El vagabundo (17)

Hubo muchas cosas que celebrar, entre ellas el aprobar el examen de conducir, ambas hermanas me felicitaron ampliamente. Una visita inesperada de Encarna amplió mi horizonte.

Cuando vi al bedel venir hacia mí, me extrañé, no creí que viniera con malas intenciones porque su cara no era nada parecida a la de la otra ocasión, pero causó mucho revuelo entre mis compañeros cuando me dijo en voz alta que la Directora quería verme en su despacho.

Acudí más tranquilo, esperaba alguna otra felicitación de parte de Encarna, al parecer sus padres eran bastante conocidos e influyentes, además su acogida que tuve en el hospital fue bastante buena.

En Dirección nada se parecía a la visita anterior, todo eran amabilidades, la secretaria hasta parecía más bonita y sobre todo más atenta, la Directora me causó mejor impresión, se había vestido como si fuera un acto oficial, en el despacho también estaban mi profesor y el sustituto de Santi, aquello parecía un jurado en la entrega de premios y no andaba mal encaminado.

La Directora me hizo sentar aunque los demás quedaron de pie a mi alrededor, me sentía incómodo ante tal ceremonia pero después de una serie de alabanzas me leyó un artículo del reglamente de la Universidad por el cual se me concedía una beca de estudios por mi buena acción, estaba como en una nube, lo cierto es que el dinero me venía muy bien, mis padres se sacrificaban mucho para pagar las matrículas y los gastos, aunque era bastante ahorrativo, y con el favor de Mariano y familia de no cobrarme la estancia, podía vivir bastante bien.

La secretaria le entregó un diploma a la Directora que leyó ceremoniosamente mientras los demás aplaudían, los profesores hablaron, demasiado bien de mí, incluso el de la clase de Berta, se le notaba agradecido ante la oportunidad que tuvo de dar clase cuando ya se consideraba fuera de juego.

No me fijé en la cantidad de dinero que consistía la Beca, lo vi cuando salí del despacho, los profesores y la Directora quedaron adentro alabándose mutuamente mientras la secretaria salía conmigo y me hacía notar el renglón adonde aparecía la cantidad de la Beca.

  • Enhorabuena Paco, nunca había visto entregar una Beca más que a ti, la verdad es que te la mereces, ya quisiera yo encontrar un chico tan considerado con las mujeres, envidio a Encarna.
  • ¿Llegaste a conocer a Encarna?
  • Claro, somos amigas desde el instituto, estudiamos las dos juntas, aunque luego yo me orienté a secretariado y ella siguió con la Enología, allí conoció a Santi.
  • Así que tú también conociste a Santi y seguro que también… porque él no dejaba títere con cabeza, Jajaja.
  • Pues casi, porque sí que lo intentó, más de una vez me invitó a cenar pero como sabía que andaba con Encarna no me entrometí.
  • Serás la única, porque es un “picaflor”, y allí adonde pone el ojo pone la…
  • Jajaja, eso mismo pienso, pero yo me hago más de valer.
  • Eso me gusta, a mí también me gustan las chicas con “valores” y tú tienes muchos, según veo.

La secretaria tensó el suéter que llevaba provocando que el escote le bajara tirante y mostrara el canalillo de las tetas, yo la miré con ojos soñadores, insinuando lo que podía hacer con aquellas curvas voluptuosas.

