El último beso.

Adiós Ainhoa, voy a amarte toda la vida, con cada poro de mi ser y extracto de la esencia de mi alma. Mi sueño siempre serás tú.

El tiempo pasaba lento, al contrario de mi corazón acelerado. Sentado en la barra del bar de aquel lujoso hotel de blancas y doradas paredes colocaba una y otra vez la camisa negra bajo la chaqueta de mi traje color burdeos. Mis manos temblaban cada vez que alzaba el grueso vaso cargado de Jack Daniels de cosecha antigua, necesitaba el alcohol para calmar los nervios de reencontrarme con la que fue mi primer amor media década atrás.

El taburete de piel sintética negra se volvía cada vez mas incomodo bajo mi cuerpo y no encontraba la postura correcta para sentirme tranquilo en aquella estancia llena de ricachones excéntricos y estirados adinerados. La había citado en el hotel mas caro de toda España. Quería que viera que ahora era un hombre exitoso, con logros en la vida, talento, ambición... y todo el dinero que algún día le dije que iba a tener, aunque sabia que en el fondo eso a ella le daba igual, o al menos yo no la recordaba como una chica material.

Jamás esperé recibir un mensaje suyo y mucho menos después de tanto tiempo. Recuerdo decirle hace años que aunque ella me llamara después de cinco años, más tarde de las cuatro de la mañana, yo volvería sin dudarlo, y a pesar de que aquella noche me encontraba especialmente tranquilo fue la notificación de aquel teléfono que ni recordaba tener en mis contactos la que volvió a alterar mi corazón, como cuando me besaba con apenas veinte años:

Ainhoa: Te echo de menos.

Era lo único que decía, aunque adjuntaba una canción que me solía decir que le recordaba a mi, ''Dusk Till Dawn''.

Debo admitir que la letra todavía revolvía sentimientos en mi pecho y era incapaz de no echarla de menos a rabiar cada día que pasaba, y a pesar de que me encontraba en la cúspide de mi carrera, con la vida resuelta y una de las mujeres mas bonitas del cine y la televisión a punto de convertirse en mi esposa... la extrañaba con cada átomo de mi cuerpo.

Los mensajes siguientes no fueron mas que una reconstrucción exacta de la conversación que tuvimos cuando volvimos a hablar nuevamente después de una pequeña discusión que nos separó unos meses cuando eramos mas jóvenes. Ella bromeaba con aquello que sabia que podía calentarme y yo le seguía el rollo porque en el fondo estaba deseando que pasase pues estaba claro que media década después de besarla por ultima vez seguía atrayendo como la primera vez que la tuve encima con aquel bañador rojo apretado, restregándose contra mi polla... Puedo considerar  que aquella fue la primera vez que realmente me encontré conectado con alguien de esa manera.

Los días pasaban y cada vez nos mensajeabamos mas seguido, prácticamente nos pasabamos el día hablando y no tardamos demasiado en volver a las llamadas furtivas. Cuando tenia un hueco entre ensayo y ensayo mi mayor prioridad era llamarla. Tenía a una actriz preciosa en mi cama cada noche, pero en mi mente solo estaba aquella rubia de ojos verdes que me robó el corazón cuando era un niño.

Iván: deberíamos quedar para tomar algo, ponernos al día...

Me costó horrores enviar el mensaje, me preocupaba su respuesta, me mataba pensar que podía decirme que no. Ella estuvo escribiendo un rato y eso solo me hizo preocuparme mas.

Ainhoa: No creo que sea la mejor decisión.

No contesté nada, sentía como si me hubieran golpeado con una gran bola de construcción en el estomago y mi corazón fuera a salir por la boca.. Pero al cabo de unos pocos minutos volvió a llegar a mi teléfono una notificación suya.

Ainhoa: ¿Cuando?

Iván: Creía que pensabas que no era una buena idea.

Ainhoa: Y no es una buena idea...

Ainhoa: Pero nunca fuimos de hacer lo correcto.

Ainhoa: Quiero verte.

Iván: Yo también quiero ver. Hotel Plaza de España, Madrid. El viernes que viene a las 20:00.

Habían pasado más de treinta minutos de la hora a la que debía haber llegado, y yo llevaba más de una hora esperando porque aquel día decidí llegar antes de tiempo, aunque podría culpar a la impaciencia y las ansias de querer volver a verla. Recordaba que solía ser impuntual, como aquellas tardes de verano donde acababa esperándola sentado en el portal de su casa porque nunca estaba lista a tiempo, o las veces que tardaba mas de la cuenta en llegar a la hora de comer cuando decidíamos pasar un sábado en mi piscina.

Estaba absorto en mis pensamientos, acorralado en una esquina de la barra, apoyado sobre el mármol de esta, dando vueltas a los hielos de mi bebida cuando la vi. Cuando vi a aquel maldito ángel sin alas aproximarse hacia a mi. Mantenía todavía el cabello corto, un poco mas arriba de los hombros, con su rubio característico y unas preciosas puntas ceniza. Contoneaba sus caderas de izquierda a derecha, moviendo al andar el filo de su corto vestido negro, al ritmo que sus hombros subían y bajaban un poco con cada paso. Su despampanante escote me absorvió al segundo, esos dos semicírculos perfectos que asomaban por encima de la tela del pecho y que se dirigían hacia mi dirección.

Me quedé petrificado al verla, no sabia que hacer, solo quería lanzarme sobre su cuerpo cálido y darle cada uno de los besos que no le di en todos estos años. Pero me contuve. Me contuve de saltarle encima como un león a su presa. Me contuve de arrancarle la ropa y hacerle el amor ahí mismo, sobre el sofá de sky en el que se acaba de sentar dándome la espalda.

Se giró coqueta hacia a mi, con una picara sonrisa en los labios, sabia perfectamente a que estaba jugando, conocía cada una de mis fantasías y estaba dispuesta a ponerlas todas en practicas. Yo esperé unos segundos antes de pedirle al camarero dos daikiris de fresa, bebida que supuse que le gustaría, y con las copas en ambas manos me aproximé hacia el pequeño reservado en el que se encontraba haciéndose la despistada.

  • Disculpe que la moleste. - Inicié la conversación con un hilo de voz pausado y algo ronco por los nervios, pero con un suave sonido aclaré mi garganta para continuar la frase. - No he podido evitar que está sola y no quiero sonar indiscreto o maleducado, pero le puedo asegurar que puedo hacer su noche mas divertida si me lo permite. - Intenté sacar mi tono mas sensual y convincente, pero ella y su característico humor me devolvieron una burla como respuesta.

