El tutor 1

Caleb Prescott es un maleante de poca monta al que sus amigos le hacen robar la escultura de un polla... Pero al final termina follando con la versión real.

El tutor 1

Sin sacrificios no hay resultados.

Para cuando Caleb pudo escuchar la voz a su madre entrar en el departamento de policías de New York , ya era bastante tarde.

Era fácil darse cuenta de que era ella por como su voz rugía con fuerza por todo el lugar, llena absolutamente de furia y decepción.

-¡¿Daniel, dónde está ese idiota? Voy a matarlo! -Exclamaba molesta sin parar.

Sí, definitivamente era ella.

También pudo escuchar como Daniel, el jefe del departamento, se tomó la molestia de calmarla lo más que pudo y explicarle, lo menos agresivamente posible, los hechos por los que él estaba detenido, otra vez.

Aunque Caleb estaba molesto, agradecía un poco el detalle, solo un poco.

Y es que ¿Porqué lo detenía por fumarse unos porros con sus amigos en el parque? Es decir, solo era un poco, y no le estaban haciendo daño a nadie, solo hablaban tonterías y se reían como locos a causa de los efectos de la María.

Era algo totalmente injusto.

Y para el colmo, había sido el único de sus amigos que había sido atrapado, específicamente porque los policías lo habían reconocido a él y solo a él, así que lo persiguieron entre por todo el parque y entre algunos callejones hasta atraparlo.

Y ese hecho era culpa de su padre, por culpa de él lo habían atrapado...

La bilis subió por su garganta mientras la irá quemaba sus venas y tuvo que apretar las manos hasta sentir sus uñas clavarse en su piel, todo siempre era culpa de su padre...

En ese momento los seguros de las rejas comenzaron a sonar mientras que el capitán Daniel abría la puerta con su madre junto a él.

El hecho de que las cejas de ella estuvieran tan fruncidas que casi se unían y sus labios fueran una delgada línea que se agitaba por segundos con algunos espasmos, mostraba que estaba más furiosa que nunca, eso lo satisfació y preocupó en partes iguales.

-Tu madre ya pagó la fianza Caleb, puedes irte -Explicó el oficial-. Pero escúchame atentamente Caleb, está fue tu última abvertencia, si cometes algún otro delito, por mínimo qu sea, tendremos que pasarte a fiscalía y no te gustará cómo terminará todo, ya hicimos bastante en dejarte una celda va...

-Sí, sí, ya me sé todo el jaleo, ahórratelo Daniel -Espetó seco mientras se cruzaba de brazos.

El rostro del oficial se tornó ligeramente rojo y suspiró buscando paciencia, su madre gruñó enfurecida.

-¡¿PERO QUE COÑO TE PASA? Debería dejarte encerrado aquí a ver si se te pasa lo imbécil! -Exclamó su madre.

-Tranquila Helen, está bien -Asintió el sujeto, en respuesta, su madre se calmó un poco.

Ver el efecto que ese hombre causaba en ella, le corroió la sangre, aún así no dijo nada y se mantuvo en el mutismo total desde que salieron de la estación.

Y no fue hasta que llegó a su casa, apenas fue a subir a las escaleras a su cuarto...

-No creas que te vas a ir así como así Caleb Prescott -Espetó su madre con un gruñido-. ¿Por qué haces esto, Caleb?, ¿Por qué no haces esto? -Inquirió molesta.

-Yo no estaba haciendo nada malo, solo estaba fumando con mis amigos -Expresó Caleb simplemente a cambio.

-¿Nada malo?, ¿Con tus amigos? -Soltó Helen, ofuscada-. ¡Te estabas drogando con esa porquería en medio de la calle con unos niños de mierda! -Gritó-. No quiero que vuelvas a acercarte a esos maleantes inútiles de nuevo -Zanjó, entonces Caleb la encaró.

-¡No puedes negarme que los vea, son mis amigos! -Gritó él en contra.

-¡Claro que puedo, soy tu madre!

-¡No me importa, los seguiré viendo y...!

-¡No me faltes el respeto, Caleb, soy tu madre y exijo que me trates como tal, si tu padre estuviera...!

-¡PERO NO ESTÁ! -Explotó mientras golpeaba la mesa con fuerza, Helen dio un pequeño brinco, sorprendida-. ¡ÉL NO ESTÁ, EL BUEN DETECTIVE ARON PRESCOTT SE MURIÓ, NO ESTÁ MÁS, PORQUE EN VEZ DE IR A MI CIMPLEAÑOS, ÉL PREFIRIÓ SALIR A LA CALLE A QUE LO MATARAN A BALAZOS COMO A UN PUTO PERR...!

