El verano de las separadas VII.

No hay nada mejor para el amor que encontrarse con un amigo y su madre, eso fortalece la relación entre madres e hijos.

El verano de las separadas. 4 de julio, madre sólo hay… ¿dos?

A la mañana siguiente me encontraba aún como en un sueño. Había tenido sexo con mi madre y con su amiga Maribel. Lo único que llegó a estropear la noche fue la llegada inesperada de Mati. Mi madre y Maribel estuvieron un buen rato hablando con ella de lo que había visto. No llegó a convencerle del todo los argumentos que le habían dado, pero aceptó lo que allí ocurría, si bien ella no participaría.

Y como todas las mañanas, los cuatro preparamos todo para poder marchar un buen rato a la playa… y como todas las mañanas caminaba contemplando los cuerpos de ellas… y como todas las mañanas nos colocamos en la arena preparándonos para darnos un baño.

-¡Hola Paco! – Escuché la voz de un tipo que me llamaba.

-¡Hombre Luis! – Saludé a mi amigo del instituto.

Luis tenía un año más que yo. Habíamos estado en el mismo instituto y éramos buenos amigos. Ya hacía tiempo que no hablaba con él. Estuvimos un buen rato charlando mientras Maribel, Mati y mi madre se bañaban. Él estaba con su madre, una despampanante mujer de cuarenta y cinco años, que se había separado del padre de Luis dos años atrás y que ahora vivían del dinero que éste le pasaba todos los meses.

-¡Apunta! – Me dijo. – Seis, cuatro, cuatro, siete, dos, dos, cero, cero, uno. Llámame y quedamos un día… Mejor, llámame esta tarde y mañana hacemos una barbacoa en nuestra casa, allí tenemos hasta piscina.

Cuando volví con mi madre y sus amigas, tuve que dar explicaciones de quién era aquel chico, ya que a las tres les gustó. La verdad es que Luis tenía un cuerpo bien formado dado que hacía mucho deporte.

Por la tarde lo llamé y quedé en vernos más tarde en su casa para cenar. Y allí llegamos los cuatro, a un chalet alejado de la costa unos dos kilómetros. Nos recibió Laura, madre de Luis. Tras enseñarnos su hermosa casa, nos fuimos al jardín donde haríamos una barbacoa. Entre charlas todos preparamos todo para empezar. Luis y yo nos ocupábamos del fuego mientras las mujeres traían y preparaban la mesa. Poco a poco fuimos sacando la comida y la pusimos en la mesa.

Nuestras madres se conocían de los años que coincidimos en el instituto y charlaban alegremente de nuestro pasado y nuestro futuro. Mati y Maribel estaban en la conversación, pero a Maribel se le iban los ojos tras mi amigo pues era su debilidad, joven y bien formado, como a ella le gustaban los hombres. Luis notaba que despertaba en Maribel cierto morbo y no dejaba de hablar con ella.

-Pues si quieres te doy un masaje en los hombros… - Escuché a Luis decirle a Maribel. Se levantó y se colocó tras ella.

-¡Gracias hijo! – Dijo ella y comenzó a disfrutar de aquel masaje.

El resto seguíamos hablando mientras Maribel ronroneaba por el masaje que le daba su nuevo amigo. Era una noche calurosa y casi todos veíamos la piscina con cierto deseo de lanzarnos a ella.

-¿Queréis bañaros? – Preguntó Laura.

-La verdad es que vendría muy bien con el calor que hace, pero no hemos traído bañador… - Dijo mi madre.

-¡Bueno! – Dijo Laura. - ¡No tenemos mucha confianza, pero si no os importa nos bañamos desnudos!

-¡Si tu hijo sigue dándome este masaje en el agua, por mí no hay problema! – dijo Maribel.

-La verdad es que el otro día estuvimos los cuatro en una playa haciendo un poco de nudismo… - Dijo mi madre. – a mí también me gustaría bañarme… ¿No nos verá nadie?

-No te preocupes, mi hijo y yo nos bañamos muchas veces desnudos y a plena luz del día y esto está aislado para que no nos pueda ver nadie.