-Por lo que veo si que puede hacer usted mi noche mas entretenida. - Dijo señalando las copas de mi manos. - Sospecho que es el camarero, así que déjelas ahí y puede marcharse cuando quiera. - Sonrió para mi, sonrió tan tierna y juguetonamente que quedé embobado en la comisura de sus labios... y una inaudible frase salió de los míos.

-Joder como te he echado de menos. -

Me senté frente a ella ofreciéndole la dulce bebida y ella aceptó gustosa. Conversábamos sobre como nos había tratado la vida, como nos iba, como nos dejaba de ir, tantas cosas que contarnos... pero aun así sentía que nada había cambiado, yo tan solo veía a esa preciosa niña de dieciocho años que me derretía el corazón con cada palabra, con cada movimiento nervioso de nariz y cada giro de cadera, inquieta sobre la piel de su asiento.

El tiempo pasaba y yo solo quería parar el reloj, quería quedarme con ella en aquella sala que se había vuelto desierta, no por falta de gente, sino porque todo a mi alrededor iba desapareciendo poco a poco y mi único foco de atención era el movimiento de su boca y sus intensos ojos verdes mirando fijamente mis labios cada vez que intervenía en la conversación.

Me sentía demasiado lejos de ella, quería estar pegado a su cuerpo, aspirar nuevamente su olor, rozar su piel... así que con toda la cara dura que pude tener me levanté de mi asiento dejando la copa vacía sobre la mesa de cristal y mimbre negro y me senté a su lado, y sin decir una sola palabra coloqué mi mano en su muslo desnudo. Se tensó ante el roce de mis yemas y me miró fijamente con los ojos muy abiertos intentando descubrir que pasaba por mi cabeza. Pero en mi mente solo se encontraba en aroma de su pelo, tan dulce, tan apetitoso.

Hundí mi cara en su cuello para poder apreciarlo mejor y un suspiro salió de su cuerpo, toda la tensión que parecía haber acumulado se desvaneció junto a la relajación de sus hombros.

-Quiero que vuelvas a ser mía, solo una noche mas. - Ella también dejó la copa sobre la mesa y se giró hacia mi apartándose un poco, lo justo para que nuestros rostros se quedarán a la distancia perfecta para lanzarme y devorar esos carnosos labios que tan loco me volvían. Pero no lo hice.

-Sabes que esto en el fondo no está bien, yo tengo novio, tu te vas a casar, ademas...- Hizo una pequeña pausa dramática y en su expresión se podía notar la frustración. -Podría haber algún paparazzi vigilandonos ''señor importante''.-

-Me dan igual los paparazzis, me dan igual los escándalos, me da igual ahora mismo todo, si no son tus labios no me importa nada. - Se mordió el labio inferior y sus mejillas comenzaron a colorarse, estaba tan bonita...

-Fuiste mi debilidad. - Su frase en pasado se me clavó en el pecho. -Eres y seras siempre mi debilidad Iván. - Y ahí me di cuenta de que jamas me había sonado tan bien mi nombre en boca de otra persona, pues ella siempre había tenido una manera especial de decirlo, un tono exclusivo para mi.

-Solo una noche, después podrás perderme de vista para siempre. - Su expresión comenzaba a relajarse y cambió drasticamente cuando al bajar la mirada vio asomando en el bolsillo de mi chaqueta la tarjeta de la suite que había reservado para los dos. Llevó su mano a mi mejilla y yo cerré los ojos con el tacto cálido de sus dedos, comenzó a deslizar la palma de esta por mi cuello, clavícula, pecho... pasando sus uñas por el contorno de mi mandíbula, como me conocía la hija de puta. Arrancó la tarjeta de mi traje y se levantó dándome la espalda, pero rápidamente se giró de nuevo para arrojar a mis piernas un pequeño mando a distancia, por su sonrisa curvada y picar supe perfectamente que era. Y con un movimiento de dedo que me imploraba que la siguiera comenzó a caminar dirección al hall principal en busca de las habitaciones.

Yo la seguí a una distancia no superior a unos dos metros por aquel recibidor en el que solo resonaban sus tacones sobre la madera recién pulida, era alta, sus piernas opacaba la decoración pictórica del hotel, su cuerpo era tan atrayente que perdía la razón cada vez que la miraba fijamente. Subió las dobles escaleras principales contoneando el culo de una manera provocativa para que yo pudiera disfrutar el show plácidamente. Pero en lugar de limitarme a mirar me dediqué a jugar con los botones de presión del juguetito que me otorgaba tanto poder sobre su cuerpo, de vez en cuando la veía temblar a pesar de que intentaba hacerse la dura, otras veces dejaba escapar algún leve gemido o suspiro.

Llegamos al ascensor, en silencio, estaba disfrutando de nuestro pequeño juego casi tanto como ella.

Nada mas cerrarse las puertas frente a nosotros la acorralé contra el espejo y me lancé a su boca como un perro hambriento. Nuestro labios se fundieron en un pasional beso de película, recorriendo sus curvas con mis manos, jugando con mi lengua sobre la suya. Estaba tan cálida, había extrañado su sabor tanto como un pez extrañaría el agua. Sus manos acariciaban mi cabeza y sus largas uñas se clavaban en mi nuca, pegaba su pecho al mio y yo metía la mano por debajo de su vestido corto para volver a tener en mi poder ese duro y redondo culo. Salimos sin separarnos ni un milímetro del ascensor y entre besos y caricias llegamos a la puerta de la habitación. Ella abrió con agilidad y rapidez y en cuestión de segundos nos encontrábamos dentro de la suite mas lujosa que pude conseguir.

Un espacio amplio y limpio se presentaba ante nosotros, con un salón principal en el cual se encontraba un sofá de media luna rojo y dos pequeños sillones a juego, con un par de muebles de adorno y algún cuadro en la pared. Al fondo una enorme vidriera con vistas a la mayor parte de Madrid, edificios altos y elegantes, unas vistas impresionantes desde el piso numero veinte. A la derecha se encontraba un gran baño principal con un jacuzzi empotrado en el suelo, en todo el centro, preparado ya con una densa capa de espuma y un aroma exquisito a rosas que debían de provenir de los pétalos que flotaban sobre el agua. A la izquierda un cuarto cerrado que intuí que seria la habitación principal. Aunque la decoración y distribución del lugar era lo que menos me preocupaba en ese momento. Toda mi atención era suya, de sus movimientos, de sus besos, de la manera en la que me estaba arrancando la ropa.

