El turista alemán
Durante mis vacaciones, un turista alemán me utiliza como a una puta.
Veraneaba este agosto en el mismo sitio que la mitad de la población mundial, es decir, en la playa. El sitio donde estaba tenía además de playa muchas calitas con playa y rocas, a las que suelo ir para bucear. Un día estaba tomando el sol en las rocas cuando llegó una familia de lo que yo supuse eran alemanes. Todos altos y rubios, me fijé sobre todo en el padre, el típico nórdico enorme, con un bañador ceñido de esos tipo slip, donde marcaba una huevera enorme. Tenía también un bigote de tipo mostacho, rubio como su pleo y las cejas. Aunque ya era madurito (tendría los cuarenta y algo) todavía tenía un cuerpazo, como de levantar barriles de cerveza.
Estuve mirándole un rato, escondido tras mis gafas de espejo, y aunque nuestras miradas se cruzaron alguna vez, no le dí mayor importancia. Pasado el rato, "la caló" apretaba y decidí darme un baño para refrescarme. Me tiré al agua, me puse mis gafas de buceo y el tubo y comencé a nadar entre las rocas. De vez en cuando levantaba la vista para saber donde estaba, porque mientras buceas te despistas y puedes acabar lejos de las rocas. En una de esas veces, ví de frente al alemán, que también estaba dándose un baño junto a su mujer e hijas. El me vió y sonrió.
Le devolví la sonrisa y volvi a bajar la vista al fondo del agua, aunque no pude evitar dirigir una mirada furtiva hacia el alemán para deleitarme de nuevo con su paquete. Pero al hacerlo me llevé una gran sorpresa, el alemán bajaba su mano y, aprovechando que desde la superficie no se veía, deslizó su bañador hacia un lado, dejando a mi vista su polla blanca y sus tremendas pelotas, con sus pelos rubios. Lo miré atónito, sobre todo porque su familia entera estaba allí delante, a escaso centímetros. Tras deleitarme con la visión levanté la vista y pude contemplar al alemán mirándome y riendóse, con lo que no tuve la menor duda de que aquella demostración era para mí.
Esperé un buen rato a poder salir del agua, porque la visión y las ideas que me venían a la mente me habían puesto cachondo. Me senté de nuevo en mi toalla y a través de las gafas no quité ojo al alemán, que parecía ignorarme. Cuando ví que recogían para marcharse yo hice lo mismo decidido a seguirles y saber dónde vivía. Descubrí que estaban en un chalet muy cercano al mío y me fuí para casa.
Unos días después, estaba en la fila para el cine de verano con unos amigos, cuando ví delante mío a la familia de alemanes... pero faltaba él.
Esperé por si estuviera aparcando, pero no venía. Decidí arriesgarme y le comenté a mis amigos que me encontraba mal del estómago y que me iba
para casa. En lugar de eso, y tal y como suponéis, enfilé directo al chalet del alemán.
Llamé a la puerta y abrió él. ¡Bingo!. Se quedó con la boca abierta al verme, miró para un lado de la calle y al ver que no había nadie tiró de mí hacia dentro. Se empezó a reir y a decir cosas en alemán, de las que no entendí ni una palabra. Me indicó que le siguiera y me llevó al salón de la casa. Se sentó en el sofá y me invitó con gestos a sentarme a su lado. No llevaba puesto más que el mismo bañador que tanto me había excitado así que cuando empezó a hablarme yo no me anduve con contemplaciones y empecé a sobar aquel bulto. Se quedó callado y dirigió su boca hacia la mía, metiédome la lengua hasta el fondo. Yo le estrujaba su paquete por encima del bañador y comenzó a crecer.
Sus huevos eran grandes y duros su polla de buen tamaño. Le lamí el cuello y fui bajando por su torso, por su pecho, su pezones... le bajé el bañador por debajo de sus pelotas y bajé mi cara hasta su cipote. Pasé la lengua por su punta, lamiendo su rojo e inflamdo capullo. El alemám puso su manaza en mi nuca y presionó para que me la comiera entera. Lanzó un gemido de placer cuando descubrió que yo tragaba hasta que mi nariz rozaba su vientre.
Comencé a mamar aquella verga dura, arriba y abajo. Cuando levantaba la cabeza él hacía presión con su mano para que me la metiera entera,agarrándome
del pelo y tirándo fuerte de él. Yo adoro que me traten como a una perra, así que también gozaba lo mío viendóme "obligado" a comerme aquella polla.
La mamada continúo hasta que el tío me dió un fuerte tirón de pelo que me hizo gritar de dolor y me lanzó al suelo. Me acercó su pie a mi boca y yo, comprendiendo lo que quería, empecé a chupar sus dedos, si levantarme del suelo. Mientras lamía el se quitó el bañador del todo, metío todo lo que me cabía de su pie en mi boca, hasta que vió que me asfixiaba. Se sentó de nuevo en el sofá, pero está vez levantó las piernas y, agarrándome del pelo con ambas manos, dirigió mi cara a su ano. Comencé a lamerlo como loco, haciendo círculos con mi lengua, intentando metérsela dentro.