-¡Pues vamos allá! – Dijo Maribel levantándose de la silla y caminando hacia la piscina se iba desnudando y dejando la ropa por el suelo. - ¡Vamos Luis! – Llamó a su masajista. – ¡Tienes que seguir trabajándome!

Cuando llegó al filo de la piscina ya estaba totalmente desnuda. Se lanzó al agua. Luis se quitó el bañador que llevaba y caminó hasta la piscina.

-¡Vamos, tirarse al agua todos que está buenísima! – Dijo Maribel y no apartaba la vista del hermoso pene que portaba su inesperado masajista. - ¡Tú, corre que creo que me ha dado un tirón!

Luis se lanzó al agua y llegó hasta ella por debajo de la oscura agua. Laura se levantó y se dirigió a un cuadro de mandos para encender la luz de la piscina. Toda el agua se iluminó y Luis agarraba por detrás a su “paciente” mientras ella disfrutaba de un masaje.

-¡Qué, os animáis! – Dijo Laura y su falda cayó al suelo mostrando sus hermosas bragas. - ¡Tengo demasiado calor para estar por más tiempo aquí fuera!

Junto a nosotros se quitó toda la ropa que colocó cuidadosamente en una de las sillas. Su cuerpo era maravilloso, totalmente remodelado a base cirugía, pero precioso. Se apreciaba que era una mujer madura, pero su culo redondo, prieto y firme; sus pechos voluminosos y redondos; esas piernas bien contorneadas y firmes… Era una delicia verla y más placentero sería poder tener sexo con ella. Caminaba desnuda con aquellos zapatos con algo de tacón que la hacían más sensual.

Yo fui el siguiente, me desnudé por completo y coloqué mi ropa en la silla. Mati nos observaba y comenzó a desnudarse a la vez que mi madre. Me disponía a marchar al agua cuando mi madre me cogió de la mano. Mati nos seguía detrás a dos pasos. Laura ya estaba en el agua cuando nos miró. La sonrisa que mostró al vernos caminar agarrados de la mano nos reveló que ella ya había comprendido que entre nosotros había algo más que un amor entre madre e hijo.

Tal como llegamos al filo de la piscina, empujé a mi madre al agua y después me tiré yo. Mati se sentó en el filo de la piscina con los pies dentro del agua. Luis dejó de darle el masaje a Maribel y nadó hasta llegar a donde estaba Mati.

-¡Vamos, métete en el agua! – Le dijo y ella se lanzó desde el filo empujándose con los brazos. - ¡Se está a gusto en el agua!

-¡Este chico hace maravillas con las manos! – Dijo Maribel al llegar junto a ellos y agarrarse al filo de la piscina.

-¡Ponte boca arriba y saca un pie! – Le dijo a Mati que lo obedeció. Luis agarró el pie y empezó a darle un suave masaje. - ¿Te gusta?

Asintió con la cabeza y él podía ver sus hermosos pechos que sobresalían del agua mientras ella flotaba de espaldas y agarrada al filo de la piscina. Los pezones de aquella preciosa mujer estaban erectos, cómo el pene de él que disfrutaba tocando a sus dos nuevas amigas.

-¡Yo también te puedo dar un masaje que te va a volver loco! – Le dijo Maribel acercándose a él y colocándose a su espalda.

Deslizó una mano por su cintura hasta tocar su erecto pene. Creció y se endureció más cuando los dedos de Maribel se aferraron al joven sexo. Luis sacó el pie de Mati del agua y comenzó a chupar los dedos mojados de ella, pasando su lengua entre ellos. Mati empezó a gruñir levemente al sentir aquel sensual masaje.

-¡Nunca había probado algo tan bueno! – Dijo Mati dejándose llevar por las nuevas sensaciones que invadían su cuerpo.

-¡Mi hijo ya ha empezado! – Dijo Laura. – Tengo un problema con él, siempre está pensando en tener sexo, cuando hay alguna mujer cerca acaba teniendo sexo con ella… - Hizo una pausa y miró a mi madre a la cara. – Y lo mejor es que cuando no hay ninguna, se tiene que desahogar con lo que tiene más cerca.