La cogí por la cintura y ella se aferró a la mía con sus piernas sin dejar de besarme, nos acercamos torpemente al respaldo del sofá hasta quedar su culo sobre el apoyado. Una vez que me aseguré que no se me iba a caer del lugar comencé a hacer mis besos mas lentos y profundos, haciendo que deseara mas. Desplacé mis labios a su mejilla derecha y rocé el perfil de su mandíbula con ellos, luego el espacio entre el y el cuello, para después bajar dejando pequeños besos por todo su cuello. Sus gemidos eran arte para mi, sus uñas clavadas en mi espalda desnuda, mi pantalón rozando el exterior de su ropa interior... continué mi camino intercambiando besos, mordidas y lamidas de un lado a otro, llegando hasta el final de sus hombros y volviendo a subir un par de veces, mientras que con mis manos subía su vestido hasta la altura de su cintura para dejar vía libre a que mis dedos acariciaran el exterior y el interior de sus muslos mientras ella temblaba frente a mi. Me deshice de sus tirantes, bajando completamente la tela, quedando enrollada y dejando al aire sus preciosas tetas, tan perfectamente colocadas. No pude evitar lanzarme a sus pezones, lamiendo con pasión cada uno de ellos, mordiendo suavemente y notando como se ponían erectos dentro de mi boca, sin dejar de acariciar su pecho, apretar con mis manos, rozar con mis yemas sus zonas mas sensibles. Despeinaba mi pelo sin consideración, me pedía mas entre jadeos, me suplicaba con sus suspiros que le metiera la polla hasta el fondo, así que no quise hacerla esperar mucho mas. Me incorporé y mirándola a los ojos me desabroché el cinturón con mi sonrisa mas maquiavelica y dejé salir de mi boxers mi pene duro para aproximarme a sus labios inferiores, apartar un poco la tela de su tanga, quitar el aparatito que todavía seguía en funcionamiento y comenzar a rozarlos y abrirlos con la punta, sus caderas se movían solas restregándose contra mi, y en uno de esos movimientos de pelvis ella solita la introdujo casi por completo. Ambos gemimos ante el contacto con el otro y lentamente metí el resto quedándome abrazado a ella. Volvió abarazarme con sus piernas permintiendome entrar un poco mas y muy lento comencé a mover mi cadera hacia dentro y hacia fuera, entrando una y otra vez de manera calmada. A medida que sus gemidos se intensificaban yo aumentaba velocidad y ritmo, pero no quería separarme del abrazado, la notaba tan cerca de mi...

Poco a poco los leves movimientos por mi parte se convirtieron en fuertes embestidas que resonaban por toda la habitación, de su boca solo salia mi nombre y de la mía roncos gemidos que no podía contener, me estaba volviendo loco a encontrarme de nuevo dentro de ella y no podía controlar mis duros movimientos.

-¿Le gusta a la pequeña puta de papi?¿Le gusta como papi se la está follando?-

Ella sólo gritaba ''si'' entre gemidos ''si papi'', ''sigue así papi'', ''no pares''. Aquello solo me hacia ponerme mas cachondo.

Estábamos follando como animales, moviendo el mueble con cada penetración. De vez en cuando me agarraba la cabeza para besarme, pero rápidamente volvía a llevar sus labios a mi oído para que pudiera escuchar con claridad sus gemidos, para que notara su aliento cálido sobre mi oreja, para morderme el lóbulo y besar mi cuello, para desquiciarme, porque me conocía.

Noté su cuerpo tensarse contra el mio.

-Me voy a correr papi.- Gimió agarrándome efusivamente del culo. Llevé una de mis manos a su coño mojado y comencé a acariciar con el pulgar su clítoris hinchado, bordeándolo y haciendo pequeños movimientos circulares sobre el, quería que se corriera a lo grande.

-Aguanta un poquito pequeña, papi también va a correrse.- Exclamé.

Pero el temblor de su cuerpo me indicaba que no iba a durar mucho mas, aunque yo también me encontraba al borde del orgasmo.

Un frío escalofrío recorrió mi columna vertebral, dejándome helado. Sus movimientos y vibraciones me dieron a entender que ella también se estaba corriendo, así que solo bajé la velocidad. Entrando fuerte pero despacio en ella, aunque mi pulgar seguía jugando sobre su clítoris con la misma intensidad. Convulsionaba mientras me besaba sin apenas poder respirar, yo también me estaba asfixiando contra su boca... pero aquello me encantaba.

Tras acabar ambos y recuperar un poco el aliento me empujó con fuerza separándome de su cuerpo. Yo pensé que se marcharía en ese mismo momento, se puso de pie y caminó frente a mi dándome nuevamente la espalda. Sentí que el mundo se me caía encima. Pero en lugar de irse dejó caer su vestido al suelo y se bajó la ropa interior quedando completamente desnuda frente a mi.

-¿vienes al agua?- Preguntó picaresca metiéndose en el cuarto de baño para desaparecer poco a poco entre la espuma del jacuzzi.

El agua estaba caliente y emanaba un dulce olor que relajaba y excitaba a la vez, el vapor empañaba los cristales de la pared completamente cubierta de espejo que reflejaba el interior de la gran bañera de hidromasaje. Nos encontrábamos el uno frente al otro, en silencio pero entre risas, tonteando con el agua, jugando a mojarnos furtivamente y de vez en cuando rozándonos el uno al otro bajo el agua. Me dejé hundir completamente en las cristalinas aguas para aproximarme a ella como un tiburón sediento de sangre y salí del agua quedando mi rostro frente al suyo. Acarició mi cara con ternura y me depositó un leve beso en los labios y otro en la frente.

-No se como he podido vivir cinco años sin esto. - Susurró con su boca pegada a la mía.

-¿Sin un jacuzzi?.- Bromeé.

-Sin ti.- Su tono era serio pero cálido, sus palabras resonaron en mis oídos como una canción triste y en su rostro se dibujó una nostálgica expresión a la cual no supe contestar. - ¿Que nos pasó realmente?.-

-Eramos demasiado jóvenes para arriesgar, eramos dos niños tontos que no fueron capaces de darse cuenta del amor puro que tenían entre manos y aunque nosotros jurábamos que eramos conscientes quizás no lo cuidamos lo suficiente. -

-Había días en los que me preguntaba que habría pasado de seguir juntos, de no haber discutido aquella ultima vez.-

-Si pasó es porque tuvo que pasar, Ainhoa, pero miranos... todo lo que vuelve es por algo.-

-Una vez me dijiste que si volvía pero no era mejor debíamos dejarlo ir.-

-Tu no eras muy propensa a seguir mi consejo y yo no era propenso a hacer lo correcto, pero quiero creer que hemos madurado.-

-Si no salio bien aquella vez no se como saldría una segunda, y sabes que esto no va a ser una noche, somos dos adictos que no pueden probarlo solo una vez. -

Me quedé en silencio meditando sobre sus palabras, no se que cara debí poner, pero ella la sujetó con ambas manos y tan solo me dijo ''Todo va a estar bien''

-Nada estuvo bien después de que cada uno cogiera un camino contrario, al menos no para mi.- Contesté.

