El último gran mago 1. La magia renace
Los poderosos notan el nacimiento de la magia, pero se lo toman como algo que será divertido; no lo consideran peligroso, muchos se sacrifican para salvar a tres niños y un lobo... ¿valdrá su sacrificio para algo o será todo en vano? es una buena pregunta, que solo leyendo podemos resolver o quizá n
El último gran mago
Capítulo 1. El renacimiento de la magia
En un palacio donde la luz no da nunca, construido en la montaña más alta del mundo; esta el palacio negro, de los 3 dioses y reyes oscuros.
Una adivina oscura, que trabaja para ellos y por eso sigue con vida; irrumpe en la habitación real, donde los tres reyes divinos beben y ríen entre ellos.
- ¡Mis señores, es terrible! – grita esta, arrodillándose de inmediato.
- Álzate y cuéntanos que es eso tan terrible. – pregunta Dragonus, el dios dragón, riéndose.
- Ha nacido 1 criatura mágica, la magia está renaciendo. – avisa esta.
- Eso es terrible – sopesa Odín, el dios justiciero.
- Alguien busca derrocarnos – se mofa Cancervero, el dios de la victoria a toda costa.
- Debemos impedirlo – gruñe Dragonus.
- ¿Cuáles son sus órdenes? – pregunta la adivina.
- Coge un batallón y busca a esa criatura mágica, que no escape o tu cabeza; acabara en esa lanza. – amenaza señalando la lanza de un guardia; que se muestra inquieto con solo señalarle.
- ¡sí, señor! No fallare. – suelta, la adivina; se pone en pie y se va.
Cuando esta se marcha de la habitación.
- ¿no deberíamos de encargarnos nosotros? – pregunta Odín.
- Si, queremos evitar otra guerra; sí. – responde Dragonus.
- ¿Y no queremos? – ríe Cancervero.
- ¿no os aburrís de beber y contar las mismas anécdotas? – pregunta Dragonus, causando la risa de los otros dos; bajo la atenta mirada de los silenciosos guardias.
En un pueblo llamado Aspirk, a muchos kilómetros de allí; un pueblo recibía con regocijo el milagro mágico, nacido bajo manos aldeanas…pero no solo recibían esas noticias, recibían una misiva; de que los reyes oscuros estaban buscando pueblo tras pueblo, a los mocosos.
Después de registrar cada pueblo si colaboraban y se dejaban maltratar, el pueblo sobrevivía; pero si se resistían lo mas mínimo, el pueblo era arrasado.
El alcalde, se dirigió a los padres del recién nacido.
- Saludos, soy Alan el alcalde de este pueblo. – comunica a sus súbditos.
- Lo sé, señor Alan es un honor tenerlo en mi casa; ¿desea algo? – pregunta Yeff el aldeano y padre de los niños.
- No gracias, hemos recibido con júbilo la noticia del nacimiento mágico; pero tengo una mala noticia que daros. – sigue dando su información.
- ¿Qué pasa, señor Alan? – pregunta Ina, la aldeana que los pario.
- Un batallón de soldados oscuro va en su busca. – suelta tajante.
- ¡Oh, no! – gimotea Ina
- ¿Qué podemos hacer? – pregunta Yeff al alcalde.
- Solo veo una posibilidad. – comenta preocupado el alcalde.
- ¿Cuál, señor; cual? – interroga desesperada la madre.
- Haremos lo que sea para salvarlos. – suelta el padre, lleno de decisión.
- Tenemos que llevarlos a un templo de otro dios, ellos podrían educarlos; esconderlos y prepararlos. – argumenta como posibilidad el alcalde.
- Lo haremos – promete la madre.
- Recojamos nuestras cosas. – ordena el padre.
- En una hora, mandare una escolta. – comunica el alcalde.
- Estaremos listos. – estrecha la mano el padre.
Mientras este se vuelve loco recogiendo todo lo útil que puedan llevarse, la madre cuida de los bebes y el lobo rojo; todos deben sobrevivir, si quieren salvar el mundo de la tiranía divina corrompida.
