El verano de las separadas XI.

Laura vuelve a encontrar el amor de su hijo...

Sentí caricias en mi pene. Abrí los ojos y allí estaban las dos, Maribel y Mati me acariciaban el pene con sus lenguas, cada una por un lado. Las dos disfrutaban de mi erecto miembro, de su dureza. Mi madre estaba de pie más allá de la cama, se acercaba a nosotros y algo me sorprendió de ella. La miré y vi su redonda y abultada barriga. ¡Mi madre estaba embarazada! Sentí alegría. Ella llevaba una criatura dentro de su vientre y yo era el padre. Sus henchidos pechos rebosantes de leche… sus pezones ahora eran más oscuros y más grandes. Deseaba poseerla, amarla, cuidarla… Su rostro mostraba una hermosura inusual, el embarazo la hacía más bella que nunca.

Mati y Maribel se incorporaron y se pusieron de rodillas. ¡Dios, qué hermosura! Sus barrigas redondas… Las tres estaban embarazadas y aquello era excitante. Las dos dejaron que mi madre se pusiera sobre mi pene y se sentó para introducirse mi pene en su maternal vagina. Sus amigas la ayudaban. Alargué mis manos y empecé a acariciar sus pechos. Estaban más grandes y tersos que antes. Era una delicia poseer a mi mujer en aquel estado.

Mientras ella se agitaba y gemía de placer, sus amigas la acariciaban y la animaban a hacerme el amor. Luis entró por la puerta y se acercó a nosotros, colocándose detrás de Mati a la que besó apasionadamente en la boca. Se giró y me miró. ¡Dios, él también estaba embarazado!

Desperté de golpe y pude comprobar que estaba abrazado a mi madre, a mi Marta. Un poco asustado por el sueño, me abracé a ella y sentí el cálido cuerpo de mi madre. Pegué mi pene a su culo y empezó a crecer poco a poco entre sus cachetes.

-¡Buenos días cariño! – Dijo mi madre. - ¿Otra vez necesitas amor?

El verano de las separadas. 6 de julio, una pareja de tres.

Le di un beso en el hombro y acaricié su cuerpo con cariño. Permanecimos abrazados, sintiendo nuestros cuerpos, sin decir nada. Sólo nos acariciábamos y nos dábamos amor. Pasaría media hora cuando escuchamos la puerta de la calle y las voces de Maribel y Laura. Las dos parecían divertidas… las dos reían y hablaban.

-¡No hay nadie en la casa! – Dijo Laura para llamar nuestra atención. - ¡Vamos que tenemos que irnos a mi casa para pasar allí el día!

Después de levantarnos los cuatro, recoger ropas y prepararnos, todos nos marchamos a casa de Laura y Luis. Íbamos en un coche, Laura, mi madre, yo y Maribel que era la que conducía; Mati y Luis viajaban en el coche de él, tras nosotros. Nos llevaban a un bar que habían descubierto la noche anterior, en un pueblo cercano al que estábamos. En un momento llegamos y allí nos presentaron a un chaval joven, un tal Edu. Por lo visto el bar era de su familia y allí comimos todos. Después de unas horas de pasar un buen rato allí, Laura pidió que fuéramos a su casa para estar más tranquilos allí, sin duda algo querían aquellas dos con Edu.

Para la vuelta Maribel, Laura y Edu iban en un coche, mi madre y yo íbamos con Mati y Luis en el otro coche. A Maribel la veíamos especialmente nerviosa con aquel joven, tal vez había encontrado a un hombre joven al que llevarse a la cama.

Maribel se transformó en cuanto cruzó el umbral de la casa de nuestros amigos. Al poco estaba abrazada a Edu y de daba besos y caricias. Él se sentía un poco cortado al estar junto con nosotros. Después de que Laura le contara que mi madre y yo éramos pareja y que Luis y Mati también, él se relajó, pero todo aquello le parecía un poco extraño, aquella relación incestuosa… aquellos romances entre maduras y jóvenes le aturdían un poco, pero le excitaban como nunca lo había estado. Luis se acercó a su madre y le pidió que lo acompañara para hablar con ella. Se fueron a la habitación de ella.

