El uro y la cobra

Las ambiciones y su anhelo al trono de su padre, han llevado a Kratos a tirar de un remo en galeras, pero su prima, quien descubrió su traición, aún pretende hacerle pagar mucho más caro...

Entre crujidos y vaivenes, suave y lentamente, rompiendo la espuma de las olas, se mecía la hermosa galera del Emperador. Hyudus, el soberano más poderoso, reposaba tranquilamente en su asiento, ocupándose de sus asuntos y disfrutando del apacible viaje… para él. Para los galeotos, remeros forzados, la travesía no era tan agradable… en especial para uno de ellos. Kratos. Era el hijo adoptivo del emperador, un hombre fuerte, orgulloso, y ambicioso… y sus ambiciones le habían llevado a tirar de un remo, aunque él hubiera preferido que le llevaran al trono imperial… un escollo se había interpuesto en sus planes y dado al traste con ellos. Un escollo llamado Prima Bela.

Prima era sobrina legítima del emperador Hyudus, y no era un secreto para nadie que estaba colada por Kratos desde la niñez de ambos. Había quien decía que no sabía qué le había podido ver a un hombre que realmente, no era muy agraciado… tenía la cabeza redonda como un balón, y su pelo ralo castaño estaba peinado de forma que sólo se acentuaba más; su nariz ganchuda era bastante grande, y a pesar de su entrenamiento militar, no es que estuviese demasiado bien formado, pero era bestia como él solo, capaz de dar golpes que tumbarían una pared… entre sus hombres, se había ganado el mote de Uro, y aunque no le gustaba demasiado el tener por símil a un animal cornudo, como de momento no estaba casado, no era tampoco excesivamente importante… Sin embargo, pese a ser de carácter ególatra y difícil, pese a ser no muy agraciado, pese a todo, Prima le seguía considerando el hombre más seductor de la tierra… no es que le gustase, es que lo adoraba. Ella sólo veía hermosura en su rostro y su cuerpo… si bien tenía una curiosa manera de demostrarlo.

La joven se había criado con él desde que ambos eran muy pequeños, y muchos pensaban que sin duda por haberse habituado a él, le veía guapo y apetecible… por lo demás, Prima era muy juiciosa…. Y había aprendido bastante bien de las mañas de su primo, incluso más que él mismo. Astuta, cínica, sarcástica y cruel, a pesar de ser también soldado, había convertido su lengua en una espada mucho más afilada, y su cerebro en el arma de destrucción más poderosa que imaginarse pueda. Igual que su primo, también ella tenía un nombre particular, si bien éste le había sido otorgado por su propio pariente por el cual languidecía… él había querido que fuese un insulto, pero para ella fue motivo de orgullo… "Eres una serpiente venenosa" le dijo en una ocasión, teniendo trece años y ella once, en que le pescó mascando tabaco a escondidas. Le chantajeó durante dos semanas, y finalmente le delató de todas maneras, haciendo creer a su tío el emperador que Kratos la había obligado a ella también a mascar tabaco y la había amenazado para que no contase nada… su primo se llevó una azotaina y un buen castigo, y a ella la consolaron y compensaron con regalos. Desde entonces, Prima Bela era la Cobra.

Ahora, le había hecho una jugadita muy similar, pensó Kratos lleno de rabia furiosa mientras tiraba del remo y el sudor le empapaba de arriba abajo… él había querido derrocar de una vez por todas a Hyudus, su padre, para ocupar el trono imperial. Ella había simulado apoyarle, o lo había hecho realmente, hasta que a alguno de sus hombres se le había escapado que nada más sentarse en el trono, iba a contraer matrimonio con una joven princesa que había sido prometida a Hyudus. Es cierto que la joven tenía apenas veinte años mientras el Emperador tenía ya cincuenta… cumplidos hacía algunos años, pero aún era más que capaz de engendrar hijos. Fuera como fuese, aquél detalle del casamiento, no le cayó nada bien a Prima, y más sabiendo que la princesa era mucho más hermosa que ella. De modo que fingió no saber nada del himeneo, simuló estar de acuerdo en todo con los planes de su primo, y aún le dio valiosos consejos, como hacía siempre. Kratos hubiera desconfiado antes de su madre, de haberla conocido, que de su prima, por muy serpiente que fuese…. Por mucho cinismo que emplease con él, por mucho que ironizase contra él día y noche… pensaba que estaba a salvo por la debilidad que ella sentía por él. Efectivamente, Kratos podía ser fuerte, pero su inteligencia, no era tan aguda como le gustaba presumir.

