El verano de 1.995

Capítulo I. la llegada.

CAPÍTULO I. LA LLEGADA

Aún me acuerdo de aquel verano de 1995.Yo me había ido de vacaciones a la Costa Brava como de costumbre con mi madre.Ella se había divorciado de él en 1987 porque la engañaba con otra y no había querido volver a ver a mi padre nunca.Él tampoco demostró tener el más mínimo interés en mí o en ella, así que los dos vivíamos ahora solos y pasábamos nuestras vacaciones solos, con una economía saneada gracias al trabajo de mi madre.

Aquel verano hacía un calor insoportable en Madrid, y mi madre y yo cogimos el camino de Cataluña lo antes que pudimos.Así, el 1 de julio, ya estábamos en la Costa Brava disfrutando de las comodidades de un apartamento de una urbanización de lujo frente al mar.No le faltaban el jacuzzi, la TV vía satélite, el aire acondicionado centralizado y todas esas cosas que hacen la vida tan fácil y comfortable.

Tras descargar los paquetes del equipaje, mi madre y yo nos pusimos cómodos en un amplio sofá del salón y sin querer nos quedamos dormidos durante dos o tres horas.Había sido un largo viaje y el cansancio no perdonaba.Cuando nos despertamos eran ya las seis de la tarde, así que nos fuimos a dar un paseo por los alrededores para "reconocer el terreno".Vimos que la urbanización no estaba muy llena de gente ( los precios, desde luego, eran prohibitivos ) y que las playas eran relativamente tranquilas, con la gente muy dispersa.El mar estaba muy en calma y era azul intenso.

Después de un paseo de dos horas, mi madre y yo nos volvimos al apartamento y ordenamos un poco el equipaje.Luego, nos pedimos una pizza por teléfono y cenamos viendo la tele para acostarnos relativamente temprano, a eso de las 11.Sólo había una habitación con dos camas separadas, pero eran verdaderamente cómodas y todo estaba muy limpio y ordenado.Fue una noche muy agradable en la que dormí más de diez horas.

Sobre las diez y media, nos levantamos y desayunamos unos sandwiches que mi madre había preparado previendo que no íbamos a encontrar un bar cerca por la mañana.La verdad es que beber Pepsi para desayunar no era lo más apetecible, pero eso sería sólo el primer día.Luego, salimos al patio de atrás del apartamento y tomamos un poco el sol hasta las doce, hora a la que decidimos irnos a la playa.

En este punto debo precisar que el cuerpo de mi madre puede quitar la respiración a más de un hombre, sobre todo en bañador.Es una mujer de 38 años, de pelo castaño y ojos verdes claro.Usa sujetadores de la talla 95, tiene una cintura de unos 72 cm típica de mujer madurita ya, una barriga un poco rellenita y unas piernas gorditas y bien construidas normales a su edad.Eso sí, no le cuelga ningún pellejo, lo que tiene lo tiene apretado y se ajusta muy bien a su metro sesenta y cuatro.

Siendo así mi madre, no de extrañar que yo, como hombrecito de 13 años, me fijase un poco en su cuerpo y que tuviera algunos accidentes relacionados con la dureza.Yo en esa época aún medía un metro sesenta y seis, era delgado y algo huesudo, pero mis formas se estaban transformando en las de un hombre poco a poco.No era raro que a mi edad mis hormonas estuvieran en pie de guerra y no dejaran pasar a una sola mujer desapercibida, aunque fuese mi propia madre.

Mi madre, por supuesto, no parecía darse cuenta de lo que me pasaba cada vez que me quedaba mirándola mucho tiempo e iba a lo suyo.La verdad es que ahora no puedo imaginar cómo podía aguantar tanto tiempo sin un hombre, ya que no había visto a ninguno desde que mi padre se fue, o al menos eso parecía.Era, desde luego, una mujer fuerte para eso, pero ahora sé que el secreto de su abstinencia tenía y tiene cinco dedos.

Como decía, aquella mañana, los dos nos encaminamos hacia la playa, que no distaba más de doscientos metros.Hacía un calor espantoso, yo creo que se rozaban los 35ºC y la playa estaba medianamente llena, tal vez un poco más que la tarde anterior.El Mediterráneo seguía en calma e invitaba al baño, pero mi madre prefirió que nos fuéramos a dar un paseo por el paseo marítimo.