  • Mmm, lo que se perdió Santi, seguro que no se lo perdonará nunca.
  • Jajaja, aunque no creas que todo el mundo llega a comer en este pesebre.
  • Ya me imagino, se nota que te haces cara de querer y es una pena, puede que te pierdas algo bueno.
  • Jajaja, ¿insinúas que tienes algo bueno que ofrecer?
  • No soy quien para juzgar, a lo mejor si preguntas por ahí te dan buenos informes míos, Jajaja.
  • Me fio de tu palabra, pareces muy seguro y no te considero un fantasma.
  • No lo soy y prefiero que te convenzas tú misma, no quisiera tener fama de pretencioso.
  • Bueno, creo que yo fui la única que no habló ahí dentro en el despacho, todo el mundo hablaba muy bien, en estos casos es lo normal, pero me quedo con tu buena disposición ante el imprevisto, seguro que cuando Encarna te eligió era porque te conocía bien, sé que tiene buen gusto.
  • No nos conocemos mucho, aunque me gustaría, pero sí, lo suficiente para confiarnos alguna intimidades.
  • Me gustaría compartir contigo alguna de las mías.
  • No puedo negar que tienes todas las “aptitudes “para interesarme pero te advierto que cuando conozco a alguna mujer me gusta conocerla a fondo.
  • Igual que a mí, cuanto más a fondo mejor.
  • No estoy seguro si me has entendido, pero pareces decidida a saberlo.
  • Pues sí, siempre me quedé con la intriga de saber que tenía Santi con las mujeres.
  • ¡Ah, nada de eso, si lo haces como curiosidad, ahí no juego!, si llegamos a conocernos vas a saber quién es Paco y olvidarte de los demás, sino… a cualquiera que le enseñes el escote caerá a tus pies y te babeará las tetas.
  • Lo dices de una manera como si fueras un crack en la cama.
  • Nada de eso, soy uno más, pero de los buenos… o eso dicen.

La secretaría estaba apoyada en su mesa, al mismo tiempo que desde la oficina salían voces de adulación mutua, ésta se entretuvo arreglando unos papeles agachada sobre su mesa y lentamente fue hacia una puerta que daba a un cuarto de archivo, una vez allí me miró y me sonrió, encendió la luz y la volvió a apagar y entró en él.

Tardó un momento en salir, seguramente me esperaba con la luz apagada en el cuarto del archivo pero preferí dejarla intrigada, daba la impresión que sabía de lo que hablaba pero no quise seguirle el juego, prefería que viniera a mí.

Con dolor de corazón dejé a la secretaría asomando la cabeza por la puerta del archivo, en un último intento balanceó sus tetas para convencerme pero desistí, quería dejar claro que Santi no tenía nada que ver conmigo y que era ya “pasado”, ahora era yo el que iba a elegir a las que quisiera.  Cuando salí, la puerta del despacho se abría y salían los profesores y la Directora, miraron hacia la secretaria, que tenía el suéter revuelto con una teta más alta que la otra, y sonrieron.

Mariano estaba decidido, teníamos que aprender a conducir y no sólo yo, sino Gero también, nos tuvo unos días por aquellos caminos, practicando todo lo que podían pedir para el examen práctico, nos hacía aparcar entre piedras, subir por rampas y frenar en la mitad, cuando nos vio más “sueltos” renunció a acompañarnos y nos dejó a solas, Gero tenía más practica que yo, estaba acostumbrada a llevar el tractor y lo manejaba con soltura, incluso haciendo maniobras hacia atrás colocaba el remolque adonde quería.

Una mañana la reté, se burlaba de mí porque no acababa de cogerle el tranquillo a los aparcamientos, le aposté que no sería capaz de aparcar como yo dijera, ella aceptó sin saber cuál sería el premio o el castigo.

Tomé medidas del Land Rover y clavé dos cañas en medio del campo, era imposible que metiera el coche en tan poco espacio, a mí siempre me saltaba el embrague a la mínima pero ella sonrió al ver mi estratagema y aceptó.  Cuando la vi subir creí que era imposible, lo hice con toda picardía pero Gero puso la reductora, el coche apenas se movía centímetro a centímetro, necesitó mil maniobras pero no tocó ninguna de las cañas, cuando estuvo entre las señales bajó y me preguntó cuál era el castigo.

Tuve que reconocer que había pensado en exigirle que me comiera la polla, allí en la soledad del campo, Gero se rio y entró en el coche pero en el asiento de atrás, se bajó los pantalones y las bragas y se recostó en el asiento.

  • Acepto el castigo pero como gané, eres tú el que tienes que pagar la prenda.
  • Con mucho gusto.

