EL TUTOR DE DISCIPLINA EL Sr.LÓPEZ Capitulo 10
Nuevas experiencias del Tutor de disciplina, en este nuevo episodio, Martina, Luisa, y la Sra. Sharon, la nueva Ama de llaves del Sr Ross, son disciplinadas tras requerir de los servicios del Sr. López. RELATO DE SPANKING
EL TUTOR SEÑOR LOPEZ CAP. 9
El señor López, Tutor de Disciplina como solía hacer diariamente por las mañanas, había salido de casa temprano, no sin antes pasar a saludar a su secretaria Evelyn, iba a pasar la mañana visitando un cliente, debía dar instrucciones a Evelyn de trabajo de oficina, que debería realizar durante esa mañana, era ardua esa tarea pues Evelyn estando sola se distraía con el vuelo de una mosca. Su secretaria esa noche debió tener un sueño húmedo, muy ligera de ropa esperaba a su Tutor, esperándolo en el umbral de la puerta con poca ropa, lo cual motivo el iniciar el día con su trasero en llamas, conocía bien a su Tutor como lo anticuado que era, si deseaba ganarse una buena azotaina matinal, no iba a costarle mucho trabajo lograr su objetivo, ya que nada podía hacer enfurecer más a su Tutor, que justamente lo que hacía esperarlo en braguitas. Nada más verla en el rellano en braguitas, aun sin haber acabado de descender los últimos peldaños de la escalera, ya se había sacado su cinturón apareciendo en su mano como por arte de magia, Evelyn al verle empuñar el cinturón entro hacia dentro corriendo, sin poder llegar más allá del salón, en donde acabo echada boca abajo sobre el brazo del sofá.
Al no haber cerrado la puerta del piso, todos los vecinos que salían en esos momentos, pudieron escucharla llorar, así como escuchar los azotes que recibió. Salió de casa unos minutos después, sobándose el trasero con una sonrisa en sus labios. El Sr. Luis al verla bajar la escalera despacio sonreía al verla pues la había escuchado llorar, siempre le pedía un taxi para desplazarse a las nuevas oficinas, pero esa mañana Evelyn le apetecía caminar hasta la parada de Taxis. La Sra. Parker le había enseñado a disfrutar, de las sensaciones después de recibir una azotaina, por ello últimamente siempre que tenía su trasero caliente, le gustaba salir a la calle y caminar disfrutando de las molestias de su trasero, la gente al cruzarse con ella la veía como sonreía, sin llegar a imaginar el motivo de aquella sonrisa.
El Sr. López esa mañana circulaba por la ciudad en su coche nuevo, un flamante Cadillac del año 60, se lo habían importado desde el estado Nevada (Estados Unidos). Esa misma mañana había pasado a recogerlo por la agencia de transporte, con la que había tramitado el envió desde el otro lado del mundo, en la misma agencia tuvo un tropiezo con una mujer que salía del parking, con un Corvette rojo la cual estuvo a punto de atropellarlo, por no mirar al echar marcha atrás, al ir hablando por teléfono. Gracias a sus reflejos pudo hacerse a un lado, y bordeando el vehículo enfadado fue a increpar al conductor, siendo una mujer la conductora de unos treinta y cinco años, se encaró con ella a través del cristal de la ventanilla, la regaño echándole una bronca de campeonato, aunque a través del vidrio la mujer apenas pudo entender lo que le hablaba.
Para sí mismo pensó que de buena gana, la hubiera sacado del coche en volandas y la habría colocado sobre sus rodillas, le habría dado una buena azotaina en el culo. Tuvo la ocasión de poder verle el trasero de cerca, pues la mujer al no comprender lo que el hombre le hablaba se bajó del vehículo, no debería medir más de un metro setenta, aunque sus tacones de aguja de diez centímetros la hacían más alta, con unos pantalones ceñidos Leggins y una corta blusa blanca atada en un nudo con el ombligo al aire, blusa que transparentaba que no llevaba sujetador, pudiendo verle prácticamente los pezones, de unos pechos erguidos como limones de una joven de veinte años, la mujer se disculpó al ver a la mole de huesos y músculos que tenía ante ella, viéndole muy enfadado e inclinándose se puso a mirar el parachoques del Corvette sin prestarle atención por si lo había dañado, algo que enfureció mas al Sr. López al considerar que era una falta de respeto. Ya que la mujer no le prestaba atención, con lo que el prieto trasero de la mujer quedaba a la altura de su mano, hizo el ademan de darle una buena palmada en aquel trasero, escondiendo la mano a su espalda al incorporarse la mujer mirándolo, viendole de muy cerca los pechos, muy posiblemente operados en una clínica de cirugía estética pensó, la mujer insistió varias veces pidiéndole mil disculpas y rogando que la perdonase. Mientras el para sus adentros pensaba… “Buena azotaina te iba a dar si fueras spankee”… El Sr. López acabo de mala gana aceptando sus disculpas, al haber personas que se estaban concentrando alrededor ante tal escena, pero los hombres que les rodeaban miraban más a la descarada mujer por su atuendo, sobre todo su marcado trasero o su entrepierna al marcar a través de ceñido pantalón que no llevaba ropa interior, por cómo se le marcaba la entrepierna. Solamente por su forma de vestir ya se merecía unos buenos azotes…era lo que el Sr. López pensaba al ver a la desvergonzada mujer, que gesticulaba moviendo su cuerpo sutilmente sabiéndose observada por los presentes, teniendo el Sr. López que hacer esfuerzos sobre humanos, mentalmente para no izarla del suelo, tras colocarla bajo su brazo y darle unos buenos azotes… Dejo que se marchase la mujer, entrando para hacer las gestiones para retirar el vehículo de la agencia de transportes. Para unos minutos después salir con su nuevo vehículo.
Dirigiéndose al ministerio de transportes aparco en el parking, su flamante Cadillac del 60. Siéndole necesario aparcarlo al ser tan largo ocupando tres plazas, justo al lado de un Corvette rojo el cual ni siquiera presto atención, al bajarse no hacía más que admirar su adquisición, pues en el parking habían vehículos de alta gama, sobre todo deportivos que posiblemente estaban en depósito, por las bandas de plástico que los bloqueaban, seguramente de posibles embargos o al ser vehículos robados. Entrando al departamento de tráfico, para recoger las matriculas españolas para ponérselas a su coche nuevo, pues en esos momento llevaba unas placas de matrícula provisionales. Dentro había muchas personas esperando ser atendidas en el vestíbulo sentadas. El, al llegar fue hacia el mostrador, donde había una recepcionista que le atendió muy amablemente, la muchacha de unos dieciocho años era muy simpática, estuvieron hablando un rato mientras introducía sus datos al ordenador, con la alegre conversación con la muchacha se le paso el enfado, dirigiéndose hacia el fondo a la sala de espera sentándose, sin prestar atención a las personas que habían. La mujer del Corvette se hallaba justamente enfrente de él. A la mujer del parking a la cual ni siquiera miro, pero ella reconociéndolo al instante, levantándose de su silla con sus pantalones ceñidos que marcaban más de lo que debería la decencia, en una mujer joven no estarían mal, pero para su gusto una mujer de unos treinta y cinco años, destacaba demasiado su entrepierna como si no llevase ropa interior. Al verla que se dirigía hacia él, bajo la mirada haciéndose el despistado leyendo el ticket con el número asignado de su turno, pues no deseaba ponerse de mal humor de nuevo.
Pero la mujer con todo el descaro se sentó a su lado, a su derecha y viendo que él no la saludaba, lo hizo ella saludándole amablemente…
-. Perdone señor… Lamento mucho lo sucedido y quería volver a disculparme al verlo aquí, la verdad es que al echar marcha atrás no le he visto, mi jefe me estaba llamando por teléfono y tenía que contestarle, me comprende verdad? Sé que he hecho mal al hablar estando maniobrando, pero las circunstancias...
(Señor López) -. Bueno señora! Tampoco es necesario hablar de nuevo del asunto, no ha ocurrido nada por fortuna gracias a mis reflejos, no deseo hablar del tema, porque hablar de ello de nuevo, me haría enfadar de nuevo y no me apetece hablar más de ese asunto.
-. Señorita… Si no le importa, soy señorita, no estoy casada. Si no desea usted hablar, le ruego que me perdone de nuevo, lo dejo solo no deseo molestarle, pero podría ser más amable.
(Señor López) -. Señorita… Bien mejor así, mejor es que se vaya por donde ha venido, vuelva al lugar que estaba usted sentada, gracias! Pues no deseo hablar con usted, de estar bajo mi cargo no se podría sentar en la silla, puede estar bien segura de ello…
-. Veo que sigue usted enfadado, pero le voy a dejar, aunque no era necesario ser tan arrogante y desagradable, como hablar de lo que podría o no podría sentarme, eso mismo es lo que me decía mi abuelo cuando era niña, y de eso ya han llovido unos años.
(Señor López) -. Mire usted señorita, vale! Esta disculpada, ahora hace el favor de cambiarse de lugar, o le aseguro que la coloco boca abajo sobre mis rodillas y no podrá sentarse…
La mujer se levantó de la silla enfadada, dirigiéndose hacia la silla que estaba sentada momentos antes, muy molesta por como había sido tratada, se volvió hacia él viendo que la observaba, así que meneando sus caderas más de lo necesario, moviendo el culo al tiempo que se pasaba las dos manos, acariciándose el trasero por sus Leggins ceñidos, llamando la atención de los hombres sentados en asientos cercanos, aunque por la distancia entre ellos ninguno escucho la conversación.
El vio como meneaba el culo la muy descarada, de buena gana se hubiera levantado cogiéndola de la oreja y se la hubiera llevado al servicio para darle su merecido, poco después ella era atendida en un mostrador y él fue llamado a otro de enfrente. Al salir por el vestíbulo coincidió que salían juntos hacia el parking, al verla que la llevaba delante mantuvo el paso a cierta distancia de ella, yendo ella delante andando normal, hasta que al abrir la puerta de vidrio vio su reflejo tras ella, nada más traspasar el umbral de la puerta, volvió a caminar de forma provocativa meneando el trasero y pasándose la mano izquierda por el culo descaradamente, girando ligeramente su cuello para mirarle de reojo hacia él. Al llegar ante la puerta del ascensor coincidieron, momento que ella sintió un estremecimiento, pues se percataba que iban a entrar y estar solos en el interior del ascensor, respirando más tranquila al entrar con ellos una tercera persona, pero este salió del ascensor en la quinta planta, quedándose a solas para bajar hasta el parking.
(Señor López) -. Señorita… como se llame… deje de mover el culo provocándome, o le aseguro que la atravieso sobre mis rodillas, bajándole esos pantalones tan descarados que lleva usted!!!