-Mi paco, - Dijo mi madre. – está empezando ahora. La otra noche tuvo por primera vez sexo con una mujer…

-¿Y quién lo inició? – Preguntó maliciosa Laura.

-Maribel quería ser la primera, pero mi niño me eligió a mí.

-¿Lo compartirías? – Le preguntó.

-¿Te gustaría? – Me preguntó mi madre mirándome.

-¡Claro! – Dije agarrando a Laura por la cintura y pegándola a mí. - ¡Me encantaría tener sexo con dos madre tan hermosas! – Besé en la boca a Laura y después a mi madre se acercó a nosotros y a la que rodeé con mi otro brazo.

Besaba una boca y después la otra, jugando con sus lenguas, mientras mi pene creció ansioso de poseer a aquellas maduras madres. Mi madre me excitaba, pero el cuerpo de Laura me volvía loco. La mano de Laura agarró con firmeza mi pene y empezó a acariciarlo hasta bajar a mis testículos.

-¡Dios, cómo me gustan unos buenos huevos sin pelos! – Dijo Laura. - ¡Tengo que conseguir que mi hijo se los ponga así! Ya he visto que tú también te has afeitado, - le dijo a mi madre - ¿lo habéis hecho juntos?

-Sí. – Respondimos mi madre y yo.

-Si quieres podemos intentar afeitar a Mati y a Luis… - Le dijo mi madre.

-¡Eso estaría bien! – Dijo Laura. – Ahora vengo con las cosas para intentarlo.

Cuando Laura salió del agua me fijé en su sexo y lo bonito que lo tenía depilado. Abracé a mi madre contra la pared de la piscina y la besé en la boca. Mi pene apoyaba contra su barriga y podía notar lo excitado que estaba con aquella noche que estábamos pasando. No sabía si la rapidez con la que todos estábamos teniendo sexo sería bueno, pero la verdad es que todos estábamos disfrutando con aquel baño a la luz de la luna.

Maribel besaba la oreja de Luis mientras sus manos no dejaban de acariciar todo su cuerpo. Mati disfrutaba del masaje que le daba la lengua de Luis. Ella no pudo más, bajó los pies y se abrazó a él para besarlo. Se fundieron en un beso y sintió como la joven lengua invadía su boca. Maribel no se separó de ellos y se excitaba al sentir como los otros dos se acariciaban. Mordisqueó el cuello del joven que aprisionaban entre las dos y tiró de su mentón para ofrecerle su boca. Él la aceptó y hundió su lengua en la madura boca.

-¡Ustedes tres! – Dijo Laura desde el filo de la piscina. - ¡Fuera que quiero que mi hijo no tenga ni un pelo en sus partes!

Mientras mi madre y yo nos besábamos en el agua, Laura, Maribel y Mati pusieron a Luis en una tumbona y lo abrieron de piernas. Su madre untó crema y entre Maribel y ella lo afeitaron hasta dejarlo totalmente sin un pelo en su sexo.

-¡Ahora si que está suave! – Dijo Laura. - ¡Cómo siempre la he deseado! – Lo levantó y lo llevó hasta la ducha y empezó a echarle agua. Se arrodilló y quitaba todo resto de espuma. - ¡Ahora está a mi gusto para comérsela! – Pasó su lengua desde los testículos hasta su endurecido glande.

-¡Quiero afeitar a Mati! – Dijo Luis. - ¡Veo que es la única que no está depilada!

-¡No… yo no! – Dijo ella retirándose de los tres.

-¡Vamos Mati, seguro que te va a gustar! – La animó Maribel.

Mi madre y yo nos sentamos en el filo de la piscina para ver cómo se llevaban a Mati hasta la tumbona, la sentaban y abrían sus piernas. Luis empezó a extender la crema y Mati empezó a reír como una loca, sus carcajadas se escuchaban en toda la casa.

-¡Por favor! – Decía sin dejar de reír. – Eso me hace muchas cosquillas.