Caleb solo fue consciente de la bofetada que le propinó su madre diez segundos más tarde, cuando en vez de mirar a su madre, su vista estaba hacian un lado y hacia abajo, entonces llegó el latigazo de dolor en la mejilla y en su corazón.

No sé atrevió a ver a su madre en ese momento, sabía que se había pasado totalmente con ese comentario, sin embargo, eso no quitaba el hecho de que era la más cruel y ruin verdad... Y era lo que más le molestaba.

-C-Caleb, yo...

Él no pudo aguantar más, así que se marchó, esta vez su madre no lo llamó para que regresara. Solo cuando entró en su cuartode un portazo, fue consciente de las lágrimas que caían de sus ojos, eso lo hizo sentir repulsión de si mismo.

¿Por qué extrañaba a alguien que siempre había preferido su trabajo que a él?, ¿Por qué le dolía tanto los recuerdos de alguien que reconocía más como un extraño que un padre? Aron Prescott siempre estuvo en la periferia de su vida, nunca a su lado, siempre estaba trabajando en un caso, siempre había una vida que salvar o un delincuente que atrapar.

Entonces ¿Dónde quedaba él, su hijo?, ¿Cuando se dedicaría a salvar la relación que estaba matando? Caleb tenía claro que su padre siempre prefirió a su trabajo que tener que resolver sus problemas paternos, y el hecho de que su madre siempre hubiese apoyado a ese hombre con sus desiciones, era algo que no podía perdonar, y ahora que su padre había muerto haciendo lo que más amaba en el mundo, el odio que sentía hacia ellos era algo que nada podía eliminar, nada.

Era un dolor que lo iba pudriendo de adentro hacia afuera, por lo que en seis meses pasó de ser el hijo modelo de uno de los detectives más conocidos y quieridos del estado, a ser un simple delincuente que hacía lo que fuera para olvidar su pasado y ensuciar la memoria de su padre, de ese hombre, lo más que pudiera.

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A la mañana siguiente, a las cinco de la mañana, Caleb ya estaba despierto, de hecho, poco había dormido con los recuerdos de su padre todavía frescos, que no eran más que una larga lista de entramadas excusas, promesas vacías y plantones que le había dado a cambio de seguir su impecable y perfecta vida policial. A sus dieciocho años, menos de la mitad de ese tiempo lo había pasado con Aron, y ese corto tiempo no es que fuera color de rosa precisamente.

No me importa lo que me diga mi madre, haré lo que se me dé la gana -Pensó mientras se levantava de la cama.

Sus padres siempre habían hecho lo que se les antojars con él, así que ¿Porque no les podía devolver la moneda?

Al salir de la cama le llegó un apestoso olor que era una mezcla del humo de la hierba, el olor a moho de la cárcel, sudor y suciedad, por lo que fue a bañarse.

Al verse en el espejo del baño, se encontró con alguien a quien no reconocía como sí mismo precisamente.

Sus ojos de un verde oscuro estaban apagados y con ojeras, su pelo castaño claro era un desastre grasiento y opaco, su piel estaba más pálida de lo normal y, mientras que antes sus músculos habían comenzado a abultarse y endurecerse para esculpir una masculina forma, toda esa masa muscular la había empezado a perder hasta ser un desgarbado chico de un metro ochenta.

Atrás había quedado el atlético niño modelo del que estaban todos orgullosos y que envidiaban a la vez, lo que ahora era Caleb... Bueno, no estaba seguro de si era algo bueno o malo.

Se metió a bañar sin más demoras, luego de una ducha rápida, se puso unos jeans pegados a sus piernas cada vez más flacas, una camiseta blanca simple y una camisa negra con azul a cuadros y sus botas de siempre.

Cuando llegó a la cocina, no le prestó atención a la comida que estaba cubierta con papel aluminio ni a la discreta tarjeta que tenía encima, su madre como siempre ya se había ido y no volvería hasta muy tarde, eso es lo que pasaba con los adictos al trabajo, que siempre decepcionaban. Así que tomó la tarjeta y sin leerla la tiró a la basura, guardó la comida en la nevera y se preparó un sándwich de jamón de pavo, esa fue toda su comida y no le provocaba nada más, así que se fue.

Así eran las cosas ahora, nada le provocaba nada en lo absoluto, tenía que ser un genio para darse cuenta de que se estaba matando lenta y agonizantemente, aunque no es que le importará mucho de todos modos.

Miró el reloj de su teléfono y comprobó que tenía una media hora para llegar a la preparatoria, si iba cami...

