El Triunfo

La visita a una tienda de bisuterías tiene un final inesperado.

EL TRIUNFO

Hace varios meses fui a la tienda El Triunfo de San Jerónimo, a buscar algunas cosas que necesitaba en la casa. Tenía tiempo de sobra, por lo que decidí husmear un rato. A esas horas, antes del mediodía de un sábado, había muy poca gente. Andaba de mirón, cuando al salir de un pasillo hacia el corredor me topo de frente con un chavo que entraba, distraído. Al verme se asustó y lanzó un leve “ay!”. Me dio risa y le dije “¿qué, de plano estoy para espantar?”. “No, no, perdón. Jaja! Cómo crees! Es que no te vi. Perdón”. Me pareció lindo. Sonreí, me hice a un lado cediéndole el paso y lo miré mejor. Era menor que yo, tendría entre 20/22 años. Esbelto, de cabello oscuro y aspecto fresón, vestía pantalón de pants blancos, una Polo rosa, y los pies desnudos en alpargatas de loneta. Me gustó.

Seguí mirándolo mientras entraba al pasillo del que yo había salido y seguí curioseando cuando lo perdí de vista, pero su imagen se quedó en mi mente y no pude evitar buscarlo cada que salía hacia el corredor. Hasta que lo encontré de nuevo. Lo seguí discretamente; lo vi entrar a un pasillo y entré al de al lado, para mirarlo de cerca entre los anaqueles sin que él me viera. Lo vi de espaldas y esperé hasta que se situó de frente a mí tras el mueble y entonces, mientras él veía los artículos del otro lado del anaquel, lo miré detenidamente. Si bien no parecía particularmente guapo, era de facciones muy agradables; bajé la mirada hacia su vientre y hacia el bulto en su entrepierna, que se le marcaba un poco; sin notar mi mirada y sin dejar de mirar los artículos en el anaquel, metió la mano bajo su playera y la subió para rascarse, dejándome ver un abdomen súper lindo y su pequeño ombligo, del que descendía un caminito de rizos que acarició levemente con sus dedos, deslizándolos luego hacia abajo para acariciarse un poco debajo del resorte del pantalón. Uuff!!

Me incorporé y salí hacia el corredor decidido a buscar su mirada cuando nos cruzáramos de nuevo. Cuando sucedió  me miró y sonrió, como si nada. Me quedé ahí, viéndolo mientras avanzaba, y al notar mi mirada volteó, me vio, avanzó un poco más y nuevamente se giró para cerciorase si yo seguía ahí. Le sonreí. Me miró con expresión de curiosidad, pero siguió avanzando sobre el corredor y entró a otro pasillo. Me acerqué y me detuve en la entrada. Él miraba los anaqueles, tomó alguna cosa y fingió interés en ella, pero al notar mi presencia me miró de reojo primero, de frente después, y dejó lo que tenía en las manos para quedarse ahí, de frente a mí, serio, como tratando de comprender qué pasaba, por qué yo lo seguía y lo miraba. Caminó despacio, sin dejar de verme. Mientras se acercaba a mi yo me quedé pasmado, inmóvil. No sonreía, pero su expresión ya no era de curiosidad sino de un cierto nerviosismo. Se acercó a la salida del pasillo, donde yo le estorbaba el paso; me moví un poco hacia atrás para dejarle espacio y entonces, sin dejar de mirarme, acercó su cuerpo al mío mientras daba un paso de lado para salir y sentí cómo arrimaba su entrepierna presionando la cadera hacia mi muslo, donde noté la forma de su sexo en un roce lento, delicioso. “Comper”, dijo. Y nuevamente me miró de reojo mientras caminaba por el corredor.  Woooow!!!