Las dos mujeres la sujetaban mientras él untó la crema y empezó a afeitar con mucho cuidado. Mati detuvo sus risas al sentir como los dedos de su joven peluquero le masajeaba el clítoris, dándole un nuevo placer. La fue afeitando hasta que sólo le dejó un poco de pelo por encima de su raja. La levantó y la llevó a la ducha. Mientras caía el agua por su cuerpo hasta llegar a su sexo, Luis acariciaba su pubis para quitar toda la crema que tuviera. Mati empezó a sentirse cada vez más excitada y sentía que su sexo vibraba con las caricias de aquel joven. Se apoyó en Maribel y Laura que estaban junto a ella y sus piernas temblaron por el placer que sintió cuando el dedo de él acarició directamente sobre su endurecido clítoris. Ella abrió un poco más piernas para ofrecerle toda su intimidad que nunca le había ofrecido a nadie.

-¡Dios, qué me estás haciendo! – Gritó Mati.

Luis había acercado su boca a la mojada raja de ella y su lengua lamía dulcemente su clítoris. Las piernas de Mati no podían soportar tanto placer. Entre los tres la llevaron a la tumbona de nuevo. Maribel y Laura acariciaban su todo su cuerpo… todo menos la caliente y húmeda entrada de aquella mujer que probaba por primera vez los placeres del sexo… del sexo oral que le daba aquel joven que sabía bien dónde y cómo acariciar la parte más íntima de una mujer.

Mati se retorcía y gemía, sentía que se derretía cuando un calor y un calambre de placer recorrían todo su cuerpo hasta nublarle la mente. Luis seguía saboreando los fluidos que emanaban de ella. Luis dejó de besar sus labios y la besó en la boca.

-¡Mati, deseo ser el primero en poseer tu cuerpo! – Mati lo agarró por la cabeza y lo besó frenéticamente. – Entremos en casa.

Maribel y Mati caminaban con Luis, mientras Laura vino a buscarnos a mi madre y a mí para que todos entráramos en la casa.

Laura nos llevó al amplio salón y quitamos una pequeña mesa que tenía entre los sofá, quedando una alfombra en el suelo. Maribel hizo que Luis se tumbara allí en medio. Yo me senté en medio de uno de los sofás y a un lado se sentó mi madre y al otro Laura.

-¡Vamos Mati! – Le indicaba Maribel a su amiga. – Abre las piernas y agáchate para ponerle tu coño en la boca.

Mati la obedeció y su rostro mostró el placer que de nuevo le daba aquel joven con su lengua al hurgar entre los labios de su sexo, entrando un poco en su vagina para penetrarla. Pero su rostro se estremeció cuando los labios de él rodearon su castigado clítoris y chupó como si fuera un pezón. Laura agarró el pene de Luis y empezó a jugar con su lengua, recorriendo toda la longitud de su endurecido y deseado miembro que vibraba al contacto de la mano de ella.

Desde el sillón veíamos a los tres amantes, desnudos, gozando de sus cuerpos… gozando de él. La mano de mi madre acariciaba mi pene y Laura se agitaba a mi lado excitada por la escena que podía ver frente a ella.

Maribel se tragaba el endurecido sexo dándole grandes y sonoras succiones. Paró y se la ofreció a Mati.

-¡Toma, pasa tu lengua por aquí! – Le señalaba el glande con un dedo. - ¡Después trágatela entera y chupa, verás como te gusta!

Mati gemía entrecortadamente por el placer, se inclinó hacia delante y sacó su lengua. El enrojecido glande de aquel joven estaba delante de sus ojos. Puso su lengua sobre la endurecida piel y sintió su suavidad. Le llegó el olor de aquel líquido transparente que empezaba a asomar por el orificio de aquel dilatado pene. No sabía si aquel olor le gustaba o no, pero se sintió más excitada y deseaba con más ansias tragárselo. Sus labios lo envolvieron y sintió en su lengua el empuje de aquel sexo, no sabía cómo tenía que hacerlo, pero poco a poco encajó a su amante dentro de su boca y empezó a chuparlo.