De pronto una camioneta plateada llena de chicos de aspecto patibulario se paró a su lado, la música estridente y el humo de los cachos llenaban todo, Caleb sonrió en respuesta.

-Míren quién volvió -Le dijo el chico que se recostó de la ventana del copiloto-. El chico poli sobrevivió para contarlo una vez más -Soltó divertido.

-Cállate Tucker -Soltó simplemente mientras se metía en la camioneta, Tucker por su parte soltó una carcajada.

-Hey Jax, dale el porro a Caleb que merece un premio -Espetó Tucker una vez que el auto siguió su camino-. Matt, pisa el acelerador que no somos putas viejas, coño -Ordenó, el chófer del auto aceleró de golpe al punto que hizo a Caleb toparse con el asiento.

Mientras iban a cien kilómetros por hora en una vía que era para sesenta, los cinco chicos en el auto gritaron divertidos.

-¿Quién quiere ir a la prepa? -Preguntó Tucker cuando cruzaron en una esquina, a cambió todos en auto lo a ubuchearon-. Eso pensé -Soltó una carcajada-. En ese caso, tengo una idea en mente -Soltó al fin.

Caleb estaba eufórico, con esos chicos con los que no debía estar siempre podía divertirse, solo tenía que dejas su moral a un lado y seguir la corriente, lo que cada vez era más fácil.

Tucker tenía 19 años, medía un metro setenta y tres, de cabellos y ojos castaño, tez morena claro, vestía una chaqueta de cuero, una camisa llena de agujeros, unos pantalones que llevaba a media nalga mostrando su bóxer rojo y unos tenis rojos, Tucker era generalmente la voz cantante y la mente maestra de la mayoría de sus problemas, era lo más parecido a un líder en el grupo. Jax era un chulito de un metro sesenta, blanco como el papel, ojos negros y cabello pintado en morado, vestía una sudadera gris y unos anchos pantalones azules con unas zapatillas Nike, él era el típico chico que no le decía no a cualquier locura que Tucker ideara, siempre quieriendo mostrar que era el más lanzado e impulsivo.

Matt era un negro grandulón de casi dos metros, arriba vestía una chaqueta de jean solamente, con unos pantalones ajustados a sus gordas piernas y botas marrones, Matt siempre era el que conseguía la droga, era un chico que vivía de venderle a los más estúpido y de estafar a las chicas que se fijarán en él. El último chico y que hasta ahora poco conocía era Shaun, en realidad, era con quién Caleb menos hablaba porque el chico de por sí no lo hacía, medía un metro setenta y uno, su piel era palida y llena de algunas diminutas pecas almendradas, ojos grises y cabello rojo, vestía una camiseta roja y unos vaqueros blancos con tenis negros, él que vestía más simple en el grupo, no había nada especial en él salvo por el hecho de que si le pedían hacer algo, lo hacía sin discutir o preguntar, y ya.

-¿Qué planeas para hoy? -Preguntó Caleb-. Pero por favor que no sea más mariguana en medio de la calle, que no quiero caer preso por culpa de ustedes ¿Eh? -Espetó divertido.

Aunque en realidad, en verdad no quería quedar preso, sin importar qué, aunque fuera un par de meses. Él sabía que le hacían en la cárcel a los chicos como él.

Caleb sabía que era guapo, y eso significaba problemas en la cárcel.

-¡Ah, que aburrído eres chico poli! -Exclamó Tucker con una sonrisa-. Entonces tú no serás quien busque la "cosa" -Indicó críptico de pronto.

-¿La cosa? -Preguntó confundido.

-Sí hombre, de camino aquí vimos algo súper chistoso, te vas a cagar de la risa -Soltó Jax mientras se reía sin parar.

Caleb no dijo nada más y dejó que lo guiaran entre las calles de la ciudad hasta que estacionaron en un callejón, los cinco chicos se bajaron y cruzaron un par de calles más hasta que llegaron al costado de una casa.

Era de dos pisos y era de un suave color naranja con blanco que le quedaba muy bien, Caleb también tenía que admitir que el jardín estaba muy bien cuidado con todas esas flores que le parecían por lo menos bonitas.

-Mira por esa ventana -Le señaló Tucker hacia la casa con la cabeza.

Cuando Caleb lo hizo, no podía salir de su asombro.

En una repisa que había encima de la chimenea de la sala, estaba una enorme verga erecta.

Medía unos cincuenta centímetros y era más gorda que una lata de refresco, estaba talla de forma que podía apreciarse cada vena, surco e incluso la textura de la piel, el enorme glande que coronaba al aparato era incluso más grande y grueso que el resto, también tenía dos enormes pelotas por huevos, se podía apreciar incluso lo arrugado de la bolsa.