-Mamá. – Empezó a hablarle con algo de preocupación. – Ya sabes que estoy enamorado de Mati…

-Hijo, es evidente…

-No quería hacerte daño, pero es que con Mati me encuentro muy bien y me gusta mucho…

-Tranquilo cariño… - Laura lo abrazó y le acarició la cara mostrándole todo su cariño. – Esto no iba a durar para siempre… Sabía que algún día encontrarías a otra mujer… - Lo abrazó fuerte y le dio un beso en la mejilla.

Estaban abrazados como hijo y madre, mostrándose el cariño que se tenían, se acariciaban y sus mejillas estaban juntas. Sus caras se fueron separando hasta que se miraban a los ojos. La boca de Laura le pidió sin hablar un último beso, él le correspondió. Sus labios se unieron y aquel suave beso, poco a poco aumentó de intensidad hasta que los dos mostraban la pasión que se provocaban. Luis la echó sobre la cama y empezó a acariciarla sin dejar de besarla.

-¡Te amaré por última vez! – Le dijo Luis y empezó a desnudarla poco a poco.

Laura se retorcía de placer, de un  placer diferente al que había sentido la noche anterior cuando folló con Edu, pues con su hijo hacia el amor, un amor incestuoso que la volvía loca. Ella tenía la ropa alborotada, sus pechos al aire y él los besaba apasionadamente mientras una de sus manos mantenía su falda sobre su cintura mientras sus dedos jugaban con el sexo de su madre.

-¡Nadie me ama como tú! – Exclamaba Laura entre gemidos de placer. - ¡Siempre que me necesites estaré para darte mi amor!

Los dos se desnudaban poco a poco, disfrutando de aquella última vez. No les importaban que los demás estuvieran por allí, ni siquiera él pensaba en Mati. Su madre lo había calentado de tal manera que sólo quería estar una vez más dentro de ella.

Mati estaba con los demás abajo, en la planta de abajo y echó en falta a su amado Luis. Se levantó y buscó por la planta pero no los encontró. Después subió y empezó a caminar por el pasillo. La habitación de su amiga Laura estaba entreabierta y se acercó al escuchar ruido en el interior. Poco a poco se dio cuenta que aquellos sonidos eran dos personas amándose. Se colocó junto a la puerta sin hacer ruido y miró. Allí estaban los dos, madre e hijo, desnudos y amándose. Laura estaba sobre su hijo y le ofrecía su sexo que él lamía mientras ella engullía su hermoso pene. Los dos estaban en otro lugar, disfrutando de aquel incesto.

Mati no se sintió celosa, ya había visto tener sexo a ellos dos juntos y aquello no le extrañaba, pero una gran sensación de lujuria la empezó a invadir. Sentía como su sexo se iba mojando mientras los miraba, mientras veía como aquel pene se perdía en el interior de la boca de su madre. No podía ver la cara de su amado Luis, pero los movimientos le indicaban que su lengua lamía las partes más íntimas de su madre. No podía resistirlo, su mano se metió por debajo de su falda, por dentro de sus bragas y entre sus piernas. Sus dedos se mojaron al instante, empezó a masturbarse mientras su novio y su madre se daban placer. Descubrió que no sólo le encantaba tener sexo con aquel joven, también la volvía loca verlo amar a su madre. Poco tuvo que tocarse para alcanzar un orgasmo, pero aquello no era suficiente, tenía que unirse a los dos amantes.

Mati empujó la puerta suavemente y se abrió de par en para, no se dieron ni cuenta. Entró en la habitación y cerró tras ella, caminó hasta estar de rodillas junto a su amiga que la miró con todo el pene dentro de su boca.

-¿Lo compartimos? – Dijo Mati.

-¿Mati…? – Dijo Luis.

-¡Sí, creo que las dos te necesitamos! – Contestó Mati a la vez que Laura le daba el endurecido pene.

Mati empezó a tragar su pene mientras Laura echaba la cabeza atrás gimiendo con las caricias que su hijo le daba en su sexo. Mientras sentía como la lengua de Luis jugaba con su clítoris, acariciaba la cabeza de su amiga y le hacía tragarse a su endurecido hijo. Mati soltó su delicioso pene y se lo entregó a Laura, se levantó y se desnudó por completo. Se colocó de rodillas en el suelo junto a la cabeza de él que estaba metido entre los dos deliciosos muslos de Laura y le habló mientras acariciaba el culo de su amiga.

-¿Quieres tener dos mujeres para ti? – Le preguntó. - ¡Si tu madre y tu queréis, podemos formar una pareja de tres para siempre! ¡Estoy dispuesta a compartirte con ella!

