El último deseo
Si te concedieran un último deseo antes de morir, ¿cual elegirías? Creo que muchos pedirían el de este relato.
Durante nuestras vacaciones de verano, mi marido y yo estábamos sentados con varios matrimonios amigos, maduros como nosotros, siendo uno de ellos de más edad, en una terraza del paseo marítimo, tomando algo y viendo a la gente pasar.
Nuestros maridos no podían evitar fijarse en las chicas jovencitas que pasaban por allí llamándoles la atención como iban en grupos, todas vestidas iguales, con esos shorts cortitos, unos más ajustados y otros más holgados, pero todas enseñando medio culito, como está de moda ahora, con esas camisetas cortitas también, enseñando el ombligo, provocando sus comentarios sobre ellas:
— Qué maravilla, están preciosas. Si me dieran a elegir no sabría con cual quedarme.
— Ni yo, fíjate en esas piernas maravillosas, tan largas, morenitas, con esa piel que parece tan suave.
— Todas están muy ricas, también las más gorditas y culoncitas con esos muslos tan apetitosos.
— Ya te digo, les daría unos buenos mordiscos.
— Fíjate que cada vez son más atrevidas y más enseñan…..
— Me pone malo verlas el culito cuando van andando. Además yo creo que las encanta que las miren, presumir y provocar.
— Quien pudiera tener alguna así en casa ¿eh?
Nosotras les escuchábamos decir esas cosas y nos sentimos un poco ofendidas.
— Pero bueno…. ¿qué estáis diciendo….? ¿Dónde ibais a ir vosotros con ellas, que os ven como unos viejos verdes, babeando detrás de ellas?
— Déjanos soñar, mujer, quien tuviera ahora su edad, para poder disfrutarlas…..
— Pero ahora tenéis la edad que tenéis y aquí estamos nosotras, que tampoco estamos tan mal, ¿no?
— Es verdad. Por eso son solo sueños inalcanzables……
Preguntándole yo a uno de ellos:
— Paco, ¿Qué darías por estar con una cómo ellas?
— ¡Uufff!, daría la vida, jajaja.
Añadiendo el de más edad:
— Pues yo lo pediría como mi último deseo antes de morirme, jeje.
— Tú has tenido dos hijas, podías haber aprovechado.
— Sí, ya sé que otros lo hacen, pero yo nunca me atreví, aunque alguna caricia si se dejaban hacer.
— Anda, seguro que las metías la mano entre las piernas también.
— Bueno, algo sí, no te lo voy a negar. La verdad es que estaban muy ricas.
Al decir eso, su mujer, le reprendió:
— ¿Cómo dices esas cosas? ¿Qué van a pensar?
Intentando calmarla yo:
— No te preocupes. Estamos en confianza y en todas las casas pasan cosas.
— Sí, ya lo sé, pero él no las hacía nada, o por lo menos yo no lo veía. No le hagáis caso, que este ya chochea….
Nuestros maridos se rieron entre ellos, como no creyendo lo que decía su mujer, o pensando que era muy ingenua.
Diciéndole yo a su mujer:
— Mira Juani, todos los hombres hacen lo mismo, si tienen oportunidad, las meten mano.
Diciendo la otra amiga:
— Eso es verdad, porque cuando viene la nieta a casa, tengo que estar vigilándote a ti también, porque se te va la mano.
— Es que está hecha una mujer, con ese cuerpazo que tiene.
— Claro, la chica es muy guapa y ya ha salido con no sé cuántos chicos, pero eso no te da derecho a tocarla el culo cada vez que se pone a tu lado.
— Bueno, mujer, es mi nieta y ella no me dice nada……
Diciendo mí marido:
— Jajaja, ¿tú también? A la mía yo también la toco el culo, cuando nadie nos ve y no te creas que ella se aparta….
Continuando la conversación muy excitados entre ellos;
Interrumpiendo la otra amiga:
— Bueno, vamos a dejarlo, que aquí van a salir cosas que no deberían saberse. Estáis hechos unos viejos pervertidos, todo el día pensando en lo mismo.
— ¿Y vosotras qué? No me digáis que no les echáis el ojo también a los chicos jóvenes que pasan por aquí.