Aquella imagen eran tan grotesca y morbida como excitante, porque Caleb no quería admitirlo, pero ver esa enorme polla había encendido algo en él que desconocía hasta ese momento.

-¿Cómo encontraron esto? -Preguntó luego de unos segundos.

-Por aquí cerca vive mi distribuidor de hierba, fue toda una suerte que pasara por aquí y la viera -Explicó Matt.

-Queremos eso -Soltó Jax-. Estábamos decidiendo quién se iba a meter cuando fuimos a buscarte.

-¿Y para qué queremos una polla gigantesca? -Preguntó Caleb todavía sorprendido sin despegar sus ojos de ese pollón.

-Fue lo mismo que dije -Intervino de pronto Shaun, sorprendiéndolo.

-¿Por qué más va a ser?, ¿No te da morbo? A mí sí, y se vería genial en nuestra guarida, un bonito y divertido recuerdo -Comentó Tucker, Jax comenzó a reírse-. Bien chicos ¿Quién busca nuestro tesorito? A quién vaya le dejaremos que se lo meta por el culo primero -Soltó divertido.

-Paso -Soltó Shaun una vez más-. Si solo vamos a robar eso entonces paso.

-Yo también -Dijo Matt-. Yo no entraría ni de broma por una de las ventanas.

-Entonces solo quedamos nosotros tres -Indicó Tucker-. Mmm, para ser justos lo haremos por sorteo.

Las cosas se movían a su alrededor mientras los chicos decidían que hacer, no obstante, Caleb seguía ahí, paralizado ante la visión de esa polla marrón oscuro que parecía llamarlo...

De repente unos dedos chasquearon frente a él y despertó del hechizo.

-Joder con el chico poli, se nota que tienes ganas de ir a buscar esa polla -Se río Tucker, Caleb le mostró el dedo corazón-. Vamos, vamos, no te molestes. Toma, saca una cerilla -Le mostró una casa de fósforos-. Si sacas la que enciende, vas por el juguete -Le indicó.

Caleb observó con detenimiento la cajita, entonces tomó una cerrilla y la sacó.

La mota de fósforo color rojo le indicó que era la correcta, Jax chilló frustrado y Tucker le lanzó una sonrisa lujuriosa.

-Bien, te toca -Señaló la casa una vez más con la cabeza.

El viejo Caleb ni siquiera sé hubiese plateado hacer algo así, la sola idea de robar algo lo hubiese enfermado... Pero el nuevo Caleb, este solo asintió y volvió a poner los ojos en esa enorme polla.

Saltó valla negra que delimitaba el jardín y lo cruzó rápidamente, ocultándose a la vista de los transeúntes si por casualidad pasaban por el lugar, pensó que tendría que romper alguna ventana, así que se concentró en escuchar el interior de la casa por si el ruido de los vidrios podría llamar la atención de alguien.

Era silencio total, sin alguna clase de ruido, ni siquiera del aire acondicionado, parecía que nadie estaba en casa.

Antes de romper una de las ventanas, se decidió a probar si alguna estaba abierta por mera casualidad... Y tal fue su sorpresa cuando notó que la ventana al lado de la puerta del jardín que daba a la cocina, estaba abierta.

¿Que clase de estúpido deja las ventanas abiertas al salir? -Pensó divertido, mientras se colaba en la casa por ella.

Una vez adentro, se encontró una cocina inmaculada con un impresionante conjunto de implementos culinarios, la cruzó hasta toparse con una sala que poseía un estilo bastante hogareño.

Y en el centro de la repisa de la chimenea, estaba la enorme verga esculpida, Caleb tragó en seco y se acercó a tomarla...

A veces, las historias comienzan por los motivos más estúpidos.

Cuando sus dedos acariciaron las venas que surcaban el enorme falo, un estallido de electricidad lo invadió y sintió su pene crecer un poco, Caleb se sentía mareado por la extraña sensación que lo embargó.

No sabía que le pasaba, jamás se había sentido así por algo como un pene, pero no estaba ni en el lugar, ni tenía el tiempo para comerse el cerebro con ello.

Así que sabiendo que sus amigos lo observaban fijamente, reprimió como pudo su deseo de tallar sus contornos y lo levantó en el aire para que lo observarán, en respuesta los chicos elevaron sus pulgares como muestra de aprobación.

Ya tenía el enorme pollón en sus manos.

Emprendió el camino de regreso, dispuesto a salir por la ventana con el trofeo en sus manos.