El tutor de disciplina apretaba el botón para cerrar las puertas, en vez de esperar a que se cerrasen por si solas automáticamente, momento que la mujer se volvió hacia el sonriendo socarronamente…
-. Ya quisiera usted Sr. López… o debo llamarle spanker Sr. López? Mi jefe el Sr. Ross me ha amenazado muchas veces con llevarme a su oficina, perdone usted pero le había reconocido en el parking y tire marcha atrás a cosa hech…
Si en esos momentos le hubiera mirado a los ojos, no se habría atrevido a decir lo que acababa de decir… El señor López le dio al botón de stop del ascensor, y agarrando a la mujer del brazo izquierdo se lo doblo sobre la espalda bruscamente, haciéndola inclinarse hacia adelante colocándola bajo su brazo izquierdo, los ajustados pantalones Leggins se los bajo de un tirón y con ellos una pequeña tanga blanca de encaje a medio muslo, comenzando a darle una azotaina con la mano derecha, tan fuertes como el espacio reducido del ascensor permitía, durante unos breves minutos, le dio una serie de azotes en el culo de la mujer, la cual le increpaba entre “Ayees” de dolor, rápidamente los azotes rápidos y muy sonoros le pusieron el culo como un tomate maduro. Dejando a la mujer en el suelo apoyando sus pies, esta se sobaba el culo con vigor, mirándolo con un rostro de odio y su mirada le lanzaba rayos que lo hubiera fulminado, mientras el Sr. López pulsaba de nuevo el botón de puesta en marcha, la mujer al ponerse en funcionamiento el ascensor, bajo sus manos para agarrar la cinturilla del pantalón, subiéndose los Leggins y el tanga blanco de encaje al tiempo. Pero no se atrevió a abrir la boca de nuevo, habían sido pocos azotes, pero con la fuerza necesaria para que el culo le ardiera lo suficiente para no replicar, sobándose el culo ahora con verdaderos motivos para hacerlo, se abrió la puerta del ascensor.
(Sr. López) -. Sepa usted que su jefe se va a enterar ahora mismo, pues me dirijo a su oficina hablar con él.
La mujer vio como salía el del ascensor desapareciendo entre los vehículos del parking, al verlo desaparecer sonreía para sí misma sobándose el culo, volviendo a coincidir cuando él ya estaba dentro de su coche, el cual bajo la ventanilla de su puerta con la manivela, sacando levemente la cabeza por ella.
(Sr. López) -. Srta. Martina, quiero que sepa que yo también la había reconocido, no suelo ir por la calle, amenazando a mujeres con darles unos azotes al cruzarse conmigo, sabia antes de arrancar su coche marcha atrás quien era usted, es más, he simulado que ha estado a punto de atropellarme, el Sr. Ross la ha enviado para que se encontrase conmigo, sabía que era la secretaria del Sr. Ross. Lo que desconocía es que sería tan ingenua como para provocarme en público… Llego tarde a la cita que tengo con su jefe, pero si tiene interés por conocer el motivo de mi visita, es para hablar sobre usted justamente, mucho me temo que los azotes que le acabo de dar, solo es un pequeño adelanto de la azotaina en toda regla que le espera en la oficina, vigile al conducir, y ponga un cojín bajo su precioso trasero para ir cómoda, nos vemos!!!
Media hora después subía en el ascensor hacia el ático del edificio de oficinas del Sr. Ross, al salir del ascensor dirigiéndose hacia la secretaria, siendo atendido muy amablemente por una joven muy hermosa, haciéndole pasar al momento al despacho…
(Sr. Ross) -. Buenos días Sr. López! Como le ha ido el recoger su coche nuevo, la verdad es que a mi personal le ha costado trabajo encontrar ese modelo justamente para usted, tal y como usted deseaba.
(Sr. López) -. Buenos días! Llevaba años queriendo tener un Cadillac del 60 justamente, aunque el tener que bajar los cristales de las ventanillas con manivela, resulta extraño cuando hoy día todo es por medio de elevalunas eléctricos.
(Sr. Ross) -. Bueno y del tema que habíamos hablado por teléfono, usted cree que podrá encargarse del asunto.
(Sr. López) -. Puede estar usted seguro de ello, además no tardará en llegar el asunto y vendrá sobándose el trasero.
(Sr. Ross) -. Ah! Si? Tan fácil le ha resultado.
(Sr. López) -. En un primer momento tenía mis dudas, tal y como usted me advirtió es una descarada, pero ella misma me lo ha puesto fácil, al verla no las tenía todas conmigo, no era fácil lograr el objetivo previsto, pero al ser muy orgullosa y con carácter, solo he tenido que darle hilo como suele decirse en la pesca, y en el ascensor al quedar a solas ha sido fácil hacerla perder los estribos, su orgullo herido la hizo tratar de que su palabra fuera la última, pero confesar que me había tratado de atropellar a cosa hecha, en ese instante ya había mordido el anzuelo ella, lógicamente ha obrado sin pensar en las consecuencias, se ha llevado una buena azotaina en el mismo ascensor, aunque sus efectos no le van a durar mucho.
(Sr. Ross) -. Es usted único! Bueno, pues ya sabe cuál va a ser su nueva misión, espero que hoy mismo zanje usted el asunto antes de abandonar este despacho, y por supuesto deseo estar presente, esa mujer me ha llevado hasta la exasperación estos últimos meses, luego en su presencia le hablare de ella y todas sus fechorías, tal y como usted aconsejo se debía hacer.
(Sr. López) -. Supongo que tiene usted el material que le encargue?
(Sr. Ross) -. Mi secretaria Luisa, tiene todo lo que usted pidió, ella se ha encargado de comprar todo, y no solo para Martina, también para ella. Pues también es mi deseo que se encargue de ella, pero no me sea muy estricto con ella, es una pequeña falta que cometió y al enterarse del motivo de las compras que debía hacer, me pregunto si debía comprar también para ella, aludiendo que quizás desaparecería ese sentimiento de culpabilidad que tenía, la verdad es que la muchacha se arrepintió de su error al comunicárselo, y se sintió muy mal poniéndose a llorar.
(Sr. López) -. En ese caso, sería mejor tratar primero un asunto, y cuando hayamos saldado el primero, nos ocuparemos del segundo, para que una no tenga conocimiento de la segunda, le parece bien? Porque Martina me ha parecido una mujer muy vivaracha y si sabe que su otra secretaria también consiente, podría meterla en problemas a cosa hecha. Porque su otra secretaria, es la que está ahí fuera ahora, verdad? Esta se la ve muy sensible, o puede que esté equivocado.
(Sr. Ross) -. Es más jovencita y no tiene malicia como Martina, pero cometió un grave error dándome problemas serios, pero digamos que se lo deje pasar por que no tiene malicia y puede, solo puede que fuera Martina quien la metiera en el problema, pero solo es una conjetura, no tengo pruebas. La verdad es que la pequeña Luisa no suele tener esos errores, pero ella acepta su culpa voluntariamente y no trato de buscar otros culpables, ella se hizo responsable de su error. Y eso es muy loable por su parte, no se merece recibir una azotaina, pero ella misma al parecer se quedara más tranquila, pero por ser su primer error no quiero excederme con ella…
En esos instantes sonaba el Interfono, respondiendo el Sr. Ross…
(Sr. Ross) -. Dígame Srta. Luisa…
(Srta. Luisa) -. Señor! La Srta. Martina acaba de llegar.
(Sr. Ross) -. Bien, Hágala pasar. Gracias Luisa!
Instantes después entraba malhumorada la secretaria, sobre todo al ver sentado en un sillón frente a su jefe, al Sr. López, sonriendo al verla entrar con la mano derecha en su espalda sobándose el trasero. Aunque la azotaina breve del ascensor había hecho mella en la mujer, sus andares en esos instantes eran normales y no como en el vestíbulo en el que meneaba sus caderas más de lo decorosamente normal. La mujer se dirigió hacia el sillón de su jefe dándole un beso en la mejilla, saludando dando los buenos días, luego tomo asiento en el sofá de enfrente ligeramente ladeando el trasero al sentarse, claramente por las molestias por la breve azotaina recibida.
(Sr. Ross) -. Buenos días, Martina. Cuantas veces he de decirte que no te comportes de ese modo cuando entras a mi despacho, eres mi secretaria! Y una secretaria no se sienta como si estuviera en su casa, estas en el trabajo y debes comportarte como cualquier secretaria, esperar a que se te invite a sentarte y si no sucede, permanecer de pie a la espera de instrucciones. Tu mala conducta y educación van a cambiar a partir de hoy, ya me tienes cansado! Te he amenazado en muchas ocasiones con los servicios de mi invitado, y ya ha llegado ese momento, ya estoy cansado de repetirte lo mismo cada día… Sr. López le presento oficialmente a mi sobrina Martina, sus padres la pusieron bajo mi responsabilidad para hacer de ella una mujer de provecho, hace unos meses que está bajo mi cargo, pero es incorregible la niña… Te he dicho mil veces que no te maquilles de esa forma, y que no te pongas esas ropas, pareces una mujer de más edad, cuando solamente tienes veintidós años y quítate esas gafas aquí no hace sol.
(Sr. López) -. Su sobrina… Veintidós años? Habría jurado que era mujer de unos treinta y cinco años al menos. Siendo como dice el contrato que traigo para que lo firme ella, no es necesario. Solo deberá firmarlo usted Sr. Ross, al ser su Tutor.
(Sr. Ross) -. Ya tengo un documento redactado ante notario, si he tardado tanto tiempo en requerir sus servicios, era porque sus padres me debían proporcionar un documento legal, firmado por ellos, dándome la tutela de su hija. Su madre puso peros al enterarse, pero hace dos meses viajo hacerles una visita con esas pintas, su madre cambio de opinión nada más verla, es más, quiere que le mande una foto con el trasero bien colorado. Ahora puedo ponerla en sus expertas manos tanto si ella acepta, como si no, porque como su Tutor que soy puedo encargarme de ella como considere necesario, y si ella desea tener herencia el día de mañana, tendrá que obedecerme. Esta noche en la casa, en tu cama dormirás boca abajo y bien calentita!!!
Ante las palabras de su tío claramente la muchacha se puso muy colorada, así como muy nerviosa por las circunstancias, había comprobado tan solo hacía unos minutos la dureza de la mano del instructor de disciplina.
(Sr. López) -. Bien entonces dadas las circunstancias, ya puede hace entrar a su secretaria que nos traiga lo esencial para orientar la disciplina, una buena orientación requiere comenzar con disciplina psíquica. Pues es importante bajarle esos humos de superioridad que tiene la muchacha, y colocarla en su lugar como la joven que realmente es! Y su secretaria Luisa también puede entrar ya, lo que habíamos hablado anteriormente ya no es necesario, será más útil que aprendan estando las dos presentes, ya que su sobrina ha conseguido algo, que jamás hubiera podido creer que me sucediera, que una chica logre engañarme.
El Sr. Ross pulsando el botón del interfono, el cual tenía en una mesita a su lado del sillón… así como en la mesa de su despacho…
(Sr. Ross) -. Luisa! Ya puedes entrar y haz pasar a la Sra. Sharon.