Pese a lo incómodo de sitio me pareció un banquete, las piernas abiertas de Gero me recibieron gustosa y mi cara se incrustó en su coño, cuando recibí su corrida en la cara casi no veía con los ojos mojados, me solté el pantalón dispuesto a follarla allí mismo, la atraje hacia mí tirando de sus piernas resbalando sobre el asiento con la polla fuera y el culo al aire, Gero se había subido la camisa y me enseñaba los pezones para que los chupara a la vez.

Ya iba a hacerlo, la polla la tenía en la entrada del coño de la chica cuando sentí que me tiraban de los pantalones caídos en mis tobillos, no me di cuenta hasta que casi me los arrancan, me volví intrigado, la polla casi la tenia encarada a los labios de Gero pero no llegué a meterla, ella esperaba impaciente extrañada de que no me decidiera.

No me lo esperaba, mis pantalones eran mordidos por un perro que meneaba la cola contento de verme, aquel perro lo conocía, era de Juan, parece que nos vio y quiso jugar conmigo como hacía otras veces, quedé tranquilo diciéndole que no era momento de jugar pero la voz que oí a mi espalda me contuvo.

  • Jajaja, esta vez te he pillado yo, está visto que tenemos las mismas aficiones, el campo inspira mucho para follar.
  • ¡Juan! No te esperaba por aquí.
  • Ya me imagino, voy de paso porque se me ha perdido un cordero, mi perro te vio el culo y quiso jugar, menos mal, que si llega a ser el codero semental… Jajaja, que por cierto, está en celo, Jajaja.

Tiré de los pantalones hacia arriba y me guardé la polla a empujones de la peor forma posible, pero cerré la puerta para que no viera a Gero con las piernas abiertas y los pezones colorados.

  • ¿Has tenido suerte?
  • De momento no, pero confío con “Canelo”, tiene muy buen olfato para encontrar cosas interesantes, jajaja.
  • Olvídalo, Juan.
  • Tranquilo, sabes que soy muy discreto.

Nos alejamos del coche, Gero se mantuvo escondida en el asiento de atrás mientras se arreglaba la ropa, pasé el brazo por el hombro de Juan y le pregunté.

  • ¿Cómo quedaste con Ignacio?
  • Muy bien, me gusta el muchacho, demuestra mucho interés, además le gustan los animales y sobre todo no le importa estar sólo, ni trabajar sin horarios.
  • Estupendo y… ¿le has comentado… los servicios de limpieza y demás que te dan?
  • ¿Te refieres a Encarna? Jajaja, algo le dije, eso ya se lo buscará él, pero sí, le dije que posiblemente no estaría solo del todo, quiero hablar con las mellizas cuando la vea, pienso llamarte para que tengamos una última reunión los cuatro, por lo menos estando yo, ¿qué te parece?
  • No está mal la idea, va a ser un fin de fiesta sonado.
  • Bueno voy a seguir con lo mío, lamento haberte interrumpido y ya te digo, no he estado ni visto nada, amigo.
  • Gracias Juan, eres un buen tío.

En el coche de regreso a casa estuvimos callados, hasta que de momento Gero y yo estallamos en una carcajada, la pillada de Juan fue comparable a la que le hicimos a él cuando follaba con Encarna, supuse que Gero no reconoció a su tía, en realidad sólo le vimos el culo, el coño y las tetas, la cara no llegamos a verla, aunque creo que tampoco se hubiera espantado.

La fiesta que hicimos en casa la pagué yo, compré marisco y lo guisó Ana, cuando les enseñé la Beca me felicitaron y me hicieron un regalo, las dos me dieron dos besos enormes delante de Mariano, él estaba tan orgulloso que me dio otro abrazo, incluso también me besó como un amigo de verdad.

