El turno de mi tío Manuel.

Mis vacaciones se había terminado. Un mes despúes, Javier y yo empezamos a salir para ir conociéndonos más. Beto moría de celos y había decidido alejarse, viajo por trabajo con su mujer 3 meses. Empezaba una etapa diferente pero no menos caliente.

Todo esa aventura hot que habíamos tenido con Beto desde principios de año y durante mis vacaciones, había quedado en el más absoluto secreto.

Manuel nunca supo que Beto y yo habíamos tenido relaciones sexuales durante casi un mes seguido, él siempre creyó que nuestro úncio contacto fue la noche que estuvimos los tres, él pensó que lo único había sido el sexo oral y me había criticado por haberme tragado la leche de mi propio tío e insistía que con Beto compartíamos sangre y  que eso sí era incesto.  Me quería convencer que estar con él era la mejor opción para cumplir todos mis deseos sexuales, que en definitiva no llevaba mi sangre, que solamente era el marido de mi tía, que era un hombre como cualquiera, un hombre que me deseaba desde que era adolescente.

De vuelta en Buenos Aires, un mes despúes de haberlo conocido a Javier nos volvimos a encontrar y comenzamos a salir para concernos un poco más y ver hasta donde podía llegar nuestra relación. Los dos estabamos solos desde hacía un tiempo y teníamos ganas de tener una relación estable.

Javier era maravilloso. Además de ser bien parecido, educado, inteligente y simpático, era muy dulce commigo. Sin embargo, el sexo que teníamos no era el más fogoso que se pudiera esperar de una pareja jóven.  Sus estructuras mentales no le permitían explorar ni ir más allá de lo tradicional.  Siendo tan diferentes en la cama, siempre me quedaba con ganas de algo más... eso que un hombre de 50 años como Beto siempre podía darme... su cuota de creatividad, de desparpajo y de osadía que había ganado con los años de experiencia y que se acrecentaba por estar al lado de la mujer que deseaba y amaba, por ser su sobrina y por ser su mejor amante.

Beto moría de celos sabiendo de mi noviazgo con Javier, no podía aceptarlo pero había entendido que yo era jóven y necesitaba hacer mi vida con alguien también libre y acorde a mi edad.  Más allá de todo, sabía que siendo su sobrina solamente podía ser su hembra en privado y a escondidas, pero jamás ibamos a poder vivir nuestra relación mostrándola orgullosos al resto de la sociedad. Era claramente un incesto, que podíamos esperar? aceptación?

Me hizo un llamado para vernos, tenía que contarme que había aceptado un trabajo en Bahía Blanca por tres meses, viajaría con su esposa y mi primo Mariano, que lo ayudaría en las tareas que le había encargado.

  • Ceci, no hace falta decirte que estoy loco por vos... quizás tenga que decirte algo más fuerte... que te amo - me dijo con los ojos brillantes mientras estabamos en su auto parados en los bosques de Palermo aquel anochecer caluroso de Febrero.

  • Sé que me querés tío, soy tu familia... tu sobrina... yo también te quiero mucho, lo sabés - le dije tomándolo de las manos.

  • No, no te quiero como sobrina... te amo como mujer... - y remarcó sus palabras - como MI MUJER. Porque eso sos desde el primer día que penetré en tu cuerpo, eso sentí desde la primera vez que te tuve. Sos mi mujer, mi hembra, mi amor, mi todo. Moriremos con el secreto, pero es la realidad.  No quiero despedirme en una cama, aunque te confieso que te cogeria acá mismo, en la parte de atrás del auto, pero sé que estás con Javier, no quiero aruinar tu noviazgo.

Nos miramos a los ojos y nos dimos un beso profundo. Las lenguas se entrelazaban y la tempratura de nuestros cuerpos empezaba a subir.  Había bastante gente caminando por los lagos, chicos jugando... decidimos que no era el lugar para estar tranquilos charlando, algunos nos miraban. Subimos los vidrios polarizados y estacionamos en un lugar más alejado y solitario, bajo un frondoso árbol.

Beto puso el aire acondicionado para poder dejar los vidrios cerrados. Eran demasiado oscuros, nada podía verse de noche y en ese lugar escondido. Seguimos besándonos apasionadamente. En un momento se alejó de mi boca...

  • No quiero, ya te dije que no quiero que nuestra despedida sea cogiendo, amor...

NI lo escuché. Sus besos y sus manos me encendían siempre. Yo ya estaba acariciando su verga dura que quería saltar desde adentro de su pantalón, y sentía como mi vagina ardía y se mojaba. Hacía casi un mes que había tenido a ese macho dentro de mí y no podía esperar más para volverlo a gozar, más sabiendo que se iba por tres meses. Sentía celos de que Marta estuviera con él.