Luis hizo que su madre se quitara de encima rápidamente mientras ella no soltaba su pene. Luis empezó a besar a Mati y ella podía sentir en su boca el sabor de Laura que los miraba sin dejar de acariciar el pene. Mati se acercó a su amiga y la hizo tumbarse en medio de la cama. Le abrió las piernas y después separó los labios que custodiaban la mojada vagina. Él se colocó entre las piernas de Laura y hundió su lengua para darle placer. Mati estaba recostada sobre la barriga de su amiga y podía ver como la lengua de él recorría toda la raja de su madre. Puso un dedo sobre el abultado clítoris de Laura y comenzó a masturbarla mientras el hijo tragaba todos los flujos que salían de aquella ardiente vagina. Separó aún más los labios para dejar totalmente expuesto el clítoris, se inclinó y empezó a lamer a su amiga.

-¡O Mati, que placer sentir dos lenguas en mi coño! – Gimió Laura. - ¡Mete un dedo en mi vagina, Luis!

Él la obedeció como buen hijo y mientras las lenguas de ellos le daban placer y jugaban entre ellas, su dedo empezó a penetrar la húmeda vagina. Las caderas de Laura se movían involuntariamente, arriba y abajo, sintiendo como los dos la hacían gozar. La sábana mostraba la mancha que empezaban a formar la gran cantidad de flujos que no paraban de salir de ella. Los acariciaba, les gritaba pidiendo que le dieran más. Nunca antes sintió un orgasmo tan intenso como el que le habían provocado su hijo y su amiga aquella tarde.

Laura se deshizo de sus amantes y dejó su lugar a Mati. Luis tenía ahora el mojado y caliente sexo de su novia delante. Empezó a meter su lengua en la raja de ella. Mientras Mati gemía y se retorcía de placer, Laura se colocó tras su hijo que estaba con su culo en pompa. Se agachó hasta que podía ver su redondo culo y entre sus piernas colgaban los testículos y el hermoso pene. Con una mano masturbó a su joven hijo mientras su lengua masajeaba dulcemente sus testículos. Podía sentir en su nariz el ano, lamió más arriba y comenzó a jugar con su lengua en el esfínter. Luis sintió un calambre de placer cuando la lengua de su madre empezó a hacer círculos alrededor de su ano. Estaba gozando.

-¡Vamos cariño! – Le dijo Laura a su hijo. - ¡Mati está gimiendo de placer! ¡Fóllala y has que se corra como nunca!

Levantó la cabeza del sexo de su amada Mati y se movió hasta que empezó a besar su boca. Su pene estaba a la altura del sexo de ella. La mano de su madre no soltaba su pene y tiró hacia abajo para que la acercara a la entrada de Mati. El glande empezó a separar los labios, dirigido por la mano de Laura. Poco a poco la fue penetrando y Mati se agarró a él desesperada por tenerlo por completo dentro y correrse.

Laura acariciaba los testículos con una mano mientras la otra acariciaba su endurecido culo. Se movió junto a ellos hasta colocarse junto a su amiga. Comenzó a acariciar sus pechos mientras su hijo botaba sobre ella. Mati gemía sintiendo como su hombre se clavaba en ella, entre sus piernas. Laura besó a su hijo en la boca y Mati se unió a ellos, sus tres lenguas jugaban pasando de una boca a otra. Mati empezó a gemir y se corría mientras él la penetraba más rápido y con más ganas. Laura estaba junto a ellos, a cuatro patas. Luis se levantó y agarró a su madre por el culo. Se colocó tras ella, apuntó su pene al sexo mojado y la empezó a penetrar. Laura gemía al sentir como su hijo entraba en ella totalmente. Mati la miró y se colocó bajo su amiga para empezar a besarla y lamer sus pezones. Laura se retorcía de placer al sentir a su hijo en su vagina y su amiga que mamaba sus pechos.

-¡Vamos Mati! – Le dijo Luis. - ¡Ponte junto a mi madre, en la misma postura!

Mati lo obedeció al momento. Allí estaba él, clavando su pene en la vagina de su madre, golpeando sus testículos contra el hermoso culo de ella. Alargó una mano y empezó a acariciar el culo de su amada Mati. Sentía la redondez de aquel precioso culo, pasó sus dedos por la raja de su culo hasta llegar a los labios mojados, metió un dedo y ella se movía por el placer que aquello le producía.