Y eso fue lo que hicimos.Estuvimos andando durante largo rato charlando de cosas intrascendentes y disfrutando de la preciosa vista que había del mar y la playa.El calor seguía en todo su apogeo, y pronto tuvimos que darnos mi ansiado baño.Los dos nos metimos en la fresca agua y nos refrescamos para seguir posteriormente nuestro largo paseo.

Después de casi un par de horas andando, llegamos a una parte de la playa en la que había un cartel que decía: "ZONA NUDISTA".Parecía ser una playa nudista libre, en la que cualquiera podía entrar si se quitaba previamente su bañador.Mi madre se quedó pensativa un buen rato, sentada en un poyete del paseo marítimo.Luego me dijo algo que me sorprendió enormemente.Me sugirió que entrásemos en la zona nudista, que nos quitásemos los bañadores y nos dejáramos de vergüenzas, ya que había oído que las playas nudistas son las más tranquilas y relajantes y también aquéllas donde todo el mundo va a lo suyo y nadie está todo el día mirando o dando la vara con un balón de playa.

Yo no supe muy bien qué decir en ese momento.Jamás hubiera supuesto que mi madre fuera tan libertina en el campo de la desnudez, pero efectivamente lo era y no le importaba para nada aquello de que la vieran desnuda.Me dijo que una vez había ido con unos amigos y mi padre a una playa de éstas cuando tenía 24 años, poco antes de nacer yo ( qué casualidad... ), así que no le importaba entrar en ella.

Al final, estuve de acuerdo.Fríamente, y sin mirar a mi madre, me bajé el bañador y mi pene quedó al aire, con sus recién salidos pelos alrededor.Lo tenía flácido afortunadamente, pero eso cambiaría cuando mirara a mi madre, y así fue.Cuando miré a mi madre, ésta ya estaba desnuda.Sus grandes tetas le balanceaban un poco a pesar de ser bastante turgentes para su edad.Las coronaban dos gordos y rojo-violáceos pezones, que estaban en medio de amplias areolas.Más hacia abajo pude admirar su negro y poblado sexo.Lo tenía en una forma triangular perfecta y el vello lo cubría todo, sin llegar a ser excesivamente espeso.

Como es lógico pensar, mi erección no tardó en aparecer, llegando a su máximo de entonces, 14 cm.Mi madre se limitó a sonreír de forma pícara y extraña y guardó su bañador de una pieza en un pequeño bolso de playa que llevaba al hombro.Luego, los dos nos encaminamos hacia la playa nudista.Iba a ser la vergüenza de mi vida, porque mi erección no parecía remitir, es más, casi iba en aumento.

Cuando estuvimos dentro del recinto nudista, empezamos a ver a gente desnuda.Al principio nos cruzamos con dos hombres que iban hablando sin prestar mucha atención, con dos penes flácidos bastante grandes balanceándose mientras andaban.Al pasar por al lado de nosotros, vi que mi madre los miraba furtivamente, prestando especial atención a sus entrepiernas.Lo de los dos hombres fue positivo en el sentido de que mi pene volvió a la flacidez, o al menos a la semiflacidez que tenían los dos penes que acababa de ver.

Mientras seguíamos paseando, fui mirando hacia mi derecha ( al lado de la playa ) y vi a mucha gente tumbada, más de la que hubiera imaginado antes de entrar.Afortunadamente para nosotros, nadie miraba con especial atención y pude ver a algunas mujeres completamente desnudas, algunas incluso con sus piernas entreabiertas, dejando ver su vello púbico.Mi madre también miraba detenidamente a su alrededor, andando muy lentamente como recreándose en la vista.

Cuando llevábamos unos minutos paseando, mi madre propuso que nos sentáramos en una zona en la que no había mucha gente alrededor, por lo menos no en cien metros a la redonda.Allí teníamos un lugar privilegiado para ver pasar a la gente desnuda.Mi madre se puso sentada con las rodillas flexionadas hacia arriba y las piernas juntas y miraba con mucha atención a la gente que se aproximaba.

No tardaron en pasar algunas parejas por delante de nosotros, a unos diez o quince metros.Primero vimos a otros dos hombres, claramente extranjeros y muy bien dotados, para regocijo de mi madre.Más tarde pasó una pareja de unos treinta años, la mujer rubia y de tetas del tamaño de manzanas gordas.A continuación pasaron dos mujeres solas, una morena y muy bronceada de grandes tetas y vulva oscura y poblada, y la otra pelirroja, de piel blanca, pechos medianos y sexo no muy espeso en cuanto a pelo se refiere.Me pusieron rápidamente el pene erecto de nuevo, a pesar de tener una edad de más de cuarenta años.

