El vagabundo (6)

La semana después de Navidad fue muy activa, estudiaba los ratos que tenía libres y los otros… hacía lo que podía.

Pilar me miró pidiendo mi opinión, la cara que hice no le gustó a Pilar pero ella estaba tan consternada como yo, ella también estaba a punto de correrse cuando llamó su amiga y ahora… ¡yo que tenía que hacer! , por supuesto le afirmé con la mirada, María necesitaba compañía, todavía estaba en shock después del episodio del apagón, yo no comprendía cómo podía ser que, aquella mujer todavía no hubiera superado sus fobias.

El caso es que los dos estábamos allí “adorando” a María que, tumbada en su cama con los ojos cerrados, esperaba que nos quedáramos con ella para poder dormir tranquila.  Pilar le dio la mano para que la sintiera cerca, pero María le insistió que se acostara con ella, ésta resignadamente se quitó la ropa y se metió en la cama, mi el enfado iba en aumento, ya me veía liado, en una noche que prometía buenos ratos.

Como no estaba en su casa lo hizo dejándose las dos piezas, el sujetador que se compró últimamente y las bragas de encaje.  Yo me arrellané en el silloncito que había al lado de la cabecera y ojeé un libro que había sobre la mesita.  El libro resultó ser la Santa Biblia, pero como tenía ilustraciones muy bonitas me distraje recordando viejos tiempos en mi colegio.

Al poco rato sentí frio y Pilar se dio cuenta diciendo por gestos que me echara su chaquetón por encima, lo hice y de paso me descalcé poniendo los pies sobre la cama.  María no tardó en dormirse, estaba agotada de los nervios y la mano tibia de Pilar la relajaba, vi la ocasión perfecta para irnos dejándola dormida pero Pilar se volvió hacia mí y le pregunté si ya nos podíamos ir, ya que su amiga había caído en brazos de Morfeo.

Pilar miró a María, tenía un semblante tranquilo y feliz por lo que le dio pena soltarla, en cambio me animó para que me metiera en la cama con ellas, de broma le dije que me acostaría al lado de María, pero ella con grandes y exagerados espavientos me dijo que, de ninguna manera, conocía mis intenciones y nos reímos los dos por lo que meterme detrás de Pilar.

El calor que se disfrutaba debajo de las mantas era muy reconfortante, me pegué a Pilar y noté que ella lo hacía a su vez contra María, era la cama de los padres de ésta, estábamos estrechos, pero poco a poco fui haciéndome sitio.

María estaba boca arriba, Pilar de lado mirando a ésta y yo pegado a la espalda de Pilar.  El calor, el roce de su piel y la respiración de María fueron animando mi libido y le pasé el brazo por su estómago primero para ir ascendiendo hasta ponerla sobre el bonito sujetador, como lo tenía muy visto no tuve más que bajarle la copa para que su teta saliera y quedara en mi mano.

Pilar al notarlo movió el culo sobre mi polla que reaccionó al momento, se hizo hacia atrás y puso mi verga entre sus nalgas, solo nos separaba mi tela y la de ella, aunque el bulto lo notaba duro y caliente.

Estuve frotando su pezón hasta ponerlo tan duro que raspaba los dedos, noté que respiraba agitadamente y quise dar más morbo al momento sacándome la polla, ahora ya sólo había una tela entre ambos y mi mano no dejaba de retorcer aquel pezón que ya le dolía de tan duro, ya no me parecía tan mala idea el estar acostado con las dos aunque María estaba fuera de juego.

Pilar soltó la mano de María y cogió la mía por encima, como el pezón lo tenía demasiado duro le dolía y me llevó la mano al otro mientras mi polla hurgaba entre sus nalgas y hacía un hueco pasando por debajo de las bragas y se deslizaba entre sus muslos.

La respiración de Pilar era agitada y honda cuando me retiró la mano de su segunda teta y la llevó sobre el estómago de María, nada más apoyarla noté que ésta se relajaba todavía más y se removía en la cama poniéndose más cómoda.

Yo no me atreví, pero Pilar fue subiendo mi mano junto con la suya hacia arriba del pecho de María, seguramente se fijó en la sorpresa que me dio al verla sin camisón, que quiso que comprobara con el tacto la suavidad de las tetas de María.

El camisón no era nada escotado, su pudor no se lo permitiría, pero tenía las sisas muy anchas por lo que, después de dejarme la mano sobre el pezón de María, sobre el camisón, claro, me pareció que era digno de ser acariciado piel con piel y busqué el camino más corto que era por la sisa de la manga.

