El último pasiego (cap. 1)
Eder es un joven periodista vasco que ha vivido recientemente una ruptura traumática con un chico bisexual. Buscando paz interior y nuevos horizontes profesionales viaja a Bilbao a buscar trabajo. Su primer proyecto laboral consistirá en realizar un reportaje sobre la comarca pasiega y sus gentes.
02:45 A.M. Primer mensaje de móvil. En euskera, por supuesto, el lenguaje de nuestro amor prohibido.
“Gabon nire maitea. Zu barik nire bizitzak ez du zentzurik”
(Buenas noches, mi amor. Sin ti mi vida no tiene sentido ).
Siento que me atenazan las dudas en mi interior. Hace un momento tenía tan claro que todo había terminado entre los dos… incluso lo deseaba. Pero ahora su mensaje me ha calado hondo. Releo el mensaje varias veces y es muy efectivo en su aparente simplicidad.
“¿De verdad, mutil?. Quien lo diría… ¿Y ahora te das cuenta de lo que has perdido?” - pienso antes de guardar el móvil de nuevo en su funda sin responderle.
03:10 A.M. Otro pitido altisonante. Mas de lo mismo.
“Dena zara nire bizitzan. Berriro eikar gaitezen espero dut”
(Lo eres todo en mi vida. Espero que nos volvemos a encontrar).
Mis pensamientos vuelan lejos, hasta una reciente celebración del Astelehentxutxu en Gernika. Yo necesitaba sentirle a mi lado aquel día, pero él sólo parecía tener ojos para Idoia, incluso se encargaba de servirle el arroz en su plato con dedicación servil.
“No soy nada en tu vida. Solo me has utilizado como un juguete sexual. Agur” - fue mi respuesta mental a su correo. Ahora me sentía mas fuerte en mi determinación de dejar atrás esta etapa de mi vida tan desafortunada.
04:05 A.M. Intento dormir pero no puedo. Mensaje final de Beñat.
“Bizitza osoan gertatu zaidan gauzarik onena zara. Zure alboan momento oro egotea gustatuko litzaidake”.
(Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Me gustaría estar junto a ti en todo momento).
No hay respuesta posible. Se ve que el mutil me echa de menos, pero no hay nada que hacer. El que quiere puede, lo que no es de recibo es estar al plato y a las tajadas. Mile esker, pero va a ser que no, chaval.
Han sido dos años de relación intensa con Beñat. Bueno, intensa en la cama. Fuera de ella ha sido un desastre…el muy cabrón me ha hecho quedar mal con Idoia, mi mejor amiga desde el jardín de infancia. Ella no se merecía este trato por mi parte; menos mal que no se ha enterado de que me acostaba con el salido de su novio. Si no, me corta los huevos…las mujeres vascas son muy suyas.
Para entender la guerra de sexos en Euskadi hay que vivir aquí, si no es imposible. Yo te puedo intentar explicar como funciona esto, pero resulta difícil pillarlo si no eres vasco. Con lo de vasco no me refiero a tener ocho apellidos locales, como en esa peli que han estrenado ahora, sino a vivir en Euskalerría. Entonces lo pillas seguro. La dinámica de las relaciones vasco-vasca, en líneas generales, es la siguiente, con las consabidas excepciones: los tíos no entran a las tías porque son muy parados, y ellas tampoco se animan a entrarles. Cojonudo ya de entrada ¿no?…aparte de eso, si algún lanzado piropea a una vasca y la come un poco la oreja con intención de halagarla, lo mas seguro es que esta le mande a tomar por culo y le llame de todo, porque suelen ser muy ariscas. Yo eso lo he vivido, no hablo de oídas; menos mal que soy gay, a mí no me afecta esta movida.
Otra queja insistente en el macherío vasco es que en Euskadi no se folla o, para ser exactos, que sólo lo hacen los casados. El gran secreto por el que pagaría todo vasco soltero heterosexual es saber como hicieron estos últimos para convencer a una vasca de cambiar a su cuadrilla de tías por un marido tradicional, con hipoteca y niños de propina. Todos coinciden en que aquí se folla poco, pero no será porque no nos guste el cachondeo y salir de copas. La cuadrilla es toda una institución en estas tierras, y muchas veces, cuando salimos, nos juntamos en mega-cuadrillas de 40 ò 50 personas.