Laura le quitó mi pene a mi madre de la mano y se inclinó para engullírselo casi por completo. Sabía dar placer con su boca. Mi madre me besaba y me acariciaba. Me ofreció sus pechos y comencé a lamerlos mientras sentía como Laura se tragaba todo mi pene. Yo estaba sentado totalmente derecho, en mi regazo nuestra amiga jugaba con mi sexo. Mi madre se incorporó y puso un pie a cada lado de mi cuerpo. Frente a mis ojos estaba la raja de su sexo, aquel sexo depilado que se me ofrecía para que lo saboreara. Se inclinó hacia mí y su raja cada vez estaba más cerca de mi boca. Con dos dedos separó los labios y su húmedo interior estaba al alcance de mi lengua. Erecto me esperaba su clítoris. Mi lengua lo acarició y saboreé los flujos que de su interior me regalaba. Gozaba con mis caricias y yo con las de Laura.

-¡Yo también quiero que me des de eso! – Dijo Laura sin dejar de acariciar mi pene.

Los gritos y gemidos de Mati hicieron que todos dejáramos de dar placer a nuestro amante y los miráramos. Las piernas de ella se convulsionaban incontroladamente por el placer que sentía en su sexo con las caricias de la lengua de Luis. Se aferraba a su pene pero no podía ni moverse, era tan intenso el orgasmo que lo único que podía hacer era gemir y chillar presa del placer.

Luis se la quitó de encima y la colocó boca arriba en el suelo. Ella estaba presa de la lujuria que aquel chico le arrancaba, sólo gemía y se dejaba hacer esperando sentir más placer aún. Él le levantó las piernas y se las abrió por completo dejando su sexo totalmente a su merced. Aquel sexo estaba deseoso de ser penetrado y su vagina lo mostraba presentando algo de dilatación. Se colocó entre sus piernas, dispuesto a penetrarla. Maribel agarró aquel pene y lo chupó para llenarlo bien de saliva, aunque la vagina de Mati estaba totalmente mojada. La mano de Maribel dirigió el glande hacia la entrada de su amiga. Luis sintió el ardiente calor que brotaba del interior de Mati y empujó y su pene empezó a penetrarla.

Mati lanzó un gemido profundo y su cara se desencajó al sentir por primera vez como un pene separaba las paredes de su vagina y la hacían dilatarse hasta acomodarse en su interior. Se abrazó gimiendo a su amante y él movía las caderas para penetrarla cada vez más profundo. Maribel los veía y acariciaba al joven.

Coloqué a mi madre y a Laura boca arriba en el sillón, con el culo en el filo y con las piernas bien abiertas. Tenía sus dos sexos a mi disposición, los dos deseosos de que me los comiera. Me coloqué entre las piernas de Laura y ella se separó los labios para ofrecerme su vagina. La empecé a lamer y ella me acariciaba la cabeza. Levantó sus piernas hasta que sus muslos estuvieron en su pecho, las agarró con sus manos y su raja estaba completamente abierta. Seguí lamiéndola y ella gimoteaba de placer.

Los gritos de placer de Mati llenaban toda la casa. Estaba teniendo su primer orgasmo con las penetraciones de su vigoroso amante y se estaba volviendo loca de placer.

-¡Yo también te necesito! – Dijo Maribel que se había colocado a cuatro patas junto a ellos esperando recibir su ración de sexo.

Luis esperó que Mati acabara de tener el orgasmo que había sentido y sentía como se convulsionaba entre sus brazos. Se separó de ella y se colocó tras el redondo culo de Maribel que lo esperaba ofreciéndole completamente su sexo. Él se chupó unos dedos y los pasó por el sexo de ella que se agitó al sentirse tocada. De su raja brotaban ya los flujos. Acarició sus cachetes y los separó. Maribel sintió la lengua de su amante que acariciaba su ano. Nunca antes le habían hecho eso y sintió un gran placer. Luis tenía su mano acariciando los labios vaginales y sintió como los flujos brotaron cuando su lengua le acarició el ano. A la vez que le chupaba el culo, aprovechó para introducirle los dedos en la vagina. Ella se agitaba y le pedía más, que le diera más placer.