— Algunos son muy guapos, sí, pero no estamos pensando en tirárnoslos, como vosotros.
Provocándonos nuestros maridos:
— Ser sinceras, que si tuvierais a uno a mano, se lo comeríais todo.
— Bueno, es verdad, tenemos que reconocerlo también. Todas hemos tenido ganas de hacerles un favor a alguno de estos chavales y alguna no hemos desaprovechado la oportunidad.
— ¿Sí? ¿A tú hijo se lo hiciste?
La conversación volvía a ponerse interesante, pero a alguna parecía incomodarla:
— Ya estamos otra vez, hablando de más, jaja.
Diciéndola su marido:
— No pasa nada, cariño. ¿No decías que estamos en confianza?
— Sí, es verdad, veréis, os contaré….. Fue una tontería. A él le había dejado una novia que tuvo y estaba bastante deprimido y yo como buena madre, tuve que consolarle. Él no se atrevía a contarme el motivo de por qué lo habían dejado, pero al final me confesó que era por un tema sexual, que su novia se quejaba de que se corría demasiado pronto y que ella no se quedaba satisfecha y que ya estaba harta de que pasara siempre eso.
—Ahora las mujeres son más exigentes con esos temas, no es como antes, que si les pasaba eso a nuestros maridos, teníamos que aguantarnos y ni nos atrevíamos a decir nada.
—Sí, pero mi hijo se sentía humillado y a mí me daba mucha pena y quise ayudarle.
—¿Y cómo le ayudaste?
—Dejándole que practicara conmigo hasta que aprendiera a controlar la eyaculación.
—¿Cómo, follando con él?
—Sí, no lo pensé en ese momento, y él me lo agradeció mucho.
— ¡Hala! Jaja, que bueno…… No me esperaba eso de ti. Pero bueno, si al final lo solucionasteis……..
—Sí, lo hicimos unas cuantas veces, hasta que él fue aprendiendo a controlarse y al final nunca se corría hasta que yo llegaba primero al orgasmo.
—Bueno, anda, ya veo que no fue ningún sacrificio para ti, que bien lo disfrutaste……
—Sí, la verdad, no os voy a engañar, follar con un chico joven, que además es tu hijo, es de un morbo insuperable.
—Y a tu marido le pareció bien, por lo que me decís……
Interviniendo su marido:
—Sí, me da vergüenza confesarlo, pero yo con la edad, tenía problemas de erección y ella no se quedaba satisfecha conmigo, así que tenía miedo de que cualquier día me pusiera los cuernos con otro, así que como surgió eso de nuestro hijo, vi la posibilidad de que ella pudiera “calmarse” en casa y con total discreción.
Después de eso, otra se animó otra a contar lo suyo, ya en una conversación entre mujeres, mientras nuestros maridos seguían a lo suyo, deseando lo que nunca podrían tener:
— A mí también me paso con mi hijo. Iba a empezar la Universidad y no sé por qué, tenía unos dolores de testículos terribles. Yo no sabía que hacerle ya, porque no estaba su padre y no entiendo mucho de estas cosas de chicos, pero me atreví a preguntarle que si se masturbaba, y él me dijo que solía aguantarse mucho sin hacerlo.
— A veces les pasa, claro.
— Yo pensé que podría ser por eso y le dije que tenía que masturbarse más a menudo, para ver si se le pasaba, pero él tenía reparos. En el Colegio donde le llevábamos, que era de curas, siempre le decían que la masturbación era mala y que no tenían que hacerlo. Y así se pasó su juventud el pobre y ya veis, con esos dolores de testículos, por no aliviarse.
— Pobre, y él haciéndoles caso, claro.
— Sí, y yo me sentía culpable, así que quise animarle y para quitarle ese trauma de la cabeza, se me ocurrió hacérselas a mí.
— ¿Le hacías pajas a tu hijo?
— Bueno, unas cuantas le hice, pero eran por su bien….
— Ya, claro, jaja. Que a ti no te gustaba nada eso…….
— No os voy a mentir, me excitaba mucho hacérselas, pero bueno……
— Seguro que hubo algo más……..
— Bueno, eso ya no os lo voy a decir.
