El vecino nos folla a mi y a mi tía
Desde que llegué del pueblo mi tía me había follado muchas veces con un arnés, pero ahora sentía una polla de verdad y la disfrutaba junto a ella
Cuando llegué a la casa de mi tía para estudiar en la universidad un mundo nuevo se abría delante de mi. No sólo por la oportunidad de estudiar sino también de explorar mi sexualidad que tan reprimida estuvo durante mi adolescencia. Atrás quedaba ese pueblo conservador y ante mi nuevas puertas del placer se podían abrir. Además iba a vivir junto a mi tía Liliana que sin conocerla mucho sabía que era una mujer liberal que había escapado de ese pueblo de jóven para disfrutar de su vida alejada de su familia.
Liliana me iba a alojar por unos meses hasta que consiguiera un trabajo, no quería que su pasado volviera hacia ella. Pensaba que yo podía ser igual de conservador que mi familia pero rápidamente se dio cuenta que no era así. No sólo por las conversaciones que teníamos sino porque a los días de estar instalado en su casa e ir conociendo la ciudad, descubrió entre mi ropa un consolador que traía conmigo. Era mi alivio a tanto deseo reprimido y hacia un año que disfrutaba de él en la intimidad de mi cuarto. Siempre lo mantenía muy oculto pero la noche anterior lo había usado y se me olvidó guardarlo. A mí las mujeres también me gustaban pero moría de ganas de probar también una polla. A decir verdad también un coño, porque había tenido sexo sólo una vez con una amiga del pueblo que ni alcance a disfrutar.
Mi tía era un bella mujer. A sus 44 años se mantenía muy bien. Era morocha, grandota. Media 1,75 caderas anchas con un culo grande al igual que sus piernas y unas tetas medianas muy lindas. Tenía una melena larga y oscura con rizos, una boca grande con labios gruesos y una hermosa sonrisa. Yo mido 1,70 y mi cuerpo es normal. Soy delgado, tez blanca, pelo castaño, tengo un rostro bello y lindas piernas y cola. Tengo una buena polla sin ser demasiado. Mide 18 cm con un buen grosor y desde hace un año llevo mi cuerpo depilado.
Retomando, ese día al volver de caminar mi tía me saludo más contenta que de costumbre. Luego nos sentamos a tomar un te y le pregunté a qué se debía esa alegría.
Liliana: pasa que encontré algo que me hizo muy feliz
Yo: que cosa tía?
L: encontré algo entre tu ropa.
Se me transformó la cara
L: no no, no te pongas mal. Me encantó haber encontrado ese juguete. Tenía miedo que fueras igual que el resto de nuestra familia, pero ahora veo que puedo confiar en ti.
Yo: disculpa tía, pero eso es algo íntimo. No debiste hurgar entre mis cosas.
L: lo siento, estaba por meter ropa a lavar y encontré el juguete sin querer. Pero eso no viene al caso. Puedes confiar en mí. Además del juguete has probado una de verdad?
Eso estaba siendo demasiado, me sentía avasallado por mí tía aunque por otro lado era bueno que así sea, nunca había hablado con nadie de mis deseos.
Yo: no tía, eso en el pueblo hubiera sido imposible. Pero tampoco sé si me animaría a estar con un hombre. Aunque a veces me lo imagino
L: y con mujeres has estado?
Yo: sólo con una chica
L: y te gustan también?
Yo: si, aunque no tengo mucha suerte la verdad.
L: todo es difícil en ese lugar. Yo me prometí no volver nunca más.
Yo: y tu tía? Disculpa que te pregunte, pero nunca has tenido pareja?
L: alguna he tenido. Quiero confesarte que también soy bisexual aunque me van más los hombres. Actualmente tengo un amante, pero que mucho no lo puedo ver. Es vecino nuestro pero es casado (y largó una carcajada)
Yo también reí y nos quedamos toda la tarde conversando. Por primera vez me sentía libre y desahogado. Por primera vez me sentía que podía ser yo mismo en complicidad con mí tía que desde ese día la empecé a ver de otra manera. Esa complicidad e intimidad me daba cierto morbo, empecé a admirar sus curvas y ahora que teníamos más confianza ella andaba por la casa más suelta de ropa.