  • Estamos muy orgullosos de ti Paco, estás aprendiendo mucho en casa, espero que cuando te vayas no nos olvides, nosotros no lo haremos, te lo aseguro.
  • Ni yo tampoco, todos sois como de mi familia, en realidad más, me cuidáis y os preocupáis de mí como mis padres.
  • ¿Les has contado lo de la beca?
  • No, todavía no, pensé que vosotros merecíais ser los primeros en celebrarlo, mañana se lo contaré a ellos, están haciendo un gran esfuerzo para tenerme estudiando fuera.
  • Buen chico, ya sabes que por nosotros no hay problema, adonde comen tres comen cuatro.
  • Ya pero sois mucho más que eso, me tratáis como a un verdadero hijo.
  • Oye, que yo no te trato como a un hermano, te trato como a un amigo.
  • Eso es verdad, ni un hermano habría hecho tanto por Gero, la has cambiado como de la noche al día, mírala, parece una “señorita” de la capital, Jajaja.
  • No, de eso nada, es toda una mujer.
  • Además de verdad, ¿verdad Paco?
  • Estoy de acuerdo, eres un encanto.
  • Me alegro de saberlo hija.
  • Y yo más mamá.

Las dos mujeres se miraron sin pestañear, el padre hizo como si no hubiera oído nada y yo miré al techo intentando que la cosa no fuera a más. Mariano tuvo la gran idea de cambiar la conversación que se complicaba por momentos.

  • Mira por donde ahora tienes la ocasión de sacar el carnet de conducir, no creo que te cueste mucho, pues ya llevas adelantadas muchas horas de prácticas, espero que los dos hayáis aprovechado el tiempo.
  • Estoy segura de que sí –dijo la madre.
  • Sí mamá, no sabes la práctica que estamos adquiriendo.
  • Tienes un buen compañero, seguro que sí.
  • Ejem… te doy la razón Mariano, la idea es estupenda, cuando salga de clase buscaré una autoescuela y preguntaré, si Gero quiere también podrá hacerlo al mismo tiempo que yo, a lo mejor si nos apuntamos los dos nos hacen mejor precio.
  • Sí, sí Paco, pregunta y así vamos juntos y seguro que aprobamos a la primera.

Lo comenté en la clase y casualmente el tío de uno de mis amigos tenía una autoescuela, quedé con él y me acompañó, en un principio no les parecía muy bien el que fuéramos con las clases prácticas aprendidas y menos cuando le propuse el que estudiaríamos en casa, así nuestra asistencia se limitaba poco menos al día del examen y poco más.

Gero me demostró ser muy inteligente, entre los dos nos aprendimos toda la teoría, de vez en cando le preguntábamos a su padre y éste nos aclaraba las dudas y si él no se acordaba o eran señales nuevas preguntábamos en la escuela.

Acordamos estudiar en el piso de arriba, habían habitaciones libres y en una de ella montamos nuestra aula particular, entre los dos nos provocamos un “pique”, una competición, a ver cual tenía menos fallos y se sabía los test sin equivocarse, su madre subía de vez en cuando para traernos la merienda y se quedaba con nosotros, nos repasaba las lecciones y disfrutaba viéndonos reír con ganas.

Se le notaba cierta envidia sana, Gero y yo teníamos una confianza difícil de explicar a cualquier extraño pero su madre se acostumbró pronto al ver que nos abrazábamos y tocábamos por cualquier motivo, su hija era feliz, no se preocupaba de su cuerpo, había olvidado su complejo sobre su ausencia de tetas.

En una ocasión me preguntó si tenía algún rasguño en el pecho, por la mañana trabajando se había rozado con una valla y le escocía, sin pensárselo, delante de su madre levantó la camiseta y me mostró la zona herida.

Hasta yo quedé sorprendido, una raspadura le cruzaba el pecho y le llegaba desde debajo de un pezón hasta encima del otro, su madre me miró expectante y yo con mirada “indiferente” le pedí a Ana que me trajera algodón y algúndesinfectante , su madre obedeció y se ofreció a curar a su hija pero ésta insistió para que fuera yo el “enfermero”.

Delante de su madre estuve limpiando la herida leve, primero pasé con cuidado una gasa con agua oxigenada, con el frío los pezones de Gero salieron como los caracoles al sol, incluso las areolas se destacaron escandalosamente sobre la piel lisa de su pecho, Ana se removía en la silla, le notaba que sus manos se le iban queriendo sustituirme pero Gero lo tenía claro, prefería que la curara yo.  En un momento dado, descubrí de reojo cómo su madre se acariciaba las tetas por debajo de su suéter, cuando sacó las manos se marcaban sus pezones coronando sus tetas macizas.