Al tocar desde el nacimiento del pecho mi polla fue creciendo todavía más y Pilar lo agradeció levantando la pierna para que mi polla se deslizara entre sus labios.  Mi mano fue lentamente reptando sobre el costado de María con cuidado de no despertarla, aún así P­­ilar la vigilaba por si se movía.

Al lograr poner la mano sobre toda la teta entera María gimió levemente, quedé quieto y al seguir respirando normal seguí a lo mío, por momentos notaba que aquella redondez tibia y suave se iba endureciendo y calentando, la piel se tersaba y el pezón iba asomando rodeado de la areola.

Pilar notaba mis progresos, por debajo de la manta se notaba el bulto de mis nudillos, no había apagado la luz de la mesita para que la oscuridad no la agobiara más.  Quiso saber que le estaba haciendo y le fue retirando la sabana de encima, al ver que ya tenía toda la teta en mi mano giró la cabeza y me dio un beso breve.

Comprendió que aquello era poca cosa para mí, estaba decidido a llegar lo más lejos posible y le puso la mano sobre el estómago, luego bajó al vientre y siguió hasta llegar a la orilla del camisón que no era largo, fue tirando de él para que se subiera todo lo posible, con paciencia llegó hasta dejarlo por encima del ombligo luego buscó mi mano y la quitó de la teta llevándola por debajo del camisón hasta alcanzarla desde abajo, allí encontré a la otra que estaba tan dura como la primera, ya al tener las dos juntas las fui alternando.

María apenas se movía, pero cada vez respiraba más deprisa, se notaba que estaba muy a gusto, quizá soñando con alguna fantasía. Tenía el brazo caído a su lado y pegado entre ella y las piernas de Pilar, cuando ésta levantó la pierna para que le metiera la polla entre los muslos y le fuera frotando su clítoris, sentí el tacto más frío de la mano de María, noté que la tenía semi cerrada y empujé más para ver si conseguía “encestar” mi polla en su mano.

Pilar se dio cuenta y me facilitó que me apretara todavía más a su culo para que pudiera llegar, no lo pude conseguir porque solamente le tocaba por el reverso, pero Pilar le dio la vuelta a la mano y la dejó como “pidiendo limosna”,

La limosna vino en forma de capullo rojo, duro y ardiente, noté uno a uno los dedos de María y los fui recorriendo de delante a atrás paseando mi verga dentro de su mano.  No estoy seguro, si fue porque le pellizqué el pezón demasiado fuerte, pero en un tic involuntario María cerró la mano fuertemente atrapándome la polla en ella.

Apenas podía cerrar los dedos a su alrededor, pero los apretaba tan fuerte que era imposible, tiré de ella hacia atrás y no conseguí nada, lo único fue arrastrar a Pilar entre medias, mi polla pasaba entre sus muslos y sus labios rozando el clítoris y lubricándose con los jugos que manaban del coño.

Pilar encontró la solución, no era a corto plazo, aunque sí era más arriesgada, volvió a cogerme la mano y la fue bajando por el vientre de la “bella durmiente” hasta llegar a la goma que cerraba las bragas hasta la cintura, por allí estaba cerrado a cal y canto por lo que seguimos hacia la ingle, al pasar sobre el pubis sentí la sensación de que paseaba por una alfombra mullida de pelo de alpaca.

Pero todo tenía su fin y entre el pelo rizado mis dedos se hundieron en una grieta que desprendía más calor que un volcán en plena erupción.  Un gemido se le escapó a María en su sueño e instintivamente su otra mano pasó por debajo de la cintura de las bragas y me ganó por poco para pasear sus dedos a lo largo de la raja, al hacerlo separó un poco las piernas, lo suficiente para que yo apoyara los míos sobre los suyos marcando el mismo ritmo al principio para luego ir improvisando, seguramente como notó que seguía recibiendo el mismo placer o más desistió y sacó la mano para buscar una teta, dejándome a mí sólo, quise ver cómo se corría entre mis dedos y seguí.

Pilar era testigo de primera fila, yo notaba su emoción por lo mojada que estaba por momentos, María suspiraba cada vez más profundamente y se relamía los labios, seguramente estaba en la mejor de sus fantasías.

Reconozco que fue una temeridad, pero después de una vibración rápida en su clítoris me aventuré metiendo un dedo en su coño, la decepción fue radical, me encontré con la “puerta tapiada” , ¡María era virgen todavía! , se lo conté a Pilar al oído y no se lo creyó, lo quiso comprobar ella porque no se fiaba de mi inexperiencia y siguió mi brazo con su mano hasta llegar a la mía, luego al dedo y al final encontró el intacto himen que me cerraba la entrada.