Diciendo otra de las amigas:
— Si ella no se atreve a contarlo, yo si os voy a contar mi caso: Veréis, cuando mi marido se iba de viaje, me quedaba sola en casa con mi hijo y me lo llevaba a la cama conmigo.
— Otra que le aliviaba, jaja
— Es que casi sin querer, se nos va la mano, jaja…. Y a ellos les encanta.
— Pues ahora tienes nietos también y pueden tener el mismo problema.
— Ya, pero no le gustará a su madre que les haga eso. Ya se encargará ella, jaja.
— No tiene por qué saberlo, mujer, le dices que no diga nada.
— Prefiero no pensar en eso, que me pongo……
— Jajaja, nosotras criticando a los maridos, y también nos pasa lo mismo, deseando tener a un chaval joven entre las piernas.
— Con la energía que tienen, no te dejan recuperarte del primer orgasmo y ya están dándote otra vez, no como nuestros maridos, que ya se quedan dormidos, jaja.
— Y toda esa cantidad de leche que echan que te ponen perdida. A mi hijo tengo que cambiarle las sábanas casi todos los días cuando se masturba por la noche.
— ¡Ay! Cuanta leche perdida, jaja.
— Hablando de estas cosas me pongo mala, al final somos peores que nuestros maridos.
— Eso es cierto, pero nosotras no nos atrevemos tanto a contarlo y sólo así, entre amigas, se nos escapa algún comentario sobre lo que hacemos.
Diciendo uno de los maridos:
— Eso es normal, no tenéis por qué avergonzaros, mi mujer me lo reconoce también y es que llegamos a una edad que necesitamos esas cosas porque nos cansamos siempre de lo mismo.
Habían pasado unos meses desde la última vez que nos vimos y una de estas amigas me llamó muy preocupada, porque le habían diagnosticado a su marido una enfermedad y le dijeron que le quedaba poco tiempo de vida, aunque de momento él estaba bien de salud y dispuesto a disfrutar del tiempo que le quedara.
Mi amiga me decía que él se lo había tomado bien, porque ya tenía una edad y no esperaba mucho más de la vida, excepto un último deseo que nos había comentado esa última vez que nos vimos.
Yo casi no recordaba eso y tuve que preguntarle:
— ¿Qué deseo es ese?
— Pues eso que dijo cuándo miraban a las chicas por el paseo, que antes de morirse le gustaría estar con una de ellas.
— ¡Ah! Si, ya me acuerdo, jaja. Pero creía que lo decía en broma.
— Que va, amiga, ya me lo comentó varias veces desde que supo que iba a morirse.
— Pues no sé cómo va a poder cumplir ese deseo.
— Verás, te va a extrañar lo que te voy a decir, pero yo le quiero mucho y me gustaría ayudarle a cumplirlo.
— ¡No me digas! No me lo puedo creer. ¿Cómo vas a ayudarle?
— Eso quería comentarte. Me gustaría llevarle una chica joven para que disfrutara con ella, pero no sé de dónde sacarla.
— Jajaja, ¡estás loca! ¿De verdad estás dispuesta a eso? Es que a mí tampoco se me ocurre de donde sacarla, a no ser que contrates a una prostituta.
— Ya, pero no quiero que sea una profesional. Eso no le gustaría a él tampoco. Quiere que sea alguien que lo haga porque quiere, sin forzarla a nada ni pagarla.
— Pues más imposible me lo pones, ¿Quién va a querer hacer eso?
— Había pensado en nuestra nieta. Ya oíste lo que comentó Paco aquella vez, lo que hacía con la suya y que a su mujer no le parecía nada bien.
— Sí, jaja, pobre, si casi no la hacía nada.
— Sí que la hacía, que luego me lo contó Paco.
— Bueno, no sé si sería muy delicado eso. Tu nieta ya tiene edad para decidir y seguro que quiere mucho a su abuelo, pero no sé si estaría dispuesta a tanto……
— Tendría que dejarse follar, que mi marido todavía puede eso.
— Pues no sé qué decirte, si te atreves a hablarlo con ella…….
— Ella es muy liberal y ya ha follado con varios chicos, así que tampoco será nuevo para ella.
— Pero es con su abuelo……..