"Vaya, vaya, con el hombrecito..." me dijo mi madre al verme con el pene empinado.Me sonreía maliciosamente mientras yo seguía mirando a mi alrededor.Ella tampoco perdía detalle de la gente que pasaba y parecía muy contenta y divertida al verles.Se había cruzado de piernas delante suya y miraba ahora hacia la derecha, por donde se aproximaban dos jóvenes de unos 22 años.Tenían dos penes semiflácidos muy grandes, de más de 18 cm.Además, eran muy musculosos y sus abdómenes eran muy duros y con los músculos muy marcados.Medían más de metro ochenta y cinco y mi madre se quedó boquiabierta ante ellos.Los jóvenes le dedicaron una mirada pícara también y uno de ellos le guiñó un ojo maliciosamente.Cuando hubieron pasado, dijo: "¡Qué chicos...!" Lo dijo con una voz algo ronca y profunda, como si le hubiera faltado el aire un momento.

Era evidente que se le había hecho la boca agua ante los musculosos jóvenes y que se moría por dejarlos poseerla y penetrarla con sus grandes órganos viriles.Yo me puse algo celoso de pensar que se derretía por revolcarse con ellos, pero se me pasó rápido al distinguir a lo lejos una figura algo soprendente.Y lo era por su edad, que no debía pasar de los quince años.Era una chica morena, de metro sesenta, delgada, de piel bronceada, tetas como manzanas con lascivos pezones oscuros y un triángulo sugerente negro entre sus piernas.Desafortunadamente, iba acompañada de un chico de unos dieciséis años, con un pene similar al mío, pero que era bastante más musculoso que yo.

Me llegué a preguntar si no nos habríamos metido en una playa de culturistas, pero en ese momento miré a la derecha y vi que los dos jóvenes se sentaron a unos treinta metros de nosotros en sus toallas.Casi de inmediato comenzaron a besarse y a toquetearse por todos lados.Mi madre sonrió y dijo: "Esos dos no se han podido aguantar más..." Los dos siguieron cada vez más entusiasmados hasta que el chico se puso encima de su compañera, la cual había abierto sus piernas previamente.El muchacho comenzó a hundir su pelvis entre las ingles de la chica mientras la besaba intensamente tocando sus tetas.Mi pene se puso a rabiar de duro y mi madre se rió un poco.

Mientras los dos adolescentes follaban con sus dos cuerpos unidos, los dos seguimos mirando a la gente que pasaba.No pasaba mucha gente ya y, pasado un rato, miramos a nuestra derecha, para ver, absortos, cómo los jóvenes llegaban al clímax.Debían haber usado un condón, ya que el chico no sacó su pene de la chica.Los jadeos de ésta se oían desde donde estábamos, pero pronto cesaron y los dos se fueron abrazados andando en dirección opuesta a nosotros.

Un rato después, mi madre sugirió que nos fuésemos más al interior de la playa, a unas dunas que había al fondo.Allí había muchos arbustos entre los que había mucha intimidad para comernos los sandwiches que habíamos traído.Llegados allí, vimos entre la maleza a otros dos jóvenes disfrutando del coito.Eran mayores que los anteriores, aunque su edad no pasara de los 20.No pudimos ver mucho, sólo el culo del chico hundiéndose entre las piernas de su novia, pero sí oímos sus jadeos y los gemidos de la chica, que parecía estar disfrutando enormemente.

Mi madre hizo caso omiso a lo visto y los dos nos acomodamos detrás de unos arbustos que daban sombra.Allí, sacamos la comida y comimos, aunque no mucho.Luego, nos echamos en nuestras toallas uno junto al otro y dormitamos durante una hora.Cuando me desperté, mi madre no estaba allí, y no la podía ver por ninguna parte.Me preocupé un poco y decidí recorrer el terreno circundante para ver si estaba por allí.En mi camino me crucé con muchas parejas que copulaban.Vi a dos chicos muy jóvenes, el chico de mi edad aproximadamente y la chica de unos once o doce años.Los dos estaban haciéndolo rápida y torpemente, tal vez por miedo a que los sorprendieran sus padres.Vi también a una mujer de unos treinta y tantos encima de un hombre mayor que ella dando suaves saltos encima de él.Hoy supongo que sería una prostituta que aquel cincuentón había contratado.