Ya no sabíamos que hacer para que María me soltara, parecía que tenía un grillete en el capullo, cada vez se aferraba con más fuerza y temíamos, más que a la muerte, que abriera los ojos y que nos viera a Pilar y a mí casi enganchados como los perros y ella con el camisón en la barbilla, las tetas enrojecidas y su coño mojado.

Pilar quiso probar los demás sentidos para provocar que María soltara, primero buscó mi polla entre sus piernas o lo que quedaba libre, se empapó los dedos en mi olor y los acercó a la nariz de María, ésta aspiró como si fuera un aroma oriental y aflojó la mano, Pilar antes de que la volviera a cerrar la sujetó y la llevó a los labios de María, esta vez fue chupando los dedos uno por uno, no queriendo que se acabara el sabor a macho.

Por fin estuve libre y para reponerme reculé hacia atrás hasta coincidir con el coño de Pilar, allí me detuve y cómo noté que volvía a levantar la pierna empujé colándome hasta el fondo.  Con los dedos seguí acariciando el clítoris de María y ésta después de unos grititos y gruñidos apenas imperceptible se encogió como si se volviera al seno materno y, entre estertores, se corrió.

Pilar ya no esperó más y se liberó de la tensión acumulada, también tembló un momento y tiró de mi brazo apretándolo entre sus tetas para correrse conmigo.  Las abracé a las dos a la vez y me hundí todo lo que pude en Pilar, los chorros de leche la inundaron y se salieron cayendo a la sábana, me preocupó que María viera al día siguiente mi lechada, pero luego Pilar me convenció, porque le diría que había tenido unas arcadas mientras soñaba algo posiblemente “inapropiado”, algo que María seguramente consideraría pecaminoso.

Cuando ya amanecía María fue moviéndose, había estado un buen rato en posición fetal y estaba cansada, Pilar se levantó después que yo, fue a la cocina y preparó un desayuno de lo más estimulante, ya estábamos perfectamente vestidos cuando la despertó y desayunamos juntos.  María no sabía cómo agradecernos el “sacrificio” que hicimos quedándonos a hacerle compañía.

Pasé dos día estudiando en mi habitación, “le prohibí” a Pilar que me molestara, sólo lo cumplió de día porque de noche se venía a mí cuarto y en mi cama estrecha me montaba por lo que todavía sobraba colchón.

Cada vez que veía la estufa de Úrsula me daban escalofríos, por una parte tenía ganas de ver a Puri y que me contara si su novio había contestado a su carta, de su ama no quería saber nada y de sus hemorroides menos.

Cuando Pilar me dijo que me llamaban por teléfono me figuré que sería mi prima o mi tía, a las dos las tenía en mi agenda , pero me equivoqué, era Sonsóles, me decía que quería hablar conmigo, si podía ser enseguida.  Me preocupé, Pilar me miró preguntándose si habría molestado a su amiga, pero al llegar a la farmacia me presentó a su marido que tenía prisa, el hombre de aspecto bonachón me recibió con un abrazo, ella se mostró orgullosa, el hombre me habló de su afición por los vinos y entre los dos estuvimos departiendo nuestros conocimientos.

Las prisas eran porque lo habían invitado a una cata de una bodega, posiblemente la más importante de España o por lo menos una de la más, cada botella valía un dineral, varios cientos de euros, sólo la botella de 75 cl.  Me dijo que pensó en mí para que viera los vinos que se crían en la Ribera del Duero.

Cuando me vino a recoger a casa vi el coche que tenía, un BMW casi tan grande como un barco, yo me perdía en el, cuando fui a subir me dijo que me sentara atrás porque todavía tenía que recoger a otra persona, me explicó que en las catas y las reuniones de la sociedad siempre se acostumbraba ir acompañado con la pareja, pensé que íbamos a su casa a por Sonsóles, pero no fue así.

Pasamos por un barrio de casitas bajas y de un chalet discreto salió una rubia con unos pantalones elásticos de pitillo y una chaquetilla corta que le daba menos abrigo que nada, de lejos se veía que tenía un cuerpo de escándalo, apenas se mantenía sobre aquellos zapatos de tacón de vértigo.  Yo sólo estaba pendiente de cuando se caería, pero no lo hizo, llegó y se coló en la parte delantera, le dio un beso en la boca al marido de la farmacéutica que me dejó con los ojos como platos.  Él se volvió con cara de inocente y me explicó.