Por estos lares un “lobo solitario” tiene poco que hacer. Hay que ver como nos gusta la compañía humana, generalmente del mismo sexo. Ese es el otro gran misterio vasco; nada de haplogrupos raros del ADN ni de RH negativos, lo que nos define a los vascos es el homoerotismo. Luego nos quejamos de que se folla poco y tal, ¡que cojones!, lo que pasa es que se apuesta en la dirección equivocada. Si te molan las neskas pero te pasas el finde rodeado de rabos y mirando de reojo a las titis como quien ve pasar las gabarras desde el Puente de Bizkaia, mal vamos entonces.
Otro problema añadido al anterior es el de las “falsas banderas”. En Euskadi se da mucho esta variante sexual, no sé que pasará en otros lugares. La FB consiste en confundir al personal sobre tu condición sexual y marear la perdiz picoteando un poco en todas las direcciones. Aquí se hace mas que nada porque los mutiles se quejan de que sus novietas no les dejan meter en caliente, que son unas estrechuzas del copón y todo eso. Yo he hecho una encuesta entre las compañeras de cuadrilla de Idoia y todas dicen que eso es una exageración interesada, que ellas son de lo mas modernas con sus maromos. Pero lo dicen con la boca pequeña; luego se extrañan de que sus novios persigan a todo lo que se mueve, y hasta las parecerá mal incluso. Los pobres se tendrán que desfogar de algún modo, digo yo.
Pues esto mismo es lo que me sucedió a mí con Beñat. Comenzamos con jueguecitos tontos en la piscina y terminamos en la cama haciendo de todo. Nosotros somos de Gernika-Lumo, y a veces, cuando quedamos de txikiteo en el Arrien o en el Lagun-etxea y nos juntamos la hostia de peña, nos da por ponernos cariñosos unos con otros, y luego surgen extraños compañeros de cama, o te crees que sí es porque cuando va ciego de birras te da besos hasta en el cogote y luego resulta que no, que era todo un malentendido y tal. O sea que los gays tampoco lo tenemos fácil en Euskadi. Ser vasco es un poco raro, de hecho es mas fácil pillar a un euskaldún con un mini de cerveza en la mano que leyendo a Shakespeare…o a Bernardo Atxaga, un suponer.
Tanta confusión de géneros e identidades cansa. Yo estuve dos años muy enganchado a mi amigo Bernat. El era de la cuadrilla de mi hermano Arkaitz, pero nos hicimos colegas porque siempre estaba bromendo con mi nombre: era verme entrar por la puerta del bar y soltarme, en perfecto castellano: “Eder, guapetón, deja algo para los demás“. Beñat suele hablar en euskera, pero esto lo decía en castellano para jugar con el significado de mi nombre en euskera, que quiere decir “hermoso, bello”. Los vascos somos muy bromistas, siempre estamos de coña. Lástima que muchos se tomen el amor también a cachondeo.
A muchos les extrañó cuando decidí dejar Gernika y marcharme a Bilbao. Idoia se lo debió oler cuando coincidimos un día en el puerto deportivo de Bermeo. Yo estaba solo aquel día, sentado en el muelle cubierto con las piernas colgando en el vacío, y el inevitable mini en la mano, que me había pasado el Ieltxu. Pero yo no estaba de humor aquel día. Idoia estaba con su cuadrilla de siempre, se extrañó al verme solo y se acercó a saludarme. Si un vasco está a solas algo grave le pasa, y eso debió pensar ella al verme tan reconcentrado mirando al mar.
- ¿Qué pasa, ojos azules?
Porque Idoia siempre me llama así, ella dice que si yo no fuera gay ya estaríamos saliendo juntos en plan pareja, y yo siempre la respondo que si a mí me fueran las neskas me trataría como a una puta basura, como al resto de los tíos. Yo no podía contarle la verdadera razón de mi marcha, aunque le dejé caer que influía el mal de amores, pero también la posibilidad de encontrar un buen curro en Bilbao. Ella me deseó suerte y me aseguró que le encantaban los artículos en euskera y castellano que solía escribir en la gaceta local. Pero claro, ella es mi amiga, y su opinión está viciada por el cariño que me profesa.
No me fue difícil conseguir trabajo en Bilbao. Adaptarse a la ciudad es otra cosa, que uno es mas de pueblo que los aizkolaris. Me alquilé un piso en Portugalete, a medias con un colega de mi cuadrilla que trabaja de enfermero en Basauri. El no entiende, pero entre sus compañeros de curro predomina el sector gay; el cabrón me estuvo insistiendo durante meses para que saliera con un regatista de Mundaka que conoce del mundo de la noche, pero yo me negué en redondo. No estaba preparado aún para salir con nadie, el recuerdo de Beñat resultaba abrumador todavía.