Una noche estaba disfrutando con mí juguete mientras me masturbaba y mí tía golpeó mí puerta. Me tape y le di permiso para que pase.
L: disculpame Fede, no se cómo pedirte esto, me da un poco de vergüenza.
Yo: dime tía, ya tenemos confianza.
Ella ingresó a mí habitación y se sentó a un costado de mí cama.
L: bueno, es que hace varios días que mí amante no me visita y estaba pensando en que me pudieras prestar tu juguete. Nunca he usado uno...
Lo primero que me produjo fue sorpresa pero después gracia
Yo: era eso? Claro que te lo presto. Pero sucede que ahora lo estaba usando...
Ambos nos reímos y luego nos pusimos serios mirándonos a los ojos. Era la primera vez que mí tía me miraba así.
L: a lo mejor te suena raro y entiendo que me digas que no...pero se me ocurrió algo...
Yo: dime tía, que te pasa que hoy estás tan dubitativa?
L: nada es una estupidez
Yo: pero dime, ahora me dejaste con la intriga
L: te tomarias mal que podamos compartir el juguete?
Yo: pero ya te dije que si...
L: digo otra cosa. De compartirlo ahora, acá. Me da cierto morbo poder observar.
Yo: creo que me voy a sentir un poco incómodo pero podríamos probar. A lo mejor nos gusta
L: quieres empezar tu?
Corrí las sábanas quedándome desnudo ante mí tía. El juguete estaba al lado de mí cuerpo. Mí polla estaba dormida.
Yo: me va a costar un poco retomar
L: deja que te ayude un poco
Termino de decir eso y acercó su mano a mí polla para acariciarla. Yo reaccioné de inmediato y comenzó a crecer en su mano. Se me iba poniendo dura mientras me empecé a masajear mí ano, a introducir unos dedos con saliva para dilatarlo. La situación y la masturbación de mí tía me ponían muy caliente. Ella respiraba agitada, se ve que también se estaba excitando. Dirigí el consolador a mí cola y de a poco lo empecé a meter. Tiene un tamaño similar a polla. Es un poco más ancho y un par de centímetros más largo.
L: mmm...tienes una buena polla. Y todo eso te entra en la cola?
Sus preguntas me calentaban más mientras yo me iba introduciendo el juguete.
L: así no puedo ver nada, por qué no te pones boca abajo?
Yo: es que me va a costar metermelo
L: te puedo ayudar
Sin decir nada me di la vuelta sin sacarme el consolador, quedando a la vista de mí tía mí culito siendo penetrado por ese juguete.
L: puedo?
Preguntó mí tía mientras tomaba en sus manos el pene de goma y comenzaba a meterlo y sacarlo de mí cola. Lo hacía con cuidado y de a poco comenzó a acelerar la masturbación anal. Yo gemia de placer y ella respiraba cada vez más agitada. Mientras con una mano me metía ese juguete con la otra se tocaba por encima de los shorts que tenía puesto para dormir.
L: me permites un poco...
Yo: si tía...has lo que quieras
Sacó el consolador de mí cola al tiempo que me decía "mmm...te quedó muy abierta sobrinito". Luego se paró, se sacó sus shorts dejando su coño desnudo y rasurado frente a mí. Llevó el consolador a su vagina y se lo introdujo sin problemas emitiendo varios gemidos. Se lo metía estando parada. Cerraba sus ojos y aceleraba su masturbación. Se ve que estaba muy caliente.
Yo: pero yo tampoco te veo así...
L: mmm y si me pongo así me ves?
Me preguntaba mientras se ponía a gatas en el suelo de la habitación, dejandome ver si culazo y su coño que era penetrado por mí juguete. No tardó mucho en correrse con fuertes gemidos. La abstinencia y la situación la habían puesto a mil.
L: ahora te toca a vos...ponerte en cuatro
Obedeciendo me puse en cuatro en la cama parando mí colita. Ella volvió a introducir el juguete que entró con facilidad.
L: que acostumbrada que tenés la colita. Además la tenés depiladita como los putitos.
Esas palabras me calentaban más aún. Yo disfrutaba como loco de la masturbación anal de mí tía, movía mis caderas acompañando el mete saca del juguete.
