El ultimo suspiro de la razon IV
Eres el corazón lo que a las ruinas, son los rayos del sol esplendorosos, donde el reptil se arropa en las esquinas. Espero les guste esta parte, esta un poco corta. y se avergüenza el sol de ser hermoso.
Pasó un buen rato y seguían abrazadas, hasta que Lucia comenzó a calmarse.
Amanda: ¿Ya estas mejor?—limpiando el rostro de Lucia con el dorso.
Lucia: Si, gracias, disculpa por tirarte no me fije—decía un poco apenada.
Amanda: No te preocupes, no me dolió…mucho—esbozando una sonrisa—Lucia ¿Qué te paso que estabas así?
Lucia: No es nada importante—sus ojos se llenaron de lágrimas—me tengo que ir Amanda.
Amanda: Para no ser nada importante, te afecto mucho—decía con un tono de ironía—déjame te llevo a tu casa, si quieres.
Lucia: Gracias, pero no es necesario—comenzado su camino a casa.
Amanda: Oye—le decía tomando el brazo y regresándola delante de ella—no se vale que me hayas tirado a media calle, hayas llorado en mi hombro y como si nada digas que no es algo importante y que te vas… sobre todo sola.
Lucia: Lo-lo siento—llorando nuevamente.
Amanda: Disculpa—dándole un abrazo—no quería hacerte llorar, solo que me preocupa que estés así—lo decía de verdad, a pesar de ser considerada como una persona fría, no podía soportar que alguien llorara, quien fuera, le partía el corazón, tal vez porque le hacía recordar cuando ella lloraba de forma desconsolada por su “alma”—ya se mira, caminamos un rato por el parque, te invito un helado y me cuentas que paso, ¿te parece? Y después te llevo a tu casa.
Lucia: No lo sé Amanda, yo ni debería estar aquí—pensando en la posibilidad de encontrarse nuevamente a Alberto con esa mujer.
Amanda: Bueno es tu decisión, pero no te dejare ir sola en ese estado—tomándole el brazo—vamos te llevo a tu casa—caminaron un poco, cuando Amanda recuerda que no sabe dónde vive Lucia—Mmmmm ¿Por dónde vives?
Lucia: jajajajaja a seis cuadras del jardín, por eso te digo que yo puedo irme sola.
Amanda: Eso no, vamos—caminaron lentamente, sin hablar de nada, solo se acompañaban la una a la otra, cuando de repente Lucia se detiene en seco y se le queda viendo a la pareja que está a unos metros de ellas, Amanda se desconcierta.
Amanda: Lucia, ¿Qué pasa?... ¿Quiénes son ellos?—pregunta al darse cuenta de lo que Lucia ve—Contesta Lucia—decía al ver que Lucía no reaccionaba—Voltea—le decía obligándola a verla y volvió a abrazarla…supuso que debía conocerlos, a lo mejor era su novio el que estaba con esa mujer y por eso lucia se puso así.
Amanda: Lucia, mírame, dime ¿es tu novio ese chavo?—Lucia asintió—ok entiendo, vámonos de aquí—y la llevaba caminando hacia su casa, en ese momento no sabía que más hacer. Llegaron, la hizo pasar a la sala y le ofreció agua—ahora si Lucia, dime que paso.
Lucia: Él es Alberto mi novio—decía un poco más calmada—antes de chocar contigo lo vi besando a esa mujer y ella le dijo que celebraban su primer año de novios y él y yo, acabamos de cumplir el primer año hace unos meses lo que significa—Amanda sabía lo que significaba—que estuvo conmigo al mismo tiempo que con ella y lo hacía como si nada, era tan normal, ni cuenta me di de que me engañaba—lo decía con lágrimas en los ojos nuevamente—soy una tonta, creer que él estaba conmigo por amor, si muchos me lo decían, que solo me quería por sexo—enojada—pero de tonta creí que era amor.