— Mira, tampoco es para tanto, que tampoco sería la primera y a él le haría muy feliz y a mí también, la verdad, porque quiero que se muera feliz, después de haber cumplido ese deseo.
— Y si ella no acepta, yo te ayudaría a encontrar a otra chica, supongo que podríamos encontrarla. Ahora las chicas jóvenes no son como nosotras a su edad. Están acostumbradas a follar con unos y otros sin problema y aunque les parezca raro, contándoles el caso…….
— Pues sí, por eso te preguntaba si conocías a alguien, porque por un lado preferiría que fuera alguien de fuera, que no conozcamos.
— Es que yo nunca había pensado en estas cosas, como puedes suponer, pero ahora que me lo dices, se me ocurre la chica que viene a casa a limpiar.
— Ah, sí, la chica ecuatoriana, muy guapa, pero es muy jovencita, ¿no?
— El otro día cumplió los 18 ya.
— Ah, bueno, estupendo entonces. ¿Tú crees que querría?
— Bueno, ya sabes cómo son algunas chicas de estos países, que no las importa, si sacan algo de provecho. Ésta, seguro que tiene experiencia ya. Si quieres puedo preguntarla y si acepta, te la mando un día a tu casa, para que vaya a limpiar con cualquier excusa, para que tú marido se fije en ella y a ver qué pasa….. Ella le dará facilidades, ya sabes……. Y tu marido estará encantado.
— Pues a tu marido se le irán los ojos con ella también.
— Le tiene loco. Además como a ella la gusta lucirse…., mi marido debe aprovechar cuando yo no les veo para arrimarse, ¿entiendes…?
— Sí, claro, y ¿tú lo permites eso?
— Prefiero hacerme la tonta, ya a esta edad que tenemos, cualquier día le pasa como al tuyo y al menos que disfrute un poco, que yo entiendo que a mí me tiene muy vista ya.
— Esto es porque queremos mucho a nuestros maridos y se lo consentimos todos.
— Bueno, el mío también me quiere a mí y si me quiero dar un capricho, ya sabes…., él me lo va a consentir.
— Muy bien, gracias amiga. Prefiero casi esto, porque lo de mi nieta, siendo familia, ya sabes, podría tener problemas con su madre si se entera.
— Claro, es mejor así, más discreto.
El día acordado envié a Cris, esta chica ecuatoriana a casa de mi amiga, que insinuó a su marido que a lo mejor podría cumplir ese deseo que tanto esperaba, que yo le había comentado que esta chica se dejaba tocar por mi marido cuando iba a casa, pero que fuera con cuidado con ella.
Después del primer día que fue a su casa, mi amiga me llamó para contarme las novedades:
— Pues mira, yo estuve observándoles, a ver lo que hacían. Mientras ella limpiaba, mi marido empezó a meterla mano por el culo, porque vamos, hija, es que no llevaba ni bragas, bueno, de esas de que laman de hilo que se ponen las jóvenes ahora que no te tapan nada.
— ¿Y ella que hizo?
— Pues que se le revolvió, haciéndose la digna y diciéndole que cuidado con esas manos, tal como había acordado con ella para ponérselo más interesante a mí marido. Pero él la respondió que ya sabía que no se andaba con tantos remilgos con otros, que la iba a dar un extra si se dejaba hacer.
— Entonces ella ya fue accediendo.
— Me dijo que en otras casas siempre habían intentado aprovecharse de ella sin pagarla nada y por eso le había parado los pies a mi marido, pero a la vez, sintió compasión por él, sabiendo su situación, así que yo estuve pagándola unos extras para que se dejara sobar por él.
— Entonces a partir de ahí, sin problema ya, ¡no?
— Sí, ya se le ofreció abiertamente y no sabes los ojos de felicidad que puso mi marido, cuando prácticamente se le desnudó delante de él, que el pobre no sabía ni dónde mirar….
— Ya, que pena, pensar en lo poco que le queda para disfrutar de estas cosas…..
— Sí, me da mucha pena, pero al menos le vi muy feliz con esta chica.
— ¿Y que más pasó?