Al final encontré trabajo como periodista junior en Deia, un conocido diario local. Como además entiendo un poco de fotografía se ahorran una pasta conmigo, digamos que soy el empleado ideal, un “dos en uno“: redactor y fotógrafo. Sólo me falta pasar la mopa por la redacción, vamos… El ambiente en el curro está bien, pero a mí me gustaría llegar a ser un periodista de raza, mas que un ratón de biblioteca me considero un roedor de campo. A mí dame calle, un par de pistas para construir un artículo, y tira millas.
Por eso, cuando me propusieron escribir un especial para el dominical de Deia sobre la comarca pasiega me pareció una idea excelente. Se unían mis tres aficiones favoritas: el campo, la moto, y los tíos buenos. Las dos primeras no necesitan explicación, de la tercera diré que había oído decir de los pasiegos muchas cosas, casi todas malas, pero todos coinciden en que están ricos, ricos, que diría mi paisano Arguiñano, y que tienen mucho morbo. Como nunca había estado allí, no había forma de comprobarlo. Y como los pasiegos no tienen por costumbre salir mucho de su tierra, y menos a Bilbao, a mí se me hacía todo esto un poco mito.
Escogí San Roque de Riomiera para comenzar mi labor de campo por ser la localidad pasiega mas cercana a Bilbao: algunos hemos salido vagos hasta para eso. Un pueblo coquetón, de alta montaña, muy en cuesta, de población diseminada. Los tíos que veo el día de mi llegada por la calle principal no me ponen nada y empiezo a pensar que a los bilbaitarras cualquier zarandaja les parece la hostia…¿y estos son los Adonis de quienes me hablaban el Mikel y el Jokin? Anda ya…
Llevo semanas investigando en la red el tema pasiego, y cuando llego aquí resulta que ya no quedan vaqueros como los de antes. ¡Anda la hostia! ¿Y para eso me hacen venir? No me malinterprete nadie. La Pasieguería es una comarca preciosa, pero si le quitas a los pasiegucos se queda en otra postal alpina mas. Lo que define al paisaje en este caso es el paisanaje, y no al revés.
Los pasiegos son tirando a rarucos, que dirían ellos. Tienen fama de rancios en toda Cantabria, y de peseteros o como se diga ahora con el euro dichoso. Sus técnicas ganaderas revolucionaron la industria láctea hace mas de 100 años y se les considera grandes emprendedores y gente de palabra. Su sentido del humor es cuando menos extraño, porque dicen que uno se queda a cuadros con ellos, sin saber si va en serio o se está quedando contigo. Este último rasgo, como era de esperar, no les hace muy populares fuera de su región.
Para ellos las vacas lo son todo, viven entregados en cuerpo y alma a ellas. Y los pocos pasiegos que a día de hoy practican la trashumancia son los que me interesan. No en vano voy a titular mi próximo artículo LOS ULTIMOS PASIEGOS , que no es que quede muy original pero es la pura verdad. Si es que casi no hay: pasiegos habrá muchos, pero pasiegos vaquerizus, contadicus, contadicus.
Pregunto en un bar de la plaza del pueblo donde puedo contactar con pasiegos auténticos y me sale un camarero talludito con una ráfaga de la célebre retranca local:
¿Qué pasa, vizcaíno, que los que no criamos vacas somos pasiegos de segunda clase, o qué?…
¡Anda la hostia! ¡Eso por hablar! Oye, tu, que nadie ha dicho eso. Venga y ponme esa mini con bravas, o como lo llaméis aquí.
Aquí lo llamamos mini con bravas, faltaría mas. A ver si te piensas que estamos en Afganistán - lo dice el muy cuco con una sonrisa ladeada que no me da buena espina. ¿Me estará lanzando una puya o sólo trata de hacer una gracieta? Es el humor pasiego, o lo tomas o lo dejas, pues.
Al final, después de un par de rondas y dejarme unos euracos en el negocio me indica la dirección de unos cabañales perdidos en la montaña donde se dice que aún existen estos singulares personajes de ideas fijas y una sola pieza conocidos como pasiegos. También me indica amablemente la dirección de una especie de posada rural situada entre aquellos riscos.