-Eres famoso, rico, guapo, las chicas se te tiran al cuello y estas saliendo con tu amor platónico de la adolescencia, algo bien habrá tenido que salirte.-

-¿De que me sirve todo lo que tengo si yo mismo me dije que si alguna vez llegaba tan lejos seria para compartirlo contigo? Con las que siempre estuvo a mi lado apoyándome...-

Ahora la que quedó en silencio fue ella, seguramente pensando en todo y en nada a la vez.

-Y mi amor platónico siempre seras tú, mi fruta prohibida, el amor de mi vida, el mas puro y difícil.- Añadí mirándola fijamente a los ojos.

Acercó sus labios nuevamente a los míos en mitad de una sonrisa dulce y tras separarnos susurró...

-Te quiero, no he dejado de hacerlo nunca.- Aquello dibujó en mi una sonrisa de tonto de oreja a oreja.

-Te quiero Ainhoa y jamas dejaré de hacerlo.-

Volvimos a fundirnos en otro beso mas intenso, largo y lento. Pegué mi cuerpo al suyo para notarla nuevamente junto a mi y convencerme por mi de que aquello no era un sueño.

Había extrañado tanto a aquella mujer que me hizo sentir tantas cosas nuevas... había pasado tantas noches desando que fuera algo mas que mi ''amiga rara'', había soñado tantas veces que era mi novia, mi pareja, mi compañera de vida, mi algo. Estar a su lado siempre fue mi sueño frustrado y aunque ahora tampoco lo estábamos lo que sentía en ese momento imagine que seria lo mas parecido a lo que sentiría al poder gritar al mundo que ella era mi algo. Aunque en ese instante el mundo se reducía a su cuerpo y el mio flotando en armonía sobre pétalos y espuma en nuestra propia soledad.

Entre besos y movimientos, roces y pequeños mordiscos juguetones entre risas el agua dejó de ser lo único caliente y mis manos volvieron a buscar el interior de sus muslos para llegar a la unión de estos, y rozar por fuera sus labios depilados, abriéndolos un poco con cada caricia. Su frente y la mía se encontraban pegadas y nuestras miradas fijas la una en la otra. Ella mordía su labio inferior y yo sonreía como el buen capullo que era mientras que con un tercer dedo comenzaba a acariciar el interior de sus labios mojados, pringosos... suspiró y mi sonrisa se amplió al tiempo que mi mente maquinaba un divertido plan para hacerla gemir. Me coloqué de rodillas frente a ella, quedando casi sumergido en el agua, con tan solo media cabeza en la superficie del agua y colocada entre sus piernas.

-Relajate, voy a quitarte todos esos pensamientos de la cabeza. -

-¿Que vas a hacer?- Preguntó curiosa inclinando su torso hacia mi.

No contesté nada, tan solo la empujé levemente hacia atrás, indicándole que se recostara sobre el suave cabeza del borde y se dejara llevar, después comencé a recorrer su cuerpo con mis manos, sin olvidar ni un solo rincón, presionando con suavidad para relajar su cuerpo. Aproveché el momento en el que se encontraba con los ojos cerrados para acercar mi lengua a su coño, recorriendo el pliegue de la raja con la punta. Dio un pequeño salto a notarlo, pero rápidamente volvió a quedarse quieta esperando que continuara, así que no me hice de esperar. Comencé lamiendo cada uno de sus labios exteriormente, jugueteando con mi boca y su pubis, luego interiormente. Lento, de un lado a otro, rozando cada extremo. A pesar de agua podía apreciar su sabor y seguía encantandome, disfrutaba frotar mi lengua contra ella, en movimientos diagonales y rectilíneos, horizontales, verticales, variando la velocidad para volverla loca con el juego de contrastes. A veces presionaba mas, a veces menos. Ella gemía y se removía ante mi juego, pero se mantenía obediente sin moverse de su posición. Era tan sumisa cuando quería, me ponía tan jodidamente cachondo... aunque cuando creía que no podía calentarme mas me levantó la cabeza para que la mirara a los ojos y muy seriamente me dijo.

-Soy tuya.-

yo volví a lanzarme a su vagina y devorarla con fuerza, haciendo que se retorciera, premiandola por ser una niña obediente. Recorría su anatomía bajo el agua, con la suerte de poder respirar por la nariz, mientras ella masajeaba mi cabeza con sus manos.

Rozaba con la punta su clítoris, lo bordeaba, lo atravesaba por encima, volvía a bajar hasta su agujero y volvía a subir...

llevé uno de mis dedos a su entrada y comencé a frotarlo levemente contra ella, sin entrar, simplemente acariciando por fuera el poco conocido punto U para proporcionarle una nueva sensación y experiencia. Se retorcía dándome a entender que iba por buen camino, así que aprovechando que comenzaba a humedecerse mas por sus propios jugos ,y a su vez evitando así hacerle daño por la sequedad que el agua podía provocar, introduje el dedo en su interior, rotandolo, moviendolo, jugando con ella. Introduje uno mas y comencé a penetrarla con fuerza mientras sus gemidos resonaban por todo el cuarto de baño.

Jugueteaba con mi boca por fuera y con mis dedos en su interior, y comenzaba a notar como sus paredes vaginales se contraían.

-No te corras todavía.- Ordené sabiendo que eran inminente. Pero no me hizo caso, en cuestión de unos minutos su cuerpo quedó encorvado sobre el agua y sus uñas clavadas en mi nuca. Se estaba corriendo contra mi cara y eso me encantaba, había comenzado a frotarse ella sola contra mi al notar como yo iba bajando el ritmo poco a poco.

-No hice caso a papi, he sido una niña mala.- Dijo juguetona mientras sonreía con maldad cuando me separé de ella. Yo la miré con mi expresión mas severa y le hice un pequeño gesto con el dedo para que se diera la vuelta. Ye ella lo hizo, quedándose casi a cuatro patas sobre el asiento del jacuzzi, apoyada en el respaldo. - ¿Me va a castigar papi?.- Preguntó con tono infantil.

Me aproximé a ella y comencé a acariciar su bonito culo con ambas manos. La espuma se escurría por sus piernas y huía del roce de mis palmas, su piel resbalaba bajo la mía...