Mi erección comenzó de inmediato. Me cercioré de que no hubiera gente en la zona y me dirigí hacia el pasillo donde entró, pero ya no estaba ahí. Carajo! Entré al siguiente, y nada. A uno más; al de al lado, al que sigue…nada! Puff! “Se fue”, pensé. Me calmé un poco; respiré tranquilo y mientras se me pasaba la erección entré a un pasillo y me acerqué a la ventana, por si lo veía salir. Nada. Decidí salir de la tienda, entre divertido y abrumado pensando que la supuesta insinuación había sido sólo una  ilusión mía. Y entonces, al girarme para salir del pasillo, lo vi  pasar por el corredor. Me quedé ahí, al fondo del pasillo, y entonces apareció de nuevo frente a mí. Miró hacia ambos lados del corredor, y entró mirándome. Avanzó unos pasos, y sin dejar de verme se acarició el paquete ligeramente como indicando que estaba dispuesto para mí. Las piernas me temblaban, el corazón se me podría haber salido de un brinco por la boca!!  Mientras se acercaba miré su cuerpo hermoso y vi con mayor detenimiento su rostro. Era guapetón, de ojos oscuros, cejas pobladas y un aspecto algo aniñado. De manera casi mecánica  puse una rodilla al suelo. Él se detuvo; quizá no se lo esperaba. Sentí vergüenza y fingí que me interesaba algún artículo de la estantería baja. Él también tomó cualquier cosa en las manos. Habrán pasado apenas unos segundos para que ambos decidiéramos seguir con el juego, y entonces se acercó a mi sin mirarme hasta que su pierna rozó mi hombro. Me decidí, y comencé a tocarle el tobillo muy suavemente. Se quedó quieto, y entonces acaricié con firmeza su pierna velluda, su piel suave, su pantorrilla musculosa.

No hizo falta más: cuando alcé la cabeza para buscar su mirada él me miraba a los ojos con una mano dentro del pantalón, y comenzaba a bajárselo. Descubrió primero su pubis poblado de espesos rizos y pude ver luego la base de una verga que tomó con sus dedos para dejarla al aire, a un par de centímetros de mi rostro. Era grandiosa! Aun no estaba erecta; sin circuncidar, rodeada de venas que comenzaban a hincharse. La sacudió un poco, como para que se le parara mejor, mientras con la otra mano  se bajó más el pantalón hasta dejar al descubierto un par de maravillosos huevos. Percibí su olor y sin más pegué la nariz a su pelvis para aspirar el aroma de su sexo sudoroso. Olía increíble! A sexo puro de macho caliente!  Noté que su erección ya era total y entonces abrí un poco la boca mientras alzaba la cara para darle a entender lo que quería, pero no fue necesario porque ya él mismo estaba dirigiendo su verga hacia mis labios que comenzaron a sentir como iba penetrando hacia mi paladar. Comencé a saborearla, recorriéndola con mi lengua y apretando mis labios a su alrededor. Era una delicia sentirla en mi boca! No era muy gruesa, pero si larga; el prepucio todavía le cubría el glande, así que lo retraje con cuidado y dejé al descubierto un capullo rosado, hinchado y brillante del que ya asomaba una pequeña gota transparente que atrapé entre mis labios para humedecerlos acariciando con ellos su glande para luego mamársela despacito. Adentro y afuera, chupando una y otra vez, apretándola desde la base hasta la punta, recorriendo el borde de su glande con mi lengua, envolviéndolo con mis labios, mojándola toda con mi saliva, y de nuevo hasta el fondo. Qué buena verga! Él casi no se movía, así que llevé una mano hacia sus nalgas y lo empujé hacia mí; él entendió de inmediato y comenzó a arremeter contra mi cara cogiéndome por la boca con su deliciosa verga que se hinchó todavía más.

