El vecino de gudy 4

Siguen las aventuras de gudy y su joven vecino

EL VECINO DE GUDY 4

Gudy andaba acomodando las cosas para limpiar un poco algunos yuyos que estaban molestando en la quinta.

Su mujer se había ido hacía un ratito a trabajar y el aburrido, estaba por empezar con la limpieza de hierbas.

En los altos tomates aparecieron de la nada, algunos yuyitos que molestaban a Gudy, así que hincándose de rodillas, se puso a arrancarlos despacio y con mucho tiempo. El calor hacía brotar el sudor y ya había empezado a chorrear agua por todos lados.

Se quitó la remera musculosa de color verde que llevaba puesta. La dejó a un costado sobre el banquito que estaba por allí y que no sabía de dónde había salido y para que lo había usado alguna vez.

Pensaba en su vecinito Pilín y que andaría haciendo. Hacía algunos días que no lo veía y ya su garrote necesitaba de sus caricias atrevidas y perversas.

Era un chico tan voraz que lo volvió loco. Le gustaba tanto. Y como ya habían pasado unos cuantos días sin verse, lo estaba extrañando. No sabía que pensaba Pilín, si el también estaba necesitando su ración de leche, pero la manguera de Gudy se estaba poniendo realmente dura y necesitaba de la boquita y las manos y la colita de aquel jovencito despiadadamente salvaje.

Mientras estaba arrodillado en el suelo sintió los pasos detrás de el y era el chico que lo saludaba

__¡Gudy, como estas, veo que te gusta esa posición, ja ja ja!!__ se reía aquel chico.

__¿Como estás Pilín?

__¡Estoy bien, necesitando una buena ración de leche!!

__¿Así?

__¿Tu conocerás a alguien que pueda dármela?__ dijo el chico arrimándose al macho que ya palpitaba, y acariciándole la desnuda espalda se pegaba casi a aquel hombre que sintió las vibraciones de forma automática.

__¡Eres un demonio!__ comentó Gudy

__¡Pero a ti te gusta!¡Anda!__ las manos iban y venían por sobre la espalda. Se fueron pegando a el y en un momento dado el chico ya estaba succionando las gotas, cada vez mas abundantes de salobre y transparente sudor. Las gotas chorreaban y la lengua de Pilín iban recogiendo aquel néctar que producían en el una extraña maroma de sensaciones eróticas. Haciendo que la vara en su short fuera levantándose y golpeando la tela.

Así también la morcilla de Gudy chocaba dentro de su pantalón y más cuando las manos inquietas del joven acariciaban su abdomen firme y sus tetillas duras y erectas. Gemía plácidamente con una tormenta de vibraciones que lo enloquecían.

Los dedos del chico pellizcaban los pezones y se hundían en el profundo ombligo que juntaba las gotas de sudor que seguían cayendo de forma abundante.

__¡Así, así, cariño, eres tremendo Pilín!!__ gruñía atormentado de lujuria el macho, con su poderosa poronga a punto de reventar la tela del pantalón de baño. Las manos del joven efebo, fueron bajando y buscando el garrote, que intuía ya estaba en un nivel de poderío muy exquisito. Así fue, rozo la cabezota con un dedo, y el líquido goteaba ya por el ojo del pez afiebrado, inquieto, salvaje. Gudy se estremeció con las caricias a su salchicha y en tanto el joven mordisqueó suavemente los hombros del hombre que había adoptado una posición semi erguida, apoyando en tierra las rodillas pero levantando su torso.

Sacaba su pecho, y las caricias que el chico le proporcionaba a su anguila inquieta y dura lo hacían contonearse, y en ese trajín el corto pantalón iba aflojándose y de apoco se iba corriendo hacia abajo. Apareció con toda la luz y la fuerza la preciosa poronga, por fin saltaba y quedaba libre. Llegaba con las manos a los deseados testículos enormes y gordos.

