El tutor 34

Desde la distancia, la escena se vió como si una parte del infierno se hubiera comido el edificio de un bocado.....

El tutor 34

Esta es una noticia de primera línea. En-

Caleb...

Los enormes ventanales que cubrían toda la pared de aquel consultorio, iluminaba suavemente con la luz de la mañana; y , aunque afuera debía de notarse el calor matinal, dentro de esas cuatro paredes, el clima era suave y templado.

Había una música de fondo muy, muy suave, tan baja, que amenizaba relajantemente el ambiente, ya que solo la notabas, si todos en el consultorio se callaban y se concentran en ella.

Las paredes era blancas y a la vez no; a veces se notaban de ese color, pero cuando le hacían sombra, se revelaba que realmente era de un color crema muy suave.

El techo estaba pintado curiosamente de celeste, con unas muy realistas nubes plasmadas en él; casi se podía notar, cómo se mecían lentamente en el cielo.

Los muebles del lugar eran de un suave terciopelo gris claro, y el suelo estaba cubierto con una alfombra tan suave, mullida y sedosa, que daban ganas de acostarse en ella. El psicólogo Morrison siempre le ordenaba a sus pacientes a que se quitaran el calzado, y, si se sentían nerviosos, cohibidos o estresados; que frotaran sus pies con la legendaria alfombra. Caleb estaba decidido a comprar una parecida en cuanto la vió.

Por qué sí, Caleb estaba en una sesión con su psicólogo.

El doctor Morrison solo era un poco mayor que él, tal vez tenía veintiséis años; Caleb no estaba seguro. Era un hombre que medía un metro setenta; cabellos color chocolate y ojos por igual; piel de un suave y bronceado canela; con una pequeña barba que cubría su mentón y parecía ser la clase de persona que se ejercitaba solo lo justo. Vestía una simple playera color crema con un saco gris; vaqueros oscuros, y estaba descalzo como él.

Anotaba algunas cosas que Caleb le explicaba, hablando lentamente sobre todos los acontecimientos que había sufrido en el pasado.

No era la primera vez que ellos se encontraban, pero, en contra de lo que él espero; el doctor Morrison, más que tratarlo como alguna especie de bicho raro o algún experimento; lo que le pidió en sus primeras dos sesiones, fue hablar sobre temas intrascendentes. La primera sesión que tuvieron, Caleb se sentía algo confundido por ello y se lo preguntó.

—Oh. Bueno, eso tiene su explicación —indicó el doctor con una suave y relajante sonrisa—. Usted parece estar bastante tenso con esto de tener sesiones con un psicólogo, así que por ahora, lo que quiero es que se sienta cómodo con mi presencia.

Él no pudo refutar ese hecho y le agradeció mentalmente al doctor, por no tratar de forzarlo a hablar y simplemente estar para él.

Tal vez fue el hecho de que el doctor tuviera una personalidad, un poco parecida a la de Bryan, lo que hizo que Caleb comenzará esta sesión, hablando sobre su pasado con Brandon; sobre la muerte de su padre.

Sobre su secuestro y múltiples violaciones y vejaciones, a manos de dos asesinos seriales.

Caleb esperó algún gesto negativo en el rostro del doctor, cuando comenzó a hablar sobre el tema, pero lo único que consiguió, fue que el doctor lo detuviera un momento; activará un discreto intercomunicador que tenía y le dijera a su secretaria, que cancelara sus demás citas.

Caleb tardó una hora extra de su consulta, en contar todo hasta el preciso momento en que entró a esa sala. El doctor Alfred Morrison solo lo observó pensativo, anotando algunas cosas sin siquiera ver la tabla.

—Es bastante curioso, la verdad —dijo el doctor antes fruncir levemente el ceño—. Háblame sobre estos lapsus que tienes de vez en cuando. ¿Con cuánta frecuencia los sufres? —pidió suavemente el doctor.

Caleb observó la suave alfombra y frotó sus pies en ella un poco.

—Cuando me rescataron de dónde me tenían cautivo, los sufría mucho y muy seguido... Los primeros días me tuvieron sujeto con correas a la cama —reveló lentamente, enfocándose en la suave sensación de la alfombra al frotarla, tal y como el doctor le había indicado que hiciera cuando comenzaron sus sesiones.

El doctor Morrison no perdió de vista ese detalle.

—¿Sujeto?, ¿estabas atado a tu cama de hospital? —preguntó el doctor, sorprendido—. Pero, Caleb, me dijiste que solo eran lapsus mentales.

Caleb cerró los ojos con fuerza, tratando de olvidar lo que no se podía olvidar.

—Y-yo... Mis ataques, que es como los llamo, eran mucho más violentos los primeros días, yo me ponía... Muy agresivo —explicó simplemente.

El doctor lo observó unos segundos.

—... ¿Y ahora?, son como me los describiste, ¿No? Son más bien como lapsus de tiempo, donde te sientes en otro lugar, en ESE lugar —Caleb asintió por respuesta. El doctor lo imitó—. Vale, Caleb, en verdad esta sesión ha sido bastante esclarecedora.

—¿E-en serio? —preguntó Caleb, sorprendido.

—Sí, de hecho sí; y creo, que vas a tener que trabajar mucho. Trabajaremos, mucho —corrigió el doctor—, para alejar esto que te atormentan... ¿Sabes lo que es la sugestión mental?

A Caleb le pilló desprevenido ese cambio de tema.

—E-es como lavado cerebral, ¿no? —El doctor asintió.

—Más o menos. La sugestión, es más como la reestructuración del pensamiento del individuo a partir de señales sugestivas. Es usada normalmente como terapia para reconducir las, por decirlo coquialmente, mañas de un paciente o tratar alguna fobia extrema, la sugestión se lleva ha cabo con hipnosis y algunas terapias que debilitan las barreras mentales y permíten influenciar poco a poco el pensamiento.

Normalmente se usan terapéuticamente... Pero eso no significa que no se le pueda usar indiscriminadamente para doblegar la voluntad de alguien.

Caleb sufrió un escalofrío al escuchar al doctor.

—E-eso es...

—Lo que noto, por las cosas que le dices sobre tu cautiverio, es que tú fuiste constantemente bombardeado por diferente tipos de sugestiones y formas de hipnosis, puede que no te dieras cuenta porque te estabas aferrando a tus instintos de supervivencia, pero ellos estaban tratando de alterar tu forma de pensar por medio de sugestiones y comandos hipnóticos.

