El vagabundo

Esta es una historia de la no historia, ocurre y nadie la ve jamas, quizas si cerramos los ojos nunca ocurrio, por eso es que me decido a publicarla.

Diario de un Vagabundo

Despierto con la seguridad de que alguien me espía, pero solo es la luna, que se aleja por un costado de la catedral para dejar paso al sol, al que doy la bienvenida por que la noche fue realmente fría, salgo corriendo por la calle de "Degollado", aunque creo que el nombre completo es "Calle de los santos degollados", pero es algo de lo que no tengo tiempo para pensar, pues si no llego temprano al Adolfo López Mateos los comerciantes llevan la mercancía podrida a la basura, de donde los buenazos del Ayuntamiento no me dejan sacar nada de los botes. El día de hoy creo que tuve buena suerte, unos cuantos jitomates MUY maduros y fruta diversa, a la gente que me ve comer le he de parecer grotesco, con mi ropa sucia, arrinconado en un local que aun no abren, comiendo fruta del día anterior, mucha gente no soporta verme comer los gusanos de mi almuerzo, pero hey!, que tiene de malo, además se comieron los vegetales, ¿o no?, entonces deben de estar nutritivos... demonios, alguien ya aviso a los polis que estoy aquí de nuevo, la ultima vez me dieron una tunda y me cortaron el pelo, mejor me pinto de colores, pues hoy no quiero dormir en la congeladora, bonita manera de empezar el día, y aun no dan las 7.

Me lavo la cara con agua de lluvia, pero no esta muy fresca que digamos, pues es la que barren de los techos "coloniales" del centro, hago esto para quitarme los restos de comida de mi boca, de la ropa ya nada se puede hacer, hecho esto me dispongo a chambear; En la Catedral han dado las 9, pero no puedo pasar a pedirle a la virgen por que hoy vaya bien en el negocio pues no haría mas que asustar a los buenos feligreses que rezan por cosas mas puras que las mías.

Mis lugares preferidos es en los cruceros de la Av. Morelos, en las esquinas finjo (el día de hoy me toco de loco), así que asusto a las mamás que por la mañana llevan a sus bebitos al kinder en el parque "Revo" , pongo una cara de maniaco, que a decir verdad me queda muy bien, modestia parte: solo dejo mi boca abierta, y muestro los pocos dientes que aun viven en mi boca, como soldados de mil batallas, algunos ya están por caerse y todos están entre amarillo oscuro y negro, me divierte un poco ver la cara de escándalo de las señoras y el rostro sorprendido de los mocosos, que nunca habían visto las consecuencias de la pobreza extrema, cuando se reponen un poco digo con la voz mas lenta que puedo "Atole... peso... para... atole", generalmente me toman por idiota y eso me garantiza unos $5.00, y si alguna se le ocurre gritarme, en esos me pongo a jalarme los cabellos y grito como si mi hubieran pegado, hasta que la agresora le remuerde la conciencia y abandona la contienda.

A pesar de ser miércoles la gente se vio bondadosa, 30 pesos, nunca me va tan bien este día, pero ya son las doce, medio día, el sol en lo alto, cuanto calor, me tranquiliza oír las monedas dentro de mi bolsillo, pero necesito tomar agua, así que voy al zócalo, pero a los bebederos les rompieron las llaves y no puedo tomar de ahí, comenzaba a pensar que tendría que sacrificar algunas de las ganancias del día en comprar algo de agua cuando me veo rodeado de campesinos sin trabajo, los conocidos por cargada, a sabiendas de que puedo sacar provecho de ahí me espero, el tipo de enfrente habla de puras utopías, las cuales debemos alabar, no se ni de que partido es, en realidad, lo único que hago durante 2hrs es el coro de lo tipos acarreados a este mitin, una vez que el tipo se baja, sus achichincles corren a repartir despensas y jugos tibios, me apaño un par de bolsas y su contenido desaparece en pocos minutos, de reojo veo el comer de los acarreados, tranquilo, metódico, como si no tuvieran el hambre que se que tienen, pero supongo que así son ellos, solo los niños no ocultan su apetito y felices devoran sus tortas de frijoles.

Ahora tengo 60 pesos, ¡soy rico!, pero solo por que recurrí al método de intimidación, me subí a una de las rutas que van para la Selva, y puse una cara de serio y una voz llena de malicia: "Por favor, unas monedas que no afecten su presupuesto, entiendan que prefiero pedir que robar" , esto siempre funciona, y nunca faltan las monedas. Con esta nueva fortuna voy a una ferretería, con unos pesos compro estopa y thiner, el tendero sabe los que pienso hacer con esto, y aun así me pregunta "¿Onde lo vas a usar?", le respondo que para pintar una barda, estoy seguro que no me cree, pero nada hace para desmentirme, segundos antes de entrar al Melchor Ocampo, uno de los parquecitos mas monos de Cuernavaca, con el único objeto de drogarme a gusto dentro me entro una idea, al fin y al cabo tenia dinero, por que no mejor iba al cine este día, luego recordé que mis ropas podrían apestar toda la sala, por lo que mejor entre en esa vegetación.

Primero se siente feo, como si te prendieran fuego por dentro, te lloran los ojos y tu nariz se bloquea, pero como a la cuarta inhalación esto desaparece, y la verdad me alegra estar aquí durante el atardecer, ya que el thiner hace que las cosas reflejen el fulgor del sol con diferentes tonos, las hojas susurran palabras de aliento y el riachuelo artificial me arrulla con su canto, todo el parque me dice que aquí es seguro y puedo descansar, y creo que puedo confiar en ellos, así estoy lejos de los parientes de mi esposa muerta por no tener para el medicamento, de mis hijos que disfrazados de payasos viajan de ruta en ruta sacando lo de su comida diaria, lejos del hogar que perdí cuando ya no pude pagar la renta, muy lejos de todo, me recuesto en una banca y viajo en el hermoso paraíso del inhalante y el bosque, mi mundo particular, mundo fantasía de realidades que nadie mas ve.

La lluvia me saca de mi ensueño, ¿cuanto tiempo estuve dormido?, mis doloridos ojos me dicen que ya es muy tarde, pues la luna ya esta en lo alto avisándome que debo de apurarme o pronto las nubes le impedirán iluminarme mi camino al lugar donde voy a dormir hoy , por fortuna que soy rápido y me acurruco en un estacionamiento techado, con la única compañía de mis harapos, y la escasa protección de unos periódicos viejos, mientras me preparo para dormir me doy cuenta de que en realidad este lugar es muy bello, solo tiene un problema... yo, así que duermo esperando que el frió me aniquile y muera tranquilo librando a mi ciudad de su carga inútil.

El sol me despierta, por encima de un edificio sus rayos me calientan la mejilla, bueno, creo que hoy no me tocaba después de todo, será mejor que vaya a ver que pesco hoy en el mercado.