Esto no fue indiferente a mi polla pues al tener tan a mano los pezones de Gero y a la vista los de su madre “levantó cabeza” y tuve que recolocarme para que no asomara pierna abajo.  A Gero no se le pasó ni una cosa ni otra, me conocía a mí y a su madre y cuando ésta se marchó me lo hizo saber.

  • Gracias, me has hecho una cura de exhibición.
  • Que va, en todo caso de principiante, mira cómo me has puesto…
  • Ya lo vi, lo de exhibición lo digo por mi madre, no sé si lo habrás notado, pero ella también es sensible, yo diría que más que yo.
  • ¿Lo dices por las marcas en su suéter?, creí que eran sus nudillos, Jajaja.
  • Seguro que sí, pero debajo de sus nudillos estaban sus pezones que superan en mucho a los míos.
  • Serán sólo suposición tuyas.
  • Ya, no quiero decir nada pero…
  • Mejor, dejemos las cosas como están, Jajaja.

El día del examen fuimos a la ciudad en el autobús, aquel día iba casi vacío y nos sentamos en los últimos asientos, estábamos muy nerviosos, fuimos repasando las preguntas, casi ya no teníamos dudas y de paso nos fijábamos en las señales de tráfico que nos cruzábamos, llevábamos los abrigos sobre nuestras rodilla y pronto nuestras manos se escondieron debajo de ellos, la mano de Gero no tardó en buscar mi polla y la bragueta se abrió con una facilidad pasmosa, era una experta y al momento ya la tenía en la mano, crucé mi brazo con el suyo y busqué entre sus piernas, la falda no era estrecha y las bragas cedieron ante la presión de mis dedos.

Fueron dos pajas que duraron más de quince kilómetros, las butacas de alrededor estaban vacías y pudimos emplearnos a gusto, cuando ya entrábamos en Valladolid nos corrimos con las piernas separadas, mi leche la recogió con un pañuelos de papel y mi mano pegajosa la limpié con otro pañuelo, al salir a la calle echamos los dos pañuelos que guardaban nuestros nervios acumulados en una papelera.

El examen fue a pedir de boca, nos mirábamos y con el pulgar nos animábamos, el teórico pasó como si nada, a nuestro alrededor veíamos cómo algunos se mordían las uñas agarrotados por las dudas, nosotros nos chupábamos los dedos, con sabor a sexo, fue como un bálsamo que nos sirvió de mucho.

El paseo en el coche por la ciudad con el examinador fue emocionante, Gero hizo una exhibición de pericia, el maestro, no se lo creía, pues demostraba una soltura propia de un taxista veterano, cambiaba de marcha como si fuera la chofer de un primer ministro, no se notaba ninguna brusquedad y cuando le dijo que estaba admirado me miró orgullosa, nuestras clases dieron sus frutos, conmigo no disfrutó tanto, me puse nervioso cuando no cedí el paso a un camión por mi derecha pero el buen hombre frenó y disimuló al ver que íbamos de examen, e hizo marcha atrás como si fuera a aparcar.

El resultado fue bueno, los dos aprobados a la primera, desde allí fuimos a la Universidad para buscar a Berta, la encontramos con Susana como siempre, habían formado un dúo que todavía era más difícil de conquistar, los compañeros no comprendían la diferencia de una hermana a otra, Gero lo notó y quiso marcar su territorio, demostró que era a ella la que yo prefería y me hizo todas la demostraciones de “afecto” que pudo, hasta su hermana se puso un poco celosa y se lo dijo cuando fuimos a su casa, la idea inicial era que Berta nos llevara de vuelta a la finca, pero prefirió que nos quedáramos en su casa esa noche y a la mañana siguiente nos fuéramos en el bus.

Advertí cierta “rivalidad” entre las dos hermanas, me pareció que cada una de ellas quería demostrar sus “aptitudes” y las invité a cenar, eligieron una hamburguesería, luego fuimos a tomar unos tragos, nos mostró el ambiente de bares por la plaza Mayor y cuando llegamos a casa íbamos ya muy animados.