Luis la volteó y la colocó boca arriba, separó sus piernas y las elevó hasta que su sexo y su ano estaban a su alcance. Empezó a lamer la raja sin pelos y con la lengua separaba los labios. Buscó su clítoris y jugó con el arrancando gemidos a su madura amante. Después se dedicó a lamer por todas partes, volviéndola loca.

Mi madre se colocó de rodillas en el sofá, dejando su culo en pompa y ofreciéndome su sexo mojado.

-¡Ven hijo, folla a tu madre!

Acaricié su culo y me coloqué detrás de ella. Su vagina estaba bastante mojada. Me pegué a ella y sentí como su mano agarró mi glande y lo dirigió hasta la entrada de su vagina. Empujé un poco y resbaló, frotando ligeramente su clítoris. Le produjo placer y aguantó mi pene con su mano mientras machacaba su clítoris con mi glande. Ya estaba a punto para ser penetrada. Empujó mi pene hasta que mi glande encajó en la entrada de su vagina. Empujé de nuevo y su mano mantuvo la posición del miembro para que la fuera penetrando. Sentí como el calor del sexo de mi madre envolvía mi pene.

-¡Qué bien entra esa polla! – Gimió mi madre. - ¡Empuja con ganas, hijo!

Me agarré a sus caderas y la sujetaba mientras me movía para penetrarla. Ella ronroneaba y gimoteaba mientras yo podía ver como todo su cuerpo se agitaba mientras teníamos sexo.

-¡Húndemela entera en el coño! – Escuchamos el grito de Maribel al sentir como Luis empezaba a penetrarla.

Miré a mi amigo. Los dos teníamos a una mujer a cuatro patas y nuestros penes entraban en ellas. Laura se levantó de nuestro lado y se colocó junto a Maribel y Luis, abrió las piernas y las puso a cada lado del cuerpo de Maribel, mirando hacia su hijo que de rodillas penetraba a su amante. Laura tenía su raja a la altura de la boca de él. Se acercó más y se separó los labios de aquella caliente raja para ofrecérsela a su hijo.

Luis sentía como su pene entraba en la mojada vagina de Maribel, mientras su lengua lamía la mojada raja que le ofrecía su madre. Mati lo abrazó por detrás y empezó a besarlo por el cuello.

-¡Mamá, demos la vuelta y veamos el espectáculo que están dando los demás! – Le dije a mi madre.

Nos separamos y me senté en el sillón con mi culo en el filo, mi pene erecto amenazaba con darle placer a mi madre. Ella abrió las piernas y se colocó sobre mi sexo, dándome la espalda, sin dejar de mirar a los otros. Agarró mi pene y se sentó sobre él hasta que lo tuvo totalmente clavado en su vagina. Botaba y se penetraba a placer.

-¡Eso no lo puedo resistir! – Dijo Laura mirándonos mientras su hijo chupaba su clítoris. – ¡No me resisto ante la visión de un coño bien penetrado por una polla!

Laura se separó de los demás y a cuatro patas se acercó a nosotros. Me separó un poco más las piernas y aquello hizo que las de mi madre se abrieran más. Podía ver perfectamente como mi pene entraba y salía entre los labios mojados de ella. Metió la cabeza entre mis piernas y sentí su lengua en mis testículos. A mi madre le costaba moverse con la cabeza de Laura allí, se paró con mi pene completamente hundido en ella. Laura subió con su lengua por lo poco de mi pene que quedaba fuera hasta llegar al clítoris de mi madre. Empezó a lamerlo y mi madre empezó a sentir otro orgasmo. Se movió y Laura seguía su movimiento para no dejar de castigar su clítoris.

-¡Laura, por Dios, me estás volviendo loca! – Le gritó mi madre empujando su cabeza contra nuestros sexos que se frotaban.