  • Verás, a estos sitios tienes que llevar pareja.
  • Sí, pero yo creí que sería…
  • ¿Mi mujer?, Jajaja, no, aquí nadie trae a su esposa, todos tenemos a... una bonita señorita de compañía…

Entonces me fijé bien en ella, aparte del gran escote que le llegaba hasta casi el estómago era mucho más fea que Sonsóles y de tipo pensé que, si a Sonsóles le quitaba la bata blanca y le añadía un mucho de coquetería, estaría muy por encima de la… acompañante aquella.

En la cata quedé deslumbrado, en efecto todos llevaban acompañante, más o menos de la talla de la rubia, yo me dediqué a probar de todo, mientras ellos miraban, olían y probaban los caldos y luego escupían, yo me lo tragaba todo y aunque luego prepararon un aperitivo acorde a la calidad de los vinos, cogí una borrachera de categoría.

Volví tirado en el asiento de atrás del BMW, sin hacer caso de las manos que se movían en el asiendo de adelante, en uno y otro sentido.  Le pedí que me llevara a la farmacia, quería tomarme algo antes de ir a casa, me daba vergüenza que Pilar me viera así y lo hizo, después de dejar a la “acompañante” en su casa, me dejó en la esquina de la calle de la farmacia y él volvió a terminar con lo que empezó en el coche.

Entré a la farmacia tambaleándome­, había gente y al verme Sonsóles me llevó a la rebotica, estaba como una cuba y no quiso que me vieran así, cuando despachó a todos cerró, porque ya era casi la hora y me preparó un café, luego me dio un jarabe que me hizo devolver y cuando ya estaba más lúcido me tumbé en el sofá donde ella descansaba en las noches de guardia.

  • ¿Cómo te encuentras ahora?
  • Creo que mejor, todavía me da vueltas todo, pero por lo menos a usted la veo quieta y muy guapa.
  • Jajaja, está visto que aún mareado, no pierdes el humor.
  • Sí, eso quisiera, estoy avergonzado, he hecho el pardillo delante de todos, he puesto en evidencia a su marido y a su acompañante.
  • ¿A su acompañante dices?

La borrachera se me pasó de golpe, de pronto vi todo claro y sobre todo quise morirme allí mismo, la mujer se puso a llorar y yo no sabía cómo arreglarlo, le di excusas que ni yo me las creí, hasta que ella explotó.

  • No te preocupes, ¡si ya sospechaba algo, tanta cenita, tanto amigo, tanta cata…! ¿y los demás, iban solos?
  • No, el único que iba solo era yo.
  • ¿Y de esposas?
  • Ni una.
  • ¡Buuuaaaa! Sí, soy una tonta, ya me lo decía mi madre, nunca aprenderé.
  • No se enfade Sonsóles, yo no debí ni ir, ni venir, ni emborracharme, ni contarle nada, por supuesto, es la primera vez que me emborracho.
  • Tú no tienes la culpa, el caso es que me lo advirtieron, cuando nos hicimos novios, el estudiaba conmigo Farmacia, luego cuando yo aprobé él lo dejó, sabía que mis padres me montarían la farmacia y él se dedico a vivir bien, al principio me ayudaba, luego con cualquier excusa se iba y venía sólo para recoger la recaudación y llevarla al banco.
  • Vaya.
  • Sí, hasta que el director del banco me llamó porque no podía pagar un recibo del agua, entonces me di cuenta de que sólo ingresaba una pequeña cantidad y el resto se lo gastaba en juego y putas.
  • Lo siento, no debí decir nada, perdóneme.

Sonsóles se deshizo en lágrimas y yo por empatía me acerqué a ella para pasarle un pañuelo de papel, ella me abrazó y se desahogó en mi hombro.  Me lloraba en el oído y sus lágrimas resbalaban también por mi mejilla, el hipo hizo presencia y ella sin parar de llorar separó un poco la cara de la mía y la volvió a pegar, pero esta vez con los labios mucho más cerca de los míos, fueron unos momentos tensos, sobre todo para mí, porque cada vez su boca se acercaba más a la mía, hasta que coincidieron.

El primer beso fue de desesperación, el segundo también, pero menos, luego el resto fue mejorando hasta que me buscó con su lengua como hizo Pilar y al siguiente me tumbó sobre el sofá y se quitó la bata.  Nunca pensé que debajo de una bata blanca podían esconderse estas maravillas, comprendí el porqué se puso una estufa debajo del mostrador, porque no llevaba casi ropa de abrigo, apenas una camisa de seda y una falda ancha de vuelo.