Cuando llegó la hora de la verdad y se presentaron en el cuarto del Emperador, llegó la bomba. Siete hombres, contando a Kratos y Prima, irrumpieron en los aposentos imperiales. Kratos, lleno de gozo conminó a Hyudus a que se rindiera y depusiera el trono…

-Para eso, vas a tener que arrebatármelo tú por la fuerza. – contestó el emperador.

-¿No te parece que eres un poco arrojado….? ¿Tú solo contra siete? – sonrió su hijo.

-No, Kratos… TÚ solo contra siete. – replicó Hyudus. Sonrió. Y su sonrisa se ensanchó más y más, mientras la expresión de Kratos pasaba de la seguridad al desconcierto, y luego a la sorpresa más franca y desagradable cuando vio que sus hombres le miraban a él con gesto adusto, en lugar de al Emperador. Y su boca se abrió de estupor cuando su prima le sonrió falsamente y se colocó junto a Hyudus, que la besó en la mejilla. – Al menos, me queda alguien en quien puedo confiar en ésta familia… y para ella, será el Imperio cuando yo falte.

-No hay ninguna prisa, tiíto. – remató Prima, mirando a Kratos con sonrisa triunfal.

Eso había sucedido dos semanas atrás. Dos semanas apaleando sardinas, bajo el achicharrante sol, durmiendo apiñado con otros cien matados como él, torturado por las agujetas y los latigazos del mayoral, y con los oídos atronados por el tambor que marcaba el ritmo de remada… y aún podía tener suerte de haber sido destinado a la galera del Emperador, que era una nave diplomática que nunca tendría que verse envuelta en un combate… Pero eso, no era lo peor. Lo peor, era Prima. No sólo estaba también embarcada en la nave junto a su padre, sino que parecía haber hecho amistad con el mayoral de los esclavos y le gustaba pasearse entre los galeotos… Era la primera vez en años que Kratos veía a su prima sin la coraza y las ropas militares que habitualmente usaba…. Y resultó que el relieve de su protector pectoral, era verdadero… Prima tenía pechos de verdad… ¡dos! Siempre había llevado el cabello recogido en una redecilla para que no le molestase, y lo cierto es que lo tenía bastante corto, en la línea de la mandíbula… pero tenía cabellos, cabellos que se movían cuando la brisa los mecía. Y su piel, aunque tenía cicatrices por las batallas que había vivido, podía parecer suave y tentadora cuando el sol la iluminaba al pasearse ella de arriba abajo por la nave…

Kratos la miraba con odio cuando hacía aquello… porque al ser la única mujer a bordo, no importaba si realmente no estaba de muy buen ver, todos los "pasajeros" la devoraban con la mirada como si fuera la misma Venus, desde el tambor, hasta el último de los galeotos. Eso le daba cien patadas, era como echarle en cara lo que había tenido frente a él desde siempre y no había sabido apreciar… de hecho, ni siquiera había visto. Para él, la feminidad de Prima, había sido algo similar a la de un pececito de colores: no tenía por qué darse cuenta de ella. Pero ahora, esa misma feminidad le estaba abofeteando día y noche… No soportaba el modo en que se contoneaba, pero menos aún, el modo en que los demás la miraban… Y menos que ninguna otra cosa, que cada vez que se le antojaba, le dedicaba algún comentario que ella creía gracioso…. "¿Disfrutando de la travesía, primo…..? Qué brazos tan fuertes se te van a poner con tan sano ejercicio…. No te olvides de untarte crema para el sol….", y lo hacía con esa vocecita sensual que parecía haber aprendido a poner desde que estaba en el barco…. A veces incluso se agachaba hasta ponerse en cuclillas para poner la cabeza casi a su altura para hablar con él, y cuando lo hacía, como ahora llevaba esos vestidos femeninos, dejaba aposta el escote al nivel de su nariz para que él la mirase… o se hacía a un lado la túnica para que le viera bien los muslos… él y TODA LA FILA de remeros, que se la comían con los ojos… ¡desvergonzada…! Si no estuviera encadenado al remo, Kratos le iba a enseñar un par de cosas, a ella por calientacascos, y a todos los demás por mirar donde no debían.