(Sr. López) -. La Sra. Sharon?
(Sr. Ross) -. Sí, es como un Ama de Llaves, se encarga del servicio en mi casa, he creído que sería útil su presencia.
Poco después llamaba a la puerta la secretaria entrando en compañía de la Sra. Sharon, la cual llevaba una maleta de ruedas con ella, la secretaria le había proporcionado antes de entrar, aunque la joven secretaria había tratado de entrar la maleta, la señora insistió que era su labor llevarla, pues tenía instrucciones proporcionadas por el Sr. Ross.
(Sr. Ross) -. Buenos días Sra. Sharon, hace el favor de llevarse a las chicas. Por aquella puerta del fondo está el servicio, procure quitarle a mi sobrina esa peluca y todo esa costra de maquillaje que lleva, encárguese de vestirlas según las instrucciones que le he dado y lleva en la maleta, y luego eche al fuego toda esa ropa de Martina, me es indiferente que me costaran 3000€, no quiero volver a ver esa ropa… Y si necesita ayuda con mi sobrina, me lo comunica y le enviare al Tutor de Disciplina a encargarse de ella.
El Tutor de Disciplina se fijó bien en la Sra. Sharon, era una mujer esbelta con algún kilo de mas, iba vestida con un sencillo conjunto de falda de tubo lisa de color gris oscuro por debajo de las rodillas, y una blusa beige de manga larga, el cabello castaño rizado a la altura de los hombros, era una mujer que debía de rondar unos cincuenta años bien llevados. A su lado estaba la secretaria Luisa, de estatura aproximada a la propia Sra. Sharon rondando el metro sesenta y cinco, y la Sra. Sharon algo más alta sobre el metro setenta, la joven vestía modestamente, una falda de vuelo negra por encima de la rodilla, coqueta pero sin llamar la atención, y un suéter blanco de cuello alto, resaltando su larga cabellera a media espalda, peinado liso con un rostro encantador muy atractiva con su cabello negro, con medias color carne y zapatos negros con tacón de unos cinco centímetros. La muchacha claramente se la veía preocupada, con cierto temor así como un brillo en sus ojos, pues sabía que el gigante que había visto entrar bien trajeado hacia unos minutos, iba a ser el que se ocupase de darle la azotaina, y el momento temido por ella había llegado al escuchar las palabras de su jefe, poniéndola muy nerviosa no había más que mirarla para ver su estado, siendo un manojo de nervios. Poniéndose mucho más nerviosa al saber que debía acompañar a la Sra. Sharon al servicio, lo que no se esperaba es que una mujer que podía ser su abuela, fuera la encargada de vestirla, pues ya le daba vergüenza el tener que vestirse para ser castigada, además ella había visto la ropa en la tienda, ya que por orden de su jefe se había encargado de comprarla. No habiendo podido dormir en toda la noche prácticamente nada. Sus mejillas se habían ruborizado, pues sabía como era la vestimenta con la cual volvería con ella puesta en breves minutos.
Una hora después se abría la puerta del servicio apareciendo la Sra. Sharon, y tras ella las dos chicas claramente muy avergonzadas, pero Martina llevaba las mejillas más rojas que Luisa, claramente la Sra. Sharon le seria necesario darle un par de bofetadas a la muchacha al vestirla o deshacerse del maquillaje del rostro de la joven.
(Sra. Sharon) -. Perdone la tardanza Sr. Ross su sobrina se ha resistido a dejarse quitar el maquillaje, y luego no se dejaba poner la ropa interior, la he tenido que incentivar con dos bofetadas, para que se dejase vestir…
(Sr. Ross) -. Chicas!! Entrad al servicio y cerrad la puerta, esperad a que os llame!
El Sr. Ross se levantó del sillón malhumorado, no le había gustado saber que la Sra. Sharon se había tomado la libertad de abofetear a su sobrina, fue hacia ella cogiéndola del brazo llevándola al centro del despacho, enfrente del Sr. López delante del cual, había una silla de respaldo bajo de apenas unos veinte centímetros. Y acercándose a su mesa recogió unos documentos, los cuales acerco al Sr. López entregándoselos para supervisarlos.
(Sr. Ross) -. Están en orden los documentos Sr. López? Sra. Sharon! Cuando ha entrado al servicio he sido claro verdad? Si era necesario le enviaría al Tutor de Disciplina, en ningún momento le he dado o concedido autoridad para ponerle la mano encima a mi sobrina. Sr. López como ha podido leer, esos documentos son los que usted mismo me redacto hace unos días y me los envió aunque con retraso, me los entrego para rellenarlos porque pretendía darle una lección a una persona, bien! Dicha persona es la Sra. Sharon. Hace unos días hizo lo mismo con tres chicas del servicio en mi casa, estando advertida que no tenía esa autoridad, pero perdió los estribos y se tomó la justicia por su mano. Esa es la razón por que la haya hecho venir hoy, para que usted se encargase de ella, pensaba hablarle de ello después de encargarnos de mi sobrina. Pero después de su osadía, es mi deseo anticipar los acontecimientos, pues esta señora se ha vuelto a exceder en sus funciones, y usted ha sido testigo presencial que la he advertido antes de llevarse a las chicas al servicio, pues para encargarse de la disciplina ya pago sus servicios, *lo que está usted buscando esta sobre mi mesa!!!
El Tutor de Disciplina se levantó del sillón caminando hacia la mesa, en el interior de una caja de madera rustica, al abrirla vio que dentro había un viejo cepillo de madera de Fresno, con un barnizado oscuro que le daba un aspecto más antiguo, aunque lo era por si mismo.
(Sr. López) -. Tiene usted aquí toda una joya, nada más verlo lo he reconocido. Es un viejo cepillo de madera de Fresno único, pues fue tallado del mismo corazón del tronco del árbol, en una sola pieza siendo tallado de los fresnos del alto Mississippi y Alabama, se tallan de la parte más alta de tronco al ser esta mucho más pesada, es del siglo XVIII principios del XIX y tiene su historia al pertenecer a la familia de George Washington, no del presidente, fue otro George Washington que fue uno de los miembros de la junta de accionistas del ferrocarril, si hubiera pertenecido al presidente su valor seria incalculable, para nosotros los Instructores de Disciplina. Si piensa venderlo algún día, se lo compro por 15.000€ debería estar en un museo. Aunque para usted Sra. Sharon va a lamentar probarlo en sus carnes, puede levantarse la falda y bajarse las bragas, después de probar esta joya, se le van a quitar las ganas de abofetear a chicas.
(Sr. Ross) -. Veo que está usted bien instruido, el cepillo es suyo!! Me lo han traído de un anticuario de Alabama, el cual lo tenía guardado en una vitrina cerrada al público expuesto como adorno y su valor sube algo más del precio que usted ha dado, pero es un obsequio que pensaba regalarle por la buena labor que está haciendo con mi hija, vino a visitarme hace unos días y está muy cambiada, la traería a trabajar conmigo, pero temo que al disponer de dinero de nuevo, volviera a las andadas. Así que la dejare con usted una temporada más… espero que con mi sobrina sus resultados sean similares. Por cierto la silla que ve ahí, también es suya!!! La he hecho tallar en madera de fresno, a juego con el cepillo, aunque no es tan antigua, la vi a través de un video de disciplina y me llamo la atención, aunque desconozco porque el respaldo es tan bajo.
(Sr. López) -. Muchas gracias por el detalle, por qué esa silla tiene el respaldo tan bajo? Lo va a ver ahora mismo, vera lo practica que resulta para mi oficio.
El Tutor de Disciplina con el cepillo de madera en su mano derecha, fue caminando hacia la silla en el centro del despacho, pasando su mano izquierda por el borde del respaldo apreciando su tallado a mano. Justo enfrente del sillón en el cual tomo asiento el Sr. Ross para tener un ángulo de visión perfecto, viendo como el Tutor tomaba asiento en la silla poniendo el cepillo sobre sus muslos. Teniendo a la Sra. Sharon a su derecha la cual aún ni se había levantado la falda, y mucho menos bajado las bragas.
(Sr. López) -. Bien, parece que no desea colaborar, sepa usted que ello no le va hacer ningún bien, pues empeora en mucho su situación, rebelarse y no obedecer. Normalmente suelo regañar a las mujeres que voy a disciplinar, con usted su jefe ya se ha encargado de ello, por lo tanto no veo necesario recordarle porque va a ser castigada, pues ha sido informada y los documentos están correctamente firmados por usted… así que nada de preámbulos…
El propio Sr. López dejo el cepillo sobre sus muslos, para poder encargarse de soltarle el corchete lateral de la falda y bajarle la cremallera de la misma, agarrándola del brazo izquierdo tiro de él, haciéndola caer sobre su regazo, teniendo que sujetarla con el brazo izquierdo en un movimiento rápido, para que no se diera con la cabeza en el suelo o se hiciera daño al tratar de apoyar sus manos, acto seguido introduciendo sus dedos en la cintura de su falda, se la bajo con ciertos problemas hasta las rodillas tras haberla aflojado previamente, quedando su ropa interior visible y al tener la falda bajada desprotegida de miradas, sus manos acariciaron el trasero por encima de las bragas, admirando como le cubría el culo a la mujer, después de varias caricias trazando círculos con la palma de su mano, por el robusto y no menos hermoso trasero, luego rebuscando bajo su blusa introdujo sus dedos en la cinturilla de sus bragas blancas de algodón siendo estas atractivas, al ser blancas con unos sencillos grabados calados, las cuales le cubrían todo el trasero siendo de talle alto y perneras bajas, marcando un precioso y robusto trasero digno para ser calentando a conciencia, descubriéndole el trasero fue bajándoselas lentamente a las rodillas uniéndolas con la falda. Una vez bajadas las bragas, la blancura de las nalgas destacaba claramente la epidermis muy clara de su piel, así como al apoyar el frio cepillo de madera de fresno, pudo ver como las nalgas se contraían entre sí al sentir el cepillo posado en su trasero.