L: querés terminar?
Yo: me gustaría
Me sacó el juguete, me volví a colocar boca arriba y mí tía me volvió a meter el consolador estando yo con las piernas bien abiertas. Pensaba que me volvería a masturbar pero directamente se introdujo mí polla en su boca. Sentir el calor de su boca fue demasiado. Pasaba su lengua, se la metía casi toda adentro. No duré mucho así. Le avisé que estaba por terminar y me la siguió chupando por lo que unos segundos más tarde empecé a acabar a chorros dentro de su poco. Mí tía se tragó toda mí corrida y lo que se le escapó luego lo recogió con su lengua.
L: mmm...que rica acabada bebé. Ahora devolveme la gentileza.
Diciendo esto se acostó en la cama abriendo sus piernas invitandome a que le haga sexo oral. La verdad no tenía ninguna experiencia pero lo intente. Ella me fue guiando, señalándome dónde tenía pasar mí lengua. Entre mis masajes orales en su clítoris y mí juguete dentro de su coño, Liliana tuvo su segundo orgasmo.
Después de esa noche todo cambio. Aún más. Mi tía tenía muchas ganas que saciar y encontró en mí mucha ayuda. Al día siguiente cuando regresó del trabajo, yo me encontraba estudiando y sin mediar palabra, una vez que entró al departamento se subió su falda a la cintura, se bajó su tanga y se sentó en el sofá abriendo sus piernas
L: vení bebé. Chúpame la concha. Hoy no pare de pensar en lo de anoche
Sin hacerme esperar me arrodillé entre sus piernas y empecé a comer su clítoris. Mí tía estaba muy caliente. Gemía y apretaba mí cabeza contra su coño hasta que tuvo su primer orgasmo pero no fue suficiente. Se puso en cuatro sobre el sofá mostrándome todo su culazo
L: cojeme, necesito una pija. Llename por favor
Me puse detrás de ella y apunte mí polla a la entrada de su coño que rebalsaba en jugos. Entró con facilidad y ella empezó a moverse. Sus nalgotas golpeaban contra mí cuerpo. Las agarraba con ganas, me encantaba su textura y su tamaño. Esto era demasiado para mi casi nula experiencia sexual y sin poder evitarlo acabé llenando de leche su vagina. Mí tía se salió y me pidió que me recueste en el sofá y ella se sentó en mí cara. Seguí mamando su coño pero está vez también tragaba mí propia eyaculación. Esa mujer me estaba volviendo loco de placer. Liliana tuvo su segundo orgasmo y nos fuimos a bañar. Esa tarde no paramos de coger y volvimos a jugar con mí juguete. A mí tía le encantaba metermelo, ver cómo se abría lugar en mí colita.
Una tarde que había salido a pasear llegué al departamento y mí tía ya había regresado de trabajar. Se encontraba en su cuarto. Al escucharme llegar salió con una bata de baño y una sonrisa en su rostro. Nos saludamos y me dijo "tengo una sorpresa, espero que te guste". Y sin decir más se abrió la bata lentamente dejando ver su cuerpo desnudo, sus hermosas curvas y en su entrepierna un arnés con una pija de látex similar a mí juguete.
L: ahora te voy a coger en serio. Vení a chuparla
Antes de que termine de hablar ya estaba arrodillando chupando de esa polla de juguete como si fuera real. Mí tía interrumpió lo que estaba haciendo, me puso de pié y me guió hacia la mesa de la sala poniéndome de espaldas e indicándome que apoye las manos ahí. Me bajo mis pantalones junto a mí boxer quedando en mis rodillas. Lubrico un poco mí colita y su juguete y sin más preámbulo empezó a penetrarme. Mí colita lo recibió bien, empezó a entrar y me encantaba esa sensación de ser cogido. Mí tía lo hacía suave, me agarró de las caderas y comenzó a entrar de manera profunda. Yo paraba mí cola para que pudiera entrar mejor. Ahí estábamos los dos a mitad de la sala follando de parados con ese juguete. Mí tía se encontraba muy caliente. Le encantaba follarme.