En eso estaba pensando, cuando oyó el sonido de unos tacones que le resultaron familiares. Prima se acercaba. Antes nunca había usado tacones, sólo las sandalias milicianas normales… la primera vez que la vio con aquellas sandalias de chica cuyas elegantes tiras negras subían por sus pantorrillas abrazándolas como amantes… Kratos casi se partió de risa, porque ella apenas sabía andar con eso. Prima le miró enfurruñada y le hizo un gesto al mayoral, que le sacudió a Kratos un latigazo que le estuvo ardiendo cuatro días. Pero ahora, Prima no sólo sabía andar de maravilla con esos tacones, sino que se contoneaba como una bailarina oriental, como si en toda su vida no hubiera hecho otra cosa… El sonido rítmico y lento de los pies acercándose a él, venía acompañado por el olor a flores que desprendía la joven. Antes, no había olido mal nunca, pero nunca había usado tantísimo perfume… el aroma se acercó más a él, y de pronto, el sol se eclipsó. Una fresca sombra cayó sobre la piel de Kratos, y éste supo que había llegado su ración de sarcasmo diaria. Se volvió hacia su prima con una falsa sonrisa en los labios.

-¿Qué tal, primito….? – dijo ella, muy alegre. - ¿Sabes que puedes estar orgulloso de ti mismo….? Tú pretendías el trono imperial, y es cierto que no lo has conseguido… pero has conseguido un asiento de todos modos, que es casi lo mismo… ¿no te parece?

"Me parece que si pudiera, te estrangulaba con mis propias manos…." Pensó Kratos, pero moderó su respuesta ligeramente:

-¡Sí, tienes razón…! – sonrió, apretando los dientes – Y quién sabe, quizá algún día lo consiga de todos modos… independientemente de por encima de quién tenga que pasar para ello…

-Así me gusta, que seas optimista… porque la esperanza, es lo último que se pierde… en tu caso, poco más te queda. – Como otros días, Prima se acuclilló frente a él, llevando en sus manos la fusta, y sus compañeros de remada no disimularon en absoluto: todos se volvieron a contemplar aquéllos hermosos muslos, fuertes, duros… quizá más de guerrero que de cortesana, sí, pero lo que había entre ellos, era lo que importaba, y aunque no se veía, se adivinaba. Kratos se sintió avergonzado de sus propios deseos y reprimió el impulso de ponerse a repartir collejas entre los mirones… ¡que era su prima, un poquitín de formas…! – aunque quizá….

-¿Qué, quizá qué? – a Kratos, cualquier cosa que pudiese librarle de seguir encadenado a aquél remo una sola hora más, le parecería bien, aunque fuese limpiar los retretes de la unidad de enfermedades estomacales del hospital de milicias.

-Bueno… ¿no vas a felicitarme, Kratitos….? Hoy es mi cumpleaños… - el citado intentó ignorar los susurros de "¿¿¿Kratitos???" que surgían a su alrededor y le deseó a su prima un feliz cumpleaños, sin entender qué tenía que ver eso con un quizás… - ¿A que no sabes qué me ha regalado tu padre y mi tío, el emperador….? – Kratos negó con la cabeza, visiblemente interesado, mientras ella acercaba su cara a la de él – La gracia para un esclavo… el que yo desee… - susurró. A su primo le pareció que oía música celestial…

-Prima… oh, Bela, estás en todo… ¡sabía que no me dejarías pudrirme aquí! – sonrió, esta vez francamente. Prima acercó más aún su rostro, de modo que su pequeña nariz respingona casi tocaba su narigón ganchudo.

-¿Estás contento conmigo….?

-¡Muchísimo!

-Pues es una pena que haya decidido liberar a otro… - Prima dejó su boca a menos de un milímetro de la de Kratos. Antes de que éste pudiera preguntar, ella ya se había enderezado y señaló a otro hombre, una fila por delante de su primo. – Liberad a ése.

-¿Pero… pero…. PERO??? – protestó Kratos, pero ella ni siquiera se volvió a mirarle. Conteniendo la risa, se marchó con el mayoral y el esclavo al que había liberado, un hombre alto y rubio, mucho más guapo que Kratos… aunque, haciendo honor a la verdad, para eso, no era preciso buscar mucho.

-Quedas libre a partir de éste momento – dijo la joven al esclavo apenas se habían alejado unos pasos, sólo lo suficiente para que Kratos no se enterase de la conversación, pero los viese perfectamente. El mayoral estaba junto a ellos, de espaldas, para seguir vigilando a los galeotos – Te serán concedidas 20 hectáreas de tierra fértil para su explotación a perpetuidad, para ti y tus hijos…

-Mi señora… ¡podría besaros! – manifestó espontáneamente el remero.