Y estos lapsus que sufres sin algún motivo aparente en específico, son los remanentes de esas sugestiones. —El doctor estrechó sus dedos—. Imagina tu mente como un laberinto gigantesco y tus pensamientos eres tú.

La sugestiones que te implantaron, no estaban del todo arraigadas, así que son más bien como trampas difuminadas por todo ese laberinto, que alteran tu percepción cuando la activas. Con el pasar del tiempo, se van debilitando y puede que al pisarla la primera vez, no se activen... Pero si ocurre algo en tu día a día que te golpee con fuertes emociones, es muy, muy probable que las actives.

Es por eso que te sientes como te sientes cada vez que estás cerca de Brandon... Tu cerebro instintivamente sabe, que él es el detonante principal de todas esas trampas, así que tú instinto de supervivencia te indica que corras, que huyas, y, por sobre todo, que te defiendas de Brandon; de ahí proviene tu repudio hacia él.

Caleb solo pudo parpadear, digiriendo lentamente la información que el doctor le dijo.

Era algo que ciertamente él ya se había imaginado... Pero igual, era impactante que otra persona ya no lo dejara en la imaginación, sino que lo volviera en algo concreto. Que estaba pasando en verdad.

—Estoy loco —dijo Caleb simplemente, cerrando los puños—; mi cerebro está mal.

—No, Caleb, no estás loco... Simplemente, aunque estás aquí, todavía hay una parte de ti, que está atrapada en esa casa... Lo siento mucho por eso —susurró lentamente él doctor, dándole por primera vez desde que hablaron, una mirada de empatía—. Pero nada está perdido; simplemente, debemos de eliminar las sugestiones que te atormentan. Normalmente, lo típico es tratar directamente la raíz, y para eso debe-

—No traeré a Brandon, lo siento —dijo Caleb automáticamente.

Era demasiado pedir el hacer eso. Traer a Brandon a sus terapias, podría también traer cosas muy desagradables del fondo de su cabeza...Y podría traer también sentimientos que ya creía muertos, lo cual, también era malo desde otro punto de vista.

El doctor asintió como si se esperara esa respuesta.

—Entiendo que no quieras traer a Brandon a nuestras sesiones, debido a tu situación actual con él y a la historia que llevan a sus espaldas y las cosas que te hace sentir a su alrededor, tranquilo —indicó el doctor con un asentimiento—. Iba a recomendar para este caso particular, que aparte de hablar sobre tus problemas semanales, nos dediquenos a un sesión de hipnosis de por lo menos cuarenta y cinco minutos, para que me permitas tratar de explorar tu subconsciente e ir eliminando esas trampas mentales que te atormentan y te hacen caer en esos lapsus. Tu mente por lo visto es bastante resistentea las sugestiones, por lo cual vamos a tardar en eliminarlas... Pero si hay cura, Caleb, solo hay que trabajar duro para superarlo.

Caleb asintió lentamente, sintiendo la esperanza filtrarse donde antes había dudas y sobre todo, temor de que al final fuera a terminar internado en un psiquiátrico.

—Eh. ¿Qué hay sobre la repulsión que siento en contra de Brandon? —preguntó entonces.

El doctor Morrison se mantuvo en silencio unos segundos, como si calculara qué decir.

—Seré honesto. Eso solo lo podremos trabajar, si empiezas a tratar a Brandon aún cuando te hace sentir tan mal, y además, lo tendrás que traer a nuestras sesiones —explicó el doctor suavemente.

Caleb solo pudo asentir, sintiendo cómo todas las partes de él, luchaban ente tal idea.

—Déjeme pensar sobre eso —dijo simplemente.

::::::

La alarma del microondas le indicó, que la lasaña que había guardado de las sombras de hace una semana, ya estaba calientes. Caleb las sacó y se dispuso a comer mientras veía la televisión.

Era sábado, y era el día libre de Caleb; así que, aunque normalmente él estaría encerrado en su oficina, lidiando con los detalles finales de la boda y su último proyecto, su psicólogo le había instado, que los días en que tenía sesiones con él, lo mejor era que se relajara y descansara debido al esfuerzo mental que le suponían las sesiones.

Esta era su tercera semana en sesión, y, aunque no sentía mejoría alguna por esa parte, sí que se sentía más en paz con él mismo.

Y sobre todo, esperanza de dejar atrás, por fin, todo el mal que no lo había soltado todavía.

Caleb estaba seguro de que ahora estaba haciendo las cosas bien; trabajando lo que hace años, no había sido capáz de hacer; más que todo por miedo y por sentir los recuerdos demasiado frescos.

Pero ahora, que se iba a casar, sentía la necesidad más que nunca de romper, esas cadenas que lo atrapaban.

Él también merecía ser feliz al lado de Bryan; merecía un futuro feliz al lado del hombre que lo amaba más que nadie.

Y por él, Caleb estaba dispuesto a hacerlo to-

De pronto su teléfono sonó en el mesón de la cocina. Caleb soltó todo y paró la película que veía, para contestar.

—¿Hola?

—¡Cariñooo! —gritó Bryan desde el otro lado de la línea; arrancándole a Caleb, una sonrisa con ello—. ¿Cómo te fue hoy con el doctor Morrison?

—Eh. Bien amor, fue un poco agotadora la sesión, pero me fue muy bien —explicó lentamente.

Por supuesto que Caleb, le había contado a Bryan sobre su idea de ir a terapia. Cuando este se enteró, su amado prometido simplemente le había dado el visto bueno, indicándole que pasara lo que pasará, él estaría a su lado, apoyándolo y dándole el espació que necesitara para resolver sus pendientes.

Caleb no podía amar y agradecer más a su hombre por eso.

—Caleb, en verdad perdón por no poder quedarme en casa y estar contigo todo el día. En verdad me gustaría hacer eso —suspiró su prometido algo insatisfecho. Caleb también se sentía igual.

—Traquilo, cariño, tendrás tiempo de sobra cuando estemos en la luna de miel —dijo él, tratando de animar a Bryan.

—Oh. Bueno, también podría hacerme el enfermo y-

—Bryan, tú trabajo es importante —le interrumpió rápidamente.

—Lo sé, lo sé, es solo... Que me gustaría pasar más tiempo contigo, cariño. La boda está casi que a la vuelta de la esquina y apenas nos hemos visto estos días —indicó Bryan, algo deprimido. Y esta vez Caleb no pudo evitar estar de acuerdo.

