El Vecino - La perrita Luci (1)

Luciana tiene que masturbarse con un dildo todos los días para quitarse la calentura ocasionada por su vecino pervertido. Guarda el secreto de su masturbación cotidiana y compulsiva pensando en las barrabasadas que le dice su sucio vecino. ¿Podrá durar así mucho tiempo una perrita en celo?

Siempre que llegaba del colegio ahí estaba en la puerta, ya conociendo mi horario de llegada, para mirarme descaradamente y soltar de su boca cuanta suciedad pasara por su cabeza. Yo seguía mi camino indignada hasta llegar a mi casa, que a esa hora estaba desolada. Me quitaba entonces la maleta y me quitaba el uniforme del colegio para dejarlo en la lavadora. Caminaba en mi ropa interior hasta mi cuarto, cerraba la puerta con llave. Me desnudaba, quitaba el cajón de la mesa noche revelando el espacio que quedaba, sacaba el dildo morado y me penetraba sin piedad recordando cuanta perversión me hubiera dicho el vecino en la puerta; despues dormía un poco, guardaba mi aparatico morado y seguía con mi día.

Era una rutina diaria que al principio me dejaba con un sentimiento de culpa inmenso. En especial la primera vez, pasé días antes de volverlo a hacer; en mi cabeza pasaba el haber comprado el dildo por internet con el único proposito de arrancarme la calentura que me provocaba el sucio del vecino. A pesar de haberme arrancado la virginidad y mis primeros dos orgasmos con el aparatico morado, el vecino no se salía de mi cabeza.

Hasta que un día el vecino no estuvo en la puerta.

Me sorprendí al no verlo en su lugar habitual, caminé encontrandome desepcionada unos pasos más hasta sentir depronto una nalgada que me dejó helada, enseguida unos brazos me rodearon, apretaron mi seno izquierdo y una lengua pasó por mi cuello de forma vulgar terminando en el lobulo de mi oreja de donde se emitieron las palabras -perrita rica-. Como pude me solté para verme cara a cara con el vecino ríendo y alejandose de mí.

Corrí con furia a mi cuarto, lancé mi maleta a un lado y casi arranqué el cajón de la mesa. Saqué a mi fiel servidor de color morado y sin desnudarme, apenas quitandome las bragas, lo arremetí con furia en mi vagina. Recordaba.

-Ese pelito rubio lo tienes también en la concha, cosita?- Decía el vecino rascandose la barba de 3 días.

-buff, no sabía que hicieran uniformes de colegio donde cupieran tamañas tetas. -Decía el vecino sobandose por encima de su pantalón su verga.

-Que ganas de nalguear esa colita deliciosa - decía haciendo el ademán de nalguear con su larga mano.

-Así seas bajita, te alzo y te follo igual, delicia. -decía el vecino mientras fumaba un cigarrillo.

-Perrita rica- decía el vecino despues de darme una nalgada, apretarme una teta y lamerme el cuello.

Sentí un corrientazo por todo el cuerpo. Mi mano izquierda fue a mis tetas aprentandolas sobre el uniforme mientras la derecha seguía reventando el dildo en mis adentros. "Perrita rica... Perrita rica... Perrita rica" repetía cada vez más fuerte mientras el dildo me seguía invadiendo de forma deliciosa. Llegué al orgasmo recordando el olor a cigarrillo, imaginando el pene del vecino follandome y yo agarrando su cabello negro y desordenado mientras no me daba piedad con sus arremetidas y repitiendome al oído "Perrita rica"

Miré hacia el frente con un sentimiento de desorientación total.

-Saluda, Lucianita -había dicho la ronca voz de mi vecino

Me quedé completamente congelada, mirando con terror a la lente del celular que alzaba mi vecino en la puerta abierta de mi cuarto.

-No te preocupes -dijo mientras guardaba el celular y se acercaba -Ya cerré la puerta de la casa, no sea que se te vaya a meter alguien.