-…JUSTO con ésa condición – sonrió Prima, y continuó de inmediato. – Desde luego, es una petición tan sólo, no una orden, si prefieres no hacerlo, no importa y nuestro trato sigue en pie, y no es preciso que sea en la boca, si te da asco, basta que sea en la cara, y ni siquiera tiene que ser un beso largo, sólo... ¡¿Mmmmmm!? Mmmmmh…. – El esclavo hizo callar a Prima besándola en los labios mientras la apretaba junto a él. En un principio, ella se sorprendió tanto que casi dejó caer la fusta de las manos, nunca había provocado semejante reacción en un hombre y no se tenía por una mujer especialmente bonita o atrayente… pero fuera por agradecimiento o por cualquier otro motivo, aquél esclavo incluso se inclinó sobre ella, de modo que la tenía completamente en sus brazos mientras su boca devoraba la de ella… Prima se dejó llevar y devolvió el beso, con los ojos cerrados, imaginando que era Kratos a quien estaba abrazando…

-¿Lo hice bien? – preguntó el remero cuando por fin la soltó, suavemente.

-Fuuuuuuuuuuuuuuuuh….. – sonrió ella, abanicándose con una mano. – Mejor, que sean cuarenta hectáreas. ¿Ha mirado? – preguntó por un rabillo de la boca al mayoral?

-Está…. Mordiendo el remo, princesa…

-Perfecto… - susurró, sonriente, acariciando el mango de la fusta - ¿Cuándo termina el turno de mi primo…?

-Dentro de cuatro horas.

-Muy bien… cuando acabe su turno, lo traes a mi camarote… y que se traiga el aceite… de dar masajes.

El capataz asintió y pensó que quizá fuera buena idea poner cera a calentar para tapar esa noche los oídos de todos los hombres de a bordo…

-¿Me has hecho venir para humillarme más todavía? – Preguntó Kratos cuando lo llevaron a los aposentos de su prima, apenas se cerró la puerta y el soldado que le custodiaba se marchó.

-Sí. – admitió ella y Kratos pensó que más le hubiera valido tener la boca cerrada. Prima se levantó de la silla. No llevaba los tacones, porque con las plataformas que llevaban, sería severamente más alta que él, y eso la incomodaba… y no necesita ser más alta para dominarle. Llevaba una túnica de suave seda que se cerraba en un lado de su cintura, pero dejaba aberturas a los costados, de modo que sus piernas quedaban al descubierto. Los pezones que se adivinaban bajo la tela, dejaban claro que bajo ella, sólo estaba ya la piel… Kratos se sintió violento. Intuía lo que su prima pretendía hacer con él y… no es que le molestase, pero no le gustaba la idea de ser el cazado en lugar del cazador. Le hacía sentirse avergonzado y vulnerable, y eso le ponía incómodo.

Prima se acercó a él, caminando sensualmente "puede contonearse incluso sin tacones… ¿dónde ha aprendido a hacer eso?". Le estaba devorando con la mirada. Sus ojos le recorrían de arriba abajo, sin ninguna prisa, sin ningún pudor… su boca estaba ligeramente entornada, y él podía sentir cómo el corazón de ella palpitaba rápidamente… no era la primera vez que le miraba tan descaradamente, comiéndosele con los ojos… pero cuando él todavía era poderoso, podía permitirse no darse por enterado de esas miradas, y… no hacían el mismo efecto por parte de una chica vestida con coraza y faldilla miliciana. Y en tercer lugar, le gustaba sentir esas miradas… los ojos de ella atravesando la ropa y quemándole la piel, deseándole ardientemente… esas miradas eran una inyección de autoestima mejor que una ovación multitudinaria… si él accedía a los deseos de ella, sin duda ya no le miraría de esa forma tan animal y deseosa… porque él ya le habría calmado su deseo.

Antes, cuando ella lo miraba devorándole, como ahora, a él le bastaba con sostenerle la mirada con frialdad, como si no entendiera qué quería ella decir. En pocos segundos, ella apartaba los ojos con intensa frustración, pero eso, ahora, no le valía… ni él podía dejar de comprender, ni ella iba a apartar la mirada. Ya no era su superior, sólo un esclavo… Cuando finalmente ella tocó con sus dedos el hombro desnudo de Kratos, éste intentó retener un escalofrío, y fue él quien se vio incapaz de seguir soportando el terrible fuego que despedían aquellos ojos violetas, y desvió la mirada.