—Hey. Amor, tendremos tiempo de sobra para nosotros, ¿está bien? Tendremos toda una vida por delante para estar juntos... Y la luna de miel también —comentó tranquilamente. Bryan se rió al otro lado de la línea.

—Está bien, está bien. Te dejo, Caleb, que el capitán ya me pilló hablándote por teléfono y tiene cara de querer matarme. —Ambos se rieron unos segundos—. Te amo, mi Caleb.

—Yo también te amo, mi Bryan.

La llamada se terminó.

Había pasado una semana, desde que habían experimentado aquella fogosa noche en el antro de BDSM "The Hunter". Una noche en la que Caleb le mostró su lado más sumiso a Bryan... Y este lo tomó y lo domó sin problemas.

Desde esa noche, las cosas cambiaron radicalmente para ellos. Antes, Caleb podría decir que su relación con Bryan iba viento en popa.

Ahora, él podría decir que simplemente era mágica. Ellos no podían despegarse por nada del mundo cuando se encontraban en la casa; habiendo caricias en cada esquinas; besos en cada habitación, incluso tenían sexo cada noche y cada mañana; sexo, que no hacía sentir incómodo a Caleb en lo absoluto.

Todo iba de maravilla entre los dos, y solo podía ir a mejor.

Con ese pensamiento, Caleb observó el teléfono de nuevo.

"Esta noche... Se lo diré, voy a contarle todo" Pensó simplemente. Ya llevaba mucho tiempo retrasándolo; si quería que las cosas fueran a mejor, él debía de contarle de una buena vez sobre su pasado.

Y el pasado que tenía en común con Brandon.

—Espero que te vaya bien y qué el capitán Summers no te mate. Esta noche tengo algo que contarte —leyó en voz alta el mensaje antes de enviarlo.

Con esa desición, Caleb se dispuso a ir a comprar a la tienda algunos aperitivos para esa prometida conver-

De pronto su teléfono volvió a sonar; era un número desconocido.

—¿Hola?

Caleb escuchó un grito tan duro, que tuvo que quitarse el teléfono del oído, sintiendo que este le pitó por unos segundos.

—¿Caleb querido? ¿Hola, hola?, ¿Calebcito?... —se escuchaba del otro lado de la bocina.

Él no tuvo preguntarle a nadie, para saber que era Shaun. Caleb viró los ojos y se tomó de nuevo la llamada.

—Shaun, ¿qué coño haces? Casi me revientas el tímpano con tus gritos —reprendió Caleb, con ceño fruncido.

—¡Sorry! —exclamó su mejor amigo, de forma cantarina—. Es que no sabía si eras tú, así que para asegurarme, grité.

—Eso no tiene ninguna clase de sentido —señaló Caleb, volviendo a la sala.

Aunque ciertamente, sí que reconoció al pelirrojo con ese grito.

—Vale, vale, lo siento mucho, me pasé —aunque sonó como una disculpa, Shaun no paraba de reírse.

Caleb negó con la cabeza lentamente, a la vez que las risas del pelirrojo aumentaron, como si adivinara qué gesto hacía él.

"Y no dudo que lo esté haciendo" Pensó en ese momento.

—¿Qué pasó?

—Bueno, bueno. Pues que resulta que hoy estoy inaugurando mi gym "Bloody Cross" —indicó animado.

—Eh. ¿No crees que es un nombre un poco extraño para un gimnasio? —preguntó con una incómoda sonrisa.

—Oye, era ese o "Sangre, Sudor y Lágrimas" —se quejó Shaun, algo indignado por su comentario.

—Realmente eres pésimo dando nombres —suspiró Caleb, terminando de comer—. Supongo que quieres que vaya, ¿no?

—¡Dong, Ding, ding! ¡Usted ha adivinado señor! —exclamó el pelirrojo, con voz de locutor—... La verdad es que sí me gustaría que vinieras y charlaramos un rato, y quién sabe, hasta podríamos luchar un poco.

—Ni loco pienso pelear contigo —se negó rotundo—, probablemente si lo hago, me terminarás matando accidentalmente o algo así.

Shaun se carcajeó tan duro, que Caleb tuvo que quitarse el teléfono de nuevo.

—Si en verdad pudiera sentir algo como la felicidad o la dicha, ahora mismo estaría meándome de la risa —se quejó su amigo un poco, perdiendo algo de su falsa felicidad—. Vaaaleee... Tú y yo no pelearemos, ¿pero puedo colocarte un contrincante al menos?; me gustaría ver qué tanto has avanzado desde los viejos tiempos... Y tal vez darte un par de clases complementarias al respecto —negoció su amigo.

—Bueno, me parece bien —concedió al fin—. Considerando que llevo algo de tiempo sin practicar artes marciales mixtas... Recuperar el ritmo sobre eso, no me caería mal —terminó.

—¿Entonces vienes?

—Que sí, Shaun, que sí voy a-

Caleb tuvo que quitarse el teléfono del oído al escuchar otro grito de Shaun. Colgó.

Miró la el reloj y vió que apenas si se acercaba la hora del mediodía.

Al ser fin de semana, Bryan llegaría bastante tarde en la noche, así que tenía tiempo de ir a ver a Shaun y ejercitarse un poco.

Apenas se levantó, le llegó un mensaje de Shaun con la dirección del gym.

Brandon...

—Tienes que moverte así —indicó Brandon, girando lentamente la cadera; enseñando el arco que formaba su tren superior—. Gira la cadera con fuerza para vipotear el torso y así lanzar golpes más fuertes; los golpes no se lanzan con los brazos, se lanzan con todo el cuerpo, proyectándolo desde la punta de los pies; pasando por las rodillas; el giro de la cadera y el impulso del torso y hombros; y por último, la elongación de los brazos.

Se necesita mover todo el cuerpo para lanzar un buen golpe. Aunque la musculatura puede se importante, lo que realmente cuenta para hacerle daño al rival, es el movimiento del cuerpo... Bien, vamos a practicar eso —terminó Brandon, aplaudiendo con las manoplas que cargaba.

Frente a él, Tim asintió serio, cuadrándose para comenzar la práctica.

Hoy iban a comenzar a practicar boxeo. Normalmente, cuando se empezaba con este estilo, Brandon era el que lanzaba los golpes y su estudiante tendría que esquivarlo.