  • Papito... - le saque la verga afuera del pantalón, lo miré fijo a los ojos con deseo y le dije - entendé bien esto: ESTA VERGA ES MIA, YA ES MIA. Que ni se te ocurra estar cogiendo con otras por ahí porque si me entero... - le tomé la mano y la llevé hasta que toque por debajo de mi pollera mi bombacha mojada - si me entero, esta concha ya no la vas a tener más.

Nos besamos mientras nos masturbamos uno al otro.

  • Me vas a hacer acabar acá nena... pará que enchastro el auto!!!

Yo seguí moviendo su pija porque sus dedos en mi concha me tenían como loca!!! Seguí y seguí y seguí. Cuando noté que ese hermoso pedazo de carne se tensaba a punto de estallar, me recliné y lo introduje en mi boca hasta el fondo,  giré y subía la cabeza para mirarlo y guiñarle un ojo.  Tener ese trozo erguido dentro de la boca y hasta el fondo de la garganta hizo que me ahogase y mi saliva saliera por los costados de la boca.

Me la saqué de la boca para recuperar el aliento, con los ojos llorosos por el ahogo y le dije:

  • O ensuciamos el auto o me das de tomar esa leche... qué preferis papu?

Es obvio que la segunda opción fue la que eligió... volví a tragarme su verga entera mientras la movia rápido, seguí sacudiendo... puse la calma de mi mano pegada a la punta de su pene esperando que empezara a escupir esperma para recolectarlo en mi mano.

Un minuto después la leche empezó a fluir... era bastante. Cuando termino de drenar toda comencé a succionarla y lamerla de mi mano, saboreándola, diciendole que era riquisima.  Termine de lamer hasta el último resto, incluso las gotas que caían del orificio de su pene. Succioné bien para dejarla impecable.

No puedo describir como estaba mi concha de empapada... tenía demasiadas ganas de que me cojan... pero si tío no quería, no lo ibamos a hacer.

LLegué a casa con una mezcla de furia porque quería ser poseída por él y de tristeza porque se iba.

Fui al baño a higienizarme y mientras orinaba sentí que algo más espeso salía... vi como un fluído cristalino, gelatinoso y pegajoso brotaba y caía de mi concha.

Me duché y cené con mis padres, tratando de olvidar la angustia que me causaba alejarme del tío Beto por tantos meses.  Me fui a dormir con un mensaje de él que me decía: <>

Me fuí a dormir llorando.

Pasó una semana del viaje de Beto. Estaba extrañándolo. Su espacio no podía llenarlo Javier. Mi cuerpo lo extrañaba.

El fin de semana que se aproximaba iba a haber una reunión familiar con Betty, Manuel y mi primo, me habían pedido que invitase a mi "novio" para que pudieran conocerlo.

Mi primo Dario y su esposa hacía ya un par de meses que estaban estrenando la vida matrimonial y una casa nueva, así que decidieron que el asado se haría para inaugurar la casa.

Durante la cena todo fue normal. Nada parecía haber pasado entre Manuel y yo. Me trataba como siempre, no agachaba la mirada ni se lo notaba culpable, ni enojado por mi noviazgo.

Ya despúes de la cena, decidí subir a la terraza a tomar un poco de aire. Le pedía a Javier que me acompañase pero la tía Betty me dijo que lo dejara tranquilo comer el postre que estaba charlando cómodamente con la familia.

Entonces subí sola. Miraba las estrellas y pensaba donde estaría Beto en ese momento. El aire fresco me pegaba en la cara. De repente por detrás siento unos brazos que me toman por la cintura y me besan el cuello

  • Ayyy Javiiii

  • Nena... ya no reconoces mis manos? ni mi perfume? - era Manuel, me siguió besando el cuello mientras sus manos subian desde la cintura hasta el escote hiper pronunciado de mi remera roja.

  • Por favor, Manuel... si sube Javier estamos fritos!!! - le dije asustada

  • Javier esta jugando a las cartas con tu tía y tus viejos, dejalo tranquilo... vení amor besame

Me di vuelta y nos besamos... yo estaba muy hot pensando en Beto y Manuel era una opicón válida... era un hombre maduro que también sabía bien como excitar y satisfacer a cualquier  mujer.

Sin mediar palabras bajó el cierre de su pantalón negro y sacó su miembro grueso para mostrarme en qué condiciones estaba por el mero hecho de besarlo.