L: te gusta que te coja? Te gusta la pija en la cola
Yo: mmm...si tía, me encanta la sorpresita. Me encanta como entra toda
L: imagínate que es una de verdad. Te gustaría?
Yo: si, me encantaría que un hombre me haga suyo
L: a muchos hombres le gustaría abrirte está colita
Mientras teníamos está conversación mí tía me masturbaba. Era mucho el placer de su penetración, sus morbosas palabras al oído y el tacto de su mano en mí polla. No tarde en venirme a chorros. Acabar siendo penetrado era una sensación única para mi.
Las sesiones de penetración empezaron a ser casi cotidianas. Con mí tía no sólo aprendí a comer coños y follar sino también a cabalgar y moverme sobre una pija. Ella con el vecino y amante se seguía viendo pero ahora en un hotel. Aún no lo había conocido. Una tarde me dijo algo que me descolocó. Me contó que su amante sabía de nuestra relación y que ella le pedía que me cogiera pero que él no quería. Sin embargo de tanto insistir me dijo que accedió a condición de que estuviera bien femenina para él.
Todo lo que me contó me sorprendió. El deseo de estar con un hombre crecía en mí interior pero no me imaginaba que podía ser así. Junto a mí tía. Y mucho menos feminizarme para él. Pero qué mejor que tener mí primera vez con un hombre junto a mí tía con la que tenía tanta intimidad. Después de hacerle varias preguntas acepté su propuesta. Me daba cuenta que no sólo era un favor para mí sino que era parte de sus morbos. A veces sentía que en mí encontró un instrumento para cumplir sus fantasías.
Accedí a ponerme sólo una tanguita y unas medias, no estaba en mí deseo ni en mis planes feminizarme completamente pero lo aceptaba como parte del juego. Al día siguiente mí tía me trajo algunas prendas que había comprado y me pidió ver cómo me quedaban. Me ayudó a depilarme bien. Eso sí me gustaba y más aún con la ayuda de mí tía. Sentir su suavidad y roces me calentaba. Me terminé quedando con una tanguita roja de encaje que combinaba con unas medias y un liguero. Debo admitir que el roce de esas prendas en mí piel, sentir la tanguita entre mis nalgas me gustó mucho. Más aún sabiendo que la iba a usar para un hombre.
Jorge, que así se llamaba el vecino, iba a venir al día siguiente. Mí tía me mostró unas fotos. Era un hombre de unos 40 y algo de años y parecía mantenerse en buen estado. Era grandote, de hombros anchos, morocho de ojos claros. Pero mí tía me dijo "igual lo mejor no está a la vista jaja".
Ese día está súper nervioso. No me podía concentrar en mis estudios. Cuando llegó mí tía de trabajar le dije que estaba dudando, que al ser todo tan "preparado" no sabía si me iba a poder relajar. Me intento relajar de todas las formas. Pero terminó recurriendo a la mejor.
L: hagamos una cosa, si querés podemos ir preparando la colita. La mía también porque a veces Jorge quiere sexo anal conmigo y no estoy acostumbrada. Juguemos un poco y luego nos cambiamos.
Me gustó la idea y empezamos a jugar. A pesar de ser tan guarra, no estaba muy acostumbrada al sexo anal. De hecho nunca la había penetrado por ahí. Luego de jugar un poco con mí juguete en su cola me calenté y la folle por la cola. Me encantaba entrar entre esas dos nalgotas sintiendo su agujerito bien apretado, pero evité correrme. La estuve cogiendo unos minutos. Le incomodaba un poco pero se estaba acostumbrando. Era un buen entrenamiento je. Luego ella me penetró con su arnés para que mí cola ya estuviese dilatada. Nos fuimos a bañar y cambiar. Si bien estaba más relajado y caliente por los juegos con mí tía, no se me terminaban de ir los nervios. Me puse la ropa interior y las medias y me cubrí con una camisa grande sin prendermela. Mí tía se puso una tanguita negra que se perdía entre sus nalgas, unas medias de red negras y unos shorts. Arriba un top muy escotado que dejaba ver sus hermosas tetas. Mí tía me advirtió que Jorge se iba a dirigir hacía mi en femenino, le incomodaba un poco estar con un hombre.