Cuando frente él apareció el cañón de un arma.

-¿Se puede saber de carajos hace un chico como tú en mí casa, atreviéndose además a robar la escultura de mí pene como si fuera alguna especie de maldito idiota que no se daría cuenta de que se metieron? -Con esas palabras, seguido del sonido del seguro del revolver siendo retirado, helaron la sangre de Caleb.

-Eh... -Fue lo único que pudo decirle al hombre que estaba frente a él.

Era un hombre de aproximadamente un metro setenta, era bajo pero era extremadamente músculo, al nivel de que un brazo de él parecían ser una de sus piernas, se veía bastante rudo e imponente, sus brazos y piernas parecían granito que tensaba la camiseta de tirantes blanca y casi reventaban los cortísimos shorts negros que llevaba, tenía un brazo lleno de tatuajes que no pudo reconocer por los nervios, él era de tez morena con una apariencia bronceada, cabellos cortos, casi rapados, de color negro al igual que sus profundos ojos.

Ese hombre era bajo, pero transmitía una poderosa y extraña sensación de dominio y fuerza que de alguna manera hacían sentir a Caleb diminuto y patético, aumentando con ello su sensación de peligro cada tanto.

Ese hombre podría dispararle tranquilamente, de eso estaba más que seguro.

-¿Eh?, ¿Es todo lo que puedes decir, eh?, ¿Te comieron la lengua los ratones? -Se burló el hombre aunque ni su tono de voz ni sus penetrantes ojos lo hacían-. Será mejor que comiences a caminar al salón, chaval, y vuelvas a colocar eso en su sitio antes de que se me escape un tiro, y tú no quieres eso ¿Verdad? -Indicó el hombre tranquilamente, aunque Caleb vio como su dedo apretó un poco más el gatillo.

A Caleb honestamente le fallaban las piernas. Todo había salido mal y de la peor manera, por lo que lo único que podía hacer era obedecer.

Obligando a sus piernas a moverse, regresó al salón, y estando de espaldas al sujeto, comprobó rápidamente si sus amigos veían todo, pero ellos ya no estaban ahí.

Estaba solo.

Caleb colocó la pieza que se había convertido en su perdición, en su lugar, y esperó órdenes.

-Bien niño... Vamos, siéntate ahí -El hombre señaló levemente el sillón al lado de la chimenea con el arma.

Y él hizo todo lo posible para que no se notara que de los nervios sus piernas ya no podían sostenerlo.

Ambos, hombre y chico, se vieron por unos minutos, el hombre lo observaba sin ninguna expresión en el rostro mientras que él podía notar como no paraba de sudar

-Dime algo ¿Has venido con alguien? -Preguntó tranquilamente aunque jugaba con el revolver, siempre apuntándole de manera directa o indirecta.

-No... -Susurró levemente, el hombre lo miró fijamente.

-No te hagas el héroe niño, se nota que mientes -Indicó el hombre mientras chasqueaba la lengua.

-No he venido...

-Para con eso -Gruñó está vez más fuerte-. Puedo oler a los mentirosos, niño, y tú apestas totalmente a uno, eres malísimo mintiendo -Se mofó unos segundos con una risa nada divertida-. No te mentiré, me caen bien las personas leales y que protegen a sus compañeros... El problema aquí, chico, es que lo estás haciendo en mi contra, y no me gusta cuando me llevan la contraria tan cínica y descaradamente -Escupió al suelo-. ¿Ellos entraron en la casa?

Caleb se detuvo unos segundos...

-No, solo yo -El hombre sintió lentamente.

-Te creo. Una última cosa ¿Cómo te llamas? -Indagó mientras giraba el arma entre sus manos-. Nombre completo por favor.

-C-Caleb Prescott -Murmuró.

Entonces notó como el sujeto dejó de moverse, incluso pareció dejar de respirar, solo duró unos segundos, entonces el hombre suspiró pesadamente aunque sonó más como un bufido.

-Bueno Caleb, esto es lo que vamos a hacer -Dijo mientras se levantaba-. ¿Ves eso que está ahí? -Señaló hacía una esquina.

Caleb siguió la indincación... Hasta ver una diminuta cámara de seguridad colgada en el techo discretamente.

-Eso, pequeño Caleb, es una prueba irrefutable de que te has colado sin permiso a mi casa y me has intentado robar -Explicaba el hombre mientras Caleb sentía la sangre helarse en sus venas-. Eso, sumado al hecho de que aunque no lo parezca, sea el ex fiscal general del estado, alguien repleto de influencias judiciales, te quita muchos puntos niño, probablemente por haberme cagado mí día de descanso con esta idea de mierda, haré que te den un par de años en prisión -Zanjó tranquilamente como si hablara sobre el clima.