Pero, considerando que Tim era alguien extremadamente pacífico, él optó por enseñarle primero las bases de cada golpe, antes de siquiera intentar lanzar uno... No quería que Tim le agarrara miedo a los golpes.

Tim, iba vestido con una camiseta manga larga gris y unos shorts grises hasta las rodillas. Brandon, poor su parte, llevaba una camiseta de tirante y mallas, ambos oscuros, y unas manoplas de cuero marrón.

El pequeño platinado comenzó con un simple directo y los jabs, haciéndolo cambiar de mano cada tanto para que aprendiera a pelear con la zurda y con la derecha.

Aunque no lo pareciera, Tim era bastante resistente, seguramente debido a las muchas horas que pasaba parado en la tienda de flores, atendiendo a los clientes sin parar y moviéndose a todos lados.

El chico era delgado, pero con aguante.

Luego de una hora de práctica, Tim de pronto se detuvo.

—Eehhh —dijo lentamente—. ¿N-no deberíamos de practicar el defenderme y esquivar? T-tenía entendido de que eso era lo primero que enseñaban en el boxeo.

—Bueno, pues sí, normalmente es lo primero que se enseña —admitió Brandon con un leve cabeceó—. Los reflejos son muy importantes en una pelea, pero creo que por ahora, lo mejor será que pratiques esto.

Pero Tim no se volvió a poner en guardia, sino que miró el suelo, cabizbajo.

—M-me gustaría prácticar eso primero, por favor —pidió su estudiante, antes de mirarlo fijamente—. S-sé que usted es cuidadoso conmigo porque soy frágil y débil... P-pero, yo quiero practicar la defensa, tengo que aprender a cuidar de mí mismo.

Brandon observó a Tim unos segundos, parecía muy determinado a ello. Eso le gustó.

—Esta bien, colócate en la posición de pelea que te enseñé. —Tim obedeció y Brandon también se cuadró— Voy a ir lento, ¿vale? Quiero que me preste atención lo mejor que puedas y estés al pendiente de mis movimientos; apenas veas que voy a golpear, esquiva moviendo el torso y la cabeza, ¿okey? —Tim asistió en respuesta.

Brandon trató de tener el mayor cuidado posible. Empezaría lanzando golpes muy lentos, para que Tim pudiera esquivarlos; y luego, cuando empezara a acostumbrarse, subiría el nivel.

Con eso en mente, Brandon lanzo un derechazo de libro muy, muy lento.

Tim rápidamente se movió para esquivar el golpe.

Normalmente, un golpe así sería fácil de evitar, y de hecho lo era.

El problema vino en qué Tim se movió justo a dónde fue el golpe.

—Ah —soltó Brandon, sorprendido. Era imposible imaginar que Tim iría directo al golpe—¡Tim!, ¡¿estás bien?! —exclamó preocupado.

El pequeño Tim dió varios pasos hacia atrás al sentir el golpe, negó un poco con la cabeza, confundido.

—E-eh. E-estoy bien, n-no pasó nada —dijo con una pequeña sonrisa. Brandon suspiró aliviado.

—Bien, debes tener más cuidado Tim, en una pe-

Brandon se calló abruptamente, al notar como un hilito de sangre, empezó a manar de la nariz de su pupilo.

—¿Eh? —Tim se revisó al notar la mirada de Brandon sobre él, viendo así sus dedos llenos de sangre—. ¡Ah! ¡E-estoy sangrando! —Se puso pálido de golpe.

Brandon lo atajó justo cuando cayó desmayado. Él se movió rápido entonces.

Recostó a Tim de la pared, medio sentado, para que la sangre no le bloqueara las vías respiratorias. Salió corriendo a la cocina, tomó una bolsa de vegetales congelados, luego corrió al baño por gasas, hisopos y una toalla, y volvió al mini gimnasio para curar a su pupilo.

Cuando terminó y le colocó los vegetales congelados envueltos en una toalla, en la naríz; casualmente, Tim despertó.

—E-eh...

—No te muevas —advirtió Brandon. Su estudiante asintió—. Debemos esperar a que el sangrado pare para que te puedas levantar... Se acabó la hora de boxeo —terminó con un suspiro.

Tim parpadeó un par de veces antes de tomar el paquete.

—E-en verdad soy patético... Me desmayé por un g-golpe tan-

—No dgas esas cosas —le recriminó de inmediato. Tim se encogió levemente—. Es solo el inicio, pronto verás qué podrás esquivar eso y mucho más.

—G-gracias, Brandon —dijo su pupilo, suavemente, detrás de la toalla; recostándose levemente del hombro de Brandon.

El suave contacto de los cabellos de Tim, con su hombro, produjeron en su interior una tibia sensación que le hizo cerrar los ojos.

Ambos, tutor y pupilo, se mantuvieron en esa posición en total silencio; tan cómodos estaban, que ni siquiera notaron que duraron casi media hora en esa posición, hasta que Tim se sentó derecho y quitó la compresa rudimentaria de su cara; mirando así, la mancha roja que quedó bien la tela

—A-ah. P-parece que ya dejé de sangrar —susurró Tim, revisándose los naríz con los dedos.

—Haber...

Brandon le tomó delicadamente el rostro y lo elevó, analizando las fosas nasales de su estudiante. El rostros Tim se tornó rojo por ello, pero él no lo noto.

—Bueno, ya no tienes restos de sangre, así... Que...

Brandon se detuvo, abrumado, al notar que el rostro de Tim estaba a escasos centímetros del suyo; soltó el rostro del chico platinado, pero dejó su pulgar e índice en el suave y pálido mentón.

Tim tragó duro. Sus ojos, celestes y negros, colisionaron suavemente. Tocó la mejilla de Brandon, justo en la cicatriz.

—¿T-todavía le duele? —preguntó este en un murmullo nervioso, tan leve, que Brandon solo lo escuchó porque sus narices casi se rozaban.

—No, esa herida cicatrizó ya.

Entonces Tim colocó la mano en su pecho, justo sobre su corazón.

—¿Y-y la de a-aquí? —preguntó algo triste.

Brandon no respondió, solo besó los finos y cicatrizados labios de sus estudiante.

Tim abrió los ojos sorprendido, pero luego los cerró, aceptado sumisamente el y toque.

Brandon, al notar esto, suspiró satisfecho para luego empujar suavemente a Tim al suelo, montándose sobre él.