Me decido a subir con la Honda VTR 250 por aquellos peñascos encomendándome a todos los santos y a la diosa Mari, y después de mil rodeos consigo dar con el hotelito rural que me recomendó el tabernero vacilón. Simpatía en el trato, decoración minimalista sin pasarse de rosca, un poco caro el precio, oyes, que esto no es Suecia, eh… a lo mejor influye que circula una teoría por ahí que afirma que los pasiegos descienden de los daneses, o viceversa, ya no me acuerdo bien. Otros dicen que tienen sangre andalusí, en concreto de unos árabes de Al-Andalus que vinieron por aquí de excursión y decidieron quedarse y hacer una versión medieval de “Supervivientes”. Hombre, mucha pinta magrebí no les veo yo , la verdad. Luego está el Revilluca, el oráculo de la 6ª, que asegura que no, que en realidad procederían de colonos suizos medievales. Y vuelta a empezar…eso me recuerda al eterno debate sobre el origen de los vascos, que nadie se pone de acuerdo en si somos autóctonos o llegamos en vuelo turista con la Visa caducada. Y yo me pregunto…¿y no será mejor centrarnos en intentar saber hacia donde vamos como sociedad? Porque en Cantabria y en Euskadi al menos está claro como el agua de donde salimos: del interior de las cuevas paleolíticas que tanto abundan en nuestra geografía.
La recepcionista del hotel, una chica coloradota muy majuca ella me indica la dirección aproximada de un cabañal perdido en las cumbres donde encontraré el material que busco. Y hacia allá me dirijo en mi Honda tras asearme un poco y recortarme la barbuca de tres días, que se note que soy pasto de gran ciudad. Me han dicho que les pillaré haciendo la siega e las branizas de verano de alta montaña y que es una época ideal para hacer este tipo de reportaje. A ver que tal se da…
Diviso unas cabañas a lo lejos y a unos hombres y mujeres muy atareados con la hierba. En efecto se les ve segando y cargándose a la espalda como si fueran mulas, grandes pacas de hierba húmeda que llevan a secar al pajar, situado en la planta superior de la cabaña. A este tipo de zaguán que sirve de granero le llaman el payu.
Hay varias familias pasiegas trabajando como jabatos, y no sé por cual decidirme. Tengo entendido que no suelen ser muy habladores, y mi especialidad son las entrevistas en profundidad. Empezamos bien…además parecen muy hoscos y reconcentrados, parecen hormigas laboriosas, cualquiera les interrumpe para ponerse de charleta. Mejor otro día.
Fue darme la vuelta para bajarme al hostal cuando me fijo que en el prado de enfrente están trabajando dos jóvenes solitarios de muy buen ver, rodeados de vacas. Estos son los pasiegos que me interesan a mí, a la mierda con el reportaje antropológico de los cojones. Bueno, lo pienso mejor, y decido complementar ambas variantes: placer y trabajo unidos siempre son bienvenidos, es mi nuevo mantra.
Hola, buenos días -les saludo de lejos tras aparcar la moto en el borde del camino.
Buenos días - me responde el que parece mayor de los dos. Aparenta unos 25-28 años y está fuertote, pero no es un cachas típico de gimnasio. Aquí todo es natural.
Buenos días, mira, es que estoy haciendo un reportaje para el Deia y…
¿Eres vasco, no? - me acribilla sin darme tiempo a continuar con mi estudiada presentación.
Me temo lo peor, lo mismo he dado con un vascófobo, me parece raro que pregunte de entrada por mi Comunidad de origen. ¿Será lo habitual en estas praderías? Dicen de ellos que son muy desconfiados, pero tanto, tanto, me parece extraño. Tomo aliento y me apoyo en la pared de piedra que me separa de mis contertulios.
- Sí, claro, de Bilbao - intento mostrar la mejor de mis sonrisas y demostrarles que soy inofensivo, excepto en la cama que soy un fiera, claro.
El mayor de los dos se acerca entonces hasta el murete de piedra y me sonríe con cierta picardía. Está potente, potente, el cabrón. Muy rubiaco, de ojos claros y fuerte como un toro de Osborne. Viste muy de trapillo y suda como un mono en celo, pero claro, no estamos en la Madrid Fashion Week, sino en el universo pasiego.
Ya, lo he sacao por el acentu.
Joer, ¿tanto se me nota?