-N-no, por favor, no me haga esto, por f.. -Comenzó desesperado.

-Bueno, habértelo planteado mejor cuando creíste divertido robarte la escultura de un pene -Soltó divertido el hombre aunque sus ojos decían lo contrario.

-Por favor, se lo suplico, no puedo ir a prisión, este sería mi tercer arresto y...

-Ah, pues mejor que mejor, un par años más seguro que caen, creo lograr cuatro años con esta información, aunque de todas maneras lo hubiese descubierto por mi cuenta -Asintió complacido.

-Por favor -Caleb no pudo evitar que sus ojos se llenarán de lágrimas-. Haré lo que sea, por favor, solo, por favor, no me envíe a prisión -Suplicó Caleb al fin.

El hombre lo observó durante un largo periodo, tanto que Caleb empezó a temerse lo pe...

-Lo que sea... -Murmuró el sujeto de pronto, fue tan inesperado que Caleb no le entendió.

-¿Qué?

-Has dicho que harás lo que sea ¿No? Pues bien, te tomaré la palabra, cumple tu palabra y te dejaré ir tranquilamente, échate para atrás y está misma noche estarás durmiendo tras los barrotes ¿Quedó claro? -Caleb asistió-. Bien, lo que quiero que hagas, es que me des placer -Soltó de golpe.

Caleb parpadeó unos segundos.

-¿P-perdone?

-Eh dicho que me des placer -Repitió el hombre mientras notaba como analizaba fríamente cada parte de su cuerpo-. Quiero que chupes la verga, el culo, lamas cada parte de mi cuerpo y para posteriormente yo comerte entero, luego te ataré y te follaré ese culito hasta, cómo y dónde me salga de las pelotas ¿Qué dices?, ¿Aceptas o no? -Entonces por primera vez el hombre sonrió de forma que le llegó a los ojos.

Era una sonrisa cínica y lujuriosa.

Caleb estaba en shock ¿En serio le pedía algo así? Pero él no era...

-¿Por qué quiere eso? Por favor, cualquier cosa menos...

-Así que te hechas para atrás -El hombre suspiró mientras de pronto sacaba su teléfono de un bolsillo-. Bueno, al menos fue un poco diverto mientras duró -Comenzó a marcar-. ¿Sabes Caleb? Al menos sacarás algo bueno de esto -Lo miró a los ojos-. Sin sacrificios no hay resultados. No quisiste sacrificar tu hombría, así que no saldrás impune por esto, que te sirva de lección que un cabronazo como yo le paró los pies a un niñito malcriado que nunca supo cuál era su lugar ni como comportarse.

Entonces marcó la llamada.

El tiempo se detuvo para Caleb, él iría a prisión, no podía ir a prisión, su madre jamás se lo perdonaría, y aunque la odiaba, una parte de él aún la quería.

Al igual que una parte de él ansiaba hacer lo que iba a hacer en segundos.

Cuando el tono sonó, Caleb se tiró al suelo a cuatro patas, al mismo tiempo, el hombre lo apuntó velozmente otra vez para evitar sorpresas, pero Caleb ni lo notó... Porque toda su atención estaban en lamer el pie derecho descalzo del sujeto.

Este gimió de sorpresa.

-¿Hola, Brandon? -Escuchó Caleb del teléfono-. ¿Brandon, estás ahí?

-L-lo siento capitán Daniel, me equivoqué de número, hablamos otro día -Indicó el hombre que ahora sabía que se llamaba Brandon mientras colgaba.

Tenía el número de Daniel, el jefe del departamento policial, eso significaba que todo lo que le había dicho era verdad y en ningún momento fanfarroneaba.

Pero Caleb ya no pensaba en eso, él trataba de concentrarse en lamer entre los dedos sin tocar el suelo con su lengua. No quería pensar en nada más que cumplir con el trato.

-Joder con el chico roba pollas -Gimió levemente-. Así que ahora te animas ¿Eh? Pero lo haremos en condiciones, párate y quítate la ropa, te quiero en bóxers -Ordenó.

Caleb y se desnudo torpemente, sus dedos temblaban del nerviosismo y la excitación que recorrían en partes iguales su cuerpo.

-Tranquilo chaval, yo no muerdo... No demasiado duro -Indicó Brandon con una trémula sonrisa y los ojos serios, siempre serios.