Recostado en el suelo, el chico platinado dejó sus manos en su pecho, dejándose hacer libremente.

Brandon separó sus labios, para tomar con sus dedos el mentón de su pupilo y abrir su boca, chocando así sus lenguas. Tim se revolvió unos segundos, seguramente invadió por la electricidad y también golpe-

De pronto Tim lo empujó, y Brandon cayó hacia atrás, confundido. El pequeño respiraba inestablemente.

—Y-yo, l-lo s-siento, s-señor Brandon, y-yo... N-no d-debí de...

Brandon elevó la mano y suspiró, haciendo que Tim se callara.

Su corazón dolía de nuevo.

—Esto es mi culpa, Tim, no debí de haberme propasado —comentó cabizbajo, sientiendo el regusto amargo y ácido del rechazo. Tim se levantó un poco más, alarmado.

—P-pero-

—Está bien Tim. Terminamos por hoy, puedes irte —espetó simplemente sin ver a la cara del chico.

No tuvo que verlo para saber que Tim estaba al borde de las lágrimas, y que eso era su culpa.

Siempre era su culpa.

"Al parecer, tengo talento para ser rechazado por los demás y decepcionarlos también" Pensó Brandon amargamente.

Tim no dijo nada más, pero Brandon sintió cómo recogió sus cosas y se marchó, hasta que escuchó cerrarse la puerta de entrada.

Él se tiró en la colchoneta y permaneció ahí, inmóvil, queriendo desaparecer de una buena vez para no sufrir más; para no sentir, que todos sus esfuerzos seguían siendo en vano, como siempre fue.

Cómo pasó con Sam, cómo pasó con Caleb.

Brandon no lloró, ni si quiera se entristeció o se enojó, solo... Observó la nada, sintiéndose más seco de lo que jamás se sintió.

—Tengo sueño —comentó de pronto, cerrando los ojos.

En es momento, al otro lado de la habitación, sonó su teléfono con una notificación.

Brandon no quería levantarse, lo único que quería era quedarse ahí sin hacer nada, ni siquiera tenía ganas de evaluar los casos que llevaba con Roger; sin embargo, años de disciplina lo hicieron levantarse y ver el mensaje, ya que podría ser del trabajo.

Pero no, solo era Shaun, con un link de una dirección y un audio. Lo puso.

—¿Estresándote hasta la muerte?, ¡pues ven a mi gimnasio, idiota! Por lo menos te pondré a golpear a alguien para que te relajes. ¡Ha, ha, ha...!

Eso le puso una sonrisa a Brandon y negó con la cabeza. Así recordó que le había prometido a Shaun que iría a visitar su gym.

Él tenía un mini gimnasio en su casa... Pero tal vez, el cambiar su ambiente rutinario a uno más social, le sentaría bien.

::::::

Brandon no se cambió ni se bañó para ir a visitar a Shaun; simplemente, se puso unas zapatillas deportivas y se subió a su auto.

Al llegar a la dirección que Shaun le envío, Brandon creyó por unos segundos que se había equivocado de lugar.

El pelirrojo le había indicado que su gimnasio era algo pequeño... Pero nada había de pequeño en la enorme intalación que ocupaba, la cuarta parte de la manzana.

Brandon observó el enorme letrero que indicaba el título: "Bloody Cross", y no pudo evitar pensar, en lo horrible y poco atrayente que era ese nombre, para un gimnasio.

Si Shaun quería prosperar, ambos tendrían que hablar muy seriamente sobre ese nombre.

Aún así, el lugar parecía estar medio lleno... A saber Dios como Shaun había logrado llamar tanta gente, como para llenar un local así.

Aunque el pelirrojo parecía moverse siempre por pura y elemental lógica; Brandon siempre tuvo la sensación de que habían cosas en Shaun, que simplemente escapan de toda lógica y comprensión humana.

El piso era de goma antiresbalante y el techo tenía la ilmunación perfecta; cerca de la puerta, había una enorme recepción que tenía instalada arriba, múltiples pantallas que mostraban un canal de televisión estatal; al lado, parecían estar las duchas y los vestidores.

Luego estaba la enorme sala agrupada por distintas secciones de máquinas y tipos de trabajos. Aparte de que habían máquinas de gimnasia y toda clase sacos para luchadores.

Y en el fondo de todo el lugar, se alzaban orgullosamente un cuadrilátero de boxeo y un exágono de artes marciales mixtas.

—¡Brandon, viniste! —celebró Shaun, muy animado detrás de la recepción; estaba siendo atendida por una chica y un chico. El pelirrojo salió de esta.

—En verdad lo lograste, Shaun; este lugar es gigantesco. ¿De dónde sacaste tanto dinero para rentarlo? —inquirió curioso.

Era imposible que con el sueldo de Seal, algunos ahorros y la recompensa por atrapar al asesino de la "C", fuera capáz de pagar las primeras rentas de-

—¿Rentar? ¡Este lugar en mío!, ¡total y completamente mío! —celebró, señalándolo todo—. Soy el amo y señor de estas tierras... Soy Dios en este imperio. Si no hacen lo que digo, los mataré. —Se encogió de hombros tranquilamente.

Brandon se rió un poco... Aunque probablemente, Shaun estuviera hablando totalmente en serio.

—Espero que te vaya bien... Y no escavices a tus pobres empleados, por favor.

—Tranquilo, nené, todos ellos están bien cuidados —aseguró, levantando el dedo índice—. Yo cuido bien de mi chicos y me encargo de suplir sus necesidades... Todas y absolutamente cada una, de sus necesidades.

Brandon arqueó un ceja ante las palabras de doble sentido de Shaun.

—Entonces, ¿qué? ¿Viniste a patear algunos traseros? —inquirió el pelirrojo.

—Bueno... La verdad es que sí. No he tenido un buen día y necesito relajarme un poco.

—Oh. Pues perfecto, necesito dar una pelea de ejemplo para los posibles atetlas que quieran inscribirse, pero como nadie quiere pelear comigo, estoy buscando a lo mejor de lo mejor para dar la muestra. —Se encogió de hombros. Brandon se carcajeó.

—Nadie en su sano juicio se atrevería a pelear, con un ex Seal de la marina —indicó divertido.

En ese momento, lo que estaba pasando en la pantalla, fue remplazado de pronto con el noticiero. Shaun hizo una mueca de disgusto.

