El vampiro vikingo - 3 -

En el cementerio de Rubiales, Olaf y Beatriz veían como salían de lujosos panteones, que no era de ellos, más de 100 vampiros y vampiras.

Para seguir el hilo debéis volver a leer -OLAF-, que es la parte 2 del VAMPIRO VIKINGO

La inspectora de policía Sara Gutierrez, una treintañera morena, delgada, guapa y espigada, y el capitán de la policía, Sandro Gómez estaban en el puti club junto a unos agentes que recogían huellas y tomaban fotos al local y declaraciones a las chicas de alterne. Le dijo el capitán a la inspectora:

-Si sumamos dos y dos nos sale un vampiro, y si le restamos la realidad, traficantes rivales que usaron perros de presa. Yo me quedo con lo segundo.

-Yo te lo diré cuando encontremos a la chica que falta.

-¿A la que devolvió a la vida un vampiro de dos metros? ¿Vas a creer a la loca de Clara?

-Parece que la conoces bien.

-Uno es hombre.

-Casado.

-Y necesitado.

-Y putero.

-También.

-Y no te cobran.

-Cobran, pero me hacen un buen descuento.

-En fin. ¿Por qué había de inventar la chica algo casi imposible de creer ?

-¿Instrucciones de los que hicieron la masacre?

-Hay que buscar a Beatriz.

Beatriz estaba dormida en la cama de la gruta, cubierta con una manta de pequeños murciélagos de la que cogían calor. Olaf estaba de pie, en un recoveco del muro de piedra con los brazos en el pecho y los ojos cerrados.

Andrea ya no salía de su habitación. Estaba con las contras cerradas, en completa oscuridad. Su habitación estaba en medio de la de Serafín y la de sus padres. Serafín y Aurora se encontraron ante la puerta de la habitacion de Andrea. Se miraron. Andrea abrió la puerta. Entraron madre y hijo. Serafín se echó sobre la cama. Aurora se quitó el vestido y quedó en pelotas, le sacó la polla y se la chupó. Se subió encima de él y comenzó a follar a su hijo. Andrea, por detrás de su madre, le quitó a su herman la polla del coño, la lamió y después la metió en la boca y le dio un mordisco... Andrea acabó chupando sangre y bebiendo leche, ya que Serafín no paró de correrse hasta que su hermana no dejó de chuparle la sange... Al acabar,  Aurora volvió a meter la polla de su hijo en su coño, que ahora estaba más gorda y dura como una piedra... Follaban como descosidos. Sus ruidos se oían en el mismo infierno. Roque, el patriarca, fue a la habitación de su hija. Encendió la luz. Andrea chilló tapando los ojos y enseñando unos grandes colmillos. Aurora, de un salto, como si fuera una pantera, cayó encima de su marido al tiempo que apagaba la luz. Roque, en el piso de la habitación, sintió como unos colmillos le destrozaban la garganta.

Otra vez se encendió la luz, era Braulio, el hermano gemelo de Serafín, que al ver aquel cuadro sangriento, salió corriendo, y olvidándose de sus hermanas Angelina, Conchita y Bruna, que estaban en la biblioteca, se fue al garage, cogió una lata de gasolina fue a la sala, que estaba en el centro de la casa, roció la alfombra y los muebles y plantó fuego al pazo de Rubiales.

A rato, con la casa en llamas, se oían los gritos de dolor de su hermano, sus hermanas y su madre.

Cuando llegaron los bomberos. Sólo quedaba el esqueleto de la casa. Braulio, sentado sobre la hierba, estaba ido. Sólo sabía decir:

-Vampiros, vampiros, vampiros...

En la comisaría de policía, ya caída la noche, Sara, le preguntaba a Braulio:

-...¿Quemaste tú la casa?

-Vampiros, vampiros.

-Los vampiros no andan a la luz del día.

Braulio tenía la cara desencajada.

-¡Vampiros, vampiros!

Sara lo dejó por imposible. Le dijo a dos policías:

-Encerrarlo y mañana que lo vea un médico. Yo me voy a meter un buen lingotazo. ¡Vaya día!