La camisa duró menos que una hoja de árbol seca en otoño y la falda se abrió sobre mí cuando saltó poniendo una pierna a cada lado mío.  Instintivamente comparé aquel escote con el de la rubia y no comprendí como su marido prefería a aquella puta, Sonsóles estaba buenísima y se lo hice saber, ella quiso que me convenciera del todo y me llenó de besos mientras mis manos iban directamente a por sus tetas, estaba claro que todas aventajaban a las de Pilar y no es que me quejara, pero aquel par de globos que caían como frutas maduras en mis manos, hizo que la polla saltara alarmada.

  • ¡Será hijo de puta mi marido, buscarse una puta teniéndome a dos velas, apenas me toca y cuando lo hace perece que está ausente!

Me cabalgó con rabia, sabía que ella me gustaba y quiso demostrar que a ella también le caía bien, cuando me quitó los pantalones abrió los ojos asombrada.

  • ¡Uf, todavía mejor que Juan…!
  • ¿Juan, qué Juan?
  • ¿No te contó Pilar lo que pasó con Juan?
  • Bueno sí algo, que le curó la fimosis con sus masajes.
  • Sí, eso fue lo primero, pero aquella polla me obsesionó, mi marido no me hacía caso, ya sabes, le curé la polla a fuerza de masajes y crema, mucha crema, hasta que quise comprobar si funcionaba bien y… vaya si funcionaba.  Le dijimos que  queríamos saber  si le dolería el día de mañana, cuando tuviera novia y que convenía asegurarse para que no le rechazara ninguna, él se alegró y cuando me quité las bragas delante de él se quedó sorprendido, nunca había visto a ninguna mujer desnuda y menos con las piernas abiertas, Pilar a mi lado, le demostró que todas las mujeres tenemos lo mismo y también se quitó la ropa, una tras otra nos fuimos sentando sobre aquella estaca gorda y vertical.
  • Vaya cura.
  • Sí estaba curado, la piel se le deslizó poco a poco, nosotras nos alternábamos para comprobar los progresos, al principio le dolió un poco, pero lamiéndosela lo calmábamos, nos lo follamos entre las dos hasta hacerlo correr varias veces, pero no nos ganó a nosotras, tuvimos tantos orgasmos que casi nos ponemos al día de lo atrasadas que íbamos…  desde entonces no he visto otra polla como la tuya, que todavía es mejor, la suya era como una porra, fue doloroso meterse aquello, pero lo hicimos a gusto, en cambio la tuya, entra como una serpiente, suave, recta y hasta el fondo, ¡que polla tienes cabrón, qué polla!

Sonsóles se desquitó conmigo, apenas una docena de metidas y se corrió sobre mí, luego más calmada buscó en un cajón y me enseñó un preservativo, me dijo que me lo pusiera por si me corría en ella, todavía era fértil y estaba en sus días peligrosos, como con su marido no corría peligro no tomaba pastillas, pero no quería perderse que me corriera en ella.  Como yo no me había puesto nunca ninguno me enseñó encajándolo alrededor del capullo, después con la boca lo fue deslizando alrededor de la polla hasta que se acabó.

Disfrutó de mi resistencia porque tardé lo indecible, ella viendo que no me venía me quitó el condón y siguió piel con piel, le gustaba sentir el máximo de placer como con Juan, cuando le anuncié que me iba a correr con urgencia no llegó a alcanzar una caja de la estantería, yo le urgí y ella no supo qué hacer, le di la solución, le dije que se tumbara en el sofá, en mi sitio y pensó que me correría sobre sus tetas pero no, levanté sus piernas hasta su cuello y elegí la otra opción.

  • ¿Qué haces Paco?, ¡te equivocas, se nota que eres novato, el coño es lo de delante, eso es el…!

Por aquella vía no había pasado nadie, el marido ni lo intentó, pero yo sí que vi una buena alternativa, me acerqué y con mi peso me dejé caer hasta hundir mi “flecha” en aquella diana que fue cediendo por la presión y los jugos de sus corridas que se habían extendido por toda el área.

  • ¡Nooo, Te equivocas de sitio, no sigas, por ahí no Paco, por ahí nooo, para!
  • Lo siento pero tienes un culo que pide carne, y a mi es de lo que más me gusta.
  • Me vas a matar, con eso que tienes no puedes., te lo digo yo, ni lo intentes, ni siquiera estoy dilatada.
  • No lo creas, en sitios más pequeños la he metido.
  • ¡Pero en mi culo no, por favor, en mi culo nooo!
  • Tranquila, relájate y verás.
  • No, no cabe, te lo digo yo, ya lo intenté con un consolador y nada, es imposible.
  • No le pusiste demasiado interés, ahora verás cómo yo sí.