Levanté y una de mis manos y... el sonido del azote retumbó por toda la habitación, seguido de un sonoro gemido por su parte, volví a golpearla en el lado contrario y nuevamente en el derecho. Ella disfrutaba del castigo, sus gemidos la delataban, pero aun así intentaba fingir que estaba en desacuerdo con que la penalizara por no seguir mis ordenes, reprochaba falsamente entre azoto y azote.

Su culo comenzaba a ponerse rojo por la presión de mis suaves pero eficaces golpes, volví a acariciar su culo con ambas manos y separando ambas partes aproximé con un golpe de cadera mi polla a su entrada, penentrandola de una por sorpresa. Ella se retorció ante el contacto, pero no dijo nada. Comencé a penetrarla duro, entraba y me quedaba unos segundos dentro, volvía a salir lentamente y volvía a repetir. Poco a poco comenzaba a subir la velocidad, quería que me sintiera llenándola por completo.

Sus gemidos se fundían con los míos, mis manos la sujetaban por la cintura ayudándome a impulsarme contra su cuerpo, pero ella no tardó demasiado en comenzar a moverse contra mi pelvis. Follandonos al mismo compás.

Las embestidas cada vez adquirían mayor potencia y velocidad. El agua salpicaba a nuestro alrededor. Mi berridos opacaban sus suspiros, se escuchaba el sonar de su culo contra mi cadera. Todo era tan sensual, tan intenso... que no tardaría mucho en correrme.

Comencé a notar como mi cuerpo se tensaba y dejé de sentir las piernas, aunque sabia que estaban temblando por el placer que sus movimientos y los míos juntos me provocaban.

En una ultima embestida con todas mis fuerzas noté como reventaba. Como explotaba contra ella y en un grito exclamé ''me corro amor''. Pero a pesar de anunciárselo ella no paró, al revés, comenzó a moverse con mayor fuerza y rapidez buscando quizás dejarme sin oxigeno.

Me separé agotado por el orgasmo tan intenso que hizo que me fallaran las piernas, teniendo que sentarme en el banquito bajo el agua mientras recuperaba con dificultad la respiración.

-Yo aun no me he corrido.- Reprochó con cara de puchero, pero un segundo después esta mueca se convirtió en una mirada macabra mientras se colocaba sobre mi. Quedando con el control de la situación.

Me cogió las muñecas sujetándolas por encima de mi cabeza, como si ahora fuera yo su presa. Una pequeña criatura atrapada en su telaraña mortal. Acercó su mano libre a mi cuello y lentamente sus labios se acercaron a los míos para besarme con lentitud, con tranquilidad, como si nos sobrara todo el tiempo del mundo. Su mano en mi cuello fue descendiendo lentamente por mi pecho. Notaba sus uñas clavarse con poca profundidad sobre mi piel y eso lograba erizarmela con cada centímetro que recorría por mi cuerpo.

-Ahora tú eres mio y voy a follarte como me apetezca.- Su frase me puso cachondo. Comencé a notar como se recolocaba sobre mis rodillas, apoyando ambas piernas a mis laterales. Bajando su cuerpo poco a poco para comenzar a frotarse contra la punta de mi polla dura y caliente. -Dime que eres mio, dímelo.- Ordenó.

-Soy tuyo.- susurré en un suspiro casi insonoro.

-Más alto, dímelo.- volvió a gritarme mientras me agarraba de la nuca, elevando mi cabeza obligarme a mirarla a los ojos.

La tenia a unos escasos centímetros, desnuda, con un toque de agresividad que me volvía loco.

-Soy tuyo joder, soy tuyo, solamente tuyo.- Grité yo mientras intentaba zafarme de su mano, pero me sujetó con mas fuerza, tomando el control completo de la situación.

Se dejó caer completamente sobre mi, logrando que mi pene entrara sin ningún problema hasta la altura que ella decidió. Dejó escapar un suspiro cálido contra mi boca, deslizando nuevamente sus manos por mi torso, acariciándome por completo, para volver a subirlas y clavar sus uñas en mis hombros.

Comenzó moviéndose despacio, entraba y esperaba un poco antes de salir y volvía a entrar de golpe para volver a quedarse sentada sobre mi regazo impidiendo que me moviera. Notaba su pecho caliente pegado al mio, nuestros cuerpos mojados rozándose el uno contra el otro, su aliento en mi oído. Quería moverme, agarrarla del culo y obligarla a que comenzara a rebotar una y otra vez, pero no me dejaba liberarme de su secuestro por mucho que forcejeara, y cada vez que lo intentaba clavaba sus dientes en mi cuello a modo de castigo, un dolor agridulce que solo conseguía ponerme mas cachondo.

-No muerdo, solo si tu no me dejas.- Gimió jugetona mordiéndose el labio inferior mientras comenzaba a moverse mas hábilmente y con mayor rapidez. Notaba que entraba con dificultad, quizás porque en esa posición podía sentirla completamente dentro. Quería que se sintiera completa por mi, estar completamente dentro suyo. Subía y bajaba sobre mi tronco dando pequeñas envestidas mientras nuestros gemidos volvían a fundirse, aunque ella me tapaba la boca con la suya cada vez que mi volumen aumentaba. Me quería calladito y sumiso a sus ordenes y ese rol de dominante que había desarrollado me ponía como un puto animal, aunque en mis jadeos salvajes debía de estar notándolo... porque cada vez que un suspiro salia de mi, intentando contener mis gritos, ella me cabalgaba mas fuerte y yo mas tenso me ponía cada vez que sus tetas rebotaban contra mi o arañaba con pasión mis espalda.

Me ardía la piel por las heridas, pero no me importaba, era una sensación que incluso me gustaba, quería llevar sus marcas por todo mi cuerpo, una señal de que era suyo, en cuerpo y alma.

Mi cuerpo estaba bastante rígido, intentaba contener el orgasmo que me amenazaba, quería que se corriera ella, así que aprovechando que me había liberado de sus manos comencé a acariciar su cuerpo lentamente. Comencé por su cara, bajando hasta su cuello, con ambas manos por ambos lados al mismo tiempo, llegando a sus hombros, deslizando mis yemas por sus brazos sin dejar un solo rincón sin palpar. Rozando sus clavículas y descendiendo hasta sus mojadas tetas para apretarlas levemente con mis manos y jugar con ellas tanto como quisiera, sus gemidos eran el único permiso que necesitaba. Pellizcaba sus pezones, los acariciaba y rodeaba con mis indices, los pasaba por encima con mis pulgares mientras besaba y lamia su cuello, mordiendo de vez en cuando su dulce piel. Continué bajando mi mano derecha por su vientre, bordeando su ombligo hasta llegar a su pubis. Acariciándolo con suavidad antes de introducir mis dedos entre sus labios vaginales empapados por el agua y sus propios fluidos.