Sara salió de la comisaría y se metió en su bar favorito... Estaba en la barra tomando un Wisqui doble. Un joven se sentó a su lado, y le preguntó:

-¿Qué me recomendarías para beber?

Sara miró para aquel joven y le gustó lo que vio.

-Hay que reconocer que tu manera de ligar es origimal.

-Yo no ligo, pero si hay que ligar se liga. Me llamo Olaf. ¿Y tú?

-Sara. ¿Sí no ligas que haces?

-Muerdo.

El camareo le preguntó a Olaf:

-¿Qué le pongo?

Olaf miró para Sara, que le dijo al camarero:

-Ponle un bozal.

Olaf, que no estaba puesto en bebidas, le dijo al camarero:

-Que sea doble.

A Sara le gustaba cada vez más aquel grandullón.

-¿Quieres que me ponga otro bozal a mí?

-Si te apetece...

Olaf miró a Sara a los ojos y después le susurró algo al oído.

-Claro que me gusta... Pues vamos.

Al verlos salir juntos del bar, el camarero quedó boquiabierto. Ligar así a Sara no estaba al alcance de cualquiera.

Ya en el piso de Sara, la joven  no sabía lo que le pasaba. Tenía unas ganas locas de follar. Al cerrar la puerta, se agachó, le abrio la bragueta a Olaf, le quitó la verga, la metió en la boca y se la chupó. Se la estaba chupando cuando llamaron a la puerta. Olaf, le dijo:

-Tus vecinas viene a seducirte un día más. Dale lo que quieren. Enseguida vuelvo. Voy a ajustar cuentas con quien mató a mi hijo.

Olaf desapareció. Sara abrió la puerta. En el umbral estaban dos rubias de toma pan y moja. Eran Gina y Lina. Sara las iba a sorprender

-¿Quién me la quiere comer primero?

Gina le respondió.

-Tampoco hace falta ser tan borde, con decir que nos fuéramos era suficiente.

-Lo digo en serio. Estoy que echó por fuera.

No hizo falta que les dijera que entraran, ya estaban dentro.

Un poco más tarde, estaba Sara a cuatro patas comiéndole el coño depilado a Gina, que a su vez tenía sobre su boca el coño también depilado de Lina, cuando sintió que le estaban metiendo un gran cipote en su coño peludo. Miró hacia atrás y no vio a nadie. No le extrañó. Lo disfrutó hasta el punto, que al sentir como le llenaban el coño de leche, se corrió con una fuerza butal. Gina y Lina estaban a punto de correrse y se les cortó al ver a Olaf aparecer arrodillado detrás de Sara. Se les cortó momentaneamente, ya que Olaf las miró, y luego, apartando a Sara, le comió el coño a Gina, y nunca mejor dicho, ya que le mordió en él y chupó la sangre y bebio del flujo de la tremenda corrida que echó. Después le comió el coño a Lina y volvio a chupar y beber  sangre y jugo. Quedaron las tres exaustas. Olaf había hecho dos vampiras y algo más. Sara sería la que llevase dentro de ella su hijo. Un nuevo príncipe de las tinieblas que podría ver la luz del sol, pues Sara, lo mismo que Aurora tenían una sangre muy especial.

En la comisaría de policía, un guardia salió corriendo de los calabozos. Había visto a Braulio con el cuello destrozado.

Nueve meses más tarde, en un hospital, nacía Thor. Al nacer ya se puso a cuatro patas y quería gatear. El médico, un sesentón de pelo cano, asombrado, le preguntó a Sara:

-¿Cómo dijo que le ba a llamar?

-Thor.

-Bien puesto. Va a ser rápido como un rayo.

En el cementerio de Rubiales, Olaf y Beatriz veían como salían de lujosos panteones, que no era de ellos, más de 100 vampiros y vampiras. Olaf, al estar todos reunidos, les dijo:

-Vamos a celebrar el nacimiento de mi hijo. Quiero que este día se recuerde como el de la matanza más grande de todos los tiempos de humanos por vampiros. No quiero que hagáis vampiros. ¡¡Quiero muertos!! ¡¡Violarlos y matarlos!!!

Continuará.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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