Cuando llegó Jorge lo esperamos con luces tenues en la que no se distinguían nuestros rostros, sólo las siluetas. Apenas entró mí tía lo recibió con un beso largo en la boca. El la tocaba y se empezaron a calentar ahí mismo. Me daba la sensación que mí tía lo quería bien caliente para que no se eche atrás para estar conmigo. Yo permanecía a unos metros sentado en el sofá. No podía ver mucho pero notaba que mi tía lo tocaba en su paquete hasta que se arrodilló, le desprendió el pantalón y empezó a mamar su verga. Él emitía algunos gemidos y acariciaba su pelo. Así estuvo un rato hasta que se incorporó y vino con el hasta el sillón donde me encontraba sentado. Yo no sabía que hacer, estaba esperando las órdenes de mí tía, que se sentó al lado mío, en el medio de los dos. Jorge se terminó de sacar los pantalones y mí tía siguió chupando su polla. En un momento me agarró de la mano y me dio la indicación a que me incorporara. Ambas nos levantamos y nos arrodillamos a ambos lados de las piernas de Jorge.
L: te presento a mi sobri...vos relájate y disfruta
Jorge: hola putita, espero que seas tan buena como tu tía
Jorge tenía una piernas grandotas, me acerqué hasta colocarme al lado de él. Mí tía ya había retomado la mamada. Veía una pija grande y sobretodo gruesa. Mí tía parecía adicta a chupar esa polla, no la soltaba. En un momento freno su labor y me la ofreció para que la chupara. Empecé a pasar mí lengua por su tronco. La agarré con mí mano y no lograba cerrarla a su alrededor. Me encantaba su textura, lo caliente y dura que estaba. Al final una polla de verdad en mí boca. La empecé a meter en mí boca, todo lo que podía hasta atragantarme. Mí tía me alentaba
L: así putita así, más adentro, relaja la garganta, que entre toda.
Jorge gemía y entre mí tía y yo empezamos a chupársela al mismo tiempo. Nuestras lenguas y bocas se cruzaban. Me estaba calentando mucho lo que hacíamos y mí polla empezaba a endurecerse presionando sobre mí tanga. En un momento Jorge nos paró, nos dijo que lo íbamos a hacer acabar. Yo ya me había sacado mí camisa. Estaba sólo con la tanguita, el liguero y las medias. Mí tía se sacó su top y sus shorts quedando sólo con sus medias de red y su tanga. Nos colocamos en el sillón de rodillas parando nuestras colas a disposición de Jorge que decidió empezar por mí tía. Le corrió la tanguita y la empezó a follar. Gemía y gritaba. Le decía que le encantaba su pija. El la cogía con fuerza y la nalgueaba. Entre gemidos mí tía me besaba, me decía que me iba a encantar esta pija. Jorge me preguntaba si quería probar su pija. Yo le decía que si tímidamente. La sacó del coño de mí tía y se puso detrás mío. Me corrió la tanguita y empezó a frotar su pija entre mis nalgas. Sentir ese trozo de carne caliente me estremeció. Mí tía ensalivaba su pija y escupía en mí agujerito para que sirva de lubricante. Mí cola estaba dilatada esperando esa polla. Mí tía le pidió que lo haga despacio. Ella dirigió la pija de Jorge a la entrada de mí agujerito. Sentí como su glande se iba haciendo lugar en mí cola, como me abría. Era un fuego que sentía en todo mí cuerpo. Me molestaba un poco pero estaba entrando bien. La sensación era cien veces más placentera que un juguete. El calor y la dureza de esa polla me estaba excitando demasiado. Jorge seguía entrando hasta que la tuve toda adentro.
L: ya está toda adentro bebé, relájate y disfruta
J: que lindo culito que tiene esta nena. Me encanta como aprieta la pija
De manera suave empezó a entrar y salir. Sus manos fuertes agarraban mí cintura. Mí tía acariciaba mí espalda, me preguntaba si me gustaba. "Me encanta" le respondía. Jorge empezaba a acelerar sus movimientos. Sentía cómo me abría cada vez más. Yo no paraba de gemir. Pensaba por qué no había disfrutado antes de algo así. Jorge estaba muy caliente y ya parecía un toro en celo. Sus movimientos eran más fuertes, me daba nalgadas firmes y fuertes en mí colita. De repente me la sacó dejando un gran vacío y empezó a acabar con gemidos gruesos. Descargó una gran cantidad de leche caliente en mis nalgas y mí espalda. Mí tía empezó a recoger la leche con su lengua. También con sus dedos y me la daba de probar a mí.