— Fue tremendo, amiga, me calentó hasta a mí. Empezó a comerle las tetas, a restregarle el coño, ella gemía como una loca…. Se agachó y le hizo una buena mamada. Yo creo que ella se dio cuenta de que se iba a correr ya y se le sentó encima para follarle. Mi marido aguanta bastante conmigo, será porque soy vieja ya, jaja, pero con esa chica enseguida se corrió. Ella volvió a chuparle hasta que se le puso dura y se tumbó en la cama con las piernas abiertas para que mi marido se le echara encima…. Empezó a follarla de nuevo y ella volviendo a gemir de una manera que parecía tener un orgasmo a cada embestida. Mi marido, a pesar de su edad, no se cansaba, seguía dándola hasta que se corrió otra vez y ella le daba besos cariñosos, diciéndole lo rico que había sido todo.
— Y tú marido, como loco, ¿no?
— Imagínate. Me dio las gracias mil veces, me dijo todo lo que me quería y yo lo que le quería a él y acabamos los dos llorando como tontos.
— Ay, qué bonito. Me dais envidia del amor que os tenéis y la buena persona que eres.
— Sí, fue muy emocionante también para mí, no te creas, verlos allí juntos en la cama, como mi marido disfrutaba besándola, lamiéndola por todos lados. Ella, desde luego, menuda forma de follar y de chupar. Me dio una lección de cómo se chupa una polla a mi edad.
— ¿Y tú marido con la enfermedad no tuvo problema para ponérsela dura?
— Que va, cuando tiene sexo conmigo, sí que tiene que tomar la pastilla, pero con ella, ni pastilla ni nada, estuvo tieso todo el rato, hasta que ya no pudo más del agotamiento. Cualquiera que nos viera, no sé lo que pensaría……
— Pues que erais un matrimonio feliz y se morirían de envidia.
Después de un tiempo, volví a ver a mi amiga por la calle y le pregunté por las novedades, aunque ya sabía que Cris, la chica ecuatoriana, seguía yendo a su casa:
— No te vas a creer lo que tengo que contarte……
— ¿Han pasado más cosas?
— Verás, el otro día vino mi nieta a casa, a preguntar a su abuelo como estaba, viendolo más animado y bromista que en otras ocasiones y ella sorprendida, me preguntó que si había mejorado de lo suyo. Yo la dije que no, pero que estaba cumpliendo ese último deseo que me había pedido. Mi nieta, muy intrigada, me preguntó cuál, y yo la confesé que se estaba follando a la chica que venía a casa a limpiar. Ella no se lo podía creer, se empezó a reír, diciéndome…, ¡vaya con el abuelo, jaja!
— Bueno, tu nieta ya conoce a su abuelo, como es, no le sorprendería tanto.
— Sí, le conoce y hasta tuvo que aguantar sus sobeteos, pero no se esperaría algo así y ¿sabes lo que me dijo?... Que ella también quería darle una alegría……
— No me digas……
— Así, como te lo digo, se plantó delante de su abuelo y le dijo que siempre se quedaba mirándola las tetas, que si quería verlas……
— Jaja, tu nieta ha salido tan cachonda como su abuelo.
— Pero verás, verás….. Se quitó la camiseta y ahí se las dejó a la vista, se las puso delante de la cara y le dijo que podía tocarlas si quería.
— ¡Bueno…..!, tú marido estaría que no se lo creería…..
— Ya ves, la ilusión de su vida, ver y tocar las tetas de su nieta, con el cuerpazo que tiene…., pero es que hay más……
— Dímelo todo ya de una vez, que me va a dar algo…….
— Que mi nieta se calentó y se quedó toda desnuda, dejó que su abuelo la chupara las tetas, la metiera mano en el coño, vamos, todo……
— Sólo me falta que me digas que se la folló también.
— Pues sí, asómbrate…. Ahí se le sentó encima, después de comérsela bien durante u rato, y empezó a follar con su abuelo como si lo hubiera estado haciendo toda la vida…..
— ¡Vaya!, al final lo de tu nieta, tampoco hubiera sido mala idea….
— Si lo llego a saber, no me hubiera pasado el mal rato de tener que explicarle todo el tema a Cris, aunque creo que mi marido no va a penar lo mismo. Está cumpliendo su deseo por partida doble, jaja.