Cuando se quedó en sus bóxers negros, no pudo ocultar el enorme bulto que marcaba su erección incluso cuando lo tapó con sus manos, avergonzado.

-Parece que cargas una buena pistola ¿Eh? Quita las manos y ven aquí -Ordenó el hombre, Caleb obedeció aunque sintió su cara arder al dejar su bulto expuesto.

Brandon lo tomó con fuerza de las caderas y para su sorpresa, inhaló en sus huevos, Caleb no pudo ni evitar gemir, ni que de su glande saliera un chorro de precum, el hombre comenzó esnifar como un loco y restregar su cara por su paquete.

-Uf, chaval, hueles de maravilla, a todo un macho -Entonces miró la mancha húmeda que hizo su hinchado capullo y de un bocado tragó la cabeza de su pene junto a la tela y succionó. Caleb casi se cae de placer-. Mmmm y sabes cómo uno -Se relamió.

Y de pronto lo tiró al piso.

-Pero aún no es momento de que disfrutes -Con esa afirmación, Brandon levantó su pie y se lo pegó a la cara-. Vamos, lame.

Caleb aspiró profundamente el olor del macho que tenía frente a él, metiéndose lentamente uno a unos los dedos del pié en la boca mientras lo observaba a los ojos, luego paso a lamer concienzudamente la planta y el empeine, sorprendentemente no sabían a tierra, al contrario, su cuerpo sabía a sudor, a hombre.

El calor que devoraba a Caleb, subía cada vez más mientras más subía por la musculosa pierna de Brandon, sentir los surcos y formas de sus músculos con su lengua era una experiencia única y erógena, saborear la piel y aspirar el aroma a hombre junto con el de su saliva, le estaba drogando más que la mariguana, no podía dejar de bufar y acariciar sus piernas mientras lamía cada una. Cuando llegó al borde del shorts, Brandon lo levantó.

-¿Sabes besar? -Preguntó serio, Caleb se sonojó un poco más si cabe.

-N-no mucho, solo lo he hecho un par de veces con unas chicas, n-nada del otro mundo, creo -Explicó.

-Pues ven aquí niñito, que te voy a volver hombre, porque maricón ya eres -Lo tomó de la cabeza con ambas manos y estampó sus labios contra los de Caleb.

Brandon haló su quijada y abrió su boca, metiendo violentamente su lengua, Caleb gimió mientras se dejaba sentar en los inmensos muslos del hombre, la lengua de Brando barría toda su boca en un beso voráz que lo dejaba sin respiración, sentía como esa lengua le llegaba hasta la garganta para luego frotarse fuertemente con la suya y luego simular que follaba su boca, notaba como la saliva de Brando rellenaba su boca hasta que no le quedaba más que tragar su sabor, era alucinante ese beso que superaba absolutamente cualquier experiencia o creencia que pudiera tener sobre lo que era un beso.

Cuando creía que no podía más y se iba correr, Brandon le soltó para quitarse la camiseta a velocidad luz.

Unos oscuros y enormes pezones con grandes aureolas elípticas coronaban ese par de pectorales.

-Cómeme los pezones -Ordenó, mientras lo ponía a horcadas sobre él.

Caleb comenzó a lamer lentamente el pezón izquierdo cuando una bofetada lo sorprendió.

-Eh dicho comer maricón, hazlo como un hombre no joda ¡Muerde, chupa! -Vociferó mientras lo pegaba a su pectoral.

Caleb masticó ese pezón teniendo el mínimo tacto de no hacerle sangre como podía, Brandon comenzó a gemir de verdad y lo hizo más cuando pegó su boca y succionó como una aspiradora, cuando se separó, el enorme pezón parecía una piedra y vibraba levemente con una coloración rojiza, fue al otro mientras no paraba de pellizcar el primero.

-Coño, aprendes rápido -Gimió Brandon-. Trabájamelos bien, los quiero súper sensibles.

Caleb mamaba esos pectorales como si fuera sacarles leche cuando sintió como Brandon masajeaba su nalgas para luego bajarle el boxer hasta el principio de estas.

Sintió como un dedo húmedo comenzaba a penetrar su agujero, un pinchazo de dolor le recorrió mientras sentía como lentamente lo profanaban.

-Arght -Gimió levemente.

-Vamos niño, sigue lamiendo, lame mi abdomen y luego ábreme los pantalones -Le ordenó mientras le sacaba el dedo del culo y lo chupaba-. Que rico culo.

Caleb siguió lamiendo y bajando, saboreando esa tableta de infarto para luego ver un enorme bulto que se iba a un lado hasta casi llegar a la estrecha a un lado de la cadera de Brandon.

