mi y con su polla tiesa apuntó hacia mi agujero, la metió entera hasta el fondo, hacia dentro y hacia fuera, la sacaba y me la metía por el culo con el mismo énfasis que lo hacía por el coño.
En una explosión de placer, conseguimos corrernos los tres, Ana se corrió en mi boca, daba gusto saborear aquel néctar tan sabroso que mezclé con el de Iván cuando se corrió dentro de mi y sacando su polla me la ofreció para chuparla de nuevo y compartirla con Ana, que muy gustosamente acabamos de limpiar las dos.
Una de mis fantasías se había hecho realidad, poder compartir con mis amigos aquellos gemidos que la noche anterior había escuchado al otro lado de la pared y tuve que saciarlos yo solita.