(Sr. López) -. Como puede usted ver, la particularidad de esta silla como su altura, es que al colocar a la mujer sobre mis rodillas, ella apoya sus manos en el suelo, así como su trasero desnudo queda perfectamente expuesto para ser castigada. El respaldo al ser bajo, me sujeta los riñones, con lo cual puedo echar mi espalda hacia atrás, quedando el trasero al perfecto alcance de mi mano, para azotarle las dos nalgas por igual, pues siempre el costado derecho es el más complicado de azotar, al quedar su cuerpo arrimado al mío, pero al poder echar mi espalda hacia atrás, me facilita el azotarle la nalga derecha con la misma intensidad que el lado izquierdo. Si es una muchacha joven con el trasero pequeño, no hay esa diferencia, pero si la mujer es robusta esta silla es muy útil como va a comprobar…
Comenzando seguidamente a azotar a la mujer en el trasero, la cual ante el pesado cepillo a cada azote que recibía, su cuerpo se agitaba hacia adelante levemente, así como el menear ligeramente sus caderas a los primeros azotes, eran movimientos pausados a cada azote que recibía, siendo necesarios unos diez azotes en cada nalga para que adquiriera un tono rosado, por lo que para ponerle el trasero bien colorado hicieron falta unos diez minutos largos recibiendo la azotaina, tras la cual los gemidos eran seguidos a cada azote que le propinaba, la señora estaba resistiendo muy bien la azotaina, a pesar de lo pesado que era el cepillo. Pero a cada nuevo azote aquella resistencia era claramente menor, pues a esas alturas el trasero ya le ardía como si tuviera ascuas al rojo vivo sobre él, momento que el Tutor considero que había llegado la hora de hacérselo saber. Los azotes espaciados y lentos fueron caldeando el trasero de la Sra. Sharon, de tal forma que ya meneaba el trasero sin tener control dado el intenso ardor en sus nalgas. Momento que los azotes con el cepillo pasaron a ser rápidos y certeros, en ese momento no tardaron en aparecen las aureolas blanquecinas con las marcas donde el cepillo caía implacable, toda resistencia por parte de la mujer se vino abajo al instante, y sus lágrimas caían por sus mejillas, sus manos trataban de cubrirse como fuera, acabando ambas sujetas a su espalda, y sus piernas pataleaban en el aire ligeramente, para pasar a patalear agitando más sus piernas, por el intenso fuego que sentía en el culo ya muy colorado, haciendo salir desprendida de sus piernas primero su falda, y sus bragas se le bajaron a sus tobillos, trabándole sus pies, al separar abriendo sus piernas, sus propias bragas se estiraban en sus tobillos, hasta retener sus pies al no dar más de sí mismas de su elasticidad. El trasero de estar con un tono colorado en breve paso a tenerlo rojo escarlata, dada la sensibilidad de la piel. Momento que el Tutor dio por finalizada la azotaina, al soltarle las manos la mujer viéndose libre, apoyándolas sobre los muslos de quien le acababa de ponerle el culo ardiendo, se incorporó posando sus rodillas en el suelo, apoyando su rostro en el pecho del tutor en el cual lloro abrazada a él, hasta pasados unos minutos que se pudo reincorporar, poniéndose en pie acariciándose el culo que le abrasaba teniéndolo en llama viva, dados los claros efectos que causaron el pesado y duro cepillo. El propio Tutor subiéndole las bragas el mismo para vergüenza de la mujer hasta la cintura, colocándoselas bien tensas marcando claramente el trasero con el elástico de las perneras, viéndose entre el ribete de las perneras de sus bragas blancas el contraste de lo colorado que tenía el culo, con la mirada perdida al derredor fue buscando su falda donde debía de estar, hallándola en el sofá que estaba enfrente de ella. Recogiéndola entre lágrimas se la puso sin preámbulos acariciándose el trasero con ambas manos una vez abrochada la cremallera y el corchete de cierre.
(Sr. López) -. Bien Sr. Ross que le ha parecido el correctivo a su Ama de Llaves? Es lo que esperaba ver?
(Sr. Ross) -. Y bien Sra. Sharon que piensa usted ha sido efectivo su castigo? Espero que no sean necesarios por su bien el tener que citarla de nuevo a este despacho…
(Sra. Sharon) -. Auuch! Uuyy! -. Entre sollozos… -. Duele! No puedo hablar…
(Sr. Ross) -. Bien! Puede retirarse y esperar fuera, luego las enviare a casa a mi sobrina y a usted…
Con la mano derecha sobándose el trasero, se dirigió hacia la puerta la cual se la abrió el Sr. López para salir, una vez fuera se cerró la puerta quedándose los hombres a solas…
(Sr. Ross) -. Es la primera vez que veo como castigan a una mujer… eran necesarios tantos azotes como disciplina? La verdad es que me hace dudar si deseo ver a mi sobrina pasar por algo así, ha sido usted muy duro con ella…
(Sr. López) -. Duro dice usted? Ve usted está mancha de la pernera derecha de mi pantalón a la altura de mi rodilla? La ve usted? Le aseguro que no es de orina, la Sra. Sharon ha recibido muchas veces en su vida… Cuando le hablo usted de mi existencia a esa señora? O que estar bajo su tutela podría darse el caso que fuera disciplinada? Antes del suceso con las chicas del servicio?
(Sr. Ross) -. Hace unos meses que le hice firmar el contrato de trabajo, al jubilarse mi mayordomo y acepto las clausulas detalladas en él, pues ya en la entrevista de trabajo, ese tema quedaba bien explicado de esa posibilidad.
(Sr. López) -. Y en todo ese tiempo antes del suceso de las chicas, había cometido errores?
(Sr. Ross) -. La verdad es que tuvo varios errores, que no tuve en cuenta. Como el romper toda una vajilla completa, pero aquello se debió a un claro accidente, el cual no lo tuve en cuenta, los accidentes suceden sin previo aviso. Estaba limpiando la vajilla y la estantería cedió por el peso…
(Sr. López) -. Si usted tiene los muebles del Ikea de esos prefabricados que parecen de mantequilla, es posible desde luego.
(Sr. Ross) -. Me ofende usted… ese mueble en concreto me costó 40.000€ hace años, desde entonces esa vajilla estaba ahí guardada, pues era bastante valiosa, lástima que no quedara nada más que unos platos…
(Sr. López) -. No cometió ningún error más?
(Sr. Ross) -. Ahora que lo dice si, arrojar por error a la basura unos documentos de la mesa de mí despacho, me dieron serios problemas su perdida.
(Sr. López) -. Ella culpo a las doncellas de esas travesuras?
(Sr. Ross) -. Para nada, en todo momento ella acepto que había sido un error suyo, no de las chicas… es más las defendió a capa y espada como se suele decir…
(Sr. López) -. Ósea que defiende a las chicas a capa y espada según sus palabras, y luego va, pierde la paciencia y abofetea a sus doncellas…? está clarísimo que la Sra. Sharon acepto el trabajo por las clausulas adjuntadas a su contrato. Seguramente debía tener otras ofertas de trabajo mejores que las de suyas y las desestimo por trabajar con usted.
(Sr. Ross) -. La verdad es que si, tenía una que comento en la casa de un ministro en Londres, y otra de un buen amigo mío también de las afueras de Londres.
(Sr. López) -. Usted publico el anuncio que yo le redacte, en el cual habían unos requisitos entre las demandas cierto? Que incluía férrea disciplina en el hogar… Y según dice usted rechazo los otros, y acepto el suyo… Y aún necesita más pruebas? Hasta estoy seguro que la Sra. Sharon al abofetear a las chicas, seguro que le informo de su decisión de dimitir de su cargo.
(Sr. Ross) -. Como sabe usted eso? Eso no se lo he referido a nadie…
(Sr. López) -. Espere un momento, voy hacerla entrar al despacho, y déjeme hablar solo a mí, usted permanezca callado..- Caminando hacia la puerta la abrió, encontrándose a la Sra. Sharon echada sobre el sofá del vestíbulo boca abajo, acariciándose el trasero de manera parsimoniosa. -. Sra. Sharon puede entrar al despacho, por favor.
Se levantó del sofá colocándose de costado apoyando los pies en el suelo, y luego impulsándose con las manos apoyadas en el sofá, se levantó del sofá incorporándose muy despacio, luego alistándose la falda se encamino hacia el despacho, pasando por delante del Sr. López que se mantuvo firme en la puerta, haciendo que la Sra. Sharon tuviera que ponerse de perfil para poder entrar al despacho. Colocándose a escasos metros de donde se hallaba sentado el Sr. Ross con las manos cruzadas una sobre otra, observando seriamente a la Sra. Sharon.
(Sr. López) -. Sra. Sharon… El Sr. Ross aquí presente me estaba refiriendo unos hechos, así como un comentario de usted de hace unos días, sobre que tiene pensado dimitir de su cargo en la casa como Ama de Llaves, es cierto eso.
(Sra. Sharon) -. Para nada señor! No tengo ninguna intención de tal cosa, estoy muy conforme con las condiciones de trabajo, y así las firme en su día.
(Sr. López) -. Debe saber Sra. Sharon que ya no se admitirá ningún error más de usted, el Sr. Ross aquí presente desea dejarle claro, que será usted castigada a la mas mínima falta cometida en la casa, no se le volverá a dejar pasar por alto asuntos como el de la vajilla o el arrojar ciertos documentos de valor a la basura. Que ya puestos quiero que me aclare esos hechos… Rompió usted la vajilla a cosa hecha? Responda por favor.
La Sra. Sharon se puso muy nerviosa, sus manos debían estar sudorosas al pasarlas varias veces por las caderas, así como llevarse las manos al trasero sobándoselo, poniéndose completamente coloradas sus mejillas hasta las orejas, bajando su mirada al suelo, pero no se atrevió a responder claramente muy avergonzada.
(Sr. López) -. Debo interpretar ese silencio como respuesta afirmativa, de los hechos que le estoy refiriendo… Levántese la falda y bájese las bragas, no me lo haga tener que repetir, si no quiere que la coloque sobre mis rodillas de nuevo y le de otra azotaina ahora mismo!!!
La mujer completamente avergonzada se levantó la falda con gran dificultad, por ser una falda ajustada, por lo que era bastante difícil subírsela, pero enrollándosela sobre si misma lo logro, y luego poniendo sus manos en las caderas, se bajó las bragas al inicio de sus muslos claramente muy abochornada. En ese preciso instante el Sr. López se puso delante de ella, interponiéndose entre ella y el Sr. Ross que solo podía ver al Tutor su espalda. Bajando su mano hasta la entrepierna de la mujer, le paso las yemas de los dedos índice y anular en los labios del sexo pasándoselos suavemente, la mujer ante ese contacto se estremeció de pies a cabeza, ante la caricia temblándole todo el cuerpo, con los ojos cerrados apretando los parpados. En ese instante el propio Sr. López le subió las bragas, y agarrando el dobladillo de la falda, se la bajo agachándose hasta bajarle la falda por debajo de las rodillas colocándosela correctamente en su lugar.
(Sr. López) -. Espero que no se haya perdido detalle alguno de esta desvergonzada!!! Me parece bien que lleve su entrepierna depilada, y la perdono que estuviera tan mojada, incluso me voy a olvidar que se ha corrido entre mis dedos, teniendo un orgasmo tan profundo. Pero… No puedo pasar por alto el que rompiera la valiosa vajilla o que lanzara a la basura los documentos, por lo cual esta noche antes de acostarse recibirá mi visita, para ser castigada con una azotaina antes de irse acostarse, tiene algo que decir Sra. Sharon?
(Sra. Sharon) -. Gracias, Sr. López! Nunca me había encontrado con un instructor como usted!
La Sra. Sharon respondió con un susurro de voz, que solamente el Tutor de disciplina que estaba muy cerca de ella, la escucho…
(Sr. Ross) -. Que ha respondido? No la he escuchado…
(Sr. López) -. Dice que si usted está de acuerdo, a ella le está bien lo que usted decida!