Mi madre enloqueció sobre mi pene y sus movimientos fueron más rápidos. Me moví todo lo que pude para penetrarla fuerte y Laura dejó de lamerla y comenzó a masturbarla con la mano a la vez que mi pene la penetraba. Las piernas de mi madre empezaban a temblar por el placer que sentía y se lo clavó por completo en el momento de sentir el máximo placer de aquel orgasmo. Laura sacó mi pene empapado de la vagina de mi madre y comenzó a lamerlo hasta empezar a darme una mamada. Mi madre quedó derrotada, tumbada en el sillón junto a nosotros.

Maribel sentía como su joven amante la penetraba hasta lo más profundo de su vagina, con fuertes embestidas que la volvían loca. Luis apoyo la mano derecha en su culo y con el dedo gordo empezó a jugar con su ano, acariciándolo en principio, mientras su pene entraba bruscamente en ella. Poco a poco empezó a empujar el dedo contra el esfínter hasta que fue cediendo. Unos minutos después Maribel tenía todo el pene dentro de su vagina y aquel dedo la penetraba por completo en el culo. La follaba con ambos a la vez y aquello la volvía loca. No pudo aguantar, empezó a gemir y chillar y tuvo un gran orgasmo mientras él aumentaba el ritmo sin dejarla descansar.

Luis sacó su pene empapado de los flujos de Maribel y nos miró. Laura estaba montada sobre mí, abierta de piernas y cabalgando sobre mi pene. Gemía y no paraba de botar para clavárselo por completo. Ella miró atrás cuando sintió que un dedo de su hijo le tocaba el ano.

-¿Quieres probar algo nuevo? – Le preguntó Luis a su madre.

Ella no dijo nada, agarró sus cachetes del culo y los separó. El pene de su hijo estaba duro y mojado por los flujos de sus anteriores amantes. Paró el culo de su madre y aproximó su glande hasta que estuvo cerca de su ano. Echó saliva en su oscuro ano y empezó a empujar para penetrarla. Laura se tensó al sentir que su esfínter era forzado más allá de lo que nunca se había dilatado.

-¡Despacio, cariño! – Le dijo Laura.

Él empujó un poco más y los flujos de las otras mujeres ayudaron a hacer menos dolorosa la penetración.

-¡Para un momento! – Dijo Laura.

Había entrado el glande y necesitaba que su ano se acostumbrara al grueso pene que entraba. Él empujó un poco más para seguir penetrándola. Podía sentir el empuje del pene de Luis sobre el mío que estaba dentro de la vagina de su madre. Un poco más y los dos penes estaban completamente dentro de Laura.

-¡Uf, nunca había sentido dos pollas dentro de mí! – Exclamó al sentirse totalmente llena. - ¡Follarme ahora los dos a la vez!

Nos empezamos a mover los dos, torpemente al principio hasta que sincronizamos nuestros movimientos y mientras mi pene entraba en su vagina, el de  Luis salía de su culo, produciéndose alternancia en nuestras penetraciones que arrancaban gritos y gemidos enloquecidos de placer.

Aquella forma de tener sexo, los tres juntos, Luis y yo entrando en el cuerpo de su madre me daba una excitación diferente a cuando había penetrado a cualquiera de las otras sólo con mi pene. Además de sentir la vagina caliente y mojada de Laura, sentía en el interior de su cuerpo el roce de nuestros jóvenes y endurecidos penes que se afanaban en hacerla gozar.

Laura se agitaba, gemía, gritaba, me mordía la boca, arañaba con sus uñas los muslos de su hijo… enloquecía con las penetraciones que le dábamos y cuando no pudo más su cuerpo empezó a convulsionarse de placer. Estaba teniendo un orgasmo y los dos aceleramos las penetraciones. Tan excitados estábamos, que en el mismo momento en que Laura mostró el orgasmo que la invadía, yo lancé mi semen empujando mi pene totalmente contra su vagina. Luis empujó el suyo contra el dilatado culo de su madre y le descargó su semen. Los tres estábamos enganchados y disfrutando del placer que nos habíamos dado.

Todos habíamos tenido nuestro ansiado sexo y reposábamos en el salón, descansando y recuperando fuerzas.