Tras una hora exacta, el alcalde volvió como prometió; traía 25 soldados con él, el general y su hijo…un monje extraño, un erudito y un guerrero ambulante.
- ¿Qué es esto, señor alcalde? – pregunta el padre.
- Esos críos deben sobrevivir a toda costa, he empleado a los tres tipos más fuertes de la zona; mis mejores hombres, el general y su hijo que está aprendiendo para convertirse en paladín del dios sol. – cuenta el alcalde.
- ¿Crees que asi lo conseguiremos? – pregunta la madre.
- Y si no, no pudimos hacer más. – se excusa el alcalde.
Poco después, la familia estaba montada en un carro; dirigiéndose al templo Sol, el primer día fue un viaje tranquilo.
Tras unos minutos de haber salido el carro, llego el batallón oscuro; capitaneado por la bruja adivina oscura, los guardias los dejaron entrar y la capitana entro al despacho del alcalde dándole un golpe mágico a la puerta.
- ¿A que debo el honor de su visita? – titubea el alcalde.
- ¿honor? – ríe la bruja – lo sabes muy bien, ¿Dónde están? – pregunta, la bruja.
- ¿Quién? – se hace el tonto este.
- No hace falta te hagas el tonto, las aldeas vecinas a cambio de su vida; os han traicionado, dicen que los escondéis aquí. – suelta orgullosa la bruja.
- No sé de qué me hablas, seguro lo tienen ellas y para sobrevivir por su crimen; nos han echado la culpa a nosotros, puedes levantar el pueblo entero y no los encontraras. – sopesa el alcalde, para convencerla.
- ¡Levantad el pueblo entero! Si alguien se queja matadlo, sino aparecen; interrogadlos, tienen que aparecer. – ordena la capitana.
- ¡Si, capitana! – golpea el puño el soldado contra su pecho.
Los soldados registran el pueblo entero, mientras ella hace preguntas al alcalde; que este esquiva lo mejor que sabe o puede, pero…
- Señor Alan, haber cuando deja de rodear el tema; sé que me está ocultando algo, lo noto. – se sincera ella.
- No sé de qué me habla, le dicho lo que se. – se defiende este.
- ¡Señora! En el pueblo no están, pero hemos encontrado tres cosas curiosas. – dice un soldado al entrar.
- ¿si? dime. – pregunta ella.
- Primero hay solo 1 casa vacía. – empieza a enumerar el soldado.
- ¿Y eso que significa? – pregunta esta.
- Lo más raro de todo que parece haber sido abandonada a la prisa y recientemente. – añade el soldado.
- ¿segunda? – interroga ella.
- En todo el pueblo, hay 12 soldados y 1 capitán; la mayoría de ellos, parecen nuevos o reclutas.
- ¿tan pocos soldados tenéis? – pregunta la bruja.
- No hay muchos monstruos por aquí. – miente el alcalde.
- ¿y la tercera, soldado? – vuelve a preguntar la bruja.
- Hay marcas de un carro y huellas, en la salida del pueblo. – cuenta, el soldado.
- Vale, prended fuego al pueblo; matad a los soldados, sigamos esas marcas. – ordena la bruja.
- ¡No, por favor! – suplica el alcalde.
- Ah, lo olvidaba. – la bruja se da la vuelta y transforma al alcalde en un monstruo.
- Este es tu castigo, por mentiroso. – añade está riéndose como loca.
Los jóvenes soldados, se defendieron como pudieron; pero no pudieron hacer nada frente al ejercito oscuro, el pueblo ardió hasta sus cenizas y el ejército oscuro salió en busca del carro.
Llegaron hasta ellos el segundo día, por la noche; en el fragor de la batalla, los padres y los niños desaparecieron…al dia siguiente en el recuento de los cadáveres, solo aparecieron 23 soldados y el general.
Tanto el hijo del general, el monje; el guerrero, el erudito y la familia desaparecieron de la faz de la tierra.