— A tú marido se le va a hacer muy corto el tiempo que le queda de vida, ahora que está disfrutando como nunca….. Cuando se lo cuente a mi marido no se lo va a creer, pero se va a alegrar mucho por su amigo.
— Sí, ya me dijo que ahora puede morirse tranquilo. Y yo me siento muy feliz por haberle conseguido su último deseo.
— Qué bien amiga. ¿Te imaginas que nosotras pidiéramos también ese último deseo?
— ¿Cuál? ¿Estar con un chaval jovencito?
— Claro, tu marido ahora no podría negártelo, no me digas que no te apetece.
— Por apetecerme, claro que me gustaría, pero cuando llegue ese momento, no sé cómo estaré yo para esas cosas.
— Pero podrías hacerlo ahora, no tienes por qué esperar para cumplir eso. Tu marido lo comprendería seguro.
— Sí, ya lo sé. Me estás poniendo los dientes largos, amiga. No sé qué hacer, además, tendríamos el mismo problema que para complacer a mi marido..
— ¿Tú crees? No tanto, los chicos están más dispuestos a eso y yo creo que sería más fácil.
— Pues ponte a pensar en alguno también. Te estoy pidiendo demasiado ya, jaja.
— No, mujer, si se me ocurre algo, ya te contaré.
Creo que mi amiga se quedó bastante nerviosa esperando que yo la buscara algo, así que hablé con nuestra otra amiga, con la que habíamos coincidido aquella vez.
Cuando le conté todo lo que había pasado con nuestros amigos, la enfermedad de él y lo que hicieron, no se lo podía creer tampoco, pero la dio mucho morbo cuando le conté los detalles y más cuando la dije que ahora ella quería cumplir también ese mismo deseo y la pregunté si ella conocía a alguien con quien pudiera cumplirlo:
— No sé si podré ayudaros, pero no debería decirte esto.
— Puedes decirme lo que quieras, Sole, ya sabes que soy muy discreta para estas cosas.
— Verás, desde que empezó el curso en la Universidad, tengo a mi sobrino Manuel en casa, porque tenía problemas con sus padres y así estando con nosotros, piensan que va a estar más controlado.
— Ya entiendo ¿y qué tal se porta el chico?
— Él es bueno y se comporta bien, pero he tenido que hacer algo para conseguirlo.
— ¡Uuuuyyy!, que ya me parece por donde vas.
— Sí amiga, le fui prometiendo que si estudiaba y si iba aprobando que le dejaba verme desnuda y tocarme, porque le veía muy interesado y como es tan atrevido, me lo pedía.
— Vaya con estos chavales de ahora, sí que son listos para lo que quieren.
— En su casa, me decía su madre que estaba todo el día en Internet viendo porno y haciéndose pajas continuamente y que no podía con él.
— Bueno, como todos, imagino. Pero tú no estás acostumbrada a esas cosas, claro.
— No, los míos no eran así, eran otros tiempos, no sé. Pero en mi casa, le vi hacerlo alguna vez también…..
— Y al ver al chaval todo el día dándose, te entraron las ganas a ti, jaja…..
— Sí, me da vergüenza reconocerlo.
— No tienes por qué. Te agradezco tu confianza y que me lo cuentes. ¿Oye! ¿Tú crees que tu sobrino querría estar con nuestra amiga?
— Yo creo que estaría encantado, pero es que no tiene mucha experiencia todavía, yo hasta ahora sólo le he masturbado y se la he chupado.
— ¿No te lo has follado?
— No, no me he atrevido, me da no sé qué todavía y no sé si él querría…….
— Seguro que estará deseándolo. Mira, podemos hacer una cosa, tú empiezas a follártelo y así ves cómo va, y para que aprenda un poco para poder llevárselo a Juani.
— Ay, amiga, ganas no me faltan, pero este es capaz de preñarme.
— Ponle un condón, mujer.
— Es que me gusta sentirla y que me echen la leche dentro. Estoy acostumbrada así con mi marido.
— Claro, que viciosa eres, ya lo sé que es muy rico, pero ¿quieres arriesgarte? Mira, Juani no tendría ese problema porque tiene la menopausia ya.
— Que suerte, así no tiene que tomar nada.
— Bueno, pues ya me dirás lo que haces y hablamos con Juani.