Jorge se recostó en el sofá y yo me fui a limpiar. Mí tía le trajo una cerveza y se quedaron hablando del lindo polvo que nos habíamos echado. Mí tía había acabado y Jorge también pero yo seguía muy caliente. Me sentía todo abierto, una sensación increíble pero necesitaba más. Jorge se fue a bañar y nos quedamos hablando con mí tía. Le contaba todo lo que me había gustado. Mientras hablábamos ella me empezó a tocar por encima de la tanguita. Se me estaba poniendo dura. La sacó por un costado y me la empezó a mamar. Estaba tan caliente entre la cogida previa a mí tía y la que me dio Jorge que podría haber acabado al instante pero decidí aguantar. Cuando Jorge salió del baño y vio la escena se acercó a mí y me dio de nuevo su pija. Estaba un poco dormida pero empezó a crecer en mi boca. Tenía un glande grande. Sólo eso ocupaba mí boca. Sentía cómo se iba poniendo dura y caliente. Nos pidió que nos vayamos a la habitación. Con mí tía nos sentamos al borde de la cama y se la volvimos a mamar. Luego mí tía se acostó boca abajo en la cama y Jorge me pidió que me acueste encima de ella. Así estábamos con nuestras colas a su disposición y él parado detrás nuestro. Esta vez empezó por mí cola. Me corrió la tanga y volvió a entrar. Mí cola necesitaba de nuevo esa polla. Me empezó a follar con fuerza, al igual que mis gemidos. La sacaba toda y la metía hasta el fondo. Cuando la sacaba sentía ese vacío que necesitaba ser llenado. Me preguntaba si la quería de nuevo y yo le respondía "por favor". Después la fue sacando, metiéndola en el colo de mi tía y la volvía a meter en mí colita, hasta que le dijo a mí tía "ahora te toca a vos". Yo me salí de arriba de Liliana para ver cómo entraba semejante polla en las nalgotas de ella. De la misma forma que me ayudó, le llené la pija de saliva y escupí entre las nalgas de mí tía. La empezó a meter y ella gritaba de placer. Así estuvo unos minutos hasta que me dijo con una sonrisa "ahora la vamos a llenar a la puta de tu tía". La sacó de su culo y se acostó en la cama. Le pidió que lo cabalgue y me indicó que se la meta por el culo. Le estábamos haciendo una doble penetración a mí tía que no paraba de gemir hasta que acabó en un intenso orgasmo pero ella seguía. Yo no daba más y anuncié mi corrida llenándole la cola de abundante leche. Jorge y mí tía se quedaron quietos mientras yo terminaba en fuertes espasmos de placer. De a poco salí de adentro de ella y Liliana hizo lo mismo y entre los dos nos dedicamos a chupársela a Jorge hasta que acabó en nuestras bocas. Con mí tía nos besamos apasionadamente compartiendo la leche de Jorge que no paraba de brotar de su pollón.
Él tenía que regresar a su casa que lo estaba esperando su mujer. Se dio un baño rápido. Yo estaba en la cama rendido, con mí cola bien abierta y satisfecha. Jorge se vino a despedir dándome una nalgada y diciéndome "me encantó tu colita. Los puedo venir a visitar más seguido". Me dio un beso en mí colita, saludo a mí tía y se fue. Yo me quedé dormido con una gran felicidad. Atrás había quedado ese pueblo conservador y asfixiante. Esa noche terminaba de empezar una nueva vida. Jorge, cumpliendo con su palabra, nos visitó más seguido. Era "nuestro hombre". Incluso venía cuando mí tía no estaba, le había gustado mucho mí colita. Con Liliana mantuvimos nuestros momentos de placer juntos y nuestra complicidad. Invitamos a más hombres al departamento y en una ocasión a otra mujer. Liliana quería disfrutar también de su bisexualidad. Pero esa será otra historia...