(Sr. Ross) -. Entonces esta noche le invito a usted a cenar conmigo en mi casa, así luego podrá encargarse de esta desvergonzada… Ahora puede retirarse al vestíbulo, aún tenemos que encargarnos de dos jovencitas…
La Sra. Sharon se encamino a la puerta, abriéndosela de nuevo el Tutor de disciplina, saliendo ella acariciándose el trasero con la mano izquierda, dirigiéndose hacia el sofá, una fuerte palmada en su nalga derecha la hizo saltar hacia adelante por el impulso del fuerte azote, sobándose la zona con fricción con la mano derecha, salió sobándose con sus dos manos. La puerta se cerró…
Se dirigió hacia el servicio abriendo la puerta, encontrando a las dos chicas apoyadas en la pared enfrente de los lavabos y de un enorme espejo que se reflejaban, al verle aparecer se estremecieron, ante una leve indicación salieron del servicio quedándose en el umbral al no saber a dónde ir. El tutor poniéndole las manos sobre sus hombros colocándose entre ambas, las hizo avanzar hasta dejarlas de pie a escasos metros del sillón que permanecía el Sr. Ross sentado. Las chicas permanecían de pie en el centro, claramente las dos estaban muy avergonzadas, por muchas razones obvias, pero una de ellas era por cómo iban vestidas, al llevar las dos las mismas ropas, incluso su ropa interior era similar. El Tutor de disciplina se sentó en el sofá de enfrente a ellas, estando a su derecha el Sr. Ross. Delante de ellas estaba la silla de respaldo bajo, y sobre el asiento veían el cepillo de madera con las cedras hacia arriba, la visión del instrumento impresionaba a las chicas y temían que fueran castigadas con él. Pues toda mujer es curiosa por naturaleza, y aunque dentro del servicio no podían escuchar lo que sucedía al otro lado de la puerta, su curiosidad pudo más que ellas y la habían abierto dejándola entornada para escuchar, dejándolas heladas cuando una señora de su edad y robusta como la Sra. Sharon, aullaba de dolor y lloraba con aullidos desgarradores. Y ahora ante ellas estaba el instrumento que había causado tanto dolor a la mujer.
Las dos muchachas vestían con blusa blanca de manga larga, un pequeño corbatín azul marino, llevaban la falda tableada amarilla muy corta, con unos calcetines blancos a la altura de la rodilla, se les podía ver el fondo de sus braguitas en su pequeños y respingones traseros, llevando las dos bragas de talle alto y perneras bajas, siendo estas blancas de algodón y con dibujos muy chillones, Martina las llevaba de racimos de uvas con el fondo violeta, y las de Luisa racimos de uva con el fondo morado, siendo una leve diferencia en el tono pareciendo ser iguales. La Sra. Sharon las había elegido de entre una docena de braguitas para cada chica, causa de que Martina al ver esas antiguallas de bragas, se negara a dejárselas poner. Los hombres se las pudieron ver, tras indicarles con el dedo índice que dieran una vuelta para poder verlas bien, con lo que el vuelo de sus faldas al girarse, avergonzándose las dos chicas al voltearse, poniéndoseles más coloradas sus mejillas de la vergüenza. En el espejo del servicio se habían mirado, viéndose ellas mismas como mostraban su ropa interior sin tener que inclinarse para ello.
(Sr. López) -. Bien! Antes de entrar en materia, quiero comentar que cada una tenéis otro uniforme de recambio , para poder lavar el que lleváis puesto, al igual que disponéis de una docena de braguitas para cambiaros, al igual que una docena de calcetines, También disponéis de dos gabardinas para venir a trabajar, ya que lógicamente no podéis ir así por la calle, durante los próximos siete días, no podéis venir a trabajar si no es con vuestro uniforme, no es necesario advertir de las consecuencias de omitir esta advertencia. Ahora una vez aclarado este punto, ha llegado la hora de ajustaros las cuentas, tu Martina serás la primera, por ser tus travesuras más graves. Sr. Ross usted sabe mejor que yo, los motivos por los que debe ser castigada su sobrina. Para mí personalmente, es una ofensa gravísima el que una joven de veintidós años, se maquille de forma estrafalaria aparentando una personalidad que no es la suya, cuando es una dulce jovencita como podemos ver. No me extraña nada que su madre al verla vestir de ese modo, diera su consentimiento para que su tío tomara cartas en el asunto, tomando las medidas necesarias para corregir semejante desparpajo, por no decir lo que he podido contemplar por mí mismo hoy. De estar presente su madre, le habría arrancado esas ropas y dado una buena azotaina en público. Solo por la forma en que a los hombres se le iban los ojos detrás, al verla como de provocativa iba vestida, la verdad era una apariencia que nada tiene que ver, con la joven preciosa que tenemos ahora delante nuestra. Si usted no tiene nada que añadir, Sr. Ross? La falta cometida ya es por si misma de la suficiente gravedad, para castigarla como se merece, no creo necesario añadir otros comportamientos, pues no podemos aplicar un correctivo por cada una de ellas, simplemente es escoger la mas de más gravedad, entre todas las faltas que haya podido cometer, y la que he referido ya es de suficiente gravedad, sin ser necesario el añadir la escena que ha protagonizado esta mañana en público, hacia mi persona faltándome al respeto. Joven ha llegado tu hora!!! Vas a lamentar tu comportamiento!!!
El Tutor de disciplina se levantó del sillón, caminando hacia el fondo del despacho, en donde se despojó de su americana colgándola de un perchero, luego desde el mismo rincón descorrió las cortinas quedando a la vista otros edificios de enfrente más altos, si alguien se asomase a las ventanas podrían ver lo que sucediera enfrente. Caminando hacia las chicas, se fue arremangando las mangas de la camisa, descubriendo sus fornidos brazos que hicieron estremecer a las dos muchachas, que no se atrevían a levantar sus miradas. Al llegar junto a ellas, cogió a Martina del lóbulo de la oreja derecha, llevándola hacia la silla en la cual estaba el cepillo sobre el asiento, lo cogió con su mano derecha tomando asiento sobre la silla, soltando el lóbulo colorado de la oreja derecha de la joven, la cual ahora se acariciaba el lóbulo de su oreja.
Dejando el cepillo en el suelo, agarro a la joven de la muñeca izquierda tirando hacia él, haciéndola tumbarse en su regazo, al instante su precioso trasero quedo expuesto, cubriéndole parte de él la corta falda, que cubría hasta la mitad del culo de la joven, quedando visible la parte baja del trasero, revestido con las braguitas blancas con dibujos de racimos de uvas con el fondo violeta quedando bien visibles y expuestas sus llamativas braguitas, comenzando a recibir azotes en el culo sobre el fondo de sus bragas, los azotes le ardían a la joven de lo lindo, al tenerlo aun ligeramente dolorido del ascensor, pues en el acto comenzó a mover sus caderas ante el intenso fuego, pues la enorme mano del Tutor abarcaba prácticamente el pequeño trasero en su totalidad, cayendo los azotes en el mismo lugar una y otra vez, no tardando en tratar de cubrirse el culo con la mano derecha y contorsionándose, logro llevar también la izquierda a taparse el culo, siendo ambas manos sujetas por la mano izquierda del Tutor sobre su espalda, la falda se le subió por si sola por los azotes, no tardando en bajarle las bragas por debajo se los muslos, siguiendo la azotaina sobre su coloradísimo trasero, deteniéndose un momento de darle azotes, para bajarle más abajo las bragas a sus rodillas, y así le trabaran sus piernas evitando que la joven las abriera tanto, hasta entorpecer darle la azotaina, momento en el que agarro el cepillo del suelo, dándole los primeros azotes sobre una veintena en cada moflete del culo con el cepillo, siguiendo con una docena de ellos bien administrados, ya tenía su culo carmesí. La joven Martina lloraba desde nada más comenzar la azotaina, acabando así su castigo. Sujetando a la joven la puso de pie y la sentó sobre sus muslos con las braguitas aun bajadas, la muchacha se abrazó a su cuello apoyando su cabeza en su pecho, acurrucándose a quien le acababa de mondar su trasero, poco después la dejo incorporarse poniéndola de pie, ella misma se subió las bragas entre sollozos. Levantándose el Tutor acompaño a la joven hasta el rincón tras la puerta de acceso al despacho, poniéndola de cara a la pared castigada, volviendo sobre sus pasos sentándose de nuevo en la silla.
Luisa le miraba aterrada con lágrimas en los ojos, tras ver como su amiga Martina había sido castigada, y ahora viendo al Tutor sentado sabía que era su turno, por lo que su cuerpo temblaba como un flan.
(Sr. López) -. Bien Luisa, es tu turno ven hacia aquí, sabes que cometiste un error y te mereces una azotaina por ese motivo, ven aquí! Cuanto antes acabemos, antes descansaras…
Luisa temerosa se fue acercando poco a poco, hasta colocarse ella misma sobre las rodillas, claramente la muchacha aceptaba su castigo, ella misma se había ofrecido a su jefe para ser castigada por su error, demostrando tener una gran valentía al acomodarse sobre las rodillas. Su falda fue levantada al instante, dejando a la vista sus bragas blancas con dibujos de racimos de uvas con el fondo morado. La azotaina no se hizo esperar cayendo los primeros azotes, en su trasero sobre sus bragas, la muchacha por el miedo que tenia o por su sentimiento de culpabilidad, comenzó a llorar con los primeros azotes, sintiendo poco después como las braguitas se las bajaba a las rodillas, y con el culo desnudo aun recibió una docena de buenos azotes, luego le subió las bragas ajustándoselas a la cintura y bajándole la falda la dejo incorporarse, al subirle las braguitas la joven tenía el culo claramente colorado, sentándola sobre sus piernas la joven ahogo sus sollozos sobre el pecho del Tutor de disciplina, poco después la dejaba en el suelo dándole una palmada cariñosa sobre las braguitas.
(Sr. López) -. Puedes volver a tu puesto de trabajo, si el Sr. Ross no tiene nada para ti….- El cual negando con la cabeza, dejo que la joven se retirase. -. Entonces puedes retirarte y llévate contigo a Martina.
Acariciándose el culo sobre sus braguitas con la mano derecha, se llevó de la mano izquierda a Martina hacia el vestíbulo que estaba su puesto de trabajo, cerrando la puerta el propio Tutor.
(Sr. Ross) -. Ya está? Me deja usted confuso. La azotaina a la Sra. Sharon ha estado varios minutos castigándola, e incluso me he llegado sentir turbado ante la severidad con ella, y en cambio con mi sobrina ha sido rápido y con Luisa no ha usado el cepillo.