—La gente viene a un gym a relajarse, no a estresarse con las noticias —comentó refunfuñando—. Sammy, mi cielo; por fa, cambia el canal y pon algo de música bien movida, ¿sí? —Le guiñó el ojo al chico que estaba en ese momento, hablando con un cliente.

El hermoso chico de tez oscura y ojos negros con el cabello totalmente rapado, se sonrojó al notar que Shaun se dirigió a él; y, con una pícara sonrisa, cambió el canal.

Brandon automáticamente supo, que Shaun en verdad suplía TODAS las necesidades de sus empleados, al menos las de los chicos.

—Esta es una noticia de primera línea. En- —El canal que mostraba en la pantalla el incendio de un edificio, fue sustituido por uno de música rápidamente.

—¿Y bien? ¿Contra quién voy a pelear?, para ir calentando —inquirió Brandon algo animado; pensando que dar un par de golpes y recibir algunos, le ayudarían a aclararse.

—Oh, bueno, todavía no ha llegado tu contrincan- —Shaun se cortó cuando vió hacia la entrada—. Olvida lo que iba a decir. Ya llegó. —sonrió abiertamente. Brandon asintió.

Y se congeló al voltear.

Quién había llegado, era Caleb. Este lo observó sorprendido también, seguramente al no esperárselo ahí.

—¡Querido Caleb!, ¡llegaste! —celebró Shaun, abrazando a Caleb—. ¿Listo para una peleita sin importancia?

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El olor pestilente y nauseabundo, y los vapores nocivos, abundaban en aquel oscuro y húmedo sótano, ubicado en algún bloque de departamentos, en la zona media de Brooklyn.

Los líquidos brubujeaban, se condensaban y se precipitaban, se mesclaban con cuidado y se integraban a altas temperaturas.

El extraño olor a amoníaco y demás químicos, debería de haber llamado la atención de los habitantes del edición, pero debido a que el conserje había ayudado a Glen Cave, disimulando y camuflajeado los olores con distintos ambientadores; aparte de que la puerta del sótano estaba herméticamente cerrada, impidiendo que prácticamente nada de los nocivos vapores, se pudieran escapar.

Glen sabía que lo que estaba haciendo estaba muy, muy, muy mal; y, que si alguien lo descubría, seguramente iría el resto de su vida a la cárcel, pero era algo a lo que las circunstancias de la vida, lo habían orillado a hacer.

Glen Cave era un hombre de clase media, con una vida de clase media; con una esposa y dos hijos, uno de tres meses y otro de cuatro años.

Glen era profesor de química y su esposa Carol era administradora pública. Ellos tenían una vida cómoda y tranquila, ganando lo justo para vivir y darse algunos lujos; llevando así, una vez al año, a los niños a Disneylandia; y, a pesas de eso, no descuida van los ahorros para la educación de los niños.

Eran básicamente la típica familia americana que con trabajo y dedicación, salía adelante.

Un día, durante su examen mensual de salud, a Carol le diagnosticaron leucemia.

Así comenzó la pesadilla para Glen.

Carol perdió su trabajo debido a su salud cada vez más comprometida y al hecho de, debido a esto, ella había cometido varios errores en su trabajo a raíz de falta de la concentración, producto del dolor que le leprovocaba la terrible enfermedad en sí, y las terapias que iniciaba.

Debido a esto, todos los gastos recayeron en Glen; teniendo que hipotecar otra vez el departamento que con tanto sacrificios había comprado, y, gastando todos los ahorros para la educación de los niños, en los exámenes y las terapias de su esposa.

La estabilidad económica de la familia, empezó a caer y a caer cada vez más rápido, hasta llegar a un nivel en el que asistencia social, ya le había dado una primera advertencia con respecto a la condición en la que vivían los niños.

Si Glen no hacía algo, él lo perdería todo; a su esposa; a sus hijos; a la casa... Perdería todo lo que tenía.

Él debía de hacer algo para proteger lo suyo, pero no sabía qué.

Y precisamente por está desesperación. Un día, el conserje del edificio se le acercó y le propuso algo.

Ese hombre sabía que él necesitaba urgentemente dinero... Y haría lo que fuera por conseguirlo.

El conserje estaba necesitando alguien que supiera manejar un laboratorio, para que preparara y empaquetara metanfetaminas. Él se haría cargo del suministro de provisiones para hacerlas y de distribuirla en la ciudad... Glen solo tenía que prepararlas.

Una persona común, normalmente se negaría a ello y lo denunciaría a la policía... Glen, en cambio, se lo pensó seriamente.

Estaban críticos; la comida escaseaba cada vez más en la alacena; las terapias de su esposa pronto lo llenarían de más deudas; necesitaba dinero para hacer subir a su mujer al primer puesto de la lista de transplante; servicios sociales los tenía en la mira y la hipoteca estaba cerca de hacer que los echaran del departamento.

Glen solo tardó una noche en aceptar y hacerse cargo del laboratorio, con la condición de que le daría sin discusión alguna, todos los implementos que él pidiría para mantenerse lo más seguro posible. El conserje aceptó encantado.

Cada vez que volvía de dar clases, Glen llamaba a una niñera para que cuidara a los niños, para luego irse a fabricar drogas en el sótano del edificio. Su mujer estaba siempre tan débil, que se creyó sin problema alguno, que había conseguido otro trabajo de medio tiempo, para mejorar la situación por la que pasaban.

Y no era del todo mentira.

Rápidamente, Glen se hacía más y más experto en la producción de metanfetaminas, trayendo así la estabilidad económica en su casa mejoró. A costa de la salud de otros, Glen decidió que iba a salvar su familia, aunque por ello se ganara a pulso un puesto en el infierno.

Pero, aunque todo parecía ir a mejor, en realidad no lo estaba.

El banco le soltó una advertencia. Tenía dos semanas para pagar la hipoteca; o de lo contrario, los iban a sacar del departamento, de su hogar.

Eso significaba un gamer over para él, en el peligroso juego que llevaba con asistencia infantil.

Así que Glen comenzó a trabajar, día y noche, produciendo sin parar drogas y enseñando en la escuela; trabajando a presión con drogas que mitigaban el sueño, todo para mantener su cubierta de profesor... Y para llegar a la cuota de drogas necesarias para recuperar el departamento antes de que fuera demasiado tarde.

Pero esa desición, fue la que terminó de cavar la tumba de Glen.