Yo estaba muy divertido al ver cómo se disputaban mis atenciones, Gero no me soltaba y Berta intentaba influenciarme con sus “dotes” para que me decantara por ella.  Era pronto para acostarse y decidieron ocupar el tiempo viendo una película en la televisión, me sentaron entre las dos y se ocuparon en hacer un bol de palomitas.

Fue una lucha silenciosa pero titánica, el bol sujeto entre mis piernas sentía las manos de las dos hermanas cuando recogían las palomitas, ellas mismas rebuscaban todo lo más cerca de mi polla para provocar mi reacción. La película era de misterio, ambientes oscuros y tenebrosos, ya con apenas palomitas quise darles una sorpresa a las dos, quería ver sus reacciones y en la oscuridad saqué la polla y retiré el bol vacío.

La primera en notar el cambio fue Gero, me miró y no dijo nada pero mantuvo la polla en su mano cerrada esperando a su hermana, ésta no tardó en rebuscar las palomitas y se encontró con el capullo que sobresalía del puño de Gero, no lo soltó y delante de mí las dos se miraron, yo estaba expectante por ver el resultado del duelo, ambas tenían sus argumentos y estaba seguras de ellos.

Las dos se agacharon al mismo tiempo chocando sus cabezas, en el último momento hubo consenso y la lengua de una lamió mi capullo y la otra el resto, me arrellané en el asiento dispuesto a disfrutar de aquellas dos mujeres, las dos sabían a lo que se exponían y estaban dispuestas a ofrecerlo.

Antes de que me diera cuenta mis pantalones estaban en una silla en la otra parte del salón junto a mis calzoncillos, una a cada lado se esforzaban en dedicarme sus mejores caricias bucales, pasado el primer momento de satisfacción personal me dediqué en devolverles a cada una su merecido, a Berta no dejé sus tetas para luego, fue lo primero que  descubrí, sin apenas moverse fue moviendo los hombros y el cuerpo para que cayeran los tirantes que le solté, dejando sus peras colgando.

A Gero le dediqué unas de las caricias que más apreciaba, mi mano se deslizó por el rosario de vertebras de su espalda hasta perderse por su cintura y alcanzar las nalga y una vez allí, fue alternado su coño con su culo, la chica había desarrollado la habilidad de aflojar su esfínter a voluntad y pronto mis dedos fueron colándose en su culo, era tan suave como su coño aunque éste manaba liquido tan abundante que lubricaron la zona.

Berta quiso presumir de tetas y se incorporó para quitarse el sujetador que se enredaba entre su brazos, soltó mi polla y Gero aprovechó y se sentó sobre ella, su hermana abrió los ojos sorprendida por la habilidad de su hermana, pero más se asombró cuando quiso agarrar lo que sobresalía de mi polla y se dio cuenta de donde estaba metida.

El coño que le vio a su hermana cuando quiso comparar, estaba vacío de carne dura en cambio su culo estaba ocupado, sólo le quedaban los huevos y con ellos se conformó, pasó y repasó la lengua por mi ingle, dejando las bolas tan mojadas que se mezcló la saliva con los jugos que goteaban de su hermana.

En el éxtasis sexual no distinguió los sabores y repartió su lengua por todo lo mojado, su hermana suspiró lánguidamente cuando sintió la lengua de Berta recorrer sus labios por todo su coño hasta pulsar su clítoris. Le cogió del pelo de la cabeza y la atrajo hacia su coño con furor, su hermana del alma no la defraudó y siguió chupándole el coño con todo el arte que pudo, Gero se corrió sin avisarla, sentí como se dejaba caer sobre mi polla hasta sentarse sobre mis muslos, entre ellos la cara de su hermana seguía y seguía lamiendo y tragando jugos de todos los sabores.

Gero y Berta se enzarzaron en una lucha incruenta, querían demostrar las armas que tenía cada una, Berta exhibía sus tetas y su culo como un pavo real, al contrario Gero demostraba que sus habilidades eran más poderosas que cualquier cuerpo bonito.