(Sr. López) -. Sr. Ross! La Sra. Sharon he sido mucho más severo con ella, al ser ella una spankee, ello quiere decir que aunque haya llorado y aullado de dolor con la azotaina, ella ha disfrutado recibiéndola, usted se ha sentido turbado, porque usted no disfruta de ello, es lo que llamamos personas vainilla. En cambio su sobrina merecía una azotaina severa, y así ha sido para ella, un castigo severo. Pero su sobrina no es una spankee que disfrute de ser castigada, al menos no, todavía! Y luisa usted deseaba una azotaina simple, pues era su primer error, y así he actuado siguiendo sus instrucciones. Si con el paso del tiempo, se vuelven spankee´s a partir de entonces seré mucho más severo con ellas. Pero como tutor debo saber cuándo es un momento, y cuando es otro momento, y quien sabe si más adelante cambia el tema. Su hija por ejemplo se ha convertido en una spankee de cuidado, esta misma mañana la he tenido que castigar con el cinturón, pues cuando he bajado a darle instrucciones para la oficina, la muy desvergonzada me estaba esperando en el rellano de las escaleras en braguitas. Ese comportamiento ha sido para provocarme y la castigase, igual que su Ama de llaves rompió expresamente su vajilla o arrojo a la basura sus documentos, cuando se portan mal expresamente, no lo hacen para que le den bombones de regalo, si no, que se portan mal expresamente para ser castigadas, aunque luego se arrepientan de haber sido traviesas.
(Sr. Ross) -. Mi hija? Vaya eso sí que no me lo esperaba de ella, nunca se le puso la mano encima de niña, y no es porque no se lo mereciera. Pero yo no soy ese tipo de padres que castigan a sus hijas. Pero me cuesta creerlo que es lo que encuentran en ser castigadas, que placer puede haber en ello…
(Sr. López) -. La verdad… Eso es un enigma, un verdadero galimatías el averiguarlo. Hay mujeres que les gusta el sado maso al igual que hombres, pero una spankee no es una masoquista a ciencia cierta, disfruta de los momentos que experimenta, sobre todo el previo al ser castigada, cuando se desvela sus travesuras y son regañadas severamente, si se las revisa el fondillo de sus braguitas en esos instantes, las encontrara que las tiene muy mojadas, el hecho de sentirse descubiertas de sus faltas cometidas, la subida de la adrenalina, ante el temor del castigo que se les viene encima, sobre todo el no poder evitar de modo alguno, todo sumado al cubo es lo que las apasiona. Luego cuando son castigadas acaban llorando, como si tuvieran ocho años la mayoría de ellas, no todas por supuesto, eso también es un galimatías, pero aunque no les gusta el dolor en sí mismo, si disfrutan de él una vez que han sido castigadas, les encanta sentir las molestias en su trasero, llegando a ser muy excitante para ellas, incluso la mayoría rehúsa a utilizar cremas como el famoso Thrombocid, para que las marcas del trasero no se les vayan y tenerlas el máximo de tiempo, pues son como sus trofeos en un concurso. Y sus palabras que no le gusta castigar, pero en cambio hace castigar a su propia hija, así como dirigir una de la más privada organización de disciplina a chicas, y hoy a su Ama de Llaves, su sobrina y su secretaria, sigue usted diciendo que no le gusta castigar…?
(Sr. Ross) -. Lo de mi hija fue algo en extremis, ya no sabía qué hacer con ella y un buen amigo me recomendó sus servicios. Pero claramente un magnate de los negocios financieros como yo, no sería algo que aprobase la sociedad, siendo la causa que la prensa rosa me devoraría públicamente. Sabe usted que cada vez que salgo a la calle, hay periodistas que les pagan solo por seguirme a donde voy… Por lo tanto no podía acudir a su oficina como un padre indignado, por las fechorías de su única hija, hasta cierto punto era menos peligrosa ella con sus escándalos. Pero últimamente la había tenido que sacar de la cárcel varias veces, y las protestas de los vecinos habían llegado a ponerme pleitos millonarios, con lo cual de ser uno de mis problemas más importantes, paso a ser mi peor enfermedad. Y mis socios me pusieron en la cuerda floja, pidiéndome que solucionara el problema de mi hija o mi dimisión de mi propio imperio el cual cree de la nada. El amigo que me recomendó sus servicios, dada la confidencialidad con usted, le puedo decir que es uno de los capos de la mafia italiana y dados sus turbios negocios, él me recomendó crear esa sociedad privada, aunque la dirijo yo personalmente, los miembros del DDDV como inspectores, son parte de su personal y hombres de confianza, matones de tres al cuarto, para ser más exactos. Por ello no es de extrañar que haya tenido usted problemas con algunos de ellos, pues su educación deja mucho que desear. Después quien me iba a decir que esa empresa tapadera para reformar a mi hija, iba a ser uno de mis mayores ingresos económicos, hay citas con una larga lista de espera para solicitar los servicios del DDDV, muchos de esos clientes privados en el anonimato, resulta que son socios míos, que también tienen problemas con sus hijas y pretendían hacerme dimitir, cuando ellos tienen el mismo problema, malcriar a sus hijas. Algunos de ellos las han matriculado en la escuela de señoritas, donde usted es el instructor de disciplina. Lo que es la vida, verdad? Resulta que un magnate como yo, que nunca ha creído en los castigos corporales, es uno de mis más lucrativos negocios, por ello hace unos meses le pedí me redactara un anuncio, tras el cual contrate a la Sra. Sharon. Pero claro entre mis decadencias personales, es que no sabía hasta qué punto llegaría la Sra. Sharon. Tengo otros asuntos que atender, le espero en mi casa a eso de las siete… para la cena…y venga con un vehículo que no llame la atención, al lado de la escuela hay una empresa de alquiler de vehículos, entregue esta tarjeta le proporcionaran un coche con conductor…
Durante el resto del día el Sr. López se tomó el día libre, deseaba quemar gasolina en su Cadillac, lo que no había calculado era lo que consumía el motor, teniendo que llenar el depósito hasta en tres ocasiones, en apenas trescientos kilómetros que hizo ese día. Pasándose por la escuela de señoritas, para ocuparse de dos de las alumnas, que habían sido sorprendidas copiando en un examen escrito. Sobre las seis de la tarde salía de la escuela hacia la enorme mansión del Sr. Ross.
Entro en la finca comprobando que era cierto, lo que le había comentado esa mañana, en la puerta de entrada había un tumulto de periodistas esperando en la puerta. Por suerte por los consejos del Sr. Ross, había dejado el Cadillac en la escuela, cambiando el vehículo por otro de alquiler con los cristales tintados oscuros, los cristales impidieron que pudieran verle al entrar. Dentro de la mansión…
(Sr. López) -. Buenas tardes, Sr. Ross veo que ha seguido mi consejo invitando a su secretaria a venir a la cena, bien ya que está aquí, Luisa te quieres acercar por favor. Que tal te encuentras? Molesta el trasero? Ven te pondré algo que te aliviara. Os aliviara a las dos.
Se sentó en el sofá, acercándose la joven secretaria a él. La coloco sobre sus rodillas levantándole la falda, Luisa aun llevaba las mismas braguitas blancas con racimos de uvas con el fondo morado, se las bajo descubriéndole el trasero aun teniéndolo algo colorado, con delicadeza mostro el fondillo de sus braguitas al Sr. Ross, este estaba seco. Sacándose del bolsillo un gel hidratante, le puso gel dejando caer unas gotas sobre el aun colorado trasero, la muchacha se estremeció al sentir el frescor del gel, así como cuando el Sr. López esparció el gel por su colorado trasero, al acabar separo un poco los muslos de la muchacha, quedando visible los labios del sexo de la joven secretaria, el cual se apreciaba que estaba normal, no habiendo ningún brillo especial. Le subió las braguitas y la ayudo a incorporarse… La muchacha se fue hacia un rincón avergonzada, pues había notado como le había separado los muslos, y que su sexo había sido expuesto…
(Sr. López) -. Mejor? Ya te decía que te aliviaría. Ven Martina, aunque no te lo mereces voy a ponerte también. Te aliviara bastante… .- Al colocarla sobre sus rodillas y levantarle la corta falda… -. Vaya! Te has cambiado las bragas… ahora cuando te ponga crema las vas a ir a buscar, y nos las vas a traer para supervisarlas, aunque es obvio el porque te las has cambiado…
El tutor de disciplina le bajo las bragas a Martina, mostrando el fondillo a su tío el Sr. Ross vio la escasa humedad, pero era obvio que tras cambiárselas, esa humedad era reciente y posiblemente debida, al ver como su compañera se le ponía el gel en el trasero viéndola sobre las rodillas con las braguitas bajadas, basto para que las humedeciera al instante, al igual que hiciera con Luisa, le esparció el gel por su coloradísimo trasero, apareciendo signos claros que se le iba a poner el culo con zonas moradas, pues ya aparecían esas aureolas más oscuras, que no tardaría más que unas horas en ponérsele morado. Tras ponerle el gel, separo sus muslos al igual que con Luisa, mostrando los labios de su sexo, viendo la humedad que brillaba en la comisura de la entrepierna, subiéndole las bragas dándole una palmada en el culo sobre las bragas al ponerla de pie…
A los pocos minutos aparecía Martina, con su rostro completamente colorado de la vergüenza, al traer las braguitas que se había cambiado hechas un ovillo, dudando al entregarle las bragas al Tutor, que al desdoblar las braguitas estando del revés, el fondillo era muy visible en qué estado estaban, pues todo su fondillo se veía muy húmedo.
(Sr. Ross) -. Deja aquí tus bragas y ves con Luisa al salón, sentaros a la mesa para cenar enseguida nos reunimos con vosotras…
Al retirarse las dos chicas, se acariciaban el culo las dos, Martina con las dos manos tras recibir la palmada en el culo hacia unos minutos, la cual había despertado su adormecido trasero y Luisa solo con la mano derecha tallaba el trasero de su corta falda tableada amarilla, dejando en la sala de estar a los dos hombres con una copa en las manos.
(Sr. López) -. Como ha podido comprobar es algo de familia, ya ha visto el estado de las braguitas de su sobrina y el estado de las de Luisa su secretaria. Una se las ha tenido que cambiar para la cena, y en cambio Luisa llevaba las mismas, y completamente secas.
(Sr. Ross) -. Tenía usted razón! La verdad no sé qué voy hacer ahora, usted dirá que me aconseja…
(Sr. López) -. Puede estar seguro de una cosa, va a necesitar de mis servicios a menudo en esta casa, pues su sobrina no tardara en volver a las andadas… Mucho más ahora que ha probado y ha experimentado las sensaciones que se sienten al recibir una azotaina, por lo que será aconsejable tener alguien en la casa, que se ocupe de su sobrina cuando requiera ser necesario. Teniendo en la puerta de entrada a esos periodistas, sería prudente contratar una persona que se responsabilice de su sobrina. O… Puede que ya tenga a esa persona en la casa, me estoy refiriendo a la Sra. Sharon, algo me dice que podría serle muy útil, esa mujer tiene carácter, estoy prácticamente seguro que ha debido tener una vida muy activa. Creo que si hablamos con ella, su currículo puede ser interesante, pudiendo encargarse ella no solo de su sobrina, también con las chicas del servicio, es más que posible que sea necesario a partir de ahora, algo de disciplina en la casa. Se lo comento por las miradas de una de las doncellas, que nos espiaba desde la puerta viendo los traseros colorados, de su sobrina y de Luisa. Si la hace venir saldremos de dudas…
(Sr. Ross) -. A la doncella?