Un laboratorio de metanfetaminas es un peligroso lugar, donde él más mínimo desliz, puede cortarle la vida a quién las prepara y los que estén cerca de él... Especialmente si, como Glen, tenían cajas y cajas con suministros de materiales volátiles y altamente inflamables, guardados en el fondo del sótano-laboratorio, hasta llenar el techo y ocupar la mitad del lugar.

Aún así, los hecho que serán relatados a continuación, no comenzaron por algún error de Glen en la temperatura de la mezcla, o la sobre cocción de alguna parte del proceso o una mala mezcla entre dos componentes de las metanfetaminas.

No, todo fue por culpa de algo más simple: El sueño.

Glen llevaba más de diez días sin parar de trabajar. Si se sumaban las horas que había dormido en ese tiempo, apenas llegaba a quince... Para un cerebro, ese tiempo de descanso era completamente insuficiente, a pesar de que Glen lo complementaba con drogas que tomaba sin parar.

La presión que lo había aplastado durante tanto tiempo, sumada al sueño y a la tensión de su cada vez más cerca fecha de desalojo, fueron lo que provocaron que él... simplemente colapsara encima del laboratorio de drogas.

Y que este explotara casi al instante.

Glen ni siquiera notó cuando el fuego lo devoró, mucho menos cuando este, alcanzó rápidamente los materiales guardados y quemó las cajas que los contenían; y, ya estaba muerto para cuando la explosión que eso generó, fue tal, que la nube de fuego reventó sin problemas alguno la puerta y se comió vivo al conserje; bañó toda la recepción y alcanzó a arropar todo el primer piso, envolviendo en llamas a una dueña con su perro y a un chico que llegaba de hacer ejercicio, y que estaban afuera de sus respectivos departamentos.

También, la explosión bañó parte de la calle, las aceras, la fachada entera del edificio y a los edificios colindantes, con llamas.

A distancia pudo haberse visto, como si un fragmento del infierno, se hubiese tragado de un bocado al edificio y parte del exterior.

La explosión fue tan violenta, que los cimientos y bases del edificio se destruyeron casi en su totalidad, comprometiendo la estructura, al igual que agrietó todo edificios lo que estaba alrededor y reventó todos la cristalería.

Con las bases destruídas, el edificio se tambaleó y se fue de lado, chocando y deteniéndose con la construcción vecina, haciendo que las llamas del extrrior se le pegaran a esta, como si fuera un virus.

Y así fue como Glen Cave, con su desesperación y su laboratorio de metanfetaminas, inició uno de los peores incendios vistos en Brooklyn, desde hace una década.

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Bryan...

Si había algo que Bryan respetará en cuerpo y alma; mente y corazón, era el fuego.

El fuego era un elemento primigenio. Fue lo que hizo que la evolución del hombre iniciara; y, aunque la humanidad creyera gobernarlo, a diferencia de los demás elementos, el fuego era imparable e indomable. Destructivo; incluso una ligera chispa, podía desatar el infierno en la tierra.

Justo como lo que veían al llegar a la escena del incendio.

—Jesucristo —murmuró Stanley, atónito, a su lado; era uno de sus más antiguos compañeros en la unidad.

Solo habían tardado cinco minutos en llegar desde la central a la zona, y ya el fuego había tomado por completo el edificio; los carros a su alrededor; los dos edicios de atrás y las tres partes superiores del de al lado.

Las personas tomaban lo que podían de sus departamentos y salían corriendo, huyendo del humo y las flamas. Algunos valientes ciudadanos, se habían quedado y, mientras llegaban los bomberos, trataban de apagar sin éxito alguno las flamas que ardían sin parar.

Los camiones se detuvieron rodeando la zona; que eran, básicamente, todo el cuerpo de bomberos de la zona, y comenzaron el protocolo de incendios. Tomaron los hidrantes; cerraron el gas; desalojaron y alejaron a todas los civiles de la zona nota.

Todo se barajeaba en cuestiones de segundo. Mientras más tardaran, más se regaría el fuego y más posibilidades había de que hubieran más muertos.

—¡Necesitamos entrar en el dicficio y salvar a quienes podamos! —gritó el capitán Summers, apenas lograron apagar la fachada del edición... Aunque el fuego lucha por recuperar terreno.

El capitán señaló los pisos superiores del edificio inclinado, que eran los que menos llamas tenían en el interior.

—¡Stanley, Bryan, Terry!, ¡necesito que se preparen para entrar!

Bryan y sus acompañantes, rápidamente se terminaron de colocarse su equipo de inmersión y maniobraron sobre las escaleras eléctricas de tres de los camiones.

Bryan pudo observar que un protocolo parecido ocurría en los otros edificios... Aunque el suyo era por lejos, el que peor estaba.

El plan era simple: Entrarían por el segundo piso, que era en donde empezaban a haber menos llamas, y lo recorrerían hasta el último piso, sacando por las escaleras a todo aquel que pudiera moverse y llevar a los heridos.

En menos de un minuto, Bryan ya estaba subiendo la escalera y entrando por una de las ventanas delanteras del segundo piso.

Si por fuera parecía un infierno; por dentro, definitivamente lo era.

El fuego lo lamía todo, las paredes, el techo, el suelo, las puertas, todo. Lento pero constantemente, crecía y carbonizaba todo a su paso, haciendo al edificio crujir y rechinar como si llevara años abandonado... Como si fuera de galleta.

Pero Bryan notó todo esto de refilón, él se dedicó junto a sus ayudantes, fue a sacar rápidamente a las personas que pudieran seguir vivas; escaneando uno a uno, los cuatro pisos que el fuego no había terminado de consumir.

Porque el primer piso y el hall, estaban totalmente consumidos por el fuego.

En el escaneo de cada piso, hubieron algunos departamentos, que simplemente estaban completamente llenos por las llamas, y, otros que explotaron, en cuanto entre él y Stanley, derrumbaron las puertas.

Bryan no debería haber podido olerlo debido a toda la situación, pero el sentía claramente que estos olían a carne quemada.

Dejando sus sentimientos a un lado y manteniendo sus mentes frías y templadas, lograron desalojar a todas las personas que habían conseguido en el tercer y cuarto piso.

Cuando llegaron al quinto, descubrieron por suerte, que no había prácticamente nadie y los departamentos estaban vacíos, lo que significaba que probablemente, los residentes habían sobrevivido.

Solo faltaba revisar un último departamento.

La puerta estaba ligeramente en llamas, así que Terry la apagó con un extintor para que luego entre Bryan y Stanley destruyeran la puerta.