Me miró incrédula por lo que había pasado, pero al mirar entre sus tetas vio que no se veía mi polla, ella sentía un dolor enorme y por el momento no sabía de qué, entonces sospechó lo que realmente pasó, nunca se planteó que llegaría un día que podría recibir una estaca como la mía y menos por allí.

Se rindió y se desmadejó, sollozaba, no sé si de gusto o por alegría, se había vengado de su marido y de paso estaba siendo follada por una polla con las que soñaba a veces.  Ya no protestó más, porque sin querer se volvió a correr y cuando me tocó a mí se le hizo corto.

  • ¡Aaag, me has roto salvaje!, me has rajado el culo a lo vivo, sin preparación, pero…. Uf, ya está hecho, si no lo veo no lo creo, ahora ya es otra cosa, ya no me arde como antes, si quieres muévete despacio y termina de hundirla hasta el final. ¡Pero por Dios, no te salgas, o te matoooo!

Luego quiso chuparme la polla y no la dejé, le dije que mejor si la metía otra vez en el coño y ya no se preocupó por mi leche, mi segunda corrida fue directamente al fondo de su coño dejándola satisfecha con una pierna en el suelo y la otra en el respaldo del sofá.

  • Ha sido fantástico, no creí que supieras follar así, me has hecho olvidar a Juan, ahora pensaré en ti cuando esté a solas.

Yo ya estaba sobrio y me vestí para volver a casa, Sonsóles me acompañó hasta la puerta desnuda completamente y me anunció que todavía iba a estrenar un consolador del escaparate para hacerse una paja porque aún le ardía el coño y tenía ganas de correrse al menos otra vez.

Pilar me vio raro y me preguntó, le dije que venía de la farmacia y se preocupó, le conté lo de la borrachera, que ya se me había pasado, también que Sonsóles había cerrado la tienda para curarme, se rio y enseguida supo qué clase de cura me hizo.

  • Comprendo, te ha curado como a Juan, ¿te lo cuento?
  • No gracias, ya me lo contó ella.
  • ¿Pero todo, todo?
  • Supongo que sí, porque fue muy efectivo.
  • Jajaja, qué pena no haber estado allí también.
  • Uf, habría sido demasiado para mí.
  • ¿Demasiado para ti?, eso se lo cuentas a otra, pero a mí…

Pasé el resto del día en la cama, estaba agotado, por la borrachera, la cura y la decepción con el marido de la farmacéutica, me dormí enseguida y Pilar no me molestó.

El sol brillaba aunque el frío seguía apretando, por eso al volver de misa Pilar me contó que Úrsula le había preguntado por la estufa, ella no supo que contestar, por si yo no quería ir todavía, pero sabiendo el frío que hacía me decidí a ir.

Cuando Puri me abrió se alegró mucho, enseguida tiró de mí y me llevó a la cocina, me contó que la señora estaba en el baño y tardaría un poco todavía, se notaba que la chica quería hablar y le pregunté por su novio, me contó que le escribió contándole lo que nos pasó, yo me asusté, pero me tranquilizó diciendo que se lo contó como si fuera un sueño que tuvo y que el protagonista era él,

  • ¿Y se lo creyó?
  • ¡Cómo no!  Se lo conté todo tan natural, que él creyó que fue un sueño tan real que era como si lo hubiera vivido, me preguntó si me había corrido y le dije que sí, luego me preguntó si en el sueño él también se había corrido y le dije que no, que no pudo porque entró la señora, entonces dijo que procurara volver a soñar en qué llegara a correrse él también.
  • ¿Y qué más te dijo?
  • Pues no lo sé, la carta estaba tan emborronada de las manchas de leche que la tinta se borró.
  • Que mala suerte y, ¿qué le vas a decir?
  • No le puedo mentir, tenemos que acabar para que le cuente el final.
  • ¿Así que…?
  • Claro tonto, vamos al cuarto de planchar, allí estaremos seguros.

Extendió unas sábanas recién planchadas y se quitó la ropa, yo la imité y encendí la estufa para que viera que funcionaba perfectamente, como nos vio cuando estuve con su señora, no hubo que explicarle cómo tenía que ponerse, lo hizo a cuatro patas.