Al mismo tiempo mi mano fue hasta su rabo, que estaba bien tieso, y comencé a masturbarle. Sólo aparte mi lengua de su ano para lamerle las pelotas, cosa que creo que no le importó. Mi mano libre la utilicé para masturbarme, aunque lo hice despacio, porque estaba muy cachondo y temía correrme al momento.
De nuevo agarró mi pelo y de un tirón me separó. Bruscamente me dió la vuelta en el suelo, dejándome a cuatro patas, con el culo hacia el.
Comprendí lo que iba a hacerme así que comencé a rogarle que me lo hiciera, moviendo el culo hacia el. Se chupó dos dedos y sin nigún miramiento me los metió por el culo de golpe. Protesté por el dolor que me había provocado, pero el respondió con un azote en mi culo, por lo que agaché la cabeza. Sus dedos se movían dentro de mi ano, entrando y saliendo, haciendo círculos. De vez en cuando los sacaba y escupía en mi ano, para volver a meterlos. Lanzó un último escupitinajo en mi ano y se puso de pie. Apollé mi cara en el suelo y con mis manos separé mis nalgas, ofreciéndole mi agujero. Me agarró de las caderas y puso la punta de su polla en mi agujero y haciendo fuerza metió la cabeza en mi culo.
A pesar de la dilatación me hizo algo de daño, pero las ganas de que me follara eran muchas y pronto fui yo mismo el que inició un culeo hacia atrás buscando más polla. Pronto noté sus cojones golpeándome, con su polla entrando y saliendo de mi ano, que se apretaba para sentirla mejor. Mi culeo se hizo cada vez más brusco, haciendo que me entrara por el culo cada milímetro de su verga, chocando mis nalgas contra él.
Me llenaba el culo de polla dandóme un gusto increíble, cuando entraba parecía que el estomágo se me llenaba y cuando salía notaba un vacío que quería ser llenado de nuevo con más polla. Mi mano se dirigió hacia mi polla, porque estaba apunto de correrme sin tocarme.
Al ver esto sacó su polla totalmente de mi ano y se sentó en el sofá, ordenándome que me subiera sobre él. Me levanté, me dí la vuelta y me coloqué en cuclillas sobre su verga, mirándole a los ojos. Dirigió su verga hacia mi ano y agarrándome de la cintura me hizo bajar.
Su polla volvió a entrar en mi culo, si cabe aún más profundamente debido a la postura. Con sus brazos me ayudaba a subir y bajar, cada vez más deprisa, destrozándome el culo de gusto, hasta que no pude más y empecé a correrme sobre él, lanzando chorros de semen sobre su pecho y retorciéndome y gimiendo de gusto. Terminé mi brutal orgasmo y el alemán empezó a gemir como un bestia, indicando que su orgasmo se acercaba.
Hizo más fuerza en mi cintura para que me levantara, así que intuí que quería correrse en mi cara o en mi boca. Me puse de nuevo de rodillas y él acercó mi cara a su polla, lo justo para que mi boca quedará muy cerca. El muy cerdo quería ver como me lo tragaba, así que le dí gusto y saqué mi lengua hacia su polla, gimiendo de gusto, esperando el regalo que me iba a hacer. Comenzó a masturbarse y a elevar el tono de sus gemidos hasta que el primer chorro de semen entro en mi boca, directamente a mi garganta debido a la fuerza. Nuevos chorros de semen, caliente y muy espeso, caían sobre mi lengua, mi cara, mis ojos, en mi garganta. Yo tragaba y gemía tanto o más que él.
Comprendí el porque de sus huevos gordos, pues el semen que me hizo tragar fue enorme, no paraba de ayacular y yo de tragar áquel néctar.
Finalmente sus estértores finalizaron y mirándome empezó a reirse. Yo me lancé de cabeza a limpiarle la polla, metiendómela, ya casi flácida, en la boca. También me relamí las gotas de semen que tenía alrededor de la boca. El aprovechó para pasar su polla por mi cara, recogiéndo los restos con la punta y metiéndomelos en la boca. Yo estaba pegajoso, casi no podía abrir los ojos, pero me sentía felíz, ahí en el suelo, habiéndole dado gusto.
Busqué el baño por la casa y entré a lavarme la cara. El alemán vinó detrás mío y mientras yo me lavaba la cara en el lavabo, el meaba lanzando un sonoro chorro. Me acerqué a él por detras y me arrodillé para verle mear, sonriendo, pidiéndole con los ojos un último regalo. Él casi terminó de mear y, antes de la última sacudida, metió su polla, de la que colgaba una gotita de pis, en mi boca. De nuevo se la limpié chupando con fuerza.
Me despedí escribiendo mi móvil en un papel, por si volvía a tener oportunidad de verme, pero nunca me llamó.
Eso sí, a mí me queda la conciencia tranquila de saber que he ayudado al turismo en España.
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