__¡Ahhh los extrañaba tanto!!__ susurro el muchachito, mientras los sobaba a placer y con todo gusto.

__¡No dejes de acariciarlos, ahh, me gusta tanto, son tuyos, cariñito, tómalos, juega con ellos, ohhh, así, ahhh!!!__ gemía el ardiente macho, con la poronga totalmente fuera del pantalón, y esto era aprovechado al máximo por el chico que masajeaba de manera veloz, potente, aquella manguera fantástica y que conocía tan bien.

De vez en cuando Gudy miraba hacia el tapial que dividía ambas casas, pero desde donde estaban nadie podía observar nada. Los maizales verdes que tenía, eran muy altos y no permitían la visión desde ningún lado. Por eso las manos del chico se apropiaron sin problemas del garrote erguido. Chupaba con su boca el cuello del macho que se movía como un bicho atrapado en una maraña de calor infernal que no lo dejaba un segundo de fogonear. Era un calor abrasador que hormigueaba en su poronga enrojecida. Desde donde estaba atrapaba la nuca del chico y le acariciaba apenas los cabellos y apretaba la boca de este con su cuello de toro bramando de celo y calentura. Los chorros del sudor masculino lo empapaban todo, la cintura era un vergel y el fin de la espalda y el naciente culo, era un río torrentoso que corría, a veces los dedos del chico iban y jugaban con el anillo depilado del macho, entraba con su dedo en el agujero y Gudy enronquecía de gemidos , casi aullidos.

Otra vez era ordeñado con ferocidad, apretando las bolas con la otra mano, arrancando los suspiros, jadeando ambos de calentura, el joven Pilín seguía lamiendo y chupando la espalda y el cuello del hombre maduro.

__¿Qué haces de mi?¡Ohhh amorcito eres un chico tan bello!

__¡Tu me encantas Gudy, eres un soberbio macho!!!__ las manos del joven se aferraban a la manguera morcillona, y el juguito del ojo ya se volvía espuma, despacio. Los desgarradores gruñidos del hombre levantaban de la tranquilidad a los pájaros que revoloteaban en los árboles cercanos.

Los chupones de Pilín en el grueso cuello del hombre sonaban en el aire caliente de aquel día veraniego, entre los maizales, el macho bramaba de gusto y de placer, mientras el chico, seguía masajeando la poronga dura, rocosa, totalmente erguida. De paso los dedos en punta rozaban, los huevos de toro de aquel hombre maduro.

__¡Ohhh chiquilín, ahhh, ya está…por venir, ohhh, así, si, apriétala, apriétala, ahhh, si cariño, me gusta, ahhh!!!__ la veloz sacudida de la vara enhiesta del macho, producía en el, gruñidos potentes, estaba a punto de derramar sus líquidos, pero a la vez, quería aguantarlos al máximo posible.

Los dedos del chico pellizcaban las tetillas, que se ponían duras, muy rocosas, se inflaban, en tanto los gemidos, se alzaban, en medio del la zona de los baldíos, de los terrenos vacíos y allí entre las malezas y las verduras, el macho se contorsionaba, aullando, sintiendo que se desbordaba.

Presto la boca del joven llegó a la manguera y colocando sus labios empezó a beber los borbotones que arreciaban hacia arriba, saliendo, descontrolados, los chorros pegajosos de leche masculina, que el bebió, sin remilgos, con una predisposición inclaudicable. Masajeaba y bombeaba la poronga, para terminar de ordeñar la vara del macho que iba despacio tomando aire y calmándose. Las bolas fueron desinflándose, el chico tragaba hasta lo último que pudo recoger de aquel néctar.

La boca del chico llegaron a los labios de Gudy, se besaron, la lengua del joven se introdujo en la caverna del macho que lo recibió chupándola hasta beber todo sus propios jugos.

Las gotas de sudor ya eran un torrente, cataratas, la lengua de Pilín sorbían sin tregua, aquellos manantiales salobres.

Entre lengua y lengua y abrazos.

__¡Vamos al agua!__ propone el chico alzado y caliente como pipa.

__¡Ohh si cariño, vamos!!!__ dice Gudy y levantándose sale contoneándose, desnudo, las bolas de toro se mueven de un lado a otro, chocándose entre si.

El joven de una corrida se zambulle y en el agua se quita el short que traía encima. Los dos desnudos chapotean un poco en el agua. El ruido del agua es un ruido extraño en esa hora de la media tarde.