Me dejó su trasero a mi disposición, escupí certeramente y mi polla se abrió paso por su esfínter sin casi dolor, ella apretó las manos con las sábanas y fue narrando en voz alta lo que sentía para escribirlo literalmente y que pareciera tan real como si se la estuviera metiendo su amado….

  • Ven amor, ya me puse cómo a ti te gusta, ya puedes meter tu polla, fóllame hasta que me desmaye.
  • Ya casi te noto, me has cogido por la cintura, sé que te gusta mucho tirar de mí cuando me follas.
  • Ya noto tu calor al acercarte, métela de golpe, hasta dentro, te espero.
  • ¡Ooooh querido! ¿qué has hecho?, creí que harías lo mismo de siempre, tengo el coño chorreando para ti.
  • Sí, ya sé que siempre has querido metérmela por el culo, pero es demasiado dolor, tienes una polla enorme y me matas, ¡sííí, me matas, me partes el culo, te lo digo de verdad!
  • Si quieres te la saco.
  • Nooo, me gusta aunque me duele mucho, se lo estoy diciendo a mi novio como si me oyera, para cuando le escriba contárselo tal cual.
  • Como quieras, ahí voy, hasta el fondo.
  • ¡Aaaag, sííí, te noto en la garganta, que polla tienes amor, cómo te añoro!
  • ¡Cuando lea esto va a desertar de la Marina!
  • Que va, se hará un montón de pajas pero no vendrá y cuando venga querrá metérmela también por el culo, no sé qué le voy a decir, él no sabe hacerlo como tú, pero ha valido la pena, aunque me has hecho mucho daño, lo he disfrutado.
  • Me alegro, la señora Úrsula no disfrutó tanto.
  • Jajaja, ya lo vi, sufre mucho con las hemorroides pero creo que tú las habrás cauterizado.

No esperé y me corrí sujetándole las caderas para no manchar de leche las sábanas limpias y cuando la llené la mantuve un rato hasta que se me bajó, luego estuve chupándole las tetas y masajeando el clítoris hasta que ella se sacudió en espasmos, después nos adecentamos, apenas estábamos listos oímos que la señora Úrsula la llamaba, le contestamos que estábamos probando su estufa en el enchufe de potencia del cuarto de plancha, le demostré que todavía estaba caliente y se convenció.  En su salita me preguntó qué le fallaba y le conté una historia de “terror” , se empeñó en pagarme y pensé que Pilar se alegraría con unos bombones.

Cuando Úrsula abrió la bata de baño que llevaba me mostró que estaba lista, en la mesita tenía guardado un bote de crema a base de agua para su culo, se puso en pose y me acerqué con la polla medio blanda todavía, le dije que debía mamarla para ponerla en orden y lo hizo con algo de esfuerzo, cuando me rogó que la metiera otra vez con cuidado por el culo.

Según mi costumbre, la engañé y la clavé en el coño de un golpe, volvió a gritar, en la puerta vi a Puri, mirando como la otra vez y me hice a un lado para que viera la escena, la polla entraba y salía mientras ella se quejaba que se había lubricado sólo el ano, en vez de la vagina que la tenía reseca, pero no paré hasta que me corrí sin preguntar si debía.

Puri no dejó de meter los dedos en su coño, con la otra mano calmaba a su culo ardiente que todavía manaba leche, hasta que yo me salí de Úrsula que quedó satisfecha, pero escocida, le expliqué que tenía preferencia por los culos, aunque que no le hacía ascos a un buen coño como el suyo, ella se sintió halagada y todavía me dio una propina por la reparación.

A Pilar le gustaron los bombones y unas castañas asadas que le llevé como regalo de Úrsula, me preguntó cómo tenía las hemorroides y le respondí que en el último momento preferí dejarlas secar como a los jamones.

Otra mañana que empecé estudiando, el haber visto cómo se elaboraba el vino me animó para tomarme más en serio mis estudios, cuando Pilar volvió de misa yo estaba con los codos hincados en los libros, pero tuve que prestarle atención.