Ella seguía follándome con fuerza, su culo rebotaba en el agua salpicándolo todo y cada vez que bajaba mis dedos se deslizaban solos sobre su clítoris, intensificando el orgasmo que poco después tuvo. Sus manos agarraron con una fuerza sobrehumana mis omóplatos, pegándome a ella por completo, se quedó muy quieta con mi pene dentro, completamente dentro. Su cuerpo se tensó e inclinó hacia atrás y perdí de vista su cara... pero su manera de temblar me hizo entender que estaba retorciéndose de placer. Las vibraciones de su cuerpo provocaron en mi un latigazo de corriente que me recorrió por completo el cuerpo y noté como cada musculo de mi cuerpo se encogía llevándome a un orgasmo intenso que me dejó congelado.

Inhaló fuertemente y por un momento sentí que se quedaba sin aire, fui disminuyendo el movimiento de mi mano y poco a poco comenzó a respirar de nuevo.

Todavía jadeando volvió a una postura normal y se me quedó mirando fijamente a los ojos.

-Te quiero.- Sus labios volvieron a aproximarse a los míos para besarme tiernamente, sus manos todavía temblorosas se enlazaron con mi pelo, alborotandolo en una caricia suave.

-Te quiero.- Susurré yo cuando se separó un poco de mi, acariciando su mejilla con suavidad.

-Estoy reventada...- Se dejó caer sobre mi cuerpo, quedando ambos medio tumbados contra el respaldo del jacuzzi que todavía permanecia caliente y burbujeante.

-¿Por que no te acuestas un rato?-

-Porque me da miedo que cuando despierte te hayas ido.-

-No pienso irme ¿por que crees que me voy a ir?-

-porque puede ser que te estés arrepintiendo de esto.-

besé su frente en señal de cariño y acercándome a su oído susurré:

-Eres ese pequeño deseo del que jamás me arrepentiría, ahora a dormir pequeña.-

Salió del jacuzzi con esfuerzo, se notaba el cansancio sobre su cuerpo desnudo...

Joder, era tan preciosa, era tan jodidamente perfecta, sus curvas, sus lunares, sus marcas. Sus caderas en las que me perdería cada día de mi vida, su firme espalda y la tenue linea que se le dibujaba en el centro de esta, los pequeños huecos que asomaban en la parte baja. Su pelo mojado, sus piernas largas... juraría que le llegaban desde el cielo hasta el mismísimo infierno. Su culo, su jodido culo perfecto, redondo y pomposo, bien colocado... tan apetitoso y vistoso.

-¿Me estas mirando el culo?- Replicó mientras se giraba para descolgar el albornoz de lana blanca y cubrirse con el.

-Para que mentir, me has pillado.- Bromeé con mi mejor cara de ''lo siento'' fingido.

-Si te portas bien algún día será tuyo ¿Vienes a la cama?- Rió ante mi broma y replicó antes de salir del cuarto de baño, parándose en el marco de la puerta.

-voy a darme una ducha primero preciosa.-

Desapareció dejándome solo con mis propios pensamientos dentro de la enorme bañera, pasaron un par de minutos antes de que saliera para acto seguido meterme en la ducha de piedra negra.

El agua caía sobre mi cabeza y el cansancio sobre mis hombros, eran mas de las doce de la noche y el no haber cenado nada por los nervios del reencuentro me estaba torturando, decidí bajar a tomar un poco el aire y aprovechar para pedir que nos subieran algo de comer, el surtido de donuts de diferentes glaseados coloridos que tanto me gustaba de aquel hotel. Apagué el grifo para salir a un exterior empapado de vapor, coloqué una toalla alrededor de mi cintura y me aproximé hasta la habitación donde Ainhoa estaba dormida.

Una enorme cama de 2x2 m de sabanas crema que contrastaban con la negra pared de piedra que componia el cabeza, mesitas a juego con la madera color miel del canapé donde reposaba el colchon. Un par de objetos decorativos y un enorme armario empotrado de puertas correderas al cual me acerqué para buscar algo de ropa cómoda, una camiseta básica blanca y un pantalón de deporte gris, junto a unos deportivos negros simple. Sin marca, nunca me gustaron las marcas tan pretenciosas y snobs.

Me acerqué hasta Ainhoa, estaba cubierta casi por completo con la colcha, enrollada como un burrito. Tenia una expresión de paz y relajación envidiables y su rostro angelical me incitaba a tumbarme a su lado y no salir de la cama nunca. Pero sabia que se despertaría con hambre y no quería que mi princesa estuviera desatendida.

Aparté un mechón travieso de su mejilla para colocarlo tras su oreja y depositar un tierno beso en su mejilla.

Me separé de la calidez de su cuerpo para sacar de mi maleta desorganizada una carta que llevaba previamente escrita para darle a la despedida, pero preferí dejarsela sobre la almohada para cuando se despertara:

He esperado años tu regreso, he esperado días y noche volver a ver tus preciosos ojos cambiantes mirar la comisura de mis labios. He extrañado tu pelo, su olor, tu sonrisa y el sonido que haces cuando ríes. He extrañado tus mentiras de broma y como se te arrugaba la nariz cada vez que me intentabas colar una.

Te he extrañado a ti, mas que a mi propio ser, porque desde que te vi entrar por primera vez en aquel pub cochambroso supe que no eras mi alma gemela, pero si mi alma compatible, y yo nunca quise una persona idéntica a mi, quise a alguien que complemente mis fallos con sus virtudes, que apoye mis malas decisiones pero me frene cuando haya que hacerlo, que me deje participar en su vida y estar a su lado en cada acontecimiento importante. Te buscaba a ti incluso antes de saber que buscaba.

Siempre hubo una canción que me recordaba a ti y que un día te mandé pero nunca supe si llegaste a escucharla.

Hey, ¿te acuerdas de mí?