Estando al lado de mi cama, se hizo en su cara una sonrisa perversa, me tomó mi rostro con una mano y me besó con fuerza, dejando sabor de cigarrillo por todos mis labios; cuando dejó de besarme su pene, más largo, grueso y venoso que mi dildo morado, ya estaba afuera. Mis ojos se hicieron gigantes observandolo. Su mano fue directo a mi vagina, logrando hacerme gemir sorprendida, hecho que el pene del vecino aprovechó para instalarse entre mis labios y golpear contra mi garganta. Su dedo se introdujo en mi empapada vagina.

-Muestrame las ubres -dijo sin dejar de follarme la boca, haciendome babear. Yo dudé

-YA! -gritó con fuerza

Con esfuerzo logré quitarme la blusa del colegio y mi sostén, todo sin dejar de recibir sus embestidas en mi boca. Su mano libre fue a apretar las tetas haciendome dar un gritico de dolor silenciado por la verga babeada de mi vecino. Su dedo salió de mi vagina, sus manos pellizcaron, cada una, uno de mis pezones con vició al tiempo que su pene abandonaba mi boca. Sus manos fueron a parar a mis piernas, que alzó con fuerza lo más que pudo dejando mi zona íntima absolutamente expuesta. Su pene de un solo intento penetró hasta el fondo sacandome varios gemidos conectaron que nunca callaron mientras el metía y sacaba su instrumento de mi vagina, apenas explorada antes por un dildo dirigido por mi propia mano.

Logró hacerme llegar a mi segundo orgasmo mientras cacheteaba con furia mis tetas justo antes de decirme, en el mismo tono ronco y autoritario.

-Ponte como la perra que eres.

Lo miré confundida y su pene salió de mi, sus manos me tomaron de la cintura y me dieron una vuelta. Una mano alzo mis caderas y la otra jaló de mi cabello La punta de su pene rozó mis labios vaginales.

-Ladra.

Intenté voltearme para mirarlo, pero su mano teniendo mi cabello me lo impidió, una nalgada atronadora hizo que mi insinto quisiera hacer que mi cuerpo escapara, pero de nuevo su mano teniendo mi cabello me impidió el movimiento.

-Ladra! -gritó. Me quedé paralizada y otra nalgada de las mismas proporciones que la anterior, pero en la otra nalga, me hizo soltar un gritico. Le siguió otra y luego otra, y luego otra nalgada, no se detuvieron más hasta que volvió a repetir.

-LADRA PERRA; LAdra!

-WOOF! -Exclamé para la alegría de mi vecino que estalló en risas.

-Sigue ladrando -dijo alegre al tiempo que me metía su pene hasta el fondo.

Empezó a bombearme con violencia mientras yo repetía "Woof, woof, woof, woof" interrumpida solo por los gemidos y hasta bramidos ocasionados por el bestial placer que su salvaje follada me propinaba.

-Así, perrita, así -repetía al tiempo que me nalgueaba sin piedad.

Me llevó hasta el orgasmo de nuevo. Una vez más salió su pene de mi concha y sus manos me empujaron hacia abajo de la cama.

-Arrodillate

Asi hice.

-Alza las manos como una perrita

Así hice

-Abre la boca y saca la lengua

Asi hice

-Ladra!

-WOOF!

Un escupitajo calló en mi cara y boca antes de que su pene de nuevo empezara a follar mi boca. No bajé mis manos haciendo ademán de ser una perra y el me agarraba del cabello con sus dos manos. Finalmente eyaculó dejando parte de su semen en mi lengua y parte en mi cara, con su mano esparció el semen de mi cara por todo el rostro y luego la limpió con mi cabello. Me alzó y me dejó en la cama.

-Mañana te vas sin bragas al colegio. Antes de vestirte te vas a escribir con marcador permanente negro; en tus tetas escribes "soy tu perra" en cada una y en tu pancita vas a escribir "soy tu puta" no te vienes acá cuando llegues, entras en mi casa, va a estar abierto, cierras la puerta y te desnudas y te quedas ahí callada hasta que yo vaya por ti.

Oí la puerta de la casa cerrarse y antes de dormir solo alcancé a pensar: "¿Dónde tendré un marcador negro?"