-Vas a ser mío esta noche, querido primo Kratos… - susurró sensualmente la joven – tu cuerpo, es mi regalo de cumpleaños… Si lo haces bien, si quedo contenta… tal vez seas liberado del remo. Si no… mañana, lo que quede de ti, estará de nuevo encadenado al remo, pero esta vez, para siempre. – Su primo abrió los ojos desmesuradamente, ¿si le hacía el amor, quedaría libre? ¡Eso estaba hecho! – Túmbate en la cama boca arriba, y abre bien las piernas. – Prima acarició el mango de la fusta, que no tenía látigo ya, y lo untó de aceite…. Eso, no estaba hecho.

-Prima… ¿qué… qué pretendes….?

-Obedece, Kratos, o te hago encadenar ya mismo y me traigo aquí al otro al que liberé… no, mejor aún, me hago traer primero al esclavo, te dejo verlo, y luego, hago que vuelvan a encadenarte. ¿Quieres….?

Haciendo de tripas corazón, Kratos se tumbó en la cama y abrió las piernas. Notaba su cara arder, no, no podía ser que fuese a suceder algo semejante… Prima se acercó a él y le acarició el pecho. Su mano hervía y Kratos dejó escapar un suspiro y sus rodillas temblaron cuando la mano de ella bajó decididamente por su vientre, haciendo cosquillas y llegó al calzón de cuero, única prenda con la que él se cubría. Sin vacilar, tiró de él y se lo quitó. La joven dedicó tal mirada a su hombría, que Kratos estuvo tentado de cubrirse con las manos y hacerse un ovillo en la cama… no había derecho, se sentía tan tímido… ¿no podía haberle tocado en suerte que la chica que se enamorase de él, fuese un poquito más femenina….? Prima acarició el pene ligeramente con los dedos, mientras el miembro iba reaccionando con rapidez, y su propietario empezaba a no encontrar aquello tan desagradable… la sensación de cosquilleo que le recorría el cuerpo hacía que se le escapase la sonrisa… hacía muchos días que no sentía nada tan agradable, y menos por ahí abajo… se dejó hacer, disfrutando de la sensación…

Prima detuvo de pronto sus caricias y se enderezó. Sosteniendo la mirada de Kratos, llevó su mano al cordón que le cerraba la túnica y dio un tirón de él. El cordón salió suavemente de su sitio, y la túnica quedó floja sobre su cuerpo, suelta… La joven movió ligeramente los hombros, y la tela se escurrió hasta el suelo, dejándola desnuda por completo. Kratos no supo ni qué cara poner. Los pechos de ella, de pezones erectos, nunca habían parecido tan grandes, ni tan incitadores… hasta entonces, sólo habían sido una parte de la armadura; ahora parecían suplicar que alguien los apretujara, amasara y hundiera entre ellos su cabeza… u otra cosa. Prima tenía caderas, tenía cintura… y sobre todo, tenía… no, no era lo que tenía, era lo que no tenía… pero nunca una carencia de algo, había significado tanto… tanta belleza, tanto deseo, tantas ganas…. Y además, la muy… se había depilado por completo, lo había hecho aposta para que él la observase sin impedimentos… aquella graciosa rajita que había entre sus piernas parecía llamarlo… Pero ella sonrió con maldad.

-Agárrate las piernas por las corvas y mantenlas abiertas. – ordenó. De haber estado con la mente un poco más clara, quizá Kratos hubiera protestado, pero en aquél momento, la visión de su prima desnuda y voluptuosa se había apoderado de él… La joven se arrodilló en la cama, frente a Kratos, y empezó a acariciar con una mano los testículos de éste, que respingó de placer… mientras con la otra mano, empezó a acercar el mango engrasado de la fusta hacia su ano. Sólo cuando empezó a presionar, volvió él a la realidad.

-¡No…. No, por ahí no….! – suplicó desmayadamente, debatiéndose entre el placer que sentía y el dolor que sentiría – Por favor…. Prima, eso no… eso no….

-Qué guapísimo estás cuando suplicas – la voz de ella era tan grave que Kratos apenas podía reconocerla… sólo entonces pensó que tal vez, sí que debió habérsela tirado por las buenas, cuando tuvo su oportunidad y ella lo pedía amablemente… y quizás ahora, no estaría tan desbocada. – sigue suplicando, Kratitos… sigue rogando mientras te abro el culo… vas a ver lo muchísimo que va a gustarte… ya verás, después querrás hacerlo siempre…

Kratos supo que no había escapatoria… ¡Su prima iba a violarle…! Estuvo tentado de pedir socorro, pero en primera, nadie iba a ayudar a un esclavo, y en segunda, menudo choteo si le veía alguien siendo enculado por una chica… Su ano se resistía… a pesar de estar lleno de aceite, inconscientemente, apretaba, intentaba defenderse contra el invasor… Su prima movía el cabezal del mango en círculos, excitándole, presionando… empujando cuidadosamente… finalmente, la presión empezó a ceder… quizá fuera por el placer y el deseo que sentía, pero el agujerito de Kratos comenzó a abandonar la resistencia, a relajarse, Prima empujó un poco más y…

-¡Auyyyyyh…..! – gemió él en voz tan baja como pudo… porque sabía que por bien acondicionado que estuviera el barco, se oía todo….