Yo sé que ha pasado mucho tiempo

Pero sigo siendo el mismo

Simplemente mírame a los ojos y escucha

Fuimos fuego en la prehistoria

Fuimos el cobre y la plata

Fuimos sangre en la edad media

Y algún romance pirata

Fuimos Romeo y Julieta, Marco Antonio y Cleopatra

Y mil amantes cualquiera jurando que el amor mata

Fuimos la fe de los amores devotos

El tú y el yo que se convirtió en nosotros

Fuimos adictos besándose en una foto

Cuando la droga más pura era tenerse el uno al otro

Y no te fíes de mi rostro porque es solamente un croma

Hemos sido humanos rotos, gatos negros y palomas

Hemos nacido en Pekin, en Berlin, Paris y Roma

Te he dicho ‘te odio’ a la cara y ‘te quiero’ en cualquier idioma

Sé que cada noche sueñas que la abuela está a tu lado

Y que te dice “pequeña. no llores que no he marchado”

Me sé todas tus manías, reconozco tus enfados

No se trata de empatía, yo he sido tú en el pasado

Y tú fuiste un amor de madre, lo sé por tu abrazo puro

Yo fui de jurarte tarde, lo sé porque te lo juro

Si las paredes hablasen ellas te dirían seguro

Que en cualquier vida pasada fuiste mi plan de futuro

Y que estoy en tu memoria aunque no me identifiques

Que en la pena o en la gloria nuestra historia me repite

Que si sientes lo que yo, no hace falta que te explique

Qué son estos hilos rojos que nos atan los meñiques

Mírame a los ojos y déjame que te cuente

Que soy el mismo aunque me sientas diferente

¿Cuántos besos nos perdimos frente a frente?

¿Cuántos abrazos nos dimos mentalmente?

He buscado tu reencarnación siguiente

Para volver a decirte lo de siempre

Mírame a los ojos y déjame que te cuente

Que estoy encantado de volver a conocerte

Hay personas que se cruzan y conectas al momento

Como si en ti despertara algún sentimiento muerto

Como si fuera una alarma que todos llevamos dentro

Indicando cuando el alma reconoce su fragmento

Pero hay otras que se cruzan y dibujan un desierto

Como si en ti despertara solo mal presentimiento

Como si esa misma alarma que todos llevamos dentro

Nos dijera: “sal corriendo, que nos destrozó hace tiempo”

Tan conectados como adiós y despedida

Somos caminos distintos compartiendo una salida

Lo que no me digas tú ya me lo dirá la herida

Lo que no te diga yo ya te lo dirá la vida

Que no es por música por lo que te sueno

Soy el alma de quien dijo que el futuro sería bueno

Si no me rindo a pesar de que me quemo

Es porque si sigo el hilo te encuentro en el otro extremo

Mirándome, sintiéndome, llamándome caída

Jugando a ser Jumangi en mitad de la estampida

Más no vuelvas a decirme “sólo muere quien se olvida”

Cuando tú sin recordarme me haces tuyo en cada vida

Que yo estaré cuando me necesites

Cuando ganes, cuando falles, cuando calles, cuando grites

Que si sientes lo que yo, no hace falta que te explique

Qué son estos hilos rojos que nos atan los meñiques

Mírame a los ojos y déjame que te cuente

Que soy el mismo aunque me sientas diferente

¿Cuántos besos nos perdimos frente a frente?

¿Cuántos abrazos nos dimos mentalmente?

He buscado tu reencarnación siguiente

Para volver a decirte lo de siempre

Mírame a los ojos y déjame que te cuente

Que estoy encantado de volver a conocerte

Mírame a los ojos y déjame que te cuente

Que soy el mismo aunque me sientas diferente

¿Cuántos besos nos perdimos frente a frente?

¿Cuántos abrazos nos dimos mentalmente?

He buscado tu reencarnación siguiente

Para volver a decirte lo de siempre

Mírame a los ojos y déjame que te cuente

Que estoy encantado de volver a conocerte

Siempre tuyo, en vida o muerte, en este universo o en el siguiente. Te amo.

Iván.

Salí del cuarto para bajar a recepción, el camino se me hizo largo y el tiempo en el ascensor eterno. Al llegar tan solo pedí un menú especial de dulces, frutas y otras tonterías azucaradas o cubiertas de chocolate.

Me tomé mi tiempo antes de volver, sentado en la terraza mientras miraba las estrellas, rodeado de vegetación y hermosas flores. Pensaba que aquel lugar le gustaría a Ainhoa y que podríamos desayunar Ahí por la mañana. Pensaba en como habían cambiado las cosas desde la ultima vez que nos vimos, pero lo poco que habíamos cambiado nosotros y lo que sentíamos el uno por el otro.

Pasaron mas de 40 minutos antes de volver a la habitación, pero nada amas abrir la puerta se me heló la sangre al escuchar el llanto de mi acompañante desde la habitación.

Corrí hacia donde ella estaba y se quedó petrificada al verme entrar.

-Pedazo de Cabrón sin corazón pensaba que te habías ido, que esto era una despedida.- Gritó agitando la carta con furia.

No pude evitarlo, comencé a reír por lo tierna que me parecía verla en esa situación, y con el corazón encogido por sentirme tan importante ante el hecho de que estuviera así por pensar que me había marchado, me lancé a cubrirla con mis brazos por completo. A pesar de que esperaba alguno de sus típicos golpes de venganza tan solo me rodeó con sus brazos y hundió su cara empapada de lagrimas en mi hombro.

Le dejé un par de minutos para que se desahogara por completo y cuando la noté mas calmada alcé su rostro tomándola de la barbilla y susurré:

-Jamas me voy a ir cariño, incluso después de muerto me tendrás molestando por ahí.- Ella solo sonrió y volvió a abrazarme con fuerza, como queriendo fundirme con su propio cuerpo. - Eres lo mejor que he tenido siempre en mi vida, eres la persona con la que estaría dispuesto a compartir todo lo que soy y todo lo que tengo, nunca mas vuelvas a pensar que me voy a ir de tu lado... me tendrían que arrancar a la fuerza y aun así siempre volvería.-

volvió a separarse de mi cuello y se tiro a besarme sin piedad, obligándome a caer hacia atrás con su cuerpo sobre el mio.

Estuvimos jugueteando entre las sabanas de la cama, liandolas y desliandolas, recorriendo con besos cada milímetro de nuestros labios. Besos lentos y dulces, besos fieros y con pasión. La mezcla de contrastes que tanto nos caracterizaba.

Se dejó caer sobre mi, poniendo la cabeza en mi pecho.

-Escucho tu corazón un tanto acelerado.- Se burló de mi.

-Quizás, pero solo quizás es porque te tengo desnuda encima mio.-

-Si tienes el corazón latiendo a mi no me quiero imaginar como tienes que tener otra cosa.- Volvió a bromear juguetona mientras deslizaba su mano por el elastico de mis pantalones de deporte.

-¿Que haces?- Pregunté curioso tras un leve suspiro que se me escapó ante el tacto frío de sus dedos.

-Algo que parece que te está gustando.- No contesté nada. - ¿Paro?.- Preguntó frenando en seco y alejando la mano de mis pantalones.