Tragó en seco y liberó, lo que sería su perdición, de eso shorts.

La enorme verga se alzó por todo lo alto con fuerza, Caleb sintió como lo roció con algo al levantarse violentamente.

Era oscura, más que el cuerpo de Brandon, era larga, muy larga, de unos veinticinco centímetros o hasta más y bastante gorda, el tronco lo recorrían unas cuantas venas muy gruesas, el prepucio se había retraído para mostrás un glande muy grande y más grueso que lo demas, de un intenso rojo violáceo con una aureola escarlata, del ojo salió una enorme gota de precum.

-Buen provecho -Se burló el hombre-. Vamos, cómete mi polla -Ordenó.

Pero Caleb se le quedó viendo la potente verga.

-Se parece a...

-Así es chaval -Afirmó Brandon-. La esculturas que ibas a robarte era de MI POLLA -Explicó a la vez que empujaba su cabeza a su glande-. Ahora cómete la original, ya no necesitas ese cacharro.

Esas palabras, sin saber porqué, lo prendieron al punto que su pene soltó un largo chorro de precum.

Caleb tomó el enorme glande en su boca, rellenaba una buena parte de lo gorda que era pero le daba espacio para mover la lengua, jamás había chupado una polla y ni en sus sueños se lo había imaginado, pero algo le empujaba a querer a hacerle la mejor mamada que a ese hombre le hayan hecho jamás.

Comenzó a exprimir el grande que latía como un corazón se sentía al rojo vivo, apenas lo hizo, su boca fue inundada por un chorro de precum que sabía dulce con un regusto salado, Caleb amó ese sabor de inmediato, comenzando a mamar otra vez como si se estuviera amamantando.

Y eso hacia.

El precum salió como una fuente y el bebía sin parar, tratando de meter cada vez más de aquella enorme y deliciosa polla en su boca, hizo tope y no pudo baja más cuando llevaba dos tercios de ella, Brandon gimió como poseso.

-Ohhh, chaval, para ser tu primera vez es buena marca, se nota que tienes talento, déjame ayudarte un poco -Entonces tomó su cabeza y le empujó hacia abajo, a Caleb le dieron unas arcadas a la vez que se le cortaba la respiración, su garganta se abría y su cara se aplastaba contra la pelvis del macho que le follaba la boca.

Brandon soltó un enorme gemido a la vez que comenzaba a follarle la boca con violencia, Caleb sentía como le faltaba la respiración a la vez que en su boca notaba enormes cantidades de saliva, babas y precum que le rellenaban y desbordaba su interior hasta mojar las piernas y el short de Brandon.

Su pene no paraba de mandar precum, sentía que si se tocaba, aunque sea un poco, se iba a correr.

De pronto Brandon le apretó la cabeza hasta el fondo y lo dejó ahí unos momentos, al punto de que tuvo que empujarlo porque comenzaba a marearse.

Caleb cayó al piso tosiendo babas y precum, en su boca le sabía persistía el sabor a polla, y eso lo excitaba a niveles que nunca creyó, su pito palpitaba desaforado dentro de su bóxer.

Cuando observó a Brandon, este se quitaba la última prenda que le quedaba, soltando así dos enormes huevos colgones con algunos vellos, exactamente iguales a la escultura al igual que el pollón que se gastaba.

Brandon, se paró encima de él y comenzó a darle pollazos en la cara moviendo las caderas, Caleb lo detuvo y pasó su lengua desde el perineo, pasando lentamente por aquellas bolas que subían y bajaban estremecidas, subiendo por el tronco para luego clavarse el glande en la boca y posteriormente follarsela él mismos rápidamente, todo esto sin dejar de mirar los oscuros ojos de Brandon que solo posó sus manos en su cabeza mientras comenzaba a gemir.

-Vaya perra estás hecho, pequeño Caleb -Gimió mientras se la clavaba hasta el fondo para luego levantarlo y meterle está vez dos dedos en el ojete, Caleb gimió de dolor mientras se sostenía de él-. Tú y yo nos la pasaremos de pipa ¿No chaval? - Expresó mientras metía su pollón entres sus piernas y simulaba follarlo mientras le cogía el culo con dos dedos-. Aguanta chaval, mira que solo hemos empezado este baile -Sonrió lujurioso aunque sus ojos estaban serios, todos el tiempo serios.

Caleb solo pudo gemir en respuesta.

Continuará...

Hola chicos, próximamente publicaré las siguientes partes de está historia, perdonenme los errores ortográficos si me pasé alguno, y si lo disfrutaron pues mejor!!! Feliz pajazo!!!