El ultraje de Elena

Violación de una jovencita por cuatro garrulos.

Elena era de esa clase de chicas discretas y atractivas que en su forma de caminar, de mirar y hasta de sonreír, levantaba pasiones. No vestía provocativa, sino todo lo contrario, intentaba ocultar un bonito cuerpo entre ropa amplia, a diferencia de sus amigas, ella se tapaba, pues era demasiado tímida.

Una pandilla de depravados la llevaba observando desde hacía semanas. Un día, la vieron de regreso a casa con una pandilla de amigas y ella destacaba precisamente por no llamar la atención. O una de dos: o era una loba con piel de corderito o una chica aun virginal. Y eso, fue lo que obsesionó a ese canalla.

Esa tarde eran menos chicas en la recogida. Estaba nublado y amenazaba agua. Elena era siempre la última en recogerse, su casa, la más lejana.

Los desalmados la esperaban en un callejón cercano a su vivienda, con un coche en marcha. Uno de ellos se paró a preguntarle la hora, otro por detrás, la amordazó con la mano y la metió en el coche.

Preciosos, somos tus novios y esta tarde, vamos a disfrutar de ti.

Ella empezó a llorar y quiso escaparse sin éxito.

Le pusieron una capucha para no saber a donde iba. Se puso a temblar pues pensó que la iban a matar.

El coche se paró y a ella la sacaron sin violencia. Ella se quedó quieta y uno de ellos le quitó la capucha.

Bienvenida a nuestro hogar.- Dijo, provocando la risa en los otros tres.

¿Qué va hacer conmigo?-Logró preguntar.

Solo cosas buenas, cariño, solo cosas buenas.

Estaban en un garaje, bastante sucio por cierto. Solo una bombilla alumbraba la estancia pero logró ver un colchón roído en el suelo.

La llevaron hasta allí y ellos comenzaron a quitarse sus chaquetas. Eran cuatro hombres jóvenes, no llegaban a la treintena.

Uno de ellos la invitó a desnudarse, al no hacerlo ella, con voz firme le volvió a pedir que se desnudara para ellos.

Por evitar golpes o males mayores lo hizo. Primero la falda, luego el jersey enorme que la cubría, quedándose en braguitas y sujetador y mostrando un bonito y curvilíneo cuerpo.

Que buena estas, joder- exclamó uno de ellos.

Quien la va a estrenar, jefe.

Vamos a ver... vamos a ver.. Ven, bonita, ven.

La cogió de la mano y la acercó al colchón. La miró de arriba abajo y empezó a manosearla por encima de la ropa, los otros tres empezaron a calentarse tocándose por encima del pantalón y riendo nerviosos.

NO por favor-suplicó ella.

No estas en posición de pedir sino de dar, linda, las cosas son así, por las buenas o por las malas. Pero hoy vas a ser follada por nosotros de todas las maneras posibles. De ti depende que sea con violencia o sin ella.

Las lágrimas de ella comenzaron a resbalar con afluencia y se puso a temblar. El abusón le sacó el sujetador y las bragas sin demasiados modales, ella, en su timidez, intentó cubrirse con las manos cosa que excitó y provocó la risa de los hombres.

De un empujón la tiró al colchón, y se cubrió la cara con las manos llorando sin cesar. El primero se desabrochó los pantalones sacando su erecta verga y poniéndose a horcajadas sobre ella, le obligó a abrir la boca. Ella se retorcía evitándola lo que le causó una gran bofetada. La volvió a obligar a abrir la boca y ella lo hizo con los ojos cerrados ahogándose en casa embestida que este le daba violando su boca virgen.

Los otros se la meneaban mirando el espectáculo, ansiosos porque su turno llegara. Cuando el primero se aburrió de que se la mamara, sin contemplaciones, se posó sobre ella y de un golpe seco, la violó rompiendo su honra.

Un grito agudo se escapó de su garganta y la calidez de su sangre lubricó su vagina haciendo menos doloroso las salvajes embestidas que el cabrón le proporcionaba. Uno de el otros hombre se acercó y comenzó a estrujarle los pechos, con jadeos de viciosos, se acercó y chupó uno de ellos, lamiéndola toda ella mientras el otro iba y venía proporcionándole un dolor innecesario y robándole la inocencia. NO tardó demasiado en correrse y dejarle el turno a otro.

Ellos no tenían escrúpulos, así que, con toda la sangre derramada de su vagina, sin limpiarla si quiera, entró con más violencia si cabe y comenzó a bombearla una y otra vez. Ella se retorcía y otro tuvo que sujetarlas por las muñecas. Al poco, se corrió también dentro de ella. El turno del siguiente fue en otra posición. Le dio la vuelta así mientras la follaba, le podía lamer la polla a otro. La pobre chica daba arcadas mientras controlaba el dolor, en su mente solo pensaba que ya solo quedaba uno.

Entonces llegó el último y se la sentó encima. La carne dolorida de ella escocía en cada embestida. Uno de los otros se puso delante y se la volvió a meter en la boca, entrando con violencia y casi provocándole el vómito, entonces al primero, al jefe de la banda se le ocurrió que tenía un culito muy bonito y que si era virgen a su edad, su culo también lo sería y que ya que era la primera chica que desvirgaba, lo haría en todos sus agujeros.

La levantó por las axilas una vez que el ultimo se corrió, ella, apenas tenía fuerzas para estar en pie. La llevó casi arrastras hasta el capó del coche tumbándola hacia abajo sobre él. Separó sus piernas e intentó entrar. Ella, al sentir por donde quería hacerlo, se retorció impidiéndole la entrada. Esto lo cabreó así que llamó a los otros tres para que la sujetaran.

Le dio una palmada muy fuerte en su redondito culo y apretó su polla contra él, le iba a costar trabajo así que la hundió en su vagina y la sacó impregnada de sangre y fluidos, de nuevo apretó la entrada y esta vez si que entró. Ella sintió tal dolor que gritó como una condenada, entonces él, la cogió por el pelo y le dijo que ahora si que iba a gritar. Entonces de una sacudida, se la metió entera y de golpe. Ni un grito salió de su boca pues el propio dolor se lo impidió. Uno de ellos le pidió que le dejara hacer lo mismo así que, después de acabar, uno tras otro, violó también su culo desgarrado.

Ella quedó tendida sobre el capó si decir nada, muda, rota de dolor y humillada.

El violador principal se le acercó y le tiró un cubo de agua.

Luego no digas que no te cuidamos, anda límpiate que estas hecha una pena.

¿ La vas a dejar ir, sin más?- preguntó otro de ellos.

Si, porque nos ha dado mucho placer y se ha portado muy bien, y no va a decir nada, ¿verdad?- Ella asintió.- Muy bien, porque si lo haces, volveremos y no seremos tan buenos contigo.

La metieron de nuevo en el coche y le taparon la cara. Cerca de su casa, la dejaron tirada en el suelo. Al cabo de un rato, logró levantarse y ponerse en pie camino a casa, llorando en silencio y guardando su vergüenza.

Si no hablaba, no volvería a ocurrir, así que, no le quedaba más que proteger a esta pandilla de violadores de cuerpos y mentes. Pero se fue haciendo cada vez mas fuerte urdiendo un plan de venganza que... esa, será otra historia.