-NO.- Contesté al instante mientras le agarraba la muñeca para llevarla nuevamente a mi entrepierna.

Alzó la mirada y me sonrió, joder, esa puta sonrisa de niña traviesa que tanto me ponía. Se recolocó rápidamente sobre mi, quedando a cuatro sobre mis piernas y comenzó a bajarme los pantalones sin disimulo ninguno. Su cara se trasformó completamente cuando vio que no llevaba boxers, y esa sonrisa malvada se extendió de oreja a oreja. Me incorporé para quitarme la camiseta y que ambos estuvieramos en la misma condición de desnudez. Pero me empujó hacia atrás y con una habilidad que no conocía en ella agarró mi pene. Su mano estaba fría y yo duro y ardiendo, acariciaba el tronco sus dedos de manera pausada, jugueteaba con ellos sobre mi, sin prisa, me encantaba verla así tan concentrada, mirándome fijamente a los ojos a pesar de que sabia que me moría de vergüenza.

Noté como se acomodaba entre mis piernas y de manera repentina su lengua recorrio toda mi polla en una lamida intensa. Se volvió a separar para mirar mi cara, la boca abierta, la respiración cortada los ojos achinados y una sonrisa de ''no pares o te follo yo la boca''.

Volvió a atacar, se centro en la cabeza, la introducía entre sus labios intercalando con pequeñas lamidas, bajaba hasta la mitas y volvía a sacarla de su boca mientras con su mano hacia un leve masaje de arriba a abajo. Se la metió entera en la boca. Su saliva caliente deslizaba por mi polla y a mi me costaba respirar un poco mas con cada movimiento de su cabeza, de vez en cuando subía su mirada para encontrarse con la mía. No podía contener mis gemidos.

Cada vez mas Rápido, cada vez mas fuerte, succionaba con pasión el glande mientras su mano libre arañaba mi pecho, me clavaba sus uñas como una gata salvaje. Yo estaba perdiendo el control de mis gemidos y cada vez eran mas fuertes e intensos.

-Me corro joder, me corro, no pares.- Grité mientras ella ponía todas sus fuerzas en comerme el rabo, me ponía a mil lo zorra que era a veces, me encantaba verla así y ella sabia que me estaba volviendo loquisimo.

Agarré su cabeza con las dos manos presionandola hacia abajo mientras uno de los mejores orgasmos de mi vida me hacían polvo por dentro, me dejaba fundido sobre la cama.

Se separó de mi limpiándose la comisura de los labios y volvió a ponerse a mi altura pasa besarme.

En un giro rápido conseguí ponerla bajo mi cuerpo y comencé a devorarla, besando su fino cuello, bajando hasta sus preciosas tetas mientras acariciaba la entrada de su coño mojado con mi dedo indice y corazón. Subi a su boca, besandola, simplemente para notar como gemia contra la mía cuando metí sin avisar mis dedos en ella. Estaba apretada y cálida, humeda, pero me encantaba esa sensación contra mi mano.

Comencé a moverlos dentro de ella mientras volvía a bajar para lamer sus pezones, sus aureolas, su pecho al completo, centrandome en no dejar ni un hueco sin llenar con mi saliva. Pasé a su vientre, dibujando una linea imaginaria con mi lengua hasta llegar a su pubis y cuando iba a introducir mi lengua entre sus labios exteriores...

llamaron a la puerta.

-No vayas.- Me suplicó.

-Tengo que ir, te va a gustar la sorpresa después de que te coma entera.- Me levanté y atando una sabana a mi cintura recibí al servicio de habitaciones. Dejé que introdujeran en el salón el carrito cubierto de platos dulces de todos los colores y volví apresurado a mi habitación.

Sorpresa para mi cuando al entrar me la encontré apoyada en el cabecero, terminando lo que yo había empezado. Tenia dos de sus dedos dentro de su vagina y se acariciaba el pecho con pasión.

-Ven y follame, papi.- Exhaló en un jadeo que me puso cachondisimo.

Me lancé a la cama dejando caer la sabana tras de mi y gateé hasta llegar a su altura y quitarle la mano con agresividad.

-Las nenas buenas no hacen esas cosas.- Repliqué inhalando fuertemente el olor de su cuello, y fui bajando mi cara, rozando con la punta de mi nariz todo su cuerpo hasta llegar a sus muslos. Acaricié ambos laterales con mis palmas y abrí sus labios colocándome de rodillas frente a ella para introducir mi glande en ella.

Gimió tan fuerte al notarme entrar de golpe en una dura embestida que tuve que taparle la boca.- Amor, estamos en un hotel, no podemos molestar.- Dije juguetón para picarla.

Ella me sonrió picara y movió su cadera contra mi para pegarme mas, para follármela mejor. Se recostó sobre la almohada y yo coloqué sus piernas sobre mis hombros. Comencé a darle tan duro como mis fuerzas me permitían, nuestros cuerpo chocaban con fiereza, agresivamente, su cara de placer y dolor me hacían sacar mi animal interior y mis caderas se movían con frenesí hacia delante y hacia atrás en un movimiento semi circular.

Ella, golosa, comenzó a acariciarse el cuerpo mientras se mordía el labio inferior. Sus tetas subían y bajaban con cada movimiento, su cuerpo se estremecía cada vez que me notaba entrar. Sus dedos se deslizaron hasta su clítoris y empezó a tocarse para mi. Yo estaba a punto de correrme, me incliné sobre ella y agarré el borde del colchon y empecé a embestirla tan duro, profundo y fuerte como podía, ella pedía mas y yo le daba mas, mucho mas.

-Me corro Iván, me corro.- Gritó efusivamente mientras su cuerpo se arqueaba bajo el mio, yo me dejé caer sobre ella, notando como por la falta de respiración se me hinchaba la vena del cuello y mis musculos se tensaban. Ella también estaba tensa, me tenia sujeto del culo impidiéndome salir.

Nos quedamos así hasta que pudimos recuperar la respiración.

-Me muero de hambre.- Me dijo con un tono serio mirándome fijamente a los ojos.

Yo estallé en carcajadas, no me esperaba esa frase para nada, pero estaba claro que era totalmente ella.

-Espera aquí.- Dije levantándome de la cama y saliendo de la habitación anexa para entrar con el carrito de manjares glaseados, sus ojos se abrieron como platos y su expresión de niña pequeña ante una tienda de caramelos me achinó el corazón.- Son todos para mi princesa.- Dije haciendo una mueca de presentación a la comida.

Por un momento sentí que esa, justamente esa, era la vida que quería y que los cinco años atrás que habían pasado no eran mas que una falsa ilusión de mis sueños. Mi sueño siempre seria ella.