(Sr. López) -. Me refería a la Sra. Sharon, las doncellas a no ser que esté equivocado serán las siguientes, pues en sus contratos también especificaban férrea disciplina. Pero de ellas debe encargarse la persona encargada del personal. A excepción de faltas graves, que debería encargarse usted o requerir mis servicios.
(Sr. Ross) -. Sabe usted perfectamente que recurriré a sus servicios, desde que funde el DDDV, veo la disciplina de otra forma siendo necesaria en algunos casos, pero aun comprendiendo que sea necesaria, no me veo ocupándome yo mismo de esa ardua tarea, prefiero dejársela a un profesional. Voy a buscar a la Sra. Sharon.
El Sr. Ross ya convencido de hablar con la Sra. Sharon, se levantó del sofá encaminándose hacia el piso superior, debía de encontrarse en su habitación arreglándose para bajar a cenar. Ya bajaba ella cuando se encontró con el Sr. Ross y tras unas breves palabras ambos se dirigieron hacia la sala de estar. Al entrar en la sala la Sra. Sharon se puso roja al ver al Sr. López, en ese instante debió pensar que estaba allí por ella, y que se iba a ocupar de ella antes de la cena… Nada más ver el rostro de sorpresa de la mujer, la tranquilizo con sus palabras…
(Sr. López) -. Puede estar tranquila Sra. Sharon! Aún no ha llegado el momento de ocuparme de usted, pero el Sr. Ross y yo mismo tenemos algunas dudas sobre usted, no de lo sucedido hoy, si no, es sobre su currículo personal, nos gustaría conocer más acerca de usted, si no le parece una indiscreción el hacerlo. Por si hubiera ejercido en otras obligaciones de su cargo en el pasado. Por su indumentaria o forma de vestir, es una mujer joven aun, para utilizar esos vestidos tan recatados, más propios de una institutriz, ello me dice que en tiempos pasados, usted tuvo obligaciones como institutriz o profesora. Posiblemente debió estar a cargo de la disciplina, estoy equivocado con usted?
La señora se relajó al escucharle hablar, tras calmarse por no ser reclamada para recibir su correctivo nocturno. Algo más tranquila respondió con rostro serio…
(Sra. Sharon) -. La verdad el Sr. Ross sabe que no soy tan mayor como le parezco a usted, pues mi edad es de cuarenta y cinco años, soy bastante más joven que usted. Mi adolescencia la pase en un internado, de joven era incorregible dando muchos problemas en casa, mi padre viudo no se podía encargar de mí, al casarse de nuevo al poco tiempo, mi madrastra no me quería en la casa por ser muy rebelde e incorregible, a la edad de doce años me envió a un internado de monjas. La disciplina era estricta a la más mínima travesura, la llevaban a una al despacho de la directora. La abadesa era una mujer de setenta años, con muy mal carácter siendo muy estricta, la vara y la correa se utilizaba con frecuencia con las alumnas. Con mi comportamiento incorregible, era raro la semana que no me llevasen a su despacho, del cual siempre salía de él llorando. En el país que me crie, en esos años la mayoría de edad de una chica era a los veintitrés años, por lo que recibí esos castigos con frecuencia incluso con mis veintidós años y veintitrés años, pues aunque ya era mayor de edad, debía acabar mis estudios de ese último curso. Saliendo del internado con el diploma de institutriz y profesora. Si su pregunta es? Si he impartido disciplina? Desde luego que sí, al salir del internado me buscaron una colocación, en casa de un matrimonio que tenían dos hijas. Me encargaba de las dos diablillas de la casa, al salir del internado e incorporarme a mi trabajo, lo último que deseaba era tener que castigar aquellas dos muchachas de ocho y diez años, eran muy traviesas pero era lógico a su edad que lo fuesen, por lo que yo me encariñe con ellas, siendo incapaz de castigarlas. Pero su padre no pensaba lo mismo… las castigaba en mi presencia desnudándoles el trasero. Y cuando acababa con ellas, seguía conmigo de la misma forma que a ellas, sobre sus rodillas. Eso duro cerca de diez largos años, hasta que la pequeña se fue a la universidad a estudiar, entonces mis señores, me enviaron a otra casa. Con treinta y tres años, no tenía intención que me siguieran colocando sobre las rodillas, por lo que en mi nueva colocación me mostraba más severa con las niñas. En esa casa solo estuve un año, al parecer no daba la talla según el padre de las niñas. En cambio yo le observaba como me miraba, al poco tiempo después comprobé el porqué. Su nueva institutriz era más joven, la conocía del internado al ser una alumna menor, y nos encontrábamos a diario en el parque, la muchacha de treinta años no se podía sentar en el banco, y al preguntarle me lo confeso que la había castigado el padre de las niñas. Entonces es cuando me percate que en ese país, no tenía nada que hacer. Llevaba casi un año viviendo de mis ahorros sin encontrar ningún trabajo, al parecer si no te dejabas castigar por el dueño de la casa, no encontrabas trabajo. Por ello me vine a Europa, y aquí he trabajado en varias casas como institutriz en Inglaterra ocupándome de cuidar a niñas, por supuesto bajo una estricta supervisión por mi parte, los castigos estaban a la orden del día. Hace unos años me vine a España, pues en mi última casa, se habían vuelto a ocupar de mí, al igual que de sus hijas, y al hacerse mayores deje el trabajo. Quien me iba a decir que pasado un tiempo, yo iba a echar en falta que se ocuparan de mí… esto me resulta difícil de confesar… Pensaba en volver a Londres, cuando encontré su anuncio decidiendo quedarme y probar suerte. Sr. López! Si le he contado mi vida, es porque usted es un spanker profesional y no un señor que solo trata de aprovecharse de su institutriz o Ama de llaves abusando de ella.
(Sr. López) -. No esperaba que fuera usted tan sincera la verdad. Bueno está claro que si tiene que ocuparse de la sobrina del Sr. Ross y del servicio de la casa, usted está capacitada para ocuparse de esa ardua labor. Al igual que como estoy al servicio del Sr. Ross, cuando sea necesario me ocupare de usted, pues comprendo que tenga después de una vida como la suya, unas inquietudes que serán necesarias apaciguar con disciplina. Sr. Ross! Habrá que preparar un nuevo contrato para la Sra. Sharon. A partir del momento de la firma, tendrá usted otras obligaciones en la casa, está de acuerdo? Ahora pasamos al salón?
(Sr. Ross) -. Sra. Sharon! Nos acompaña a cenar? Pues al igual que usted misma, yo estoy también aprendiendo y creo que será lo correcto que en sus nuevas funciones en la casa, a partir de hoy cenara siempre en el salón conmigo, así el servicio podrá comprobar que usted es la señora de la casa en mi ausencia, durante la cena me expondrá los problemas que haya habido durante la jornada, y si debe ocuparse de alguna joven del servicio, será después de la cena en mi despacho, con la diferencia que usted no será disciplinada después! Una vez hayan finalizado sus labores en la casa. Esto lo leí en un libro, le parece a usted correcto Sr. López? O a usted Sra. Sharon, pues a partir de hoy usted también podrá exponer su opinión en esta casa.
(Sr. López) -. La verdad! Es que es lo adecuado por supuesto, solamente haciendo un pequeño hincapié en la nueva obligación de la Sra. Sharon. Cuando sean requeridos mis servicios para ella, siempre le deberá ser comunicado en privado, para que el servicio no tenga constancia de ello, pues de llegar a saberse perdería autoridad. Durante la cena deberíamos ultimar el cómo informar al servicio, y quien estará a partir de ahora a cargo de la casa, pasando a ser la encargada de aplicar disciplina. Debería citar a todos en su despacho, y explicarles los cambios. A poder ser una vez se haya firmado el nuevo contrato. Para facilitarle el trabajo, puede pasarse por mi oficina donde le facilitare instrumentos necesarios.
(Sra. Sharon) -. No será necesario Sr. López, entre mis cosas guardo lo necesario, pues son instrumentos necesarios, algo esencial de mis funciones anteriores.
La cena transcurrió sin ninguna novedad, excepto la extrañeza de Martina al ver a la Sra. Sharon sentada a la mesa en la cena, observándola que tenía ciertas dificultades para permanecer sentada igual que ella misma o Luisa. Aunque esta última no tenía las dificultades que ellas expresaron en sus rostros al tomar asiento. Sobre todo por el almohadón o cojín que ambas colocaron antes de sentarse. O… El desacuerdo del Sr. López al facilitarle esos cojines el anfitrión de la casa. Nada más acabar la cena, tomaron los postres conversando entre todos, sobre los hechos transcurridos durante aquella mañana. La más afectada de la conversación fue Luisa, quien ocultaba su rostro mirando hacia otro lado. Sorprendiendo a Martina principalmente, que se hablase de su azotaina y la de Luisa, en cambio no se hablase de la Sra. Sharon. Y cuando ella trato de sacar el tema, fue cortado de raíz prohibiéndola hablar de ello. Levantándose la Sra. Sharon se retiró a revisar el estado de la casa, así como supervisar que en la cocina hubieran acabado de limpiar y fregar todo. Quedándose solos en el salón…
(Sr. Ross) -. A ver Martina me quieres explicar, cómo es que sabes que ha sucedido con la Sra. Sharon en mi despacho? Puesto que mi despacho esta insonorizado, y tú no debías de haber escuchado nada, pues yo cerré la puerta del servicio. Y si ella lo ha escuchado… Tu Luisa también debes de haberlo hecho, me queréis explicar cómo ha sido posible?
Las dos muchachas se miraron entre ellas cruzándose sus miradas, dándose cuenta que estaban en serios problemas, y ninguna de las dos se atrevió a hablar o decir algo , pero entre ambas se la veía a una de ellas más afectada, por cómo se le enrojecieron sus mejillas de la vergüenza o culpabilidad, Luisa la que bajo su mirada claramente abochornada.
(Sr. Ross) -. Ante un acto así que cree usted que se debe hacer? Pues no soy persona que pueda ver en las chicas, cuando causan un problema para ganarse unos azotes, pero hasta un ciego se daría cuenta que las dos son culpables, siendo Luisa la que veo más afectada, por lo que no hay duda de cuál de las dos ha abierto la puerta, ha sido Luisa. Pero las dos son culpables. Como Luisa va a pasar la noche en esta casa, dormirá en la habitación con Martina. Sus padres saben que la he castigado, les comunique ayer el motivo por el que había decidido castigarla. No se me da bien ocultar los problemas, cuando me refiero a unos buenos amigos de la familia como sus padres, cuando se lo hice saber me dieron carta blanca, pues Luisa se ha criado en esta casa con Evelyn, antes de independizarse mi hija.