El golpe que recibió Berta al ver que su hermana se había empalado sin decir ni mu, era demasiado fuerte para ella, miraba incrédula cómo Gero subía y bajaba sobre mi verga vertical, haciendo que su esfínter se deformara con mi calibre, Gero lo hacía orgullosa de su demostración mostrándole que su vagina seguía manando jugos con profusión.

Berta llegó al límite de envidia, en cuanto Gero se levantó demasiado y la polla salió con un plop , se la arrebató y ocupó su puesto, Gero me miró con sorna, estaba convencida de que no podía superarla pero quiso animarla para que el shock no fuera tan humillante, me cogió las manos y las llevó sobre las tetas de su hermana, se lo agradecí pues eran tan tiernas y suaves que parecían de seda.

Esto fue contraproducente para el agujero de Berta pues la polla se emocionó de más y se puso tan dura y gruesa que Berta no pudo aguantar, cuando ya estaba confiada porque ya logró meter el glande en su culo y creyó que había superado a su hermana, pero el resto de polla fue un tormento para ella.

Estaba clavada, no bajaba ni subía, le rogó a su hermana que lubricara como fuera tamaña barra y aunque Gero se esforzó en lanzar salivazos al tronco no pudo evitar que el ano se hundiera con mi polla al sentarse de golpe.

Las hermanas se abrazaron frente a mí, las dos sabían que no era fácil pero Gero tenía más aguante y sobre todo más habilidad, Berta no conseguía comprender cómo su hermana pequeña podía aguantar aquella tranca en su culo.

Las premié a las dos, tumbadas en el asiento del sofá, indiferentes a la película de la televisión, con las piernas subidas a la cabeza les lamí los coños al alirón, alternaba de una a otra provocándoles sendos orgasmos que por inesperados no fueron menos placenteros.

Tuve una deferencia especial con Berta y fue a instancia de Gero, cuando me iba a correr lo hice sobre las tetas de Berta, su hermana fue la encargada de agitarme la polla mientras yo estaba de rodillas sobre el pecho de Berta, Gero acarició mi frenillo con habilidad, lamiendo el capullo cuando lo notaba reseco y al notar mis convulsiones apretó la polla desde la punta y la dirigió como una regadera por las tetas de su hermana, las regó ampliamente, sobre todo los pezones, incluso se permitió en apuntar con gran acierto a la boca abierta que mendigaba algo de leche.

Aquella noche fue larga y aprovechada, una vez las dos recibieron su ración de “anal” seguimos con todo el catálogo que le gustaba a Berta, los “orales y normales” se sucedieron, las hermanas se reconciliaron y entre ellas mismas procuraban que no les faltara nada, ni de mi ni de ellas mismas, las dos demostraron una gran complicidad que a partir de ahora prometía ser duradera.

En casa de Mariano la alegría fue total, los dos aprobados a la primera intentona, pronto nos llegarían los permisos de conducir definitivos, Gero quiso que mis conocimiento se ampliaran al tractor y nos divertimos mucho saltando con él por los baches de los peores caminos.

Los días pasaron deprisa, sin esperarlo Juan me avisó que Ignacio ya estaba dispuesto a hacerle el relevo, cuando vino vi que llevaba el coche cargado hasta la “bandera”, venía con intención de quedarse y lo encaminé hacia casa de Juan, el joven había quedado con él que estarían unos días juntos para explicarle todo lo referente al pastoreo, me sentí feliz al saber que el antiguo vagabundo había reencontrado su vida.

Juan me contó también que había organizado la visita de Emilia o Encarna para presentarla a Ignacio, lo dijo con la evidente intención de mostrarle todas sus posibilidades e incluso me invitó por si quería “colaborar” en la presentación, yo decliné aún con dolor de corazón.

No pasaron muchos días cuando recibí una visita verdaderamente inesperada, fue la tarde de un viernes cuando a la puerta aparcó un coche bastante lujoso, no era grande pero era precioso, era un clásico que aun teniendo sus años causaba admiración por donde pasaba.