Una semana después, Sole me llamó contándome que ya había follado con su sobrino y que había sido maravilloso, que era una sensación única y especial llena de morbo. Me dijo que el chico, después de hacerlo unas cuantas veces, había empezado ya a controlar la eyaculación y que cada vez aguantaba más, pero que no importaba si se corría, porque al momento la tenía durita otra vez y volvía a empezar.
Entonces quedamos en que ya estaba dispuesto para que le lleváramos con Juani , que también lo había hablado con su marido, y lógicamente, no había puesto ningún inconveniente al deseo de su mujer, de disfrutar como él lo había hecho, así que nos presentamos en su casa con el chaval.
Juani estaba muy nerviosa y el también un poco tímido con ella, así que tuvimos que animarlos un poco, diciéndoles que no perdieran más el tiempo y se metieran en la habitación.
Dejaron la puerta abierta y pudimos ver como ella le bajaba los pantalones y agarrándole el pene se puso a chupárselo, como si llevara mucho tiempo deseando hacer eso y no pudiera esperar más.
Luego ella se desnudó para que el chico la viera y se tumbó en la cama para que él se pusiera encima de ella haciendo un 69, chupándose mutuamente. Fue muy morboso ver esa escena, con la cabeza del chaval entre las piernas de mi amiga, chupándola todo el coño.
Pero ella quería saborear ese momento sin prisas, aunque estuviera deseando ser follada como una cualquiera, sin frenos ni falsos pudores.
Ella se derretía de placer, en acelerados gemidos sin pausa, que se incrementaron cuando el chico la penetró empujando fuertemente para hacerla sentir su polla bien dentro de ella
Los gritos de placer de ambos se fundieron al alcanzar un orgasmo simultáneo, que nos dejó a nosotras absortas ante ese momento mágico que toda pareja desea.
Nuestra amiga volvió a lamer golosamente los restos de semen que todavía salían de la polla del chaval y luego se cambió de posición para que se la volviera meter desde atrás ofreciéndole el culo. El sobrino de mi amiga se la volvió a meter por el coño, pero Juani le dijo:
— Por el culito, cariño, métela ahí.
El chaval dudó por un momento, porque era la primera vez que lo hacía analmente, pero el espectáculo de ver a una mujer madura ofreciéndosele, le hizo olvidar toda reticencia y penetró de nuevo a Juani, esta vez por el culo, donde sintieron con más intensidad el contacto sexual que los llevaría a un nuevo orgasmo.
Mientras tanto, mi amiga y yo estábamos mirando muy excitadas y habíamos empezado a tocarnos entre las piernas. Juani nos vio y nos hizo una seña para que entráramos en la habitación.
A mí también me habían entrado muchas ganas de estar con el sobrino de Sole y como ella ya lo había probado, me lo cedió a mí para que se me pusiera encima y me penetrara, porque el chico seguía duro como una piedra.
Me tumbé con las piernas bien abiertas y enseguida empezó a darme gusto con sus movimientos mientras yo le sujetaba por el culito para que no la sacara y me la metiera más adentro, hasta llegar a ese punto donde se disparan mis orgasmos y me corro como una loca y por el morbo que me producía esa situación hizo que aumentara la intensidad del orgasmo que tuve.
Al sacarla le chupé los restos de semen y el que todavía le salía, quedándonos asombradas con él:
— Qué barbaridad, no le para de salir leche.
Diciendo Sole:
— Sí, chicas, es tremendo. Estuve toda la semana follándomelo y parece como si cada vez le saliera más.
— ¿En tu casa está todo el día así empinado también?
— Si, amigas, no hay manera de que se le baje.
— Qué suerte, Sole, eso es por la edad. Tú le vas a tener en casa hasta que termine el curso.
— Bueno, no os preocupéis, yo os lo puedo traer cuando queráis.
— Gracias, Sole, queremos disfrutarle más veces.
Y así fue como por la generosidad de Juani para hacer que su marido cumpliera su último deseo, todas acabamos cumpliendo los nuestros.
(No dejes que nadie ponga límites a tus sueños y para que en ellos no haya espacios en blanco, atrévete a disfrutar de tus deseos y a vivirlos como si fuera el último día de tu vida)