El troglodita amante

De como un hombre tosco y burdo, puede ser el amante y amo de una dama sumisa pulcra e inteligente; y de como esta, aparentemente dependiente del hombre, es capaz de cambiar el panorama, y abandonarlo un dia; encontrandose a un nuevo aprendiz, quien se transforma en un nuevo amo, con mejores caracte

Era un inmenso gigante, duro como una piedra, espeso como amante; mis labios dejaba partidos, de tanto beso y de baba, el cuerpo escurriendo toda, de salitrosa saliva; mis nalgas azotadas, mi amor a nalgadas, partiéndome toda. La mano tan firme, el látigo en mano, suplico y te lloro, pero nada logro.

Zas…zas…zas…silbaba el fuete al aire, cayendo sobre mis nalgas. Tu ignorabas mi llanto, atada de pies y manos; como una cerda gritaba, y de vez en cuando escupías, dentro de mi ano bello, esperando que de un instante a otro: me traspasaras.

Tenía miedo a tus manos, ignoraste mi vestimenta hermosa; me deshojaste cual margarita, como un Frankenstein desalmado; dejándome toda desnuda. Después de varios azotes, y siento tu dedo penetrando, mi ano ya dilatando, sin piedad alguna.

Un placer me recorre, el dedo sale y penetra, no aceptas que yo me toque, y convulsiono toda, y de un intenso orgasmo, viene de nuevo otro; mientras lloro y suplico, cuando siento que entra otro dedo, que introduces sin piedad. Grito y aúllo…el dolor me invade, pero pronto cede su lugar al placer de aquel juego.

Tu boca chupa mi cuello, y ensalivas mi alborotado cabello, me elevas con tus dos dedos, clavados dentro de mi trasero. Giro mi rostro para verte, llorando y con los mocos de fuera, escurriendo hasta mi barbilla, y sin importarte me besas.

En ese instante, percibo dos dedos en mi vagina, luego tres, luego cuatro; creo que me voy a desmayar, los otros dos dedos de tu mano derecha, continúan clavados muy dentro de mi ano, y con descomunal fuerza, elevas mi cuerpo como si nada. Si mi vagina es estrecha, mas lo es mi trasero.

Entre sudor y saliva, siento todo tu puño, entrando por mi vagina; es un dolor lacerante, es un dolor que aniquila…

Luego, un intenso placer, de nuevo me invade, y después de la agonía, llega brutal el éxtasis; y soy entonces, un orgasmo total y absoluto, y que verdaderamente disfruto y me hace gozar de su brutalidad.

Tus bofetadas llegaban, mientras me llamabas perra, puta, cerda y no sé cuántas cosas más. Y cuando tu enorme palo, penetró mi maltratada cola, terminaste de inmediato, sintiendo rabia por ello.

Y advirtiéndome que esto no había terminado, fuiste por 5 trabajadores albañiles de tu empresa; y entre todos sudorosos, violentos unos, y tiernos otros, maltrataron mi boca, vagina y mi ano, y no cejaron de cogerme, y algunos hasta “dobletearon” porque eran muy jóvenes y ardorosos.

Uno de ellos, intento defenderme, de los arteros fuetazos, que salvajemente tu, mi amo cruel me propinabas, entre un hombre y otro que me cogían; y violento lo tomaste, y a la calle lo arrojaste. Troglodita ventajoso. Luego, se te paro de nuevo, y entre la mezcolanza de sexo, batiste la mezcla, como todo buen ingeniero, y me diste una vez más, por mi ardorosa vagina.

Ahí me quede tirada, sin poder siquiera moverme, ni tan siquiera para ir al baño; y entonces descubrí, sumamente sorprendida, al jovencito que intentara defenderme, observándome con mirada tierna, sosteniendo entre sus callosas manos, mis hermosas bragas; besándolas suavemente, y supe, que, a pesar de todo, aun existían hombres que adoraban las pantaletas finas de características vintage o retro, y no solo idiotas salvajes como el troglodita y muchos.

El joven, me las pidió prestadas, y yo le dije que sí; y antes de retirarse con ellas en mano, para masturbarse en las noches, me ayudo a colocarme de pie; y dulcemente me bañó, aceptándolo yo, como amante a partir de ese momento.

A los dos días, regreso con mis bragas acartonadas de leche, y para su asombro, yo las tome entre mis manos, oliéndolas y besándolas; y penetramos a la casa, en donde hicimos el amor, dulce y tranquilo. Tuve varios orgasmos de su trato gentil y amoroso, ciertamente diferentes a mi cerdo sádico, pero igual, o mayormente intensos.

Yo le dije al joven: “No vengas cuando ande cerca de aquí, este violento animal…”

Y el animal volvió, una y otra vez más, hasta que cierto día, ya enfadada de él, lo corrí de casa. Y fue muy notorio observar, como después de esto, el me rogo, y luego yo le azoté muchas veces a él; hasta que mi nuevo amante, el joven albañil, y trabajador de este troglodita, me pidió que lo dejara, lo cual hice complacida; viviendo muchas tardes de amor con este caballero, y noble amante; que también aprendió a ser mi amo. Me arrastraba enardecido, por toda la habitación, y daba nalgadas, y golpes con una varita de durazno, a la vez que yo, lloraba y suplicaba.

Siempre me amó, respetándome ante el mundo como a una dama, y aprendió a tratarme de lo peor, como a su perra puta en la cama.