De momento no reconocí a quien lo conducía, pero al quitarse las gafas de sol descubrí una cara verdaderamente linda, Encarna, la ex de Santi había cambiado como de la noche al día, cuando la conocí, a punto de parir, no estaba en sus mejores momentos y luego después de parida menos todavía, ahora en cambio andaba con una gracia propia de su juventud, con una falda con mucho vuelo y un suéter fino de cuello vuelto que se ceñía a sus pechos todavía rellenos de leche.

  • Hola Paco, ¿a que no me esperabas?
  • Ni en sueños, bueno en sueños sí, la verdad, Jajaja.
  • No seas cumplido pero sí, vengo a verte y a más si quieres.
  • Por favor Encarna, ¿qué van a decir mi familia, cómo me has encontrado?
  • Le pregunté a mi amiga, la secretaria, según me dijo ya os conocéis.
  • No tanto como quisiera, Jajaja, en serio, es muy simpática.

Ana que estaba cerca y Gero también se volvieron sorprendidas, un poco por las palabras de Encarna y un mucho por nombrarles como “mi familia”, a partir de entonces se acercaron y se mostraron mucho más amables con Encarna.

La chica hablaba entusiasmada de sus hijos, habían engordado y crecido mucho desde entonces, sus padres la mimaban y estaban muy contentos, de Santi no dijo ni palabra, no quise tocar el tema por si Berta salía a colación, sus padres no sabían la historia, ni yo quería que se enteraran.

La frase de “más si quieres” se aclaró cuando me dijo que venía para rogarme que fuera a su casa, su padre me necesitaba para consultarme sobre el tema de las viñas, parecía que era un gran terrateniente pero hasta ahora sólo cultivaba cereales y quería dedicar una serie de terrenos a la viña, no pretendía montar una bodega pero quería consejo sobre qué variedad de uva era más interesante.

Yo había estudiado en teoría cuales eran las variedades mejores y más comerciales pero Mariano, mientras las mujeres hablaban de los niños, me explicó que influía mucho la calidad de la tierra, me contó la diferencia del PH y muchas cosas más y con tanta información valiosa acepté irme con Encarna unos días a su casa.

De vuelta me contó la vida que llevaba, sus pequeños ocupaban la mayor parte del día, su madre la ayudaba bastante pero como era una mujer muy severa no la dejaba ni a sol ni asombra, la chica se aburría mucho ya que en su casa estaba como en una jaula de oro.

Una vez que me puso al día de las rarezas de su madre y de las aficiones de su padre, me contó sobre su vida, el tema de su marido estaba en manos de abogados, su familia no era partidaria de separaciones, eran de la teoría de “casados hasta que Dios os separe” pero ella no quería ni verlo, parecía que al fin habían transigido, aunque con muchas reticencias.

No tardó en sacar la conversación de la noche que estuve cuidándola, me contó que había oído a Cari, contándome sus problemas familiares y cuando ésta se durmió quiso “premiarme” por mi ayuda, le confesé que me hizo una de las mejores pajas que había recibido y sobre todo con el morbo de tener a Cari durmiendo pegada a mí, le “recriminé” en broma, que me hiciera eyacular salpicando de leche la mano de Cari, ésta al parecer no se enteró, pero por lo que me dijo después, todavía le olía la mano a semen cuando se despertó.

  • Me gustó mucho tu detalle al invitarme con tu leche, tus tetas parecían una fuente, estaba deliciosa.
  • Casi igual que la tuya, mi mano estaba tan impregnada de semen que la estuve relamiendo mucho rato, aún cuando tú ya te habías dormido,
  • Espero saborearla alguna otra vez más, antes de que dejes de amamantar.
  • Eso no es problema, busca un buen lugar tranquilo, a mí también me apetece que me invites a saborear la tuya.
  • Está bien, ve hacia aquel bosquecillo de cipreses, allí no nos molestarán.
  • Claro, es un cementerio…
  • Mejor todavía, estaremos más tranquilos.

Continuará.

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Gracias...