Laura gemía con las embestidas de su hijo, con las profundas penetraciones que éste le daba, estaba gozando y sintió como su vagina se quedó vacía. Miró atrás y Luis estaba cambiando de lugar para colocarse detrás de Mati.

Luis agarró su pene con una mano y pasó el glande por la húmeda raja de Mati, encontró la entrada al placer que ella le ofrecía y la penetró de golpe, provocando un chillido de placer en ella.

-¡Eres un mal hijo! – Protestó Laura. - ¡Has abandonado el caliente coño de tu madre!

Luis pasó su mano por el culo de su madre y hundió sus dedos dentro de la mojada vagina. Su pene entraba en Mati mientras mantenía caliente a su madre con la mano. Volvió a cambiar y se colocó tras Laura penetrándola violentamente y sin miramiento, provocando un gran placer en Laura que lanzaba gemidos.

-¡Ya no me quieres! – Protestó ahora Mati. - ¡Te pone más caliente follar a tu madre!

-¡Sólo tengo una polla! – Protestó Luis y dejó de penetrar a Laura.

Luis agarró a Mati y la colocó boca arriba con el culo en el filo de la cama y sus piernas apoyadas en el suelo. Después agarró a su madre y la colocó sobre la otra, de forma que sus rajas estuvieran lo más cerca posible. Se arrodilló entre las piernas de sus mujeres y agarró su pene con una mano. Allí tenía las dos vaginas de sus mujeres listas y húmedas. Pasó su glande desde abajo hasta arriba, desde la raja de Mati hasta la raja de su madre. La colocó en medio de las dos y empujó. No penetró a ninguna, pero su glande se frotó contra los clítoris de ellas que se besaban enloquecidas por el sexo que tenían con Luis.

-¡Dale un poquito de tu polla a mamá! – Le suplicó Laura.

-¡Y a tu niña mala también! – Le pedía Mati.

Luis agarró su pene y primero lo metió en la raja de abajo, Mati gimió al sentirse llena. Pero sólo la metió una vez, la sacó y penetró a su madre que también le regaló un gemido. Fue dando una penetración a una y otra, alternando de sexo, disfrutando de sus dos mujeres que se agitaban, besaban y gozaban con él.

Entonces empezó a penetrar rápido a Mati que empezaba a sentir que el orgasmo iba a llegar. Laura le lamía los pechos mientras su hijo la penetraba con todas sus fuerzas, Laura podía sentir las embestidas que daba Luis en su culo y deseaba que aquella caliente mujer se corriera para que el pene de él entrara en lo más profundo de su vagina. Vio como Mati tenía su merecido orgasmo y sintió que en la entrada de su vagina empezaba a golpear el glande del pene de su hijo.

-¡Qué bueno! – Gritaba gimiendo a la vez que el pene de él la iba penetrando. - ¡Qué bueno, dámela toda para mí!

Luis empezó a embestir a su madre mientras podía ver como Mati descansaba bajo ella. Los pechos de Laura se movían con los vaivenes que le producía las penetraciones de él, y se movían sobre la cara de Mati, que las agarró con las manos y empezó a mamar los pezones. Laura había tenido algunas relaciones lésbicas con otras mujeres, pero aquella vez estaba disfrutando más que nunca. Sentir a su hijo en el interior de su vagina mientras su novia le mamaba los pechos y le besaba su boca… No podía más y empezó a correrse con tanta lujuria rodeándola.

Luis penetraba a su madre y sintió como tenía su orgasmo. Él también estaba loco por llegar a correrse. Sentía que todo el contenido de sus testículos iba a salir en breve. Aceleró las penetraciones a su madre que aún se retorcía de placer y sintió que el semen empezaba a subir por su pene. La sacó y la masturbó un poco entre las piernas de aquellas dos calientes mujeres.

Laura sintió un chorro caliente que golpeo contra la entrada de su vagina y se deslizaba por su raja hacia abajo. Mati notó como sus labios vaginales se mojaban con el semen de su amado. Él gozaba viendo caer su semen sobre el sexo de ellas, apuntó a la vagina de Mati y la penetró una vez. Después penetró a su madre y de nuevo las penetró jugando y gozando de sus mojadas vaginas.

-¡Sois mis mujeres y quiero estar con ustedes toda mi vida! – Dijo Luis y Se inclinó para besarlas en la boca a las dos, los tres se fundieron en un beso.