Su erección era increíble, la punta casi me llegaba a la garganta cuando empujaba la cadera en sus intentos por metérmela hasta el fondo, y se quedaba así por un momento que yo aprovechaba para oler el intenso aroma de sus pelos pegados a mi nariz. Decidí probar sus huevos, así que me agaché un poco más y comencé a recorrerlos con labios y lengua. Su olor era tan penetrante! Mientras daba pequeños mordiscos con mis labios a su escroto sentí escurrir un hilillo tibio por mi cara: era su miel lubricante, que chorreaba abundantemente. Lo recogí en mi lengua y volví a sentir su falo entrando en mi boca. Poco me importó que pudiera pasar gente; yo me entregué a disfrutar aquella delicia que gocé por unos minutos interminables, sintiendo deslizar su verga venosa y caliente por mis labios una y otra vez, acariciando sus nalgas y muslos mientras él empuñaba ese mástil que entraba y salía de mi boca con desesperación. Él estaba quieto, disfrutando y dejándome hacer, apoyado con ambos brazos en las repisas de los anaqueles y moviendo su cadera lentamente hacia adelante y atrás mientras mis manos acariciaban sus nalgas firmes y velludas. Separé un poco sus nalgas, explorando entre ellas con mi dedo medio. Estaba súper peludo!

Comencé a acariciar levemente aquella línea caliente y no pareció importarle, así que acerqué mi dedo un poco más hacia el centro y comencé a recorrer sus pliegues de arriba abajo acercándome a su ano cada vez más mientras él se movía suavemente volviendo a meter y sacar de mi boca su verga jugosa. Acerqué mi dedo a mi nariz y el olor picante del sudor de su culo me puso todavía más caliente. Me puse un poco de saliva y volví a explorar su culo acariciándolo levemente, dejando que sus movimientos fueran abriéndolo para mi poco a poco. Pareció gustarle. Sin dejar de mover su cadera lentamente, llevó hacia atrás sus manos y se abrió las nalgas para mí. Entonces hundí despacio mi dedo sintiendo cómo lo apretaba con su culo ardiente hasta que se quedó quieto por un instante. Lo saqué hasta la mitad y volvía metérselo despacio, un par de veces, hasta que él mismo volvió a su vaivén de caderas para sentir mi dedo abriéndole el culo mientras su verga entraba y salía de mi boca. Soltó sus nalgas para sujetarse la verga desde la base y sin dejar de moverse puso la otra mano en mi cabeza para llevar el ritmo de nuestros movimientos. De pronto soltó su verga, sentí sus dos manos en mi cabeza y comenzó a moverse más rápido, noté su cadera agitarse con fuerza y escuché un ligero gemido mientras tensaba sus piernas parándose un poco "de puntitas". Apretó las nalgas con fuerza con mi dedo aún dentro, escuché como jaló aire y se quedó inmóvil, con la verga metida en mi boca hasta el fondo, y entonces comencé a sentir los potentes chorros de su leche espesa llenándome la boca. Los pelos de su pubis presionaban contra mi cara, sus manos atraían mi cabeza contra su cuerpo y su respiración era agitada y corta mientras yo seguía notando una y otra vez los potentes disparos que emanaban de su verga hacia mi garganta. Quizá fueron cinco, diez. No lo sé, pero la cantidad que eyaculó comenzaba a escurrir por mis labios, y yo necesitaba respirar, así que decidí tragarme aquel manjar que seguía brotando a borbotones. Era increíble! Tenía un sabor ligeramente dulce y era súper espeso! Estuvo eyaculando en mi boca por varios segundos, con el cuerpo rígido y la respiración entrecortada. Cuando por fin terminó, sacó de mi boca su verga todavía dura y se quedó así por unos segundos mientras perdía la erección rápidamente. Todavía escurría algo de leche por su prepucio, que ya iba volviendo a su lugar; limpié aquella gota con mis labios, besé su pubis para aspirar su aroma por última vez y le ayudé a acomodarse la ropa.

Me puse de pie; él me miró rápidamente con una expresión entre sonriente y nerviosa, de cómplice, y salió del pasillo a paso apresurado. Me quedé ahí, disfrutando su olor entre mis manos, pegando mi labio superior a la nariz y encontrando ahí también su almizcle. Miré hacia la ventana por unos minutos, hasta que lo vi salir cargando unas bolsas que la señora que caminaba junto a él metió en la cajuela de un auto costoso. Se subió del lado del copiloto, y antes de cerrar la puerta miró hacia las ventanas de la tienda El Triunfo.

Qué buen nombre para una tienda que me dejó tan buen sabor de boca.