-¡Ha entrado! – se maravilló la joven. - ¡Lo tienes dentro de tu culo….! ¿Te gusta, primito…? ¿Te da placer estar empalado….?

Kratos no podía ni hablar… dolía…. Era como si… como si tuviera unas terribles ganas de evacuar, pero no pudiera hacerlo…. Era una tortura… pero entonces, su prima empezó a mover lentamente el mango dentro de él, en círculos pequeñitos, y él tembló violentamente, y ya no fue de dolor. Pudo notar que su pene, antes medio caído por el dolor y la vergüenza, se elevaba poderosamente de placer.

-¡Vaya lo que hemos encontrado…! – dijo la joven, alborozada al ver la reacción – Parece que esto sí te gusta…. Anda, pídeme más… pídeme que continúe… - Kratos no lo veía desde su postura, pero Prima manejaba el mango de fusta con una sola mano, con la otra se estaba acariciando suavemente el pubis, húmedo ya, y sus dedos se dirigían hacia su clítoris, rosado y hambriento.

Kratos tiritaba. Intentaba mirar hacia abajo para ver lo que sucedía, pero sólo podía ver su polla erecta, terriblemente erecta, y el movimiento del brazo de su prima, haciendo círculos e iniciando un suave mete-saca que le dolía a la vez que le gustaba… el olor a sexo inundaba el camarote, que se mecía suavemente en el agua… hubiera dado cualquier cosa por que su prima le montara, o le masturbara… o le dejara hacerlo a él mismo, pero tenía que sujetarse las piernas… se sentía humillado, pero la verdad que era una humillación tan placentera… que podía pasar por ella. Con reparos, desde luego… pero podía soportarla…

-Oh… qué lindo estás con esa carita de "no sé qué hacer; me duele pero también me gusta"…. – jadeó Prima. – No… no aguanto más… - Kratos pensó que por fin su pene iba a llevarse su parte en la fiesta, pero se equivocaba de medio a medio… Su prima se dejó recostar sobre la cama y dirigió el extremo libre del mango con el que le penetraba, a su propio sexo húmedo y empezó a penetrarse con él. Las piernas de la joven se colocaron en sus costados, dándole un calor maravilloso, y permitiéndole ver cómo se estremecía con cada movimiento que hacía… ella estaba gozando, gemía y se convulsionaba… disfrutaba… pero no gracias a él. Kratos sólo sostenía la falsa verga con la que ella se divertía, y a él sopitas…

-¿Porqué… porqué me haces esto….? – preguntó él con vocecita desmayada, en parte por el placer que se agolpaba en su ano, y en parte por parecer humilde y buenecito… - ¿Porqué usas el mango….? Si yo estoy aquí… ¿Por qué no me usas a mí…..?

-Ah… te molesta… - rió Prima – Me alegro… yo… yo también estaba ahí… antes… Siempre he estado ahí, contigo, para ti… mmmmh…. Pero tú nunca… te quisiste dar cuenta de ello…. ¡Y estuviste a punto de casarte con otra, cuando YO ESTABA AHÍ! – dio un caderazo más fuerte, de modo que el mango se clavó más aún en las entrañas de Kratos, que ahogó un grito de dolor y placer…

-¡No, por favor….! – rogó él – No…. No tan brusco… auh… Lo… lo siento, Prima… de veras… no lo hubiera hecho, en realidad no lo hubiera hecho… perdóname… pero… no me tortures más… te deseo…

-¿Y cuánto te deseé yo….? – susurró, imperturbable – ahora, te aguantas…. Haaah… - la excitación de Prima Bela crecía sin parar, y más aún oyendo suplicar perdón a Kratos… empezó a acelerar sus movimientos sin poder contenerse. Su primo se quejó, le gustaba, pero también le hacía daño… pero ella no podía detenerse. Desde su postura, Kratos pudo ver las piernas de su prima moverse y temblar, mientras ella iba subiendo al clímax… la joven gemía cada vez más declaradamente… él no podía verlo, pero sus pechos se bamboleaban a cada embestida, y ella se los agarraba con la mano, mientras con la otra se cosquilleaba el clítoris… sus movimientos hacían que la penetración fuera más profunda cada vez, de modo que los cuerpos de ambos casi llegaban a juntarse por las nalgas… Kratos se sentía destrozado por dentro, pero los gemidos que emitía su prima le quemaban los oídos de excitación, y algo en su interior se removía ferozmente… su ano se contraía, adaptándose a lo que le exigían tan duramente, pero devolviendo a cambio un placer indescriptible.