Pilín se arrima al macho que con su manguera semi dormida se sienta en un escalón de la piscina con el agua clara y transparente. Lo abraza por el cuello y le abre la boca con la lengua, no es forzado aquel beso profundo. Las lenguas entrechocándose. Una de las manos del joven se hacen de la hermosa poronga, La masajea y prontamente se alza y se va poniendo dura. Gudy a la vez escarba el ojete del chico, sus dedos penetran con cierta facilidad. Los gemidos del efebo se intensifican a medida que la abertura se va expandiendo y dilatando. Con otra mano el hombre lo masturba y larga los jugos al instante.

Luego, simplemente se va sentando en el tronco erguido. La lanza lo penetra. Lo taladra. El anillo se expande y el tremendo grosor va lentamente socavando el anillo joven y aún no tan usado.  El chico se retuerce ante la majestuosidad de aquella vara brutal que lo taladra. Gudy muerde el cuello del joven, muerde sus orejas, muerde los labios, enronquece de placer. La sangre golpea sus sienes, al borde de la locura.

__¡Ohh papi me estas destrozando el culito!!

__¡Pero te encanta putita!!

__¡Si, ahhh, me encanta tu poronga dentro mío!!__ el short flotaba sobre el agua, en tanto el joven Pilín subía y bajaba del mástil erguido. Lo tragaba la cola del chico golosa, esplendida, bien dilatada y abierta.

El macho Gudy empuja, y en una voltereta de contorsionista gira su cuerpo y hace que el chico quede apoyado con las rodillas en el escalón y sin sacar el garrote de las entrañas sigue empujando y bombeando de manera deliciosa, mientras gimen y se babean entre el líquido fresco, claro y transparente.

Ahora le muerde el cuello y la nuca y los hombros a Pilín que respira y lanza gemidos estentóreos en el aire cálido de la media tarde. Se apoya en el borde de la pileta. Siente como las manos del hombre le pellizcan las tetillas. Estira su cuello hacía atrás, ensartado, lleno, con su cola desbordada de placer y  gusto.

Percibe las bolas de toro golpeando con sus nalgas frescas. Rebotan en ellas, son tan gordas y le dan tanto morbo que no resiste empujar con su colita hacia atrás e ir en busca de ellas.

Las golpea y las hace saltar de un lado a otro y luego se aplastarán contra las carnes jóvenes y prestas, ardientes aún a pesar de estar bajo el agua.

El macho empuja y taladra, bombea sin piedad, aprieta las mandíbulas, sabe que pronto lo llenarán de leche nuevamente, esta vez en el hoyito que lo vuelve loco.

__¡Ohh empuja papi, vamos, cógeme, así, ahhh, me encanta tu poronga, lléname de leche, dame la ración, ahhh!!!

__¡Si cariño, te daré mi leche, es tuya, ya, sale, ahh, me vuelves loco, pedazo de putita!!!__ el macho enloquecido empuja, bombea a sabiendas que el hormigueo va creciendo, se vuelve insoportable, el corazón se ha acelerado, cada vez más, lo salvaje le va ganando, hunde su estaca, a lo mas profundo, muerde la nuca del chico, a ritmo enloquecido va largando las cataratas de leche, lo va llenando, la leche del macho llena el tubo dilatado, ensanchado, los jugos se mezclan, se hacen un solo líquido que salta de la cola y chorrean por las nalgas de Pilín que se queda quieto, apoyando el pecho en el borde de la pileta, buscando aire. Buscando oxigeno, ha quedado calmado. La boca del macho también lame la espalda y el cuello y las orejas del joven, le da besos cortitos y suaves, también busca el aire de la media tarde.

El calor sigue apretando. La lagartija sale de la cola del chico, es un babosa, desinflada, llena de miel y jugos, que se lavan en la misma pileta.

Un poco más tarde, casi cuando el sol está cayendo, están los dos secándose al sol con las ropas puestas, ha llegado a casa la esposa de Gudy y de lejos levanta la mano saludando a su esposo y al vecino.-