Al entrar, se encontraron con que el fuego ya había tomado la mitad del departamento. De inmediato notaron el gritos y la tos de mujeres y niños al fondo del departamento.

—¡Departamento de bomberos, vamos a rescatarlas! —gritó Bryan en medio del crepitar del fuego, que devoraba todo.

La inclinación del suelo hacía difícil el moverse, por lo que con cuidado, pero velozmente, Terry limpió el camino con el extintor y les permitió llegar a otra habitación que estába sellada por el fuego que devoraba la puerta velozmente.

Una vez se abrieron paso, se encontraron con una chica de unos diecinueve, abrazando y cargando a un niño de cuatro; ella parecía tener un tobillo roto y la frente cortada, seguramente ambas heridas fueron producidas en la explosión y ladeo del edificio.

También estaba otra mujer, más adulta y con apriencia enferma, con un pequeño bebé en brazos.

Terry ayudó a la chicaz, Stanley cargo a los niños, que no paraban de ayudar asustados y Bryan recogió a la mujer.

—Mi. Cof. Esposo. Cof, cof. No sabemos dónde está. Cof, cof... Mi esposo —jadeaba la mujer sin aire y atontada por el humo que ya llenaba todo el lugar.

Bryan no respondió... Solo pudo apretar la mandibula, sintiéndose frustrado al lo saber qué decirle a la mujer.

Los tres llevaron con cuidado a las víctimas entre el departamento lleno de fuego. Una vez llegaron al pasillo, Standley, al llevar menos peso, corrió con los niños en brazos y se los pasó al compañero que los esperaba en la plataforma de la escalera mecánica, devolviéndose rápidamente a ayu-

De pronto todo el edificio se tambaleó aún más y ocurrió una segunda explosión, esta ocurrió justo en el piso debajo de ellos.

Justo debajo de sus pies, la sintieron extremadamente clara.

Todos cayeron al suelo y chocaron con la pared al inclinarse el edificio otro poco. El cemento ardía.

—¡Tenemos que sa-!

Bryan notó, cómo todo el suelo debajo de ellos se cuarteó como si fuera hielo fino, y no cemento.

Su instinto, fue el de levantar a todos lo mas rápido posible y empujarlos con todas sus fuerzas hacía la-

El piso de pronto cedió.

Bryan, con rugido de fuerza, los empujó a todos fuera de la zona dañada. Aunque si logró sacarlos de la zona dañada.

Él cayó arrodillado en la zona afectada, hundiéndose junto con el suelo.

El piso desapareció entre las llamas junto con Bryan. Sus compañeros de gritaron su nombre, desesperados.

Lo último que llegó a la mente de Bryan antes de ser devorado por las flamas..

Fue que ya no podría volver a ver la sonrisa de su amado Caleb nunca más.

Continuará...

Bueno chicos, aquí, está, otro cap al sacó, uno bastante fuerte, por cierto.

No tengo mucho que decir, salvo que quiero arreglar una situación que se dió en los anteriores caps del tutor que publiqué, se que muchos pensarán como cokcrin y se preguntarán por qué puses esas cosas en el pié de página.

De ante mano, pido perdón por haberme dejado llevar y escrito la mayoría de las cosas que puse, simplemente estuve molesto por la situación.

Y a renovatio, que no sé si me sigue leyendo, porque obviamente no pensaba con claridad y no me expliqué bien, y no, no le sentía ni ofendido, ni insultado, ni agredido, por la cosas que puso, de hecho, agradezco que dijera lo de mi ortografía y narración.

Explico.

Para que entiendan un poco, yo no sé si saben, pero los autores desde los relatos publicados, ellos pueden revisar las valoraciones de sus relatos. Mis relatos siempre tienen cinco estrellas, pero eso es por la evaluación media de mis relatos, que es más 9 puntos, así que la página los pone en cinco estrellas por defecto.

Pero igual, un escritor puede revisar cuántas valoraciones y de que calidad fueron.

Yo me puse en plan curioso y noté, que en capitulo anterior a esos dos que publiqué alguien le puso una valoración de dos estrellas, y ya, no comentó, ni dijo por qué ni nada por el estilo.

Yo hablé con varios amigos que también me leen y les expliqué mi frustración, y ya para después me calmé... Pero igual me volvió cuando publiqué los siguientes caps y así lo expresé.

Los escritores sí, lo admito, se vanaglorian en los buenos comentarios... Pero lo comentarios que se deben tener más en cuenta, son los peores, porque de esos se aprenden, si a alguien no le gusta lo que escribimos y así lo manifiestan en las valoraciones, es normal que en los comentarios expresen el porqué, porque si valoran, tienen el poder de comentar. La mayoría que escribimos historias eróticas, como Falocrata o rofacale, siempre piden que le digan los defectos que vieron en sus caps. Y yo no soy la excepción.

Para mí fue un total insulto que está persona no tuviera las pelotas de decirme porqué no lo gustó el cap.

Y luego noté que no solo era ese cap, gran parte de los capítulos, donde todos me decían cosas bonitas, tenían una pésima valoración.

Hoy en día me la suda, pero en el momento, admito que me afectó mucho, porque los escritores nos esforzamos mucho en escribir, un publicar un buen material, para que lo desprecien sin motivo aparente.

A renovatio, yo no lo estaba insultando a él, de hecho, lo usé como ejemplo de que era eso lo que tenía que hacerse, si notas algún defecto o algo que no te gusta, pues diganlo, sino entonces no rompan el esfuerzo de alguien a quién no le pagan por trasnochar o que se come la cabeza para desarrollar la trama, o que busca cosas amén Google o pide ayuda para desarrollar una historia que probablemente olviden dentro de un mes. Esa persona no le hace mal a nadie, y no, renovatio, tampoco le hace un favor a nadie.

Pero es lo que le gusta, y matar su esfuerzo con algo tan estúpido por una valoración mala sin respuesta alguna, en mi opinión es una total falta de madurez y personalidad.

Sin más que decir, agradezco a quienes me lean y discúlpenme por ser tan idiota... Y le agradezco aún más a quienes leen hasta mis pies de páginas, esas son a las personas a las que de verdad les escribo, ya no se trata solo de mí y mi deseo de ver completada está historia, se trata de saciar el deseo de saber de otros... Mucha gracias.

Ahora sí, leean el siguiente cap por favor...