Las piernas de Prima empezaron a convulsionar, sus pies se elevaron ligeramente y sus movimientos de caderas se hicieron más rápidos y casi frenéticos. Los gemidos se convirtieron en gritos y finalmente, se puso tensa y su cuerpo fue un puro aullido de gozo orgiástico… los temblores que la acometieron se comunicaron a Kratos, que se sintió torturado y maltratado, pero también indeciblemente cachondo y lleno de deseo… ¡quería que ella se corriese así, pero con él dentro! Los gritos de Prima volvieron a bajar de tono y quedó laxa sobre la cama, gimiendo dulcemente, más bajito cada vez… estaba satisfecha. ¡Pero él no! Kratos no sólo seguía erecto como un mástil, sino que aún tenía el mango de fusta dentro de su torturado ano…. Pensaba que al quedarse quieta por fin, la molestia cesaría, pero ocurría lo contrario… al tener el mango en su interior totalmente quieto, el sufrimiento era mayor, tenía fuego, verdadero fuego en las entrañas… por favor, por favor, que se apiadase de él… iba a estallar…

Quizá sólo fue un minuto, pero para él, duró una eternidad. Prima se recobró de su orgasmo y se enderezó, sentada sobre la cama, sonriendo a Kratos pícaramente. Lentamente, muy lentamente, empezó a sacar el mango del culo de su primo. Él apretó los dientes y aguantó… cuando ya casi estaba fuera, volvió a girarlo dentro de él, y finalmente lo sacó. Le había hecho ver las estrellas… pero estaba fuera… el alivio que sentía casi le hacía tener ganas de dormir, pero una parte de su cuerpo se negaba taxativamente a relajarse.

-No te pregunto si te ha gustado, porque es evidente que sí… - dijo Prima sensualmente, mirando la verga erecta de su compañero. – Suéltate las piernas.

Kratos obedeció con un suspiro de gozo, estaba agotado… Pero ella iba a seguir con la fiesta. Afortunadamente, parecía que iba a divertirse ahora con su polla, ¡al fin iba a poder descargarse…! Prima gateó coquetamente sobre él, y éste pensó con ilusión que iba a montarle… pero de nuevo, se coló. Ligeramente. La joven se colocó sobre él, de rodillas, y se acarició lentamente con su miembro, produciendo verdadero dolor en su polla, ansiosa por reventar… y sin previo aviso, se empaló de golpe.

Kratos ahogó un grito de pasión, ¡qué placer le inundó…! Una sonrisa cachonda descolgó su rostro, y puso los ojos en blanco… inconscientemente, dirigió sus manos a las caderas de ella para moverla, pero su prima estaba perfectamente quieta. Le miraba con suficiencia, y sin levantarse lo más mínimo, estiró las piernas hacia delante, quedando literalmente sentada sobre él. Pero quieta. Kratos suplicó con la mirada, sus piernas temblaban… estaba ardiendo, el calor en torno a su cuerpo era maravilloso… pero torturador, él quería moverse, quería taladrar, bombear… ¿porqué, porqué no se movía aunque sólo fuera un poquitín….?

-Así…. – dijo ella – quieto un ratito… quiero tenerla así un rato… quiero que sea mía, que disfrutes y que sufras a la vez… mmmh… qué calor… es tan agradable… mírame… - la joven dirigió sus manos a sus pechos y empezó a amasarlos… pellizcó sus pezones, rosados y puntiagudos, y se apretó las tetas, frotándolas, masajeándolas, acariciando una con la otra, alzándolas hasta su boca para lamer los pezones… sin dejar de mirar fijamente a Kratos, y sobre todo, totalmente inmóvil sobre su polla ansiosa y frustrada… "¡Maldita… ninfa!" pensó él "¡¿pero dónde cuernos has aprendido a hacer estas cosas….?!"