Si, aquí hay muchos vascos de veraneo. Cada vez mas. Algunos dicen que esto empieza a parecer una invasión.
"Y sospecho que tu eres uno de ellos" - pensé para mis adentros -Vale, pero también dejarán dinero en la comarca, ¿no? - argumenté con habilidad
Si, claro, eso está bien para los hosteleros y los ayuntamientos. A los vaquerizus nos da un poco igual, vamos, que por mi se podían volver todus a sus casas.
¡Dani! - se escuchó una voz imperiosa desde el fondo del prado
Un chaval de unos veintipocos años, rubicundo y guapete, nos mira desde lejos con una especie de azada en la mano. Se le ve impaciente porque el otro semental termine la conversación con un servidor. ¿Estará celoso?…
- ¡Vamos, Dani, que hay trabaju de sobra! - insiste la voz del fondo
Bien, ya sé como se llama el monumento mayor, sólo falta saber el nombre del menor, que me está poniendo muy cardiaco. Tiene un morbo especial el vaquerito, me lo follaba allí mismicu, tiradetes en la hierba fresca.
- ¿Y qué haces por aquí arriba? Quiero decir que por aquí no suben turistas casi nunca, esto queda muy lejos de todu.
Dani parece muy interesado en mi presencia y hace caso omiso de las recomendaciones de su compañero de faenas.
Sí, verás, es que estoy haciendo un reportaje sobre el mundo pasiego para el periódico Deia, y había pensado en entrevistar a algunos pasiegos trashumantes.
Pues estás de suerte porque yo soy uno de ellos - y se ríe con ganas, yo creo que sabe que me mata su sonrisa - puedes preguntarme lo que quieras.
Vale, gracias, pero no ahora que estáis trabajando, dime un día que te venga bien. También quería pedirte permiso para sacarte unas fotos para el reportaje, mientras apacientas las vacas.
Ja, ja, que gracioso…¿has oído, Diegu?, pero si ellas se bastan solucas, no hay que estar detrás de las vaques, éstas vienen bien enseñaducas de fábrica.
Sólo las agrupamos cuando mudamos de una cabaña a otra - interviene el aludido desde una prudente distancia - pero en los praus ellas van y vienen a su antojo.
Dan las respuestas con un toque de ironía local muy atrayente. No resultan ofensivos ni hirientes en su forma de corregir al foráneo. Se les ve buena gente.
Oye, ¿vosotros sois hermanos por un casual? Es que tenéis un aire de familia…- dejo caer tras comprobar la asombrosa similitud de sus rasgos faciales.
Sí, claro - confirma Dani con cierto gesto de orgullo - me alegra que me digas eso porque mi hermano es guapu, guapu, y tiene a toas las mozas desberrando por él.
No le hagas caso - ¿me parece a mí o se está ruborizando el chaval? - eso lo dice porque él nunca baja al pueblu a tomar, si no ligaría igual.
Ligar, lo que se dice ligar con una mujer, aquí no liga nadie - me reconoce el hermano mayor.
Anda, eso me suena - intervengo yo - en Euskadi viene a ser parecido.
Sí, ya lo sé, pero es que aquí es mucho peor, esto es un infiernu para un hombre joven. Porque aquí sólo hay tonteos, pero a la hora de casarse ninguna quiere hacerlo con un vaqueru.
¿Y eso por qué?
Dicen ellas, vete a saber, que la vida de vaquerizu es muy dura, que es todo trabajo y trabajo y que es muy esclavo, que las vacas son muy tiranas. Y que no hay color, que la vida en el valle es mucho mas dencansada.
Y llevan razón, yo vivo en Saro, en Cayón, y no tiene nada que ver con esto. Esto no es vida para un chico joven - interviene Diego con decisión - de hecho yo solo vuelvo por aquí en vacaciones, para echar una mano a Dani con la siega. Al menos hasta que se case, si es que lo consigue, que no está fácil.
Mas bien imposible…-reconoce apesadumbrado el aludido.
Proseguimos la conversación en el interior del prado, y poco a poco vamos empatizando los tres. Para ganarme su confianza les cuento uno de los chistes tontos que se cuentan en el País Vasco sobre vascos y pasiegos. Ellos se sientan sobre la hierba en torno mío y escuchan con atención
“ El escenario es el siguiente: un pasiego está sentado junto a un vasco en la sala de espera de un aeropuerto esperando un vuelo internacional. El vasco mira al pasiego y como se siente superior a él piensa que puede engañarle fácilmente, y le pregunta al pasiego si le gustaría jugar a las adivinanzas con él. El pasieguco, cansado de esperar su vuelo, solo quería dormir un rato la siesta y diplomáticamente rehúsa y trata de darle la espalda.