(Sr. López) -. En un caso como este… Martina subirá conmigo a su habitación, ahora!!! Y Luisa si cree que ha hecho mal también subirá!!! No se la puede obligar a subir a su habitación, Martina! Vamos? Vienes tú también, Luisa?
El Sr. López se había puesto de pie caminando hacia la puerta y desde ella, había llamado a Martina, la cual se levantó de su silla encaminándose tras el Tutor, él se quedó mirando a Luisa al Nombrar su nombre, la cual bajando la cabeza se puso en pie, caminando tras los pasos de Martina, al llegar a la puerta salieron caminando y tras ellas el Tutor de disciplina, subiendo las escaleras hacia el primer piso haciéndolo ellas delante y el Tutor muy serio detrás de ellas. Viendo como ascendían lentamente como si les pesara los pies, las chicas se pasaban una mano por sus braguitas acariciándose el culo, al ir detrás de ellas cuatro escalones más abajo, el Sr. López las podía ver como los muslos se flexionaban en la entrepierna, y como sus braguitas bajo la corta falda con su vaivén, viéndoles como les temblaba el culo del temor. Las dos chicas subían cabizbajas, pues sabían que les esperaba al entrar a la habitación de Martina, a la cual entraron poco después quedando de pie frente a la cama, a la espera que entrase el Tutor.
Al entrar en su habitación el Tutor cerró la puerta de la habitación, quedándose tras la puerta observando a las dos fijamente. Las veía que respiraban aliviadas como si algo las hubiera avergonzado al entrar, pero ahora se las veía entre su claro nerviosismo y temor a la azotaina que las esperaba, respirar con cierto alivio… Por lo que capto rápidamente el motivo de esa relativa relajación, así que volvió abrir la puerta dejándola abierta de par en par, viéndolas de nuevo más nerviosas y agitadas. Sobre todo como sus mejillas se coloreaban sus mofletes intensamente…
A Luisa se le paso por la mente salir corriendo de la habitación, pero el Sr. Ross habría informado a sus padres, ellos no le hubieran puesto la mano encima, pues nunca les había dado motivos para darle unos azotes, pero la castigarían al menos un mes sin poder salir con las amigas.
(Sr. López) -. Dejare la puerta abierta, para que todos puedan escucharos llorar, así como escuchar como sois castigadas…
El Tutor miro hacia la cama, pensó en sentarse en la cama para darles la azotaina. Pero tras las chicas había una silla al rincón frente a la cómoda. Pensó que verse la una a la otra, el como primero una y luego la otra recibían la azotaina las iba a intimidar mucho más, que cogiéndolas y colocándolas sobre sodillas sentado en la cama. Así que yendo al rincón cogió la silla, colocándola en medio entre las dos chicas, Martina estaba a su izquierda, tras sentarse en la silla, le agarro la mano izquierda a Martina, haciéndola pasar por delante de él, colocándola sobre sus rodillas. Luisa a su derecha, vio como colocaba a Martina sobre sus rodillas, levantándole la falda y bajándole las bragas blancas de algodón con florecillas rojas. Vio como los ojos de Luisa se abrían como platos, al verle el culo a Martina que lo tenía de color granate, tras las horas que habían transcurrido desde que fuera castigada esa mañana. Viendo aterrada como el Tutor comenzaba a darle fuertes azotes en el culo, ella apenas a un metro sentía el aire de la mano al subir y bajar calentándole cada vez más el culo a Martina, que ya sollozaba y poco después lloraba del dolor con la azotaina que estaba recibiendo. Luisa estaba entre cohibida y aterrada sabiéndose ser ella la siguiente, pero si le daba una azotaina como a Martina con la mano, la de la mañana no le había dolido tanto, pero la azotaina a Martina estaba siendo intensa, siguiendo dándole azotes en el culo, el cual lo tenía todo muy muy rojo, casi carmesí o escarlata brillante, viendo como Martina subía y bajaba sus piernas, entre giraba sus caderas del dolor que debía sentir, entonces Luisa se fijó en algo que no se había dado cuenta antes. El sexo de Martina lo tenía completamente expuesto, siendo muy visible como sus labios se movían con los azotes, en esos instantes se avergonzó poniéndose más coloradas sus mejillas de la vergüenza, pues luego seria a ella la que estaría expuesta igual. Pero en vez de parar como en la mañana, vio más aterrada que seguía el Tutor dándole la azotaina, viendo como las piernas se arqueaban tratando de separarlas, pero se fijó como sus propias bragas le trababan estas, y como se estiraba la elasticidad de la prenda, viendo como las bragas se retorcían entre sus piernas al cruzarlas, viendo como el fondillo de las bragas se le tensaba quedando plano, viendo la humedad de sus bragas. Poco después podía ver como a Martina, la ayudaba y la incorporaba poniéndola en pie subiéndole las bragas, y dejaba a Martina de pie a su lado. Y como a ella la agarraba del brazo y la tumbaba en sus rodillas boca abajo.
Le subía la falda y le bajaba sus bragas blancas de algodón con dibujos de racimos de uvas con el fondo morado, avergonzada por quedar el fondillo de sus bragas a la vista de su mirada, aunque ella no las había notado tenerlas mojadas, tampoco sabía si lo estaban y ello la avergonzaba. Sintiendo a continuación como dolían horrores los primeros azotes, se sentía confusa en el primer momento olvidando sus pensamientos anteriores, ahora le preocupaba más lo que le dolía el culo, no recordaba que doliera tanto la azotaina en la mañana, y ahora le dolía horrores que no podía aguantar, poniéndose a llorar a los primeros azotes. Durante unos eternos minutos que parecían no acabar nunca, seguía ardiéndole el culo abrasándoselo, los azotes eran tan rápidos y fuertes que solo sentía un dolor intenso. Ni tan siquiera le preocupaba que tuviese el sexo a la vista del Tutor o de Martina colocada detrás de ella. Pero al poco tiempo los azotes dolían mucho más, haciéndola aullar de dolor mientras lloraba a la desesperada, no sentía como sus piernas pataleaban se agitaban, o como sus bragas le trababan las piernas como a Martina, solo sentía dolor y un intenso fuego en el culo. Cuando paro de darle la azotaina el Tutor, y la deposito en el suelo al subirle las bragas vio que había sido castigada con el cepillo de madera, sintiendo como le abrasaba el culo horrores. El Tutor mismo les quito su corbatín, les desabrocho la falda dejándola caer al suelo, les quito la blusa, y sentándolas en sus respectivas camas les quito los calcetines, metiéndolas en las camas, las arropo y salió de la habitación con el cepillo en su mano derecha, bajando las escaleras y entrando al salón donde permanecían hablando el Sr. Ross y la Sra. Sharon.
Su conversación era sobre como lloraban las chicas y resonaban los azotes por toda la casa, cuando al entrar al salón con el cepillo en su mano derecha, la Sra. Sharon se quedó helada mirando el instrumento que colgaba de su mano.
(Sr. López) -. Bueno ha llegado la hora, cuando guste usted subimos a su habitación!!!
Después de haberse tenido que encargar de las chicas, volvió a salir del salón dirigiéndose hacia las escaleras, empezando a subirlas hasta el rellano del primer piso que se detuvo, esperando que subiera la Sra. Sharon, que subía tras sus pasos claramente entumecida por lo que la esperaba arriba. Lógicamente no era la primera vez que la fueran a castigar, durante años fue castigada asiduamente por el padre de las primeras niñas, teniendo que pasar por situaciones muy similares muy avergonzada, al ser castigada ante unas niñas como una más. Aunque se había cambiado de bragas para la cena, en esos momentos las notaba que las tenía empapadas por los fluidos que descendían entre sus muslos, el escuchar llorar a las chicas mientras eran castigadas, habían hecho mella en el fondillo de sus bragas, y el subir detrás del Tutor así como verlo parado en el rellano, dejándola pasar a ella delante por desconocer cuál era su habitación, esa sensación era extrema para ella aunque tratara de disimularlo. Siempre se había sentido muy turbada cuando sabía lo que la esperaba, ella lo sabía por experiencia, pero aun así cada vez que lo vivía de nuevo, no lo podía evitar lo pasaba muy mal, deseando decir que no lo permitiría que la castigase, pero la sensación era superior a ella misma.
Subieron a la tercera planta entrando a un largo pasillo, caminando hasta el fondo del mismo donde estaba su habitación, el pasillo se le hizo eternamente largo, sobre todo al escuchar los pasos del Tutor del Sr. López, tras los suyos propios como si fuera el eco y la puerta al mirar el picaporte estaba muy alto para ella, quedándose parada mirándolo estremecida por la situación, siendo el Tutor quien abriera la puerta haciendo girar el picaporte de la puerta, comprendiendo su situación e imaginando por lo que pasaba, dejándola entrar a ella primero. Cerrando la puerta se sentó sobre la cama esperándola que se le acercase a él, lo cual hizo lentamente era el peor momento para ella, el tener que colocarse sobre las rodillas boca abajo, sentir como le levantaba la falda, la cual era tableada pero similar a la que llevaba puesta esa mañana, resultando más fácil levantársela, descubriendo así su trasero cubierto por unas bragas rosas de algodón. Al tenerla tumbada boca abajo sobre sus rodillas, podía verle claramente el fondo de sus bragas, así como el tono más oscuro del fondillo claramente por la humedad, pues al ser las bragas de color rosa, el tono del fondillo era de un rosa más apagado al estar húmedo, al bajarle las bragas a las rodillas se entretuvo al hacerlo más de lo debido. Viendo que ello causo a la mujer que sus glúteos temblaran espontáneamente, no siendo de temor el temblor, pues de la comisura de sus labios un brillo aparecía brillante, lo que indicaba que ante todas las sensaciones vividas, le había provocado un orgasmo espontaneo sin necesidad de tocarse o sobarse contra la rodilla del spanker, como había hecho esa mañana. Su trasero con claras marcas que se estaban metamorfoseando a un tono morado, comenzó la azotaina con el cepillo de nuevo, a pesar de lo dolorido que tenía el trasero, se meneaba sobre sus rodillas tratando de no llorar por la azotaina, al igual que sus manos se aferraban a la colcha de la cama estrujándola con sus manos, pero el Tutor sabia utilizar el cepillo, y viendo la resistencia de la mujer, empezó a darle los azotes en la base de sus nalgas, justo con el inicio de sus muslos, sucumbiendo a la intensidad de la azotaina poniéndose a aullar de dolor y llorar como una niña de doce años, una vez rota la resistencia continuo calentándole todo el trasero, ya no le daba azotes en la base de los glúteos, pues ya estaba derrotada llorando. Y así se quedó sobre la cama llorando amargamente, hasta quedarse dormida boca abajo sobre la cama, pues antes de marcharse el Tutor saliendo de la habitación él, la desnudo dejándola en camisola y bragas para que descansara del duro día...
*( Frase de la película, “The Happy Valley (1986) una película dramática)