Me arrodillé y comencé a comerme esa pija, cerraba los ojos y veía la cara de Beto.  Manuel me agarró de la nuca, ayudando mis movimientos de mete y saca.

Inoportunamente el perro de mi primo nos estaba olfateando y no quería alejarse. Yo seguía con mi tarea, quería que acabara rápido porque era demasiado peligroso aunque la oscuridad del lugar ayudaba.

Manuel tomó su verga desde el nacimiento y comenzó a moverla al ritmo que lo excitaba y lo haría llegar más rápido a la acabada. En pocos segundos comenzó a salpicar semen... parte del mismo quedó en mi lengua, pero el resto había quedado en mis tetas, y habían alcanzado mis piernas manchando mi remera roja y mi pollera negra de gotas blancas de esperma.

Rápidamente el perro se puso a ladrar y tratamos de espantarlo. Ante tanto ladrido entramos en pánico, Manuel pronto se limpió lo poco que goteaba con la mano y se subió el cierre acomodando la remera. Yo me levanté rápido al escuchar los pasos mi tía subiendo a la terraza para ver que pasaba con el perro.

Le dijimos que estabamos jugando con Fox y que se puso a ladrar.

Bajamos los tres... en la oscuridad nada se había notado. Ante la luz mi pollera y mi remera llevaban pegada las salpicaduras de semen de Manuel... y el pantalón negro de él también tenia chorreado un poco de su esperma que se había secado dejando una manchita en forma de gota blanquecina.

Esperabamos que nadie lo notara. Y si lo notaban nadie lo atribuiría a lo que realmente era.

Javier notó las manchas.

  • Mi amor, te debes haber ensuciado con el helado, fijate tenés el escote y la pollera manchados de blanco...

  • Ahhhh... si si si, debe haber sido el helado de vainilla, ahora voy a limpiar mi ropa.

Mi tía me miró extrañada:

  • No tomamos helado de vainilla... por qué es blanca la mancha? debe ser otra cosa, dejame olerla...

Lo que dijo me paralizó, nos miramos con Manuel con cara de asquito y horror por lo que iba a hacer mi tía sin saberlo... iba a tratar de identificar una mancha en mi ropa oliendola, sin saber que estaría oliendo el propio esperma de su marido!!!

El olor del semen es muy particular, se daría cuenta de inmediato, así que le dije que lo dejara que no importaba que ya iría a limpiarme para que desistiera... ella insistió...

  • Mmmm, es un olor raro, no es un olor dulce pero es algo mmuy pegado... - justo se dió vuelta e iba a pedirle a su marido que le alcanzara el quita manchas. Mi tío Manuel estaba paralizado a pocos metros de ahí

Mi tía lo miró de arriba a abajo: - Qué te pasa? no me escuchaste que te pedí algo? - lo volvió a mirar de arriba a abajo y ahí lo notó

  • Amor... vos también tenés una mancha ahí, en el pantalón... esssss, siiii, una mancha blanca así como las que tiene mi sobrina... qué casualidad!!!

No parabamos de cruzarnos miradas de susto con Manuel... claro que eran las mismas manchas!!!  de mi mente salió un grito que decía... <>> jajajaja pero era solo mi mente que me hablaba en secreto.

  • Nada, ya sé, fue Fox... ese perro con su baba asquerosa... ayyyy, no sé por qué los boxer son así de babosos - dijo finalmente Betty

  • Ah, si seguro, si estuvimos jugando con él en la terraza - dijo Manuel aliviado - ay ay Fox que perro este!!!

Si el pobre Fox hablara!!! era como una baba, si... pero no era del perrito, era producto de la pija babosa de mi tío Manuel que a partir de ahora empezaría a ocupar el espacio que Beto había dejado con su partida.

Despúes de todo, yo necesitaba que alguien atendiera mi lujuria... Javier no sabía como hacerlo, quizás en un par de meses de conocernos podríamos llegar a tener un mejor sexo. Hasta que eso ocurriera haría que Manuel atendiera esa fiebre que sentía entre mis piernas cada vez que recordaba la noche de bodas de mi primo.

Después de la cena fui a casa de Javier a pasar la noche. Me notó más caliente que la última vez. Manuel me había puesto caliente y ahora era Javier el que estaba disfrutando mientras lo montaba. Pero mientras lo montaba pensaba en la pija de Beto... y en un momento, ya a punto de tener mi orgasmo, casi se escapa de mi boca su nombre.

Javier podía ser el novio ideal pero no el macho ideal... estaba decidida, a partir de esa noche empezaría a ser la hembra de mi otro tío Manuel hasta que Beto volviera a mi.