Siguiendo en mi búsqueda me metí por entre muchos arbustos hasta que a lo lejos divisé dos figuras.Estaban tapadas por la maleza y no podían verme, sobre todo porque el sol estaba de mi lado.Me fui acercando hasta llegar a una posición en la que no me podían ver y yo sí podía verlos.Me quedé estupefacto al descubrir que la mujer era mi madre y que el hombre era el musculoso veinteañero que le había guiñado un ojo al pasar.

Mi madre estaba sentada sobre una pierna que tenía atrás y acariciaba el pecho y el abdomnen del joven.Éste era un extranjero rubio que debía haber pasado casualmente mientras yo dormía y que seguramente le habría hecho una proposición irrechazable a mi madre.Mientras ella lo acariciaba en el abdomen y el pecho, su pene apuntaba hacia arriba, midiendo unos 22 cm de largo y unos 6 de diámetro.Yo no me lo podía creer, pero era verdad, y a mi madre le fascinaba increiblemente.

Poco después, mi madre se colocó con su culo hacia la cara del chico y se acercó a su pene.Un momento después, metió en su boca casi la mitad de éste y empezó a subir y bajar su cabeza a lo largo de él.Yo no me podía creer lo que veía, y me pellizqué una oreja, pero no me desperté.El joven comenzó a chupar el sexo oscuro de mi madre, hundiendo la lengua entre sus labios.Mi madre ahora lamía el pene enorme con su lengua sin metérselo en la boca.Parecía gozar haciéndolo, y yo juraría que le encantaba su sabor.El chico también degustaba su vulva con mucho gusto y empezaba a arrancar algunos jadeos de la garganta de mi madre, cuyo cuerpo se movía de atrás hacia delante.

Un poco después, mi madre se colocó encima de él y se sentó sobre su pene, hundiéndolo gradualmente en su hambrienta vagina húmeda.Inmediatamente, empezó a subir y bajar dando pequeños saltos que eran ayudados por los golpes pélvicos del extranjero.Gemía en voz bastante alta y saltaba cada vez más rápidamente, con sus tetas botando enfrente del afortunado joven.Estaba gozando intensamente y a mí me corroían los celos al ver a mi madre follando con un desconocido.

Entonces, mi madre se levantó y agarró el pene del chico y lo masturbó durante unos segundos, hasta que un potente y blanco chorro de esperma surgió de él cayendo en la cara de mi madre.Ella lamió con su lengua por fuera lo que pudo y lo degustó en su boca unos segundos para luego tragarlo.El chico le dijo con el dedo que se acercase y le indicó a mi madre que se sentara en su cara.Era evidente que quería comerle el coño y así fue.En unos segundos, mi madre gemía y gritaba ahogadamente retorciéndose sobre la cara del joven.Gozaba...gozaba y gozaba...Y yo me moría de celos...Era demasiado para mí ver a un cabrón extranjero follarse a mi propia madre, que además disfrutaba enormemente.

Estuve allí unos instantes más, hasta que mi madre alcanzó el orgasmo corriéndose sobre la hambrienta boca del extranjero.Luego yo salí corriendo, no sin cierta dificultad para encontrar nuestras toallas.Mi madre llegó unos diez minutos después, probablemente después de besar y acariciar a su Adonis superdotado.Venía con cara contenta y el chico venía a unos metros detrás de ella disimulando que pasaba por allí, con un pene semiflácido enrojecido y con medio glande fuera.También a él se le veía cara de satisfacción.Luego se alejó y se perdió en la playa.

Mi madre y yo regresamos al apartamento un rato después, nos duchamos y nos pusimos a ver la tele.No ponían gran cosa en verano y nos empezamos a aburrir, así que yo me puse a leer un cómic y mi madre cogió una revista que había comprado por el camino.Estábamos ya vestidos y nos dispusimos a irnos a la cama a leer.Allí, mi madre me dijo que al día siguiente iríamos a la playa nudista, ya que le había parecido muy divertido y quería ir todos los días.A mí tampoco me pareció mal, sobre todo con los cuerpos que se ven allí.