No se rinde e insiste en que el juego es muy divertido. “Mira, yo te hago una pregunta y si no sabes la respuesta, me pagas 5 €. Luego tú haces una pregunta, y si yo no sé la respuesta, yo te pagaré 500 €”.
El pasiego, incapaz de dormir con un pesado como el vasco a su lado, acepta finalmente participar en el juego. El vasco entonces le hace la primera pregunta:
'¿Cuál es la distancia desde la Tierra hasta la Luna ? '
El pasiego no dice nada, saca de su bolsillo un billete de 5 € y se lo entrega al vasco.
Ahora, es el turno del pasiego y pregunta al vasco:
'¿Qué sube una montaña con tres pies, y baja con cuatro ? y se echa tranquilamente a dormir.
El vasco, que dudaba de la inteligencia del pasiego, se ve en una encerrona. No acierta a imaginar de que puede tratarse y prueba con todos los medios a su alcance para localizar la respuesta: enciende su portátil, busca todas las referencias posibles en Wikipedia, rastrea por la red sin encontrar respuesta, envía correos a todos sus amigos de Neguri planteándoles el enigma, sin resultado.
Después de una hora de estar buscando como un loco se da al fin por vencido. Despierta a su compañero de espera y le da los 500 €. El pasiego se introduce los 500 euracos en el bolsillo, se da la vuelta ,y a dormir de nuevo. El vasco que le ve hacer esto, cabreado como una mona por no haber encontrado la respuesta, despierta al pasiego y le pregunta: ' Bueno, ¿me puedes decir entonces qué es lo que sube una montaña con tres pies y baja con cuatro'?. El pasiego ni se inmuta, saca 5 € de su cartera, se los entrega y se vuelve a dormir... “
Bueno, pues fue acabar el chiste y partirse ambos de risa, como si yo fuera un monologuista profesional y el chiste. Y después de la risa floja, extraen la moraleja adecuada:
No, si a nosotros nos viene bien que se piensen que somos tochus y tontucos, como dicen de nosotrus en el resto de Cantabria - intervino Dani - pero aquí nadie pasa hambre ni se nota tanto la crisis como en otros sitios, por algo será. Mira lo que dice la tele que pasa con Fagor allí en tu tierruca, con lo que ellos han sido en otro tiempu.
Además, otra cosa no - terció Diego - pero los pasiegos somos muy solidarius entre nosotros, quiero decir que nos prestamos dinero sin necesidad de acudir a un banco, y sin intereses, y nos lo devolvemos cuando podemos…
¡Pero siempre lo devolvemus! - insistió Dani - ¡Un pasiego no deja nunca una deuda sin pagar!
Claro, la palabra de un pasiego es ley, aquí no hace falta darse la mano. Si yo te prometo algo lo cumplo, por eso nos va bien con el dinero, porque somos cumplidores - prosiguió Diego.
Y muy trabajadores, según se dice en todos los foros que he consultado - admití yo.
Un pasiego de verdad vive atado al trabaju, esa es la pura verdad. Pero yo diría que sobre todo somos autosuficientes - teorizó Dani.
Sí, los pasiegos gastamos poco. No necesitamos muchas cosas para ser felices - sintetizó su hermano menor.
El colofón final a esta auténtica demostración del saber tradicional pasiego lo puso Daniel al resumir los motivos del legendario estado de satisfacción interior típico del pasiego, que a muchos de ellos les conduce a vivir vidas centenarias en perfecto estado de salud. Es lo que en el mundo de la antropología se conoce con el nombre de “gen pasiego”.
- La felicidad de un pasiegu son sus vacas. Y vivir en medio de la naturaleza; con eso nos basta.
Al final hasta me enseñaron su cabaña y todo: los establos abajo, la cocina, los colchones confeccionados con fardos de paja seca sobre las que extienden una sábana encima, una estufa para soportar los duros inviernos locales…incluso me pasaron números de teléfono de gente susceptible de ser entrevistada para la revista. Me les he ganado por completo en veinte minutos de charleta, y todo gracias a un chiste casposo repleto de topicazos.
(Continuará)