Finalmente, tampoco ella pudo aguantar más la terrible excitación que la cubría… el calor delicioso que subía por su sexo y acariciaba todo su cuerpo… quería vaciar a Kratos, dejarle extenuado de placer… y seguir haciéndole sufrir un poquito. Con cuidado, cambió de postura hasta quedar de rodillas. El apenas ligerísimo roce del interior de su coñito estrecho sobre la polla enloquecida de su primo, casi hizo que éste acabara de golpe, pero se quedó en una subida de placer sin más… ya montada sobre él, le hizo un signo con el dedo índice para que se acercase. Kratos no se lo hizo repetir, se enderezó de golpe dispuesto a apretarla entre sus brazos, pero ella le contuvo por los hombros. Estaban cerca, pero a la vez, lejos. Prima arrimó la cara ligeramente y él estiró el cuello cuanto pudo para besarla, pero sin lograrlo… mientras lo intentaba, la joven pegó un golpe de cadera sobre su polla.

Kratos se quedó sin aire del latigazo de placer que le invadió… Prima empezó a cabalgarle, y él mismo movía las caderas sin contenerse, hirviendo por llegar al ansiado orgasmo… llegaba, ya llegaba, podía notarlo… Prima lo miraba llena de deseo, ofreciéndole su boca, pero sin dejarle llegar hasta ella… Kratos boqueaba como un sediento, sin dejar de bombear, intentando acercarse más, pero las manos de hierro de ella no se lo permitían, sus brazos tensos le mantenían a la distancia exacta para que él pudiese notar su cálido aliento perfumado, el excitante calor de sus labios húmedos y jugosos… pero no podía alcanzarlos y tomar su premio.

Prima sonreía, encantada con hacerle sufrir, mientras no dejaba de botar… también ella estaba casi a punto, y el ver gozar a Kratos, la estaba excitando más aún… la cama chirriaba, los saltos eran cada vez más profundos, y Prima pudo ver en los ojos de su amante que éste estaba a punto de correrse… en ese preciso instante, se dejó caer sobre su boca, metiéndole la lengua hasta la garganta.

Kratos pensó confusamente que si después de aquello se moría, no tendría importancia… ¡era supremo…. Magnífico! Su polla se derramó en el mismo instante de recibir el beso, las convulsiones que le atacaron el cuerpo y el corazón le pareció que le robaban la vida entera, escalofríos de placer le hicieron temblar de pies a cabeza, y pudo notar las maravillosas y cálidas contracciones del coñito de su prima sobre él… qué cálido, qué dulce… ya habían terminado ambos de correrse, y sus bocas seguían juntas, acariciándose las lenguas mutuamente, mientras el placer y el agotamiento hacía que ambos se deslizasen suavemente hacia la cama en desorden…

-Se suponía que si quedabas contenta, yo dejaba de ser esclavo… - protestó Kratos.

-Dejabas de ser remero… no es lo mismo. Y no veo de qué te quejas… vas a ser mi esclavo personal, y eso significa que vas a vivir conmigo y me calentarás la cama por las noches… bueno, por las noches, y en cualquier otro momento del día que a mí me apetezca. – Prima Bela, tumbada en la cama junto a su primo, jugueteaba distraídamente con sus cortos cabellos mientras hablaba.

-Ya. Claro… ¿y cuando el emperador le busque un marido a su sobrina favorita, qué supones que hará el esposo con el esclavo…? Ya te lo digo yo: ¡que lo convertirá en eunuco!

-¿De veras…? ¿Y qué te hace pensar que va a imponerme a un marido…. Y que yo voy a aceptarlo?

Kratos quedó pensativo… semejante respuesta, no se la esperaba… así que atacó por otro lado.

-Ah… ¿y me vas a decir dónde aprendiste a hacer todo eso… el contonearte, el torturarme… se puede saber quién te lo enseñó?

-Los viejos soldados, cuentas muchas historias de burdeles… - Eso sí era cierto… hasta él las contaba, aunque la mayoría eran inventadas… y ésta, no se la iba a contar nunca a nadie. Prima permaneció callada un rato, mientras los dos simplemente gozaban del suave balanceo de la galera… Kratos compadecía cínicamente a aquéllos pobres desgraciados galeotos que impulsaban la nave en aquél momento, pero Prima pensaba, y finalmente, manifestó - ¿Sabes….? Eso del uro y la cobra… no está mal como símbolo… de hecho, creo que quedaría muy bonito en un escudo de armas familiar… - y cuando Kratos comprendió las implicaciones de esa frase, pensó que no iba a resistirse en absoluto… pero quizás aquellos pobres desgraciados galeotos, resultaban ser afortunados.