  • ¡Adivina con quien estuve hablando hoy al salir de misa!
  • No tengo ni idea, seguro que fue con Úrsula que estaba decepcionada, Jajaja.
  • Nooo, fue con María, me acompañó un trecho, al separarnos de las demás, me agradeció mucho otra vez nuestro detalle, además me contó confidencialmente un sueño que tuvo, lo vivió tan real que casi se despierta, soñó que estaba con un hombre, o por lo menos ella se lo figuraba así, porque nunca estuvo con ninguno, el caso es que sintió cómo le acariciaba, sentía en sus carnes la excitación, el calor que la inundaba y al final, ¿sabes qué?
  • Pues… no.
  • Que le pasó una cosa que nunca imaginaría, le dio un temblor por todo el cuerpo, sobre todo allí, señalándome su entrepierna, dijo que fue tan fuerte que se encogió como si se fuera a morir, Jajaja, ¿qué te parece?
  • Fantástico, sin querer ha descrito su orgasmo con detalle, habría preferido follarla de verdad, todavía estoy enfadado con ella.
  • Eso pensé yo pero lo que más me impactó fue que me preguntó si me podría ir a vivir con ella, que se sentía muy sola, yo le contesté que me debía a mis inquilinos, pero ella dijo que a ti también te recibiría gustosamente, te portaste muy bien con ella porque eras muy tierno.
  • Jajaja, sobre todo tierno, ¿y qué le contestaste?
  • Que no podía ser, imagínate yo en su casa, ni hablar, aun así la invité cuando quisiera para quedarse un fin de semana en casa ¿te parece bien?
  • ¿A mí?, es tu casa y puedes invitar a quien quieras, pero si viene no la perdonaré.
  • No lo digo por eso, lo digo porque… imagínate a María, sé que te gusta y en casa… creo que se merece probar la “Gracia de Dios”
  • Uy, me estás provocando y sabes que soy facilón con las mujeres, la polla ya se me está alborotando.
  • Me lo estaba esperando, ya te avisaré para que te prepares, jajaja.

En aquel momento llamaron por teléfono, era el marido de Sonsóles y según Pilar parecía estar serio.  Me acojoné, supuse que de alguna manera habrían tenido bronca entre los dos y me acusaba de haberle chivado lo de la puta.

Por teléfono me citó en la Plaza Mayor, en la puerta del Teatro Zorrilla, a la una del medio día, antes de salir le pregunté la hora a Pilar que me preguntó…

  • ¿Por cierto, has escrito la carta a los Reyes Magos?
  • ¿Los Reyes Magos, no, por qué lo dices? yo ya no espero nada de los Magos.
  • No, por nada.

Su contestación me dio que pensar aunque tuve una idea, Pilar se alegraría si le hacía un detalle por los Reyes, lo malo era encontrar algo que le pudiera ilusionar, pero ya encontraría algo adecuado mirando los escaparates de camino a la cita.

La cita no fue como sospechaba, el marido de Sonsóles estaba serio, aunque no por el motivo que yo pensaba, sino porque su “chica” lo había dejado por otro más joven, me lo dijo de pasada para que yo lo consolara, mientras tomábamos unos pinchos y unos chatos de vino.

El disgusto le pasó pronto porque en el bar encontró a otra que ya conocía por referencias, a mi me hizo un “regalo”, me propuso hacer las prácticas de la carrera en una bodega que él conocía, me aseguró que era una buena ocasión para aprender “probando” los vinos, esto lo dijo con intención queriendo decir que sólo debía de probarlos, no beberlos.

Pasé por el escaparate de una tienda pequeña, aunque muy arreglada, vi unos artículos que estaba seguro que le encantarían a Pilar, pero mi dinero no me llegaba, a mi me habría gustado un conjunto de dos piezas y me tuve que contentar con unas medias como las que se compró ella, pero con unos adornos que era la última moda.

De pronto algo me recordó una promesa que me hice y con las medias en la mano fui a un local de belleza, me paré en la puerta dudando, pero desde adentro debieron verme y una chica muy linda me preguntó.

  • ¿Te interesa alguno de nuestros servicios?, podemos hacer de todo.
  • ¿Es para señoras sólo o para caballeros también?
  • Para todos, no te preocupes, pasa.

El establecimiento estaba muy bien montado, en una parte la peluquería y más adentro las secciones de belleza, manicura, masaje y depilación.

Le expliqué con cierto pudor que me quería depilar, la chica me presentó a otra todavía más guapa, pero mucho más alta, aquella se dedicó a escuchar mis intenciones.

  • ¿Así que querías una depilación, de qué zona?
  • Pues no sé…
  • Jajaja, no me digas que quieres depilarte y no sabes de qué.
  • Bueno, no estoy seguro, ¿de qué puede ser?
  • Pues… de pecho, piernas, brazos o ¿quizá de ingle?
  • Eso, eso es, de ingle pero me da cosa, ¿hace daño?
  • Eso depende de quién lo hace y de quien lo sufre, jajaja.
  • No me decido, es la primera vez que lo hago.
  • Ya se nota, anda sube a la camilla y ya verás…

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias. tauro47