Amanda escuchaba atentamente, no sabía que decir, era un terreno nuevo para ella, sabía que en ese momento no podía decir “te lo dije”, como lo hacía con Raúl, tanto porque no la conocía como porque era una situación muy delicada para eso, sin embargo, no pudo evitar que la coraza que por propia decisión se había puesto se debilitara.
Amanda: ¿Entonces qué piensas hacer Lucia?—lo decía tratando de ser comprensiva y tal vez dulce— ¿tienes todas las pruebas que necesitas para reaccionar o necesitas algo más?
Lucia: Es que lo amo Amanda, yo sé que…--Amanda la interrumpió.
Amanda: ¿Tú sabes que Lucia? ¿Qué te ama? ¿Qué la chava se equivocó, que esto es un error?—tratando de calmar su reacción explosiva que con frecuencia atacaba su serenidad—Una persona que ama no tendría una relación paralela a la que ya tiene Lucia, en el mundo hay más personas que te amarían como tú te mereces… toda persona merece ser amada y siempre habrá alguien que la ame y viceversa—acercándose a ella y rosando su mejilla derecha con la mano derecha—no permitas que alguien que no vale la pena convierta el amor que tienes para dar en vapor… No puedes permitir que el siga engañándote Lucia.
Lucia solo veía esos hermosos ojos que desde el primer momento que los vio no ha podido sacarlos de su mente y la ponían nerviosa, pero seguía sin descifrar ese mirar extraño.
Amanda: Lucia, ¿Me escuchaste?—decía, sacándola de su ensueño.
Lucia: Si, te escuche y hare algo solo que no sé qué hacer—decía un poco triste—la verdad siento que si le digo adiós a él, no tendré a nadie más que me ame—Amanda estaba a punto de explotar y decirle que era una tonta, así que respiro profundo.
Amanda: Lucia, el amor es el sentimiento más hermoso que un ser humano puede llegar a sentir, se escuchara cruel lo que te diré, pero él no te ama y tú debes pensar si realmente lo amas, si es así, espero que puedan arreglar las cosas, pero él debe saber que tú conoces la verdad de que te ha estado engañando.
Lucia: Gracias Amanda—dándole un abrazo, cada que la abrazaba se sentía segura.
Amanda: No tienes que agradecer Lucia—recordando que no había comida—tengo hambre ¿Quieres comer?
Lucia: Si claro—sonriendo para sí misma.
Amanda: Bueno ponte cómoda en lo que preparo algo—caminando hacia la cocina.
Lucia: Espera, yo te ayudo—corriendo detrás de ella.
Amanda: No es necesario—tratando de pensar que haría de comer— ¿Que se te antoja comer Lucia?—volteando a verla—es que la verdad no sé qué hacer de comer.
Lucia: No sé, me encanta la comida Italiana ¿qué tal espagueti?—a Amanda también le encanta la comida italiana—y dime Lucy, me agrada más que Lucia.
Amanda: Mmmmm mejor pediré comida, así llega en un rato y podemos seguir platicando—lo decía por las pocas ganas que tenia de cocinar.
Lucia: No te preocupes, yo cocino, tu ve a sentarte—lo decía con una sonrisa y jalando Amanda fuera de la cocina.
Amanda: Tú eres la invitada.
Lucia: ¿Y qué? Quiero cocinar y tengo tiempo, así que no te preocupes que yo cocino—Lucia paso un buen rato en la cocina, cada vez que intentaba acercarme se daba cuenta y me regresaba a la sala, pareciera que me leyera la mente. Pero después de un rato salió con la comida que había preparado, yo estaba viendo una película así que ella trajo todo a la sala y comenzamos a comer, realmente cocina un delicioso espagueti hasta me atrevería a decir que mejor que el mío… Pasamos un buen rato platicando de todo y de nada, así prontamente llego el momento en que ella se tenía que retirar y me ofrecí a llevarla a su casa. Esa noche logre dormir gran parte de la noche.
Me desperté asustada, el sueño recurrente volvió, con mayor intensidad, como si predijera el regreso de esa mujer que tanto ame y que ahora ocupa mi corazón con rencor.